Esto no era lo que tenía en mente – Djordje

por **Helenna Quarell** Vie Feb 05, 2016 11:21 pm

An Angel Comes To Kill You.

Había sido la noche más tensa de todas presto a la cacería de una manada pequeña de lobos, estaba conformada por tres adultos y dos jóvenes “no son gran reto” había pensado la mujer que trenzaba su cabello tras su escondite sobre aquella rama, tenía un cigarro entre sus labios aunque no estaba encendido, esperaba la señal de la noche para poder dejar su plan tomar forma en aquella cacería que estaba por iniciar.

Al momento de revisar sus armas las cuales escondía en su cuerpo y en sus ropas sus pensamientos fueron tomando la forma del pasado. Barrió con aquellos recuerdos del pasado riéndose cuando guardaba su cigarro, descendió de aquel árbol con su revolver apuntando a la oscuridad —Esta vez, esta vez, no voy a fallar— recoge su cabello completamente caminando con cautela por el sector boscoso, observa aun con los pocos rayos de luna alguna señal de los que estaba persiguiendo, pero poco había de ello.

En sigilo y completo silencio avanzaba por el desconocido terreno sabiendo que no estaba sola, que dentro de aquella densa oscuridad habían otros cazadores pues efectivamente la cacería de aquella noche sería en grupo y por lo tanto tendría que encontrarse con ellos, algo que no la ponía contenta porque eso significaba menos ingreso a sus bolsillos; a regañadientes camina a donde sería la reunión del grupo, sus armas ya están listas y rugiendo por ser utilizadas hasta el cansancio, al llegar solo encuentra silbidos, la mayoría eran hombres, algo que le molesta sobre manera.

Se mantiene alejada un poco del grupo escuchando con atención como estarán ordenados y en que grupos pequeños trabajaran —Prefiero andar sola, si no les molesta, mis armas están rugiendo y no aseguro si dispare a uno de ustedes— la risa sarcástica que deja helados a los que la miran

No le importa lo que piensen de ella, sobre su manera de hablar, vestirse y sobre todo de hacer las cosas.

Esto no es el Fin…

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por **Djordje** Sáb Feb 06, 2016 4:38 pm

Dos semanas de que estaba habitando París. Nunca en sus veintinueve años había estado tanto tiempo en un lugar, de hecho, él se sentía completamente encerrado en un mismo lugar, aunque sea una ciudad grande y con gente pululando por ahí. En pocas palabras; Djordje es como un animal acuático, debe de estar en el mar para sentirse vivo completamente. Las cosas que le gusta cuando está en altamar es: Su barco, que lo atesora tanto que si algo le llegara a pasar no sabría cómo estar, sería como si lo torturaran dolorosamente, como quien dice, es su punto débil –Nadie lo sabe es su mayor secreto- También, y es una cosa que lo relaja cuando esta estresado, es escuchar como las olas se golpean entre sí o como las gaviotas emprende su vuelo cuando pasa el gran y negro navío que el gobernaba desde hace tiempo. La vida del cazador no es estar precisamente en tierra firme, claro que no, sí no en el gran mar abierto. Y ahora, en estos precisos momentos está desesperado por regresar y comenzar otra nueva aventura con sus camaradas. Pero si no mal recordaba, el ingreso a tierras francesas por una reunión con su clan de cazadores, a principio no deseaba esa reunión por nada del mundo, incluso iba hacer como si no hubiera leído nunca la carta pero recordó que hay una personas que deseaba ver más que nunca y hace tiempo no sabía nada de su persona. Su buen amigo Ricardo hace aproximadamente tres o cuatro años que no lo miraba y a decir verdad, anhelaba charlar con él, tomar un buen tarro de cerveza y porque no, ir al burdel más cercano de aquí –Y si no mal recordaba, el único- ya que con su buen amigo cazador encontraba las mejores mujeres del burdel.

Se alisto con lo más común que logró encontrar –Para no decir lo más limpio.- Un pantalón de color negro, junto con su ya típicas botas. Una camisa blanca y una chaqueta del mismo color que el pantalón. Dejo sus dos primero botones abiertos, agarro una pequeña bolsa de francos y su ya reconocida gabardina, el armamento: Una revolver plateado, con sus seis balas puestas, tres dagas que siempre las ocultaba atrás de sus botas y una última en su manga. Por ahora sería suficiente solamente iba a ir a esa absurda reunión, para después regresar y preparar todo para su vieja, no deseaba estar otro día más en París, ansiaba zarpar alejarse de tierras Francesas, pronto lo hará, solo unas horas más y listo.

Llegó, tarde como siempre, nunca quería ser el primero en llegar o él que llegara diez minutos o media hora antes o después. Siempre, enserio, siempre será el último en llegar en reuniones o lugares que ha sido invitado. Tal vez se quería hacer notar o le importaba un comino la reunión. Al llegar notó muchos rostros conocidos y otros no tantos. Recargo su cuerpo en el tronco de un grueso y frondoso árbol, desde ahí lograba grabarse los rostros de los cazadores que para él eran desconocidos y reconocer a los que estaban ahí. Hasta que sus ojos cayeron en un rostro sumamente conocido, y que hace, mucho, pero mucho tiempo no miraba, era una mujer pero no una mujer cualquiera si no, una cazadora que se comportaba como todo un hombre y hasta su forma de vestir y eso. Eso siempre le llamó la atención a Djordje de esa mujer. La reunión era para mencionar sobre los nuevos miembros, cuyo clan nunca ha tenido un verdadero nombre, el que se suponía que era el líder, nunca quiso que tuviera un sobrenombre, que ellos supieran que esté lugar era para reuniones y esas cosas le era suficiente. Hablo y más hablo. Sobre los seres naturales tanto vampiros como Lycan hasta cambiantes, que unos eran peligroso y que los otros no tantos. Hasta misiones discreta dinero, pareciera como la inquisición, pero eso, eso era otro tema y ellos precisamente no alababan a Dios.

Dos horas después, la dicha plática dio por finalizada.

En toda las dos horas que duró la dichosa reunión logró despejar sus ojos del rostro de la cazadora, tenía un amorío platónico por ella, desde que la vio hace tiempo, ella estaba obsesionada por los licántropos, nunca supo del porque los odiaba tanto aunque tampoco le molestaría saber a través de su boca, inclusive si le pidiera ayuda para aniquilar algunos cuentos, él con gusto aceptaría ayudarle; pero sabiendo que tan orgullosa es, nunca pasara eso, antes se follaria a uno en vez de pedir ayuda. Saludo a su amigo, Ricardo, charlo un poco, no deseaba que se le escapara esa mujer, cortó la plática, diciendo que en la noche fuera a su hogar, y poder platicar con más calma. Su caminar fue rápido, parecía que estaba trotando, deseaba llegar, hasta que estiro su mano y sujeto la muñeca de la dama. Haciéndola detener de su andar, ya se iba, como siempre; le dio la vuelta sonriéndole al ver su ya, amargado rostro.

-Helenna Quarell. Tanto tiempo sin verte, ni escuchar ni… -Callo y examinó descaradamente el cuerpo ajeno. –Vaya, vaya, tan guapa como siempre, ahora más, de hecho, el tiempo te ha sentado de maravilla, querida.-Río, acercándose a su rostro y plantándole un beso en la mejilla, sabiendo perfectamente que su vida estaba en peligro. -¿Lista para ser mi mujer? –Pregunto, anteriormente era una broma pésima, siempre la hacia cuando ella estaba cercas, pero ahora... ahora no Djordje no cree que sea un broma. Jalándola y apegándola a su cuerpo. –Y mi vida, no hagas ningún lío aquí. –Sin más le robo muy apasionado beso, para después alejarse, como si quemara el toque.

Amaba su vida. Al gruñirle un ojo salió corriendo hacia el interior del bosque. Riéndose, sabiendo perfectamente que ella lo seguiría. Sí, siempre le ha gustado hacerle enojar a esa mujer. Ahora tenía un motivo para quedarse en París, para retrasar su ida. Por Helenna

por **Helenna Quarell** Jue Feb 11, 2016 8:15 pm

An Angel Comes To Kill You.

La mirada de los cazadores se volvió a donde aquella voz había salido, miraron a quien dijo eso de pies a cabeza devorando con la mirada a la única mujer del grupo; solo rodó los ojos ante la postura de todos los patanes del grupo ignorando sus silbidos y babeos, su mirada fue directo con la del líder del grupo el cual enarcó una ceja negando rotundamente la petición de la cazadora.

Bufó revisando sus armas ignorando todo comentario de aquella reunión que ahora le parecía estúpido, no comprendía la necesidad imperiosa de los hombres de todo controlar; al momento del termino no tuvo más que buscar a quien hacía de cabeza de grupo para al menos pedirle el que le deje ir con él y solo con él cuando la mano enemiga la toma desprevenida , sin dudarlo alza el arma apuntándole a la cabeza a quien se ha atrevido a tocarla de aquella manera tan íntima y poco probable de que sobreviva. Miró al hombre riéndose mientras bajaba las armas —¿Lío? ¿Mi vida?— ríe con ironía ante las palabras expresadas limpiándose con el mayor asco aquel beso recibido.

La mirada de todos se clavaron en aquel par de cazadores, sobre todo en la mujer cuyo temperamento era explosivo, las armas que poseía en sus manos rugían por hacerse escuchar, y eso era lo que iba a ocurrir; se acercó al cazador apuntándole con el arma nuevamente a la cabeza pero esta vez el gatillo se retrocedía; las miradas bailaban de uno en uno haciendo sus apuestas al ganador —Cuantas veces tendré que decírselos, a ti y al resto de patanes, que jamás, pero jamás seré su mujer ni tuya ni de cada uno de los esperpentos que están aquí, antes dejo que un lobo me mate o me posea a ser de ustedes asquerosos imbéciles— su voz fue contundente y fiera que ante la mirada de todos que con asombro esperaban lo peor.

Las risas y aplausos no se hicieron esperar, solo rodó los ojos ante aquello alzando el arma a los cielos a los que el estallido de su cañón hizo callar a todos los presentes, aprovechando para darle la más absoluta indiferencia a cada uno siguiendo al “líder” que en todo el conflicto no había volteado a mirarles; volteo a ver al cazador apuntándole al brazo izquierdo donde resonó el estallido de su arma —Me olvidaba decirte, si vuelves a colocar tus asquerosas manos o labios en mí, te los arrancare a balazos ¿entiendes? ¿Hablé claro? O te dejo otra bala para que comprendas tu situación rata— enarca la ceja con una mirada seria y sin temblarle las manos al guardar sus revólveres.

Esto no es el Fin…

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por **Djordje** Vie Feb 12, 2016 9:57 pm

Desde que la conoció, ha pensado que esa mujer tiene un carácter tan podrido, como una fruta en su etapa de descomposición, nunca la ha visto reírse o charlar con los compañeros cazadores, simplemente cuando se trata de misión hace un gran esfuerzo para interactuar con un hombre, aunque debe de suponer que al ser la única mujer entre tantos hombre se siente insegura y solo crea un escudo anti-hombres o algo parecido, vaya los pensamientos de un hombre: Pensando que, al tener una fémina alrededor de tanto testosterona iba hacer como un juguete nuevo y exótico, pero le ha salido el tiro por la culata, incluyéndose a él mismo, a Djordje, el pirata. Nunca en sus veintinueve años a conocido una hembra como ella, con una determinación ejemplar, cada vez que descubría como era la cazadora, le gustaba cada vez más y ahora tiene un objetivo en sus pensamientos y no se ira de parís sin cumplirlo: Hacerla su esposa, su mujer, la madre de sus hijos, su todo.

Su cometido: Refugiarse en el interior del bosque, como si fuera un vil cobarde, quien lo diría, Djordje, el pirata-cazador huyendo de una mujer que lo puede matar, sus camaradas de su tripulación estuvieran carcajeándose de la vergonzosa situación en la que él solo se ha metido y por ende se hubieran echado a reír en su propia cara, y su hombría hubiera quedado por los suelos, daba gracias a dios que no estaba alrededor de él, si no. Vaya burla se hubiera llevado. Se detuvo al escuchar sus palabras y vio la boca del arma apuntando, justo en su frente y por inercia su nuez se movió varias veces, dios santo, nunca espero que ella haría eso, esperen, sí, lo esperaba y lo esperaba peor, escucho como su voz, fuerte y nada aguada para ser una mujer, se escuchó, aunque le gustó, le encanto y le maravillo ¿Qué cosa de Helenna no le era atrayente? Creo todo de ella era la perfección andante, una perfecta cazadora y más con las palabras nada gratas que salieron de la boquita de la mujer, pareciera una víbora de cascabel asechando a su presa y para su mala suerte, el morocho era su nuevo presa, el puno blanco o la diana perfecta.

Con las letales palabras, simplemente hicieron que la sonrisa del hombre se alargara más y más hasta su límite, e hiciera que sus dos hoyuelos renacieran, nuevamente. Una mujer con ese carácter era perfecto para Vinsonnau, es lo que le llamaba la atención al pobre hombre, una mujer que tenga los pantalones bien puestos y no era una teoría sobre Helenna, ella sí que los tenía más que unos de aquí, aparte, esa prenda varonil le sentaba de maravilla. Aunque es una mala suerte que nunca haya logrado ver las piernas que escondía en esa ropa y como se llama Djordje el pirata, morirá en el intento de rasgar lo que lleva sobre el cuerpo, sabiendo perfectamente que algo iba a pasar si intentará hacerlo, esta vez tuvo suerte, solamente le apunto en el cráneo y no disparó, al recordar el beso no logro evitar pasar la punta de su lengua por sus labios, Joder con esta mujer, tiene más cojones que diez hombres juntos pensó, bufando un poco, viendo que sus compañeros cazadores se burlaban abiertamente en su casa, no estaba sus hombre pero estaban ellos Hijos de puta ríanse pero a ver que ver a uno haciendo lo mismo que yo, a ver si le gustan, cabrones Maldiciendo mentalmente, regresando su mirada en la cazadora, furiosa y a la vez atractiva.

Tomó aire, y valor, sobre todo valor para responderle a la mujer. -Mire Mademoiselle Quarell. –Llevó sus manos hacia tras de su cabeza, entrelazando sus dedos entre sí. Era para estar más cómodo. –Todas esas palabrerías que me menciono, me gustaría que esas mismas se lo digiera a los hombre que, bueno, la siguen como perros falderos; de ese modo ellos no querrán poseerla ni siquiera mirlarla, es una amazona bajada de las montañas, usted bajo para estar conmigo, no para ellos ¿Le queda claro? –Chaqueo su lengua para después reír un poco y continuar. -Yo soy diferente hacia esa bola de ineptos, nadie podría tolerar su pésimo humor podrido. Usted claramente puede asustar a todos los hombres con su arma, tal vez dispararle en una de sus extremidades y eso haga que los asuste, a mí no, ni me iré ni me asustaré como una mujercita en pleno susto o una damisela en apuros que reza para que su príncipe llegue a salvarla con una armadura de oro y montado en un corcel blanco, yo afrontaré sus rabietas, hasta su pasatiempo favorito: Hacer bilirrubina todo el día. –Suspiro después de hablar, ladeando su rostro y clavando sus ojos azules en los de ella. -Hey, Hey. –Estira una mano y alza su dedo índice, haciéndole callar, sin embargo sabía que era imposible que ella se quedará callada cuando él mismo la provoco. Tenía que calmar a la fiera como diera lugar. -Usted no me podréis en la lista de sus pretendientes que, la verdad, no saben cómo tolerar su carácter. –No se movió de su situó, aunque estaba aterrado por dentro ya que era la primera mujer que conocía que era de armas tomar; cualquier movimiento en falso y esa arma que portaba estaría enterrado en las profundidades de su culo y eso, eso no le apetecía muy bien que digamos, incluso de solo pensarlo era incomodo, pero tampoco se dará por vencido esa mujer le gusta y la conseguirá aunque con eso saludara unas cuentas veces a su amiga, la muerte.

No cabía duda que ella, sí que sabía cómo tratar a un macho como Djordje, río con levedad ante sus últimas palabras, no sabía cómo contraatacar aquello pero no se dejara ni de nade y ni de esta mujer de ese modo dijo lo primero que pensó. -¿Asqueroso? Vaya, es la primera mujer que me dice que mis labios son tan repulsivos, se notó que la molesté, para que apetezca lastimar mi hombría con esas palabras tan… malas. –Bajó su otra mano y ahora, ambas las introdujo en sus bolsas de su desgastado pantalón, apoyándose su peso en uno de sus piernas, siguió con su argumento. -Sabe, me encantó su disparo, es como una excitante invitación, un mensaje que dice: “Ven, si quieres que sea tú mujer, arriésgate y demuéstrame que puedes llegar hacia mí, soy mucha hembra para ti, compruébame que tú puedes ser ese macho para mí” –Cada palabra la trataba de hacer con la voz de Helenna, aunque era imposible eso, la voz de Djordje era más grave, ronca; escuchando que algunos de sus camaradas se reían por la mala actuación que se montó. Frunció levemente el ceño Joder con ellos, están como dos viejas en el mero clímax de la plática gruño un poco y volvió a enfocar su mirada en las retinas ajenas. -¿Sabes? –Con cuidado y sin alarmar a nadie, tomo su revolver gris, sacando cinco de sus balas y dejando solo una y comenzando a girarla y colocarla en su lugar. –Este jueguito que armó, se puede jugar entre dos ¿No le parece? –Al decir aquello, apunto al costado de la cazadora, y disparó, pero no salió nada. -Qué suerte tiene, no salió. –Sonrío, guardando en su estuche el arma, y volteándose para comenzar a caminar, alejándose de ella, pero antes paró y volteo hacia un costado su rostro mirándole de arriba abajo, viéndola descaradamente. –Que atractiva es usted cuando se enoja… y entonces. ¿Está lista para hacer mi mujer? –Preguntó, regresando a su caminata y haciendo que terminara esta dichosa plática e ignorando los gritos que ella daba como toda una cría, y se fue carcajeándose, con paso lento y hasta elegante, no sabía si ella lo iba a seguir para matarlo o quedarse como la idiota que es, es una perra, de verdad. Pero le gusta como es, así.

por **Helenna Quarell** Vie Mar 11, 2016 11:43 pm

An Angel Comes To Kill You.

Todos los cazadores reunidos no paraban de mofarse y hacer chácharas y bromas en todo sentido en frente de ella y aquel al que no le placía para nada conocerlo, aquel bosque se había convertido en un centro de comedia y diversión para los espectadores, pero sobre todo para aquella mujer cuyos cabellos recogidos en un coleta alta eran agitados por el viento levemente, su rostro quedó impávido ante la reacción del tipo frente a ella, sus ojos no podían creer lo que estaba viendo y quizás por ello es que su actitud cambio de una mujer seria y enoja a una que termina riéndose de una manera para nada femenina

Soltó una enorme carcajada luego de que aquel tipo hubiera terminado su monologo, tanto fue la diversión que sintió que tuvo que sostener su vientre ante el dolor de la risa, incluso sus armas terminaron en el suelo siendo arrojadas y ella ahí, casi de rodillas sin poder parar de reír, su actitud conmociono al grupo, incluso al líder que ya la había conocido de tiempos atrás pero jamás la había visto así y ante aquel asombro ella logró recomponerse limpiando de su rostro unas lágrimas que habían sido desperdigadas por la broma que habían lanzado —Ay Dios mío— dejó un leve carraspeo como tos para acomodar el tono de su voz —Acabo de volverme creyente porque vi un milagro, parece ser que aquí nuestro compañero cazador ha tomado mucho sol como para ver con cursilerías baratas de amazonas y estas tonterías, quien de ustedes compañeros ayuda al pobre hombre a entrar en razón— mira sobre su hombre con una mirada sombría a los demás hombres que quedan frio por tal mirada fija de la mujer.

Retroceden volviendo a sus actividades como si no ocurriera nada frente a ellos, pasa junto a él riéndose por su comentario —Un hombre es igual a otro hombre, su cerebro está entre sus piernas ahí listo para comenzar a disparar en cinco segundos, no es la clase de hombre que quiero a mi lado— relame sus labios mirando al líder que ha mantenido una postura fresca durante toda la pelea —Espero que no creas toda ese montón de disparates que soltaste hace unos momentos, porque en primer lugar estarías cometiendo un gran error, porque yo no soy mujer para nadie, ni para ti ni para ninguno de ellos, salvo el caso de uno— un leve mordisco da a su pulgar derecho sin quitarle la mirada al líder del grupo, quien le devuelve la mirada con una sonrisa.

Cruza dándole la espalda con una nueva risilla —Si quieres jugar a la ruleta rusa, puedo presentarte a unos amigos rusos, son buenos en ese juego al punto de matarse en un solo turno, aunque prefiero jugar con ellos que contigo, por una simple razón— voltea mirándole con esa misma mirada fría pero con una sonrisa —Te faltan muchos pantalones para ser considerado como un macho, menos un hombre, no pasas de ser un niño con armas muy pequeñas que se cree grande y por ello jamás seré tu mujer— ajusta sus armas caminando con la elegancia de una mujer como ella hasta donde está aquel que la ha llamado.

Esto no es el Fin…

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