Un mundo de posibilidades ~#Gaïa

El sol, una tarde más, desaparecía en el horizonte. El frío se hizo notar apenas minutos después de que anocheciese. Encendían las farolas, apenas alumbraban su camino sin destino. Sus pasos, se perdían entre las calles parisinas, sin ninguna prisa, sin dirigirse a ningún sitio en concreto pues ¿a dónde ir? Se refugiaría bajo cualquier balcón y poco más, en compañía de sus especias y ungüentos ¿para qué necesitaba más? pero se engañaba. Recordó las noches heladas frente a su chimenea, las manzanas asadas que terminaban comiendo antes de irse a dormir, su vaso de leche caliente y…mejor no pensar, se le hacía la boca agua y de todo eso, no llevaba en su particular bolsa de cuero marrón, repleta de un sinfín de cosas.

Toda la tarde, había estado de experimentos y al menos, ganó lo suficiente para poder comprarse algo que llevarse a la boca. Moría por una sopa caliente, de esas con tropezones que le hacía su abuela pero…lejos quedaba ese recuerdo. Volver a su casa sería muy poco probable, Paris era la ciudad de las oportunidades y no estaba dispuesta a rendirse, lo conseguiría. Cada vez tenía más clientela a la hora de usar sus remedios naturales, en cierto modo, lo agradecía pero su verdadera vocación…empezaba a desvanecerse como por arte de magia. ¿Acaso era tan difícil encontrar un lugar en donde pudiese demostrar lo que valía , era capaz?

Resopló, estaba cansada, de pensar más que de caminar. Fue a cruzar una esquina cuando alguien evitó que siguiese caminando. Enseguida, se puso en guardia, clavando sus orbes azules en la desconocida. Era de noche y como bien decía el dicho “de noche todos los gatos son pardos”. ¿Qué hacían dos jóvenes caminar a esas horas por esa zona en especial? La más peligrosa sin duda pero ¿Desde cuándo eso le importaba a Gaïa?

-Así es. Suelo estar aquí… a…justo a esta hora -el reloj de la plaza, marcaban las nueve en punto, miró de reojo aquel bote, era suyo… lo reconocería entre un millón -Puede hablar sin tapujos, allí -señaló la esquina más cercana, no pasaba ni un alma por aquel lugar…se podía dudar hasta si alguien vivía allí -¿Qué oferta? Le advierto que no suelo intercambiar si no es por comida o alojamiento. Ese frasco que lleva, puede ser muy peligroso en manos indebidas ¿por qué lo tiene y cómo lo ha conseguido? Primero respóndame a eso y luego… ya hablamos de las ofertas

Esa chica lo tenía muy claro, no se andaba con rodeos y con respecto a su “don”, el tema se volvía de lo más serio pues hasta hoy, lo único que le quedó para sobrevivir eran sus remedios ¿cuándo podría estar en una cocina de verdad? Y no en sitios de mala muerte, en donde si te llegaban a servir agua, la cogían de la que bebían los caballos. Suspiró largamente, sacando algo de su bolsa, un frasco más pequeño que el que llevaba aquella dama, amarillo intenso, casi podía brillar en la oscuridad.

-Es el antídoto, los vendo por separado. SI quiere deshacerse de alguien… tendrá que saber como salvarlo en caso de que se arrepienta al final…¿no? es el doble de francos que ha costado el que tiene en su mano… ¿por qué ha acudido a mí y por qué me hará una oferta? Diga. -insistió, mirándola intensamente, esa chica sabía lo que hacía, pensaba rápido y se movía ágil en esos temas…¿aceptaría? Conociéndola, nunca se sabe.

Si me buscas, puede que te lleves una grata sorpresa.

La sonrisa de esa mujer le crispó los nervios, la puso nerviosa. No entendía a qué venía tanto misterio, si solo era un botecito que alguien le encargó con la más absoluta discreción. Si alguien se iba de la lengua, al día siguiente la cazarían , la juzgarían y terminaría colgada por brujería. Y no le importaba, seguía arriesgándolo absolutamente todo. ¿Por qué? era su vocación y si renunciaba, estaría renunciando a parte de ella misma como persona.

-Se equivoca, señora. Claro que debe dar explicaciones de cómo y quién se lo ha dado. En ello está mi vida…aunque dudo que le importe si me cuelgan o no -entornó los ojos, hablaba demasiado deprisa, signo de que…en efecto, se estaba impacientando. Si quería algo de ella que se lo dijese sin tapujos, sin más y asunto zanjado. Lo único en lo que pensaba ahora mismo era en salir huyendo, lejos de esas calles donde no faltaban oídos y ojos por cada mugroso rincón.

-Medicina -repitió cuando lo oyó de los labios ajenos. La medicina era uno de sus mayores interrogaciones, le gustaba la gastronomía, tenía muy buen paladar. Sin olvidar el conocimiento de hierbas y sus métodos de curación, como no… lo que sabía de medicina natural y el frasco era parte de ello, un chivato que la señalaba como causante de su creación. El frasco que se interponía entre ambas, era un descubrimiento ajeno de todos aquellos infelices que no creían en otra cosa que esperar a que su vida llegase a su fin sin poner remedio a ello.

Con recelo, tomó la lista y leyó cada una de las palabras, los ingredientes solo lo sabían dos personas. Ella y su abuela, nadie más. entrecerró los ojos azules, mirándola intensamente. La conversación dio un vuelco en cuanto le entregó la lista y lo que a continuación le ofrecía, lo cambiaría todo.

-Mejor con cada fórmula, esa es la verdad. No trabajo a medias, siempre lo hice sola y si conoce todos esos ingredientes, me dice mucho más de usted de lo que realmente parece…una dama que no desea nada de mi persona …a no ser que sea … -se llevó la mano del papel a la sien y dio un par de golpecitos con éste -Me ofrece enseñarme sobre medicina y un techo.. -lo tuvo que decir en voz alta, eso semanas atrás pudo ser lo que realmente necesitase pero ahora que trabajaba bajo las órdenes del señor Tisdale tendría que sopesar, barajar mejor las posibilidades de qué o no era mejor para ella.

-Solo puedo aceptar la mitad de lo que me ofrece. Los conocimientos, ya tengo techo donde quedarme aunque me pase el día fuera de esas cuatro paredes…bueno, parte de mi tiempo libre. Puede buscar a más gente con este talento pero sabemos que no lo encontraría. Ahora soy yo la que le ofrece una cosa. Seré su ayudante, su alumna quizás si… me consigue todo lo que desee… lo que necesite a cambio de mejorar esas fórmulas, ambas ganamos. Es mi trato, es mi última palabra -tenía muy claro lo que quería, ahora solo faltaba que ella..aceptase.

Ocultar al mundo, ser invisible ante sus ojos.


Tenía muy bien cubiertas las espaldas con el tema de la Inquisición. Sabía que cualquier descuido podía ser crucial y mortal, por eso, todos sus negocios los llevaba en la más intimidad. Y por ello, estaba allí, esperando lo que esa mujer tuviese que decirle. Sus conocimientos en absoluto se podían comparar con los de cualquier curandera, era joven pero vivaz, con una energía inagotable. Cada remedio que elaboraba era una clase para sí misma, nunca dejó su don a un lado. Se presentaba como “la chica de las especias” emitiendo el detalle de sus otros remedios naturales.

Pocos en aquellos lares, conocían la anatomía humana como ella. Había podido aliviar dolores insoportables, por culpa de huesos entumecidos, heridas graves… llevaba tiempo pero muchas personas acudían a ella por “recomendaciones” y entonces , cuando estaba segura de que la persona lo único que quería eran sus conocimientos, se exponía a regalar al mundo ese “don” sin magia, sin trampa ni cartón…

-Las palabras se las lleva el viento, prefiero tocar, ver y experimentar -siguió sus pasos, siempre al acecho, guardando sus espaldas… ir con alguien a ciertos lugares sería poner en peligro su propia vida. Entró tras ella, observando la estancia con los ojos azules , no perdió detalle de cada elemento y objeto que se encontraba en el lugar -Puede mirar en mi bolsa y comprobar todo eso, mi dedicación es innata, mi trabajo impecable y siempre quiero aprender. Tome -deslizó la bolsa de sus hombros y se la tendió con una de sus manos, enarcando una ceja.

Siempre tenía algún bote entre sus ropas, no cualquier botecillo curativo, para defenderse. No iba a caer como una estúpida novata en manos que la entregarían sin rechistar, solo para “limpiar” Paris. La miró intensamente, esperando que con los botes y demás elementos, como especias, esencias… dejase claro que hablaba en serio. Y en el ambiente, pudo apreciar aquel olor característico de miles de ingredientes y ninguno al mismo tiempo. Nadie excepto personas como ella misma, conocían el secreto de limpiar el aire para que no estuviese expuesto.

-Tengo techo, ya se lo dije. Me alojo en la mansión Tisdale, él es mi maestro. Y estoy interesada, huelo y aprecio cosas invisibles a otros ojos, sabe de lo que hablo. Ahora bien, si mejoro todo mi trabajo ¿qué gana usted? No puede ser solo mi existencia, tiene que haber algo más, este camino es así. Vamos, sé de lo que hablo. En Paris no hay muchas personas que puedan afirmar tener un lugar en donde poder hacer todo lo que se quisiese… y ya sabe a qué me refiero. La medicina es un estudio constante del que durante toda nuestra vida aprenderemos. Por desgracia, lugares en donde pueda conocer más son nulos. Está prohibido en esta ciudad la investigación. Me ofrece eso y quiero protección, mi vida vale más que cualquier bote ¿por qué? ¿cómo lo haría si estuviese muerte? No tiene sentido

Esperó la respuesta de la mujer, era joven, con toda la vida por delante pero en sus espaldas ya tenía el peso de muchos años de fuga y búsqueda.

Desde bien pequeña, la sed de conocimiento fue un pilar fundamental en su vida. Su abuela, su predilección. Desde que tuvo uso de razón, su principal ocupación fue aprender el oficio que de generación en generación , las mujeres en su familia tuvieron como herencia. Su tatarabuela era una aclamada partera, su bisabuela una conocida curandera y su abuela, mezcla de ambas. Ella sin embargo, de todas esas mujeres, recolectó todo lo que su querida abuela pudo enseñarle y siempre decía un dicho que sin querer, susurró en voz alta.

-El saber no ocupa lugar. Siempre estamos aprendiendo constantemente. Mi abuela siempre me dice que nunca se aprende todo, por eso estoy abierta a nuevas experiencias y la que me ofrece es muy interesante. Acabo de hacer un trato con alguien que desde luego, tiene mucho que aportarme…tiene que ver con la magia. Lo que usted me ofrece es otra cosa y yo… le ofrezco también algo diferente. Podemos sacar buena tajada de todo esto. No soy persona que se centra solo en un camino ¿para qué cuando hay tantos y que puedas escoger?

Sonrió de medio lado, observando el lugar oscuro. Algo más fresco que al entrar en la casa, un lugar acogedor, perfecto para lo que tenían en mente. Tenía razón, un espacio íntimo en donde poder refugiarse no vendría mal. La casa del señor Tisdale era grande, no grande, enorme pero él siempre se encontraba en ella. en ese sitio podía tener sus momentos de soledad, sus encuentros de negocios si era necesario, sin duda un plan maestro.

-Le agradezco el lugar, no se arrepentirá. Puedo empezar cuando guste -sin duda el lugar en el que ambas se encontraban, apodado el “lugar de trabajo secreto”, un sitio que muy pocos pudiesen conocer. Se sintió parte de algo y por ello, mostró una sonrisa sincera. Dejó la bolsa encima de la mesa, imaginándose un sinfín de cosas que pudiesen hacerse allí y antes de que ambas dijesen nada, Gaïa sacó una bolsita del bolsillo de su vestido. Se acercó a la puerta de entrada y delineó el umbral, protegiéndose de… malas almas -Es tradición en mi familia, vengo de una muy supersticiosa.

Se acercó a la joven, siempre manteniendo las distancias, no era para menos y es que era bien desconfiada. No sabía muy bien por donde empezar, ya le mostró su talento, en todo caso…ella debería mostrarle lo que verdaderamente se hacía allí.

-¿Cuenta con más gente? ¿qué hace aquí? ¿a qué se dedica? Me gustaría un enfoque más medicinal, ayudaría bastante…es un campo que he tocado pero no profundizado. Muéstreme qué sabe hacer -la retó con la mirada, sonriendo de aquella manera más sincera, quedándose con ganas de mucho más…

Acababan de empezar y ya ansiaba más y más.

Si algo era Gaïa, era muy supersticiosa. No podía estar en una estancia si no había esparcido ante sus polvos, aquellos que ahuyentan malos espíritus y malas auras. Aquel sitio debía estar más que preparado para eso, un lugar en donde iban a ejercer ese tipo de conocimientos…limpio de cualquier ente, malos pensamientos… si iba a aprender no quería que nada entorpeciera en sus quehaceres.

-Obviamente, mi abuela sabía bien lo que hacía y lo sigue ejerciendo…yo soy apenas una sombra, ella es la que realmente debería estar aquí, aunque si lo estuviese… me terminaría regañando lo que no está en los escritos. Desde que llegué a Paris ni una carta le escribí, menos fui a verla…tampoco puedo volver a casa, si no quiero terminar como una esposa florero que tiene que complacer a su maridito -

Gaïa tenía las ideas muy claras, no iba a terminar de ese modo… lucharía contra viento y marea si era necesario. La oía y le resultaba fascinante pero ese lado más infantil, el de querer las cosas ya, comenzaba a impacientarle. Dejó escapar un largo suspiro, estaba cansada de tanta palabrería…sabía bien a qué podía dedicarse, ahora solo faltaba llevarlo a cabo.

-¿Y cuándo vamos a empezar? Estoy deseando hacerlo… sé que me aportarás mucho pero… ¿es necesario que me expliques todo con detalle? Fui ayudante de aquel tipo, en el tanatorio… yo simplemente observaba, al menos eso creía…estudiaba en silencio las causas de muerte y demás…muy interesante, tengo un cuadernillo solo con muertes extrañas… te gustaría leerlo, al menos eso creo

Curiosa, lo observaba todo con sus enormes ojos azules. La mayoría de aparatos y demás no los conocía pero algo le decía que no le sería tan difícil. El tema de los frascos y plantas, era su favorito, una total experta y ahí si que no necesitaba ni cuadernillo ni historias. Asintió observándola, era muy buena, sabía perfectamente donde cortar pero llegó a tomar una de las plantas que no debía.

No dijo nada, su intuición bastó para arrebatársela, partirla por la mitad de un movimiento y echarla en el frasco con una rama fina más. Removió el mejunje, sabía que era un cicatrizante… pero quizás esa mujer no sabía que si lo cortabas y no donde debía… terminaría perdiendo su esencia.

-Es mejor cortar por lo sano, remover y dejar que se torne de un tono anaranjado… un buen cicatrizante, casi mágico -sonrió por su aportación, esperaba que no se hubiese molestado pero es que ese era su tema. Tomó algunas plantas de la mesa, anudándolas y se la tendió -Su aroma, alejará a esos seres que van en su busca, no me diga como lo sé… me habla su aura

La intuición, su mayor virtud. Impulsiva por naturaleza, incapaz de contenerse y más teniendo que ver con sus conocimientos, lo que era capaz de pensar y actuar por sí misma. ¿A quién pretendía engañar? Nació para ello y la propia joven pudo percatarse de tal cosa. Sabía bien lo que hacía, no era una simple especiera que se ganaba la vida vendiendo sus frascos… o al menos no esos frascos que los demás imaginaban.

Esperó a que pusiese a cocer tal ungüento y suspiró, suspiro que removió un mechón rubio de su rostro, rebelde al igual que ella. Orbes azules como el cielo, se clavaron en la dama, esperando cualquier indicación, palabra o acción. Ya actúo por sí misma y ante todo no quería incomodar, se suponía estaba ahí para aprender… y no cosas básicas como lo que acababa de hacer. Su nivel estaba mucho más elevado que unas simples mezclas para curar.

-No importa condición, sexo o razón si el resultado es acabar con la persona. Todos quieren destruirse entre ellos, en la lista estamos ambas…seamos lo que seamos y vayamos donde vayamos. No es fácil en una sociedad vigilada por la santa Inquisición, tan solo con lo que acabamos de hacer…nos quemarían por brujas. Sé dónde debo estar, con quién hablar y qué hacer desaparecer -no solo impulsiva en sus conocimientos, de por sí era viva y espontánea, alguien que jugaba con fuego…apartándose a tiempo, de momento.

-Ese cuaderno del que hablamos, no es fácil que caiga en manos de nadie que no sea una servidora, lleva en mi familia demasiadas generaciones…todo está en la mente. Me lo sé de memoria, yo soy el propio cuaderno. El verdadero está más que guardado, con mil llaves y candados. ¿Qué quiere saber? Soy la persona indicada para saberlo… lo que sea -deslizó el dedo por la mesa, asegurándose que no había ni un resto de lo hecho anteriormente, la pregunta era ¿cuándo ella le enseñaría algo?

-Lo que más cotizado… es la sangre vampírica, licántropa…la poderosa. Ambas capaces de volverte loco, fuera de lugar… entrar en un estado de frenesí del que no puedes despertar pero… la sangre te rejuvenece, te da fuerza… te hace ser quien quisieras… ¿hay cura para el vampirismo, la licantropía? Oh vamos, no se las dé de ingenua, los que estamos en este mundillo sabemos que los seres fantásticos, inimaginables… no son hermosos ni excitantes… sí peligrosos

No, no era como cualquier joven. Alguien que sabía lo que quería, conocía el mundo de esos seres que no eran humanos… el secreto de esa sangre tan cotizada…y es que como no saberlo, saborearla le llevo al mismísimo cielo.

-Quiero saber más. No me gusta perder el tiempo la joven Goncourt…se estaba impacientando.