Diferencias y desacuerdos... ¿irreconciliables? ~#Silviu

por **Marie-Thérèsé Signoret** Lun Mar 07, 2016 7:30 pm

¿Quién me iba a decir, meses atrás, que me encontraría en una situación cómo la que me encontraba? Si, era cierto, adoraba a la niña a la que llevaba unos pocos meses cuidando. No podía negar el hecho de que incluso le hubiese tomado mas cariño a esa niña que a los niños que había estado cuidando antes de a ésta. Pero así era, lo que no era capaz de comprender era al padre. Quizás era paranoia mía, pero tenía la sensación de que éste me evitaba tanto cómo le era posible. Salía temprano y parecía regresar una vez la niña estaba dormida y yo ya no me encontraba en la casa. Quizás simplemente el recuerdo de la actitud de mi padre los últimos años de su vida era lo que me estaba dando esa sensación y realmente lo único que hacía que el señor Zharkarov estuviera tan poco en casa fuera que su trabajo realmente le absorbía demasiado. Eso, realmente era algo que me preocupaba, el hecho de tener que dejar sola la niña, dormida y vulnerable en una casa en dónde todo el servicio ya se había retirado a sus respectivas casas. No, realmente no me importaba lo que pudiera hacer él en su trabajo ni con su tiempo libre, pero me molestaba el hecho de que la niña estuviera sola.

Pero... ¿a quién quería mentir realmente?¿era solo eso lo que me molestaba? Realmente no sabía si quería saber la respuesta. Era consciente de que, realmente no me era completamente indiferente, pero sabía de sobras que eso no era recíproco. Nunca me había dado la sensación de que él pudiera tener ningún interés en mi, no mas allá de asegurarse de que cuidara de la niña mientras él estaba fuera de casa. Dejando escapar un suspiro molesta, terminé de recoger los juguetes de la niña que habían quedado esparcidos por la casa y que siempre recogía y guardaba en el cuarto de los juguetes antes de irme. Una vez todo listo, dejé escapar otro suspiro molesto y di una última mirada por la casa para asegurarme de que no había nada fuera de su lugar. La cocinera había dejado la cena lista y preparada debajo de una campana metálica para que él pudiera cenar tan pronto llegara. Negando con la cabeza, cogí mi abrigo, en el momento en que oí el sonido de la puerta abrirse.

Con total seguridad era el cochero que había vuelto de traer a la cocinera a su casa y que había vuelto para llevarme a mi a la mía, situada a la otra punta de la ciudad. Un viaje que, obviamente, no era seguro hacer por la noche. —Le estaba... —empecé a decir, completamente segura de que, quién había entrado era el cochero y no quién en realidad lo había hecho. Mi voz se quedó atascada en el momento en que levanté la mirada y me di cuenta de que, quién realmente había llegado, era el centro de mi actual frustración y molestia a partes iguales. —Benditos los ojos que le ven, señor Zharkarov —dije en un tono suave, delicado y que no mostraba apenas nada de la molestia que, en realidad sentía ya que, según me decía a mi misma, tampoco era quién para reprocharle las horas a las que llegaba—. Espero que haya tenido un buen día —dije antes de disponerme igualmente a salir a la calle, esperaría al cochero ahí, siempre era mejor que quedarme mas tiempo en la misma habitación que él, no cuando la molestia que sentía de forma irracional se me podía ir de las manos y actuar de una manera que, realmente, no era propia de mi.