Victima (Privado)

por **Lorelei Saint-Yves** Miér Mar 09, 2016 5:36 pm

¿Qué en el mundo podría desear Lorraine en este mismo instante?

¿Sentirse viva o estar nuevamente encerrada en las cuatro paredes de su habitación? Lorraine estaba perdida encerrada en su habitación. Las cartas del incesante acosador mágico no paraban de llegar a su puerta. No se lo había dicho su padre. No, sino, sí que se volverían a mudar. Al menos alguien la quería fuera de los muros de su mansión. Estaba pendiente en si estaba su padre en los terrenos de los jardines. No, no estaba. Podría ir a trabajar y eso hizo en cuanto nadie la vio vestirse en su habitación, rápidamente bajando las escaleras hacia el piso inferior y con cuidado de no caerse. Llegó al carruaje y directamente se fue a la pequeña floristería en donde trabajaba.

Allí en sus principios conoció a una persona grata, muy gentil a pesar de su edad. Una mujer de cabellos lacios y grisáceos la sonreía cada mañana cuando la veía llegar, en cambio, en la floristería cuando llegó Lorraine se quedó sorprendida por lo que veía alrededor.

Policías, gente curioseando alrededor.

¿Debería de bajar del carruaje a ver qué ha pasado? Seguro que la interrogarían para poder ponerla mucho más nerviosa. Lorraine no era nerviosa, pero en especial los policías le ponían de ese modo. Probablemente debería de haberse quedado en casa, allí donde nadie podría cuestionarla o ponerla nerviosa. Tuvo una intuición. Estaba nublado pero podría entreverse partes de los rayos brillantes del sol. Estaba de acuerdo en que tenía que ponerse de acuerdo conforme el carruaje llegara a la próxima esquina cerca de la floristería donde la dejaba. Solamente suspiro. Su mente se quedó en blanco y asintió para si misma, si, bajaría para ver que podría pasar.

Cuando finalmente llego al pie de todo alboroto, encontró a la anciana de rostro afable sentada en una silla, siendo atendida por dos hombres con vestimentas blancas. La pobre mujer estaba asustada, temblando por todo su cuerpo y Lorraine pudo fijarse en sus uñas llenas de sangre –Oh dios santo –Dijo sorprendida al ver la sangre, enseguida se acercó a la señora – Madame Florinne, ¿Qué ha pasado? –Pregunto arrodillándose ante la señora, confortándola en un cálido abrazo.

-Señorita, por favor, no toque a la víctima –Dijo un oficial.
-¿Qué ha pasado agente? – Pregunto preocupada Lorraine al oficial que parecía de rostro afable – Yo acabo de llegar –Dijo antes de que pudieran acusarla de nada.

por **Kóen Von Rotbury** Vie Mar 11, 2016 4:52 pm

El cielo estaba parcialmente nublado –entonces, día favorito del hechicero- la calle por donde vivía se encontraba desierta, nada más unos cuantos carruajes venían e iban de un lugar a otro, no era muy transitado que digamos. En una de las zonas residenciales, específicamente una mansión no muy lujosa que digamos salió el joven Kóen, a sus veinticinco años era un hombre, podríamos decir, feliz y con una familia funcional. Era de mañana perfectamente nublada, así que, el humor de esté hombre era de felicidad iba un poco tarde a su nuevo y reciente trabajo, de enfermero en el hospital general de París, fue un milagro que lo aceptarán y de hecho, fue el último en ser contratado, tuvo un golpe de suerte; moviendo su cabeza al recordar una melodía que su madre le cantaba cuando era más pequeño le vino de repente a su memoria y en estos momentos la tarareaba.

Del bolsillo de su chaleco de color negro, lado izquierdo, sacó un reloj sumamente fino y que costaba demasiado; fue un regalo de cumpleaños que su padre le dio al cumplir veinticinco años hace un mes, aproximadamente. Era bonito, de un color dorado brillante y alrededor del vidrio contenía diamantes pequeños y brillantes. Este reloj, llamado “reliquia familia” –vaya nombre tan original- viene de familia a familia y ahora, afortunado o desafortunado le tocó al menor de Von Rotbury y esperando, algún día él dárselo a su hijo o hija. Para Kóen, solo esperaba que eso fuera después, muy después porque en estos momentos, no tenía ninguna intención de conseguir mujer, casarse y por ultimo tener hijos, era libro como está. Sí, así, sin ataduras de por medio, y en pocas palabras huía como la vil rata que algunas personas piensan que es, pero no le interesa la opinión de las personas.

Llegó al hospital, dejando sus cosas encargadas en una pequeña oficina, como todos los días traía como una especie de maletín, ahí, trasladaba la comida que muy amablemente su mamá le hacia todas las mañanas, porque a decir verdad, Kóen amaba la comida cacera y más si su madre le hacía. La mañana comenzó regularmente bien. Enfermos aquí, enfermos por haya, hasta que llamarón algunos enfermeros –incluyéndolo, claro- que fuera al sur de la ciudad porque había ocurrido un asaltó y una persona estaba herida, inmediatamente tres jóvenes –Kóen iba ahí- fueron. Diez minutos después estaban curando a la mujer de edad avanzada. De repente El hechicero se quejó con una mujer que llegó y tocó a la persona, era una víctima de un asaltó, le llamó la atención y seguía con lo suyo, pero observándole, hablando, parecía que se conocieran, pero él seguía examinando las heridas que tenía en los brazos y una el rostro.

-Lady hermosa, estarás bien, de verdad. –Sonrío amablemente, dirigiéndose a la señora, por supuesto. Observó a la otra mujer. –Las heridas no fueron profundas, gracias a dios. –Suspiró para examinarla con determinación.

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