Terrifying mistery. [Priv]

¿ Que era lo que sentía en ese preciso momento? ¿ Miedo ? Sí, miedo. Zíu era plenamente capaz de identificar a la perfección todos los sentimientos que hubiera en su mente. Pero había algo especial en ese miedo que ahora invadía su mente. Físicamente hablando, sentía frío. El hecho de tener la mitad de su cuerpo completamente mojada por el agua de aquellos oscuros y tenebrosos pantanos no era algo que no supusiera una cierta mella en su mente o estado físico. Sus pies descalzos luchando en contra del denso lodo que había debajo de ellos. Que amagaba con cada nuevo paso a engullir por completo al cazador y que allí terminase su historia. La lluvia que tan solo llegaba en parte a él, mérito esencial de la densa vegetación que en aquél lugar había. En su mente se diagramaban centenas de escenarios. Algo usual para él, esa capacidad de planificar y visualizar eventos con anterioridad era su mejor herramienta a la hora de cazar.

Pero aquello no era una cacería.

Ni siquiera se atrevía a llamarlo de esa forma. Pero tampoco se atrevía a entregarse a la simpleza de decir que lo que tenía en el pecho y en la mente era simple y llano miedo. Por que detrás de esa simpleza, había una morbosa unión de sentimientos encontrados. Los recuerdos de las noches que había pasado leyendo los testimonios antiguos de personas que describían a un ser de otro mundo. Un ser capaz de destruirlo todo a su paso, o de iluminarlo todo con su horrenda pero única forma de existir. Muchos nombres aparecieron en los documentos, muchas descripciones que no le permitían en absoluto llegar a una conclusión de que esperar de aquél mítico ser.

Y eso mismo era lo extraño. Zíu podía ver la lógica dentro del miedo que invadía su pecho. Él, un cazador que se valía esencialmente de sus estrategias para asegurar la victoria sin tener la necesidad de tener que usar la violencia física, ahora se encontraba frente a un escenario que no le permitía planificar nada en absoluto. ¿ Plata? ¿ Agua bendita? ¿ Un crucifijo? Si las leyendas eran ciertas y se encontraba en el sendero correcto, entonces no tenía esperanzas de ganar. ¿ Una especie de fatalismo, o quizás el realismo mas cruento que uno puede encontrar? La lógica le indicaba que buscar a un ser de muchos milenios de vida, un mito, era algo estúpido. Y si de hecho lo encontraba, estaba sujeto plenamente a la voluntad de susodicho ser. Si lo quería muerto, lo estaría, si no...pues todo seguiría su rumbo.

Se encontraba emocionado. Esa era la mas cruda de las verdades. El fatalismo era una realidad, así como la entrega a lo plenamente desconocido de una situación cuyo control el cazador nunca podría aspirar a esgrimir. Todo en su interior era una amalgama de miedo, adrenalina, y un poco de alegría e interés genuino. Se había topado de pura casualidad con el rastro de aquél misterioso ser. Y desde entonces que, siempre que tuvo tiempo, indagó un poco mas, y así el tiempo corrió. Hasta un mes en el pasado precisamente. Un hechicero había sentido algo, algo que no había sentido con anterioridad. El hombre había salido a las afueras de la ciudad y fue capaz de sentir por unos instantes una presencia sumamente poderosa. Algo, y dicho con palabras exactas, mucho mas viejo que la propia iglesia católica.

Zíu estaba entrando en las fauces mismas del lobo. No, estaba siendo digerido ya. Al encontrarse con semejante revelación, se dio cuenta casi al instante, que si se trataba del mismo ser mitológico que él había investigado con anterioridad, que él no podría hacer nada para lastimarlo de alguna forma. Por lo que sus estrategias estaban descartadas en su totalidad. Y ahí estaba, deambulando sin tener realmente ningún tipo de información útil. No mas allá de puros cuentos y rumores. Ese ser lo vería venir y decidiría rápidamente que hacer con él. Y eso era lo que mas le interesaba al cazador. Experimentar lo desconocido de la forma mas absoluta posible. Él no era el dueño de su vida ahora, y bien en claro lo tenía.

- El ratón está dando vueltas por el pantano...- Susurró para si mismo al momento que salía del charco que acababa de cruzar. Aspiró el aire tan cargado de humedad y sonrió ante la noción antes explicada. - ¿ Encontrará a la serpiente...- Hizo una pausa mientras miraba con mayor atención a sus alrededores. - o la vasija llena de monedas de oro?