Make it rain || Predbjørn Østergård

por **Bistra Asenova** Sáb Abr 02, 2016 11:34 pm

“When the sins of my father
Take down in my soul
And the pain of my mother
Will not let me go
Well I know there can come fire from the sky
To refine the purest of kings
Even though
I know this fire brings me pain
Even so
I'm just the same”
― Ed Sheeran, Make it rain

No quería pensar, si lo hacía, si si quiera se detenía a hacerlo, sabía que desfallecería, y hacerlo en mitad de la calle significaría su perdición, podría ser ignorada o encerrada, estaba acostumbrada a ambas, pero ella quería otro destino, para ello había venido.

Tenía días yendo y viniendo del cementerio, escondiéndose entre arbustos y lápidas cuando escuchaba alguna sonido. De día, rondaba las calles de París, intentando obtener un franco o algo de comida, cuando la noche llegaba y la hora de que las personas dejaran descansar a sus difuntos, se acercaba nuevamente a su refugio; pero este día, no había salido como siempre.

Un oficial de policía tuvo a bien interrogarle el porque estaba en la plaza aquella tarde, confisco sus monedas e intentó revisar el pequeño saco que llevaba, de haberlo hecho, ahora estaría en dios sabe donde. Apretó aquel morral contra su pecho, no disfrutaba robar, lo aborrecía, pero a ella le habían robado cosas mas importantes aún y nadie había hecho nada, pero claro, no importaba. La reja principal del cementerio de Montmartre estaba cerrada, la pesada herrería se levantaba a lo alto y terminaba con filosas puntas forjadas para prevenir a los intrusos, pero Bistra no lo era, ella ya residía allí

Rodeó la reja de metal hasta que esta se unió con la de piedra, aventó el morral y escaló la pared, la noche engullía cualquier ápice de luz, cualquier reflejo era ocasionado única y exclusivamente por la luz plateada de luna que bañaba los mas recónditos lugares entre las lápidas, cuando atravesaban las frondosas ramas de los cipreses y abedules que resguardaban el lugar. El sonido de sus pies sobre la hojarasca fué como un eco, seguido del ruido de los insectos que despertaban en la noche.

Tomó el morral y caminó por entre las lápidas, estaba cansada, agotada física y mentalmente, se sentó sobre un tronco seco que atravesaba el llano vacío detrás de una hilera de tumbas y mausoleos, estaba distraída, tanto así, que no notó a quien la observaba desde hacia quien sabe cuanto tiempo.

por **Predbjørn Østergård** Lun Ago 01, 2016 1:19 am

Mientras su sobrina se encontraba en casa durmiendo, el más joven de los hermanos Østergård debía atender sus negocios. No confiaba en nadie más que en él y en el dinero, obviamente. Su contador y administrador llevaba una vida de rico, por esa razón no podría traicionarlo, además de querer llegar a hacerlo, podría terminar con su vida. Aquel hombre sabía lo que era capaz de hacer su jefe.

Sus rondas de supervisión en el trabajo eran especiales. Al menos sólo las estrictamente establecidas. En la mesa de su despacho en el burdel, se sentaba su contador, un socio de trata de personas, el que le conseguía las prostitutas, el que organizaba las peleas clandestinas, y la Madame del burdel principal. Todos rendían cuentas y poco a poco se iban retirando. Si había nuevas prostitutas se las ponían enfrente. Descartaba las que no le gustaban, y las que eran de su gusto se las tiraba, primero debía probar y adiestrar la mercancía él, después del resto de los clientes.

Así transcurría la noche, cada que le daba gana bebía. Pocas eran las lunas que terminaban con él sobrio, él llenaba vacíos que nadie conocía. Su faceta de hombre rudo e impenetrable le funcionaba, además, ser sanguinario y no tener escrúpulos ayudaba a que no quisieran sobrepasarse o llevarle la contra. Un maldito, eso era. Nada ni nadie lo cambiaría. Ni siquiera el amor hacía su sobrina.

Su estado etílico era evidente, la ventaja de aquella noche es que aún tenía consciencia; su cuerpo coordinaba. Salió por la puerta delantera del burdel, se estiró al mismo tiempo que bostezaba. Fuera de aquella propiedad no había prostituta alguna, ni siquiera un cliente. Un hombre cuidadoso, eso también era, además de un corrupto que pagaba buenas cantidades a la guardia real para que no hicieran cateo en su local.

Caminó un poco hacía la calle principal. Lamparas de parafina se encontraban encendidas. No era un lugar peligroso, pero tampoco se podía estar como si nada, sin embargo para una mujer podría ser sin duda, suicido. Quizás por eso aquella joven que pasó frente a sus ojos sin siquiera notarlo llamó su atención.

Como el curioso que era, siguió la silueta femenina. No iba a negarlo, le apetecía. Su entrepierna se endureció.

Predbjørn sintió inquietud al notar hacía donde iban. Se asombró de la naturalidad que poseía la joven para escalar. Sin poder evitarlo hizo lo mismo, aunque guardando el silencio prudente para poder tener una noche interesante.

¿Violarla? De ser necesario lo haría.

— Es un poco excitante este escenario, no lo niego, pero podemos probar — Rompió el silencio cruzándose de brazos y sonriendo de medio lado — ¿Cómo te llamas y por qué te escondes aquí? — Tenía cosas en mente para ella. Demasiado exótica, única y diferente. Lo que llegara a pasar sería a consecuencia de los actos de la joven, pero siempre terminaría ganando él.

por **Bistra Asenova** Miér Ago 03, 2016 9:26 pm

“You can force the people to obey;
you cannot force them to understand.”
― Confucius

Tenía los ojos semi abiertos, la mirada fija en la tierra suelta alrededor de la lápida sobre la que se encontraba sentada, probablemente hubo un servicio en la mañana y eso explicaba el porque la tierra parecía revuelta, fresca ¿tuvo remordimiento acaso de estar invadiendo la última morada de aquella alma en desgracia? claro que no, ese sentimiento la abandono junto con la esperanza cuando aún era una niña.

De apoco, su cuerpo fue relajándose, el cansancio y el sueño la iban venciendo; hasta que el crujido cercano a ella y la voz que dio vida a las sombras la pusieron en alerta.

Todo su cuerpo se tensó, la adrenalina le inyectó energía nuevamente haciendo que se espabilara, echó la espalda hacia atrás, el morral sobre sus piernas se cayo cuando éstas se estiraron para empujarse y después se encogieron para hacerla quedar en cuclillas sobre la tumba ¿había sido tan descuidada?

Agazapada, parecía un animal preparado para el ataque ¿miedo? no, precaución cuanta podía tener. Entrecerró los ojos y alzó la barbilla, aún en aquella situación de desventaja, Bistra no perdía el coraje y las agallas —¿Mi nombre? ¿porque debería de dárselo a conocer a quien se esconde en las sombras? - inquirió en tono imperativo, durante años, Bistra fue sometida, y si lograban controlarla, era mas por el sentido de supervivencia de la joven que por su debilidad ante ellos. Despacio, fue incorporándose, pasando la diestra por el tobillo del mismo lado tomando el alfanje que siempre la acompañaba, asegurándose de no hacer muy notorio el movimiento hasta ponerse de pie y quedar un poco mas elevada que el nivel de tierra debido a la altura de la tumba.

—¿Esconderme? - un ligero olor a almizque y licor llegó a ella, podía lidiar con él, se repitió una y mil veces que podía, aunque a decir verdad, una parte de ella lo dudaba —No se que le ha hecho pensar eso monsieur, pero sin duda esta equivocado - mentía, una y mil veces, sin embargo, el tono ecuánime de voz y la seguridad en sus palabras, podrían llegar a hacer dudar a todo aquel con quien se topara.

¿por que no huía? ¿por que no salía corriendo de allí? estaba en un cementerio, sola, con un hombre en estado etílico haciéndole preguntas ¡claro que eso habría asustado a cualquier chica! cualquiera menos a alguien que ha visto de frente las perversiones y que ha encarado a los demonios mismos, cualquiera menos ella. Quizá, la ventaja podía salir de todo esto.

por **Predbjørn Østergård** Jue Sep 15, 2016 8:20 pm

Podía saborearla, sentir la suciedad que manaba de una joven de baja sociedad, sin embargo aquello no parecía afectarle, no parecía molestarle, muy por el contrario, estimulaba la hombría que poseía entre las piernas. Él ya estaba fastidiado de las mojigatas, más aún de las prostitutas del burdel, mismas que se le arrojaban con poca elegancia a su regazo esperanzadas en que se las tirara y les permitiera seguir trabajando en su burdel. Quería un reto, algo nuevo, algo que incluso pudiera costarle caro, no unos simples francos. ¿Acaso lo encontraría?

Sonrió. Sabía que iba a ganar aquella batalla, lo sabía porque tenía la fuerza, la habilidad y había podido salir airoso incluso de algunas bestias de la noche, una mujer en medio de la noche dentro de un cementerio no sería nada. Volvió a saborearla, la deseaba de manera enfermiza, quería poseerla. La tendría, por supuesto. ¿Ella se negaría o aceptaría?

— Debes responder porque eres mujer, y me debes respeto, sólo porque yo cargo algo entre las piernas — Se sujeto la parte del pantalón al mismo tiempo que apretaba de manera grotesca su miembro. Le encantaba sentir que era superior ante cualquiera, y más intimidar a mujeres maleducadas como ella. — Además de que mi fuerza te sobrepasa, y porque no creo que quieras hacer la situación más forzada de la que así llegará a ser — Se encogió de hombros dando un par de pasos hacía el frente.

No tenía ni debía porque esconderse. No tenía miedo, nunca lo tendría, ni siquiera a la muerte misma. Le gustaba el dramatismo tanto como el protagonismo, le gustaban los reflectores y al mismo tiempo también el secretísimo para así no poner en riesgo su vida privada tanto como sus negocios. Era una contradicción bien establecida, una que en su cabeza sólo era claridad.

El objetivo del muchacho era ser rico y poderosos, pero sobretodo dejar bien escrito su nombre en los libros de historia. Nunca lo olvidarían porque él se encargaría de ello.

Encantado por sus primeras palabras, así se encontraba, además de todo el narcisismo era otra de sus “cualidades”. Sin duda era todo un personaje.

— Sino te escondes, entonces no tienes si quiera donde dormir, tu miseria esta clara, no pensé que la dejarías salir con tanta rapidez, pero eres honesta, eso me agrada, ayudará a que sea un poco más considerado contigo — Otro paso más, sólo un metro era lo que los separaba. ¿Cuál sería el siguiente paso de Bistra?

por **Bistra Asenova** Mar Sep 20, 2016 7:48 pm

“Violence, naked force,
has settled more issues in history
than has any other factor.”
― Robert A. Heinlein, Starship Troopers

Enarcó una ceja y entreabrió los labios, aquella oración la había escuchado una y mil veces a lo largo de su vida porque eres mujer que por años deseo convertirse en hombre. El corazón se achicó y las nauseas amenazaron con hacerla volver el estómago.

No le quitó la mirada de encima, ambas manos a su espalda con la curva del alfanje recargada en su lumbar. Había convivido con miles de hombres como aquel que tenía de frente, muchas veces, sometida por deseos de aquel que se hacía llamar su único dueño, era vista como un premio Murat de allí que la apodaran de esa forma, un sueño hecho realidad; precavida, alzó la barbilla ante la insinuación del sujeto al agarrarse el miembro ¿de verdad creía que eso le asustaba? una media sonrisa apareció en sus labios.

—Claro, esa es muy buena razón, y es mas que obvio que la balanza en cuanto a fuerza no se inclina a mi favor... - relajó los hombros solo un poco, el sultán le había enseñado a cazar solo por la excitación que le causaba verla cubierta de sangre y poder poseerla después, rasgando sus vestimentas como la bestia que era. Bistra sabía, que mientras mas se tensara, menos posibilidades tendría.

Produjo algo parecido a un gruñido, no pretendía esconder su situación social, no era nadie, no tenía título, ni siquiera un nombre, aquel que se repetía todas las noches no era de ella, era robado, era una ladrona, la ladrona Murat, así debía llamarse, pero le producía asco, la piel le picaba cada que lo pronunciaba. Lo miró de arriba a abajo, se sentía superior, con aquella opulencia desbordada, sin saber lo que era luchar por un día mas de vida. Parpadeó una vez en cuanto lo sintió mas cerca.

Sus movimientos fueron rápidos, hizo un pie hacia adelante y con la izquierda -la mano libre- tomó la muñeca contraria de Predbjørn, lo jaló con fuerza mientras le daba la espalda inclinándose un poco, haciendo que todo el peso y el cuerpo del hombre quedara sobre su espalda. Estaba ebrio, lo cual, disminuía su equilibrio y reflejos, dandole una ventaja enorme a la turca. El sonido seco del lomo de Predbjørn golpeando contra la lápida, el aire saliendo de sus pulmones, Bistra bufó como gato antes de ponerse sobre el hombre en cuestión, una rodilla sobre el brazo derecho extendido del contrario, la otra sobre el muslo, la diestra sosteniendo el alfanje, presionándolo contra el abdomen del hombre —Quizás estés acostumbrado a las mujeres fáciles, o a aquellas que no pueden defenderse ¿eso te excita ¿no? - la hoja de la daga bajo lentamente hasta tocar la entrepierna ajena —Pero no tomaste en cuenta que no soy de aquí, y que haber bebido antes no te iba a ayudar - le sonrió triunfante, quizá demasiado.

por **Predbjørn Østergård** Sáb Feb 04, 2017 10:20 pm

Predbjørn no se encontraba ebrio, sin embargo si había tomado las copas necesarias para sentirse fuera de sus cinco sentidos; aunque no de manera drástica, sin embargo podía perder el equilibrio si alguien con experiencia en el ámbito físico llegaba a darle una batalla, tal como había ocurrido en ese momento. Con el impacto sólo logró cerrar los ojos esperando a que ocurriera, dolió, no iba a negarlo, sin embargo el estado etílico le había ayudado a controlarlo un poco. Una gran ventaja sin duda. La noche comenzaba a colocarse más emocionante de lo que llegaba a imaginar. Aunque podría ser muchísimo más atrayente y memorable y ella cedía un poco.

— Y aunque sabes que la fuerza no te acompaña, también comprendes que la técnica puede ser la mejor salida a casos como estos — Comentó con charlatanería, dejando claro que lo obvio le resultaba aburrido, pero que aún la postura femenina resultaba atrayente, por ser tan inteligente. Aquel hombre subestimaba el sexo femenino, sin embargo tener frente a él a alguien digno, le recordaba que quizá en algún punto podría llegar a ser atrapado por alguna mujer.

Su sonrisa se amplió, no es que estuvieran teniendo un gran discurso, de hecho ambos se comportaban de forma puntual, parecían animados a seguir; a sobrevivir, lo que ella no sabía es que aunque estuviera mal herido, no existiría oportunidad que desperdicie, pues debe ganar a como de lugar, se trataba no sólo de su honor en ese momento, también de su virilidad. Ningún ser humano podría con él en ese aspecto, a menos que fuera su sobrina.

— Tienes razón, estoy acostumbrado a lidiar con mujeres fáciles, de hecho no es que sean mi primer opción, el hombre disfruta más de un encuentro sexual cuando corteja por completo a una mujer, pero la violencia puede darle toques excitantes — Mostró su dentadura ampliamente, muestra de su gran cinismo. — Ser dueño de un burdel te da sus ventajas también — Se encogió de hombros, le encantaba molestar.

No hizo fuerza, sólo movió el cuerpo un poco para medir que tan bien lo tenía sostenido. Se dio cuenta que no pesaba nada, unos pocos kilos que no eran problema, para nada. ¿Cuál sería el próximo movimiento de la jovencita?

Primeramente se iba a hacer el desentendido, dejar que creyera que tenía el control, después atacaría, no había prisa, sus trabajadores pronto lo buscarían; le iría peor.

— Si quieres cortar mi pene, puedes hacerlo, siempre existen las manos, y si quieres seguir con las manos, adelante, siempre habrá una lengua que quiera degustar de tu entrepierna, mientras te sostienen a fuerza — Volvió a juguetear con las palabras. — ¿Qué tan malo debe ser tu nombre que no me quieres decir? — Era un reverendo imbécil, ¿para qué decir que no?

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