Evelia Bathory

Europa: Cuenca de los Cárpatos
Nacida en un mundo realmente hostil, una época en donde la lucha por sobrevivir a diario era lo que se quería, empezaban a desaparecer los nómadas. Nosotros los magiares apenas empezábamos a asentarnos, abandonamos la caza y pesca para dedicarnos a la agricultura y cría de ganado. Empezamos a ser realmente hábiles como jinetes, y aunque esto en la historia de Evelia Bathory fuera de gran importancia en ese entonces, en unos años pasaría a solo ser un acontecimiento.

Su niñez y adolescencia transcurrió como cualquiera de aquella época (1.200 a.C) ayudando a su madre, aprendiendo los gajes del oficio de la agricultura por si sobrevivía enseñarle a sus hijos. Solo había algo especial en ella, era la más bella de su clan, pero algo que realmente no le importo fue aprender esas cosas absurdas sobre el ganado pues desde muy pequeña siempre había sido una niña que dejaba de pensar en las cosas absurdas que pensaban todos, ella siempre quería ver más allá quizá ese más allá era el futuro, lo importante era que nunca se conformaba, lo que la llevaba a escaparse todas las noche de su campamento y alejarse más de lo permitido. Su curiosidad la llevaba a lugares que nunca había visto, paisajes hermosos y criaturas bellas. Como de costumbre regresaba antes de que su madre se levantara y sin ser vista, de nuevo ingresaba y ''nada había pasado''.

Los años pasaban y cada vez veía más cosas, quería salir de allí, quería ver que pasaría, no soportaba la vida tan monótona y llevaba 22 años haciendo lo mismo. Esa noche decidió alejarse aún más de lo que nunca se había atrevido, se sentía extraña algo que no podía explicarse, una sensación de furor que al poco tiempo se desvaneció... A pocos metros no se sentía sola, y aunque había animales sabía la diferencia entre estar rodeada de animales y estar con los de su clan, trato de no prestar atención y ver cosas nuevas en este nuevo lugar pero sentía que esa presencia acompañada de esos ruidos cada vez estaba más cerca. Evelia empezó a sentir miedo, sudaba de los nervios, no quería que ahí se acabara su vida ella quería llegar más allá, así que emprendió la huida pero que sorpresa cuando al empezar a correr resulta estar atrapada, lo extraño era que era una jaula formada por las ramas de los arboles, trató de calmarse y en ese momento sintió una respiración tan fría que congelo su ser. Al darse vuelta vio una criatura de aspecto muy similar al suyo a excepción de sus grandes colmillos y esos ojos aterradores, y aunque su aspecto era de miedo era tan irresistiblemente hermoso que Evelia sintió un deseo que jamás había sentido, se sintió muy tan ardiente, quizá estaba enferma pero no quería dejar ir a esa criatura se arrodilló haciendo una reverencia a este extraño ser. - Soy tuya. - Evelia empezaba a decir cosas que no sabía porque las decía. La criatura la miraba con deseo. - Claro que eres mía preciosa. - Decía. En ese mismo instante la criatura levanto a Evelia y mordió su cuello con un deseo incontenible, en cierto momento la soltó. Evelia empezó a sentir mucho dolor, no podía gritar quería que todo acabara, ya no le importaba el ver más allá solo liberarse de ese dolor, esa tortura que experimentaba y en ese momento perdió la consciencia.

Al abrir sus ojos se encontraba en una especie de casa eso si más decente que las chozas en las que vivía, recordaba lo último que pasó y se sobresalto, y empezó a pensar. - ¿Dónde estoy? ¿qué hago aquí? ¿qué sucedió hace un instante? Y en ese instante escucho una voz. - Estas en mi casa, estas aquí porque te otorgue el don de la inmortalidad, hoy en día no se encuentran personas con tu pensar y mucho menos con tu belleza y por último hace un momento dejaste de ser humana para ser un vampiro. ¿Alguna otra pregunta? - Evelia estaba impactada cómo era posible que respondiera eso si no había dicho ni una sola palabra... - Sencillo, es un don o quizá maldición como muchos dicen que otorga la inmortalidad, uno entre tantos, pero me querida... ¿Cómo es tu nombre? lo entenderás muy pronto. - Dice por último Árpad Herczeg, su ahora mentor.

Hungría: Budapest año 1200.
Había pasado ya bastante tiempo, Evelia se había dado cuenta de muchas cosas sobre la inmortalidad y sus dones gracias a su mentor. Había visto crecer y evolucionar al mundo y ahora con su edad se había vuelto muy poderosa, no solo por conocimiento sino por sus llamados dones, era muy habilidosa ademas de bella e inteligente. A lo largo de sus años había seguido con su mentor la evolución de la economía y la moneda, se habían hecho expertos en el tema gracias a sus años de experiencia, esto los llevo a montar un banco que a lo largo de los años se convirtió en uno de los principales y debido a ello tuvieron que crear una estrategia para que sus nombres no siguieran a lo largo de los años. Contrataron a tres personas por supuesto observando muy bien su conocimiento, estas personas iban a ser las que estuvieran al frente de todo e iban a recibir ordenes de Evelia y Árpad, así mismo los iban a mantener al tanto de todo, Evelia mantenía sus mentes sumisas, para que jamás notaran que mientras ellos con el pasar de los años envejecían sus patrones aún seguía jóvenes. Esto fue lo que empezaron a hacer y cada vez que uno estaba demasiado viejo lo cambiaban de persona, se volvió una cadena en su negocio.

PARÍS: Año 1800.
Tras hacer una enorme fortuna y llegar a ser una clase muy alta, que controlaba la mayoría de las finanzas en Hungría, quisieron expandir sus negocios, o quizá solo buscar otros intereses o negocios que no volvieran su longeva vida monótona, querían un tipo de emoción que les devolviera un poco de juventud a su mente pues sus cuerpos eran bastante jóvenes y bellos. Evelia ahora se encuentra buscando lo que desean, manteniéndose en contacto con Árpad por medios de cartas.