AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Juegos de fuego [Hilary White]
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Juegos de fuego [Hilary White]
Mayo de 1803
Cadiz, la bella ciudad del sur de España. Ese país Europeo, menos desarrollado de todos era un reto encontrar en aquellas tierras un campesino que firmara con nombre y apellido. Mi situación en aquel lugar de dudosa reputación era la de encontrar al último de los 4 ladrones que en el camino de Sevilla a Cadiz para volver a mi barco, me habían pillado solo y traidora, robándome el oro que había conseguido tras cerrar un intercambio que me había llevado a Sevilla. Prometí que los atraparía uno a uno y recuperaría lo mio entre sus risas antes de golpearme. Hicieron mal en mantenerme con vida. Primero cayó el que me había golpeado, un vago ladrón que perdió la mano por gastarse mi dinero y también el arma. Segundo fue el ladrón buscado por hurtos y asesinatos, uno que tras recoger lo que quedaba de mi oro, me encargue de darme mi afecto, dejándolo mal herido y enviando misiva de donde se hallaba el hombre que las autoridades buscaban. atado a un árbol en sus paños menores, si se daban prisa y llegaban antes que las alimañas lo llegarían a poder encerrar y sentenciar a su gusto.
El tercero el más joven, ahorrador y para mi sorpresa en que parecía estar menos dado a participar en un saqueo. Era el amigo del primero, el cual lo había llevado a mi saqueo de casualidad tras una noche de borrachera llorando por no tener con que pedir mano a la hija del molinero de la villa en que vivía. Muy bonito, pero a mí no me quitaba que culpable lo era en menor grado, para su suerte no gasto el dinero al llegar y ser rechazado, solo unos reales en la cantina. Agarré el dinero, mientras lo tenía contra la pared con el filo de mi espada afilada en su cuello. Se orino encima y eso fue tan desagradablemente cobarde que solo le rasgue en el pecho y lo deje en el suelo. Tal vez fuese que había visitado a una muchacha y andará de buen humor, para no ver que más hacerle a aquel desgraciado hombre que suplicaba servirme, y casi tuve que patearle para quitármelo de encima.
Solo quedaba uno y sabía donde estaba gracias a los anteriores. Me dirigí hacia aquella taberna de mala muerte, y con un sombrero tapándome el rostro y ocultando mi cabello para no parecer tan extranjero, ni ar oportunidad al hombre a descubrirme y salir huyendo. Observé desde lejos sabiendo que se encontraba en aquella taberna. Esta vez iba con un par de hombres de mi tripulación también camuflados entre los de aquellas tierras, esperando mi gesto para entrar en acción.
Algo se hizo de mi atención, una mujer bajo de su carruaje no era carruaje cualquiera ni vestimentas españolas las que aquella dama llevaba, ni sus cabellos rubios eran los que se fueran a esperar en aquellas tierras de rostros curtidos y coloreados por el sol y cabellos oscuros como el carbón. Me interés fue grande hasta que recordé al ser empujado por un campesino a que había llegado allí. Pronto como si aquella mujer al entrar en la taberna hubiera espantado a más de uno, salieron tres hombres entre ellos el que yo buscaba. Agache la cabeza y baje un poco mi sombrero para taparme y seguir al hombre hice un gesto a mis hombres y disimuladamente seguimos al hombre, aunque al hacerlo me fijé en aquel carruaje, las personas que había y sus francos débiles. Cuando nuestra presa calló en el punto exacto lo hicimos ir a una calleja y allí mis hombres le impidieron el paso y yo por atrás clave mi pistola en su espalda. -Si aprecias tu vida no grites...-dije en parte sonriendo con malicia pues aquellas palabras "Si aprecias tu vida..." eran las que aquel día el mismo me dijo a mi. Lo agarré y hice que fuera hacia el callejón lo solté y elevé la pistola.-Bueno.. te dije que nos encontraríamos..- Levante mi sombrero y le sonreí.-Nadie me roba y se va de rositas... Ya visité al resto, quedas tú.-Intentó huir pero al otro lado estaba otro de mis hombres.-¡Malditos Españoles! Son cobardes cuando el número se les vuelve a ellos en contra...- -Dije a mis hombres.-Dame mi dinero, y puede que aún salgas por tu pie de aquí.--Le dije al hombre, pero el idiota intento huir y lo cogió mi hombre. No tenía tiempo, en mi mente andaba algo que aun me perturbaba, aquella mujer de cabellos rubios que entró en la taberna. -Bien... veo que sera por las malas.-Puse el seguro de mi arma y saque mi cuchillo acercándome, me escupió y me limpie. la cara.le di un puñetazo en el rostro y luego se lo cogí para que me mirara poniendo el filo en su ojo.-Por menos uno de tus amigos perdió su mano... Vuelve a escupirme y te saco el ojo...- Amenace,al hombre. -¿Donde esta mi dinero? Espero este toda la mitad que te toco, se bien cuanto te llevaste, tus amigos piaron antes de morir desangrados como los puercos que son.-sonreí con malicia y mis hombres detrás igual. Me hablo de que tenía lo que le quedaba hice que un hombre buscara el sacó y contara no era ni la mitad. -Eso no es todo... - Entonces fue que por miedo y sintiendo que mi cuchillo se clavaba en su rostro y la sangre salia un poco de aquella leve herida en su mejilla, el jilguero hablo. Para mi sorpresa habló de una mujer rubia que poseía un bastón que podría ser vendido y así se saldara la cuenta. Reí. -¡¿Un puto bastón?!- Deje de ponerle el cuchillo y me medio volví a reír con los hombres. Luego mire al hombre.-Llévalo al barco... Luego seguiremos.-ordené al hombre fuerte que lo tenía sujeto y uno de mis hombres me paso y golpeo dejándolo inconsciente, y dándole un saco al hombre más fuerte que metió al inconsciente ladrón y se lo llevó como un saco de carga. Me gire a los hombres que quedaban.-Creo que se que mujer decía... se me apetece hacerle una visita.- Dije con malicia y mis hombres sonrieron.
Volví hacía la taberna, frente al carruaje de la que había conocido como inglesa y que por las palabras de aquel ladrón parecía portar el bastón de los Cisnes Negros. Si como un inglés sabía la historia de aquella familia, más lacuriosidad de hallar a una mujer portando el cetro como dueña de algo que una de ellas había entregado a la iglesia, me antojaba curioso que conservaran el atisbo de poder, un poder en parte reducido por la decisión de uno de ellos en dar a la iglesia tal privilegio sobre su empresa por así decirlo familiar.
Había escuchado que por aquellas tierras y el puerto eran de uno de ellos, unos ingleses que descaradamente habían entrado apoderandose de parte de suelo español. Bueno, era sabido el desdén de los españoles con los ingleses, su mutuo desacuerdo llegaba a ser cosa de la historia. Más no podía negar que hasta yo mismo intentaba en aquellas tierras pasar desapercibido por aquello mismo. Para el pueblo llano, falto de conocimiento de aquellas tierras habían crecido con la idea de que los extranjeros no eran buenos, más los ingleses. Traidores, asi nos veían y no se les podía convencer de otra en aquella mentes cerradas que aún seguían a ciegas todo lo que aquellos obispos gordos y cebados de comida y perversiones les metian en mente controlandoles y más intentando tener un gran poder en aquel pais ciego en su creencia y ineptitud.
Hay en aquella taberna con tanta escolta no pasando desapercibida había una cisne negro, eso me podía y me conducía a preguntarme que era lo que una mujer de su posición y con valioso baston hacía en un tuburio como aquel lleno de hombres sin honor alguno y por supuesto, como iba tan confiante llamando la atención con su sequito.
Me coloque en la puerta apoyado mientras esperaba su salida, despues de comprobar que aún estaba dentro que aún no se marchaba y viendo como hablaba con alguien más. El ambiente dentro no parecía muy afable, pues en cierto modo en aquel lugar había algun que otro hombre fuera de ley que no le resultaba comodo tener un guardia detrás.
Me sorprendía que en cierto modo su forma de ir tan escoltada no la hubiera armado mayor.
Me quede apoyado , sonriendo a la daba atraviada como exclava que había visto llegar con la mujer. Esta devolvía miradas desconfiada. seguramente se preguntaria a que esperaba más no decía ni se emutaba, al rato se acostumbró a mi y solo me ignoraba, algo normal y que asumí que pensó seria algun borracho idiota con un sombrero que tapaba bastante de mi rostro, esperando.
La puerta se abrió varias vees antes de que fuera la mujer la que saliera, me moví pero al ver no era ella volví a reposarme tranquilamente en la pared de aquel lugar junto a la puerta. Al fin se abrió la puerta y vi salir a la escolta. -No es una dama, que guste pasar por desapercibida, lady White. Solo le falta ir con un estandarte. - dije levantando levemente el rostro, mostrandole poco mi cara tapada por el ala del sombrero. Sonriendo burlonamente, pues no dejaba de ser ironico aquello. Sus soldados se volvieron para ponerse en modo ofensivo. Levante mis manos al aire.-¡vamos, caballeros! ¿Que honorable hombre que jura en armas, ataca a alguien de tal forma de pillarlo sin arma y en minoria.?- Dije con voz caballerosa si, la de un hombre con modales, pero a la vez con un tono bajo de juego y diversión.
Ciertamente me encontraba solo, más detras escondidos rodeandolos estaban mis hombres por si acaso.
Erwan Bennington- Humano Clase Alta
- Mensajes : 6
Fecha de inscripción : 15/04/2016
Re: Juegos de fuego [Hilary White]
El pacto con la asesina había sido concretado. Amenazante la pelirroja mencionó que ya no había marcha atrás y así como apareció del mismo modo desapareció. La pequeña escolta que estaba dentro de la habitación y el resto en el pasillo esperaron a que Hilary regresara al carruaje, su hermano ya lo esperaba en el castillo del duque de Cádiz y por ahora no podía contraponerse a lo que Arley ordenó. Hilary respiró profundamente, y una vez que su remordimiento le abandonó salió de la habitación, delante de ella marcharon seis hombres y detrás de ella ocho; caminaron por el rellano sin mucha prisa, pese a que en la mente de Hilary estaba la ansia de llegar ante el duque de Cadiz y saber que tantos progresos hizo su hermano en los días extras que tuvo antes de la llegada de Hilary con la flota naval de los Yorkshires. Antes de salir los primeros hombres de la escolta se aseguraron de que las cosas anduvieran bien por las ventanas.
—Mi lady, le pido que aguarde un segundo en lo que confirmamos que la salida está despejada y segura —dijo un escolta. Hilary sonrió con malicia.
—No me he de esconder Charles, nuestra casa ha estado lidiando con todo tipo de alimañas en las rutas españolas y ahora podré hacerlo en tierra. Confío en la capacidad de mi compañía —se abrió paso entre los primeros escoltas y salió sólo con seis de ellos. De pronto escuchó una voz que le hablaba por la derecha, la Cisne se detuvo a unos metros del origen de aquella voz masculina, cerró sus ojos luego de sonreír divertida y se giró para verlo. No era una ingenua para no darse cuenta de que era un hombre encubierto, la agudeza de sus oídos por las prácticas de música cuando era niña hacía que fuera imposible que alguien fingiera un acento por muy bueno que fuera, aquel hombre que quería demostrar misterio era un inglés; sin embargo, sin linaje o como Killian exiliado de la familia.
—¿Por qué, como usted lo hace, he de ocultar quien soy? —dijo y sus escoltas cambiaron a una postura ofensiva amenazando con sus cañones. Hilary levantó la mano y su guardia de nuevo adoptó una postura neutra mientras se acercaban a caballo una docena del ejército que acompañaban el carruaje de la Cisne—. Nadie le habla a un Cisne sin tener un interés, dime ¿qué es lo que desea? —habló tomando el bastón de la familia Yorkshires entre sus manos haciéndolo girar.
—Mi lady, el escolta personal del señor Arley llegó al ejército. Precisa que no demore más —informó uno de los hombres a caballo. Hilary ni siquiera lo atendió, caminó directamente al hombre y puso el bastón en la barbilla del hombre para levantarle la cabeza y pudiera ver sus ojos.
—¿Y bien, quieres discutirlo? —arqueó una de sus cejas y bajó el bastón.
—Mi lady, le pido que aguarde un segundo en lo que confirmamos que la salida está despejada y segura —dijo un escolta. Hilary sonrió con malicia.
—No me he de esconder Charles, nuestra casa ha estado lidiando con todo tipo de alimañas en las rutas españolas y ahora podré hacerlo en tierra. Confío en la capacidad de mi compañía —se abrió paso entre los primeros escoltas y salió sólo con seis de ellos. De pronto escuchó una voz que le hablaba por la derecha, la Cisne se detuvo a unos metros del origen de aquella voz masculina, cerró sus ojos luego de sonreír divertida y se giró para verlo. No era una ingenua para no darse cuenta de que era un hombre encubierto, la agudeza de sus oídos por las prácticas de música cuando era niña hacía que fuera imposible que alguien fingiera un acento por muy bueno que fuera, aquel hombre que quería demostrar misterio era un inglés; sin embargo, sin linaje o como Killian exiliado de la familia.
—¿Por qué, como usted lo hace, he de ocultar quien soy? —dijo y sus escoltas cambiaron a una postura ofensiva amenazando con sus cañones. Hilary levantó la mano y su guardia de nuevo adoptó una postura neutra mientras se acercaban a caballo una docena del ejército que acompañaban el carruaje de la Cisne—. Nadie le habla a un Cisne sin tener un interés, dime ¿qué es lo que desea? —habló tomando el bastón de la familia Yorkshires entre sus manos haciéndolo girar.
—Mi lady, el escolta personal del señor Arley llegó al ejército. Precisa que no demore más —informó uno de los hombres a caballo. Hilary ni siquiera lo atendió, caminó directamente al hombre y puso el bastón en la barbilla del hombre para levantarle la cabeza y pudiera ver sus ojos.
—¿Y bien, quieres discutirlo? —arqueó una de sus cejas y bajó el bastón.
Hilary White- Humano Clase Alta
- Mensajes : 30
Fecha de inscripción : 23/04/2014
Re: Juegos de fuego [Hilary White]
Sonrio como aquel hombre de alta clase que vivía ahora como un pirata más, lejos de protocolos,fiestas y lujo, yo era feliz con esta vida. Aun apuntandome un gran numero de guardias,mi sonrisa era la misma cuando escuchaba las palabras de la White. -¡Touche!.- Conteste a la mujer sin quitar la sonrisa. Aquella exclamación francesa tan famosa y oportuna. Bajo las manos cuando los hombres bajaron las armas. Me arregle las mangas y vi acercarse a la mujer.
Levante las cejas riéndome en mis adentros al ver a la mujer sacar el bastón y moverlo en el aire, los Cisnes no perdían su alta estima a lo que habían sido aunque su poder estuviera cedido a la iglesia y no fuera ya lo que una vez fue.
La miré pero cuando iba a decir algo, nos interrumpió un hombre de su guardia. Aquello era muy interesante lo que me percaté, había escuchado que un inglés estaba en Cadiz para casarse con la duquesa, ¿Acaso era un White el que se iba a adueñar por matrimonio de Cadiz? Que interesante era aquello. No podía negar que divertido en parte, menuda putada para los Españoles, que tenían recelos numerosos contra los ingleses y por historia no se les podía negar que recelaran de nosotros.
Se acercó a mi pillandome un momento en mis pensamientos sobre aquella información nueva, tan interesante, y que parecía divertido, si dos White estaban en Cadiz era por algo, si uno de ellos, iba a un sitio como aquel no era para tomarse un buen vino español, solamente. Puso el bastón bajo mi barbilla intentando levantar mi cabeza, lo hice pero pose mi mano en el bastón apartándolo de mi, a la vez que la escuché hablar.-Bonito bastón...- Dije sin inmutarme, por mucho poder que creyeran tener, no eran lo mismo de antes. -¿Discutir? Lamento mi lady, no corresponder a lo típico. No vengo a hablar con los cisnes, solo estaba cerca cuando un hombre me comento de una rubia inglesa con un atípico bastón. En esta tierra no hay muchos ingleses, no somos muy queridos.Solo deseaba ver que tan cierto era que una bella mujer inglesa estaba por estos lares.- Dije sonriendo y moviendo un poco mi sombrero para mostrar un poco los ojos y verla mejor.
Era una mujer bella, si no fuera por ese aura de superioridad que lucia, no es que la hicieran perder belleza pero si que se plantea si se podría tener una armoniosa conversación con una mujer así. La miré.-La verdad, es que no se equivocaban en describirla como hermosa. No esta mal.-hice un gesto de pasarlo, encogiendo un hombro.
Levante las cejas riéndome en mis adentros al ver a la mujer sacar el bastón y moverlo en el aire, los Cisnes no perdían su alta estima a lo que habían sido aunque su poder estuviera cedido a la iglesia y no fuera ya lo que una vez fue.
La miré pero cuando iba a decir algo, nos interrumpió un hombre de su guardia. Aquello era muy interesante lo que me percaté, había escuchado que un inglés estaba en Cadiz para casarse con la duquesa, ¿Acaso era un White el que se iba a adueñar por matrimonio de Cadiz? Que interesante era aquello. No podía negar que divertido en parte, menuda putada para los Españoles, que tenían recelos numerosos contra los ingleses y por historia no se les podía negar que recelaran de nosotros.
Se acercó a mi pillandome un momento en mis pensamientos sobre aquella información nueva, tan interesante, y que parecía divertido, si dos White estaban en Cadiz era por algo, si uno de ellos, iba a un sitio como aquel no era para tomarse un buen vino español, solamente. Puso el bastón bajo mi barbilla intentando levantar mi cabeza, lo hice pero pose mi mano en el bastón apartándolo de mi, a la vez que la escuché hablar.-Bonito bastón...- Dije sin inmutarme, por mucho poder que creyeran tener, no eran lo mismo de antes. -¿Discutir? Lamento mi lady, no corresponder a lo típico. No vengo a hablar con los cisnes, solo estaba cerca cuando un hombre me comento de una rubia inglesa con un atípico bastón. En esta tierra no hay muchos ingleses, no somos muy queridos.Solo deseaba ver que tan cierto era que una bella mujer inglesa estaba por estos lares.- Dije sonriendo y moviendo un poco mi sombrero para mostrar un poco los ojos y verla mejor.
Era una mujer bella, si no fuera por ese aura de superioridad que lucia, no es que la hicieran perder belleza pero si que se plantea si se podría tener una armoniosa conversación con una mujer así. La miré.-La verdad, es que no se equivocaban en describirla como hermosa. No esta mal.-hice un gesto de pasarlo, encogiendo un hombro.
Erwan Bennington- Humano Clase Alta
- Mensajes : 6
Fecha de inscripción : 15/04/2016
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