Deimos S. Novak ID

Deimos S. Novak

880 años • Vampiro • Clase Alta • Heterosexual • Germánico

HABILIDADES DESTACADAS:

Descripción Psicológica

Si creíste haberlo visto todo, no sabes el error que cometes.
Para empezar, hay una cosa que tienes que entender sobre este sujeto. Su personalidad se divide en dos individuos completamente diferentes. El hombre y la bestia.

Deimos S. Novak.
Refinado. Es una de las personas más cultas que se podrían encontrar en Londres. Es un noble, ergo, su intelecto sobrepasa la imaginación de algunos farsantes que se autoproclaman sabios. Él no necesita presumir para entender que su mente está por encima de todas esas ratas descerebradas que se admiran tras la facultad de arte, ciencias, política entre otras cosas. Los observa desde su asiento tomando nota y escupiendo verborrea mental sobre los errores que encuentra en sus más inspiradoras cátedras. Si él deseara destruir la vida de uno de ellos, lo haría sin pensarlo dos veces, sin embargo, este acto le parece un tato pueril y sin sentido algo. Reconoce que, en ocasiones lo más prudente es mantenerse callado y no generar una riña donde el necio tiende a ganar sin tener la razón del todo.

Frívolo, calculador, ególatra. No suele ser amable con las personas que le rodean porque honestamente no posee la paciencia suficiente como para tener que soportar las estupideces de la gente ignorante. Sólo existe un tipo de personas que llaman su atención, éstas deben –forzosamente- ser más hábiles e inteligentes con las palabras que él. Dejarlo callado en un debate, que se den media vuelta cuando aún sigue hablando… esto le vuelve histérico, pues no soporta la idea que alguien pase de él como si no existiera. Se cree el centro de atención a donde va y ¿Cómo no, si ese porte distinguido además de la careta que utiliza seductoramente, atrae la mirada de todos los presentes? Así pues, deberías sentirte alagado si es él quien intenta impresionarte porque claro está, para Deimos no existe nadie mejor que él.

Cínico, irónico, sarcástico. ¿Cuántas veces se ha escuchado esa descripción en la aristocracia vampírica? Tal pareciera que se reproducen cada segundo que transcurre en el reloj. Pero con Deimos las cosas resultan ser perturbadoramente diferentes. Su humor es bastante ácido lo cual provoca que sus palabras sean más hirientes de lo normal. Sus metáforas hacen alusión a la ironía y sólo los inteligentes pueden comprender la broma tras su encanto. Por otra parte está ese aspecto que lo hace único, su terrible habilidad para mofarse de si mismo tergiversando las palabras de los demás hasta el punto en que increíblemente se convierte en la víctima o el héroe y deja en ridículo a la persona que intenta humillarlo. No importa de quien se trate, si hay un hueco que pueda provechar, él lo encontrará y ten la seguridad que será catastrófico para alguien como tú si no sabes resolverlo de inmediato.

Seductor, romántico, lascivo. Todos los hombres se comportan como bestias salvajes ante la mirada sugerente de una bella dama, pero sólo un caballero se abstiene de ir por la primer mujer que se le ofrece en bandeja de plata. Gusta de los retos, los saborea y se siente inevitablemente atraído por todo aquello que le represente un misterio. Es así como se desenvuelve dentro de la sociedad, siendo un mujeriego arrogante que busca la satisfacción en las féminas, pero únicamente prestándole atención a la más interesante de todas ellas. Para su terrible desgracia, esa mujer aún no aparece y, mientras lo hace debe soportar la estupidez de las demás pero ¿a quién le importa mientras satisfagan sus designios? Es aquí en dónde Deimos se equivoca, porque al único que puede importarle es a él y, efectivamente, le atañe y mucho.

El asesino.
Enfermo, paranoico, esquizofrénico. Analicemos la situación. ¿Qué persona en su sano juicio cometería los crímenes más atroces que el ojo humano haya podido observar? La resolución de Deimos varía entre su bizarra ideología personal a lo que la sociedad llama el “bien común”. Si hay algo que no le parece y el mundo de porquería que lo rodea no hace nada para mejorar esa miseria en la que se ha visto involucrado, entonces él tomará cartas en el asunto y hará que sus locuras se hagan realidad. De la misma forma en la que es acreedor a una mente brillante, sus pensamientos han sido corrompidos por la depravación, sadismo, crueldad, entre otros. Es un dato curioso pues, cuando su apariencia no es más que normal, tras esa máscara se esconde el asesino capaz de abrir con un corte transversal el pecho de una mujer para sacar sus órganos y esparcirlos sobre la pútrida tierra que yace bajo ella. La sangre es su fetiche, la muerte y los gritos de súplica el orgasmo. Sí, es un completo degenerado, así se excita, así se alimenta, así vive cuando pierde el control de sí mismo.

Metódico, analítico, observador. Sus victimas NO son al azar y suele ser demasiado meticuloso en ese aspecto. Por lo regular se trata de cortesanas, pero en realidad esto no es más que un chivo expiatorio, aunque debo confesar que, algunas de esas rameras tenían lo suyo, suficiente para capturar la atención de Deimos y no de Deimos. Entre sus víctimas (aquellas que no se han dado a conocer), se encuentran hombres de todas las edades sin importar si es párroco, civil, poeta o traidor a la corona. Él los elige porque los estuvo observando durante días, encontrando ese algo que satisfaga su deseo de cacería porque ante todo es un hombre competitivo y una presa que no simule un riesgo, no vale la pena. Una vez que encuentra su nuevo pasatiempo, idealiza planes, crea trazos sobre los viejos papeleos de su residencia. Analiza, calcula, utiliza el método de la prueba y el error hasta que ya está completo el rompecabezas, entonces actúa.

Hiperactivo, visionario, incomprendido. No puede mantenerse quieto por ningún momento y es que esto le hace tener recuerdos sobre su vida antes de haberse robado ese título que con tanto orgullo porta sobre sus hombros. Su paciencia es nula, aunque como suele tolerar las boberías de las personas, en su faceta del destripador pueden olvidarse de su condescendencia porque no la tiene. Entre más se le suplique, más tardará en matar a su víctima, la tortura es su especialidad. Tampoco seas ignorante y trates de utilizar la psicología inversa porque no funcionará y tarde o temprano terminarás muerto, no estoy seguro de cuánto tiempo le lleve a Jack, pero una vez topándote con él en su ‘hobbie’ date por muerto o convéncelo con una muy buena excusa sobre idea sangrienta y quizá, sólo quizá te perdone la vida.

Historia

A ustedes no les interesa saber de cuál cuna proviene, Deimos. No, lo que verdaderamente les causa intriga es saber y entender el por qué se convirtió en el monstruo del que no se tiene ninguna pista, ninguna referencia y mucho menos un sospechoso.

Dicen que los traumas psicológicos pueden derivar en fatalidades siniestras como el hacer de un buen hombre un maldito asesino serial, sin embargo, habría que señalar que la maldad no posee al hombre una vez que la tragedia lo acechó en una fúnebre tarde de otoño o cuando la fatídica noche en la que todos los espíritus salen del infierno para atormentar a la humanidad en la tierra, no señor, la maldad siempre ha estado escondida en los corazones del mortal, esperado una única oportunidad para apoderarse de su completa consciencia y, por supuesto, hacer de las suyas sin importar nada.

Sépase que Deimos no siempre fue el vampiro estúpido de carácter amargo con el cual han estado tratando en los últimos siglos, y sépase que para nada es un imbécil, como la mayoría lo cree; para variar él era un hombre feliz que disfrutaba de su situación económica al lado de sus padres y hermanos, incluso cuando padecía un poco de celos por el vínculo que llegaban a tener los mellizos en ocasiones y el sombrío hecho de que su padre le dio la espalda al poco tiempo de que él se colocase como la revelación al cazador novato. Nada de esas situaciones materialistas importaba en realidad porque el corazón de Deimos cantaba en alabanzas hacia la única mujer que hacía de su infierno algo ameno. Aneska Nasic. Una joven de mirada esmeralda, sonrisa sólo comparada con la media luna suspendida en lo alto del cielo, piel suave y tersa, tan fina y delicada que la ni la más costosa de las sedas podría hacerle frente, cabello rizado a la altura de sus hombros cayendo en cascada caoba desde su cabeza. Sus curvas no eran pronunciadas pero tampoco carecían de atractivo, era la mujer perfecta para Deimos. Inteligente, sonriente, astuta, malcriada, caprichosa, ególatra y terriblemente dominante, pero tan llena de vida. Él la amaba como ningún otro hombre amaría a una mujer. Incluso cuando estaba prohibido el amor en la familia, él había roto todos los lazos que tenía con ellos, tan sólo por estar con ella. Sí, era esa clase de amor en donde la pasión es fundamental y cualquier mínima traición dispone ser una estocada de muerte. Aneska tenía cierta fascinación obsesiva por la música y le había dedicado un par de acordes a Deimos, notas que se escuchaban siniestramente hermosas y, que así mismo, estaban malditas.

El tritono de Aneska fue esuchado por más de una persona e incluso fue prohibido durante los primeros años, se creía que la perfección de esas notas no podía ser otra cosa más que obra del demonio, y hasta cierto punto, tenían razón. Aneska era una bruja con extraordinarias habilidades, tan sutiles como desgarradoras que, en las notas de aquella hermosa composición, había escondido la clave para dominar por completo al hombre. Lo convirtió en una máquina para matar, uso todos y cada uno de los conocimientos que Deimos poseía como cazador que lo utilizó como un monstruo personal. Al tocar el tritono, la consciencia del mortal se veía influenciada por el deseo de venganza y muerte de todos aquellos espíritus a los que él mismo había asesinado. El odio que esas empobrecidas almas destilaban, fue el ingrediente perfecto para que la sombra del demonio devorase la mente del hombre. Para desgracia de aquella mujer y fortuna del hombre, Oldrich quien había vendido todo lo que tenía por unas putas faldas, pudo darse cuenta de la maldición en la que Deimos había caído, no sólo porque era manipulado por una bruja, sino porque había cometido el mismo error que él. Se enamoró.

Deimos no cuestionó, mucho menos se opuso cuando fue su propio padre quien le convenció de abrazarse a las sombras. Sin un alma a la cual atormentar, la puta que lo amarró a la diabólica sinfonía, no tenía nada con lo que jugar y él sería libre. Además podía aprovechar sus nuevas destrezas en contra de la joven y asesinarla, ¿Qué mejor que destrozar su cuerpo y devorar su corazón para alimentarse de ella? Desgraciadamente, Deimos entendería que no se le puede arrancar el corazón a bruja sin esperar nada a cambio. Su maldición no fue retirada, porque la única forma de hacerlo es que otra mujer toque aquella melodía, una fémina que en verdad sea capaz de amar al hombre como a la bestia que hay detrás.

Deimos no estaba de acuerdo en compartir la inmortalidad con sus hermanos, ni siquiera estaba seguro de seguir adelante con toda esa maldita parafernalia, después de todo Aneska estaba muerta y él seguí igual. Sin embargo, el fantasma de Aneska continuaba en la tierra y la muy maldita no lo dejaría morir aunque quisiera. La bruja se convirtió en el fantasma personal del vampiro, incluso aún después de la muerte, ella ejercía un poder sobrenatural en él. Así fue cómo el demonio que se esconde en la sombra de Deimos inicio una serie de actos tan crueles y viles que su padre necesitaría al resto de la familia para poder detenerlo. En consciencia, el vampiro aceptó y les sometieron.

El único maldito hombre sobre la faz de la tierra que conocía sobre la maldición de Deimos, desapareció… y con él toda esperanza. Aneska se aseguró de que Deimos perdiese el conocimiento sobre su doble personalidad y sin nadie ahí que supiese lo que ocurría con él, su devastación fue llevada de pueblo en pueblo hasta ahora. Al menos su hermana tiene un punto a su favor, él sí está detrás de monstruosidades innombrables, el problemas es saber si los mellizos podrán detenerlo. Con cada siglo que pasa, la humanidad en Deimos se pierde, ya ni siquiera se le puede llamar hombre.