El origen de la demencia.

por **Brice Briand** Dom Mayo 15, 2016 5:25 pm

Bien, se preguntarán: ¿Qué hace un humano bebiendo la sangre de un neófito? ¿Qué lo llevo a cometer tal atrocidad? ¿Qué tipo de obra es la qué estamos a punto de presenciar? Lo cierto, es que muchas respuestas aún las desconozco pero es necesario mirar tiempo atrás. Antes de que comenzará a gritar como un loco escondido en esa capilla abandonada fuera de la ciudad. Antes de que me obligarán a servir a dios y cometer atrocidades en su nombre.

(…)

-Despierta querido, ya han pasado días que no haces más que dormir-. La voz de una niña retumbaba en mi cabeza, no entendía que estaba pasando. A penas si podía recordar lo ocurrido la noche anterior. Los sonidos de las balas y los gritos de mis compañeros aún resonaban en mi cabeza, dejando un hueco que por primera vez experimentaba en mi corazón. Mis ojos se abrieron de par en par.
Pude observar a una niña, su rostro era pálido y vestía como toda una dama. -Ya despertarte, arriba. Necesitas una ducha. Ha sido difícil que bebieras mi sangre, pero gracias a eso ahora estas con vida y sanaron tus heridas-. Me levanté inmediatamente, casi como si sus deseos fueran ordenes. Recordé que una bala había hecho añicos mi hombro. Lo destapé y era cierto, no había rastro alguno de la herida. Dibuje círculos en el aíre con mi brazo. No dolía para nada, era como si no hubiese dolido nada.-Ya basta, Brice. ¡A la tina!-. Mi brazo se detuvo como por arte de magia, no quería pero la voz de la niña era casi como si moviera hilos invisibles en mi cuerpo y mente. La vi como caminaba fuera de la habitación y la seguí sin rechistar. Pude ver como afuera era de noche y todo estaba totalmente oscuro. Mas mi visión ahora era mucho mejor que antes. Podía ver casi cualquier detalle a mi alrededor, hasta podía apreciar que mi piel estaba un poco más pálida que antes. ¿Qué estaba ocurriendo? Me pregunté a mi mismo. También sentía una fuerza correr por mi cuerpo que jamás había sentido antes.
Al salir de la habitación pude ver como mi fusil descansaba sobre el suelo y apoyado en la pared. Me dispuse a tomarlo, pero me detuve completamente al escuchar la voz de la niña.-Ya no necesitas eso, Brice. Ahora eres mucho más fuerte que los humanos-. ¿Era más fuerte que los humanos? ¿Qué era ahora entonces? Dejé el fusil donde estaba y mientras caminaba hacía ella tambaleé un poco. Era como si estuviese tratando de acostumbrarme a un nuevo cuerpo. Como si yo estuviese siendo trasladado hacía otro lugar y casi como si ya no tuviese voluntad propia. ¿Por qué obedecía tan sumiso? Jamás había sido así antes.
Llegamos al baño con algo de dificultad para mi, entre en la tina después de desnudarme y ella comenzó a limpiar mi cuerpo. No entendía porque tanto cuidado por parte de una desconocida pero se sentía bien. Sus labios rozaban mi cuello lentamente y tras soltar un leve gemido pude comprender la naturaleza de ella. Incrédulo cuando sus colmillos se clavaron en mi cuerpo y comenzaba a succionar lentamente mi sangre. No hice movimiento alguno hasta que dejo de beber de mi sangre. ¿Por qué sentía tanto placer?
Su voz comenzó entonces a explicar que era todo aquello mientras volvía a limpiar mi cuerpo. Comprendí su orden de no desobedecerla por mi bien. Ahora dependía solamente de su sangre, esa era la naturaleza de un ghoul. Servir a su domino sin rechistar.
Sentía un hueco grande en mi corazón pues comprendía que era un traidor de Francia. Un prisionero de guerra sirviendo ahora al enemigo. Mas mi voluntad de guerrero había sido doblegada por la sangre de la niña y no hacía falta darle más vuelta al asunto. Desconocía los detalles de como había ocurrido todo, pero no me hacía falta cuestionar después de todo aún me consideraba un soldado.
Aquella noche ella saldría a cazar después de que yo bebería por primera vez consciente de su sangre. Era algo maravilloso que doblegaba más aún mi voluntad. Por dentro aún sentía la culpa de ser el último con vida de mis compañeros pero era mejor así. Era alguien nuevo y no necesitaba más sentir aquella culpa.
La niña antes de salir tomo mi reloj de bolsillo y sobré la pintura en miniatura de mi madre dejo la de ella como recuerdo. Explicó que la guerra aún seguía al rededor, mas me hizo entender que ya no tenía nada que temer y así me quede tranquilo. Mirando como se marchaba desde la ventana y mirando de reojo la pintura que había dejado como recuerdo. Sabía que volvería y confiaba en ella. Una total desconocida que me había mostrado un mundo totalmente nuevo y que aún no comprendía para nada.