AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Un príncipe azul envuelto en el halo de la noche ~#Céfiro
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Un príncipe azul envuelto en el halo de la noche ~#Céfiro
A duras penas me había dado cuenta de la hora que era, tan sumida en mi trabajo me había encontrado en mi trabajo que no me había percatado que el cielo se había empezado a oscurecer y que, cómo mas tardara en marcharme, mas y mas oscuro se iba a hacer; algo de lo que solo me di cuenta en el momento en que pisé los peldaños que daban al exterior de la vivienda en dónde trabajaba. Dejando escapar un suspiro ahogado, no pude evitar pensar en mi padre antes de que me dispusiera a marcharme; sabía bien que, tal vez si me esperaba alguien me acompañaría a casa, pero también sabía que el chófer se había ido a llevar a su casa a la cocinera y que iba a tardar bastante tiempo a regresar, un tiempo que, ahora mismo, me hacía falta quisiera admitirlo o no. en silencio, levanté la mirada hacia el cielo oscuro, plagado de estrellas y con una gran luna iluminando desde lo alto, no era peligroso irme a casa dando simplemente un paseo ¿verdad? Me daría prisa y antes de que me diera cuenta me encontraría en el umbral de mi casa sana y salva.
Con ese pensamiento en firme en mi mente, aferré mi bolsa y empecé a caminar, con un paso ligero, firme y decidido. Conocía perfectamente el camino, pero esta noche había algo que se me antojaba ligeramente diferente, el presentimiento de que algo podía ir mal. Mi mirada por un momento se dirigió hacia la luna y luego volví a apurar el paso, todo estaría bien, tenía que estarlo. Siempre había sido particularmente cuidado con vagar por las noches por las calles, no podía ser que una de las pocas horas que había perdido la noción del tiempo me ocasionara problemas ¿no? Tomando una respiración profunda e intentando evitar que la inquietud y cualquier miedo se hiciera con el control apresuré aún mas el paso, ansiando encontrarme lo mas pronto posible en el portal de mi casa. Un leve temblor imperceptible me recorrió cuando apenas me encontraba a unas pocas calles, un aullido de un lobo rompiendo la quietud de la noche. ¿Habían lobos por las cercanías de París y no lo sabía? El instinto me decía que tampoco quería saberlo. Apresuré aún mas mi paso, intentando darme toda la prisa que fuera capaz mientras un sudor frío empezaba a recorrer lentamente mi espalda.
Un escalofrío me recorrió por completo y prácticamente me paralicé en el momento que me pareció oír algo que se acercaba a una velocidad fuera de lo común, el sonido de unas pisadas animales. El color desapareció de mi rostro en el momento en que en mi vista se perfiló un enorme lobo en la distancia. Conteniendo la respiración por unos momentos, finalmente fui capaz de reaccionar y eché a correr, con un poco de suerte el animal no se percataría de mi presencia y seguiría con su camino. Conclusión que fue errónea puesto que en el momento en que finalmente me puse en movimiento, éste se dirigió con rapidez a dónde me encontraba y en mi desesperación por huir terminé tropezando y cayendo de bruces contra el suelo, mientras oía como el animal se acercaba más y más a dónde me encontraba en el suelo. Instintivamente, cerré los ojos mientras una multitud de pensamientos surcaban a gran velocidad mi mente entre ellas la pregunta ¿es así como voy a morir? Mas los minutos pasaron, uno tras otro y solo podía oír el sonido de la lucha cerca de mi ¿el lobo estaba luchando contra otro para ver cual se me quedaba como cena?
Poco después, oí al lobo soltar un aullido lastimero, cómo si éste hubiera sido herido de muerte y finalmente, con timidez abrí lentamente los ojos, encontrándome con que, con quién había luchado no era otro lobo, si no el hombre mas atractivo que mis ojos habían podido vislumbrar nunca. ¿Era mi príncipe azul que había venido a salvarme del peligro? Mi corazón latió con fuerza, descompasado y acelerado mientras mis mejillas ardían sin que pudiera hacer nada para evitarlo a la vez que era incapaz de apartar mi mirada de él. Un leve cosquilleo se arremolinó en mi estómago, algo que nunca había sentido antes y que no era capaz de comprender completamente. ¿Era ésto a lo que algunas llamaban amor a primera vista? No lo sabía del cierto —g-g-gracias —musité tímidamente tras un momento en el que el silencio reinó en el lugar y, a pesar que podría pasarme horas mirándole sin decir nada, tenía la necesidad de saber si era realidad o simplemente era un dulce sueño.
Con ese pensamiento en firme en mi mente, aferré mi bolsa y empecé a caminar, con un paso ligero, firme y decidido. Conocía perfectamente el camino, pero esta noche había algo que se me antojaba ligeramente diferente, el presentimiento de que algo podía ir mal. Mi mirada por un momento se dirigió hacia la luna y luego volví a apurar el paso, todo estaría bien, tenía que estarlo. Siempre había sido particularmente cuidado con vagar por las noches por las calles, no podía ser que una de las pocas horas que había perdido la noción del tiempo me ocasionara problemas ¿no? Tomando una respiración profunda e intentando evitar que la inquietud y cualquier miedo se hiciera con el control apresuré aún mas el paso, ansiando encontrarme lo mas pronto posible en el portal de mi casa. Un leve temblor imperceptible me recorrió cuando apenas me encontraba a unas pocas calles, un aullido de un lobo rompiendo la quietud de la noche. ¿Habían lobos por las cercanías de París y no lo sabía? El instinto me decía que tampoco quería saberlo. Apresuré aún mas mi paso, intentando darme toda la prisa que fuera capaz mientras un sudor frío empezaba a recorrer lentamente mi espalda.
Un escalofrío me recorrió por completo y prácticamente me paralicé en el momento que me pareció oír algo que se acercaba a una velocidad fuera de lo común, el sonido de unas pisadas animales. El color desapareció de mi rostro en el momento en que en mi vista se perfiló un enorme lobo en la distancia. Conteniendo la respiración por unos momentos, finalmente fui capaz de reaccionar y eché a correr, con un poco de suerte el animal no se percataría de mi presencia y seguiría con su camino. Conclusión que fue errónea puesto que en el momento en que finalmente me puse en movimiento, éste se dirigió con rapidez a dónde me encontraba y en mi desesperación por huir terminé tropezando y cayendo de bruces contra el suelo, mientras oía como el animal se acercaba más y más a dónde me encontraba en el suelo. Instintivamente, cerré los ojos mientras una multitud de pensamientos surcaban a gran velocidad mi mente entre ellas la pregunta ¿es así como voy a morir? Mas los minutos pasaron, uno tras otro y solo podía oír el sonido de la lucha cerca de mi ¿el lobo estaba luchando contra otro para ver cual se me quedaba como cena?
Poco después, oí al lobo soltar un aullido lastimero, cómo si éste hubiera sido herido de muerte y finalmente, con timidez abrí lentamente los ojos, encontrándome con que, con quién había luchado no era otro lobo, si no el hombre mas atractivo que mis ojos habían podido vislumbrar nunca. ¿Era mi príncipe azul que había venido a salvarme del peligro? Mi corazón latió con fuerza, descompasado y acelerado mientras mis mejillas ardían sin que pudiera hacer nada para evitarlo a la vez que era incapaz de apartar mi mirada de él. Un leve cosquilleo se arremolinó en mi estómago, algo que nunca había sentido antes y que no era capaz de comprender completamente. ¿Era ésto a lo que algunas llamaban amor a primera vista? No lo sabía del cierto —g-g-gracias —musité tímidamente tras un momento en el que el silencio reinó en el lugar y, a pesar que podría pasarme horas mirándole sin decir nada, tenía la necesidad de saber si era realidad o simplemente era un dulce sueño.
Última edición por Marie-Thérèsé Signoret el Miér Jul 20, 2016 3:51 pm, editado 1 vez
Marie-Thérèsé Signoret- Humano Clase Media
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Fecha de inscripción : 20/02/2016
Re: Un príncipe azul envuelto en el halo de la noche ~#Céfiro
Noche de Luna llena, nada bueno podía traer, Céfiro, sabía con exactitud el porqué. Su padre, o mejor dicho, su padre adoptivo Lotard, le había enseñado desde muy niño, que nada es lo que aparenta. Un hombre puede ser un simple mortal, o el mas sangriento de las criaturas, desalmada, fría, ávida de sangre y muerte, ente nocturno que vagaba por los lugares mas verosímiles, desde los palacios reales, hasta los mas humildes poblados de toda Europa. Podría haber pensado que aquello eran cuentos, simples historias del hombre para mantenerlo en el hogar, o para dominarle, pero bien sabía por experiencia, que eran tan reales como las caricias dulces y generosas que había recibido en su tierna edad, de parte de su querida madre. Demasiado pronto la había perdido y mucho mas veloz, fue su acercamiento a ésa Paris secreta, que mostraba su lado mas inhumano.
Si a Céfiro los vampiros le provocaban asco, y los comparaba con alimañas ponzoñosas, los licántropos, por mucho, eran sus mas odiados enemigos. un sentimiento atávico le provocaba destruirlos, sin importarles si éstos eran mujeres, hombres, ancianos o demasiado jóvenes para llamarlos adultos. Para él, eran bestias que desolaban pueblos enteros, matando a familias, sin distinción de genero, ni edad, sordos ante las suplicas desgarradoras de una madre que intenta en vano salvar a su niños de pocos meses. No, él, no podía ser bondadoso con ése tipo de alimañas, solo había una solución, el exterminio de todo ser que poseyera la maldición de la luna.
Fue por esa razón que salió a las calles, apenas la luna comenzó a enseñorearse en el firmamento. bien sabía que mas de un lycan, se negaría a dejar la ciudad, huyendo a los bosque, los pantanos o las afueras de la urbe, intentando no ser atrapados por cazadores o inquisidores, que esa noche, estarían activos, listos para darle caza y sacar algunos trofeos.
El cazador, decidió recorrer los callejones, pequeñas vías, donde mas de un incauto, caminaria rumbo a un destino que no estaría dispuesto a llegar, si no fuera por la fatalidad o la imprudencia. Solo cabían dos opciones, o que los licantropos se sirvieran de aquellas víctimas, para alimentar su sed de sangre, o que las convirtieran en seres malditos. tanto una u otra opción, los llevaría al mismo destino, la muerte, pues ésta provendría de unos colmillos afilados y unas garras destructoras, o de balas de plata, disparadas por cazadores o inquisidores. Por eso, intentando salvar a los incautos, Céfiro, se dispuso a patrullar algunas calles menos transitada, y en donde aquellas bestias, podrían aparecer, creyéndose libres de hacer su voluntad.
No se demoró mucho en encontrar a uno de esos ejemplares. Le divisó, parado en el cruce de dos calles, con la mirada dirigida a una de éstas, olfateando el aire de la noche, los ojos encendidos por un brillo ambarino y las fauces semi abiertas, relamiendo su pronta caza. No perdió el tiempo, espoleó su montura y se dirigió al objetivo que a su vez había decidido caer sobre su presa, - espera bastardo - gritó mientras se dejaba caer del caballo, rodando con destreza y haciendo que el sobrenatural frenara su carrera, para enfrentar a esa otra presa que le hacía frente. Feroz fue la lucha, ninguno de los dos contrincantes quería ser el perdedor, bien sabían que la única solución era la muerte del adversario. Giros, disparos, y la bala certera que se incrusta en mitad de la frente del que fuera un hombre lobo. la mirada del sobrenatural, clavada en la suya, el cuerpo que arrodillado cae en el suelo, humedeciéndose por la propia sangre maldita que se expande y señala el final de la lucha.
Céfiro guarda sus armas, mientras asegura el lugar, cualquier cazador sabe que los lycántropos, como los lobos, suelen cazar en manada, en especial cuando se introducen en las ciudades, bien dice el dicho "la unión hace la fuerza", por eso el cazador se apresura, acercándose a la joven que en el suelo, tiembla, sin saber exactamente que ha pasado. Sonríe dulcemente cuando observa la timidez y la ingenuidad en la mirada de la dama que no sabe del destino que le esperaba. Su caballo, fiel compañero de batallas, se acerca a paso lento a donde se haya su dueño. él, arrodillado junto a la dama, se asegura que no tenga cortes, no desearía tener que matarla en ese mismo lugar, pero tampoco le permitiría vivir, si ésta poseyera ya la maldición de los lycan. Mas para su tranquilidad, la joven solo parece tener un que otro golpe, tal vez solo producto de la caída y los duros adoquines.
Se levanta y exteinde la mano, para poder ayudar a la joven que aún se encuentra sentada en el suelo, - ¿cree que podrá levantarse? - le pregunta, antes de inclinarse nuevamente para tomarla de la cintura y alzarla como si de una delicada muñeca se tratase, - quede usted tranquila, ya a pasado el peligro - sonrió mirándola a los ojos, para luego girar su cabeza y observar la lejanía del callejón en penumbras, -pero creo que sería mejor, nos apresuráramos en salir de éste lugar - dijo, con el ceño fruncido y la mirada dura, clavada en las sombras que parecían acercarse.
Si a Céfiro los vampiros le provocaban asco, y los comparaba con alimañas ponzoñosas, los licántropos, por mucho, eran sus mas odiados enemigos. un sentimiento atávico le provocaba destruirlos, sin importarles si éstos eran mujeres, hombres, ancianos o demasiado jóvenes para llamarlos adultos. Para él, eran bestias que desolaban pueblos enteros, matando a familias, sin distinción de genero, ni edad, sordos ante las suplicas desgarradoras de una madre que intenta en vano salvar a su niños de pocos meses. No, él, no podía ser bondadoso con ése tipo de alimañas, solo había una solución, el exterminio de todo ser que poseyera la maldición de la luna.
Fue por esa razón que salió a las calles, apenas la luna comenzó a enseñorearse en el firmamento. bien sabía que mas de un lycan, se negaría a dejar la ciudad, huyendo a los bosque, los pantanos o las afueras de la urbe, intentando no ser atrapados por cazadores o inquisidores, que esa noche, estarían activos, listos para darle caza y sacar algunos trofeos.
El cazador, decidió recorrer los callejones, pequeñas vías, donde mas de un incauto, caminaria rumbo a un destino que no estaría dispuesto a llegar, si no fuera por la fatalidad o la imprudencia. Solo cabían dos opciones, o que los licantropos se sirvieran de aquellas víctimas, para alimentar su sed de sangre, o que las convirtieran en seres malditos. tanto una u otra opción, los llevaría al mismo destino, la muerte, pues ésta provendría de unos colmillos afilados y unas garras destructoras, o de balas de plata, disparadas por cazadores o inquisidores. Por eso, intentando salvar a los incautos, Céfiro, se dispuso a patrullar algunas calles menos transitada, y en donde aquellas bestias, podrían aparecer, creyéndose libres de hacer su voluntad.
No se demoró mucho en encontrar a uno de esos ejemplares. Le divisó, parado en el cruce de dos calles, con la mirada dirigida a una de éstas, olfateando el aire de la noche, los ojos encendidos por un brillo ambarino y las fauces semi abiertas, relamiendo su pronta caza. No perdió el tiempo, espoleó su montura y se dirigió al objetivo que a su vez había decidido caer sobre su presa, - espera bastardo - gritó mientras se dejaba caer del caballo, rodando con destreza y haciendo que el sobrenatural frenara su carrera, para enfrentar a esa otra presa que le hacía frente. Feroz fue la lucha, ninguno de los dos contrincantes quería ser el perdedor, bien sabían que la única solución era la muerte del adversario. Giros, disparos, y la bala certera que se incrusta en mitad de la frente del que fuera un hombre lobo. la mirada del sobrenatural, clavada en la suya, el cuerpo que arrodillado cae en el suelo, humedeciéndose por la propia sangre maldita que se expande y señala el final de la lucha.
Céfiro guarda sus armas, mientras asegura el lugar, cualquier cazador sabe que los lycántropos, como los lobos, suelen cazar en manada, en especial cuando se introducen en las ciudades, bien dice el dicho "la unión hace la fuerza", por eso el cazador se apresura, acercándose a la joven que en el suelo, tiembla, sin saber exactamente que ha pasado. Sonríe dulcemente cuando observa la timidez y la ingenuidad en la mirada de la dama que no sabe del destino que le esperaba. Su caballo, fiel compañero de batallas, se acerca a paso lento a donde se haya su dueño. él, arrodillado junto a la dama, se asegura que no tenga cortes, no desearía tener que matarla en ese mismo lugar, pero tampoco le permitiría vivir, si ésta poseyera ya la maldición de los lycan. Mas para su tranquilidad, la joven solo parece tener un que otro golpe, tal vez solo producto de la caída y los duros adoquines.
Se levanta y exteinde la mano, para poder ayudar a la joven que aún se encuentra sentada en el suelo, - ¿cree que podrá levantarse? - le pregunta, antes de inclinarse nuevamente para tomarla de la cintura y alzarla como si de una delicada muñeca se tratase, - quede usted tranquila, ya a pasado el peligro - sonrió mirándola a los ojos, para luego girar su cabeza y observar la lejanía del callejón en penumbras, -pero creo que sería mejor, nos apresuráramos en salir de éste lugar - dijo, con el ceño fruncido y la mirada dura, clavada en las sombras que parecían acercarse.
Sung Yun Oh- Vampiro Clase Alta
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Fecha de inscripción : 11/05/2014
Edad : 40
Re: Un príncipe azul envuelto en el halo de la noche ~#Céfiro
Su voz hizo que un ligero cosquilleo me recorriera entera, a la vez que anuló por completo la capacidad de hablar ni de moverme; solo podía quedarme quieta ahí, mirándole. En contra de todo lo que hubiera podido pensar o imaginar éste se acercó, tomándome por la cintura para ayudarme a levantar. Por instinto, mis manos se aferraron a su camisa y el deseo de que no me soltara, de permanecer así me invadió de forma repentina. Con ese pensamiento, mis mejillas ardieron prácticamente de inmediato, hasta el momento, nunca, ningún hombre se había encontrado tan cerca de mi y en contra de todo aquello que hubiera podido pensar me sentía cómoda, segura entre sus brazos. Sin decir nada, escondí el rostro en su torso, intentando comprender qué era aquello que estaba sintiendo, las extrañas emociones que no recordaba haber sentido antes ni en ningún momento anterior. «¿Acaso existían realmente los príncipes azules y éste era el mío?¿Acaso existía el amor a primera vista?» El pensamiento se formó en mi mente, o eso pensé en medio del caos y la confusión que reinaba en ésta sin percatarme que, en realidad, esos “pensamientos” los había pronunciado en voz alta, de la misma manera que apenas era consciente del calor en mis mejillas empezaba a crecer mostrando un leve color sonrosado en éstas.
Con cierta reticencia, levanté la cabeza en el momento en que dijo que lo mejor era que nos apresuráramos a salir del lugar y le vi tensarse. Sintiéndome reticente a que se fuera, a no volverlo a ver, mis manos se aferraron aún mas a su camisa antes de que, finalmente, mi voz saliera en apenas un susurro —esto... mi casa... se encuentra... cerca —el nerviosismo se filtró en mi voz sin que yo fuera capaz de impedirlo. Instintivamente, me mordí el labio, ¿qué me pasaba? sabía bien que no era correcto y que no debía traer a ningún hombre a casa, y eso era algo en lo que nunca había tenido problema. ¿porqué con él me sentía completamente distinta y su cercanía hacía que aquellas que consideraba correctas y decentes se difuminaran y desaparecieran cómo si las estuviera olvidando de repente? Era cierto que nunca había sentido la necesidad de acercarme a ningún hombre, a excepción de que éste fuera alguno de los niños que estaban a mi cuidado, pero también era cierto que, contrariamente a lo que pudiera pensar, no podía negar que me sentía mas que cómoda y segura sintiendo sus brazos alrededor de mi cintura.
Mordiéndome de nuevo el labio, mis ojos volvieron a buscar los suyos, no sabía bien que pensaría él de mis palabras, de el hecho de que no tuviera problema en meter un hombre al que apenas conocía en mi casa en medio de la noche. Repentinamente, el pensamiento de que éste pudiera estar casado, comprometido o tener pareja me asaltó, haciendo que, repentinamente mi respiración se quedara contenida y un sentimiento desagradable me envolviera por completo, haciendo que, de tener la sensación de poder estar en el cielo, sentir que podía caer en el mas profundo de los abismos. Haciendo un esfuerzo, intenté respirar de nuevo, mientras un dolor lacerante invadía mi corazón y unas traicioneras lágrimas rodaban silenciosamente por mis mejillas ¿cómo podía haber pensado que alguien tan maravilloso no tenía ya alguien a su lado?¿cómo podía ser tan... estúpida? Incapaz de decir nada, aparté mi mirada, escondiéndola de nuevo en su torso, esperando que éste no se hubiera dado cuenta ni de mi repentina reacción ni de las silenciosas lágrimas que ahora descendían de mis ojos y surcaban mis mejillas sin parar.
Con cierta reticencia, levanté la cabeza en el momento en que dijo que lo mejor era que nos apresuráramos a salir del lugar y le vi tensarse. Sintiéndome reticente a que se fuera, a no volverlo a ver, mis manos se aferraron aún mas a su camisa antes de que, finalmente, mi voz saliera en apenas un susurro —esto... mi casa... se encuentra... cerca —el nerviosismo se filtró en mi voz sin que yo fuera capaz de impedirlo. Instintivamente, me mordí el labio, ¿qué me pasaba? sabía bien que no era correcto y que no debía traer a ningún hombre a casa, y eso era algo en lo que nunca había tenido problema. ¿porqué con él me sentía completamente distinta y su cercanía hacía que aquellas que consideraba correctas y decentes se difuminaran y desaparecieran cómo si las estuviera olvidando de repente? Era cierto que nunca había sentido la necesidad de acercarme a ningún hombre, a excepción de que éste fuera alguno de los niños que estaban a mi cuidado, pero también era cierto que, contrariamente a lo que pudiera pensar, no podía negar que me sentía mas que cómoda y segura sintiendo sus brazos alrededor de mi cintura.
Mordiéndome de nuevo el labio, mis ojos volvieron a buscar los suyos, no sabía bien que pensaría él de mis palabras, de el hecho de que no tuviera problema en meter un hombre al que apenas conocía en mi casa en medio de la noche. Repentinamente, el pensamiento de que éste pudiera estar casado, comprometido o tener pareja me asaltó, haciendo que, repentinamente mi respiración se quedara contenida y un sentimiento desagradable me envolviera por completo, haciendo que, de tener la sensación de poder estar en el cielo, sentir que podía caer en el mas profundo de los abismos. Haciendo un esfuerzo, intenté respirar de nuevo, mientras un dolor lacerante invadía mi corazón y unas traicioneras lágrimas rodaban silenciosamente por mis mejillas ¿cómo podía haber pensado que alguien tan maravilloso no tenía ya alguien a su lado?¿cómo podía ser tan... estúpida? Incapaz de decir nada, aparté mi mirada, escondiéndola de nuevo en su torso, esperando que éste no se hubiera dado cuenta ni de mi repentina reacción ni de las silenciosas lágrimas que ahora descendían de mis ojos y surcaban mis mejillas sin parar.
Marie-Thérèsé Signoret- Humano Clase Media
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Fecha de inscripción : 20/02/2016
Re: Un príncipe azul envuelto en el halo de la noche ~#Céfiro
Tan atento estaba a las posibles amenazas que poco pudo escuchar lo que decía la joven, solo intentaba apresurarse a subirle en la grupa de su fiel caballo, pero la mujer se aferraba con fiereza de su camisa, - no se preocupe, todo saldrá bien, solo tiene que dejarme actuar, vamos- , dijo mientras la alejaba de él, para ayudarle a subir al caballo. Puso un pie en el estribo y pasó la pierna por sobre del animal cayendo en la silla, para acomodarla luego a la joven, acercándola más a su pecho, sonrió divertido ante las mejillas rosadas de la joven, se notaba que no estaba acostumbrada a pasar momentos así, y menos con extraños. Su mano derecha oprimió suavemente el brazo de la joven, - no tema, no le haré ningún mal, pero debemos dejar éste lugar, y si su hogar está cerca de aquí, me temo que no es el lugar adecuado para ir – dijo, pensando en que debía despistar a los demás licántropos, alejándose lo más posible de aquel lugar.
Sin dilatar más hizo que su caballo saliera a la carrera de allí, pudo ver como unos lobos intentaron abalanzarse hacia ellos, pero sin mucho esfuerzo, sacó su cañón y pidiéndole a la joven que se aferrara bien a la montura o a él, se dedicó a dispar a todos los lobos que intentaban acercarse. Así logró salir del callejón y tomar una de las calles principales, claro, para él no era ningún problema mostrarse con una dama en la grupa de su caballo, pero para la reputación de aquella señorita podía ser toda una tragedia, fue así que suspirando, maldiciéndose por lo bajo, por no haber pensado en ello, decidió detenerse, hacerla bajar del animal, esperar que un coche de alquiler se detuviera, y hacerla subir al mismo, para que el cochero la condujera segura hasta el hogar, o algún lugar más seguro. Pero al detener el caballo y explicarle lo que debía hacer, vio el rastro de unas lágrimas en las mejillas que se notaban pálidas, tal vez del susto.
Bajó en silencio de la montura y contempló sin tapujos a la joven, - lo siento, no quise asustarla, ni ponerla en apuros, en verdad creo que lo mejor es que tome un carruaje, no es apropiado que una joven como usted, vaya sentada en la montura de un hombre al que no conoce – extendió sus manos y tomó a la joven de la cintura, bajándola de su caballo. Su mirada se fijó en los hermosos ojos de la joven y no pudo detener la tentación de acomodar un mechón de cabello que se escapaba del peinado, acariciando luego el filo de la mandíbula. Más cuando estaba por seguir su impulso de besarla, se detuvo en seco, carraspeó y se alejó de ella, rascándose nervioso la nuca, - lo siento – se disculpó, mientras se arreglaba la camisa, - por cierto, mi nombre es Céfiro, espero que se encuentre más tranquila, señorita… - dijo esperando que ella se presentara.
Sin dilatar más hizo que su caballo saliera a la carrera de allí, pudo ver como unos lobos intentaron abalanzarse hacia ellos, pero sin mucho esfuerzo, sacó su cañón y pidiéndole a la joven que se aferrara bien a la montura o a él, se dedicó a dispar a todos los lobos que intentaban acercarse. Así logró salir del callejón y tomar una de las calles principales, claro, para él no era ningún problema mostrarse con una dama en la grupa de su caballo, pero para la reputación de aquella señorita podía ser toda una tragedia, fue así que suspirando, maldiciéndose por lo bajo, por no haber pensado en ello, decidió detenerse, hacerla bajar del animal, esperar que un coche de alquiler se detuviera, y hacerla subir al mismo, para que el cochero la condujera segura hasta el hogar, o algún lugar más seguro. Pero al detener el caballo y explicarle lo que debía hacer, vio el rastro de unas lágrimas en las mejillas que se notaban pálidas, tal vez del susto.
Bajó en silencio de la montura y contempló sin tapujos a la joven, - lo siento, no quise asustarla, ni ponerla en apuros, en verdad creo que lo mejor es que tome un carruaje, no es apropiado que una joven como usted, vaya sentada en la montura de un hombre al que no conoce – extendió sus manos y tomó a la joven de la cintura, bajándola de su caballo. Su mirada se fijó en los hermosos ojos de la joven y no pudo detener la tentación de acomodar un mechón de cabello que se escapaba del peinado, acariciando luego el filo de la mandíbula. Más cuando estaba por seguir su impulso de besarla, se detuvo en seco, carraspeó y se alejó de ella, rascándose nervioso la nuca, - lo siento – se disculpó, mientras se arreglaba la camisa, - por cierto, mi nombre es Céfiro, espero que se encuentre más tranquila, señorita… - dijo esperando que ella se presentara.
Sung Yun Oh- Vampiro Clase Alta
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Fecha de inscripción : 11/05/2014
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