Joséphine de Saint-Aubin

por **Joséphine de Saint-Aubin** Dom Jun 26, 2016 4:07 am

DATOS BÁSICOS

▲NOMBRE DEL PERSONAJE▲

Joséphine Marie-Éléonore Isabelle de Saint-Aubin

▲EDAD▲

27 años

▲ESPECIE▲

Humana.

▲TIPO, CLASE SOCIAL O CARGO▲

Clase media

▲ORIENTACIÓN SEXUAL▲

Heterosexual

▲LUGAR DE ORIGEN▲

Paris, Francia.

Descripción Física:

DESCRIPCIÓN PSICOLÓGICA

Joséphine creció como una niña silenciosa apegada a los libros y aún lo es, vivió en un mundo donde se sentía una total observadora y sólo durante su matrimonio pasó a ser una participante. Tiene los ojos algo caídos por la tristeza y la soledad marcada en las ojeras que apenas demuestran lo que suele pasar por su cabeza antes de dormir. Algunos podrían catalogarla de tímida pero sólo es cautelosa, atenta, reservada, dispuesta quizás más a escuchar que a ser ella quien monopolice toda la conversación. La soledad la ha marcado a tal punto que no suele expresar su opinión, tampoco tiene con quien hacerlo. Pese a eso es siempre amable y muy empática, tiene una paciencia enorme sobre todo con los niños y es por esto que no se le hace difícil su trabajo pese a que muchas veces cree que se volverá loca.

Suele caminar con la cabeza gacha y apenas se siente el ruido de sus pies cuando avanza, para muchos ella es invisible hasta que está a la cabeza de una lección y su rostro se ilumina. Le apasiona la enseñanza y el conocimiento, sólo la verán interactuar con entusiasmo cuando de algún tema que le interesa se trate. Tiene una sonrisa generosa pero algo torcida, como quebrada por el dolor y la angustia. Sus ojos son tranquilos, un lago nocturno que se mantiene en calma como si esperara algo. La pasión se extingue cada vez más y ya casi no recuerda qué es lo que se siente cuando las mariposas se apoderan de su estómago y el sol le habita el pecho. A ratos luce un poco mayor, un par de arrugas han surcado su frente por mantener el ceño fruncido la mayor parte del tiempo y la calidez de su piel sin tocar ha dado paso a una frialdad que no se condice con la calidez de su persona.

Joséphine se siente sola aún cuando está acompañada, ella suele extrañar lo que es tener unos brazos que la cobijen y también un hombro en el que reposar su cabeza justo antes de dormir. El calor de una piel abrasante ya le parece como un recuerdo asentado en el olvido y el amor es también una utopía que tal vez simplemente no estaba destinado para ella.

HISTORIA

Nacer como miembro de la nobleza trae ciertos beneficios, sobre todo de tipo económico y social. Nacer al borde de ella, con un pie dentro de las fiestas pero el borde del vestido remendado muchas veces porque no tienes para comprar otro, te hace crecer como alguien sin identidad, un poco en el medio de los dos mundos. Toda la familia de la pequeña Joséphine vivió de suspiros, de esperanzas, de recuerdos que se hacen cada vez más difusos, de vender reliquias que en realidad nunca le pertenecieron y de ese futuro promisorio que pueden traer las 4 hijas cuando alcancen la edad mínima para casarse. Aún les queda el apellido y algo de las conexiones, por lo que es importante educarlas bien para que puedan salvarlos. Joséphine es la mayor de todas y también la primera en ser comprometida con alguien que nunca ha visto. Lamentablemente el plan no sale como ellos quisieron. Su padre, un hombre siempre severo, había tenido un hijo antes de un matrimonio anterior que también vivía con ellos, un muchacho lejano que fue constantemente tratado como un paria, como un extraño en esa casa donde no faltaban bocas que alimentar.

A la edad de 14 años conoció a quien se convertiría en su esposo dos años después. Lo conoció mientras caminaba en busca de algo de paz y fue también así como se enamoró sin darse cuenta. Henry Baroyan era un profesor universitario que ya superaba los 30 años en ese entonces, había llegado de Inglaterra hace poco y tenía un francés un poco rasposo que le hacía sentir cosquillas cada vez que lo escuchaba. Junto a él salía a caminar cada atardecer con la excusa de que iría a la misa de la tarde para compartir un té o simplemente dejar que él le leyera algún pasaje de un libro que luego discutirían hasta por horas. Joséphine se enamoró de sus manos cambiando las páginas, de sus labios que se emocionaban cuando le explicaba algo y también de las arrugas junto a sus ojos cuando sonreía al verla llegar. Se enamoró rápido y sólo el miedo (y también la distancia que ponía él) la detuvo de decir lo que sentía por tanto tiempo. Era una muchacha inexperta, virgen en más de un sentido, repleta de temores fundados en las enseñanzas religiosas de su madre y las palabras duras de un padre que no estuvo cuando llegó él a pedir su mano apenas fueron capaces de revelar que ese amor era mutuo. Quizás fue mejor de ese modo, quizás la muerte de su padre era una bendición en su vida.

El matrimonio de Joséphine y Henry duró tan sólo 7 años, de los cuales los dos últimos los pasó entre trabajos y el tener que cuidarlo debido a una extraña enfermedad que comenzó a paralizarlo. La casa se hizo muy grande, los gastos médicos continuaron creciendo y la familia que ambos conformaron se rompió cuando apenas tenía 23 años. Joséphine pasó de tener un amor incondicional a ser una viuda solitaria en busca de un trabajo estable para no tener que volver a casarse… o peor aún, volver con sus padres. Lo que su esposo le dejó le alcanzó apenas para comprar una casa pequeña en un sector alejado del centro de Paris y sobrevivir hasta que tuvo que arrendarla y usar sus conexiones para encontrar un trabajo como institutriz en la casa de unos nobles con varios hijos. El trabajo era demandante, exigente pero también gratificante, no le dejaba mucho tiempo para pensar y lo agradecía, lo que menos necesitaba era tener que pasar horas preguntándose por qué fue ella precisamente quien debió quedarse tan sola.

Sin embargo, pese a sus manos cansadas de escribir y llevar libros y a los dolores de cabeza que sus alumnos puedan causarle, fueron sus propios jefes quienes la llevaron a cambiar su vida. Por dar recomendaciones sobre quién estaba educando a sus hijos, los mismos reyes de Francia la solicitaron como gobernadora del infante real, un título que ya antes había estado presente en su familia pero del que se habían alejado hace ya muchos años. Joséphine pasó entonces a estar a cargo de todos los aspectos de la educación del pequeño León a quien atiende de lunes a viernes hasta las cuatro de la tarde. Fue la reina quien dejó muy en claro que no debía vivir en la misma casa que ellos y fue la misma Joséphine quien agradeció secretamente poder volver a tener un hogar propio donde almacenar los recuerdos y también cuidar de un pequeño jardín que la haga sentir útil. Aún cuando se siente sola, dice que prefiere sentirse sola en su casa que en la casa de alguien más.

DATOS EXTRA

Trabaja como institutriz para los reyes de Francia.
Aún sigue sorprendida de que la hayan escogido a ella y no una educación religiosa tradicional.
Vive sola con su perro Blau en una pequeña casa lejos del centro de Paris.
Sus pasatiempos son leer y cuidar de su jardín.
No tiene contacto alguno con su familia.
Nunca tuvo hijos con su esposo pese a que lo intentaron por mucho tiempo. No sabe si el problema era de él o es de ella.

por Invitado Lun Jun 27, 2016 12:02 pm

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