Déjame que me presente.. (Privado)

por **Lev Kanin** Mar Sep 06, 2016 12:41 pm

Aquella mañana había acudido a la taberna con el firme de propósito de encontrar un trabajo en la ciudad; después de una semana recorriendo las calles de París, había algo que me empujaba a quedarme, aunque no tenía muy claro el por qué.

Quizás fuese el agradable clima de la primavera, o los tranquilos paseos que disfrutaba en soledad por el jardín botánico, o la forma de ser de su gente, que distaba mucho del frío carácter de los habitantes de mi país; lo cierto es que no sabía porque lo había decidido, ni en que momento, más por la mañana parecía como si todo hubiese estado claro en mi mente desde un principio.

Traté de concentrarme en las conversaciones de los demás clientes de la taberna, mientras disfrutaba de mi cerveza negra; nada interesante por el momento, hasta que un comentario llamó mi atención. Hablaban que una mansión escondida en el bosque había sido comprada y habitada por un tal Agarwaen; al parecer la mansión era enorme, y disponía de caballerizas y un extenso jardín. Según comentaban habían puesto anuncios y carteles buscando a personas para el servicio, y aquello me dio una idea.

Pagué mi consumición y me marché de la taberna, tratando de seguir las indicaciones de aquellos hombres que habían sido tan amables de explicarme la localización exacta de aquella mansión, y posiblemente mi oportunidad de quedarme en París.
Tardé una hora en llegar hasta el lugar, teniendo que volver sobre mis pasos en varias ocasiones, pero al fin, aquel enorme edificación apareció ante mis ojos.
Desmonté del caballo y accedí al interior, llamando con los nudillos a una puerta de madera pulida. Eché un vistazo a mi alrededor; estaba claro que el jardín necesitaba ser cuidado, y en una casa tan grande era necesario tener un jardinero.

- Buenos días.- saludé cuando un hombre alto y esbelto me abrió la puerta.- Me han dicho que están buscando a gente para su servicio, y había pensado que quizás les haga falta alguien que se ocupe del jardín y las caballerizas; incluso en otros menesteres en los que pueda serle útil. Mi nombre es Lev Kanin.

Extendí mi mano hacía aquel hombre que me miraba fijamente, y esperé la buena noticia de que me aceptase en su hogar y tener por fin la forma de quedarme en París.

por **Leonidas Kana** Dom Sep 11, 2016 8:00 am

El repiqueteo de la aldaba de la puerta retumbo en toda la casa, me acerque para abrir, la verdad no esperábamos visitas, así que me sorprendió que alguien se hubiera tomado la molestia de acudir a aquel lugar apartado de la mano de dios.

Cuando abrí un tipo alto y moreno se presento con toda la educación posible, parecía un hombre serio, bien vestido.
La verdad no acaba de verlo encajando entre toda la chusma de este hogar de locos.
Últimamente esto parecía un hospicio, era divertido porque la casa pocas veces estaba en silencio, claro que para eso Agarwaen, Seth y yo nos bastábamos y nos sobrábamos.

Al parecer había leído el cartel que colgó Seth para buscar alguien que se ocupara del jardín y los caballos, sin duda era cierto que nosotros no disponíamos de tiempo para nada de ello.
Las cacerías se habían disparado en París, los seres sobrenaturales parecían multiplicarse de una forma inusual, y la guerra que amenazaba la vida de nuestro príncipe igual.
Abrí la puerta y le invite con educación a pasar mientras sonreía picaramente mirándolo de arriba a bajo.
-Ya te avisare que mujeres no puedes ni mirar o te arrancaremos los ojos -bromeé entre risas antes de darle una palmada en su espalda a ver si se soltaba un poco

Le enseñé la casa de arriba a bajo, ese día Agar estaba con la loba en una cacería, Menyara aun dormía en mi habitación, Seth y la otra loba habían ido a comprar provisiones a la ciudad y el resto simplemente paraban por ahí.
-Ya te presentare a todos cuando caiga la noche, como ves, cada uno va bastante a su bola.
-¿vamos a las caballerizas y al jardín?

por **Lev Kanin** Lun Sep 12, 2016 7:47 am

El hombre alto y moreno de penetrantes ojos azules me ofreció pasar al interior de la enorme mansión que se extendía mucho más allá de lo que imaginaba en un principio. Era lógico que necesitasen personal para mantener aquella vivienda, pues una persona sola sería incapaz de llevar la casa como correspondía.
Una palmada y una frase que me dejó descolocado es todo lo que ofreció a modo de presentación, indicándome que más tarde conocería al resto de inquilinos de habitaban el lugar.

- No sé preocupe, no es mi intención mirar lo que no es mío.- dije un tanto cohibido pero con la intención de que supiese que era un hombre de honor.
Jamás me encapricharía de una mujer que pertenece a otro hombre, ya no solo por lo que me había sucedido estando en mi ciudad natal con la única persona que me había roto no solo el corazón sino también el alma, sino porque a mí no me gustaría que me hiciesen lo mismo.

Me enseñó la parte superior donde estaban los dormitorios y algunos baños, para luego continuar con la planta baja por donde había entrado, y donde se encontraban la cocina, el salón comedor y restos de estancias. La mansión era tan grande que hasta contaba con patio de armas y mazmorras, que imaginé que también entrarían dentro de mis obligaciones.
Lo bueno era que podría dejar el hostal y alojarme allí; quizás aquel si fuese un buen lugar para comenzar a labrar mi propia vida, donde olvidarme del pasado y centrarme solo en el futuro.

- Vayamos pues.- confirmé contento de encontrarme a gusto en aquel lugar.- La casa es enorme, debéis de necesitar varias personas al servicio para poder encargaros de todo, ¿verdad?

Sabía por su aspecto que se trataba de un cazador de seres sobrenaturales; sus ropajes, esa aura llena de fuerza y confianza en si mismo tan propia de ellos, de personas que se enfrentaban día y noche contra las bestias más temidas; además algunas armas que portaba y que aunque bien camufladas se podían vislumbrar, no dejaba duda alguna de la naturaleza de los propietarios de aquella casa, donde sin duda, estaría protegido. ¿Debería confesarle que yo tampoco era un humano normal? Quizás más adelante, al fin y al cabo mi intención tampoco era usar la magia, y siendo esta blanca, tampoco les traería problemas.

por **Leonidas Kana** Lun Sep 12, 2016 11:00 am

No pude evitar echarme a reír cuando el pobre hombre hablo de que el no tocaba nada que no fuera suyo.
-Era una broma hombre -advertí entre risas mientras volvía a depositar un manotazo en su espalda a ver si espabilaba -las mujeres de esta casa son tan libres como nosotros, así que, suerte y a la bestia, menudo carácter tienen todas.
No pude evitar reír con “el suerte y a la bestia”, pues de echo dos de ellas eran licantropos, vamos dos bestias en todo su esplendor. Y la mía, no era una loba (o si. Pero en otro ámbito) pero su mala leche era épica.

-Espero no tengas problemas con la gente distinta..aquí la mayoría tenemos nuestras cosas, nuestros mas y nuestros menos y mucho carácter.
Mi príncipe quiere hacer una fiesta para reunir a todos los que vivimos en la casa, así poder conocernos mejor...te preguntaría si te apuntas, pero creo que desde que has visto este lugar pareces decidido a quedarte, y eso que no has visto a la preciosa cocinera, esa esta libre -añadí con un guiño de ojo.

Acabe de enseñarle la casa y pronto llego el momento de llevarlo a su cuarto, me cruce con Menyara que iba en bragas pensando que yo estaba solo hacia la cocina a por un vaso de agua.
Le propine una palmada en el culo.
-Cazadora abre los ojos que otros están disfrutando de lo que es mio -bromeé entre risas mientras la pobre me dedicaba una de sus miradas asesinas y volvía a meterse en la habitación para colocarse unos pantalones.
-Esa es la que ni se mira, ni se toca o mis dagas, esas que se que pese a ir cubiertas has visto se hundirán en tu culo y saldrán por tu estomago.

Su cara era un poema, y yo me estaba divirtiendo de lo lindo, menos mal que Agarwaen me había dicho que no espantara al personal, que sin duda una casa así de grande lo necesitaba.
-Es broma hombre -dije volviendo a golpear su espalda -o no -añadí entre risas.

por **Menyara Chartier** Lun Sep 12, 2016 2:21 pm

Me había despertado sin Leo a mi lado, y eso ya de por sí me ponía de mal humor. No me di cuenta en qué momento de la noche anterior me había dormido en su cama, pero todavía estaba cansada y adormilada, así que decidí ir a la cocina a por un vaso de agua, y seguir durmiendo. Aquella mañana estábamos solos en la casa, y con un poco de suerte Leo volvería a meterse en la cama cuando terminase de hacer lo que quisiera que estaba haciendo.

Así que ni corta ni perezosa salí al pasillo solo con mis braguitas de algodón, cuando escuché la voz de Leo. ¿Estaba hablando solo? Pero al girar el pasillo para bajar a la planta superior, me topé con mi dios griego y otro hombre joven que lo acompañaba.

Reconozco que los apuñalé con la mirada cargada de rabia, a Leo por no avisarme de que no estábamos solos y al otro imbécil por quedarse embobado al verme allí desnuda. Mi respiración se entrecortó, y tras recibir un azote juguetón de Leo en el trasero, me dirigí hacía aquel hombre que no dejaba de mirarme con la boca abierta para pegarle un tortazo con la mano abierta.

- Como bien ha dicho soy suya, y si osas volver a mirarme así, sus dagas serán el menor de tus problemas.- apunté con un siseo antes de darme la vuelta y volver a la habitación para vestirme, cerrando la puerta de un portazo.

Me parecía a mí que nuestro encuentro matutino tendríamos que dejarlo para más tarde, y eso me cabreaba todavía más. Como pillase al tío ese por el pasillo le iba a marcar también la otra mejilla.

por **Lev Kanin** Lun Sep 12, 2016 5:24 pm

Empezaba a incomodarme tanto golpe en la espalda, y aunque bien decía que las mujeres de aquella casa eran libres, algo me decía que no todas disponibles, pues su forma de avisarme de forma jocosa no dejaba lugar a dudas.

- Por supuesto, estaré encantado de acudir a dicha fiesta y conocer al resto de inquilinos.- apunté en tono afable. ¿Había dicho príncipe? Seguramente sería su forma de hablar.- Tenéis razón, me ha gustado el trabajo y el hecho de poder alojarme aquí me facilita mucho las cosas.

Insistió en enseñarme pues mi cuarto, si es que tenía decidido quedarme, y cual fue mi sorpresa cuando al doblar una esquina nos topamos con una hermosa joven de cabellos dorados y castaños que se paseaba solamente con unas ínfimas braguitas; más la advertencia de Leonidas de que no mirase llegó tarde, pues estupefacto por la visión que ante mí se mostraba, no pude evitar desviar mis ojos hacia ella. Eso sí, el tortazo que me pegó la psicópata por estar disfrutando de aquello que me mostraba no me dejó duda alguna de que trataría mantenerme lejos de ella.

- Creo que he entendido lo de que ni se mira, ni se toca, tranquilo.- susurré mientras me frotaba la mejilla para que el riego sanguíneo volviese a ella y dejase de dolerme.
Si así eran todas las mujeres de aquella casa, desde luego que trataría de ir con los ojos cerrados para no mirar a ninguna.

por **Leonidas Kana** Vie Sep 16, 2016 12:30 pm

No pude evitar que en mi rostro se dibujara una picara sonrisa cuando mi chica le arreo esa hostia en la cara al pobre hombre que ahora la miraba atónito.
-Mejor ella que yo, te aseguro que ya estaba sacando las dagas cuando te he visto mirarla ocn esa cara de empanado.

Sonreí de medio lado dándole otro golpecito en la espalda
-esa es de las que no se miran, y menos se tocan -añadí con una risa adelantando mis pasos hacia la habitación del pobre chaval que me seguía desconcertado.
A la altura de nuestra habitación piqué la puerta, Menyara me miraba desafiante desde el otro lado, así que me limité a tomarla de la cintura atrayendola hacia mi. Mis labios se encontraron apasionados con los suyos, presionándolos con ahínco, introduciendo mi lengua en entre ellos, posando mi mano en el marco de la puerta, dejándome llevar antes de que un jadeo escapara de mis labios contra su boca.
Mi virilidad se alzo furiosa, ansiosa de ella, de su carácter, de su entrega, de su cuerpo.

Un carraspeo atrás me saco de mi ensoñación, me separé relamiendome los labios con una promesa de volver con rapidez a terminar lo que había empezado.
-Vamos chaval -apunté con la respiración entrecortada rumbo de nuevo a la habitación de este.

Pronto alcanzamos la habitación de este, un cuarto bastante sobrio, con un lecho en condiciones, un armario, una pequeña mesa tipo escritorio con su silla.
-espero sea de tu agrado, puedes decorarla a tu gusto, como ves es bastante sobria, la verdad es que no hace demasiado que nos hemos instalado aquí.

por **Lev Kanin** Lun Sep 19, 2016 9:56 am

Desde luego que aquella casa era un hogar de locos, no hacía falta que me lo confirmasen, así como tampoco le hacía falta a Leonidas puntuar que la loca que acababa de pegarme aquel guantazo ni se miraba ni se tocaba. Desde luego que no pensaba hacer ninguna de las dos cosas; aunque en ese momento no sé si me daba más miedo ella o las dagas de su novio.

Seguí a mi anfitrión, que tras darme otro golpecito en la espalda, dirigió sus pasos hacia la que se suponía que sería mi habitación. Se me antojaba demasiado cerca de la de la loca de la mano larga, pero en fin, echaría el cerrojo por las noches, no fuese a ser que se pensase que la había mirado en algún momento.
Antes de llegar a la mi alcoba, Leonidas se paró en el umbral de la puerta por donde había desaparecido ella, imagino que esa sería la habitación de ambos, y tras abrirla la tomó de la cintura como si yo no estuviese allí. La cogió entre sus brazos y empezó a besarla como si no hubiese un mañana. Los gemidos de ambos comenzaron a hacerse audibles, y temiendo hacía donde se dirigía aquella incómoda situación, carraspeé a su espalda, esperando no tener que presenciar nada que no tuviese que ver, aunque con cierto miedo de que ella apareciese de nuevo y me soltase un bofetón por haberles interrumpido.

Leonidas se apartó de la fierecilla de su chica y volvió a centrarse en la visita guiada por su casa. Al fin me enseñó la habitación, una estancia cómoda y pulcra, que se convertiría en mi pequeño refugio.

- Es perfecta, muchas gracias.- contesté mirando como la muchacha nos espiaba disimuladamente desde la puerta entreabierta.- Si quieres puedes volver con ella; voy a echar un vistazo por los jardines y la caballerizas para decirte lo que necesitaré para ponerlo todo en marcha.

Me despedí del chico y traté de pasar rápido por delante de la puerta de ella. Necesitaba salir de aquel peligroso lugar y respirar aire puro. Todavía sentía arder la mejilla, y no quería estar dentro del círculo de visión de aquella salvaje.

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