La Lluvia se Acerca [Libre]

por **Luther Bauer** Miér Oct 20, 2010 10:23 pm

Era un ciclo eterno, él bien lo sabía luego de muchos años viviendo casi en la calle. A la primavera le seguía el verano, a él le seguía el otoño y finalmente llegaba el crudo invierno.

Los chicos que, como él, tenían que aguantar como pudiesen, con los pocos medios a sus alcance para sobrevivir, habían aprendido a odiar el invierno. Había menos oportunidad de comida, había que buscar un buen refugio, era más normal enfermarse y, en los casos extremos, incluso ellos habían visto a morir personas por congelamiento.

No conocía ni un solo chico de su alrededor que le gustase el invierno y él no era la excepción. Este sería el primero que pasarían en París, y a pesar de que apenas el Otoño estaba mostrando sus congeladas garras, ya comenzaba a alterarse, pensando en todo lo que tenía que hacer lo antes posible.

Tenía una lista por prioridades. Casi por encima de la lista estaba el conseguir un lugar estable para que la pandilla viviese, al menos mientras el invierno pasaba. Quizás alguno de ellos ponerse a trabajar para conseguir un sustento al menos ligero, puesto que a pesar de todo había que mantener un poco las apariencias, o los Guardadores de la Paz les tacharían de inmediato de ladronzuelos.

Pero, en primer lugar, estaba conseguir ropas abrigadas para József. Y unas botas para él.

Las necesitaba y urgentemente, así que ese día se decidió que no regresaría con los suyos a menos que las consiguiese, así que con ese ánimo se dirigió hacia el mercado ambulante de la ciudad, sabiendo que intentar meterse a alguna 'Boutique' o algo así sería entre demasiado obvio y suicida, al menos vestido como andaba. Y Luther podía ser muchas cosas, pero no era suicida.

Sus ojos se paseaban ávidos por los puestos, pero también por las personas que caminaban. Uno nunca sabía si alguna andaba distraída y podría 'conseguir' un poco de dinero para comprar luego las botas para su hermano de forma 'legal'.

Ninguna oportunidad se podía desperdiciar.

por **Edmundo Mercadante** Miér Oct 20, 2010 11:32 pm

Sabia que no era buena idea haber permitido que la servidumbre se volviera a tomar otro dia de descanzo, pero estaba acostumbrado a hacer las cosas por si solo, aunque para su mala fortuna, no pensaba que lo poco que iba a comprar se volvería un mundo de bolsas, ahora intentaba salir entre una pila de señoras coquetas que lo observaban, sonrió con picardia y con voz galante pidió permiso, las damas se hicieron a un lado, sin duda pensarían que era un hombre viudo o soltero, error a lo primero correcto en lo segundo.

Edmundo salió del ultimo almacen, observando los negros nubarrones del cielo, por fortuna habia llevado su paraguas, la calle estaba plagada de gente, y para no dejar que los caballos se mojaran, habia decidido caminar, despues de todo su residencia no estaba tan lejos, observó la gente que habia en la calle sin que algo le llamara su atencion, colocó las bolsas en el piso unos momentos, observando sus manos marcadas por el peso de las bolsas, las masajeo un poco, y abrió el paraguas, por si empezaba a llover, mas valia estar prevenido.

Pero algo en un aparador le llamó la atencion "MODA PARISINA", le recordó a la gente de su ciudad natal, siempre imitando la elegante moda de los franceses, a el no le parecia elegante , mas bien ostentosa, se dió la media vuelta contemplando el aparador, y dejando descuidada por unos momentos las bolsas con los diversos paquetes, comida y algunas prendas de ropa que llevaba, observó los precios, estaban algo caros, pero podría comprar algunas cosas.

Su atención se clavó en un magnifico sombrero de copa, siempre habia querido usar uno, pero se sentia ridiculo, tal vez lo compraria.

por **Regina Lázárk** Jue Oct 21, 2010 12:24 am

Sin duda con pocos días de residencia en Paris spbre sus hombros, la curiosidad de la joven Karin por conocer cada rincón de la ciudad era sumamente palpable tanto en su inquieto andar como hasta en su dulce rostro, pero por sobre todo esa ansiedad de recién llegada se reflejaba con claridad en sus expresivos ojos oscuros, sedientos de explorar cada uno de los escenarios que su padre le nombraba en aquellos hermosos relatos sobre su juventud en Francia y que a ésta le fascinaba escuchar cada noche, mientras juntos compartían una taza de té endulzado con cerezas.

Pues ahora la damisela se encontraba reviviendo en carne y hueso aquellas historias llenas de personajes asombrosos y lugares magníficos, dejando parcialmente a Moscú en su pasado. Y claramente por eso era que la elegante fémina ahora se encontraba recorriendo serenamente los establecimientos del famoso mercado ambulante parisino.
Haciéndose lugar entre los tumultos de gente que allí se encontraba, la sonriente jovencilla se detenía cada tanto para observar algún artículo de su interés. Algún objeto con “historia propia” como solía pensar al tomar alguna pieza con sus propias manos e imaginarse de donde provenía dicho objeto o en su defecto quien o quienes fueron sus dueños anteriormente.

Así fue que abriéndose paso con su característica sonrisa y amabilidad para con los que trataba, evitando no golpearlos con su llamativo paraguas de un peculiar tono carmesí, que una mínima distracción por parte de la damisela al posar repentinamente su mirada sobre un hermoso pulverizador de perfume la hizo chocar con las numerosas bolsas que se encontraban junto a la presencia de un caballero – ¡oh!, lo siento mucho, sepa disculparme Monsieur – confirió instantáneamente Karin apenada por el incidente al momento en que se inclinaba para tratar de recoger alguno de los artículos dispersos por la culpa de su torpeza y devolverlos a sus respectivas bolsas, esperando también el rubor de su rostro desapareciera. Siempre fue muy vergonzosa ante otros cuando cometía errores.

por **Luther Bauer** Lun Oct 25, 2010 10:26 pm

Sus ojos estaban atentos a toda la gente de aquel lugar. Años de práctica le habían hecho un buen observador, y siempre era capaz de distinguir a una posible víctima de entre aquellos demasiado despiertos: alguien demasiado distraído, alguien hablando con otro alguien, alguien no sintiéndose del todo bien.

Cualquiera que vistiese demasiado decente era una víctima aceptable para Luther. Jamás caería al nivel de robarle a aquellos que se veían tan o más mal que él mismo como había visto hacer a otra gente (naturalmente a ninguno de su pandilla). Él creía que todos los desafortunados deberían unirse y de ese modo saldrían adelante. Claro, ese había sido el fundamento de la unión de la pandilla.... y el que los mellizos Bároti fuesen demasiado carismáticos.

Pronto distinguió a alguien entre la multitud. Era un hombre elegante, bastante joven y que se veía muy animado con sus compras... sus montones de compras.

Tenía tantas bolsas que Luther no dudó ni un segundo de que si se le perdían cinco él jamás lo notaría, así que disimuladamente comenzó a caminar cerca de él, observando como dejaba sus bolsas de manera descuidada a su alrededor - El que parpadea pierde - pensó el rubio y se deslizó silenciosa y disimuladamente estirando su mano sin que nadie lo notase a algunas varias bolsas, estando a tres centímetros de poder alcanzarlas y luego irse de allí tan silencioso como vino, cuando algo pasó y le interrumpió.

El contenido de la gran mayoría de las bolsas fue desparramado por el suelo al cruzarse en el camino de una elegante joven que llena de torpeza había causado todo el daño posible, claro, sin querer al parecer. Pero todo ese escándalo había sido suficiente para hacer que el dueño de las compras reaccionase de su ensoñación y provocar que la oportunidad de un hurto inocente y útil desapareciese para el chico.

Gruñó, pero al saberse descubierto de cierta manera se agachó y comenzó a llenar una bolsa y dejándola al lado del hombre, mirándole hacia arriba - Permitame ayudarle... - mirando de soslayo a la chica - Se formó un desastre aquí....

- Estúpida mujer - se quejó el prusiano por su oportunidad perdida, aunque realmente no estaba molesto con la joven.

por **Edmundo Mercadante** Mar Oct 26, 2010 1:12 am

El tiempo estaba transcurriendo con mas calma de lo habitual, y Edmundo ademàs de ver la ropa de aquel aparador, se habia percatado de la presencia de una diminuta araña, que estaba justo encima del aparador, como una especie de vigía de la calle, el joven entabló una silenciosa conversación con el animal, hasta que el sonido de un cuerpo chocando contra su mercancia le hizo volverse.

Estaba a punto de soltar un violento golpe con la punta de metal de su paraguas hacia tan distraida persona, y se debía sobre todo a que le molestaba mucho ser tomado de sorpresa, pero en seguida se recompuso cuando una visión angelical apareció ante el.
Una chica hermosa, que lucía muy apenada se agachó, Edmundo hizo lo mismo rapidamente, y en un momento dado, cuando estaba a punto de recoger un pequeño tarro con pintura para lustrar zapatos, su mano apresó la mano de la chica, quien tambien habia cogido el pomo, el cambiaformas sonrió, sobre todo al sentir aquel tacto delator, y ese indiscutible aroma, toda su vida, toda su estirpe completa desde hacia 300 años o mas, venía de cambiaformas, por lo que para el, era facil identificarlos,Edmundo sonrió de medio lado con galanteria mientras sus ojos brillaban, y su voz profunda de baritono habló a la joven.
-No se moleste, una hermosa señorita como usted, jamàs debe inclinarse ante un hombre, pues ademàs creo que es una de las mas bellas nahuales que he visto en mi vida-dijo Edmundo y era en verdad cierto, no estaba acostumbrado a tratar con muchas mujeres cambiaformas, en realidad habia conocido muy pocas, su madre, su hermana, y dos amigas mas, eran las unicas.

Pero entonces un aroma peculiar llegó a su nariz, un aroma que le resultaba familiar, y ademàs de todo, la misma sensación que se habia apoderado al observar a aquella chica, la voz de un muchacho de escasos 19 años o mas, le hizo volverse para encontrar a un joven, con vestimentas que denotaban su origen humilde que se hacercaba para ayudarle a recoger las bolsas, Edmundo arqueó las cejas, observandolo fijamente unos momentos."en verdad será coincidencia que tres nahuales se encuentren en esta calle"pensó el extranjero,observó bien al joven, tambien era apuesto, pero no tenía la mas minima idea de que se hacia en esos momentos, quizá esperaba una recompensa por ayudarle a guardar sus cosas, y de hecho lo haría, al final reacomodó toda su mercancia, y saludó a los jovenes cortesmente, depositando un beso en el dorso de la mano de la chica, y dando un fuerte apretón de manos a aquel muchacho.
-Muchas gracias por la ayuda-murmuró, la araña se deslizó suavemente por el vidrio, y cayó sobre el hombro de Edmundo sin que este en apariencia se percatará, comenzó a correr freneticamente por el hombro del joven, entre el muchacho de aspecto humilde y el mismo, corriendo tan rapido, que era imposible que el muchacho que acaba de hacer acto de presencia no la notara el tan extraño comportamiento del insecto.

por **Regina Lázárk** Jue Oct 28, 2010 2:25 pm

Reincorporándose luego de aquel extraño suceso, la joven y delicada damisela reflejaba ahora en sus ojos un sentimiento confuso, pues no sabía si aterrorizarse ante aquel hombre que como si de algo común se tratase había descubierto sin el menor esfuerzo su raza, su interior. Mientras la fémina no sabía si atreverse a preguntar con su gran capacidad curiosa si aquel galante caballero tal vez era uno de los suyos, uno de los cuantos su padre le había advertido conocería a lo largo de su travesía en Paris. Claramente, Karin era la primera cambiaformas en su familia, por lo que tuvo que descubrir muchas cosas por sí sola, lo que aun la llevaba a no denotar a los suyos de manera tan simple como el educado Monsieur frente así parecía hacerlo.

-Dejadme compensarlo por tan molesto incidente Monsieur – profirió con seguridad la joven a la par que cerraba su llamativo paraguas, recordando también como el desaliñado joven a su cercanía también la había ayudado a recoger los objetos despojados fuera de sus respectivas bolsas – Pues, ¿Qué puedo invitarlos a ambos por lo sucedido? – adhirió seguidamente mientras pensaba alguna idea para remendar su distracción ante uno y agradecer el gesto de cooperación con el otro “¿una taza de café tal vez?” idealizaba esta mientras trataba de no sonrojarse al observar a los dos hombres cercanos a ella. Ambos eran apuestos y tenían algo que llamaba claramente su atención, casi hipnóticamente.

Un momento de silencio se genero en la jovencilla al notar el peculiar accionar de una pequeña y hermosa araña. Karin tenía cierto trato especial con los insectos por razones obvias, lo que la había hecho desarrollar casi involuntariamente un ojo atento y veloz para observar a aquellos pequeños y agiles seres. Esta llevo su mano derecha, enguantada en seda rosa hasta sus labios para ocultar la sonrisa que dicho suceso le generaba.

por **Luther Bauer** Mar Nov 02, 2010 1:06 pm

La verdad es que con su oportunidad de oro perdida y viendo que realmente no había mucha gente paseando ese día (no sabía porqué, quizás un complot en su contra), había perdido todo el deseo de andar por allí.

El hombre se veía realmente demasiado coqueto, y usaba palabras que él ni siquiera conocía. ¿Un francés antiguo quizás? O era una palabra nueva. No es que el fuese el mejor hablante del idioma, pero no solían aparecer palabras extrañas habitualmente en las converzaciones casuales que le escuchaba a los franceses.

Luego de ordenar las bolsas y tendérselas al hombre se encogió de hombros - No es nada - se encogió de hombros luego de estrechar la mano de él, esperando a que le diesen permiso, de alguna forma, para retirarse de allí. Allí ya no había mucho para sacar, pues un asalto a aquel hombre ya no parecía interesante luego de ver la mercancía (principalmente comida, pff, esa podía conseguirla fácilmente).

Observó a la mujer y alzó una ceja. ¿Quería recompensarle? Mejor que le diese las monedas que iba a gastar en lo que fuese a invitarles. Además, no es como que él fuese a acompañarles a un elegante café donde ambos podían quedar bien, pero él obviamente no pegaba nada - No es necesario - se adelantó, sabiendo que pedir las monedas no se vería tan bien... aunque podría tomarlas sin que ella se diese cuenta. Solo un pequeño pago por el servicio prestado.

Sin embargo algo le distrajo. Aquel arácnido corriendo por el hombro del hombre y mucho antes de que este pudiese evitarlo, con un movimiento ágil Luther había aplastado al animal, para luego limpiar con el dorso de la mano el traje del otro, sin dejar ninguna mancha. Le miró a los ojos despreocupado y se encogió de hombros - Tenías algo allí - metiendo las manos a los bolsillos.

(xDDDDDDD lo siento por haber tardado y lo siento por haberla matado. Es que, así es Luther -luego Jozsef le regañará-)

por **Edmundo Mercadante** Jue Nov 04, 2010 1:11 am

Edmundo sonrió de medio lado, concentrando su atención en la hermosa jovencita que tenía a su lado, dedicandole su atención en aquellos momentos, despues se encargaría de dedicarle la misma atención al mozo que tenia a su diestra.

-De ninguna manera, afortunadamente la joyería que compre no se ha salido, por que entonces si hubiera sido un terrible incidente.-dijo rascandose la barbilla y dedicandole una mirada serena y profunda, y le respondió ante la insinuación de la señorita.
-De ninguna manera permitiría que usted me invitará algo, o a este joven...con gusto puedo llevarlos a donde lo deseen, escuché de un bar por aquí que es muy bueno, despues de todo el cochero tardará unas horas mas en pasar por mi.- Fué entonces cuando estaba a punto de hacerle la misma invitación al joven que tenia a su lado que un fuerte manotazo en el hombro, en el lugar donde la araña correteaba, le hizo voltearse sobre saltado.

Observó como aquel joven aplastaba al insecto, mas que insectos, Edmundo los consideraba miembros de su familia, primero sintió una intensa llama comenzar a encenderse en sus entrañas, observó como limpiaba el fino traje que Edmundo portaba con un extraño tic que se empezaba a dibujar en las cejas de Edmundo, y luego metía las manos campantemente en sus bolsillos, en verdad habia pensado que no habia notado que esa araña correteaba sobre su hombro, desde que el insecto estaba en la vitrina lo habia visto, y le habia permitido bajar por que deseaba que le dijera, de donde venían el joven extraño y la dama del paraguas llamativo.
Le frustraba mucho que las cosas no salieran como el las esperaba, y de la mano de la frustración venía una furia bastante brusca.
De un rapido movimiento, Edmundo tomó en su fuerte mano la muñeca de aquel muchacho, apretandolo como si fuera una tenaza de acero, tenía una fuerza bastante desarrollada, dió un tirón de la mano del muchacho aproximandolo hacia el, mientras la mirada del hombre adquiría el mismo matíz que un demente o un homicida a punto de asesinar a su victima, Edmundo observó la palma del muchacho y musitó en un tono de voz bajo y tenebroso.-Creiste que no me habia dado cuenta que esa araña correteaba por mi hombro, no eres un nahual con muchas luces verdad-mientras hablaba hacercó sus labios al oido de Luther, inclinandose un poco, le sacaba una cabeza de altura, exhaló su cálido aliento en el cuello de aquel joven mientras musitaba.
-Ahora dime Nahual, que te parecería si te mordiera la oreja hasta sangrar, o, que tal si invocó a un enjambre de escarabajos carnivoros para que te devorén, no, no sería buena idea, quizá una pulga que transmitiera peste bubónica y tendrías una muerte lenta y dolorosa como la que le diste a ese insecto, ah si, soy un nahual de insecto, dudo que sepas que significa nahual en el idioma de donde vengo, pero creo que los europeos los conocen como cambiaformas-esta vez aproximó la mano del chico hacia su nariz, olfateandola, mientras su mirada desprendía ahora matices de lascividad, se habia olvidado por unos momentos de la chica que tenía atrás.
-mmmm tienes un aroma que me resulta extrañamente familiar nahual, no te sorprendas, vengo de una familia de puros cambiaformas desde hace 400 años, dejame adivinar, perro o gato,un aroma agradable- soltó la mano del muchacho con un violento movimiento observandolo fijamente, no solo era su aroma, la capacidad para distinguir a otros cambiaformas le era casi nata, todos en su familia y amigos mas cercanos lo eran, por lo que saber si alguien era un nahual o no era tan comun como la sucesion del día y de la noche, pero ademàs tenia un aroma que ya antes habia inhalado antes, un aroma que le habia cautivado, cerró los ojos y dijo.
-Matar un insecto en mi presencia es una terrible ofensa para mi linaje, pero supongo que por esta vez te lo perdonaré por que no sabìas quien era- se volteó hacia Karin y dijo poniendo una especie de sonrisa amable, aun estaba enfurecido, y se estaba conteniendo por no introducir la punta de su paraguas en el ojo de aquel muchacho.
-Lamentó mucho esto señorita-dijo resoplando tranquilamente, volteando a ver de vez en cuando de reojo al joven que tenía a su lado, la lluvia se precipitó una vez mas, y esta vez con mayor fuerza, Edmundo abrió su paraguas, y lo aproximo cerca de el y del joven que tenía a su lado, para que no se mojará, la gente comenzaba a correr como hormigas alborotadas, y el agua se llevo el cuerpo de aquella pequeña araña.

por **Regina Lázárk** Jue Nov 04, 2010 9:33 am

Karin noto que su invitación no había sido tomada como deseaba. Seguramente se debía a que en Paris los hombres aun no estaban acostumbrados a que las damas les invitasen algo, pero a la joven aun no se le iban ciertas costumbres adoptadas por sus largos años vividos en Moscú.

La damisela supuso que no era conveniente insistir, por lo que sonrió amablemente como si comprendiese que no hacía falta un café o una recompensa de por medio por el incidente ocurrido y se acaricio suavemente el cabello. Generalmente hacía eso cuando no sabía cómo reaccionar frente a alguna situación en particular o cuando estaba frente a alguien que le resultaba atractivo. Esta vez, ocurrían las dos cosas al mismo tiempo.
Y repentinamente fue entonces que la desgracia sucedió. Brutalmente como una bestia salvaje, aquel particular jovencito aniquilo sin piedad alguna a la araña que momentos antes Karin había notado en el hombro del elegante caballero. La joven cerró bruscamente los ojos, como si aquel suceso fuese igual a una ejecución humana para ella. Mordió su labio inferior casi imperceptiblemente para controlar la impotencia que le había generado el no poder hacer nada ante aquel asesinato. Abrió los ojos nuevamente y miro al suelo, sinceramente no tenía interés de que aquel joven desconocido supiese algo de su raza, pues ya bastaba con que el galante Edmundo lo notara sin siquiera hacer esfuerzo alguno.

A partir de la muerte del arácnido, Karin pudo denotar un extraño cambio en la actitud de Edmundo, pues la joven se caracterizaba por ser muy atenta y analítica con todo lo que se encontrase en su entorno. Sonrió levemente –Mi intuición no es tan mala después de todo- mentalizo para sí la meticulosa dama, sellando en sus pensamientos con seguridad que el Monsieur se trataba seguramente de un cambia formas insecto. Un “nasekomyh lyubovnika” como solían decir en Rusia; un amante de los insectos.
Mientras cierta tensión pudo ser notada por la joven entre aquellos dos hombres, la misma interrumpió su atención momentáneamente y observo al cielo. Otra lluvia se acercaba, por lo que esta abrió su carmesí paraguas deseando que las gotas cayeran de una vez, pues seguramente eso distraería a los caballeros y su incomodo momento quedaría atrás.

-Será mejor ir a un lugar seco, y no aceptaré rechazos esta vez- promovió Karin con su característica e inconscientemente manipuladora sonrisa, notando en su interior que sin quererlo, había vuelto a insistir con la invitación hacia los caballeros.

por **Luther Bauer** Jue Nov 11, 2010 8:44 pm

En el momento en que mataba a aquel bicho, que hasta venenoso podía ser (recordaba claramente como un miembro de su pandilla había perdido un dedo al ser mordido por una araña hace años), jamás imagino que podría provocar aquellas emociones en ambos jóvenes.

Ágilmente observó el cambio en el rostro delicado de la joven, sintiendo en apenas un segundo la mano del hombre en su muñeca, apretándola fuertemente, mientras él le miraba sin comprender. ¿Qué mierda le pasaba a ese sujeto? ¿Qué había hecho? Esos ojos le hicieron apenas sentir un escalofrío en la columna, mientras que su pecho quedaba pegado al del otro, apretando los dientes y mirándole hacia arriba. ¿Ahora qué pasaría?

Como fuese, él no se dejaría simplemente matar si es que lo intentaba, aunque lo dudaba, ya que estaban en medio del mercado y mucha gente les observaba. Pero tan solo por si acaso, su mano derecha apenas se movió un poco, tomando el cuchillo de la manga de su ropa, pero sin hacer nada, quedándose quieto - No tengo ni la más puta idea de que mierda estás hablando – le dijo con descaro mirándole a los ojos. Tampoco es como que le interesaba, solo quería quitarse de encima a aquel par de chiflados. Por dios, a la chica casi se le habían puesto los ojos llorosos por una araña minúscula. ¡Debería haber estado agradecido!

Escuchó su amenaza con indiferencia, hasta que comenzó a comprender de cierta manera. Cambiaformas… era como lo suyo, ¿no? Él podía transformarse en perro. ¿Pero había dicho que él era de Insecto?

Le miró de arriba hacia abajo para luego mirarle a los ojos sintiendo aquella lujuria e intentando alejarse de aquel cuerpo - ¿O sea que puedes transformarte en un bicho? Que asco… ahora tendré que andar con cuidado de no pisar ninguno, por temor que sea alguien como tú – puso cara de desagrado el rubio, firme en no revelarle ni un poco de si mismo. Ese sujeto definitivamente no le agradaba.

Tiró de su mano cuando el otro le soltó y retrocedió un paso, dándole una mirada retante - Claro que no sabía, ¿cómo mierda se suponía que lo supiese? – rodó los ojos el prusiano, poniendo una mano en su cintura - Aunque no deja de ser una simple araña… sois unos exagerados – pensó acomodándose desordenadamente los cabellos mirando a la chica - ¿Ella también se vuelve bicho entonces? Porque estaba casi llorando, digo yo – porque quien en su sano juicio se pondría a llorar por la muerte de una araña. Les creía por la muerte de un gato, un perro o un caballo, un animal de compañía, pero no una araña diminuta. Probablemente hasta se hubiese muerto por la lluvia.

Bufó un poco cuando la lluvia le mojó los cabellos, pero el ser cubierto por el paraguas de ese psicópata amante de las arañas era peor aún. Se alejó un paso de él y miró a la joven - No, lo siento mucho… no pienso ir a ningún lado, ya he tenido suficiente… – tocándose disimuladamente la muñeca que sentía como si aún estuviesen apretando y mirando de reojo al hombre, sin rencor realmente, solo algo de molestia por su brutalidad ante algo tan insignificante.

por **Edmundo Mercadante** Mar Nov 23, 2010 12:40 am

Edmundo cerró los ojos, escuchando con atención y la serenidad del juez la respuesta airada que al muchacho le estaba dando, mientras pensaba que en efecto los cambiaformas de perro no eran los mas inteligentes, al menos su tio, una de sus primas, y dos sobrinos politicos se transformaban en perros, y eran de los miembros menos brillantes de la familia Zahualli, a su tío de hecho, lo habian conducido a la hoguera, cuando el muy tonto se habia transformado sin recato alguno cerca de la plaza mayor, en el momento en que una procesión de inquisidores se paseaba por el lugar.

Abrió los ojos cuando terminaron las palabras del joven,y torció los labios en una sonrisa suave.-no hagas gala de tu ignorancia, en verdad no me digas que no sabes como detectar a otros cambiaformas, nuestro aroma es único, y no, no me transformo en un insecto, a diferencia de lo que yo llamo cambiaformas completos, como tú, por ejemplo, yo al contrario carezco de la habilidad para transformarme en un escorpión gigante, pero puedo llamar y hacerme obedecer por cualquier tipo de insecto.- guardó un breve silencio, mientras le respondia a Karin.
-Si en efecto me agradaría tomar algo-dijo desviando su mirada hacia Karin y cambiando su aspecto severo rapidamente a uno mas afable, eran las ventajas de ser un consumado actor.

-Comprenderàs entonces que puedo comprender perfectamente a cualquier insecto, y escuchar el estruendoso grito de dolor y miedo que profirió antes de que la asesinarás, asi que ahora aceptarás a venir con nosotros-dijo Edmundo sin voltear a verlo antes de añadir, en tono misterioso y perverso-O no podría asegurar que llegues a tu destino a salvo, quizà un enjambre de abejas te persigue, o un mosquito te transmita la malaria, o un par de pulgas te contagien de peste bubonica, o inclusive ser devorado por hormigas carnivoras, no se sabe, te sorprenderìa saber lo que podría llamar en estos momentos,mira por ejemplo esas arañas, eran de la misma nidada a la que mataste, y no estan muy contentas-chasqueó los dedos,y los extendio sobre su cabeza, indicando un punto en una esquina del toldo de negocio,donde habian aparecido cerca de 10 o mas arañas, grandes de color negro, con un dibujo de una especie de reloj rojo que se notaba cada vez que se deslizaban como bailando un macabro tango de extremo a extremo.las arañas se colocaron justo por encima de aquel muchacho, Edmundo negó con la cabeza, y el grupo de arañas, se retiró casi tan rapido como habia aparecido perdiendose por el toldo y desapareciendo de la vista del cambiaformas.
-Era broma lo de los insectos que te perseguirán, pero lo de las arañas no era broma-dijo Edmundo torciendo una sonrisa, al voltear a ver a Luther un nuevo estremecimiento se apodero de el, tomó esta vez con suavidad, con un movimiento aun mas rapido la mano de Luther, pero en un movimiento delicado y fino, como si estuviese tocando una fina prenda o algo muy fragil, y hacercó su muñeca a sus labios, aspiró el aroma del joven, la lengua del cambiaformas acarició la marca que habia dejado en el joven, mientras le daba cortesmente la espalda a Karin, su piel se estremecio al sentir el sabor de la piel de aquel muchacho y murmuró en voz baja.
-Igual que el gitano de los ojos peculiares-fue casi un susurro el que brotó de sus labios mientras contemplaba fijamente a Luther, como si su mirada fueran rayos lasers, se volvió a Karin y dijo.
-Perdonen mis pesimos modales, mi nombre es Edmundo Mercadante Zahualli, y vengo desde las tierras de la nueva españa, en América-dijo asintiendo en silencio.

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