Solveig de Thumery

@ Cariñosa con su hijo, cada vez que lo observa piensa en lo parecido a su padre, en sus manera, en su modo de pensar, en lo feliz que hubieran sido, viviendo juntos, compartiendo, los tres un tiempo que su propio padre, el abuelo de Lionel, se encargó de robárselos.

@ Temática y algo obsesiva, cuando se trata de la seguridad de su cachorro, siente que debe estar cerca de él, vigilando que su abuelo no intente raptarlo y alejarlo ésta vez, de ella. Otro tema que la obsesiona es encontrar a su esposo, pero por mas que lo ha intentado de cien maneras, no logra dar con su rastro.

@ Agradecida, es un ser consciente de lo que los demás han hecho por ella y su pequeño, por eso siempre intenta ser agradecida y devolver el bien que le han dado. Aunque también un poco rencorosa, tal vez porque considera que como se debe agradecer los favores, es menester cobrar las ofensas.

Cuando Solveig nació, minutos antes que su gemela Sylmeria, los padres de la bebé, decidieron llamarla como su abuela. A diferencia de su gemela, quien heredara el arte y maestría en las armas, Solveig prefería inclinarse en las artes de protección, ya que siempre estaba intentando salvar a desvalidos y proteger a todo el que conocía. Su caracter, protector y maternal, tuvo su origen al padecer, durante su infancia, de una enfermedad, que con el paso de los años, desapareció definitivamente, gracias a que su madre siguió a pie juntilla las indicaciones de una bruja, fortaleciéndola con brebajes que ésta le preparaba.

Cuando Solveig y su hermana tenían quince años, sus padres vieron que ambas parecían haber heredado la gran hermosura de su abuela materna Brünilda, y los ojos de su padre, Sylmeria heredo la sensualidad de su madre, y Solveig el carácter fuerte  de su padre, luchador, conflictivo y  poco “elegante”, aunque en ésto último Solvieg, era la antítesis, siendo una mujer sumamente elegante y distinguida. Ambas hermanas, fueron presentadas en la sociedad de las reuniones clandestinas de las aldeas aliadas como la nueva sensación, gemelas y ambas rebosantes de belleza con ojos color de hielo y pelo azabache, dos gotas de agua, dos diamantes finamente trabajados. Diferenciándose solo, en la forma en que Sylmeria prefería adornar su sensual cabellera con bayas rojas del bosque, pues necesitaba de alguna manera marcar una diferencia con su hermana.  

Meses después de aquella presentación, Solveig, fue comprometida con un joven sajón que había sido secuestrado por el pueblo vikingo del norte, según contaban, era un príncipe, tomado en cautiverio, cuando no era más que un infante, y convertido de inmediato en heredero al trono vikingo. Presumiendo de esta historia, y al tener el joven, sangre azul por sus venas, el padre de las dos hermanas, se ufanaba de la reputación con la que contaba su futuro yerno, feliz por se celebrar la boda entre Solveig y  el príncipe Dieter.

Era verdad que al momento de la unión, no existía amor en aquella relación concertada, su padre al principio pacto la boda por pura alianza, creyendo que con el tiempo y la suerte, se libraría de aquel hombre y podría hacer y deshacer a su antojo, usando a su hija como mando de poder. Pero el padre de Solveig, no esperaba que el amor surgiera entre ellos, complicando todos sus planes.  

Cuando enojado por el enamoramiento que era evidente entre su hija y su esposo, el padre de Solveig, le exigió que siguiera sus instrucciones, ella se negó. No podía dejar a su esposo, porque lo amaba y ademas  tendrían un hijo o una hija. Intentó hacerlo entrar en razón, describiendo lo maravilloso que sería tener entre sus brazos a un hermoso nieto en solo 5 meses, mas no lo consiguió.  Varios meses duro el silencio entre ella y su padre, varios meses que pasaron ella y Dieter con frio y calor, amor y discusiones, reconciliaciones y encuentros para que el 31 de Octubre, Solveig diera a luz finalmente al pequeño Lionel  en el poblado gobernado por Dieter, su esposo.

5 años pasaron desde que se convirtió en madre y ese sentimiento de protección se convirtió en un evidente poder que sobreponía sobre su hijo y ahora su esposo. Pensaba que era mucha casualidad que desde que su hijo nació, guerras y saqueos comenzaron a abordar el poblado en el que vivía con su esposo e hijo. Cuando ella estaba tendiendo la ropa tras varios días después de que escondiera a su hijo debajo de una trampilla debajo de la cocina, fue envuelta con una sábana y llevada contra su voluntad sobre el lomo de un caballo, pensando en luchar vio a su hijo atado alrededor de su cuerpo yendo con otro soldado a caballo. Cuando estos fueron depositados en el verde del césped, se encontró con la cara de su padre, los soldados desataron a su hijo y ella solamente podía sentir odio hacia su padre.  Después de tanto tiempo aparecía de este modo.

El encuentro con su padre no había sido agradable, una fuerte discusión, tras la cual estuvo prisionera, siendo amenazada con quitarle a su pequeño niño, hizo que al final, cediera a las pretensiones de su padre que le exigía olvidar al que fuera su esposo y contraer nuevas nupcias, con un rey de tierras lejanas, mucho mas poderoso y rico que su amado esposo. Ella mintió aceptando, por el momento, lo que decía su padre. Mas en su mente, solo podía pensar como lograr escapar con su hijo y regresar junto a Dieter. Fue entonces, cuando se decidió en huir una noche de luna llena, del campamento en que se encontraban. Logró tomar un caballo, acomodar a su hijo sobre la montura y emprender el largo recorrido que los llevaría, si los dioses así lo creían, junto a su esposo.

Mas quiso el destino, o la fatalidad, que un enorme lobo, se presentara ante ellos, intentando caer sobre el pequeño que había sido tirado del caballo y atrapado en el aire por su madre, quien cayó al piso y lo cubrió con su propio cuerpo, prefería morir pero intentar proteger hasta el último suspiro, a su pequeño tesoro. El lobo en solo dos movimientos, estuvo a su lado, con un con sus faces, zamarreó las ropas de la joven agitándola, como si fuera una muñeca de trapo, para tirarla lejos del niño e ir por ella, aplastando el cuerpo de la joven con sus patas, gruñendo a centímetros de su rostro y clavando sus orbes amarillos en los de Solveig, fue un segundo, antes que mordiera su brazo derecho, haciéndola gritar, creyendo que se lo arrancaría, mas solo la marcó.

El dolor la había hecho desvanecer, cuando despertó, se encontraba en una casona, habían pasado días de aquella noche, su hijo corrió a sus brazos, feliz de que estuviera recuperándose. Fue así que descubrió que su padre los había encontrado, que el lobo que los atacara, era él y que si intentaba huir nuevamente,  sería su hijo quien sufriera las consecuencias. Ademas, al ser una maldita, tenía miedo de hacerle daño a su propio hijo, necesitaba lograr dominar a la bestia que ahora se agazapaba en su interior, mientras no pudiera hacerlo, su hijo y la fuga, podían terminar en tragedia. así pasaron mas años, Lionel cumplió los doce años, cuando se mudó, por orden de su padre, a Venecia, donde el destino quiso que se encontrara nuevamente con su hermana Silmeria y que juntas, lograran el gran cometido de huir de las garras de su padre. Desde entonces vive en París, junto a su hijo, y muy cerca de su querida hermana y su dulce madre.