AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
Espacios libres: 11/40
Afiliaciones élite: ABIERTAS
Última limpieza: 1/04/24
En Victorian Vampires valoramos la creatividad, es por eso que pedimos respeto por el trabajo ajeno. Todas las imágenes, códigos y textos que pueden apreciarse en el foro han sido exclusivamente editados y creados para utilizarse únicamente en el mismo. Si se llegase a sorprender a una persona, foro, o sitio web, haciendo uso del contenido total o parcial, y sobre todo, sin el permiso de la administración de este foro, nos veremos obligados a reportarlo a las autoridades correspondientes, entre ellas Foro Activo, para que tome cartas en el asunto e impedir el robo de ideas originales, ya que creemos que es una falta de respeto el hacer uso de material ajeno sin haber tenido una previa autorización para ello. Por favor, no plagies, no robes diseños o códigos originales, respeta a los demás.
Así mismo, también exigimos respeto por las creaciones de todos nuestros usuarios, ya sean gráficos, códigos o textos. No robes ideas que les pertenecen a otros, se original. En este foro castigamos el plagio con el baneo definitivo.
Todas las imágenes utilizadas pertenecen a sus respectivos autores y han sido utilizadas y editadas sin fines de lucro. Agradecimientos especiales a: rainris, sambriggs, laesmeralda, viona, evenderthlies, eveferther, sweedies, silent order, lady morgana, iberian Black arts, dezzan, black dante, valentinakallias, admiralj, joelht74, dg2001, saraqrel, gin7ginb, anettfrozen, zemotion, lithiumpicnic, iscarlet, hellwoman, wagner, mjranum-stock, liam-stock, stardust Paramount Pictures, y muy especialmente a Source Code por sus códigos facilitados.
Victorian Vampires by Nigel Quartermane is licensed under a
Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 3.0 Unported License.
Creado a partir de la obra en https://victorianvampires.foroes.org
Últimos temas
Di no a las pieles #Beatrice
2 participantes
Página 1 de 2.
Página 1 de 2. • 1, 2
Di no a las pieles #Beatrice
Respiré hondo, la tierra estaba húmeda bajo mis descalzos pies, me había metido en lo más profundo del bosque, alejado del bullicio de la ciudad y había estado un rato recogiendo pequeñas bayas y frutos desde lo más alto de los árboles. Tenía una pequeña bolsa de tela con todo eso lleno de bayas. Miré mis pies e hice un mohín, estaba más sucio de lo normal y también estaba desnudo sobre el bosque. ¿Qué pasaba si venía alguien? ¿Donde había dejado mi ropa? Me acerqué al hueco del árbol en el cual siempre dejaba allí la ropa cuando me transformaba y para mi mala suerte vi que no estaba. Alguien o algún animal me lo había robado. Apreté los puños y le pegué un puñetazo al tronco del árbol, haciéndome así daño en la mano derecha. Ahora iba a tener que ir transformado por toda la calle... Menos mal que mis animales eran monos y pequeños ¿Que hubiese hecho otro cambiante que se transformaba en león? ¿O en tiburón? Nunca había conocido a ningún cambiante que fuese algún animal del agua, aunque sería divertido.
Saqué un pequeño cordón y lo dejé en el suelo al lado de la bolsa. Miré a mi alrededor una última vez para cerciorarme de que no había ninguna mirada indiscreta y me transformé en mapache. Palmeé las hojas secas que tenía en el suelo, ahora todo era mucho más grande que antes. Agarré el cordón que había dejado antes en el suelo, me senté sobre el culete y comencé a hacer un nudo alrededor de mi cuello con el cordón, así podría moverme sin molestias para trasladar la bolsa de tela, la cual pesaba bastante ahora mismo. No hice el nudo muy fuerte, no quería ahorcarme. Una vez estuve listo, comencé a caminar a cuatro patas sobre la tierra, esta se pegaba a mis manos y a mis pies, pero las almohadillas que tenía me hacían estar seco y el pelo me hacía no tener tanto frío como para tiritar.
Una sombra de repente ensombreció el día y alcé las orejas, en señal de alerta. Pude ver como la silueta de un águila venía hacía a mí. No tenía tiempo que perder. Comencé a correr como un loco, literalmente en el mundo salvaje o matabas o te mataban por lo que tenía que salir disparado como un rayo. Trepé al árbol más cercano y grueso que encontré y me quedé agazapado en una de las ramas más gordas. Esperé asustado a ver si el águila se marchaba o si decidía seguirme, pero se marchó, decidiendo probar suerte con otro mapache. Dejé que mi corazón volviese a su ritmo cardíaco normal y bajé, ya me quedaba poco para llegar a la civilización, concretamente a la zona comercial, hoy era fin de semana, así que estaría lleno de gente haciendo sus compras, distraída y quizás, alguno hoy perdiese la cartera.
Enfilé la calle peatonal y me quedé escondido al lado de un seto que había, desde el cual solo asomaba la pequeña cabeza en busca de la víctima de hoy.
Saqué un pequeño cordón y lo dejé en el suelo al lado de la bolsa. Miré a mi alrededor una última vez para cerciorarme de que no había ninguna mirada indiscreta y me transformé en mapache. Palmeé las hojas secas que tenía en el suelo, ahora todo era mucho más grande que antes. Agarré el cordón que había dejado antes en el suelo, me senté sobre el culete y comencé a hacer un nudo alrededor de mi cuello con el cordón, así podría moverme sin molestias para trasladar la bolsa de tela, la cual pesaba bastante ahora mismo. No hice el nudo muy fuerte, no quería ahorcarme. Una vez estuve listo, comencé a caminar a cuatro patas sobre la tierra, esta se pegaba a mis manos y a mis pies, pero las almohadillas que tenía me hacían estar seco y el pelo me hacía no tener tanto frío como para tiritar.
Una sombra de repente ensombreció el día y alcé las orejas, en señal de alerta. Pude ver como la silueta de un águila venía hacía a mí. No tenía tiempo que perder. Comencé a correr como un loco, literalmente en el mundo salvaje o matabas o te mataban por lo que tenía que salir disparado como un rayo. Trepé al árbol más cercano y grueso que encontré y me quedé agazapado en una de las ramas más gordas. Esperé asustado a ver si el águila se marchaba o si decidía seguirme, pero se marchó, decidiendo probar suerte con otro mapache. Dejé que mi corazón volviese a su ritmo cardíaco normal y bajé, ya me quedaba poco para llegar a la civilización, concretamente a la zona comercial, hoy era fin de semana, así que estaría lleno de gente haciendo sus compras, distraída y quizás, alguno hoy perdiese la cartera.
Enfilé la calle peatonal y me quedé escondido al lado de un seto que había, desde el cual solo asomaba la pequeña cabeza en busca de la víctima de hoy.
Nahuel- Cambiante Clase Baja
- Mensajes : 71
Fecha de inscripción : 29/09/2016
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
Re: Di no a las pieles #Beatrice
Llevaba toda la semana lloviendo, a penas un día de descanso había dado el cielo, la tierra húmeda avisaba de que pronto acabaría el verano y el otoño haría cambiar las hojas. Empapaba las calles y limpiaba el aire que, con la llegada de las fábricas, tan negro comenzaba a verse sobre las casas parisinas.
La torre Eiffel se alzaba no muy lejos de la calle por la que la joven caminaba con calma con las bolsas marrones en los brazos, camino a su hogar. Beatrice había salido esa mañana animada por el sol que había salido tras más de siete días de lloviznas. La cocinera debía salir a comprar, pero tenía aun que organizar el menú para las comidas que la señora Delteria debería tener durante su estancia en Italia.
La mujer se marchaba a ver a su cuñada, Beatrice era quien le había propuesto su salida, estar en el hogar donde había perdido un marido, un padre y un amigo no le sentaba bien, necesitaba despejarse, y Venecia era el lugar ideal para ello, lejos de la pesada pompa parisiense, podría liberar un poco el peso de su corazón. Era por eso, para que Marie pudiera organizar el menú, que ella había decidido salir a hacer las compras, al fin y al cabo, solo necesitaba comprar fruta.
Le gustaba ir a comprar ese tipo de cosas, la carne, el pescado, no demasiado, olía mal y era pegajoso, pero la ruta tenía aromas dulces y frescos, la ponía de buen humor andar con una bolsa repleta de naranjas, fresas, higos y cerezas, además, no había podido evitarlo y había comprado algo de cecina seca, desde pequeña, a pesar de que a poca gente le parecía una comida agradable, a ella le había encantado.
Tarareaba notando el fresco del viento limpio a través de su capa y entrando por el vuelo de su vestido liviano, sintiéndose ligera sin cancanes pesados, joyas, sombreros, parasoles o colas molestas cuando lo vio. Un pequeño mapache escondido en un seto, parecía asustado. Se acercó sin prisa y se agachó a su lado, no parecía que el pequeño se hubiera dado demasiada cuenta de su presencia cuando llegó a él.
- Hey, pequeño, ¿te has perdido?- preguntó dejando la bolsa de fruta en el suelo empedrado, sonriendo con calma. Le gustaban los animales, sobretodo los pequeños, regordetes, peludos y adorables.- M... parece que no has comido mucho...- reflexionó mirándolo antes de rebuscar la cecina en su bolsa.- ten.- le ofreció arrodillada, mojándose las medias, esperando que el animalillo se acercara.
La torre Eiffel se alzaba no muy lejos de la calle por la que la joven caminaba con calma con las bolsas marrones en los brazos, camino a su hogar. Beatrice había salido esa mañana animada por el sol que había salido tras más de siete días de lloviznas. La cocinera debía salir a comprar, pero tenía aun que organizar el menú para las comidas que la señora Delteria debería tener durante su estancia en Italia.
La mujer se marchaba a ver a su cuñada, Beatrice era quien le había propuesto su salida, estar en el hogar donde había perdido un marido, un padre y un amigo no le sentaba bien, necesitaba despejarse, y Venecia era el lugar ideal para ello, lejos de la pesada pompa parisiense, podría liberar un poco el peso de su corazón. Era por eso, para que Marie pudiera organizar el menú, que ella había decidido salir a hacer las compras, al fin y al cabo, solo necesitaba comprar fruta.
Le gustaba ir a comprar ese tipo de cosas, la carne, el pescado, no demasiado, olía mal y era pegajoso, pero la ruta tenía aromas dulces y frescos, la ponía de buen humor andar con una bolsa repleta de naranjas, fresas, higos y cerezas, además, no había podido evitarlo y había comprado algo de cecina seca, desde pequeña, a pesar de que a poca gente le parecía una comida agradable, a ella le había encantado.
Tarareaba notando el fresco del viento limpio a través de su capa y entrando por el vuelo de su vestido liviano, sintiéndose ligera sin cancanes pesados, joyas, sombreros, parasoles o colas molestas cuando lo vio. Un pequeño mapache escondido en un seto, parecía asustado. Se acercó sin prisa y se agachó a su lado, no parecía que el pequeño se hubiera dado demasiada cuenta de su presencia cuando llegó a él.
- Hey, pequeño, ¿te has perdido?- preguntó dejando la bolsa de fruta en el suelo empedrado, sonriendo con calma. Le gustaban los animales, sobretodo los pequeños, regordetes, peludos y adorables.- M... parece que no has comido mucho...- reflexionó mirándolo antes de rebuscar la cecina en su bolsa.- ten.- le ofreció arrodillada, mojándose las medias, esperando que el animalillo se acercara.
Beatrice Delteria- Humano Clase Alta
- Mensajes : 304
Fecha de inscripción : 16/04/2015
Localización : París/Francia
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
Re: Di no a las pieles #Beatrice
Un hombre demasiado elegante caminaba despacio por la calle, mirando a todo el personal que paseaba como él por encima del hombro, como si ninguno tuviese el derecho de mirarlo solo por ser quien era. Yo no sabía quién era, y me daba igual quien fuese la verdad. Su enorme barriga golpeó a un niño que iba distraído comiendo un cruassant, el cual se le cayó al suelo por el golpe. El niño miró su desayuno con un pequeño puchero. El hombre, en vez de disculparse o darle unos francos para que se comprase otro, no tuvo otra cosa que pisarlo y seguir su camino.
Dejé escapar un pequeño gruñido, ese tipo de acciones me ponían de lo más enfermo. ¿Cómo se atrevía? Maldito rico. Continué observándolo con atención desde mi pequeño escondite al lado del seto, hasta que una voz me sobresaltó y me hizo dar un leve grito, haciendo que me cayese dentro de los arbustos.
¿Qué acababa de pasar? Me toqué mi pequeño corazón que latía como un loco por el susto que me había dado aquella mujer. ¿Cómo había permitido que me descubriese? Salí de nuevo porque la mujer me estaba hablando. Me acerqué un poco, pero solamente porque olisqueé la bolsita de frutas que llevaba.La mujer continuó mirándome y me ofreció un trozo de su cecina. Las tripas me rugieron al instante y la acepté, cogiéndola con mis pequeñas manos y dando un mordisco. Quizás estuviese actuando como un mapache demasiado confiado, pero cuando el hambre apretaba... Además, la chica llevaba buena ropa, podía hacerme su amigo y robarle más tarde.
Dejé escapar un pequeño gruñido, ese tipo de acciones me ponían de lo más enfermo. ¿Cómo se atrevía? Maldito rico. Continué observándolo con atención desde mi pequeño escondite al lado del seto, hasta que una voz me sobresaltó y me hizo dar un leve grito, haciendo que me cayese dentro de los arbustos.
¿Qué acababa de pasar? Me toqué mi pequeño corazón que latía como un loco por el susto que me había dado aquella mujer. ¿Cómo había permitido que me descubriese? Salí de nuevo porque la mujer me estaba hablando. Me acerqué un poco, pero solamente porque olisqueé la bolsita de frutas que llevaba.La mujer continuó mirándome y me ofreció un trozo de su cecina. Las tripas me rugieron al instante y la acepté, cogiéndola con mis pequeñas manos y dando un mordisco. Quizás estuviese actuando como un mapache demasiado confiado, pero cuando el hambre apretaba... Además, la chica llevaba buena ropa, podía hacerme su amigo y robarle más tarde.
Nahuel- Cambiante Clase Baja
- Mensajes : 71
Fecha de inscripción : 29/09/2016
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
Re: Di no a las pieles #Beatrice
Mientras el mapache comenzó a comer la cecina, escuchó el llanto de un niño desde el suelo, un hombre barrigudo parecía reírse de él y acusarlo, el helado le había manchado la solaba de la chaqueta. Con ceño fruncido, molesta por la actitud del tipo y que nadie se acercase a ayudar al chiquillo, se levantó, con una naranja en la mano y la comenzó a pelar.
Llegó hasta el niño y se agachó a su lado intentando tranquilizarlo mientras el hombre seguía vociferando, enfadado y nervioso, Bea notaba como si las venas de su sien comenzaran a inflamarse, ¿que tipo de persona actuaba de ese modo ante un niño caído? Un idiota por supuesto.
- No te preocupes pequeño, es solo un rasguño.- le aseguró al chiquillo ignorando al gordo, dándole su pañuelo para secarse las lágrimas, no se había hecho nada a penas, pero entendía que se llorase con un estúpido gritándole. Se giró al hombre y se levantó cuan alta era, que no era mucho, pero al menos no estaba ya a la altura del chiquillo.- Mire, señor, es usted un maleducado, no tiene porque tratar así a un chiquillo, porque, después de todo, es solo un chiquillo.- el tipo se infló y enrojeció como un gorila, y comenzó a despotricar, al final Bea le chafó la naranja en la camisa y, cogiendo al niño, se lo llevó lejos.- Ahora si tiene un motivo para enfurecerse y no por una manchita de nada, ¡y adelgace, que tiene más manchas por sus sudor que por el helado!- aconsejó con enfado retirándose
El hombre fue a por ella, pero la mirada de todos los presentes, que parecían acusarlo de bestia, de irracional, después de todo, quién pegaría a una mujer que era, claramente, de una clase social alta, y a un niño que lloraba, una bestia. Por lo que, ante el juicio de la gente, el hombre pomposo se marchó.
Con el niño llorando menos, y ya junto al seto y su bolsa de fruta buscó al mapache con la mirada esperando que un animal adorable calmase del todo el llanto del pequeño, lo localizó entre las ramas y, sacando otro trozo de cecina, señaló al niño que guardase silencio con un dedo sobre los labios y un guió de ojo.
- Atiende.- susurró.- hey, mapachito, no te escondas, mira.- llamó esperando no asustar al mapache y poder hacer sonreír al niño, que se sostenía de su falda y del pañuelo que ella le había dado.
Llegó hasta el niño y se agachó a su lado intentando tranquilizarlo mientras el hombre seguía vociferando, enfadado y nervioso, Bea notaba como si las venas de su sien comenzaran a inflamarse, ¿que tipo de persona actuaba de ese modo ante un niño caído? Un idiota por supuesto.
- No te preocupes pequeño, es solo un rasguño.- le aseguró al chiquillo ignorando al gordo, dándole su pañuelo para secarse las lágrimas, no se había hecho nada a penas, pero entendía que se llorase con un estúpido gritándole. Se giró al hombre y se levantó cuan alta era, que no era mucho, pero al menos no estaba ya a la altura del chiquillo.- Mire, señor, es usted un maleducado, no tiene porque tratar así a un chiquillo, porque, después de todo, es solo un chiquillo.- el tipo se infló y enrojeció como un gorila, y comenzó a despotricar, al final Bea le chafó la naranja en la camisa y, cogiendo al niño, se lo llevó lejos.- Ahora si tiene un motivo para enfurecerse y no por una manchita de nada, ¡y adelgace, que tiene más manchas por sus sudor que por el helado!- aconsejó con enfado retirándose
El hombre fue a por ella, pero la mirada de todos los presentes, que parecían acusarlo de bestia, de irracional, después de todo, quién pegaría a una mujer que era, claramente, de una clase social alta, y a un niño que lloraba, una bestia. Por lo que, ante el juicio de la gente, el hombre pomposo se marchó.
Con el niño llorando menos, y ya junto al seto y su bolsa de fruta buscó al mapache con la mirada esperando que un animal adorable calmase del todo el llanto del pequeño, lo localizó entre las ramas y, sacando otro trozo de cecina, señaló al niño que guardase silencio con un dedo sobre los labios y un guió de ojo.
- Atiende.- susurró.- hey, mapachito, no te escondas, mira.- llamó esperando no asustar al mapache y poder hacer sonreír al niño, que se sostenía de su falda y del pañuelo que ella le había dado.
Beatrice Delteria- Humano Clase Alta
- Mensajes : 304
Fecha de inscripción : 16/04/2015
Localización : París/Francia
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
Re: Di no a las pieles #Beatrice
Esta cecina estaba muy buena, yo siempre había probado de las peores, carne seca como suela de un zapato, duras como rocas que te podías partir los dientes si es que tenías... Y ni siquiera tenían sabor, por lo que esta cecina estaba siendo el paraíso para alguien de mi clase social.
La mujer se giró y se encaminó hacía el hombre gordo que estaba reprendiendo al niño con el que se había chocado y al parecer, se había manchado un poco su americana con la que iba a ir al trabajo o a donde narices fuese. Estuve tentado de seguirla para ver que ocurría, pero un mapache de verdad no iría a donde hay un bullicio y se están gritando, por lo que me quedé en el sitio, terminándome la cecina.
Miré al suelo y me percaté de que la chica se había dejado la bolsa con la fruta. Me acerqué un poco para olisquearla, olía muy bien. Miré de nuevo a donde estaba la mujer que seguía increpándole al gordo y abrí un poco la bolsa, lo justo para que me entrase la mano y poder sacar unas moras. Me las metí todas a la vez en la boca y las mastiqué con toda la prisa de la que fui capaz, porque la señora ya volvía con el niño lloroso.
Se acercaron a mi y conseguí tragar las moras que había sustraído de la bolsa. La señora me habló y moví un poco la cola, mirando también al niño, parecían buenas personas asi que me acerqué un poco, hasta que estuve casi sobre el zapato del muchacho. Era un niño guapo, aunque se afeaba por los ojos rojos por el llanto. La mujer... era muy guapa, más guapa que muchas otras damas.
La mujer se giró y se encaminó hacía el hombre gordo que estaba reprendiendo al niño con el que se había chocado y al parecer, se había manchado un poco su americana con la que iba a ir al trabajo o a donde narices fuese. Estuve tentado de seguirla para ver que ocurría, pero un mapache de verdad no iría a donde hay un bullicio y se están gritando, por lo que me quedé en el sitio, terminándome la cecina.
Miré al suelo y me percaté de que la chica se había dejado la bolsa con la fruta. Me acerqué un poco para olisquearla, olía muy bien. Miré de nuevo a donde estaba la mujer que seguía increpándole al gordo y abrí un poco la bolsa, lo justo para que me entrase la mano y poder sacar unas moras. Me las metí todas a la vez en la boca y las mastiqué con toda la prisa de la que fui capaz, porque la señora ya volvía con el niño lloroso.
Se acercaron a mi y conseguí tragar las moras que había sustraído de la bolsa. La señora me habló y moví un poco la cola, mirando también al niño, parecían buenas personas asi que me acerqué un poco, hasta que estuve casi sobre el zapato del muchacho. Era un niño guapo, aunque se afeaba por los ojos rojos por el llanto. La mujer... era muy guapa, más guapa que muchas otras damas.
Nahuel- Cambiante Clase Baja
- Mensajes : 71
Fecha de inscripción : 29/09/2016
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
Re: Di no a las pieles #Beatrice
Mientras el niño comenzaba a clamarse, el mapache decidió salir de su escondrijo y coger el trozo de cecina que le ofrecía. La paz parecía haber vuelto a la calle, y las nubes comenzaban a empañar el bonito día que había amanecido. Con el pañuelo, mientras el mapache a los pies del niño los miraba, secó los restos de lagrimas del pequeño y sacó unas cerezas de la bolsa para darselas al chiquillo que comía una y le daba otra al animalillo.
Bea sonrió antes de oir los gritos de una mujer que llamaba a su niño. El pequeño a penas hubo escuchado al voz gritó un fuerte mamá, y esperó a que la señora acudiera hasta él. Miró la reunión, el pequeño exteniendo las manos hacia su madre, la muejr recogiendolo en un abrazo y un hombre que corría tras ellos y que se unía al abrazo antes de comenzar a regañar al chiquillo por haberse perdido.
Ella nunca había tenido eso, si se perdía, quienes la buscaban solían ser los trabajadores de la casa, que la tenían consentida, en comparación a la actitud severa de su padre y la pasiva de su madre. Sabía que si no hubiera sido por la cocinera, Marie, y el mayordomo, Jeferson, no había sido la misma. Cuando la secuestraron, los que le daban un abrazo cada día nada más despertar y otro antes de dormirse para que se sintiera segura no habían sido sus padres, si no los trabajadores del hogar.
Deshaciendose en agradecimientos, la familia se fue a tiempo de que las primera gotas de lluvia comenzaran a caer desde el cielo. "Oh, vaya" pensó Bea recogiendo la bolsa y comenzando a andar. Sin embargo, se paró un momento en medio de la vacía acera, que había sido despejada de gente en cuanto los primeros truenos habían sonado.
Giró y miró al pequeño mapache, ¿se quedaría allí solo, con la lluvia? No podía dejarlo así, no podía permitir que alguien no lo viera al pasar con el carruje y lo atropellara o que se resvalase y se hiciera daño. Con un suspiro, cuando las gotas ya comenzaban a mojarle el pelo se acercó al animalillo y acercandose despacio, esperando no asustarlo, lo cogió en brazos.
- Vamos, al menos mientras llueva, estarás en mi casa, allí te daré de comer algo mejor que solo cecina.- afirmó sonriente mientras comenzaba a andar, la lluvia comenzaba a ser más fuerte, debía llegar a casa antes de coger un resfriado.
Bea sonrió antes de oir los gritos de una mujer que llamaba a su niño. El pequeño a penas hubo escuchado al voz gritó un fuerte mamá, y esperó a que la señora acudiera hasta él. Miró la reunión, el pequeño exteniendo las manos hacia su madre, la muejr recogiendolo en un abrazo y un hombre que corría tras ellos y que se unía al abrazo antes de comenzar a regañar al chiquillo por haberse perdido.
Ella nunca había tenido eso, si se perdía, quienes la buscaban solían ser los trabajadores de la casa, que la tenían consentida, en comparación a la actitud severa de su padre y la pasiva de su madre. Sabía que si no hubiera sido por la cocinera, Marie, y el mayordomo, Jeferson, no había sido la misma. Cuando la secuestraron, los que le daban un abrazo cada día nada más despertar y otro antes de dormirse para que se sintiera segura no habían sido sus padres, si no los trabajadores del hogar.
Deshaciendose en agradecimientos, la familia se fue a tiempo de que las primera gotas de lluvia comenzaran a caer desde el cielo. "Oh, vaya" pensó Bea recogiendo la bolsa y comenzando a andar. Sin embargo, se paró un momento en medio de la vacía acera, que había sido despejada de gente en cuanto los primeros truenos habían sonado.
Giró y miró al pequeño mapache, ¿se quedaría allí solo, con la lluvia? No podía dejarlo así, no podía permitir que alguien no lo viera al pasar con el carruje y lo atropellara o que se resvalase y se hiciera daño. Con un suspiro, cuando las gotas ya comenzaban a mojarle el pelo se acercó al animalillo y acercandose despacio, esperando no asustarlo, lo cogió en brazos.
- Vamos, al menos mientras llueva, estarás en mi casa, allí te daré de comer algo mejor que solo cecina.- afirmó sonriente mientras comenzaba a andar, la lluvia comenzaba a ser más fuerte, debía llegar a casa antes de coger un resfriado.
Beatrice Delteria- Humano Clase Alta
- Mensajes : 304
Fecha de inscripción : 16/04/2015
Localización : París/Francia
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
Re: Di no a las pieles #Beatrice
El niño continuaba llorando pero no tan salvajemente como en un principio, la mujer le limpió las lágrimas con el pañuelo y el pequeño dejó de llorar por fin. No me gustaban los llantos de los niños, me repateaban los oídos y me ponían de mal humor, por lo que agradecí a la mujer que lo hubiera calmado. Le pasó unas cerezas y el niño comenzó a dármelas. Hoy era mi día de suerte, tenía la bolsa de bayas, había comido cecina y ahora algo de fruta. Quizás hoy no me fuese hambriento a la cama.
Mordisqueé la cereza despacio para no tragarme el hueso y lo dejé en el suelo mientras miraba al niño con interés y le ponía ojitos para que me siguiese dando cerezas. Pensé en guardarme algunas en la bolsa que tenía, pero no sabía si ellos verían normal que un mapache guardase las cerezas en la bolsa para después, así que no tuve más remedio que comérmelas todas.
Unos gritos captaron de nuevo mi atención y vi a una mujer gritar desesperada que había perdido a su hijo. El niño escuchó la voz de su madre y le llamó para hacerle saber que estaba bien. Se abrazaron en medio de la calle y formaron una bonita estampa. Incliné la cabeza, todo esto era muy tierno, y me estaba distrayendo de mi misión de hoy. Tenía que encontrar a alguien a quien robar... En ese momento, comenzó a llover. Pensé una palabrota, no me gustaba que lloviera, la gente se metía en bares, en sus casas y en sitios que era difícil entrar para un mapache. En humano podía entrar, por supuesto en los bares, pero no tenía la ropa, por lo que tenía que continuar en esta forma.
La mujer comenzó a caminar tras recoger sus cosas y se alejaba de mí. ¿Y si le robaba a ella? Podía seguirla a cierta distancia para que no me viese, o si me veía quizás pensase que quería ser su amigo. Froté mis manitas con un gesto malvado cuando la chica se giró en mi dirección y clavó sus ojos en mí. Se volvió sobre sus pasos y con cuidado por si le mordía o si huía de ella, me cogió en sus brazos.
Me dejé coger sin rechistar, y la escuché. Hoy era mi día de suerte. Iba a poder estar en un lugar cálido y seguramente precioso en el que descansar y después, cuando se durmiese, iba a poder robarle todo lo que quisiera. Le acaricié la cara a modo de agradecimiento y me quedé quieto, mirando para luego recordar el camino hasta su casa, por si tenía que volver a necesitar robarle.
Mordisqueé la cereza despacio para no tragarme el hueso y lo dejé en el suelo mientras miraba al niño con interés y le ponía ojitos para que me siguiese dando cerezas. Pensé en guardarme algunas en la bolsa que tenía, pero no sabía si ellos verían normal que un mapache guardase las cerezas en la bolsa para después, así que no tuve más remedio que comérmelas todas.
Unos gritos captaron de nuevo mi atención y vi a una mujer gritar desesperada que había perdido a su hijo. El niño escuchó la voz de su madre y le llamó para hacerle saber que estaba bien. Se abrazaron en medio de la calle y formaron una bonita estampa. Incliné la cabeza, todo esto era muy tierno, y me estaba distrayendo de mi misión de hoy. Tenía que encontrar a alguien a quien robar... En ese momento, comenzó a llover. Pensé una palabrota, no me gustaba que lloviera, la gente se metía en bares, en sus casas y en sitios que era difícil entrar para un mapache. En humano podía entrar, por supuesto en los bares, pero no tenía la ropa, por lo que tenía que continuar en esta forma.
La mujer comenzó a caminar tras recoger sus cosas y se alejaba de mí. ¿Y si le robaba a ella? Podía seguirla a cierta distancia para que no me viese, o si me veía quizás pensase que quería ser su amigo. Froté mis manitas con un gesto malvado cuando la chica se giró en mi dirección y clavó sus ojos en mí. Se volvió sobre sus pasos y con cuidado por si le mordía o si huía de ella, me cogió en sus brazos.
Me dejé coger sin rechistar, y la escuché. Hoy era mi día de suerte. Iba a poder estar en un lugar cálido y seguramente precioso en el que descansar y después, cuando se durmiese, iba a poder robarle todo lo que quisiera. Le acaricié la cara a modo de agradecimiento y me quedé quieto, mirando para luego recordar el camino hasta su casa, por si tenía que volver a necesitar robarle.
Nahuel- Cambiante Clase Baja
- Mensajes : 71
Fecha de inscripción : 29/09/2016
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
Re: Di no a las pieles #Beatrice
Caminó con bastante calma a pesar de la lluvia por las calles mojadas, empedradas y tristes de París. Sabía que cuando llegase a casa una tonelada de papeles la estaría esperando en su nuevo despacho y que no tendría a nadie que la ayudase a nada. Se cansaba de hacer cuentas y más cuentas, de leer y releer documentos legales que, al final, no tenían ningún sentido porque hablaban de lógica y no de legalidad, como siempre le tocaría comer sola mientras comparaba instrumentos para saber porque precio debía empezar las subastas y leería y respondería cartas de los museos que le pedían prestados cuadros sin querer pagar, no le importaba donar, pero no podía hacerlo siempre, y si un museo tenía dinero, era necesario que pagase a cambio de un servicio.
Al se mujer la tomaban por el pito del sereno. Cierto que había heredado la empresa, pero se había ganado todos y cada uno de los clientes, de los pedidos, de los respetos, había llegado a su puesto por su padre, pero su padre había llegado allí por ella y eso era algo que sabía más de una persona en la ciudad, pero, después de todo, solo era mujer, así que no la llegaban a tomar en serio, creían que debería dedicarse a perfumes, a tocar el piano y a pintar cuadros feos que nadie apreciaría, a bordar o a cocinar, aun siendo una dama de clase alta. Lo llevaban claro si pensaban que Bea haría eso.
Aceleró el paso mientras la lluvia le empapaba el pelo, riendo un poco, al menos, mientras llegaba a casa, se divertiría chapoteando en los charcos, era probable que quien viera a una dama elegante haciendo esas cosas pensase que estaba para encerrar en el manicomio, era posible que así fuera, después de todo no es que ella fuera común en la sociedad precisamente. Incluso el mapache debía creer que estaba loca, pero era su único momento de evasión, y si llovía, no tenía más forma de divertirse que esa, no iba a dejar que un chaparrón le fastidiara la alegría y la calma.
- Puede ser divertido pasear, incluso si llueve, ¿no?- Le preguntó al mapache mientras encaraba la calle principal de la zona residencial donde se encontraba su hogar.
Llegaron al frente de una lujosa casa azulada de vallas negras con un pequeño jardín delantero, Bea subió a saltos las escaleras del porche y suspiró agitando la cabeza con una risa mientras su pelo, empapada, dejaba caer gotas de agua. Abrió la puerta saludando en voz alta, pero nadie respondió. Debía haberlo supuesto, tal vez se habían quedado atascados en a´gún lugar por la lluvia.
La entrada con suelo de marmol y una rica alfombra frente a la escalera estaba cálida, antes de salir alguien debía haber previsto la lluvia y ahbía encendido las chimeneas de la casa, era de agradecer. Fue directa a la cocina, con el mapache aun en brazos y dejó la bolsa sobre la mesa de madera, los fogones estaban apagados, pero una cazuela de sopa resposab sobre ellos. Descargada la comida, notó mas la humedad del animal. Lo miró y dio un suspiro, sería mejor secarlo.
Subió hasta el baño de su dormitorio y cerró la puerta mientras dejaba salir el agua caliente a la tina, al mapache podía secarse pero ella necesitaba un baño para entrar en calor. Sacó una toalla de manos y comenzó a secar al animal, pero notó que se ensuciaba, lógico, era de la calle, por lo que no podía estar del todo limpio.
- Mh... será mejor que te bañe, aunque primero me meteré yo en la tina, no sea que me resfrie.- sonrió tranquila, levantandose y comenzando a desanudar su vestido.
Lo dejó caer al suelo sintiendo alivio por quitarse de encima el peso de la ropa mojada, retiró los zapatos, las mediasy la ropa interior para sumerjirse en el agua caliente y recostar el cuello en el borde redondeado y notar relajarse los músculos helados con el agua ardiendo. Una ventana pequeña que dejaba entrar, usualmente, algo de luz, le permitía ver la tormenta sin que nadie la viera a ella.
- Cuando acabe, vas tu.- le sonrió al animalillo poniendo sus brazos sobre la tina, cambiando su posición, para poder ver al animalillo, no se pondría nervioso por estar encerra, ¿no?
Al se mujer la tomaban por el pito del sereno. Cierto que había heredado la empresa, pero se había ganado todos y cada uno de los clientes, de los pedidos, de los respetos, había llegado a su puesto por su padre, pero su padre había llegado allí por ella y eso era algo que sabía más de una persona en la ciudad, pero, después de todo, solo era mujer, así que no la llegaban a tomar en serio, creían que debería dedicarse a perfumes, a tocar el piano y a pintar cuadros feos que nadie apreciaría, a bordar o a cocinar, aun siendo una dama de clase alta. Lo llevaban claro si pensaban que Bea haría eso.
Aceleró el paso mientras la lluvia le empapaba el pelo, riendo un poco, al menos, mientras llegaba a casa, se divertiría chapoteando en los charcos, era probable que quien viera a una dama elegante haciendo esas cosas pensase que estaba para encerrar en el manicomio, era posible que así fuera, después de todo no es que ella fuera común en la sociedad precisamente. Incluso el mapache debía creer que estaba loca, pero era su único momento de evasión, y si llovía, no tenía más forma de divertirse que esa, no iba a dejar que un chaparrón le fastidiara la alegría y la calma.
- Puede ser divertido pasear, incluso si llueve, ¿no?- Le preguntó al mapache mientras encaraba la calle principal de la zona residencial donde se encontraba su hogar.
Llegaron al frente de una lujosa casa azulada de vallas negras con un pequeño jardín delantero, Bea subió a saltos las escaleras del porche y suspiró agitando la cabeza con una risa mientras su pelo, empapada, dejaba caer gotas de agua. Abrió la puerta saludando en voz alta, pero nadie respondió. Debía haberlo supuesto, tal vez se habían quedado atascados en a´gún lugar por la lluvia.
La entrada con suelo de marmol y una rica alfombra frente a la escalera estaba cálida, antes de salir alguien debía haber previsto la lluvia y ahbía encendido las chimeneas de la casa, era de agradecer. Fue directa a la cocina, con el mapache aun en brazos y dejó la bolsa sobre la mesa de madera, los fogones estaban apagados, pero una cazuela de sopa resposab sobre ellos. Descargada la comida, notó mas la humedad del animal. Lo miró y dio un suspiro, sería mejor secarlo.
Subió hasta el baño de su dormitorio y cerró la puerta mientras dejaba salir el agua caliente a la tina, al mapache podía secarse pero ella necesitaba un baño para entrar en calor. Sacó una toalla de manos y comenzó a secar al animal, pero notó que se ensuciaba, lógico, era de la calle, por lo que no podía estar del todo limpio.
- Mh... será mejor que te bañe, aunque primero me meteré yo en la tina, no sea que me resfrie.- sonrió tranquila, levantandose y comenzando a desanudar su vestido.
Lo dejó caer al suelo sintiendo alivio por quitarse de encima el peso de la ropa mojada, retiró los zapatos, las mediasy la ropa interior para sumerjirse en el agua caliente y recostar el cuello en el borde redondeado y notar relajarse los músculos helados con el agua ardiendo. Una ventana pequeña que dejaba entrar, usualmente, algo de luz, le permitía ver la tormenta sin que nadie la viera a ella.
- Cuando acabe, vas tu.- le sonrió al animalillo poniendo sus brazos sobre la tina, cambiando su posición, para poder ver al animalillo, no se pondría nervioso por estar encerra, ¿no?
Beatrice Delteria- Humano Clase Alta
- Mensajes : 304
Fecha de inscripción : 16/04/2015
Localización : París/Francia
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
Re: Di no a las pieles #Beatrice
En sus brazos me encontraba bien, aunque estaba algo nervioso por ver donde vivía esta muchacha, ver si tenía cosas de alta cuna para poder robarle, como cubertería de plata, joyas, algún cuadro, dinero... cualquier cosa que se pudiera vender fácil en el mercado negro, donde siempre vendía ese tipo de objetos, por los cuales pagaban un buen alto precio.
Últimamente no había ido mucho por allí, me había centrado en conseguir comida para mis padres y para los niños que había en las chabolas... Por eso esta iba a ser una gran oportunidad para poder coger algo de gran valor. Fui fijándome en todo con los más posibles detalles que pude, por suerte tenía memoria fotográfica, por lo que iba a ser muy fácil recordar el camino si quería volver a robarle otro día.
La lluvia nos estaba empapando sin ningún tipo de miramientos, tenía el pelaje completamente mojado excepto en aquellas partes de mi pequeño cuerpo que ella cubría con sus brazos para sujetarme. La chica comenzó a acelerar su paso para poder llegar antes, la lluvia no nos iba a dar ninguna tregua esta vez, así que le agradecí mucho que intentase ir más rápido, no quería ponerme enfermo... Y que todo se fuese al traste.
Nos paramos delante de una casa realmente grande, no sabía decir a ciencia cierta si era tan grande porque estaba en estado animal pequeño o por si realmente era grande... Supuse que sería por lo último, se podía ver el lujo en cada parte de este barrio, seguro que tenía mucho dinero. Una vez dentro, el calor que hacía me invadió y casi hice una mueca a modo de sonrisa, mucho mejor aquí que en la calle.
Se dirigió a la cocina y mis tripas rugieron un poco por el olor a sopa que había, esperaba que luego me diese de cenar si no... Entraría aquí también a robarle algo de comida. Nos fuimos de la cocina cuando dejó todas las bolsas que llevaba de la compra, y me metió en el que supuse que se trataba de su habitación. Era una habitación amplia, era tan grande como toda mi casa.
Cogió una toalla y empezó a secarme con ella, pero en vez de secarme lo que salía de mi pelaje era suciedad. ¿Cuánto hacía que no me bañaba? Además había estado a la mañana por el bosque y me había puesto como un auténtico cochinillo rebozado en el barro. Dejó de secarme al darse cuenta de que era imposible limpiarme sin un baño y me dijo aquella frase... para después comenzar a desnudarse.
El corazón comenzó a latirme rápido, no era la primera chica a la que veía desnuda, pero todas habían sido cambiantes como yo, entonces para mi su desnudez no me causaba ninguna sensación, pero la de ella... Me puse nervioso y me fijé embobado como se dejaba caer el vestido, se quitaba las medias, quedándose en ropa interior. Comencé a rodar por la alfombra, dandole intimidad para no verla desnuda al completo, quizás pensase que era un mapache loco por comenzar a rodar como una croqueta, o que lo hacía para secarme... Pensase lo que pensase cualquier cosa estaba bien.
Dejé de rodar en el momento en el que se metió en el agua y cambió su posición para poder verme. ¿Que quería que hiciera ahora? Comencé a olisquear toda la habitación, inspeccionando este lugar nuevo... ¿Dónde guardaría sus joyas? Pude ver como iba manchando con mis huellas de barro su suelo de madera.
Últimamente no había ido mucho por allí, me había centrado en conseguir comida para mis padres y para los niños que había en las chabolas... Por eso esta iba a ser una gran oportunidad para poder coger algo de gran valor. Fui fijándome en todo con los más posibles detalles que pude, por suerte tenía memoria fotográfica, por lo que iba a ser muy fácil recordar el camino si quería volver a robarle otro día.
La lluvia nos estaba empapando sin ningún tipo de miramientos, tenía el pelaje completamente mojado excepto en aquellas partes de mi pequeño cuerpo que ella cubría con sus brazos para sujetarme. La chica comenzó a acelerar su paso para poder llegar antes, la lluvia no nos iba a dar ninguna tregua esta vez, así que le agradecí mucho que intentase ir más rápido, no quería ponerme enfermo... Y que todo se fuese al traste.
Nos paramos delante de una casa realmente grande, no sabía decir a ciencia cierta si era tan grande porque estaba en estado animal pequeño o por si realmente era grande... Supuse que sería por lo último, se podía ver el lujo en cada parte de este barrio, seguro que tenía mucho dinero. Una vez dentro, el calor que hacía me invadió y casi hice una mueca a modo de sonrisa, mucho mejor aquí que en la calle.
Se dirigió a la cocina y mis tripas rugieron un poco por el olor a sopa que había, esperaba que luego me diese de cenar si no... Entraría aquí también a robarle algo de comida. Nos fuimos de la cocina cuando dejó todas las bolsas que llevaba de la compra, y me metió en el que supuse que se trataba de su habitación. Era una habitación amplia, era tan grande como toda mi casa.
Cogió una toalla y empezó a secarme con ella, pero en vez de secarme lo que salía de mi pelaje era suciedad. ¿Cuánto hacía que no me bañaba? Además había estado a la mañana por el bosque y me había puesto como un auténtico cochinillo rebozado en el barro. Dejó de secarme al darse cuenta de que era imposible limpiarme sin un baño y me dijo aquella frase... para después comenzar a desnudarse.
El corazón comenzó a latirme rápido, no era la primera chica a la que veía desnuda, pero todas habían sido cambiantes como yo, entonces para mi su desnudez no me causaba ninguna sensación, pero la de ella... Me puse nervioso y me fijé embobado como se dejaba caer el vestido, se quitaba las medias, quedándose en ropa interior. Comencé a rodar por la alfombra, dandole intimidad para no verla desnuda al completo, quizás pensase que era un mapache loco por comenzar a rodar como una croqueta, o que lo hacía para secarme... Pensase lo que pensase cualquier cosa estaba bien.
Dejé de rodar en el momento en el que se metió en el agua y cambió su posición para poder verme. ¿Que quería que hiciera ahora? Comencé a olisquear toda la habitación, inspeccionando este lugar nuevo... ¿Dónde guardaría sus joyas? Pude ver como iba manchando con mis huellas de barro su suelo de madera.
Nahuel- Cambiante Clase Baja
- Mensajes : 71
Fecha de inscripción : 29/09/2016
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
Re: Di no a las pieles #Beatrice
El pequeño mapache, nervioso, comenzó a dar vueltas por todos lados, marcando sus patitas embarradas por el suelo, Beatrice sonrió, tendría que limpiar luego, no quería darle más problemas al servicio, ya bastante hacían por ella, después de todo, Bea no era la típica dama de clase alta, si ensuciaba algo, lo limpiaba ella, si se rompía un cristal, aunque no fuera ella quien lo había roto, ayudaba a recoger, no podía dar la espalda o dejar que la sirvieran, no le gustaba, muchos pensaban que no debería pertenecer a donde pertenecía, porque su comportamiento era indigno de una dama. Poco le importaba, en realidad, estaba contenta con ella misma.
Con un suspiro, al notar los nervios del animal, se apresuró a sumergirse y lavar su pelo con jabón y esencias, la nueva comprada en la tienda de Valeria le encantaba, la relajaba, la calmaba, la hacía estar de buen humor, pero no iba a usarla en ese momento, quien sabía si tendría que volver a lavarse después de bañar al mapachito.
Se puso de pie en la tina y salió despacio para no caerse. Se enredó en la suave bata y, con el pelo mojado y la toalla ya sucia que había usado antes, se acercó despacio al animal agachándose para que no se asustara. Sonrió y, con voz suave, le informó de que iba a cogerlo. Lo tomó con cuidado, envolviéndolo en la toalla para no mancharse y, tras vaciar un poco la tina para que el mapache no se ahogase, lo metió en el interior del agua, que si ya no ardía, como había pasado cuando ella se había introducido, y le había dejado la piel de un tono rosa cálido, estaba caliente.
- No te asustes, te sentará bien.- afirmó con una sonrisa relajada cuando el animal ya estuvo sumergido en el agua cálida.
Comenzó a tirarle agua con suavidad, para que su pelaje se empapase, ¿los animales sentirían también placer y calma cuando el agua les resbalaba por la piel? No lo sabía pero no debía apresurarse, no quería que el animal se asustara, parecía no ser agresivo, y eso era un alivio para ella, ya que debería esconderlo, a la señora Marie podría darle un ataque si descubría que había llevado un animal salvaje a la casa, pero le encantaban los animales, no podría haber hecho otra cosa.
Cuando el mapache parecía estar ya acostumbrado al agua, cogió jabón y, untando se lo en las manos, comenzó a enjabonar al animal, el barro salía del él manchando el agua. Vació la tina mientras seguía enjabonando al mapache, hasta que hubo más espuma que animal. Tan adorable era que se echó a reír.
- Ahora eres blanco, pareces una tarta.- se rió suavemente mientras volvía a llenar la tina con agua caliente, mezclándola con algo de agua fría, para que no se hirviera el pobre animal.
Poco a poco, mientras el agua quitaba la espuma, y en animal quedaba limpio, pudo ver el color autentico del pequeño. No era blanco, pero tenía un bonito color gris y rojizo. Vació la tina nuevamente y con una toalla limpia, cogió al animalillo para secar lo con movimientos suaves, casi como caricias, seguía sin querer asustar al pequeño.
- Ya estás.- susurró cuando el pelo del animal había perdido la humedad, antes de estornudar y apresurarse a secar su pelo con otra toalla limpia.
Suspiró al acabar, pero notaba picor en la garganta, salió del baño hasta su cuarto con el animal en brazos y se sentó en la cama, dejando al bichillo junto a ella, antes de retirar su bata y dejarla caer sobre la gruesa y cálida colcha, el lugar estaba cálido por el fuego de la chimenea que crepitaba en un costado. Sin ropa, se acercó a su armario, lo abrió y sacó algo de ropa, no tardó en ponerse la ropa interior y enfundarse un camisón de tirantes y una bata azul cálida antes de volver a la cama y tirarse sobre ella, se sentía cansada.
- Mapache... ¿debería ponerte algún nombre?- Preguntó al aire, girándose a mirar al animal.
Con un suspiro, al notar los nervios del animal, se apresuró a sumergirse y lavar su pelo con jabón y esencias, la nueva comprada en la tienda de Valeria le encantaba, la relajaba, la calmaba, la hacía estar de buen humor, pero no iba a usarla en ese momento, quien sabía si tendría que volver a lavarse después de bañar al mapachito.
Se puso de pie en la tina y salió despacio para no caerse. Se enredó en la suave bata y, con el pelo mojado y la toalla ya sucia que había usado antes, se acercó despacio al animal agachándose para que no se asustara. Sonrió y, con voz suave, le informó de que iba a cogerlo. Lo tomó con cuidado, envolviéndolo en la toalla para no mancharse y, tras vaciar un poco la tina para que el mapache no se ahogase, lo metió en el interior del agua, que si ya no ardía, como había pasado cuando ella se había introducido, y le había dejado la piel de un tono rosa cálido, estaba caliente.
- No te asustes, te sentará bien.- afirmó con una sonrisa relajada cuando el animal ya estuvo sumergido en el agua cálida.
Comenzó a tirarle agua con suavidad, para que su pelaje se empapase, ¿los animales sentirían también placer y calma cuando el agua les resbalaba por la piel? No lo sabía pero no debía apresurarse, no quería que el animal se asustara, parecía no ser agresivo, y eso era un alivio para ella, ya que debería esconderlo, a la señora Marie podría darle un ataque si descubría que había llevado un animal salvaje a la casa, pero le encantaban los animales, no podría haber hecho otra cosa.
Cuando el mapache parecía estar ya acostumbrado al agua, cogió jabón y, untando se lo en las manos, comenzó a enjabonar al animal, el barro salía del él manchando el agua. Vació la tina mientras seguía enjabonando al mapache, hasta que hubo más espuma que animal. Tan adorable era que se echó a reír.
- Ahora eres blanco, pareces una tarta.- se rió suavemente mientras volvía a llenar la tina con agua caliente, mezclándola con algo de agua fría, para que no se hirviera el pobre animal.
Poco a poco, mientras el agua quitaba la espuma, y en animal quedaba limpio, pudo ver el color autentico del pequeño. No era blanco, pero tenía un bonito color gris y rojizo. Vació la tina nuevamente y con una toalla limpia, cogió al animalillo para secar lo con movimientos suaves, casi como caricias, seguía sin querer asustar al pequeño.
- Ya estás.- susurró cuando el pelo del animal había perdido la humedad, antes de estornudar y apresurarse a secar su pelo con otra toalla limpia.
Suspiró al acabar, pero notaba picor en la garganta, salió del baño hasta su cuarto con el animal en brazos y se sentó en la cama, dejando al bichillo junto a ella, antes de retirar su bata y dejarla caer sobre la gruesa y cálida colcha, el lugar estaba cálido por el fuego de la chimenea que crepitaba en un costado. Sin ropa, se acercó a su armario, lo abrió y sacó algo de ropa, no tardó en ponerse la ropa interior y enfundarse un camisón de tirantes y una bata azul cálida antes de volver a la cama y tirarse sobre ella, se sentía cansada.
- Mapache... ¿debería ponerte algún nombre?- Preguntó al aire, girándose a mirar al animal.
Beatrice Delteria- Humano Clase Alta
- Mensajes : 304
Fecha de inscripción : 16/04/2015
Localización : París/Francia
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
Re: Di no a las pieles #Beatrice
Estaba recorriendo toda esta habitación con la mirada, tenía que acordarme de todo a la perfección para más tarde, quizás ella después guardase en alguno de los cajones más altos a los que yo no llegaba bien en esta estatura alguna de sus joyas o quien sabe, quizás algo más valioso para ella que unas joyas.
Pude oler pese a que estaba de espaldas a ella como se daba un champú o un jabón que olía demasiado fuerte, pero no por ello era un mal olor, aunque arrugué un poco mi nariz. Me giré y justo en ese momento, ella se levantó y se puso una bata con la que secarse. Su cuerpo desnudo me ponía nervioso, muchísimo... Era muy guapa... y... Meneé la cabeza, los mapaches no se excitaban con los humanos, así que me limité a pensar como un mapache en busca de tesoros.
Se acercó a mí despacio con la toalla con la que había intentado secarme antes. Me dejé coger de nuevo, quizás algún viaje intentase revolverme, no era muy normal que un mapache fuese tan dócil como lo estaba haciendo yo. Me metió en la tina cuando echó agua más fría para que no me quemase como una langosta. Chapoteé con las patas traseras en el agua, se sentía demasiado bien aquí dentro, así que cerré un poco los ojos, disfrutando de un acogedor baño en manos de una chica guapa. Cuando se lo contase a mis amigos, no me iban a creer.
Comenzó a enjabonar mi pelaje con las manos y abrí los ojos, era divertido y me hacía cosquillas. El agua a mi alrededor se volvió completamente marrón y ya no me parecía tan agradable como antes, así que hice una mueca. La joven se empezó a reír y me llamó tarta. ¿Enserio? Me habían dado ganas de contestarle, pero no podía, así que cogí un poco de espuma en mi manita y le toqué la nariz, dejándole un poco ahí.
Cuando ya creyó que había tenido el jabón el tiempo suficiente sobre mi pelaje, me echó agua tibia por encima, dejando a relucir mi pelaje gris con tonos rojizos de lo más bonito y curioso. Me sacó con la toalla y comenzó a secarme, pero yo hice lo que todo animal húmedo hacía, sacudirme. Me sacudí entre sus manos y ella estornudó. Me llevo hasta su cama y me dejó que anduviese por ahí, pero me quedé tumbado mirándola, hasta que decidió desnudarse de nuevo. ¿Qué le pasaba a esta mujer con el desnudo? Se pasaba la vida desnuda en su habitación...
Me miré las uñas de las manitas para volver a dejarle intimidad. Solo levanté mis ojos de mis manos cuando dijo que debería de ponerme un nombre. Como se le ocurriese llamarme pelusa, pompón o algún nombre cursi, le iba a morder.
Pude oler pese a que estaba de espaldas a ella como se daba un champú o un jabón que olía demasiado fuerte, pero no por ello era un mal olor, aunque arrugué un poco mi nariz. Me giré y justo en ese momento, ella se levantó y se puso una bata con la que secarse. Su cuerpo desnudo me ponía nervioso, muchísimo... Era muy guapa... y... Meneé la cabeza, los mapaches no se excitaban con los humanos, así que me limité a pensar como un mapache en busca de tesoros.
Se acercó a mí despacio con la toalla con la que había intentado secarme antes. Me dejé coger de nuevo, quizás algún viaje intentase revolverme, no era muy normal que un mapache fuese tan dócil como lo estaba haciendo yo. Me metió en la tina cuando echó agua más fría para que no me quemase como una langosta. Chapoteé con las patas traseras en el agua, se sentía demasiado bien aquí dentro, así que cerré un poco los ojos, disfrutando de un acogedor baño en manos de una chica guapa. Cuando se lo contase a mis amigos, no me iban a creer.
Comenzó a enjabonar mi pelaje con las manos y abrí los ojos, era divertido y me hacía cosquillas. El agua a mi alrededor se volvió completamente marrón y ya no me parecía tan agradable como antes, así que hice una mueca. La joven se empezó a reír y me llamó tarta. ¿Enserio? Me habían dado ganas de contestarle, pero no podía, así que cogí un poco de espuma en mi manita y le toqué la nariz, dejándole un poco ahí.
Cuando ya creyó que había tenido el jabón el tiempo suficiente sobre mi pelaje, me echó agua tibia por encima, dejando a relucir mi pelaje gris con tonos rojizos de lo más bonito y curioso. Me sacó con la toalla y comenzó a secarme, pero yo hice lo que todo animal húmedo hacía, sacudirme. Me sacudí entre sus manos y ella estornudó. Me llevo hasta su cama y me dejó que anduviese por ahí, pero me quedé tumbado mirándola, hasta que decidió desnudarse de nuevo. ¿Qué le pasaba a esta mujer con el desnudo? Se pasaba la vida desnuda en su habitación...
Me miré las uñas de las manitas para volver a dejarle intimidad. Solo levanté mis ojos de mis manos cuando dijo que debería de ponerme un nombre. Como se le ocurriese llamarme pelusa, pompón o algún nombre cursi, le iba a morder.
Nahuel- Cambiante Clase Baja
- Mensajes : 71
Fecha de inscripción : 29/09/2016
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
Re: Di no a las pieles #Beatrice
Aun mirando al mapache, que poco antes había estado rascándose la naricilla, sonrió y lo cogió en brazos para, al girarse aun sobre la cama, mirando hacia el techo, elevarlo y mirarlo dese arriba, era pequeño, pero parecía fuerte, lo había encontrado solo en la calle, y se había acercado a ella aun sin saber si podría hacerle daño, si tuviera que darle un calificativo, sería valiente.
Más de una vez le habían dicho que el valor no era no tener miedo, si no enfrentarse a los que se tuvieran. Ese pequeño había tenido miedo de ella pero aun así había confiado y se había acercado, la chica no encontraba mejor nombre para él.
- Brave.- murmuró.- Brave- repitió- ¿te gusta Brave? en el lugar de donde vengo esa palabra significa valiente, yo creo que te pega.- sonrió acercando al mapache para ponerlo nuevamente en la cama y girarse a mirarlo otra vez.- ¿Eres muy valiente, verdad? espero que me pegues algo.- sonrió con cierto aire triste.
Aun sin cambiar de posición y a pesar de estar, ya, vestida, le recorrió un escalofrío y comenzó a estornudar. Se tapó con las manos nariz y boca, y no uno ni dos, sino hasta cinco estornudos la sacudieron. Se había resfriado al correr bajo la lluvia y ni el baño caliente había sido suficiente. Suspiró cansada, odiaba resfriarse, las medicinas tenían un sabor horrible, el doctor ponía un metal frío en su espalda y le solía subir fiebre con facilidad.
Se levantó de la cama y tomó una bata cálida de detrás de la puerta mientras temblaba un poco a pesar del fuego que ardía en su chimenea. Mejor sería comer algo para poder entrar en calor antes de que le subiera la temperatura, ya comenzaba a notar las mejillas rojas. Esperaba que la lluvia amainara y alguien volviera pronto, esa casa tan grande y vacía era horriblemente fría a pesar del fuego, no porque no hiciera suficiente calor, si no porque era desolador estar en un lugar tan grande sin nadie a su lado, el servicio solía estar siempre, pero parecía que ese día todos se habían puesto de acuerdo para salir y estarían atrapados por la tormenta.
- Vamos a comer algo.- murmuró temblando un poco abriendo la puerta.
Vigilando que el mapache fuera tras ella, bajó las escaleras hasta el primer piso y se adentró en la cocina donde la temperatura aumentó un poco y encendió el fuego para calentar la sopa. Cogió también una sartén y la embadurnó en mantequilla para hacer algo de carne, después de todo dudaba que el mapache fuera a querer sopa. No tardó en estar listo. En un bol puso la carne para el animal, ahora bautizado como Brave y en otro la sopa para ella, los puso sobre la mesa e invitó al mapache a subir a comer.
- Vamos, está rico.- dijo antes de dar el primer sorbo de sopa.
Más de una vez le habían dicho que el valor no era no tener miedo, si no enfrentarse a los que se tuvieran. Ese pequeño había tenido miedo de ella pero aun así había confiado y se había acercado, la chica no encontraba mejor nombre para él.
- Brave.- murmuró.- Brave- repitió- ¿te gusta Brave? en el lugar de donde vengo esa palabra significa valiente, yo creo que te pega.- sonrió acercando al mapache para ponerlo nuevamente en la cama y girarse a mirarlo otra vez.- ¿Eres muy valiente, verdad? espero que me pegues algo.- sonrió con cierto aire triste.
Aun sin cambiar de posición y a pesar de estar, ya, vestida, le recorrió un escalofrío y comenzó a estornudar. Se tapó con las manos nariz y boca, y no uno ni dos, sino hasta cinco estornudos la sacudieron. Se había resfriado al correr bajo la lluvia y ni el baño caliente había sido suficiente. Suspiró cansada, odiaba resfriarse, las medicinas tenían un sabor horrible, el doctor ponía un metal frío en su espalda y le solía subir fiebre con facilidad.
Se levantó de la cama y tomó una bata cálida de detrás de la puerta mientras temblaba un poco a pesar del fuego que ardía en su chimenea. Mejor sería comer algo para poder entrar en calor antes de que le subiera la temperatura, ya comenzaba a notar las mejillas rojas. Esperaba que la lluvia amainara y alguien volviera pronto, esa casa tan grande y vacía era horriblemente fría a pesar del fuego, no porque no hiciera suficiente calor, si no porque era desolador estar en un lugar tan grande sin nadie a su lado, el servicio solía estar siempre, pero parecía que ese día todos se habían puesto de acuerdo para salir y estarían atrapados por la tormenta.
- Vamos a comer algo.- murmuró temblando un poco abriendo la puerta.
Vigilando que el mapache fuera tras ella, bajó las escaleras hasta el primer piso y se adentró en la cocina donde la temperatura aumentó un poco y encendió el fuego para calentar la sopa. Cogió también una sartén y la embadurnó en mantequilla para hacer algo de carne, después de todo dudaba que el mapache fuera a querer sopa. No tardó en estar listo. En un bol puso la carne para el animal, ahora bautizado como Brave y en otro la sopa para ella, los puso sobre la mesa e invitó al mapache a subir a comer.
- Vamos, está rico.- dijo antes de dar el primer sorbo de sopa.
Beatrice Delteria- Humano Clase Alta
- Mensajes : 304
Fecha de inscripción : 16/04/2015
Localización : París/Francia
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
Re: Di no a las pieles #Beatrice
"Brave". La palabra salió dulce y sonó aún más dulce en sus labios. Me explicó lo que significaba y me pareció bien, aunque no me pegaba en absoluto... Ser valiente eran las personas que iban a la guerra, que se enfrentaban al día a día con valor y optimismo, yo esas cosas no las hacía aunque tenía mi propia guerra contra los capitalistas y los ricos que se apropiaban de todo indebidamente. Valoraba a las personas que obtenían dinero con el fruto de su trabajo, a esas no les robaba... Yo era un ladrón que escapaba en forma animal para no acabar en la cárcel. No me consideraba valiente en absoluto, pero bueno, no podía discutir con esta dama sobre eso. Así que Brave me llamaría para ella a partir de ahora.
La muchacha tras sus palabras comenzó a estornudar. ¿Le daba alergia el pelo de animal? ¿O se había enfriado por la lluvia que habíamos tenido que soportar? Esperaba que en esta forma no pudiera contagiarme, necesitaba estar bien para seguir con mis hazañas en el mundo pobre y llevarles comida y algo de dinero a mis padres. Se levantó para coger una bata y mientras me quedé remoloneando en la mullida cama. Siempre había soñado con tener algún día una cama así de reconfortante... Si pudiera robarle la cama, lo haría sin pensarlo.
Abrió la puerta y dijo la palabra clave "Comer". Alcé mis orejas en su dirección y bajé de la cama de un salto. Tenía más hambre que el perro de un ciego. La seguí por todas partes mientras seguí fijándome en todo. Tenía muchos cuadros por las paredes, candelabros que valían más que toda mi casa y todas mis escasas posesiones. Teníamos que venir aquí mi grupo y yo. Podíamos sacar un botín grande.
Entramos en la estancia que era la cocina y el calor me pegó de golpe, se estaba más a gusto aquí que en cualquier otro lado de la casa. La mujer cocinó una carne que olía muy bien y se calentó algo que era para ella. Cuando todo terminó, dejé de enredar entre los cachibaches que encontré por los cajones que estaban a mi altura, me quité un bol que había usado de sombrero y me subí a la mesa. Olía tan bien que pensaba que me iba a desmayar. - ¡Graaaw- Dije en mi idioma de mapache, dándole las gracias por la comida. Ella tenía sopa de fideos y me relamí, también me gustaba, pero prefería esta carne sin duda. Cogí con mi mano un trozo de carne y la solté al instante, quemaba como el infierno. Siseé por la quemadura y me quedé mirándola a ella, indicándole que quemaba y que tenía que esperar.
La muchacha tras sus palabras comenzó a estornudar. ¿Le daba alergia el pelo de animal? ¿O se había enfriado por la lluvia que habíamos tenido que soportar? Esperaba que en esta forma no pudiera contagiarme, necesitaba estar bien para seguir con mis hazañas en el mundo pobre y llevarles comida y algo de dinero a mis padres. Se levantó para coger una bata y mientras me quedé remoloneando en la mullida cama. Siempre había soñado con tener algún día una cama así de reconfortante... Si pudiera robarle la cama, lo haría sin pensarlo.
Abrió la puerta y dijo la palabra clave "Comer". Alcé mis orejas en su dirección y bajé de la cama de un salto. Tenía más hambre que el perro de un ciego. La seguí por todas partes mientras seguí fijándome en todo. Tenía muchos cuadros por las paredes, candelabros que valían más que toda mi casa y todas mis escasas posesiones. Teníamos que venir aquí mi grupo y yo. Podíamos sacar un botín grande.
Entramos en la estancia que era la cocina y el calor me pegó de golpe, se estaba más a gusto aquí que en cualquier otro lado de la casa. La mujer cocinó una carne que olía muy bien y se calentó algo que era para ella. Cuando todo terminó, dejé de enredar entre los cachibaches que encontré por los cajones que estaban a mi altura, me quité un bol que había usado de sombrero y me subí a la mesa. Olía tan bien que pensaba que me iba a desmayar. - ¡Graaaw- Dije en mi idioma de mapache, dándole las gracias por la comida. Ella tenía sopa de fideos y me relamí, también me gustaba, pero prefería esta carne sin duda. Cogí con mi mano un trozo de carne y la solté al instante, quemaba como el infierno. Siseé por la quemadura y me quedé mirándola a ella, indicándole que quemaba y que tenía que esperar.
Nahuel- Cambiante Clase Baja
- Mensajes : 71
Fecha de inscripción : 29/09/2016
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
Re: Di no a las pieles #Beatrice
Miró al mapache que, presuroso, se quemó, Beatrice soltó un solpido de risa y cogió la carne del animal para, con cuchillo y tenedor cortarla y volver a dejársela delante, así se enfriaría antes, tomó, nuevamente, su cuchara y comenzó a soplar para enfriar la sopa, cada sorbo que daba, le calentaba un poco más, lo necesitaría, pues no podría dormir, tenía montañas de trabajo esperándola en el despacho y ya había perdido bastante tiempo esa mañana lluviosa.
Suspiró al terminar la comida y dejó el plato para fregar mientras ponía a calentar agua, se prepararía un té con miel para la garganta antes de subir hacia el despacho, solo pensar en las cuentas que debía sacar la ponían nerviosa, pronto tendrían una subasta y debía firmar los papeles de todo lo que habían adquirido para ella.
- ¿Te gusta?- Le preguntó al Brave sin esperar respuesta, aunque ya había visto que podía comunicarse con gruñiditos, y algo era algo.
La tetera silbó con fuerza y Bea se apresuró a apagar el fuego y llenar una taza de té con el agua y una infusión de eral grey suave. Puso miel dentro y la tomó colocó sobre una bandeja junto unas cuantas galletas. Con la bandeja en las manos sonrió al animalillo y le indicó que la siguiera con la cabeza.
Al final del pasillo del primer piso, tras una puerta de madera grande, se encontraba su despacho, claro y tranquilo donde el fuego chisporroteaba frente a una alfombra mullida no muy lejos de una mesa de escritorio y un sillón de lo más cómodo frente a la que unos sofás y una mesa de café reposaban tan llenos de papeles como el propio escritorio.
Bea bufó dejando la bandeja en un hueco de la mesa baja y miró a su alrededor con las mejillas rojas, aun notaba subir su temperatura, pero no podía perder tiempo de trabajo. Cerró la puerta y dejó en el suelo un gran almohadón para el animalillo mientras ella tomaba los papeles más cercanos, su taza de té y una pluma.
Se tumbó en la alfombra, no aguantaría mucho tiempo sentada, notaba ligeros mareos. Allí tumbada comenzó a leer mientras le bailaban las letras, y firmaba o descartaba aquello que debería volver a revisar, tres montones de ocho acabaron firmados y revisados, y de cada montón acababa por haber cuatro más dependiendo del tipo de documento que fuera y de la fecha.
Agotada, con los ojos doloridos suspiró cansada, dejó la pluma en el tintero y miró el reloj, dos horas había pasado y a penas había avanzado nada, tenia demasiado que hacer y notaba que, finalmente, le había subido fiebre. Se dejó caer con la cabeza sobre los brazos y cerró los ojos con un escalofrío, debería volver a su cuarto. Tosió un par de veces y se acurrucó con un estornudo, mareada y con la vista borrosa.
- Ahora no...- murmuró, tenía que trabajar, o los pedidos no llegarían a la subasta, había quien necesitaba el dinero, no podía dejar las cosas así.
Suspiró al terminar la comida y dejó el plato para fregar mientras ponía a calentar agua, se prepararía un té con miel para la garganta antes de subir hacia el despacho, solo pensar en las cuentas que debía sacar la ponían nerviosa, pronto tendrían una subasta y debía firmar los papeles de todo lo que habían adquirido para ella.
- ¿Te gusta?- Le preguntó al Brave sin esperar respuesta, aunque ya había visto que podía comunicarse con gruñiditos, y algo era algo.
La tetera silbó con fuerza y Bea se apresuró a apagar el fuego y llenar una taza de té con el agua y una infusión de eral grey suave. Puso miel dentro y la tomó colocó sobre una bandeja junto unas cuantas galletas. Con la bandeja en las manos sonrió al animalillo y le indicó que la siguiera con la cabeza.
Al final del pasillo del primer piso, tras una puerta de madera grande, se encontraba su despacho, claro y tranquilo donde el fuego chisporroteaba frente a una alfombra mullida no muy lejos de una mesa de escritorio y un sillón de lo más cómodo frente a la que unos sofás y una mesa de café reposaban tan llenos de papeles como el propio escritorio.
Bea bufó dejando la bandeja en un hueco de la mesa baja y miró a su alrededor con las mejillas rojas, aun notaba subir su temperatura, pero no podía perder tiempo de trabajo. Cerró la puerta y dejó en el suelo un gran almohadón para el animalillo mientras ella tomaba los papeles más cercanos, su taza de té y una pluma.
Se tumbó en la alfombra, no aguantaría mucho tiempo sentada, notaba ligeros mareos. Allí tumbada comenzó a leer mientras le bailaban las letras, y firmaba o descartaba aquello que debería volver a revisar, tres montones de ocho acabaron firmados y revisados, y de cada montón acababa por haber cuatro más dependiendo del tipo de documento que fuera y de la fecha.
Agotada, con los ojos doloridos suspiró cansada, dejó la pluma en el tintero y miró el reloj, dos horas había pasado y a penas había avanzado nada, tenia demasiado que hacer y notaba que, finalmente, le había subido fiebre. Se dejó caer con la cabeza sobre los brazos y cerró los ojos con un escalofrío, debería volver a su cuarto. Tosió un par de veces y se acurrucó con un estornudo, mareada y con la vista borrosa.
- Ahora no...- murmuró, tenía que trabajar, o los pedidos no llegarían a la subasta, había quien necesitaba el dinero, no podía dejar las cosas así.
Beatrice Delteria- Humano Clase Alta
- Mensajes : 304
Fecha de inscripción : 16/04/2015
Localización : París/Francia
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
Re: Di no a las pieles #Beatrice
La mujer se rió al ver como me había quemado la mano, por mi parte, me quedé mirando mi manita, tenía la almohadilla caliente, pero no había supuesto nada más grave que eso. Volvió a coger mi bol y partió los trozos de carne en unos más pequeños. El humo salió y sonreí a mi manera, ahora sí que iba a poder disfrutar del pequeño manjar que iba a llenarme la barriga. Comencé a comer con las manos, estaba muy jugosa y sabrosa y en menos de cinco minutos, ya se encontraba el bol vacío, ni siquiera desvié la mirada cuando me preguntó si me gustaba, era obvio que lo hacía.
Ella también terminó con rapidez su sopa, y empezó a prepararse lo que parecía un té. Nunca había probado esa bebida y me llamaba la curiosidad los ingredientes que llevaba, sabía que era agua con cosas mezcladas, mi madre alguna vez había tomado para sus problemas, pero yo nunca había probado uno. Colocó su taza al lado de unas galletas. Los ojos me hicieron chiribitas, era un auténtico gordo.
Me indicó con la cabeza que la siguiera y sus deseos eran órdenes para mí si implicaban comida y descubrir más lugares de esta casa. Entramos en otra habitación que parecía un despacho. ¿iba a ponerse a trabajar ahora? Yo nunca había tenido un trabajo así que no sabía mucho de esas cosas. Había papeles por todos los lugares, en la mesa escritorio, en la mesa de té... Dejó un almohadón en el suelo y me coloqué ahí, mientras ella se tumbaba a mi lado con una pluma en la que a veces hacía garabatos y los colocaba en un montón o en otro.
Al cabo de unos pocos minutos, me aburrí de estar mirándola, salí del almohadón y comencé a investigar por mi cuenta. Había estanterías en las que tenía libros y alguna que otra figura. Me subí a la silla que gobernaba el escritorio e intenté abrir un cajón para cotillear lo que había en su interior, pero no pude abrirlo. Si lo tenía guardado con llave es que había algo importante. Me quedé mirando los papeles e intenté leerlos. Sabía leer un poco, mi mamá me había enseñado algunas cosas. Encima de un garabato, había un nombre. B.E.A.T.... RICE. ¿Beat rice? Que nombre más raro tenía esta muchacha... Pero bueno.
Me subí a la mesa para investigar y los papeles que chocaban con mi cola se cayeron al suelo, desordenándole a la señorita los montones. La miré con gesto asustado, igual se enfadaba, pero ella seguía inmersa en los que tenía cerca de ella, así que no se dio cuenta. Me apresuré a bajarme de la mesa y volví al almohadón con la cara de no haber roto nunca un plato.
Dejó al poco de hacer lo que había estado haciendo durante dos horas, y se puso a toser. ¿Se encontraba mal? Le acerqué un poco el té para intentar que se pusiera bien, ella había sido amable conmigo, ahora me tocaba a mi. Toqué con mi mano su cabello para que me prestase atención.
Ella también terminó con rapidez su sopa, y empezó a prepararse lo que parecía un té. Nunca había probado esa bebida y me llamaba la curiosidad los ingredientes que llevaba, sabía que era agua con cosas mezcladas, mi madre alguna vez había tomado para sus problemas, pero yo nunca había probado uno. Colocó su taza al lado de unas galletas. Los ojos me hicieron chiribitas, era un auténtico gordo.
Me indicó con la cabeza que la siguiera y sus deseos eran órdenes para mí si implicaban comida y descubrir más lugares de esta casa. Entramos en otra habitación que parecía un despacho. ¿iba a ponerse a trabajar ahora? Yo nunca había tenido un trabajo así que no sabía mucho de esas cosas. Había papeles por todos los lugares, en la mesa escritorio, en la mesa de té... Dejó un almohadón en el suelo y me coloqué ahí, mientras ella se tumbaba a mi lado con una pluma en la que a veces hacía garabatos y los colocaba en un montón o en otro.
Al cabo de unos pocos minutos, me aburrí de estar mirándola, salí del almohadón y comencé a investigar por mi cuenta. Había estanterías en las que tenía libros y alguna que otra figura. Me subí a la silla que gobernaba el escritorio e intenté abrir un cajón para cotillear lo que había en su interior, pero no pude abrirlo. Si lo tenía guardado con llave es que había algo importante. Me quedé mirando los papeles e intenté leerlos. Sabía leer un poco, mi mamá me había enseñado algunas cosas. Encima de un garabato, había un nombre. B.E.A.T.... RICE. ¿Beat rice? Que nombre más raro tenía esta muchacha... Pero bueno.
Me subí a la mesa para investigar y los papeles que chocaban con mi cola se cayeron al suelo, desordenándole a la señorita los montones. La miré con gesto asustado, igual se enfadaba, pero ella seguía inmersa en los que tenía cerca de ella, así que no se dio cuenta. Me apresuré a bajarme de la mesa y volví al almohadón con la cara de no haber roto nunca un plato.
Dejó al poco de hacer lo que había estado haciendo durante dos horas, y se puso a toser. ¿Se encontraba mal? Le acerqué un poco el té para intentar que se pusiera bien, ella había sido amable conmigo, ahora me tocaba a mi. Toqué con mi mano su cabello para que me prestase atención.
Nahuel- Cambiante Clase Baja
- Mensajes : 71
Fecha de inscripción : 29/09/2016
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
Re: Di no a las pieles #Beatrice
Respiraba con pesadez cuando el mapache se acercó a ella correteando y le acercó la taza de té. Beatrice a penas podía abrir los ojos tenía calor, mucho, pero sabía que sería peor si se quitaba algo.Cerró los ojos de nuevo y notó la pequeña mano del animal sobre su pelo. Entreabrió los ojos febriles sonriendo y dio un suspiro intentando sentarse.
-Gracias.- murmuró con cansancio.
Apartó el pelo que le caía sobre la cara y dio un sorbo de té que le suavizó la garganta, pero estaba caliente, y le subió aun más el calor. Con un suspiro, dejó la taza sobre la bandeja nuevamente, colocó el tintero y más papeles al lado y se levantó con un suspiro tambaleándose un poco, mejor sería ir a trabajar a su cuarto, allí al menos no pasaría nada si se quedaba dormida.
- Vamos Brave.- susurró abriendo la puerta con la bandeja repleta de papeles en las manos.
Cerró con el pie y subió las escaleras con cuidado hasta su dormitorio. Colocó la bandeja en una de las mesitas de noche junto a la cama y se quitó la bata entrando en las sábanas, temblando con escalofríos. Dejó las galletas a su lado para el mapache y poniendo las patas para la bandeja y esta sobre ellas, comenzó, nuevamente, con su trabajo.
- ¿Tienes frio?- le preguntó al mapache abriendo las sábanas junto a ella con una ligera sonrisa para que entrase dentro si quería, no le importaban las migas de las galletas, ya las limpiaría.
Siguió con su trabajo mientras bebía té, al menos la garganta le dolía algo menos, pero notaba peso en el pecho y la cabeza le daba vueltas. Acabados de firmar los contratos que había subido, suspiró, no sabía siquiera lo que había leído, solo los había podido entender por encima. Apartó la bandeja, dejándola en el suelo, y se dejó caer más entre las sábanas temblando un poco pero con sudor sobre su frente, sin duda, se había resfriado, y para colmo, estaba sola.
-Gracias.- murmuró con cansancio.
Apartó el pelo que le caía sobre la cara y dio un sorbo de té que le suavizó la garganta, pero estaba caliente, y le subió aun más el calor. Con un suspiro, dejó la taza sobre la bandeja nuevamente, colocó el tintero y más papeles al lado y se levantó con un suspiro tambaleándose un poco, mejor sería ir a trabajar a su cuarto, allí al menos no pasaría nada si se quedaba dormida.
- Vamos Brave.- susurró abriendo la puerta con la bandeja repleta de papeles en las manos.
Cerró con el pie y subió las escaleras con cuidado hasta su dormitorio. Colocó la bandeja en una de las mesitas de noche junto a la cama y se quitó la bata entrando en las sábanas, temblando con escalofríos. Dejó las galletas a su lado para el mapache y poniendo las patas para la bandeja y esta sobre ellas, comenzó, nuevamente, con su trabajo.
- ¿Tienes frio?- le preguntó al mapache abriendo las sábanas junto a ella con una ligera sonrisa para que entrase dentro si quería, no le importaban las migas de las galletas, ya las limpiaría.
Siguió con su trabajo mientras bebía té, al menos la garganta le dolía algo menos, pero notaba peso en el pecho y la cabeza le daba vueltas. Acabados de firmar los contratos que había subido, suspiró, no sabía siquiera lo que había leído, solo los había podido entender por encima. Apartó la bandeja, dejándola en el suelo, y se dejó caer más entre las sábanas temblando un poco pero con sudor sobre su frente, sin duda, se había resfriado, y para colmo, estaba sola.
Beatrice Delteria- Humano Clase Alta
- Mensajes : 304
Fecha de inscripción : 16/04/2015
Localización : París/Francia
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
Re: Di no a las pieles #Beatrice
Me estaba preocupando un poco el aspecto que estaba cogiendo la muchacha Beat rice. Se había quedado desplomada sobre la alfombra, con los ojos cerrados, como si estuviera muerta. Pero sabía que no lo estaba porque podía ver como su cuerpo se movía por las respiraciones, aunque estas fuesen pesadas. Intentó incorporarse cuando mi pequeña mano acarició su suave pelo y me dió las gracias por darle de beber su propio té.
Se levantó de donde estaba sentada tambaleándose levemente, dejó la taza de té encima de la bandeja con las galletas, colocó unos papeles y la pluma y me indicó que la siguiese de nuevo. ¿A donde íbamos a hora? Esto parecía una ruta turística por la casa gigante. Volvimos de nuevo a su dormitorio, este sitio me gustaba más que los demás que habíamos visitado, estaba calentito, con una cama gigante en la que poder tumbarse... era el mejor.
Se puso la bandeja en las piernas con unas patas que había sacado y me dejó las galletas al lado. Cogí una y le di un pequeño mordisco, me gustaban mucho las galletas. Si por mi fuese, me pondría gordo a galletas y más si eran caseras. Me preguntó sí tenía frío y me abrió las sábanas para que me metiera dentro con ella. No lo dudé ni un instante, me encantaba taparme con las mantas y nunca jamás iba a tener otra oportunidad de taparme con sábanas de este calibre, así que me metí a su lado, terminándome la galleta, evitando de tirar muchas migas, luego era muy incómodo dormir con eso picándote en la piel, como las chinches.
Beat rice siguió un rato más firmando en esos papeles y yo mientras, seguí comiéndome las galletas hasta que solo quedó una, la cual dejé para ella, no quería ser un mapache mal educado y zamparme todo sin dar nada a cambio. Terminó de firmar todas las cosas y dejó la bandeja en el suelo, se recostó en la cama y tembló un poco, aunque estaba sudando. ¿Qué podía hacer para ayudarla? Tenía que hacer algo.
Puse mi mano sobre su frente, estaba ardiendo, así que tenía fiebre. Di un salto desde donde estaba hasta el suelo, entré en el cuarto de baño y cogí una toalla pequeña que estaba cerca de la pila para lavarse las manos, la metí en la pila, giré la manilla del agua y esperé a que se empapase bien. Cuando estuvo bien mojada, corté el agua, cogí la toalla, mojando todo el suelo, haciendo un camino de gotas de agua hasta la cama y la coloqué en su frente, igual así se sentía mejor. Me acurruqué a su lado y me quede abrazado a ella. Me sentía bien con algo de compañía desde hacía tiempo.
Se levantó de donde estaba sentada tambaleándose levemente, dejó la taza de té encima de la bandeja con las galletas, colocó unos papeles y la pluma y me indicó que la siguiese de nuevo. ¿A donde íbamos a hora? Esto parecía una ruta turística por la casa gigante. Volvimos de nuevo a su dormitorio, este sitio me gustaba más que los demás que habíamos visitado, estaba calentito, con una cama gigante en la que poder tumbarse... era el mejor.
Se puso la bandeja en las piernas con unas patas que había sacado y me dejó las galletas al lado. Cogí una y le di un pequeño mordisco, me gustaban mucho las galletas. Si por mi fuese, me pondría gordo a galletas y más si eran caseras. Me preguntó sí tenía frío y me abrió las sábanas para que me metiera dentro con ella. No lo dudé ni un instante, me encantaba taparme con las mantas y nunca jamás iba a tener otra oportunidad de taparme con sábanas de este calibre, así que me metí a su lado, terminándome la galleta, evitando de tirar muchas migas, luego era muy incómodo dormir con eso picándote en la piel, como las chinches.
Beat rice siguió un rato más firmando en esos papeles y yo mientras, seguí comiéndome las galletas hasta que solo quedó una, la cual dejé para ella, no quería ser un mapache mal educado y zamparme todo sin dar nada a cambio. Terminó de firmar todas las cosas y dejó la bandeja en el suelo, se recostó en la cama y tembló un poco, aunque estaba sudando. ¿Qué podía hacer para ayudarla? Tenía que hacer algo.
Puse mi mano sobre su frente, estaba ardiendo, así que tenía fiebre. Di un salto desde donde estaba hasta el suelo, entré en el cuarto de baño y cogí una toalla pequeña que estaba cerca de la pila para lavarse las manos, la metí en la pila, giré la manilla del agua y esperé a que se empapase bien. Cuando estuvo bien mojada, corté el agua, cogí la toalla, mojando todo el suelo, haciendo un camino de gotas de agua hasta la cama y la coloqué en su frente, igual así se sentía mejor. Me acurruqué a su lado y me quede abrazado a ella. Me sentía bien con algo de compañía desde hacía tiempo.
Nahuel- Cambiante Clase Baja
- Mensajes : 71
Fecha de inscripción : 29/09/2016
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
Re: Di no a las pieles #Beatrice
Notó movimiento a su lado, abrió los ojos de forma temblorosa y mordió su labio inferior aguantando un escalofrío. El mapache había saltado de la mullida cama hasta el baño a hacer quien sabía qué. No le molestó, si iba a vivir allí tendría que aprender a moverse o se aburriría demasiado. Cerró nuevamente los ojos somnolientos y esperó paciente a que el sueño la alcanzase.
Brave no tardó en llegar nuevamente con una toalla sumamente empapada que le puso en la frente. Bea, con la frente húmeda, miró al pequeño animal con una ligera sonrisa cansada de ojos vidriosos. “Que animal más listo” Pensó notando como el pequeño se acurrucaba junto a ella dentro de las sábanas. La joven lo abrazó notando su calor, era suave, cálido y olía bien tras el baño, los escalofríos que la recorrían agradecían la calidez del animal.
- Gracias.-murmuró antes de darle un besito en la nariz y volver a acomodarse, son soltar al mapache, en las almohadas.
El trapo frío ayudaba, aunque tuviera la cara mojada, le relajaba los ojos y notaba bajar la fiebre. Acabó por dormirse sin que nadie llegase mientras la lluvia fuera aun caía con fuerza y la chimenea crepitaba con calma, Los cristales empapados, el calor, el sonido de la lluvia y el suave animalillo respirando a su lado hizo que se calmase y, aun abrazando a Brave, quedó dormida.
Despertó más tarde, con el dolor de cabeza aun presente, pero mucho menos fuerte, el mareo se había pasado, así como los escalofríos, y en su adormecimiento notó una figura a su lado, ¿sería Brave? Aun no se había marchado, debía sentirse a gusto entre las sábanas, era lógico, poca cosa mejor que dormir en un lugar calentito y amplio, después de comer algo rico y de un buen baño había en el mundo, lo único que la superaba era leer un buen libro con una taza de té frente a la ventana en un día de lluvia mientras se escuchaba una sonata de piano y violín.
La tristeza la inundó un instante, ya no era capaz de escuchar sonatas de violín y piano, no desde que Bethlem había desaparecido de su vida, sabía que ese chico sería, siempre, por siempre y para siempre, el gran amor de su vida, pero le había hecho daño, y eso era algo que no podía omitir, el pesar la había atrapado, pero poco a poco lo iba superando, y seguiría en ello. Se giró en la cama con una sonrisa adormecida aun, sin abrir los ojos, y volvió a abrazar la figura a su lado, algo más despierta.
- Buenos días.- murmuró.
Brave no tardó en llegar nuevamente con una toalla sumamente empapada que le puso en la frente. Bea, con la frente húmeda, miró al pequeño animal con una ligera sonrisa cansada de ojos vidriosos. “Que animal más listo” Pensó notando como el pequeño se acurrucaba junto a ella dentro de las sábanas. La joven lo abrazó notando su calor, era suave, cálido y olía bien tras el baño, los escalofríos que la recorrían agradecían la calidez del animal.
- Gracias.-murmuró antes de darle un besito en la nariz y volver a acomodarse, son soltar al mapache, en las almohadas.
El trapo frío ayudaba, aunque tuviera la cara mojada, le relajaba los ojos y notaba bajar la fiebre. Acabó por dormirse sin que nadie llegase mientras la lluvia fuera aun caía con fuerza y la chimenea crepitaba con calma, Los cristales empapados, el calor, el sonido de la lluvia y el suave animalillo respirando a su lado hizo que se calmase y, aun abrazando a Brave, quedó dormida.
Despertó más tarde, con el dolor de cabeza aun presente, pero mucho menos fuerte, el mareo se había pasado, así como los escalofríos, y en su adormecimiento notó una figura a su lado, ¿sería Brave? Aun no se había marchado, debía sentirse a gusto entre las sábanas, era lógico, poca cosa mejor que dormir en un lugar calentito y amplio, después de comer algo rico y de un buen baño había en el mundo, lo único que la superaba era leer un buen libro con una taza de té frente a la ventana en un día de lluvia mientras se escuchaba una sonata de piano y violín.
La tristeza la inundó un instante, ya no era capaz de escuchar sonatas de violín y piano, no desde que Bethlem había desaparecido de su vida, sabía que ese chico sería, siempre, por siempre y para siempre, el gran amor de su vida, pero le había hecho daño, y eso era algo que no podía omitir, el pesar la había atrapado, pero poco a poco lo iba superando, y seguiría en ello. Se giró en la cama con una sonrisa adormecida aun, sin abrir los ojos, y volvió a abrazar la figura a su lado, algo más despierta.
- Buenos días.- murmuró.
Beatrice Delteria- Humano Clase Alta
- Mensajes : 304
Fecha de inscripción : 16/04/2015
Localización : París/Francia
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
Re: Di no a las pieles #Beatrice
Beat rice cada vez tenía peor cara, sus ojos estaban vidriosos, pero si hubiera podido devolverla la sonrisa, lo hubiera hecho, tenía una sonrisa muy bonita. Me acurruqué contra su cuerpo para darle algo más de calor “humano” por si tenía frío, pese a que estaba cubierta por las mantas y las sábanas que tenía su caliente cama. Pero así de caprichosa era la fiebre, o te provocaba sudores o te hacía helarte de frío. La chica me abrazó y me dejé abrazar, podía notar como temblaba por los escalofríos que tenía. Besó mi pequeña naricilla mientras se acomodaba en las almohadas sin soltarme ni un segundo.
Pasó un rato, me quedé concentrado en los sonidos de su respiración y al cabo de un poco estos se hicieron más suaves, más relajados, señal inequívoca de que se había quedado dormida. ¿Qué podía hacer yo? La verdad, estaba muy cómodo aquí con ella, estaba calentito, el sonido de la lluvia relajaba mi pequeño cuerpo y de repente, me entró sueño. Sabía que si me dormía estando en forma de animal, podía volverme humano involuntariamente, lo cual era un problema, pero el sueño pudo conmigo, hacía tiempo que no dormía en un sitio así, creo que nunca había dormido en un sitio así para ser sinceros…. Así que aproveché y me dejé llevar por las olas de Morfeo.
En este sueño no hubo pesadillas, estaba en una casa que no era la mía, pero estaba en forma humana, era la casa de la chica… Pero estaba todo vacío, no había ni siquiera muebles. Solo estaba ella, pero no estaba contenta como la había conocido, estaba triste, estaba llorando. ¿Qué le pasaba? ¿Le habían robado… Le había robado? Me acerqué a ella, pero ella se apartó de mi. No sabía quien era y estaba vestido de ladrón, como siempre…
“Buenos días”. Me desperté sobresaltado, y me solté de su abrazo, si hubiera sido un mono y no un mapache, me hubiera quedado pegado al techo, pero quedé a cuatro patas sobre la almohada más grande. Miré a mi alrededor y me toqué con mis manos el pequeño y peludo cuerpo. Había conseguido dormir y continuar con mi forma animal. La miré a los ojos, como si quisiera leer dentro de ellos, quería saber si sospechaba algo… No parecía que lo hiciera, me miraba con cautela, para ella era un animal desorientado y asustado que se había despertado en una casa que no era la suya y no se equivocaba. Estaba asustado, pero tenía miedo de que supiera algo de mí, de mi condición. Moví la cola para asegurarme y me pellizqué un poco en la tripa peluda, así me aseguraría de que estaba despierto y que todo iba bien, como debía de ir. ¿Qué hora sería? Busqué con la mirada algún reloj, pero no tenía ninguno en la pared. Más tranquilo volví a acercarme a ella, hasta que me froté contra su pecho, evitando por supuesto sus senos… Moví la cabeza, no podía pensar en esas cosas, era un mapache malo. Me coloqué encima de su cabeza, sentado con mi peludo culo donde pude sin pillarle el pelo. Comprobé la toalla, estaba ya algo seca, así que habíamos dormido durante unas cuantas horas.
Pasó un rato, me quedé concentrado en los sonidos de su respiración y al cabo de un poco estos se hicieron más suaves, más relajados, señal inequívoca de que se había quedado dormida. ¿Qué podía hacer yo? La verdad, estaba muy cómodo aquí con ella, estaba calentito, el sonido de la lluvia relajaba mi pequeño cuerpo y de repente, me entró sueño. Sabía que si me dormía estando en forma de animal, podía volverme humano involuntariamente, lo cual era un problema, pero el sueño pudo conmigo, hacía tiempo que no dormía en un sitio así, creo que nunca había dormido en un sitio así para ser sinceros…. Así que aproveché y me dejé llevar por las olas de Morfeo.
En este sueño no hubo pesadillas, estaba en una casa que no era la mía, pero estaba en forma humana, era la casa de la chica… Pero estaba todo vacío, no había ni siquiera muebles. Solo estaba ella, pero no estaba contenta como la había conocido, estaba triste, estaba llorando. ¿Qué le pasaba? ¿Le habían robado… Le había robado? Me acerqué a ella, pero ella se apartó de mi. No sabía quien era y estaba vestido de ladrón, como siempre…
“Buenos días”. Me desperté sobresaltado, y me solté de su abrazo, si hubiera sido un mono y no un mapache, me hubiera quedado pegado al techo, pero quedé a cuatro patas sobre la almohada más grande. Miré a mi alrededor y me toqué con mis manos el pequeño y peludo cuerpo. Había conseguido dormir y continuar con mi forma animal. La miré a los ojos, como si quisiera leer dentro de ellos, quería saber si sospechaba algo… No parecía que lo hiciera, me miraba con cautela, para ella era un animal desorientado y asustado que se había despertado en una casa que no era la suya y no se equivocaba. Estaba asustado, pero tenía miedo de que supiera algo de mí, de mi condición. Moví la cola para asegurarme y me pellizqué un poco en la tripa peluda, así me aseguraría de que estaba despierto y que todo iba bien, como debía de ir. ¿Qué hora sería? Busqué con la mirada algún reloj, pero no tenía ninguno en la pared. Más tranquilo volví a acercarme a ella, hasta que me froté contra su pecho, evitando por supuesto sus senos… Moví la cabeza, no podía pensar en esas cosas, era un mapache malo. Me coloqué encima de su cabeza, sentado con mi peludo culo donde pude sin pillarle el pelo. Comprobé la toalla, estaba ya algo seca, así que habíamos dormido durante unas cuantas horas.
Nahuel- Cambiante Clase Baja
- Mensajes : 71
Fecha de inscripción : 29/09/2016
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
Re: Di no a las pieles #Beatrice
El movimiento a su lado la obligó a abrir los ojos, pesados aun por la fiebre, pero más tranquila, los temblores y escalofríos habían pasado, y la fiebre se había reducido, la lluvia caía fuera ya mucho más delicadamente y su cama, mullida, resultaba cálida, más que usualmente, por el calor que el mapache le había estado proporcionando. Se sentía como en una nube, blanda mullida, cálida y reconfortante. Tan adormilada, no quería levantarse.
Sonrió al ver al mapache, tan nervioso, apartarse, debería haber notado que era un animal salvaje asustado, pero estaba tan profundamente calmada, tan tranquila y aun medio dormida, que solo pudo sonreír y volver a abrir las sábanas para que el animalito volviera a entrar en la colcha.
- Vamos, que hace frío.- murmuró estremeciéndose esperando a que entrase nuevamente entre las sábanas y se acurrucara junto a ella.
En medio de su calma, escuchó unos pasos acercarse por el pasillo cargando con una bandeja con algo tintineánte. Debía ser la señora Marie, la cocinera, que habría vuelto ya de donde fuera que estuviera. La cara de Bea, con su color rojo por el calor de sábanas y chimenea, se puso blanco por un instante, a esa mujer no le gustaban los animales, tenía que esconder al pequeño.
- Vamos, de prisa, aquí.- apresuró e insistió a Brave.- si la señora Marie te ve, se enfadará conmigo.- murmuró haciendo gestos con un brazo mientras con el otro sostenía, levantadas, las mantas.
Nunca había entendido porque a la mujer no le gustaban los animales, eran bonitos, daban amor, compañía y eran adorables y suavecitos, a Beatrice le gustaban tanto que ni siquiera tenía abrigos de piel, prefería morirse de frío a dañar a un animal para hacer ropa, Marie nunca se acercaba a los establos, evitaba a los caballos, a perros gatos, e incluso pájaros. Tenía un autentico problema con que a la actual dueña de la casa le gustasen tanto, porque no perdía la oportunidad de ayudar a cualquier bichillo que se encontrase, aunque nunca se los solía quedar para vivir allí, Brave era diferente.
Había pensado en soltarlo después de alimentarlo bien, pero era tan inteligente que tal vez pudiera quedarse allí, no pretendía amaestrarlo ni mucho menos, pero le hacía mucha compañía, incluso con fiebre se había quedado a su lado, posiblemente por estar en un lugar desconocido y ser ella la única persona que parecía darle sentido, o tal vez porque con el frío que hacía, lo mejor era quedarse tapadito y cómodo en la cama.
La manija de la puerta giró tras dos golpes y comenzó a abrirse, el pie de la afable mujer se dejó ver y una bandeja entró por la puerta repleta de comida caliente, sopa de tomate, zumo de naranja y tostadas con queso. Sonrió, no tenía hambre, como mucho se tomaría el zumo, pero tal vez Brave si quisiera comer algo.
- Beatrice- canturreó en un susurro la mujer.- Buenos días cariño, ¿has dormido bien?- preguntó con dulzura, sus empleados la quería, y la trataban de tu, era una persona familiar, y cálida que no le hacía mala cara a nadie y que, cuanto más cercanamente la trataran, más cercana sería ella en el trato.- ¿Estás bien? Que raro que no estés trabajando.- dijo girándose por fin, a mirar hacia la cama.
Sonrió al ver al mapache, tan nervioso, apartarse, debería haber notado que era un animal salvaje asustado, pero estaba tan profundamente calmada, tan tranquila y aun medio dormida, que solo pudo sonreír y volver a abrir las sábanas para que el animalito volviera a entrar en la colcha.
- Vamos, que hace frío.- murmuró estremeciéndose esperando a que entrase nuevamente entre las sábanas y se acurrucara junto a ella.
En medio de su calma, escuchó unos pasos acercarse por el pasillo cargando con una bandeja con algo tintineánte. Debía ser la señora Marie, la cocinera, que habría vuelto ya de donde fuera que estuviera. La cara de Bea, con su color rojo por el calor de sábanas y chimenea, se puso blanco por un instante, a esa mujer no le gustaban los animales, tenía que esconder al pequeño.
- Vamos, de prisa, aquí.- apresuró e insistió a Brave.- si la señora Marie te ve, se enfadará conmigo.- murmuró haciendo gestos con un brazo mientras con el otro sostenía, levantadas, las mantas.
Nunca había entendido porque a la mujer no le gustaban los animales, eran bonitos, daban amor, compañía y eran adorables y suavecitos, a Beatrice le gustaban tanto que ni siquiera tenía abrigos de piel, prefería morirse de frío a dañar a un animal para hacer ropa, Marie nunca se acercaba a los establos, evitaba a los caballos, a perros gatos, e incluso pájaros. Tenía un autentico problema con que a la actual dueña de la casa le gustasen tanto, porque no perdía la oportunidad de ayudar a cualquier bichillo que se encontrase, aunque nunca se los solía quedar para vivir allí, Brave era diferente.
Había pensado en soltarlo después de alimentarlo bien, pero era tan inteligente que tal vez pudiera quedarse allí, no pretendía amaestrarlo ni mucho menos, pero le hacía mucha compañía, incluso con fiebre se había quedado a su lado, posiblemente por estar en un lugar desconocido y ser ella la única persona que parecía darle sentido, o tal vez porque con el frío que hacía, lo mejor era quedarse tapadito y cómodo en la cama.
La manija de la puerta giró tras dos golpes y comenzó a abrirse, el pie de la afable mujer se dejó ver y una bandeja entró por la puerta repleta de comida caliente, sopa de tomate, zumo de naranja y tostadas con queso. Sonrió, no tenía hambre, como mucho se tomaría el zumo, pero tal vez Brave si quisiera comer algo.
- Beatrice- canturreó en un susurro la mujer.- Buenos días cariño, ¿has dormido bien?- preguntó con dulzura, sus empleados la quería, y la trataban de tu, era una persona familiar, y cálida que no le hacía mala cara a nadie y que, cuanto más cercanamente la trataran, más cercana sería ella en el trato.- ¿Estás bien? Que raro que no estés trabajando.- dijo girándose por fin, a mirar hacia la cama.
Beatrice Delteria- Humano Clase Alta
- Mensajes : 304
Fecha de inscripción : 16/04/2015
Localización : París/Francia
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
Página 1 de 2. • 1, 2
Temas similares
» Ausencia de Nathalie y pieles
» CRONOLOGÍAS DE....¡PIELES CON HAMBRE!
» Ausencia de Darinka y Pieles
» Cronología de Maryeva y sus pieles
» Ausencia de una gitana y sus pieles
» CRONOLOGÍAS DE....¡PIELES CON HAMBRE!
» Ausencia de Darinka y Pieles
» Cronología de Maryeva y sus pieles
» Ausencia de una gitana y sus pieles
Página 1 de 2.
Permisos de este foro:
No puedes responder a temas en este foro.
Miér Sep 18, 2024 9:16 am por Afiliaciones
» REACTIVACIÓN DE PERSONAJES
Mar Jul 30, 2024 4:58 am por Frederick Truffaut
» AVISO #49: SITUACIÓN ACTUAL DE VICTORIAN VAMPIRES
Miér Jul 24, 2024 2:54 pm por Nigel Quartermane
» Ah, mi vieja amiga la autodestrucción [Búsqueda activa]
Jue Jul 18, 2024 4:42 am por León Salazar
» Vampirto ¿estás ahí? // Sokolović Rosenthal (priv)
Miér Jul 10, 2024 1:09 pm por Jagger B. De Boer
» l'enlèvement de perséphone ─ n.
Sáb Jul 06, 2024 11:12 pm por Vivianne Delacour
» orphée et eurydice ― j.
Jue Jul 04, 2024 10:55 pm por Vivianne Delacour
» Le Château des Rêves Noirs [Privado]
Jue Jul 04, 2024 10:42 pm por Willem Fokke
» labyrinth ─ chronologies.
Sáb Jun 22, 2024 10:04 pm por Vivianne Delacour