Nick Rhodes ID

A pesar de su verdadera edad, Nick aparenta solamente un muchacho de 25 años, tal vez con un toque algo juvenil, aunque con su carácter realmente parezca tener 70 años a veces.

Con 1’87 cm, podría considerarse alguien alto y de complexión atlética, de facciones que le convierten en alguien hermoso de admirar siempre y cuando no abra la boca para soltar alguna de sus impertinencias.

Su cabello es de un castaño cenizo. Ojos regulares color café, piernas y brazos largos.



A  Nick el paso de los años y las experiencias le han vuelto cada vez una persona más fría y desconfiada para protegerse a sí mismo del resto de personas que le rodean y evitar así que alguien pueda llegar a intentar traicionarle, o simplemente, defraudarle, es por eso que no confía en nada ni en nadie y presume de que ese el es mejor método para llegar a ser feliz en la vida.

Es un ser orgulloso y algo arrogante, consecuencia de la larga vida que lleva a sus espaldas, y aunque no por ello significa siempre que llegue a ser más sabio que los mortales, él se cree muy superior a los humanos y otros seres.

Con todo esto, podría resumirse que a primera vista, Nick da la imagen de una persona muy pasota e indiferente con lo que le rodea, que poco o nada le importa si no se trata de buscar humanos de los que alimentarse o de seres distinto a él para querer matarlos. Aún así no es violento, más bien es tranquilo, no muy dado a las palabras, prefiere disfrutar del silencio antes que de la compañía, aunque se aburre con facilidad de la rutina y la monotonía y busca siempre la forma de entretenerse aunque por ello deba romper de vez en cuando sus esquemas morales, siendo así imprevisible con sus actos.

No podría considerarse alguien ni bueno ni malo, tan solo se trata de un inmortal cansado de la vida al que el pasado no deja de visitarle para recordarle que nunca ha encajado en este mundo y tal vez no lo logrará hacer nunca, por eso, a veces, aunque ni nadie, ni siquiera él mismo se dé cuenta, le arropa la melancolía por algo que nunca va a tener y muy en el fondo desea y envidia de los mortales; el valor que para ellos toman las cosas al saber que nunca más volverán a estar en ese preciso momento y lugar de nuevo.



-A pesar de que a primera vista de la sensación de ser un ser muy pasota con lo que le rodea (que en verdad es así), sabe escuchar y ser atento cuando alguien consigue atraer su curiosidad y atención, el defecto es que pocas veces demuestra que algo o alguien realmente ha conseguido eso, su arrogancia y orgullo se lo impide.

-Puede llegar a ser muy protector con algo o alguien que llegue a significar algo importante para él, aunque nunca lo va a reconocer porque evita que eso ocurra.

-No es partidario de mantener relaciones estables, aun que cuando está con una mujer sabe como ser un buen amante, mostrando una cara muy distinta a como normalmente suele ser.

-A pesar de todo es tranquilo y posee infinita paciencia con todo.

-Es muy testarudo, cuando se le mete una idea en la cabeza no permite que nadie se la intente quitar o hacerle cambiar de opinión.

Gustos:
+ : La soledad y todo lo que ello conlleva.
+: La lluvia y las tormentas.
+:Siente especial simpatía por los animales, aunque ellos por él, no.
+:Tenerlo todo bajo control.

Odios:
-: El caos y el desorden a su alrededor.
-: Que le toquen, a él o sus cosas.
-:Que se acerquen mucho a él o intenten analizarle.
-:Que le contradigan.
-:La rutina.
-:Que le hagan preguntas.
-:Los cazadores.
-Los humanos y demás seres que no sean vampiros.

Familia:
Claudia: La madre de Nick que renegó de él abandonándole en un monasterio nada mas nacer para poder recuperar su vida de joven hija adinerada y con un futuro prometedor.

John: Soldado del ejercito de Inglaterra que cortejó a Claudia, una muchacha que conoció en un viaje en Francia y poco después abandonó al irse de nuevo a su tierra.



Nick nació en una época famosa por sus avances en la tecnología y la nueva aparición de la clase obrera y la máquina de vapor… pero también guerras que llevaba a la población a vivir largos años de hambre y pobreza entre los ciudadanos, el lado más humano que reflejaba los problemas del día a día de la desesperanza de la realidad de esa población llena de sueños pendientes por cumplir pero que les daba esa dosis de esperanza que necesitaban para empezar el día.

Esa era la vida de Claudia, una muchacha de apenas unos veinte años, apenas estaba en la flor de la vida, la edad perfecta para conocer jóvenes pretendientes que quisieran desposarla –pues ella era bastante hermosa y formaba parte de una familia más bien acomodada, eso ya contaba muchos puntos- salir con sus amigas, enamorarse y vivir experiencias que le aportaran poco a poco la madurez con la que ella debería defenderse el día de mañana. Pero su suerte se vio trucada cuando una de esas mañanas soleadas conoció a un joven soldado en un parque, y entre risas y miradas ambos se enamoraron, o al menos ella.

Y como cualquier joven que ha visto poco mundo como ella, se dejó llevar por el sentimiento de sentirse la mujer más afortunada y dichosa al creer que había encontrado al hombre de su vida a tan solo una manzana de su casa, cuando en verdad lo único que había encontrado era un joven soldado que buscaba un poco de diversión antes de volver a marchar a la guerra. Pero ella aquello lo descubrió otra de las soleadas mañanas que le siguieron después, cuando se percató que él se había marchado sin decirle nada, ni una explicación ni unas palabras de despedida, aunque más tarde descubriría que en realidad si le había dejado un recuerdo de despedida cuando vio a los meses que se había quedado encinta del joven soldado.

Aquello era una espantosa noticia para una muchacha como ella, cuyo deber en la vida era encontrar a un hombre adinerado del que poder desposarse y vivir entre lujos y comodidades, así que, junto con el apoyo de sus padres, escondió el embarazo los nueve meses que duró entre las cuatro paredes de su habitación para llegada la hora dar a luz a un hermoso niño de dorado cabello y ojos claros, pero de poco le sirvió al niño su hermosura cuando Claudia, decidida a gozar en un futuro de una buena vida de adinerada y hermosa mujer dejó al recién nacido en las puertas de un convento cercano al pueblo de Lyon, donde fue encontrado a los pocos minutos por unas religiosas, sin ninguna nota ni lugar en la pequeña tela en la que venía envuelto donde poder identificarle. Ahora Claudia podría empezar de nuevo como si nada hubiera ocurrido en aquellos nueve meses, pero el pequeño que había dejado con la frialdad digna de la reina de las nieves en aquellas puertas, le esperaba una larga y dura vida por delante.

Y allí fue donde creció el niño al que más tarde las religiosas llamarían con el nombre de William, pero al no poder hacerse cargo de él por su condición y la de él como hombre, lo llevaron con un año de vida a un orfanato de la ciudad de París, donde conviviría junto con otros tantos niños y niñas que habían sufrido su misma suerte o similares. Pero aquel niño  pronto conoció el significado del rechazo cuando algunas de las familias se acercaban al orfanato para adoptar alguno de los infantes, fueron muchas las familias que acogieron a Nick pero que lo devolvieron pronto al orfanato por su rebeldía y fuerte carácter, desilusionados al ver que no podían encontrar en él a un dulce y risueño niño. Más tarde le siguieron al rechazo el sentimiento de la envidia, la confusión y la tristeza al ver como otros de sus compañeros salían de aquel oscuro lugar para nunca más volver, él también quería aquello, también quería ser querido como cualquier otro niño, pero no entendía que vivía en una sociedad en la que las pequeñas personas especiales como él no eran queridas por la mayoría de la gente, no lograban entender que la fuente de su rebeldía y rabietas era causado por la desesperación de llamar la atención de algún adulto que tuviera la suficiente paciencia y amor infinito para darle una segunda oportunidad.

A la edad de los quince años, cuando en el orfanato vieron que ya nadie iba a querer acoger a un niño mayor como lo era él lo mandaron a una fabrica textil cercana para que trabajara allí como aprendiz y pudiera ganarse el pan el día de mañana como futuro trabajador, pero si algo no había cambiado en todos aquellos años había sido su rebeldía y ganas de pelear contra el mundo, y pronto su capataz se desentendió de él dejándole en las calles de París, a su suerte.

Allí se encontró pronto con la aplastante realidad de su vida; estaba solo y nadie parecía quererle y mucho menos él estaba dispuesto a cambiar por nadie, así que supo que empezaría una nueva etapa en la vida en la que debería aprender a cambiar ese carácter, y aunque tarde, lo hizo cuando encontró a otros jóvenes callejeros como él que se dedicaban a sobrevivir a base de robar, ya fuera en tiendas, personas confiadas que aceptaban que alguno de ellos les limpiara los zapatos mientras otro le arrebataba la cartera… Las peleas y problemas que casi le llevaron a la cárcel o a la muerte le ayudaron en aquel proceso de maduración y cambio.

Fueron unos años duros e intensos los que le siguieron, en los que dos de ellos logró vivir más acomodado que en los anteriores cuando a la joven edad de veinte años se hizo amante de una vieja mujer adinerada cuyo marido andaba siempre de viaje en viaje por sus negocios, ganando el dinero que al poco iba a llevarse Nick gracias a la anciana esposa que se había encaprichado del moreno tunante. Pero no todo era tan perfecto como él pensaba ya que el hecho de saber que para conseguir aquello había tenido que vender su cuerpo le había dejado con ese extraño sentimiento de suciedad en alma y cuerpo al haberse entregado a una mujer que lo trataba como a un juguete sexual. Aquello duró los dos años en los que tardó el marido en darse cuenta de la realidad que le rodeaba a su mujer, encontrándose un día a ambos amantes en la alcoba.

Desde entonces Nick fue perseguido por aquel empresario y los rufianes que éste contrató para matarle por causarle tal deshonra, pero como bien dice un dicho, la venganza se sirve en plato muy frío, y aquel empresario logró su cometido cuando una madrugada encontró a un dormido Nick en un oscuro parque, sacado del profundo sueño cuando sintió el frío acero perforándole el estómago varias veces mientras un grito ahogado ponía fin a su desgraciada existencia. O eso pensaba él...

Tal vez fuese la sangre el que habría llamado su atención, pero sintió que unos brazos le acogían y le levantaban en vilo. Sintió el vaivén de un carromato y posteriormente la suavidad de un colchón y el aroma y sabor a Ocre en sus labios. Vio figuras borrosas en su letargo, en su ya casi paso al más allá y un pinchazo a la altura del pie que le arrancó un grito ahogado. ¿Así se sentía morir? el corazón latió con rapidez pero posteriormente los latidos fueron mermando, hasta que ya no sintió absolutamente nada.

Para cuando abrió los ojos, se sintió confundido. Irguió su cuerpo, su mente estaba confundida. Parpadeó, se sentía vacío pero lleno al mismo tiempo. Había ruidos y olores por doquier ¡Todos mezclados al mismo tiempo! Un último recuerdo llegó a su mente. Aquella noche en el parque, las cuchilladas. Ahogó un grito... Como si todo hubiera sido una espantosa pesadilla, solo que esta fue real cuando comprobó las heridas del cuchillo ya cicatrizadas, acompañadas de una extraña sensación que se apoderaba de su cuerpo, sensación que se convirtió en un dolor que de nuevo le sumió en un extraño sueño que duró apenas unas horas, las que duraron la última transformación de su nueva naturaleza.

Al final y luego de varias noches más, despertó para verse a sí mismo como alguien completamente diferente. Y allí estaba de nuevo, como si hubiera vuelto a nacer una segunda vez, como si la vida se hubiera compadecido al fin de él y le hubiera brindado esa oportunidad de luchar de nuevo para ser aceptado en la sociedad. Pero ya no quería aquello, ya no quería ser aceptado por nada ni nadie porque llegó a la conclusión de que el tal vez había nacido para estar solo y no ser dañado así por nadie cercano y querido, nunca llevarse decepciones ni decepcionar a nadie, porque no había nadie en ese mundo que esperara nada de él.

Al menos eso fue lo que alcanzó a decir a aquel ente que lo había transformado y que nunca le dio una explicación del por qué de sus actos. Nunca le dijo una sola palabra, se limitaba a sonreír de manera siniestra y torturarlo mentalmente gozando con ello. Finalmente lo abandonó a su suerte una noche... Una noche descontrolada, donde arrebató la vida de varias personas pues no tenía saciedad. Se había convertido en una máquina de matar completamente descontrolada.

Y los años pasaron, cambiando el mundo a su alrededor, evolucionando con rapidez mientras él seguía intacto, testigo de todos los cambios de vida, y aunque ahora su vida era más estable gracias al dinero que logró arrebatarle a la mujer a la que entretuvo durante dos años, se entretuvo viajando y conociendo mundo, intentando recuperar el tiempo perdido y hacer todas aquellas cosas que quiso hacer siempre y nunca pudo hacer, dedicándose a encontrar la felicidad en cada lugar, pero pocas veces la encontraba. Pronto se cansó de aquella vida, preguntándose entonces qué era lo que la vida esperaba de él al ser revivido de nuevo, sino ¿porqué estaba vivo entonces? Algún motivo tenía que haber, pero aún no ha logrado encontrarlo.

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