Hojas sueltas y sucias

por **Varg Steit** Mar Oct 18, 2016 11:03 pm

Tomar un baño era todo lo que aquel sujeto quería y más deseaba poder sacarse todo ese aroma de sudor y sangre de tanto romper rostros y bajar dientes, hasta cierto punto se estaba cansando de ello pero al final cuando mira sus puños con las marcas de los dientes tirados reía y ansiaba que otro mal nacido se propasara en el burdel donde trabajaba. Cuando estaba ahí solo con alzar la mirada hombres y mujeres dejaban alborotar el panal de miel de ese antro sucio porque aquel bruto ser no le importaba si tenía que golpear a mujeres, hombres o desviados y desviadas para él todos eran igual y todos debían pagar por igual no hacía distinciones porque no le importaba esas bobadas.

Ahora en su mugre y sucio hogar buscó la poca monta de agua limpia que recibía pero a lo lejos entre los nauseabundos pantanos alcanzó a escuchar ruidos pero los dejó pasar porque no eran de su importancia, cuando salió de su baño con el cuerpo mojado y los cabellos dejando caer por donde pasaba las gotas de agua, colocó sus pantalones nuevos y sin camisa salió con una espada en mano moviéndola con habilidad como si fuera parte de su mano.

Estocadas iban y venían así como los cortes a la hierba y árboles que ya tenían algunos más viejos, sus gritos de batalla se podían escuchar por todo el pantano, y solo le acompañaba su sudor y el sonido de cadenas que chillaban, ahí estaba en aquella choza aquella mujer que accedió (contra su voluntad) a irse con él, claro que ella se lo rogó de rodillas pidiendole que le la compre ya que era una pobre prostituta callejera de esas que rondan el burdel donde él trabaja. Aquella rubia que le dio su virginidad ahora estaba amarrada de las patas al camastro viejo de él gritando mientras él hacía de ella lo que quisiera, al menos ella así lo pidió (en la mente de él).

La razón de porqué esta ahí es otra historia.

por **Varg Steit** Dom Dic 18, 2016 9:38 pm

Cuando hube llegado a lo que despertó mi interés al máximo, mi fascinación eclipsó cualquier sentimiento que pudiese haber sentido en apenas segundos. Las calles plagadas de tiendas que alarmarían a cualquier auténtico devoto de edad avanzada, antiguo creyente de las más profundas y regias tradiciones cristianas. Los escaparates con crucifijos, velas y todo tipo de bártulos y herramientas, pergaminos con sortilegios para ahuyentar y a su vez atraer a malos espíritus y augurios me hicieron sentirme un auténtico Dios en un mundo plagado de adoradores ciegos. Mis ojos se clavaron en una caja que rezaba bajo el rótulo de "Detenga a las bestias". ¡Ilusos! ¿Acaso el hombre aún cree que algo de plata me va a alejar de ellos. Estúpidos mortales, siento decirles que vuestra caza de seres como yo requiere de algo más aparte de balas de plata, crucifijos, estacas y cuerdas para decapitarnos con agua bendita. Recen vuestras oraciones, pues yo mismo imploro Odin bendito por paciencia para no acabarlos luna llena.

Divertido me fui, caminando entre tales tiendas, observando cada talismán que veía. Mujeres mayores de rostros ocultos bajo velos oscuros podían ir y venir, se mostraban sin temor alguno. Aquel barrio permitía que luz y oscuridad se uniesen, que criaturas de la noche saliesen, y permitían darle vida a las calles parisinas a tan altas horas en las que los mortales corrientes dormían con la esperanza de que los malos espíritus se alejasen de su hogar.

Sin duda, iba a divertirme, si brujas y hechiceros se encontraban allí, si fantasmas hacían acto de presencia o si al fin, después de todos los años que pasado buscando, conocía a un nuevo vampiro. Estaba completamente seguro de que aquella noche, en el barrio esotérico de París, conocería a alguien realmente interesante.

por **Varg Steit** Miér Oct 18, 2017 11:19 pm

Donde están aquellos guerreros, los hijos de Gaia. Aquellos que se perdieron bajo la nieve y el hielo. Aquellos que ahora son solo huesos, polvo y olvido entre la memoria de los únicos que han podido sobrevivir pero que se mantienen entre el silencio olvidando lo que fueron, atandose a cadenas invisibles para evitar la muerte. ¿A dónde se fueron la fiereza de aquellos guerreros? sus cantos callaron, sus espadas descansan entre el oxido abrazado de las frías aguas, solo una espada aun se mantiene gritando a todo fulgor llamando a sus hermanas a la batalla.

Esta es la historia de los hijos perdidos de los Beersekers.

La nación más grande, un pueblo unido y luchador, hombres y mujeres que no temían a nada y solo deseaban conquistar la gloria junto a los dioses. Hombres temerarios que se enfrentaban en cruzadas por los mares y ríos buscando nuevos asentamientos y conquistas, aquellos que adoraban el choque de las espadas y la sangre de los enemigos a sus pies. Ese tipo de tribu era la que existió hace años, tanto como para ser olvidados ya.

La historia comienza con un hijo que se pierde, con un hijo que no suelta la espada ni aunque se enfrente a su padre el mejor luchador de toda el asentamiento. Las espadas chocan y el sudor caer, los pies se mueven de manera milimetrada, ambos piensan la mejor manera de atacar pero ninguno sabe cuál tomar, que flanco ser el primero en apuntar sin dejar su lado vulnerable expuesto. El sudor cae por el rostro y ambos se miran a los ojos.

El grito del pequeño guerrero al chocar su espada, gira, alzando lo más alto que puede su espada y da un salto contra su oponente que ríe al sostenerlo y empujarlo apuntándole con la espada y dejar una herida en el hombro, una herida que aún tiene…

El sudor cae por la frente del hombre, blande su espada chocándola con ira contra aquel árbol sumido en los recuerdos y la rabia que todo ello forja al guerrero.

por **Varg Steit** Mar Nov 21, 2017 11:45 am

Todo giraba alrededor de lo que estaba sucediendo en aquella arena, todos los del pueblo estaban viendo entre vitores y gritos apoyando a su favorito yo era aun pequeño y no puedo recordar muy bien pero mi padre estaba entre los luchadores y todos cantaban sus nombre hacían cánticos y mi madre siempre nos decía a sus dos hijos que debíamos estar muy orgullosos de nuestro padre el líder de la manada NUESTRO LIDER. Asi siempre mi madre lo reflejaba a nuestro padre y siempre era yo el encargado de seguir sus pasos por eso fue me envió adelante con mi tía y tío y sus pequeños hijos, entre ellas aquella niña pequeña que era algo fea a la vista. Pasaba viendo a mi padre cuando la pelea termino no podía creer la fuerza que ambos tenia eran todo un sentir unico cada puño que iba y venia así como la sangre dejada en la arena, aun recuerdo lo cálida que era y como se fundía entre la arena del pueblo.

Mi hermano Fenrir nos siguió en ese momento, el estaba junto a mi hablando sobre seguir los pasos de nuestro padre, ser tambien un luchador como ellos ser un bersekers como era costumbre en el pueblo y yo sería el lider con una buena hembra como mujer una guerrera, pero entre las niñas de mi edad no había hembra que pudiera soportar, todas eran muy flacas, gordas, feas, sin dientes, con coletas o muy pecosas pero no había ese espíritu de lucha y guerrera que se necesitaba, así que seguro me casaría con la mujer de otro clan para tener hijos y unir más gente a la manada. Ese era mi destino pero Odin nos preparó algo más, el padre de toda la creación se llevó todos los planes al valhalla en ese momento, cuando el desastre ocurrio.

por **Varg Steit** Dom Feb 18, 2018 10:02 pm

Fenrir estaba ahi, y no solo el estaban tambien otros hermanos de la manada de la nuestra estirpe que apoyaban la idea de mi jodido hermano de que tome a fuerzas los pasos de nuestro padre. Pero yo no sabía como liderar siempre fui un soldado un hombre que usaba la espada y su fuerza bruta como podía ahora liderar una manada si apenas y podía con mi propia vida

Estaba en el bosque con la espada en mano golpeando contra los arboles descargando todo mi cabreo con ellos hasta que un olor de muerte llego a mis fauces de alfa corri con todo pulmon pensando que era una batalla pero solo era una persona, una mujer uqe etaba en el suelo agonizando su sangre apestaba como la mia con la punta de la espada mueve un poco la ropa de la mujer pero se encuentra con algo metálico a su paso –mierda…pero qué coño es esto- no entendía lo que pasaba así que dio dos pasos hacia atrás para dejar mejor morir a la mujer pero antes de poder dar el último paso el reflejo de su madre en su espada le hizo tomar la decisión más arriesgad de todos –coño coño coño- maldice empuñando el mango de la espada con una ira, tal es su furia que le crujen los huesos de todo el cuerpo. Deja la espada clavada en la tierra agachándose a tomar a la mujer llevándole a su morada aunque está destruida y no es suya verdaderamente él la toma como tal, la coloca sobre aquella mullida y cutre cama que es más un catre, hay otras pero a él no le gusta porque son muy grandes, la coloca ahí para luego con sus manazas rasgarle la ropa y ver aquella especie de armadura lo que le recuerda a los inquisidores, busca como sacarla hasta que encuentra una especie de seguros a un costado los mueve mejor dicho los rompe con las manos y retira aquella parte metálica la mujer esta desnuda frente a él pero no le importa sus ojos van a la herida que borbotea sangre, sale de la propiedad olfateando el lugar hasta encontrar unas plantas entre ellas romero y sábila con algo de savia de unas un tronco viejo de roble, eso mezclado con unos hongos para evitar el dolor luego, cuando los encontró los revolvió en un cuenco machacándolos con una piedra, regreso a la habitación con la mujer tomando el ungüento verde con sus manos y ponerle sobre la herida sin lavarle sin nada y no fue nada delicado al contrario presiono esa herida para que la sangre saliera y fuera eta misma que actúe como sellador tira con palabras fuere a la mujer y una mirada muy seria.

por **Varg Steit** Miér Abr 25, 2018 11:59 pm

Había oído bien, el hombre no daba crédito a lo que estaba escuchando en ese momento, una mujer le estaba dando las gracias, una mujer estaba aceptando que él tenía razón, por primera vez una mujer no le estaba gritando ni encima de él golpeando o insultando como suelen hacerlo. Se acercó a ella mirándole casi sin comprender de qué tipo de especie pertenecía aquella hembra pero al verla bien y olerla era solo una humana más, una simple y común humana que se metía en líos con chupasangres de manera imprudente.

No le tomó importancia la verdad, tenía más marcas de heridas que no sanaron que aquella que con algo de descanso y buen sexo se arreglaría –esta pequeña cosa– preguntó soltando una sonora carcajada –vamos mujer para un hombre como yo esto no es más que un rasguño, con una lamida y algo de buen sexo, comida y bebida terminará desapareciendo para mañana, los soldados no se quejan de sus heridas o serán su debilidad ¿pero qué coños están enseñando a soldados? Son todos unos debiluchos maricones que se quejan por todo o que, bah no hubieran sobrevivido tu pueblo a un enfrentamiento contra mi pueblo– fue por el camino que conducía a su casa invitando a la mujer al menos le había hecho gracia aquella pequeña humana. La invitó con la cabeza a que le siga , en su casa tenía algo de ron con lo que podía limpiar sus heridas y un poco de comida aunque no consumible para humanos sin maldiciones, aunque si podría darle algo de agua.

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