Human hunting [Privado]

La caída del astro rey presagió el fin del dominio de los mortales sobre la ciudad. La llegada de la noche dejaba paso a una nueva etapa del día, mas sangrienta y violenta que su hermana. Los seres de la noche, despertaban, y guardando similitud con el reino animal, cazaban. No era así con Mefisto. El nosferatu rara vez descansaba, se mantenía en pie durante el día, resguardado de las miradas humanas, aprendiendo, planeando.

Esa noche quizás se había introducido demasiado en la capital. Normalmente frecuentaba sitios situados a las afueras, donde sus perdidas de control no destacasen tanto. Pero una noche era una noche, y había que cenar. Desde los tejados observaba a las personas deambular entre las calles, como quien contempla hileras de hormigas que vuelven a su hogar, con su alimento, tras su trabajo. Se deleitó de las vistas, aquella ciudad tenía algo especial, un aura de misterio y hermosura difícilmente comparable con otras ciudades en las que hubiese estado anteriormente. París transmitía buenas vibraciones, ¿era posible que al fin hubiese alcanzado una ciudad donde realizar su propósito ?.

Dejó sus cavilaciones a un lado ante la vista de una apetitosa presa. Una madre, sin duda con prisas por llegar a casa, cuya hija seguía a un ritmo mas lento. Imposible no prestarles atención. Mefisto continuó al acecho hasta que vio el momento perfecto. Fue entonces cuando descendió desde lo alto en un inaudible movimiento levitando hasta la espalda de la cría, que fue zancadilleada por el nosferatu desde su espalda mientras su madre giraba una esquina. Trastabillada la niña cayó al suelo, mirando enseguida al responsable. Tras varios segundos absolutamente paralizada por el terror de su visión comenzó a gritar desesperadamente.

En un rápido y brutal movimiento, Mefistó ahogo su grito atravesándole la garganta con sus garras y la levantaba al peso, haciendo que la carne de su cuello se fuese rompiendo cediendo por el peso. Entre convulsiones, lágrimas, y la agonía de un dolor indescriptible, mucho menos para un niño pequeño, Mefisto se volvió a elevar hasta el tejado justo antes de que la madre apareciese corriendo a consecuencia del grito, encontrándose con la ausencia de su hija y un charco de sangre. Desesperada esta comenzó a gritar y a correr buscándola.

-¿Ves jovencita? - giraba a la niña en dirección hacia su madre, que cada vez se alejaba mas - Esos son los gritos que alimentan mi alma. Los críos solo berreáis de forma desagradable - La niña no podía contestar, no podía moverse, y por desgracia para ella, llevaría unos minutos el morirse si el monstruo no decidía hacer nada - Pero has tenido suerte, también tengo que alimentar mi cuerpo - con la mano libre clavó sus garras sobre su estomago, haciendo un poco de fuerza para al empujar arrancar la cabeza de la niña, llevándose consigo también la columna. Arrojó la cabeza hacia el callejón y tomó el cuerpo como cáliz, bebiendo hasta quedarse saciado. Continuó arrastrando el cuerpo un par de tejados mas hasta que lo tiró en el interior de una chimenea de una fabrica, para quemar toda prueba.

Con una risa sádica continuó deambulando por la ciudad, admirando el paisaje, mirando a la luna que tantas veces la había visto cometer verdaderas atrocidades. Pero pronto algo llamó su atención. El olor de la sangre cerca de el era demasiado fuerte, tanto que no tardó en ver un cadaver en los suelos del callejón. Descendió hacia el y lo revisó. Las marcas eran inconfundibles, había servido de alimento a algún vampiro. Olió el aroma que dejaba el hijo de la sangre, hija mas bien. Un aroma que incluso percibía como familiar, probablemente había estado alguna vez en presencia de la cazadora.

Siguió el rastro con curiosidad, encontrando mas muerte a su paso, sin duda la cazadora debía de estar muy hambrienta, ¿o tan solo era un arrebato homicida como los que sufría Mefisto de vez en cuando?. Finalmente llegó a la escena, la vampiresa arrancaba el corazón de un joven para acto seguido someter la voluntad. La imagen, cómica a la vista del Nosferatu iba hacía un final bastante predecible, por lo que a modo de juego decidió intervenir. Se acercó sigilosamente casi sin tocar el suelo como si flotase en el aire, hasta situarse a un par de metros a la espalda de la vampiresa, tratando de escrutar su mente con sus poderes.

- A este paso dejaras sin comida a todos los vampiros de París chiquilla - dijo con tono sosegado - ¿No te han enseñado modales? - Modales que el nunca había tenido, nunca había seguido, al menos no del todo. Pero las reglas mas simples eran universales. Ser discreto al cazar, no causar demasiadas muertes para no llamar demasiada atención de los humanos. Los metodos de Mefisto siempre eran bastante salvajes, pero en eso consistía su estilo, en parecer la obra de un psicópata o un licántropo salvaje.

Mefisto observaba cuidadosamente cada gesto que la vampiresa hacía, cada palabra que salia por sus labios. Analizando metódicamente a la susodicha como acostumbraba a hacer con todas los seres con los que interactuaba. Con el paso de las eras el nosferatu había aprendido que humanos o no, la gente tendía a dar mucha mas información en la forma en que decía las cosas y por como no decía algunas cosas, en lugar de por las palabras que soltaban.

Observaba la cómica situación en que aquella vampiresa trataba de contener los aullidos de la muchacha a la que torturaba. La vampiresa lucia arrogante, altiva. Una leve risa salia del nosferatu, que ahora recordaba donde había visto antes a la mujer, la explicación de por que ese aroma le resultaba familiar. Las cosas habían cambiado un poco en ella, pero...no había gran diferencia, no a ojos del inmortal.

-Como poder puedo irme - la miraba - pero considero mas entretenido estar aquí. Volvió a mirarla detenidamente, hasta que esta realizó una llave para noquear a la humana, dejándola apoyada en la pared. Cada movimiento de aquella maniobra de combate lo había visto miles de veces. Efectivamente se trataba de un gesto propio de cazadores, inquisidores, gente acostumbrada a un cuerpo a cuerpo feroz.

Mefisto dio un par de pasos hacia el frente, analizando el aura de la vampiresa para saber si su respuesta sería agresiva, cautelosa o bien si ella le tenia miedo a el.

-Claro que me he dado cuenta que no es supervivencia. Se trata solo de una pataleta humana - clavó sus ojos sobre los de ella - Si fuese mera supervivencia no durarías demasiado tiempo de no ser porque eres una malcriada acomodada, terminarías en cualquier esquina de un callejón oscuro, como una drogodependiente mas en el mejor de los casos - dijo sin miramientos, recordaba algo de lo que hacia unos años un vampiro le había comentado sobre ella y su familia. Recordó a aquel vampiro, aquella conversación con la esclava. Dicen que el diablo sabe mas por viejo que por diablo, pues bueno, en este caso rara vez se equivocaba el nosferatu.

-Desperdicias tu don - continuaba cruzando la mirada con ella con firmeza, sin mostrarse desafiante, tan solo mostrando la severidad necesaria. En un primer intento fugaz había encontrado resistencia en su mente, pero pudo notar que había fragilidad, no era capaz de mantener su mente cerrada. La vampiresa no había sido capaz de aprender a tener una mente hermética. Grave error para la supervivencia, la inquisición contaba con condenados con poderes de lectura mental que podrían desmantelar cualquier tapadera suya en cuestión de minutos. De haberse esforzado un poco mas, el propio nosferatu podría haber sacado cuanta información hubiese querido.

- Sientes que te he molestado antes. ¿Acaso no sabes quien soy?. ¿Tantos dioses has visto en tu corta vida como para no reconocer a uno cuando lo ves ? - preguntó con arrogancia - Deja que te refresque la mente - Mefisto clavó entonces la vista, utilizando la plenitud de sus poderes para manipular su memoria. Solo los vampiros y nosferatus mas experimentados eran capaces de hacerlo sin establecer ningún contacto físico. Mas dificultoso aun para azotar la mente de tal manera que el afectado se viese como un enfermo mental atormentado. En este caso la experiencia sobraba, y al no querer destruir la mente a ese nivel, ya que tan solo quería mostrar fragmentos de la memoria sin causar mayor daño del que el propio recuerdo pudiese causar, no habría problema.

Mefisto sonrió ligeramente, regodeándose un poco de la situación, ahora la vampiresa parecía estar más a la defensiva, trataba de justificarse frente al nosferatu, sus palabras, su postura de brazos cruzados. Todo parecía indicar que la situación comenzaba a estar más que dominada.

-Podría indagar en tu mente cada momento de tu vida - se quedó mirándola un momento - Pero no me interesa, se suficiente sobre ti - Se acercó hasta la joven que estaba en el suelo, tomándola por la barbilla para contemplar su rostro. Una breve y miserable vida, cuyo destino pendía de un hilo extremadamente fino, con dos seres al entender típico humano diabólicos, como únicos jueces de su destino.

-La capacidad para ver el futuro no es uno de mis muchos poderes, jovencita - comentó con sorna - Mas sabe el diablo por viejo que por diablo, era fácil de prever lo que iba a pasar, en especial si conoces cómo funciona la mente de un vampiro.

Soltó a la mujer y le dio la espalda a la vampiresa, realmente le importaba poco el final que fuese a tener la historia entre esas dos mujeres, no tenía ningún interés en inmiscuirse en la posible historia que tuviesen esas dos. Se alejó un par de metros, pensativo, con la cabeza mirando hacía el escaso cielo nocturno que se vislumbraba por entre los edificios de aquel oscuro callejón. Una idea comenzaba a aparecer en su mente, podía realizarla, y la vampiresa podía tener un papel en ella. Se giró en un rápido movimiento, mirándola directamente a los ojos.

-No busco al que era tu amo, se perfectamente donde esta - dijo buscando captar la atención de la chica, aunque bien podía ser mentira lo que estaba diciendo, pero la seguridad con la que hablaba siempre además de sus poderes que le permitían tener una mente hermética siempre le habían servido para que nadie viese a través de sus mentiras. Siempre había sido un experto diciendo lo que la gente quería oír - Déjame elucubrar un poco sobre ti. Te vanaglorias de tu superioridad sobre los humanos, disfrutas de los privilegios que te da tu poder, tu dinero heredado. Puede que hasta disfrutes del hecho de tener algún esclavo de sangre. ¿Realmente eres ahora dueña de tus acciones?, yo creo que vives una vida autómata, carente de objetivo. Vives tu dinero, matas por comida, matas por diversión y vuelta a empezar. Poco has cambiado realmente en estos años, estas estancada.

Sin duda lo que había dicho era algo muy común en los vampiros, al ser transformados vivían una rutina, una vida de lujos, diversión y alimento, sin preocuparse de poco más que de eso. Pero con los años, la monotonía, la rutina, terminaba por volver su existencia miserable, la mayoría terminaban aburridos de su propia existencia de su rutina, haciendo que cada vez buscasen cosas más diferentes para dar sentido a su vida. Había comenzado a herir el orgullo de la vampiresa, pero era hora de tender el anzuelo.

-Eres igual que tu amo. Bueno, miento - le miró con rostro severo - Eres débil, has desperdiciado tanto estos años jugando a ser inmortal que no has raspado el potencial de tus poderes. Aún si tu corazón buscase venganza por lo que te hizo, lo cual dudo, porque no sabes nada de el ni te has molestado en indagar sobre su paradero, tendrías las mismas oportunidades que esa joven contra ti, a pesar de tus truquitos de cazadora. - relajó la expresión, mostrando falta de interés - Pero supongo que no querrás que te sermonee, no es como si mis advertencias sirviesen de algo. Así que no voy a fastidiarte más la cena, tal como me pediste, me largo.

Le dio la espalda y comenzó a dar lentos pasos, siendo clave el que su marcha se iniciase tan rápido tras la charla para no darle demasiado tiempo a la vampiresa para pensar, para obligarla a precipitarse, para obligarla a picar y que ahora fuese ella quien pidiese que se quedase, que casi rogase por él.

El nosferatu se relamió ante el sabor más dulce que podía si quiera degustar. El sabor del conseguir que la gente baile al son de su música, de que a pesar de la minucia de un plan, este siga el curso que tenga planeado para él. Miró fijamente a la vampiresa de arriba hacia abajo.

-Hay algo que podría llegar a querer de ti - sonrió Mefisto con rostro sereno - A ti - dijo con siniestra voz - Tus servicios, digamos que te ayudaré a tener el poder suficiente para vengarte de ese vampiro y te indicaré donde dar con el cuándo estés preparada a cambio de que pongas tu tiempo, esfuerzo, empresa y dinero en ayuda de mi propia empresa.

Como si el destino así lo quisiese, había puesto a disposición del nosferatu a un potencial aprendiz, con dinero, esclavos, influencias. En definitiva, herramientas perfectamente útiles a sus planes de dominación.

-Has de saber niña, que si vas a colaborar conmigo, voy a exigir de ti una implicación absoluta, y en el momento que no sea así, te abandonaré o te mataré, según me apetezca. Me ayudaras a expandir redes de influencias, a sacar de la madriguera a cazadores e inquisidores, a sellar pactos con gente de negocios y nobles que de seguro conoces. Vas a presentarme a gente influyente de esta ciudad y mientras todo esto ocurre, te instruiré en las artes vampíricas, empezando por ayudarte a conseguir que nadie lea tu mente, seguro que te interesa – dijo con cierta sorna.

Aunque lo cierto es que a partir del pacto con la vampiresa a quien más le interesaba era al propio Mefisto. La vida y privacidad de ella no le importaba que fuese desvelada en una lectura mental, pero si algún enemigo del nosferatu con la capacidad de leer mentes era capaz de acceder a ella y ligarla a sus planes, toda la operación podría correr peligro.

La miró fijamente y extendió la mano hacía ella, para cerrar el trato.

-Puedes llamarme Mefisto

Esperó a que la vampiresa se presentase y estrechase su mano. Un pacto podía nacer, uno capaz de hacer temblar los cimientos de París y llevar al cambio de orden establecido. Aunque el nosferatu no le había dicho a la vampiresa para qué requería sus servicios, aunque imaginaba que se lo podría llegar a imaginar.