Edward Kesler

Severo y estricto en su conducta y sistema de creencias las cuales han sido forjadas bajo un estricto régimen de lucha, sangre y venganza. Su atención siempre se enfoca hacia necesidades en concreto anteponiéndolas ante las demás. Edward proyecta una figura solitaria, subversiva e imponente. No existe otro orden posible en la cadena alimenticia más que el de sobrevivir a cualquier precio. Mantendrá a sus amigos cerca y a sus enemigos más cerca, porque ¡ay de aquel que ose encararle o cuestionar sus principios! los cuales si bien no son los mejores, son los únicos que conoce y que le han valido el lugar donde ahora se encuentra.

No es de extrañar que la servidumbre, sus pocos allegados e incluso su familia misma lo encuentren demasiado intimidatorio. Sin duda provoca y a menudo pone nervioso a quien esté junto a él. Es reacio a comprometer sus sentimientos en primera instancia. Analítico en todo momento. Como un monarca depuesto posee modales majestuosos y señoriales aunque adustos, nada de eso resulta ajeno puesto que por sus venas corre sangre real. Pocas cosas le llegan a impresionar o atemorizar, aunque constantemente se ve invadido por una actitud de nostalgia, hastío y desaliento.

Buscador de glorias constantes. Sencillamente desafía la jerarquía o cadena de mando. A pesar de ser un hombre poco tolerante teme secretamente al desengaño y a la derrota, demonios constantes que inundan sus pensamientos. Los pensamientos positivos le parecen un cuento para ingenuos, pisoteará sin lugar a dudas ese optimismo color de rosa centrándose en realidades siempre más oscuras e invisibles. Posee la capacidad de cerrarse al exterior sumergiéndose en un lapso inconsciente, una especie de maldición para él ya que no ha podido romper la conexión con su pasado.



El invierno mostraba su rostro menos apacible la noche que los vástagos del coronel Lothar Matheus abrieron sus ojos al mundo. El apellido Matheus provenía de un linaje antiguo de hechiceros y reconocido ampliamente gracias a los logros cosechados por la cabecera de familia en el ámbito de la guerra. Cada presea y heridas obtenidas eran un orgullo para él,  pero así también lo eran ahora sus pequeños gemelos de quienes no esperaba menos al ser hijos de un militar. No obstante era bien sabido que únicamente uno de ellos sería el heredero al trono y puesto real. Anna, la madre desconsolada pidió al marido que pensara con detenimiento las cosas, puesto que no sería fácil deshacerse de uno de sus hijos. El temperamento imponente de este le orilló a tomar una tajante decisión. Ordenó a un par de soldados llevar a uno de los bebés al bosque nevado. Si el pequeño era lo suficientemente fuerte sobreviviría para reclamar dicho mandato cuando cumpliera la mayoría de edad, ese sería el día en que Lothar pagaría el haber decidido de forma tan arbitraria el futuro de uno de sus hijos.

Aljoscha. Así fue llamado el pequeño por Yura. Un viejo hechicero que le encontró en estado casi catatónico esa misma madrugada. Envuelto en una manta y con una pequeña daga a su lado con mango plateado e incrustaciones de diamantes. Símbolo de su estirpe. Creció a lado de la única figura masculina a quien reconocería como padre y mentor. Los preceptos enseñados por aquel sujeto sembraron en Aljoscha el deseo de ser siempre el mejor, de ser un gran y poderoso hechicero permitiéndole siempre hacer uso de sus habilidades natas en la magia negra. Nunca se le prohibió el uso de las mismas y creció con la idea de poseer un don superior en comparación con el resto de los humanos. Desarrolló de manera prodigiosa sus poderes que había heredado naturalmente por parte de su linaje real. Así transcurrió el tiempo hasta que se convirtió en un joven maduro e independiente, sin dejar de mostrar su arrogancia para con cualquiera que osara hacerle frente. Cierta tarde mientras cazaba por los bosques nevados fue interceptado por un joven con demasiado parecido a él.

Aquel encuentro sería el parte aguas en la vida y las acciones futuras de Aljoscha. En medio de esa escena, una liebre asustadiza y mal herida por un golpe que el huérfano le había propinado se arrastró hasta los pies del muchacho con indumentaria limpia. A cambio de la vida del pequeño animalito el chico le otorgó a Aljoscha una daga con mango plateado. El hechicero quedó atónito ante este hecho y al marcharse su semejante comparó aquel objeto con el suyo. Eran idénticos, las mismas marcas en la cuchilla y mango. A lo lejos pudo ver como la silueta de dos padres amorosos contemplaban con cariño lo que su hijo llevaba entre sus brazos. El hechicero sintió un odio tremendo en contra de ellos. Les maldijo en lo bajo y con ese sentimiento de rabia regresó a reclamar a Yura aquel engaño, no necesitaba más explicaciones puesto que Aljoscha era el hermano gemelo de aquel jovencito criado en noble cuna. Era solo que el sentirse engañado y traicionado le cegaba por completo como para tener contemplaciones con su padre adoptivo. Sería la primera vez que las manos de Aljoscha se mancillarían con sangre.

Valiéndose de sus grandes dones, asesinó al hombre que había velado por él todo este tiempo no sin antes torturarle para conseguir la información necesaria. Partió hacia un rumbo distinto, no muy alejado de donde la familia real se hallaba, su familia. Su venganza no fue inmediata, puesto que a lo largo de los años se hizo de una fama y renombre por sadismo y poca cautela al momento de actuar. Varios adeptos se unieron en una cruzada, donde Aljoscha predicaba el ser un sobrenatural a todo momento, sembrando cierto temor en las aldeas donde robó, asesinó y mintió para conseguir las herramientas necesarias para llevar a cabo su plan maestro. Una vez reunido lo necesario, ingresó al castillo real de los Matheus a media noche, el horror y la crueldad con la cual Aljoscha y sus hombres asesinaron a los reyes y a su vástago fue un hecho que resonó en muchas partes de Europa. Un año de exilió bastó para ocultarse del ojo de los inquisidores y durante este tiempo tomó el apellido de uno de sus seguidores muertos aquella noche.

Edward Kesler, como se presentaba ante el mundo ahora detuvo su instinto de asesino después de haber conocido a Schmetterling, una mujer inquisidora de quien se enamoró completamente y se casó al poco tiempo. Ocultó su pasado de sangre y pesadilla porque, creyó que incluso un monstruo como él tenía derecho a vivir con tranquilidad. No obstante sus acciones de matanza le alcanzaron, porque no hay secreto que no salga a la luz tarde o temprano orillándole a quedarse solo después de que su esposa conjurara en él un hechizo para borrar su memoria temporalmente luego de descubrir su oscuro pasado. Cuando el efecto cesó, se dio cuenta que había sido engañado una vez más y como un animal herido, sanó sus heridas intentar encontrar a su esposa hasta por debajo de las piedras para vengarse de su "aún esposa" y no descansará hasta conseguirlo, valiéndose de cualquier artimaña que tenga a su alcance.



-Aún conserva ambas dagas que recibió de niño, como una muestra de su triunfo ante su propia familia.
-A pesar de poseer muchas habilidades como hechicero, también sabe utilizar armas de fuego.
-Pirómano.
-Es muy dado a jugar con los sentimientos de las personas para lograr sus fines.
-Bebe, fuma, es adicto al sexo.
-Ambidiestro.

TERMINADA

Podrían cambiar mi ficha a Hechiceros humanos, por favor?

Gracias.

FICHA APROBADA

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