Hellfire - Carleight.

Lo malo de vivir en un lugar como parís era lo volátil que su ambiente y clima se podía volver en épocas como el otoño, detestaba no saber si llovería o si haría más bien frio o si el sol haría de las suyas y en vez de sentir que se acercaba el invierno, te hacía sentir que aun el verano no se iba y eso para la felina era frustrante. Ahora estaba ahí, caminando sin cesar porque un chubasco cayó sobre ella cuando acababa de visitar a uno de sus clientes, no había sido la gran cosa, solo quiso disfrutar de mimos, compañía y palabras alentadoras y algo machistas.. algo que lo hiciese sentirse como un rey –ya que su esposa no le decía tales cosas y lo trataba como una mierda- asi que Cheza había tenido que poner una expresión de total adoración y peinado ese grasiento cabello que aun la hacía tener escalofríos.

No tenía abrigo alguno, no pensó que lo iba a necesitar así que la lluvia caía a cantaros sobre ella mojando su hermoso cabello y empapando por completo aquel bello pero sencillo vestido que constaba de un femenino corsé que acentuaba su sensual cintura y esponjosos pechos y de una falda a juego ligera que ahora se sentía pesada y fría ante el agua que escurría de ella. El cabello se le había pegado al rostro y su tersa piel estaba erizada por el frio que no lograba apaciguar ni abrazándose o frotándose los brazos. Debía llegar al burdel, tenía que estar lista para la sesión de la noche y esa lluvia no le hacia el paseo más sencillo.

Después de unos minutos de estar caminando bajo la lluvia, no lo soportó más y corrió a buscar refugio al primer edificio que encontró que tuviese suficiente techo para ayudarla; un poco temblorosa se encontró bajo el arco de la entrada a la gran iglesia, empapada, con el vestido pesado por el agua y los dientes tintineando de frio. Sin más terminó por entrar a la enorme capilla y cerró la pesada puerta de la iglesia tras de sí, no se fijó realmente si había alguien rezando o si molestaba a alguno que anduviese por ahí, pero podría decirse que corrió hacia el pequeño lugar donde los fieles prendían velas para cada oración que dedicaban a sus míseros y efímeros problemas y se acercó lo más que pudo al ligero calor del fuego de las velas, mojando todo el piso a su paso y comenzando a crear un charco bajo ella, frotando sus brazos con más fuerza para entrar en calor.

Jamás había entrado a una iglesia, mucho menos a "LA" catedral de la que todos hablaban -no le veía mucho el caso a estar rezando frente a una imagen que nada puede responder- pero debía admitir que era aún más fría de lo que pensaba, incluso más oscura de no ser por las velas que estaban por doquier. Se burlaría de lo tétrico que lucía todo incluso mencionaría a alguien que ella era una prostituta dentro de la iglesia y que no estaba envuelta en llamas como muchos le había dicho, y aun que lucía exquisitamente sensual –con su piel bañada por el agua de lluvia, su cabello húmedo y ondulado y su escote brillando por las gotas juguetonas que caían y se perdían entre ese par de pechos- el frio podía más con su sarcasmo y sensualidad, así que se quedó ahí, intentando no morir por una simple lluvia otoñal.