AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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All the light we cannot see - Soren.
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All the light we cannot see - Soren.
Lo único que había en Paris que valía la pena mencionar era aquella biblioteca. Ya había pasado frente a ella antes, era tan elegante e imponente con sus grandes ventanales y madera de la fina calidad, sus colores rojos y bordes refinados que invitaban a los mas curiosos a adentrarse en un mundo de fantasía o en una corte romana o en una novela pasional. Tantos rostros, tantos destinos del mundo por recorrer y lo único que uno debía hacer, era abrir una página y dejarse llevar por el narrador; Ohana había heredado algo mas que solo un viejo relicario de la señora a la que había servido, esta le había dado las herramientas para no ser una incompetente e inculta, porque muy en el fondo, la anciana le había tenido cariño y aun que no le temblaba la mano cuando debía “disciplinarla” si que se había preocupado de cultivar esa mente tan curiosa y deseosa del saber. Era una esclava, pero sabía leer y hablar tan bien como cualquier niño de clase alta.
Ahora estaba frente a ella, alta y con una melodía invisible que le invadía cada hueso en su ser y la invitaba a pasar; la morena lo sabía, sabía que no se podía entrar cuando la pigmentación de su suave piel era de un color mas oscuro que la tierra, pero debía intentar. La parte racional dejo campo al sentimiento y aun que gritase que era una mala idea, la esclava no moriría sin ver una biblioteca por una vez. Guiada por ese sentimiento, camino cauta hasta estar frente a su entrada y acerca una tímida mano a la puerta -como quien intenta acariciar a un animal salvaje- abriendo esta lo más silenciosa que puede y sin mas se adentra en el viejo edificio.
¿Cómo describir lo que la joven de rizado cabello vio al entrar? Un mundo de colores. Ante sus ojos, las vibraciones de colores que la gente solia mostrar al caminar a su lado, eran nada en comparación con lo que sus humanos ojos podían ver; cada uno de los pasillos que se mostraban desde la entrada explotaba en un frenesí de colores y aun con todo eso a su alrededor, era el escenario mas tranquilo y en armonía que había visto. Lentamente sus cansados pies la llevaron a recorrer el primer pasillo que estaba repleto de elegantes mesas que parecían no tener fin, con una luz danzarina sobre ellas y libros que mostraban paginas olvidadas por algún curioso lector. Al acercarse al primer gran pasillo de libros, paso la yema de los dedos por la superficie de uno de los estantes, degustando la exquisitez de la madera de roble tallada a mano, con sus giros y hojas que daban elegancia y postura a los libros.
¡Y los libros! Cientos de ellos en un solo pasillo, sonriéndole con sus portadas bordadas o hechas de piel, con ese toque dorado en los costados y todos presentándose ante ella con sus nombres para su de gustación, los aromas que se podían apreciar eran una mezcla de polvo, madera y libros, junto a una fragancia elegante por ahí. Ese debía ser el paraíso de los eruditos de antaño, ahora entendía la fascinación de los grandes por lugares como ese, por todo lo que podía ofrecer. Alzando su mirada notó como un enorme candelabro colgaba de lo mas alto del techo y aun que no brindaba una luz cegadora, si ayudaba con el ambiente de tranquilidad y silencio que un lugar asi debía tener. Y todo esto causo una ligera y genuina sonrisa en los labios de la esclava, haciéndola lucir hermosa y jovial.
Justo cuando iba a tomar el primer libro que tuvo a la vista, una pesada mano golpeo la suya con fuerza, haciéndola pegar la misma a su pecho y cualquier alegría que hubiese sentido se esfumó, elevando la vista hasta un hombre extraño de vestimenta pomposa y un maquillaje que hacia mal su trabajo de intentar ocultar su pobre atractivo -¿Qué se supone que hace esta cosa aquí?- dijó de forma déspota y mostrando un claro desagrado hacia la esclava.
Ahora estaba frente a ella, alta y con una melodía invisible que le invadía cada hueso en su ser y la invitaba a pasar; la morena lo sabía, sabía que no se podía entrar cuando la pigmentación de su suave piel era de un color mas oscuro que la tierra, pero debía intentar. La parte racional dejo campo al sentimiento y aun que gritase que era una mala idea, la esclava no moriría sin ver una biblioteca por una vez. Guiada por ese sentimiento, camino cauta hasta estar frente a su entrada y acerca una tímida mano a la puerta -como quien intenta acariciar a un animal salvaje- abriendo esta lo más silenciosa que puede y sin mas se adentra en el viejo edificio.
¿Cómo describir lo que la joven de rizado cabello vio al entrar? Un mundo de colores. Ante sus ojos, las vibraciones de colores que la gente solia mostrar al caminar a su lado, eran nada en comparación con lo que sus humanos ojos podían ver; cada uno de los pasillos que se mostraban desde la entrada explotaba en un frenesí de colores y aun con todo eso a su alrededor, era el escenario mas tranquilo y en armonía que había visto. Lentamente sus cansados pies la llevaron a recorrer el primer pasillo que estaba repleto de elegantes mesas que parecían no tener fin, con una luz danzarina sobre ellas y libros que mostraban paginas olvidadas por algún curioso lector. Al acercarse al primer gran pasillo de libros, paso la yema de los dedos por la superficie de uno de los estantes, degustando la exquisitez de la madera de roble tallada a mano, con sus giros y hojas que daban elegancia y postura a los libros.
¡Y los libros! Cientos de ellos en un solo pasillo, sonriéndole con sus portadas bordadas o hechas de piel, con ese toque dorado en los costados y todos presentándose ante ella con sus nombres para su de gustación, los aromas que se podían apreciar eran una mezcla de polvo, madera y libros, junto a una fragancia elegante por ahí. Ese debía ser el paraíso de los eruditos de antaño, ahora entendía la fascinación de los grandes por lugares como ese, por todo lo que podía ofrecer. Alzando su mirada notó como un enorme candelabro colgaba de lo mas alto del techo y aun que no brindaba una luz cegadora, si ayudaba con el ambiente de tranquilidad y silencio que un lugar asi debía tener. Y todo esto causo una ligera y genuina sonrisa en los labios de la esclava, haciéndola lucir hermosa y jovial.
Justo cuando iba a tomar el primer libro que tuvo a la vista, una pesada mano golpeo la suya con fuerza, haciéndola pegar la misma a su pecho y cualquier alegría que hubiese sentido se esfumó, elevando la vista hasta un hombre extraño de vestimenta pomposa y un maquillaje que hacia mal su trabajo de intentar ocultar su pobre atractivo -¿Qué se supone que hace esta cosa aquí?- dijó de forma déspota y mostrando un claro desagrado hacia la esclava.
Ohana- Esclavo
- Mensajes : 36
Fecha de inscripción : 29/11/2016
Re: All the light we cannot see - Soren.
Visitar la biblioteca en sus ratos libres se había convertido casi que en un ritual para él. Era una bendición que la biblioteca fuera pública y no tuviera que pagar para entrar, porque con lo poco que ganaba con las tutorías, no podría visitarla tan a menudo, y era que la biblioteca para él era casi como un recinto mágico en el cual podía protegerse del mundo. Una vez dentro, podía perderse en los libros hasta el amanecer y no se vería obligado a la superficial interacción social que tanto detestaba.
Sin embargo sabía que no podía simplemente 'huir' de la gente, era parte de la sociedad y aún siendo un ser de la noche, quería creer que tenía un propósito. Así como su mentor le había dicho hacía mucho tiempo, “ Soren, encontrar un propósito a nuestra existencia Vampírica, te dará no sólo la fuerza para continuar viviendo sino que también la cordura para poder controlar a tu monstruo interior”.
Sabías palabras, dignas de alguien que había vivido por casi 400 años.
Esa noche en particular había llegado temprano y se había sentado en su lugar favorito (hasta la bibliotecaria lo llamaba ya por su nombre de verlo allí tan a menudo) con un gran libro que hablaba sobre las vidas y obras de pintores del Renacimiento. Como profesor sentía la obligación de conocer hasta el más mínimo detalle, para poderlo transmitir a sus alumnos, si es que algún día lograba recuperar su trabajo como docente en la Universidad de París.
-¿Qué se supone que hace esta cosa aquí?- La voz de un hombre interrumpió el silencio de lugar, no había mucha gente, por lo que a pesar de que el Vampiro no estaba cerca de la escena, lo pudo escuchar claramente – ¿Quién permitió que entrara? ¡¿Donde está la seguridad de esta Biblioteca?! - La voz del hombre se escuchaba sumamente indignada y por lo que decía, Soren se imaginó que a lo mejor alguien había dejado colar un perro o algún otro animal. Cual fue su sorpresa cuando se asomó por detrás de una estantería y descubrió que se trataba de una joven morena quien se había atrevido a entrar en la biblioteca.
- ¡En el nombre de la Reina! ¿Donde está la policía? ¿Que clase de seguridad tiene este lugar? - Seguía gritando el hombre, ahora gracias al alboroto otros visitantes se habían acercado a mirar y con el rabillo del ojo vio como la Bibliotecaria, desaparecía por las escaleras, seguramente en dirección a la entrada para buscar al vigilante.
-¡Es mia! - Exclamó Soren sin detenerse a pensar en las consecuencias de sus actos, saliendo de su escondite, el hombre se giró una ceja erguida hacía el Vampiro que de repente pareció comprender que se había metido en un lío – Es... es mi sirvienta – Agregó, la gente seguía mirando como esperando una explicación – Le pedí que entrara y me ayudara a cargar unos libros que pienso prestar... justamente – Explicó señalando los libros que tenía sobre su mesa.
El hombre entrecerró los ojos con expresión incrédula, no parecía creerse el cuento, sobre todo porque Soren vestía como un vagabundo, era claro que no se trataba de alguien de la clase alta, con su suéter de lana desgastado y sus pantalones viejos, bien podría ser un esclavo el también, de no ser porque su piel era pálida.
-Me parece Monsieur que usted, no tiene ni para pagarse un pedazo de pan, mucho menos para comprar a una esclava- Inquirió el hombre con expresión altiva.
Soren miró a la muchacha, intentando pensar algo que los pudiese sacar del aprieto.
Sin embargo sabía que no podía simplemente 'huir' de la gente, era parte de la sociedad y aún siendo un ser de la noche, quería creer que tenía un propósito. Así como su mentor le había dicho hacía mucho tiempo, “ Soren, encontrar un propósito a nuestra existencia Vampírica, te dará no sólo la fuerza para continuar viviendo sino que también la cordura para poder controlar a tu monstruo interior”.
Sabías palabras, dignas de alguien que había vivido por casi 400 años.
Esa noche en particular había llegado temprano y se había sentado en su lugar favorito (hasta la bibliotecaria lo llamaba ya por su nombre de verlo allí tan a menudo) con un gran libro que hablaba sobre las vidas y obras de pintores del Renacimiento. Como profesor sentía la obligación de conocer hasta el más mínimo detalle, para poderlo transmitir a sus alumnos, si es que algún día lograba recuperar su trabajo como docente en la Universidad de París.
-¿Qué se supone que hace esta cosa aquí?- La voz de un hombre interrumpió el silencio de lugar, no había mucha gente, por lo que a pesar de que el Vampiro no estaba cerca de la escena, lo pudo escuchar claramente – ¿Quién permitió que entrara? ¡¿Donde está la seguridad de esta Biblioteca?! - La voz del hombre se escuchaba sumamente indignada y por lo que decía, Soren se imaginó que a lo mejor alguien había dejado colar un perro o algún otro animal. Cual fue su sorpresa cuando se asomó por detrás de una estantería y descubrió que se trataba de una joven morena quien se había atrevido a entrar en la biblioteca.
- ¡En el nombre de la Reina! ¿Donde está la policía? ¿Que clase de seguridad tiene este lugar? - Seguía gritando el hombre, ahora gracias al alboroto otros visitantes se habían acercado a mirar y con el rabillo del ojo vio como la Bibliotecaria, desaparecía por las escaleras, seguramente en dirección a la entrada para buscar al vigilante.
-¡Es mia! - Exclamó Soren sin detenerse a pensar en las consecuencias de sus actos, saliendo de su escondite, el hombre se giró una ceja erguida hacía el Vampiro que de repente pareció comprender que se había metido en un lío – Es... es mi sirvienta – Agregó, la gente seguía mirando como esperando una explicación – Le pedí que entrara y me ayudara a cargar unos libros que pienso prestar... justamente – Explicó señalando los libros que tenía sobre su mesa.
El hombre entrecerró los ojos con expresión incrédula, no parecía creerse el cuento, sobre todo porque Soren vestía como un vagabundo, era claro que no se trataba de alguien de la clase alta, con su suéter de lana desgastado y sus pantalones viejos, bien podría ser un esclavo el también, de no ser porque su piel era pálida.
-Me parece Monsieur que usted, no tiene ni para pagarse un pedazo de pan, mucho menos para comprar a una esclava- Inquirió el hombre con expresión altiva.
Soren miró a la muchacha, intentando pensar algo que los pudiese sacar del aprieto.
Soren Kaarkarogf- Vampiro Clase Baja
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Fecha de inscripción : 05/06/2010
Localización : Entre libros de historia y lienzos manchados.
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Re: All the light we cannot see - Soren.
Al escuchar las palabras del déspota hombre, bajo su mirada no por miedo, pero por enojo. Siempre era lo mismo, siempre ha sabido que desde que estaba en el interior de su ingenua madre, había sido condenada a la vida del esclavo, a pasar por nada más que una cosa que había que tener en control, pero que arruinaran su perfecto estado de euforia en un santuario como lo era la biblioteca, eso no lo podía digerir. No mostraba enojo, siempre con su semblante sereno e impasible, mas cuando el elegante hombre amenazó con tomarla del brazo en lo que la seguridad del lugar arribaba, su expresión cambio a una de ligera alarma, moviéndose un poco para alejarse del alcance de la huesuda mano, pegándose de forma inconsciente al librero a su espalda, mirando al hombre de forma penetrante y con sus labios apretados en una fina línea.
Y entonces… entonces surgió una voz. Se había mostrado fuerte y decidida, incluso había retumbado sobre las viejas y gastadas paredes de la biblioteca y había acallado todo el alboroto; ante los ojos de Ohana, desprendió unas chispas por el aire de color amarillo cando se escuchó. El dueño de la misma apareció frente a ellos y llamo la curiosa mente de la esclava, haciéndola despegarse un poco de su pequeño “refugio” contra el librero y parpadear un par de veces ante las palabras que seguían surgiendo del chico. ¿Por qué la estaba ayudando? ¿Qué esperaba poder sacar de una esclava? No se veía de aquellos incautos que buscaban los placeres físicos, tampoco se veía como un vendedor de esclavos o un sociópata que buscara victimas –aunque claro, los sociópatas nunca eran fáciles de reconocer- pero, parecía genuina mente interesado y empeñado en ayudar.
¿Por qué? Pensó la esclava, mirando ligeramente sorprendida al chico, solo un poco, apenas con sus labios abiertos una pizca.
Cuando escuchó la respuesta del hombre elegante que aún estaba listo para lanzarla hacia los ya presentes guardias, el cerebro de Ohana marcaba que todo eso era un plan para nada profesional y que tal vez había actuado por impulso, ahora debían salir ambos de la situación con la mejor cantidad de dignidad que les quedara y siendo lo más coherentes posibles…
-Bueno, seguramente no lo tiene, pero eso no se necesita cuando se es una herencia señor- habló al fin, bajando la mirada como se esperaba de ella y jugando el papel de esclava débil y sumisa –una esclava que comete errores no vale para una familia… lo lamento mi señor… he causado problemas- murmuro en voz baja y caminando hacia el muchacho, sintiendo las miradas inquisidoras de los presentes y solo alzando su mirada analítica cuando estaba frente al vampiro, esperando que él también siguiese el juego de su ahora compartida mentira. Pudo escuchar los murmullos de algunos de los que aun se encontraban en la biblioteca, las palabras denigrantes que decían sobre ambos y las ganas que tenían de burlarse; Ohana había aprendido a ignorar, la gente estúpida eran las que solian hablar sin ver primero lo que tenían al frente, y todos saben que a la gente estúpida no había que seguirles el juego.. como a los locos.
Y entonces… entonces surgió una voz. Se había mostrado fuerte y decidida, incluso había retumbado sobre las viejas y gastadas paredes de la biblioteca y había acallado todo el alboroto; ante los ojos de Ohana, desprendió unas chispas por el aire de color amarillo cando se escuchó. El dueño de la misma apareció frente a ellos y llamo la curiosa mente de la esclava, haciéndola despegarse un poco de su pequeño “refugio” contra el librero y parpadear un par de veces ante las palabras que seguían surgiendo del chico. ¿Por qué la estaba ayudando? ¿Qué esperaba poder sacar de una esclava? No se veía de aquellos incautos que buscaban los placeres físicos, tampoco se veía como un vendedor de esclavos o un sociópata que buscara victimas –aunque claro, los sociópatas nunca eran fáciles de reconocer- pero, parecía genuina mente interesado y empeñado en ayudar.
¿Por qué? Pensó la esclava, mirando ligeramente sorprendida al chico, solo un poco, apenas con sus labios abiertos una pizca.
Cuando escuchó la respuesta del hombre elegante que aún estaba listo para lanzarla hacia los ya presentes guardias, el cerebro de Ohana marcaba que todo eso era un plan para nada profesional y que tal vez había actuado por impulso, ahora debían salir ambos de la situación con la mejor cantidad de dignidad que les quedara y siendo lo más coherentes posibles…
-Bueno, seguramente no lo tiene, pero eso no se necesita cuando se es una herencia señor- habló al fin, bajando la mirada como se esperaba de ella y jugando el papel de esclava débil y sumisa –una esclava que comete errores no vale para una familia… lo lamento mi señor… he causado problemas- murmuro en voz baja y caminando hacia el muchacho, sintiendo las miradas inquisidoras de los presentes y solo alzando su mirada analítica cuando estaba frente al vampiro, esperando que él también siguiese el juego de su ahora compartida mentira. Pudo escuchar los murmullos de algunos de los que aun se encontraban en la biblioteca, las palabras denigrantes que decían sobre ambos y las ganas que tenían de burlarse; Ohana había aprendido a ignorar, la gente estúpida eran las que solian hablar sin ver primero lo que tenían al frente, y todos saben que a la gente estúpida no había que seguirles el juego.. como a los locos.
Ohana- Esclavo
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Fecha de inscripción : 29/11/2016
Re: All the light we cannot see - Soren.
Por un momento creyó que no tendría forma de solventar la situación cuando la morena habló, el cerebro de Soren tardó en reaccionar hasta que ella se acercó.
-Me... me gusta mantener un perfil bajo – Respondió con voz carrasposa y desviando la mirada hacía un lado, pues era terrible diciendo mentiras, la escuchó disculparse y sintió como si se le comprimiera el pecho, en su disculpa sumisa, vio el reflejo de Izzak, el esclavo personal que creció con él en el castillo, cuando aún estaba vivo, cientos de años atrás.
-Entonces tome los libros que necesita y vallase – Le ordenó el hombre aún sin perder su tono altivo, aunque se le notaba que las mejillas y las orejas se le habían colocado coloradas, seguramente no quería aceptar que estaba avergonzado por haber cometido un error – La Biblioteca es un sitio sagrado, ¿No pensará mancharlo monsieur? - La poca gente que se había acercado a observar la escena, no parecían aprobar la presencia de la esclava allí, ni siquiera cuando esta estaba sirviendo a un amo.
-Girasol – Exclamó dirigiéndose a la morena pues no sabía su nombre y sus ojos le habían recordado las redondas flores – Tome los libros que le indiqué esta mañana y salgamos – Le indicó, quería que sonara como una orden, pero su voz no era firme como la de un amo experto en manejo de esclavos, además lo que en realidad quería decirle era que tomara los libros que 'ella' quería, pero no podía decirlo abiertamente, sólo crearía más alboroto si le permitía escoger los libros a ella. Tenía que sonar como una orden.
Se acomodó las gafas nerviosamente mientras veía que libros cogería la muchacha.
-Me... me gusta mantener un perfil bajo – Respondió con voz carrasposa y desviando la mirada hacía un lado, pues era terrible diciendo mentiras, la escuchó disculparse y sintió como si se le comprimiera el pecho, en su disculpa sumisa, vio el reflejo de Izzak, el esclavo personal que creció con él en el castillo, cuando aún estaba vivo, cientos de años atrás.
-Entonces tome los libros que necesita y vallase – Le ordenó el hombre aún sin perder su tono altivo, aunque se le notaba que las mejillas y las orejas se le habían colocado coloradas, seguramente no quería aceptar que estaba avergonzado por haber cometido un error – La Biblioteca es un sitio sagrado, ¿No pensará mancharlo monsieur? - La poca gente que se había acercado a observar la escena, no parecían aprobar la presencia de la esclava allí, ni siquiera cuando esta estaba sirviendo a un amo.
-Girasol – Exclamó dirigiéndose a la morena pues no sabía su nombre y sus ojos le habían recordado las redondas flores – Tome los libros que le indiqué esta mañana y salgamos – Le indicó, quería que sonara como una orden, pero su voz no era firme como la de un amo experto en manejo de esclavos, además lo que en realidad quería decirle era que tomara los libros que 'ella' quería, pero no podía decirlo abiertamente, sólo crearía más alboroto si le permitía escoger los libros a ella. Tenía que sonar como una orden.
Se acomodó las gafas nerviosamente mientras veía que libros cogería la muchacha.
Soren Kaarkarogf- Vampiro Clase Baja
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Fecha de inscripción : 05/06/2010
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Re: All the light we cannot see - Soren.
Por un momento parecía que la mentira quedaría en el aire, que aquel francés o los iba a dejar tranquilos y que todos aquellos cuya mirada estaba posada sobre la esclava, la sacarían arrastrando de ahí, sin embargo y con ayuda del vampiro –aunque su pobre intento de mentira quedo algo más que extraño- las cosas parecieron encajar en la mente del hombre y sin antes decir algunas cosas más, espero a las órdenes del joven para después encaminarse a la salida y hablar con la mujer encargada, los demás se fueron disipando con el pasar de los segundos y aunque no todos desaparecieron del todo, Ohana se sintió mas en libertad de observar al vampiro.
Su mirada serena se vio con un ligero brillo de curiosidad mientras se posaban en los ojos contrarios, con sus labios entre abiertos y preguntándose un sinfín de cosas. Una de sus manos se movió hacia su pecho, dudosa aun si debería fiarse de un extraño, la mayoría de los hombres siempre querían algo a cambio pero ella no tenía nada que dar, sería un problema, aunque él se veía listo y era mas que obvio que sabía la situación en la que los esclavos viven, entonces…
¿Por qué me ayuda?
Abrió los labios intentando decir algo, pero termino por volverlos a cerrar y desviar la mirada hacia el estante de libros que estaba viendo antes, miró por sobre el hombro por si alguien mas tenía su mirada en ellos y con un fino dedo indico uno de los pasillos oscuros de la gran biblioteca. Comenzó a caminar hacia este de forma serena, meditando sobre toda la situación y lo que esto podría traer como consecuencias al hombre ¿había arriesgado tanto para ayudar por buena gente? No estaba acostumbrada a los favores de los demás –vaya que no estaba acostumbrada a que los demás notasen su existencia- pero ahí estaba él con todos esos destellos por todos lados y una amigable mirada hacia ella, tal vez incluso fuese tan pobre como ella o bien, lo de ir sin llamar la atención podría ser real. Incluso la habia llamado como una flor y no como un animal o algo monótono.
Cuando al fin alcanzaron un punto oscuro y lejos de las miradas, pudo soltar un suspiro leve bajando su mirada para pensar en cómo expresar su desconcierto -¿Por qué me ayudaste?- dijo sin más, mirando directo a los ojos ajenos y con sus manos a ambos costados un poco incomoda por la cercanía pero agradecida igual, Ohana podría ser una simple esclava, pero jamás una mal agradecida –No tengo nada que dar a cambio ¿Por qué molestarte?- hablaba en susurros intentando no hacer sonido alguno, un poco consiente de que tal vez ni el chico podría escucharla.
Ahora que tenía oportunidad de hacerlo, su mirada serena curioseo por el físico del chico, las gafas eran algo a lo que estaba acostumbrada pero las suyas eran algo mas gruesas y desgastadas, su sueter tejido se veía viejo y roído por el uso y sus pantalones estaban muy lejos de ser los de un noble, pero aun siendo tan esbelto como era, tenía un aire extraño en él, no podía decir de que se trataba pero en alguna parte de su mente sus sentidos estaban mas alertas que lo habitual. Era mas alto que ella, asi que tenía que alzar un poco el rostro para verlo mas no le era tanto una amenaza –muy aparte de su fobia al contacto masculino claro- asi que sentía que podía hablar sin problemas.Estaban semi escondidos por un pilar, asi que eso también podría ser un factor que le ayudaba ahora.
Su mirada serena se vio con un ligero brillo de curiosidad mientras se posaban en los ojos contrarios, con sus labios entre abiertos y preguntándose un sinfín de cosas. Una de sus manos se movió hacia su pecho, dudosa aun si debería fiarse de un extraño, la mayoría de los hombres siempre querían algo a cambio pero ella no tenía nada que dar, sería un problema, aunque él se veía listo y era mas que obvio que sabía la situación en la que los esclavos viven, entonces…
¿Por qué me ayuda?
Abrió los labios intentando decir algo, pero termino por volverlos a cerrar y desviar la mirada hacia el estante de libros que estaba viendo antes, miró por sobre el hombro por si alguien mas tenía su mirada en ellos y con un fino dedo indico uno de los pasillos oscuros de la gran biblioteca. Comenzó a caminar hacia este de forma serena, meditando sobre toda la situación y lo que esto podría traer como consecuencias al hombre ¿había arriesgado tanto para ayudar por buena gente? No estaba acostumbrada a los favores de los demás –vaya que no estaba acostumbrada a que los demás notasen su existencia- pero ahí estaba él con todos esos destellos por todos lados y una amigable mirada hacia ella, tal vez incluso fuese tan pobre como ella o bien, lo de ir sin llamar la atención podría ser real. Incluso la habia llamado como una flor y no como un animal o algo monótono.
Cuando al fin alcanzaron un punto oscuro y lejos de las miradas, pudo soltar un suspiro leve bajando su mirada para pensar en cómo expresar su desconcierto -¿Por qué me ayudaste?- dijo sin más, mirando directo a los ojos ajenos y con sus manos a ambos costados un poco incomoda por la cercanía pero agradecida igual, Ohana podría ser una simple esclava, pero jamás una mal agradecida –No tengo nada que dar a cambio ¿Por qué molestarte?- hablaba en susurros intentando no hacer sonido alguno, un poco consiente de que tal vez ni el chico podría escucharla.
Ahora que tenía oportunidad de hacerlo, su mirada serena curioseo por el físico del chico, las gafas eran algo a lo que estaba acostumbrada pero las suyas eran algo mas gruesas y desgastadas, su sueter tejido se veía viejo y roído por el uso y sus pantalones estaban muy lejos de ser los de un noble, pero aun siendo tan esbelto como era, tenía un aire extraño en él, no podía decir de que se trataba pero en alguna parte de su mente sus sentidos estaban mas alertas que lo habitual. Era mas alto que ella, asi que tenía que alzar un poco el rostro para verlo mas no le era tanto una amenaza –muy aparte de su fobia al contacto masculino claro- asi que sentía que podía hablar sin problemas.Estaban semi escondidos por un pilar, asi que eso también podría ser un factor que le ayudaba ahora.
Ohana- Esclavo
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Fecha de inscripción : 29/11/2016
Re: All the light we cannot see - Soren.
Al parecer habían salido del aprieto y el hombre junto a los demás curiosos se fueron dispersando cuando prometió tomar los libros e irse, caminaron por un pasillo alejado, habían libros de historia en ese pasillo, muchos estaban desgastados por el tiempo y otros eran simplemente manuscritos amarrados con rústicas cabuyas. La mujer se apresuró a preguntar porqué la había ayudado y a decir que no tenía nada a cambio, Soren se revolvió un poco nervioso bajando la mirada al suelo pensando en que responder. En un comienzo había intervenido por mero impulso, pero él sabía que bien en el fondo había una razón y esta se remontaba casi 300 años atrás, cuando aún estaba vivo y vivía en un castillo con numerosos esclavos a su servicio.
-Porque... el conocimiento no se le debería negar a nadie – Dijo al fin como respuesta, levantó la mirada y observó el rostro delicado de la morena, no se había equivocado en llamarla Girasol, su rostro era redondo como uno, así como sus ojos, además estos irradiaban cierta vivacidad y luz, que le hacía imaginar a un girasol irguiéndose en una pradera primaveral.
-¿Querías leer un libro verdad? Esta es tu oportunidad... coge el que quieras, puedo prestarlo a mi nombre – Continuó entre susurros – La bibliotecaria me conoce... en realidad vengo aquí con frecuencia porque... bueno solía ser profesor de la Universidad, así que... no dudará en prestarme cualquier libro -Y es que como profesor, no podía negarse a ayudar a alguien que quería estudiar, sería como ir en contra de su propia moralidad.
- Yo pensaba llevar unos libros de historia del arte – Continuó señalando unos libros que aún seguían en la mesa donde previamente estaba sentado – Pero si te interesa otro tema, no hay problema, podemos prestarlo igual... Oh por cierto, mi nombre es Soren Kaarkarogf – Finalizó con un gesto cortes pero aún en susurros, era extraño que una persona blanca o un amo, se presentara de forma formal incluyendo el apellido frente a un esclavo, muchas veces inclusive la gente no los veía como personas dignas de tener un nombre y ser presentadas, sino más como objetos o animales, pero Soren, había crecido con su esclavo personal Izzak y más que un esclavo, el chico se había convertido en casi un hermano, hacía mucho tiempo que había dejado de ver a los africanos como meros utensilios.
-Porque... el conocimiento no se le debería negar a nadie – Dijo al fin como respuesta, levantó la mirada y observó el rostro delicado de la morena, no se había equivocado en llamarla Girasol, su rostro era redondo como uno, así como sus ojos, además estos irradiaban cierta vivacidad y luz, que le hacía imaginar a un girasol irguiéndose en una pradera primaveral.
-¿Querías leer un libro verdad? Esta es tu oportunidad... coge el que quieras, puedo prestarlo a mi nombre – Continuó entre susurros – La bibliotecaria me conoce... en realidad vengo aquí con frecuencia porque... bueno solía ser profesor de la Universidad, así que... no dudará en prestarme cualquier libro -Y es que como profesor, no podía negarse a ayudar a alguien que quería estudiar, sería como ir en contra de su propia moralidad.
- Yo pensaba llevar unos libros de historia del arte – Continuó señalando unos libros que aún seguían en la mesa donde previamente estaba sentado – Pero si te interesa otro tema, no hay problema, podemos prestarlo igual... Oh por cierto, mi nombre es Soren Kaarkarogf – Finalizó con un gesto cortes pero aún en susurros, era extraño que una persona blanca o un amo, se presentara de forma formal incluyendo el apellido frente a un esclavo, muchas veces inclusive la gente no los veía como personas dignas de tener un nombre y ser presentadas, sino más como objetos o animales, pero Soren, había crecido con su esclavo personal Izzak y más que un esclavo, el chico se había convertido en casi un hermano, hacía mucho tiempo que había dejado de ver a los africanos como meros utensilios.
Soren Kaarkarogf- Vampiro Clase Baja
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Re: All the light we cannot see - Soren.
Alzo un poco las cejas ante su proposición, haciéndola –por primera vez en mucho tiempo- reaccionar a algo, dejando ver algo más que solo serenidad, y aun que no era un explosivo cambio de actitud, si que era algo distinto en su jovial rostro. No solo no se había mofado de que esta supiese leer, sino le ofrecía algo tan perfecto como poder tener un libro para leer y aun que este fuese prestado, era más de lo que había esperado; se había resignado a solo ver, sabía que no le iban a dejar tomar ninguno pero eso le iba a bastar al ser solo esclava, pero tener el regalo de poder tomar uno, eso no podía dejarlo pasar. Un maestro, claro que tenía que serlo, no era cualquier persona la que se preocupaba por el saber de los demás sean o no conocidos pero él parecía un nivel totalmente distinto al de los demás, esto la hizo dejar su vista sobre los ojos ajenos unos segundos en silencio. La pregunta había sido contestada y aun cuando su lado más desconfiado decía que no, logró asentir de forma leve, suavizando sus facciones y caminando entre unos estantes segura que el contrario estaba a su espalda.
Soren ¿Qué clase de nombre era Soren? No había conocido a muchos desde que llegó a Paris, pero si que había escuchado a muchos con nombres demasiado largos o difíciles de pronunciar, y también estaban los que eran como los de Soren, tan extraños que uno diría eran antiguos. La morena siguió observándolo, esperando y dándole su espacio a hablar y manteniendo siempre el oído por si alguien mas llegaba a pasar por donde estaban –me llamo Ohana, no es algo que se escuche por este lugar, lo sé- mumuró un poco, mirando a ambos costados, leyendo de forma veloz los libros.
-La historia del arte aún se me hace compleja de comprender, tantos giros y colores que mis sentidos no pueden captar… tal vez hay algo que me falta explorar hasta poder ver ese libro- mencionó serena parándose frente a uno de los estantes –pero si he de vivir aquí, quiero saber sobre esta tierra- alza su rostro hasta ver el título en letras doradas y cursivas, notando el libro de historia de Francia. Al principio intenta alcanzarlo poniéndose en puntas, pero sus dedos no llegaban a tocar ni el borde, aun asi intenta tomarlo dando un pequeño salto alcanzando a tomarlo pero no sacarlo del todo –uno creería que la lógica les haría ponerlo al alcance de una persona de tamaño promedio siendo un tópico tan interesante… eso o soy demasiado baja para lo que se considera “promedio” en este lugar- deja salir un suave suspiro y mira al chico de nuevo, posando sus manos detrás de su espalda –lamento las molestias pero ¿cree que podría brindarme su altura? señor Kar...Kaarkarogf..- pregunto serena y tal vez un poco más relajada, incluso uno diría que apenada, pero como no era algo evidente no podrías darte cuenta de ello.
Soren ¿Qué clase de nombre era Soren? No había conocido a muchos desde que llegó a Paris, pero si que había escuchado a muchos con nombres demasiado largos o difíciles de pronunciar, y también estaban los que eran como los de Soren, tan extraños que uno diría eran antiguos. La morena siguió observándolo, esperando y dándole su espacio a hablar y manteniendo siempre el oído por si alguien mas llegaba a pasar por donde estaban –me llamo Ohana, no es algo que se escuche por este lugar, lo sé- mumuró un poco, mirando a ambos costados, leyendo de forma veloz los libros.
-La historia del arte aún se me hace compleja de comprender, tantos giros y colores que mis sentidos no pueden captar… tal vez hay algo que me falta explorar hasta poder ver ese libro- mencionó serena parándose frente a uno de los estantes –pero si he de vivir aquí, quiero saber sobre esta tierra- alza su rostro hasta ver el título en letras doradas y cursivas, notando el libro de historia de Francia. Al principio intenta alcanzarlo poniéndose en puntas, pero sus dedos no llegaban a tocar ni el borde, aun asi intenta tomarlo dando un pequeño salto alcanzando a tomarlo pero no sacarlo del todo –uno creería que la lógica les haría ponerlo al alcance de una persona de tamaño promedio siendo un tópico tan interesante… eso o soy demasiado baja para lo que se considera “promedio” en este lugar- deja salir un suave suspiro y mira al chico de nuevo, posando sus manos detrás de su espalda –lamento las molestias pero ¿cree que podría brindarme su altura? señor Kar...Kaarkarogf..- pregunto serena y tal vez un poco más relajada, incluso uno diría que apenada, pero como no era algo evidente no podrías darte cuenta de ello.
Ohana- Esclavo
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Re: All the light we cannot see - Soren.
-Ohana... - Repitió el nombre de la chica pronunciando cada sílaba con un acento definitivamente nórdico, quizás sonando muy áspero, pero no tenía idea de como pronunciar las vocales de ese nombre cuyo lenguaje desconocía. La curiosidad por saber el origen de ese nombre y su significado comenzó a crecer en su interior, pero le pareció que quizás sería muy entrometido inmiscuirse en ese asunto, al menos no todavía.
-Le sorprendería descubrir lo interesante que puede llegar a ser – Comentó cuando ella dijo que era un tema difícil, le sorprendía que una mujer de su clase social, se expresara con un Francés tan correcto y con palabras que pertenecían más a la jerga de un intelectual que a alguien que vivía en los establos con los caballos – Umm historia Francesa... es un buen comienzo – Comentó alzándose de hombros, entonces la vio alzarse en la punta de sus pies para intentar alcanzar el libro, parecía muy indigna de no poder cogerlo por ella misma y no supo porqué pero le pareció adorable ese gesto.
-Porqué las mujeres no se interesan por la historia... por lo general – Comentó divertido llevándose el dorso de la mano para ocultar una sonrisa, no quería que accidentalmente descubriera sus colmillos – Bordados, arreglos florales, etiqueta y gastronomía... esos son los libros que ponen en las estanterías más bajas, para que las señoritas no tengan problemas en tomarlos – Le explicó acercándose para tomar el libro fácilmente con su mano derecha.
En ese momento vio que alguien les miraba desde el final del pasillo, como si estuvieran vigilando que si fuera a cumplir su palabra de llevarse a la esclava de ese 'sagrado' lugar, Soren le entregó el libro y le indicó que la siguiera.
-Sigue mi juego – Le susurró acercándose a la mesa donde estaban los demás libros – Bien Girasol, regresemos a la mansión – Comentó en voz alta por si alguien estaba escuchando, tomando sólo dos libros de los que originalmente pensaba prestar, uno de pintores del renacimiento y otro sobre el arte Medieval. Caminó hacía la bibliotecaria que esperaba en su mismo puesto como siempre, la mujer lo miró con cierto recelo a través de sus pequeñas gafas, era una mujer bastante baja, mucho más que Ohana y con enormes collares de perlas en el cuello.
- En total son 3 libros – Anunció la bibliotecaria con voz cansada – Tiene dos semanas para devolverlos – Le explicó y le mostró un enorme libro de papel amarillo en el cual Soren firmó su nombre con una pluma que había descansando en un tintero a su lado.
- Por supuesto, lo tendré en cuenta - Respondió Soren una vez había terminado de escribir su nombre.
-Le sorprendería descubrir lo interesante que puede llegar a ser – Comentó cuando ella dijo que era un tema difícil, le sorprendía que una mujer de su clase social, se expresara con un Francés tan correcto y con palabras que pertenecían más a la jerga de un intelectual que a alguien que vivía en los establos con los caballos – Umm historia Francesa... es un buen comienzo – Comentó alzándose de hombros, entonces la vio alzarse en la punta de sus pies para intentar alcanzar el libro, parecía muy indigna de no poder cogerlo por ella misma y no supo porqué pero le pareció adorable ese gesto.
-Porqué las mujeres no se interesan por la historia... por lo general – Comentó divertido llevándose el dorso de la mano para ocultar una sonrisa, no quería que accidentalmente descubriera sus colmillos – Bordados, arreglos florales, etiqueta y gastronomía... esos son los libros que ponen en las estanterías más bajas, para que las señoritas no tengan problemas en tomarlos – Le explicó acercándose para tomar el libro fácilmente con su mano derecha.
En ese momento vio que alguien les miraba desde el final del pasillo, como si estuvieran vigilando que si fuera a cumplir su palabra de llevarse a la esclava de ese 'sagrado' lugar, Soren le entregó el libro y le indicó que la siguiera.
-Sigue mi juego – Le susurró acercándose a la mesa donde estaban los demás libros – Bien Girasol, regresemos a la mansión – Comentó en voz alta por si alguien estaba escuchando, tomando sólo dos libros de los que originalmente pensaba prestar, uno de pintores del renacimiento y otro sobre el arte Medieval. Caminó hacía la bibliotecaria que esperaba en su mismo puesto como siempre, la mujer lo miró con cierto recelo a través de sus pequeñas gafas, era una mujer bastante baja, mucho más que Ohana y con enormes collares de perlas en el cuello.
- En total son 3 libros – Anunció la bibliotecaria con voz cansada – Tiene dos semanas para devolverlos – Le explicó y le mostró un enorme libro de papel amarillo en el cual Soren firmó su nombre con una pluma que había descansando en un tintero a su lado.
- Por supuesto, lo tendré en cuenta - Respondió Soren una vez había terminado de escribir su nombre.
Soren Kaarkarogf- Vampiro Clase Baja
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Re: All the light we cannot see - Soren.
Bueno, a eso no podía decir nada, sabia que sus gustos eran por demás singulares y que contra toda naturaleza, era una esclava quien gustaba de la literatura, siempre le estaría agradecida a la señora quien sin decirlo en voz alta, se preocupó por que nadie pudiese pisotearla por falta de conocimiento. Y sumado a eso, su mente trabajaba distinto a los demás, lo que le hacia sentirse fuera de lugar no solo por su color, pero sus intereses. Pensar en ello la hizo bajar un poco la mirada, preguntándose si era tan extraña como la gente la veía.
Notar aquel tono en la voz del chico, volvió a alzar sus cejas siendo consiente de haber logrado una emoción más allá que la molestia en una persona, algo que en cierta forma le gustó y la hizo perder aquel aire pensativo que había comenzado a nublar su mente; cogió el libro con algo de curiosidad en la mirada, pasando su palma por la suave superficie y dejando ver un pequeño y diminuto destello de sonrisa, apenas curvando los labios y mirando con sumo interés el libro. ¿Hacia cuanto que no había podido sostener uno? Sentía que podía quedar perdida en los bordes y colores opacos del mismo, que estar entre el mar de letras e historia era lo suyo, que al fin podía darse un respiro de la naturaleza de su realidad… realidad que la llamó devuelta, mirando al hombre sin comprender muy bien a que se refería y siguiéndolo de nuevo hasta una mesa que tenía ya dos libros en su superficie.
Girasol estaba resultando ser un apodo mucho más llevadero que “tu” o “esclava” y aunque su amo no solía llamarla de aquella forma a menudo, todos los demás si, pensó que tal vez sería más extraño que alguien con el porte de Soren la tratase asi, pero realmente Girasol no era… malo. Claro, no tenía el cabello rubio pero vamos, por algo se debió ocurrir ese nombre, aunque a los ojos de Ohana quien gozaba de más luz en el lugar, era el hombre mismo, notando ahora rasos de colores vibrantes a su alrededor. Asintió de nuevo sumisa, bajando la mirada cuando se acercaron a la bibliotecaria, mas la serena mirada de la morena se posó un tanto interesada en la insípida mujer, tomando de los brazos ajenos los otros dos libros –tanto para mantener apariencias, como para que el castaño pudiese firmar sin problemas- saliendo asi del lugar, no sin antes notar la mirada inquisidora del hombre que había armado un alboroto, sabía que no iba a poder regresar ahí, asi que sus ojos se posaron en el todo, agradecida de por unos segundos poder sentir que su piel no era una barrera, que por un corto tiempo se sintió parte de algo más grande que su raza.
Al final suspiro de forma suave y salió al fin, despidiéndose del edificio. Al estar fuera noto que volvía a ser invisible, solo era una esclava siguiendo a quien debía ser su amo, sin atraer miradas, sin llamar la atención indeseada –y que había comenzado a asfixiarla por un momento- y sin tener que hablar con nadie más que.. Soren.
-Muchas gracias…- hablo sincera y serena mas ya no tan fría –lamento los inconvenientes que mi curiosidad ha causado…- lo medita un poco -¿me permite acompañarlo para asi pagar por la salvación que me brindo? Así podría cargarlos por usted- comento mirando los libros en sus brazos y apretando un poco más su agarre sobre ellos, temerosa de que estos se esfumasen como un buen sueño –Mi nombre…- murmuró, mirando al mayor directo a los ojos –mi nombre se pronuncia “Oh-ja-na” lo escuche tener algo de problemas antes…-
Notar aquel tono en la voz del chico, volvió a alzar sus cejas siendo consiente de haber logrado una emoción más allá que la molestia en una persona, algo que en cierta forma le gustó y la hizo perder aquel aire pensativo que había comenzado a nublar su mente; cogió el libro con algo de curiosidad en la mirada, pasando su palma por la suave superficie y dejando ver un pequeño y diminuto destello de sonrisa, apenas curvando los labios y mirando con sumo interés el libro. ¿Hacia cuanto que no había podido sostener uno? Sentía que podía quedar perdida en los bordes y colores opacos del mismo, que estar entre el mar de letras e historia era lo suyo, que al fin podía darse un respiro de la naturaleza de su realidad… realidad que la llamó devuelta, mirando al hombre sin comprender muy bien a que se refería y siguiéndolo de nuevo hasta una mesa que tenía ya dos libros en su superficie.
Girasol estaba resultando ser un apodo mucho más llevadero que “tu” o “esclava” y aunque su amo no solía llamarla de aquella forma a menudo, todos los demás si, pensó que tal vez sería más extraño que alguien con el porte de Soren la tratase asi, pero realmente Girasol no era… malo. Claro, no tenía el cabello rubio pero vamos, por algo se debió ocurrir ese nombre, aunque a los ojos de Ohana quien gozaba de más luz en el lugar, era el hombre mismo, notando ahora rasos de colores vibrantes a su alrededor. Asintió de nuevo sumisa, bajando la mirada cuando se acercaron a la bibliotecaria, mas la serena mirada de la morena se posó un tanto interesada en la insípida mujer, tomando de los brazos ajenos los otros dos libros –tanto para mantener apariencias, como para que el castaño pudiese firmar sin problemas- saliendo asi del lugar, no sin antes notar la mirada inquisidora del hombre que había armado un alboroto, sabía que no iba a poder regresar ahí, asi que sus ojos se posaron en el todo, agradecida de por unos segundos poder sentir que su piel no era una barrera, que por un corto tiempo se sintió parte de algo más grande que su raza.
Al final suspiro de forma suave y salió al fin, despidiéndose del edificio. Al estar fuera noto que volvía a ser invisible, solo era una esclava siguiendo a quien debía ser su amo, sin atraer miradas, sin llamar la atención indeseada –y que había comenzado a asfixiarla por un momento- y sin tener que hablar con nadie más que.. Soren.
-Muchas gracias…- hablo sincera y serena mas ya no tan fría –lamento los inconvenientes que mi curiosidad ha causado…- lo medita un poco -¿me permite acompañarlo para asi pagar por la salvación que me brindo? Así podría cargarlos por usted- comento mirando los libros en sus brazos y apretando un poco más su agarre sobre ellos, temerosa de que estos se esfumasen como un buen sueño –Mi nombre…- murmuró, mirando al mayor directo a los ojos –mi nombre se pronuncia “Oh-ja-na” lo escuche tener algo de problemas antes…-
Ohana- Esclavo
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Re: All the light we cannot see - Soren.
Habían logrado salir bien librados del pequeño percance y una vez fuera, por unos instantes Soren había olvidado que, no se conocían realmente y que debía ser extraño para ella el que la hubiese ayudado así de manera tan inesperada, después de todo ella no sabía nada de sus pasado, ni sus intenciones.
- No hay de que, como te dije, como profesor, no puedo permitir que el conocimiento se le sea negado a alguien - Le explicó, ni siquiera a un esclavo, pensó, pero no lo dijo, ella debía de estar más que consciente de las desgracias que vivían los de su clase, como para que él tuviese que recordárselo. Ella se ofreció a cargarle los libros y acompañarlo, el Vampiro dudó, su hogar estaba lejos de ser una mansión y además quedaba muy lejos del centro.
- O...ja...na - Pronunció de nuevo imitando el acento de ella - Suena cálido de alguna forma - Dijo al fin - Como si pudieses sentir un aire tropical en él - Agregó, le gustaba como sonaba esa lengua desconocida - Yo soy Sueco, de ahí mi nombre y apellidos, pero hace un buen tiempo que llevo viviendo en París - Le comentó mientras caminaban por las calles alejándose de la biblioteca cada vez más, se detuvo unos momentos debatiéndose entre si debía decirle la verdad o no.
- Honestamente... no tengo una mansión - Comentó al fin, aunque probablemente ella lo habría imaginado por el estado de sus ropas - No es cierto que este manteniendo un bajo perfil, en realidad no tengo mucho dinero - Agregó encogiéndose de hombros - Y antes de que me preguntes como un profesor Universitario no tiene dinero como para rentar un piso... pues verás... he perdido mi trabajo - Desvió la mirada al suelo, no nevaba, pero el frío se calaba por entre sus ropas -Pe..pero... A veces me resultan algunos trabajos como tutor personal - Agregó y no supo porqué se estaba justificando frente a una extraña.
Quizás era la costumbre de estar mintiendo todo el tiempo para ocultar su naturaleza inmortal que se pasaba la mayor parte del tiempo buscando excusas para su estilo de vida.
- Mi refugio... está en las afueras de París... cerca al bosque - Continuó aún con la mirada en sus zapatos - Bastante lejos de aquí -
- No hay de que, como te dije, como profesor, no puedo permitir que el conocimiento se le sea negado a alguien - Le explicó, ni siquiera a un esclavo, pensó, pero no lo dijo, ella debía de estar más que consciente de las desgracias que vivían los de su clase, como para que él tuviese que recordárselo. Ella se ofreció a cargarle los libros y acompañarlo, el Vampiro dudó, su hogar estaba lejos de ser una mansión y además quedaba muy lejos del centro.
- O...ja...na - Pronunció de nuevo imitando el acento de ella - Suena cálido de alguna forma - Dijo al fin - Como si pudieses sentir un aire tropical en él - Agregó, le gustaba como sonaba esa lengua desconocida - Yo soy Sueco, de ahí mi nombre y apellidos, pero hace un buen tiempo que llevo viviendo en París - Le comentó mientras caminaban por las calles alejándose de la biblioteca cada vez más, se detuvo unos momentos debatiéndose entre si debía decirle la verdad o no.
- Honestamente... no tengo una mansión - Comentó al fin, aunque probablemente ella lo habría imaginado por el estado de sus ropas - No es cierto que este manteniendo un bajo perfil, en realidad no tengo mucho dinero - Agregó encogiéndose de hombros - Y antes de que me preguntes como un profesor Universitario no tiene dinero como para rentar un piso... pues verás... he perdido mi trabajo - Desvió la mirada al suelo, no nevaba, pero el frío se calaba por entre sus ropas -Pe..pero... A veces me resultan algunos trabajos como tutor personal - Agregó y no supo porqué se estaba justificando frente a una extraña.
Quizás era la costumbre de estar mintiendo todo el tiempo para ocultar su naturaleza inmortal que se pasaba la mayor parte del tiempo buscando excusas para su estilo de vida.
- Mi refugio... está en las afueras de París... cerca al bosque - Continuó aún con la mirada en sus zapatos - Bastante lejos de aquí -
Soren Kaarkarogf- Vampiro Clase Baja
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Re: All the light we cannot see - Soren.
Por la hora, solo habían criaturas en las calles, algunos charlaban entre ellos sobre temas efímeros y otros tantos comentaban la creciente situación Parisina mas ninguno prestaba atención a dos personas con su aspecto, algo que agradeció en silencio mientras escuchaba al vampiro –Sueco… sueco.. ah ya, un lugar muy lejano de aquí, aunque mi tierra es más lejana aun- comentó, siguiendo el paso del hombre y de vez en cuando curioseando su mirada por las tiendas del lugar o las personas que estaban circulándolas.
Cuando el contrario se detuvo de golpe para explicarse, Ohana solo alcanzo a detenerse unos pasos más al frente de él, haciéndola voltearse lentamente ante sus palabras; claro había notado la ropa desgastada y su forma de ser, pero nunca creyó realmente que fuese pobre, su porte no era de alguien que pasaba hambre y aun que si era esbelto no veía señal alguna de desnutrición en el, no como ella llegó a lucir asi que su confesión le pareció en cierta forma…triste y solitaria, como ella. La forma en que bajo la mirada la hizo sentir algo extraño en el pecho y verlo asi, mirando sus desgastados zapatos y casi apenado, la hicieron elevar un poco las cejas sintiendo que el hombre era…tierno…¿esto es tierno? se preguntó, confundida algo que no le pasaba muy a menudo y por tanto la hizo fruncir el ceño un poco pensativa.
No paso muchos segundos cuando comenzó a sentir el frio en sus delicadas piernas, aun con el vestido de la servidumbre –el cual realmente no ayudaba en nada- y con ese pedazo de tela que usaba como bufanda improvisada, sentía como la temperatura había bajado, tanto asi que en el momento en que abrió la boca para hablar de nuevo, una suave nube de vapor salio de sus pequeños labios –Bueno, eso no esta bien- dijo serena, como siempre, pero si el chico ponía atención había algo mas en su voz –Ese no puede ser un buen lugar para leer ¿no? Jamas podría dejar que algo tan valioso pase la noche en un lugar asi…- miraba decidida al castaño con un brillo distinto en los ojos –venga, que la temperatura suele bajar más por estas horas y al cuerpo puede darle algo con las defensas bajas- si le preguntaran porque estaba ayudando al extraño, ella diría que era su forma de pagar por lo que hizo en la biblioteca, pero la verdad era más profunda que eso… hubo un día cuando aún no la vendían, que simplemente deseo que alguien pudiese verla como una persona, no como un animal y se tocara la humanidad para darle agua o cobijo o por lo menos algo de dignidad. Ella era una esclava y no tenía su hogar –jamás lo iba a tener- pero si un techo donde dormir y una mente que ya había planeado como esconder al chico a la mañana siguiente de su amo.
Iba a comenzar a caminar, mas miró a Soren por sobre su hombro –Podré ser una esclava, pero no soy una bestia insensible…- serena hace un movimiento de su cabeza –hay un establo en la mansión donde nadie va porque solo hay herramientas y heno, no es una mansión, pero es acogedor y cálido- desvía la mirada y aprieta los libros con sus finos dedos –no es mucho, pero suficiente… creo…espero- era muy mala para expresar sus emociones –o eso creía- asi que esperaba que él no la encontrara extraña o incomoda o tiesa y de nuevo no sabía porque –asi que vamos- se estremeció un poco por el frio, aun sacando algo de vapor por su boca y asi, cruzando la calle para encaminarse hacia las residencias.
Cuando el contrario se detuvo de golpe para explicarse, Ohana solo alcanzo a detenerse unos pasos más al frente de él, haciéndola voltearse lentamente ante sus palabras; claro había notado la ropa desgastada y su forma de ser, pero nunca creyó realmente que fuese pobre, su porte no era de alguien que pasaba hambre y aun que si era esbelto no veía señal alguna de desnutrición en el, no como ella llegó a lucir asi que su confesión le pareció en cierta forma…triste y solitaria, como ella. La forma en que bajo la mirada la hizo sentir algo extraño en el pecho y verlo asi, mirando sus desgastados zapatos y casi apenado, la hicieron elevar un poco las cejas sintiendo que el hombre era…tierno…¿esto es tierno? se preguntó, confundida algo que no le pasaba muy a menudo y por tanto la hizo fruncir el ceño un poco pensativa.
No paso muchos segundos cuando comenzó a sentir el frio en sus delicadas piernas, aun con el vestido de la servidumbre –el cual realmente no ayudaba en nada- y con ese pedazo de tela que usaba como bufanda improvisada, sentía como la temperatura había bajado, tanto asi que en el momento en que abrió la boca para hablar de nuevo, una suave nube de vapor salio de sus pequeños labios –Bueno, eso no esta bien- dijo serena, como siempre, pero si el chico ponía atención había algo mas en su voz –Ese no puede ser un buen lugar para leer ¿no? Jamas podría dejar que algo tan valioso pase la noche en un lugar asi…- miraba decidida al castaño con un brillo distinto en los ojos –venga, que la temperatura suele bajar más por estas horas y al cuerpo puede darle algo con las defensas bajas- si le preguntaran porque estaba ayudando al extraño, ella diría que era su forma de pagar por lo que hizo en la biblioteca, pero la verdad era más profunda que eso… hubo un día cuando aún no la vendían, que simplemente deseo que alguien pudiese verla como una persona, no como un animal y se tocara la humanidad para darle agua o cobijo o por lo menos algo de dignidad. Ella era una esclava y no tenía su hogar –jamás lo iba a tener- pero si un techo donde dormir y una mente que ya había planeado como esconder al chico a la mañana siguiente de su amo.
Iba a comenzar a caminar, mas miró a Soren por sobre su hombro –Podré ser una esclava, pero no soy una bestia insensible…- serena hace un movimiento de su cabeza –hay un establo en la mansión donde nadie va porque solo hay herramientas y heno, no es una mansión, pero es acogedor y cálido- desvía la mirada y aprieta los libros con sus finos dedos –no es mucho, pero suficiente… creo…espero- era muy mala para expresar sus emociones –o eso creía- asi que esperaba que él no la encontrara extraña o incomoda o tiesa y de nuevo no sabía porque –asi que vamos- se estremeció un poco por el frio, aun sacando algo de vapor por su boca y asi, cruzando la calle para encaminarse hacia las residencias.
Ohana- Esclavo
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Re: All the light we cannot see - Soren.
No era su intención despertar lástima en ella, o en ninguna persona, pero sentía la necesidad de justificarse todo el tiempo para mantener su fachada perfecta y pasar desapercibido en la ciudad. Al contrario de la mayoría de Vampiros que había conocido en su larga vida, él no quería poder ni dinero, no quería vivir en la alta sociedad, vistiendo elegantes ropajes y manipulando la corona desde las sombras, su motivación en la vida era enseñar, transmitir el conocimiento que con los años el reunía y poder ver esa emoción de un estudiante al descubrir un mundo nuevo ante sus ojos, era suficiente para él.
- Pues... es una cabaña - Iba agregar que estaba abandonada y él la había tomado desde hacía meses en ausencia del dueño, pero no quiso que la chica pensara que estaba pasando por grandes necesidades pues al parecer era del tipo de persona que se preocupaba por los demás - ¿Lo dices en serio? - Preguntó un tanto incrédulo ante la invitación.
La siguió luego de un momento de duda, no se imaginó que esa noche terminaría visitando un establo, pero no le molestó en lo absoluto, además aunque no sufriera por el frío de la misma forma que los mortales, la promesa de un lugar tibio en compañía de alguien, iba más allá que el mero frío de la temperatura, era la promesa del calor humano.
- Podemos compartir los libros con los demás... sirvientes - Evitó decir esclavos pues no sabía si a ella le molestaría que la llamara de esa forma - Por cierto ¿Quien te enseñó a leer? - Le preguntó mientras caminaban por las calles, queriendo conocer más de ella.
- Pues... es una cabaña - Iba agregar que estaba abandonada y él la había tomado desde hacía meses en ausencia del dueño, pero no quiso que la chica pensara que estaba pasando por grandes necesidades pues al parecer era del tipo de persona que se preocupaba por los demás - ¿Lo dices en serio? - Preguntó un tanto incrédulo ante la invitación.
La siguió luego de un momento de duda, no se imaginó que esa noche terminaría visitando un establo, pero no le molestó en lo absoluto, además aunque no sufriera por el frío de la misma forma que los mortales, la promesa de un lugar tibio en compañía de alguien, iba más allá que el mero frío de la temperatura, era la promesa del calor humano.
- Podemos compartir los libros con los demás... sirvientes - Evitó decir esclavos pues no sabía si a ella le molestaría que la llamara de esa forma - Por cierto ¿Quien te enseñó a leer? - Le preguntó mientras caminaban por las calles, queriendo conocer más de ella.
Soren Kaarkarogf- Vampiro Clase Baja
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Re: All the light we cannot see - Soren.
Nunca había entendido porque la gente preguntaba si lo decía enserio, en su cabeza todo lo que decía lo era, asi que cada vez que escuchaba esa expresión, una de sus cejas se levantaba levemente sin saber si debería responder o no.
-Bueno, en realidad no sé si quieran leer con nosotros- comento, reacomodando un poco su bufanda improvisada de tela vieja –yo soy la única esclava de la casa, los demás son personas libres de la servidumbre y.. mi interacción con ellos es mínima, como podrás imaginar- no estaba triste por ello, vivir de esa forma te hacia una persona bastante solitaria de por si, pero Ohana era del tipo “especial” aquellos que no logran captar todos los sentimientos de un solo golpe, lo interpretan todo de forma literal y ya, no era conformista en ningún sentido, pero tampoco causaba problemas innecesarios. Continuó caminando subiendo una pequeña calle –bueno, me enseñó la primera “dueña” que tuve, no creo que lo hiciera de corazón, era una señora estricta y no era del tipo que iba en favor de los esclavos… pero conmigo fue distinta- posa su mirada en las farolas de la calle, sintiendo como el viento movía su ropa en ondas suaves y frías –recuerdo que fue una tarde en verano, cuando tenía siete años y estaba limpiando y ella solo comenzó a leer en voz alta, era un libro infantil que enfatizaba las letras asi que las repetía una y otra vez y cuando terminaba, dejaba el libro abierto sobre su escritorio y se iba a hacer otras cosas…- lo medita y mira al hombre a su lado –supongo que fue una buena acción, sabía que la curiosidad puede mas que cualquier cosa y eventualmente termine ojeando el libro, recordando como se decía cada cosa y bueno, después de todas aquellas veces que se hizo lo mismo, supongo que fue algo fácil de seguir-
Ya habían subido la pequeña calle y a los lejos se divisaban las mansiones, elegantes y refinadas. Conforme iban alejándose del centro, podía notar que el flujo de gente bajaba de forma considerable, dejando solo a algunos peatones por ahí y mas carruajes que pasaban sin prestarles atención; el silencio comenzaba a llenar su alrededor y solo alguna campanilla por ahí, el viento y los carros casuales que pasaban era lo que se podía escuchar. En un punto se detuvo para voltear y admirar el brillo del centro que habían dejado abajo –supongo que tuve mucha suerte de que lo hubiese hecho, como esclavo no aspiras a mas, eres lo que eres y la sociedad te ha enseñado a conformarte con eso, pero el conocimiento es poder y el saber leer me abrió muchos mundos que no habría conocido de no ser por ella- mira los libros en sus manos –ahora puedo decir que tenga la opción de hacerme la tonta e ignorante, mas no lo soy en verdad…- cerró los ojos por un momento alzando el rostro sintiendo el frio aire contra sus mejillas –no tenía que hacerlo, pero lo hizo y por ello siempre le estaré agradecida, incluso me enseño dos idiomas mas…y eso siendo una niña esclava de nueva Orleans, es mas de lo que podría pedir- sin mas termina por mirar al castaño de nuevo siempre con esa mirada clara y limpia –lo lamento, hablé mucho… sigamos, el frio nos alcanza-
Sin más da media vuelta y sigue por la pequeña pendiente que lentamente se convierte en un camino recto donde había cada vez menos comercios, dejando partes con bosque a la vista entre pequeñas tiendas y casas por ahí.
-Si no te importa que pregunte ¿Cómo es que perdiste tu trabajo como profesor? ¿Qué enseñabas?-
-Bueno, en realidad no sé si quieran leer con nosotros- comento, reacomodando un poco su bufanda improvisada de tela vieja –yo soy la única esclava de la casa, los demás son personas libres de la servidumbre y.. mi interacción con ellos es mínima, como podrás imaginar- no estaba triste por ello, vivir de esa forma te hacia una persona bastante solitaria de por si, pero Ohana era del tipo “especial” aquellos que no logran captar todos los sentimientos de un solo golpe, lo interpretan todo de forma literal y ya, no era conformista en ningún sentido, pero tampoco causaba problemas innecesarios. Continuó caminando subiendo una pequeña calle –bueno, me enseñó la primera “dueña” que tuve, no creo que lo hiciera de corazón, era una señora estricta y no era del tipo que iba en favor de los esclavos… pero conmigo fue distinta- posa su mirada en las farolas de la calle, sintiendo como el viento movía su ropa en ondas suaves y frías –recuerdo que fue una tarde en verano, cuando tenía siete años y estaba limpiando y ella solo comenzó a leer en voz alta, era un libro infantil que enfatizaba las letras asi que las repetía una y otra vez y cuando terminaba, dejaba el libro abierto sobre su escritorio y se iba a hacer otras cosas…- lo medita y mira al hombre a su lado –supongo que fue una buena acción, sabía que la curiosidad puede mas que cualquier cosa y eventualmente termine ojeando el libro, recordando como se decía cada cosa y bueno, después de todas aquellas veces que se hizo lo mismo, supongo que fue algo fácil de seguir-
Ya habían subido la pequeña calle y a los lejos se divisaban las mansiones, elegantes y refinadas. Conforme iban alejándose del centro, podía notar que el flujo de gente bajaba de forma considerable, dejando solo a algunos peatones por ahí y mas carruajes que pasaban sin prestarles atención; el silencio comenzaba a llenar su alrededor y solo alguna campanilla por ahí, el viento y los carros casuales que pasaban era lo que se podía escuchar. En un punto se detuvo para voltear y admirar el brillo del centro que habían dejado abajo –supongo que tuve mucha suerte de que lo hubiese hecho, como esclavo no aspiras a mas, eres lo que eres y la sociedad te ha enseñado a conformarte con eso, pero el conocimiento es poder y el saber leer me abrió muchos mundos que no habría conocido de no ser por ella- mira los libros en sus manos –ahora puedo decir que tenga la opción de hacerme la tonta e ignorante, mas no lo soy en verdad…- cerró los ojos por un momento alzando el rostro sintiendo el frio aire contra sus mejillas –no tenía que hacerlo, pero lo hizo y por ello siempre le estaré agradecida, incluso me enseño dos idiomas mas…y eso siendo una niña esclava de nueva Orleans, es mas de lo que podría pedir- sin mas termina por mirar al castaño de nuevo siempre con esa mirada clara y limpia –lo lamento, hablé mucho… sigamos, el frio nos alcanza-
Sin más da media vuelta y sigue por la pequeña pendiente que lentamente se convierte en un camino recto donde había cada vez menos comercios, dejando partes con bosque a la vista entre pequeñas tiendas y casas por ahí.
-Si no te importa que pregunte ¿Cómo es que perdiste tu trabajo como profesor? ¿Qué enseñabas?-
Ohana- Esclavo
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Re: All the light we cannot see - Soren.
Le siguió en silencio escuchando con atención todo lo que ella le decía, a veces era mejor callar y prestar buen oído, a las personas que les gustaba hablar demasiado pero escuchaban poco, terminaban siempre sin amigos. Esas eran las palabras de Erkki su mentor, con quien a veces compartía largas charlas.
- Entonces estuviste en el nuevo mundo - Comentó cuando le escuchó mencionar New Orleans - Y así que sabes varios idiomas ¡Admirable! - Agregó sinceramente sorprendido, supuso que hablaba entonces inglés a parte del Francés, detalle que realmente no esperaba. Ohana se expresaba con la propiedad de una mujer criada en la clase alta, entre libros e institutrices, en vez de entre traperos y escobas con la servidumbre.
- Realmente eres afortunada - Continuó diciendo - Saber leer y escribir, definitivamente te abre la posibilidad de conocer otros mundos, otras realidades, ese es el verdadero poder del conocimiento, es casi como magia - Como profesor entendía perfectamente aquel sentimiento, había tenido muchos estudiantes durante los últimos 50 años y nunca se cansaba de ver sus expresiones de sorpresa al descubrir cosas nuevas.
No pasó mucho tiempo antes de que entraran en un barrio claramente para ricos, se estaban alejando del centro de París y se dirigían al norte, los carruajes comenzaban a lucir cada vez más lujosos y los corceles parecían salidos de un cuento de hadas, con sus crines bien peinadas y sus pieles lustrosas.
- Es una larga historia - Comenzó a decir, en su mente pensando como podía contarle lo sucedido dejando de lado toda la parte sobrenatural que no pensaba revelar - Estuve trabajando por casi 3 años en la Universidad, de hecho me fue bien, tuve varias clases, me encargaba de impartir Historia del arte, que es una de mis especialidades - Le explicó mientras continuaban caminando - No soy pintor... me gusta pintar, pero no me considero bueno así que, prefiero enseñar la historia del arte - Le aclaró y luego agregó - Perdí mi trabajo porque... bueno... lo dejé abandonado - Tragó saliva sintiéndose como un idiota, por que de repente todos los sentimientos que creía había enterrado años atrás volvían a él de forma abrumadora.
- Entonces estuviste en el nuevo mundo - Comentó cuando le escuchó mencionar New Orleans - Y así que sabes varios idiomas ¡Admirable! - Agregó sinceramente sorprendido, supuso que hablaba entonces inglés a parte del Francés, detalle que realmente no esperaba. Ohana se expresaba con la propiedad de una mujer criada en la clase alta, entre libros e institutrices, en vez de entre traperos y escobas con la servidumbre.
- Realmente eres afortunada - Continuó diciendo - Saber leer y escribir, definitivamente te abre la posibilidad de conocer otros mundos, otras realidades, ese es el verdadero poder del conocimiento, es casi como magia - Como profesor entendía perfectamente aquel sentimiento, había tenido muchos estudiantes durante los últimos 50 años y nunca se cansaba de ver sus expresiones de sorpresa al descubrir cosas nuevas.
No pasó mucho tiempo antes de que entraran en un barrio claramente para ricos, se estaban alejando del centro de París y se dirigían al norte, los carruajes comenzaban a lucir cada vez más lujosos y los corceles parecían salidos de un cuento de hadas, con sus crines bien peinadas y sus pieles lustrosas.
- Es una larga historia - Comenzó a decir, en su mente pensando como podía contarle lo sucedido dejando de lado toda la parte sobrenatural que no pensaba revelar - Estuve trabajando por casi 3 años en la Universidad, de hecho me fue bien, tuve varias clases, me encargaba de impartir Historia del arte, que es una de mis especialidades - Le explicó mientras continuaban caminando - No soy pintor... me gusta pintar, pero no me considero bueno así que, prefiero enseñar la historia del arte - Le aclaró y luego agregó - Perdí mi trabajo porque... bueno... lo dejé abandonado - Tragó saliva sintiéndose como un idiota, por que de repente todos los sentimientos que creía había enterrado años atrás volvían a él de forma abrumadora.
Soren Kaarkarogf- Vampiro Clase Baja
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Re: All the light we cannot see - Soren.
El sonido de grillos y demás pequeños seres a su alrededor era lo que acompañaba la historia de Soren, haciendo que esta le llegase un poco más a la joven, apretando los libros entre sus brazos y comprendiendo su fascinación por la historia del arte, sintiéndose algo tonta por no poder explicarse bien ante un maestro; caminando de forma tranquila comenzó a pensar en cómo se sentiría tener un día todo lo que uno quería y por cosas de la vida, tener que dejarlo. Claro, ella jamás a conocido tal situación pero no por ello era indiferente ante lo que los demás podían pasar, mucho menos ante el claro cambio de emociones del castaño.
-Lo lamento, no debí preguntar- se disculpó sincera, bajando un poco la mirada hacia el camino de tierra por el que iban –Yo jamás había pensado en lo que los señores podrían pasar, siempre se me dijo que los desdichados éramos los de color, que ustedes siempre viven entre lujos y oportunidades- lo mira con algo parecido a la simpatía, aun con su semblante sereno –pero veo que no siempre es tan sencillo… gracias por mostrarme eso, no tenías que hacerlo- aquel extraño sentimiento en alguna parte de su pecho seguía latente, pequeño sí, pero latente, lo que le hacía más fácil estar al lado de él aun siendo hombre.
Después de algunos segundos de centrar su mirada en él, la regreso al camino, bajándola solo un poco inmersa en intentar descifrar lo que lo hacia tan fácil de convivir; claro ella no era una persona asocial que no disfrutara platicar con alguien, pero nadie jamás se había quedado tanto tiempo a escuchar ni a intentar socializar con ella, ante sus ojos ella se vea como el ser extraño que nadie tenía que soportar y aun asi, estaba en cierta forma agradecida que este fuese su primer encuentro. Al cabo de unos minutos se detuvo frente a una mansión que si bien no era enorme como la mayoría, se podía apreciar la elegancia y exquisitez de su construcción solo dejando a la imaginación lo que se encontraba detrás de sus paredes.
-Vamos, perdona que no te lleve por la entrada principal pero, un esclavo jamas a de entrar por ella- recito casi como si fuese algo implementado de forma natural en su cerebro, mientras dirigía al castaño por un costado de la mansión hasta una pequeña entrada –no te preocupes, no hay nadie a esta hora fuera de sus aposentos..- murmuró suave al abrir la pequeña reja y dejar que el contrario pasara para cerrarla casi sin ruido alguno y caminar el pequeño sendero hasta una de las puertas de la mansión.
Podia verse que era una entrada hecha para la servidumbre ya que al abrirla estaban directamente en la gran cocina, donde el fuego de la estufa seguía quemando los enormes trozos de madera y daba un delicioso calor al lugar; pan, frutas, carnes y hiervas se veían por estantes en todo el lugar o colgados sobre la mesa en medio de la cocina que servía para preparar y cortar todo lo que se debía cocinar –vamos, no te preocupes…- dijo invitándolo a pasar –podríamos tomar algo primero, el frio podría afectarnos si no lo hacemos-
-Lo lamento, no debí preguntar- se disculpó sincera, bajando un poco la mirada hacia el camino de tierra por el que iban –Yo jamás había pensado en lo que los señores podrían pasar, siempre se me dijo que los desdichados éramos los de color, que ustedes siempre viven entre lujos y oportunidades- lo mira con algo parecido a la simpatía, aun con su semblante sereno –pero veo que no siempre es tan sencillo… gracias por mostrarme eso, no tenías que hacerlo- aquel extraño sentimiento en alguna parte de su pecho seguía latente, pequeño sí, pero latente, lo que le hacía más fácil estar al lado de él aun siendo hombre.
Después de algunos segundos de centrar su mirada en él, la regreso al camino, bajándola solo un poco inmersa en intentar descifrar lo que lo hacia tan fácil de convivir; claro ella no era una persona asocial que no disfrutara platicar con alguien, pero nadie jamás se había quedado tanto tiempo a escuchar ni a intentar socializar con ella, ante sus ojos ella se vea como el ser extraño que nadie tenía que soportar y aun asi, estaba en cierta forma agradecida que este fuese su primer encuentro. Al cabo de unos minutos se detuvo frente a una mansión que si bien no era enorme como la mayoría, se podía apreciar la elegancia y exquisitez de su construcción solo dejando a la imaginación lo que se encontraba detrás de sus paredes.
-Vamos, perdona que no te lleve por la entrada principal pero, un esclavo jamas a de entrar por ella- recito casi como si fuese algo implementado de forma natural en su cerebro, mientras dirigía al castaño por un costado de la mansión hasta una pequeña entrada –no te preocupes, no hay nadie a esta hora fuera de sus aposentos..- murmuró suave al abrir la pequeña reja y dejar que el contrario pasara para cerrarla casi sin ruido alguno y caminar el pequeño sendero hasta una de las puertas de la mansión.
Podia verse que era una entrada hecha para la servidumbre ya que al abrirla estaban directamente en la gran cocina, donde el fuego de la estufa seguía quemando los enormes trozos de madera y daba un delicioso calor al lugar; pan, frutas, carnes y hiervas se veían por estantes en todo el lugar o colgados sobre la mesa en medio de la cocina que servía para preparar y cortar todo lo que se debía cocinar –vamos, no te preocupes…- dijo invitándolo a pasar –podríamos tomar algo primero, el frio podría afectarnos si no lo hacemos-
- OFF:
- ¿Quieres seguir en este tema o cerramos y pasamos a la zona de viviendas? Como gustes, no tengo problemas con ninguna :3
Ohana- Esclavo
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Re: All the light we cannot see - Soren.
Era normal preguntar, a penas se estaban conociendo, Soren era una persona curiosa y muchas veces se encontraba preguntando de más, haciendo que su interlocutor se sintiera incómodo, así que no le molestó la pregunta, aunque tocara un tema bastante personal.
- Esta bien, no importa - Respondió alzándose de hombros para quitarle importancia al asunto y al escuchar lo que decía sobre la diferencia entre sus pieles y el infortunio que era nacer como esclavo en esos tiempos, le hizo sentir un revoltijo en el estómago. El Vampiro había nacido 300 años atrás, había crecido con esclavos y durante todo ese tiempo nada había cambiado en ese aspecto, había visto a los mismos traficantes vendiendo esclavos, trayéndolos desde diferentes países, había visto sin fin de atrocidades cometidas hacía ellos y aún así no lograba acostumbrarse a la idea, como hacía la mayoría. Era algo que simplemente no podía comprender y escuchar a una mujer tan educada como lo era Ohana, hablando de esa forma, definitivamente le hacía sentir sumamente incómodo.
- Son tiempos descabellados en los que vivimos - Murmuró sin saber que más decir, siguiéndola sin chistar, le resultaba fácil confiar en la gente ¿Y como no confiar en ella? sus ojos eran tan puros y radiantes como los mismísimos girasoles.
Entraron en la mansión por la puerta trasera y le alivió no tener que presentarse por la entrada principal, puesto que tendría que dar explicaciones y sería juzgado por su vestidura humilde, no quería tener que lidiar con ese tipo de convenciones sociales. El olor de la comida le hizo sonreír y rápidamente se cubrió la boca con el dorso de la mano enguantada para ocultarlo.
- ¡Huele muy bien! - Exclamó, por supuesto no se sentía hambriento (al menos no por ese tipo de comida) pero el olor a comida siempre le llenaba de nostalgia, de épocas en las que podía comer y todo resultaba más simple - ¿Te permiten comer estos manjares? - Preguntó con expresión inocente, los ingredientes que alcanzaba a ver en las estanterías se veían muy costosos, inclusive habían frascos que tenían inscripciones en otros idiomas, dando a entender que eran productos importados.
- Estoy... bien así - Se apresuró a decir, no quería que se metiera en problemas con los dueños si se daban cuenta de que estaba compartiendo la comida con un extraño - El calor de la fogata es suficiente - Agregó.
Off Rol: Podemos seguir aquí, para no abrir otro tema ^^
- Esta bien, no importa - Respondió alzándose de hombros para quitarle importancia al asunto y al escuchar lo que decía sobre la diferencia entre sus pieles y el infortunio que era nacer como esclavo en esos tiempos, le hizo sentir un revoltijo en el estómago. El Vampiro había nacido 300 años atrás, había crecido con esclavos y durante todo ese tiempo nada había cambiado en ese aspecto, había visto a los mismos traficantes vendiendo esclavos, trayéndolos desde diferentes países, había visto sin fin de atrocidades cometidas hacía ellos y aún así no lograba acostumbrarse a la idea, como hacía la mayoría. Era algo que simplemente no podía comprender y escuchar a una mujer tan educada como lo era Ohana, hablando de esa forma, definitivamente le hacía sentir sumamente incómodo.
- Son tiempos descabellados en los que vivimos - Murmuró sin saber que más decir, siguiéndola sin chistar, le resultaba fácil confiar en la gente ¿Y como no confiar en ella? sus ojos eran tan puros y radiantes como los mismísimos girasoles.
Entraron en la mansión por la puerta trasera y le alivió no tener que presentarse por la entrada principal, puesto que tendría que dar explicaciones y sería juzgado por su vestidura humilde, no quería tener que lidiar con ese tipo de convenciones sociales. El olor de la comida le hizo sonreír y rápidamente se cubrió la boca con el dorso de la mano enguantada para ocultarlo.
- ¡Huele muy bien! - Exclamó, por supuesto no se sentía hambriento (al menos no por ese tipo de comida) pero el olor a comida siempre le llenaba de nostalgia, de épocas en las que podía comer y todo resultaba más simple - ¿Te permiten comer estos manjares? - Preguntó con expresión inocente, los ingredientes que alcanzaba a ver en las estanterías se veían muy costosos, inclusive habían frascos que tenían inscripciones en otros idiomas, dando a entender que eran productos importados.
- Estoy... bien así - Se apresuró a decir, no quería que se metiera en problemas con los dueños si se daban cuenta de que estaba compartiendo la comida con un extraño - El calor de la fogata es suficiente - Agregó.
Off Rol: Podemos seguir aquí, para no abrir otro tema ^^
Soren Kaarkarogf- Vampiro Clase Baja
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Re: All the light we cannot see - Soren.
Le mira apenas frunciendo un poco el ceño, solo un poco aun sin perder su semblante sereno –No, no hasta que mi amo haya comido, pero salió de viaje hace unos días asi que, podría decirse que tengo permitido comer una vez al dia algo de la cocina si él no está…- admitió, bajando un poco la mirada. No estaba avergonzada persé pero decirlo usualmente causaba reacciones en su interior que no le gustaba admitir; no era una chica conformista, pero sabía acatar órdenes y aun que su presente no pintara para nada mas, estaba segura que llegaría el dia en que no fuese asi, en que no estuviera atada a las órdenes de nadie y pudiese comer más de una vez –no te preocupes, solo los de la servidumbre y yo sabemos cuánto hay en la cocina, asi que mientras podamos seguir administrando bien las cantidades, no habrá problemas… asi que- miro hacia la cocina haciendo una lista mental de lo que iba a necesitar –toma, cuídalos por mi- dijo al acercarse un poco al castaño pretendiendo darle los libros, mas su cuerpo se tensó solo un poco ante la cercanía y la idea de que pudiese tocarla. Su mandíbula se apretó ligeramente y venciendo un poco la urgencia de alejarse, logró entregárselos dándose media vuelta de inmediato y caminando para tomar una vieja canasta que ella misma había hecho.
Sin más se dedicó a poner una leche al fuego mientras en el otro extremo de la cocina sacaba un recipiente metálico y negruzco que las sirvientas utilizaban para llevar brazas hirviendo a las habitaciones para mantener cálida la cama del señor de la casa o la de sus invitados; paso un mechón de su cabello detrás de su oreja antes de hincarse frente al fuego de la estufa y con unos picos, sacar unos cuantos trozos de aquellas brazas y meterlas en el recipiente. Después echó la leche caliente en una vieja jarra de metal y la misma la cerró metiéndola a la canasta junto a panes del dia anterior y una jalea de frutas. Cargando ambas cosas por la manilla que tenían se vuelve a acercar al joven –vamos…- abriendo con el codo la puerta de la cocina y saliendo de nuevo al frio del jardín, encaminándose hacia el establo.
El cielo mostraba algunas nubes sobre ellos lo que indicaría una posible lluvia y por tanto, mas frio; Ohana se estremeció un poco por las pequeñas rachas de viento helado que pegaban contra su vestido y apresuró el paso, escuchando apenas los pasos del contrario haciéndola voltear de vez en cuando para asegurarse que el mismo seguía ahí. Cuando llegaron no tardo en abrir la pesada puerta con su cuerpo y entrar, notando solo oscuridad y el olor a polvo y heno en su interior; caminó hasta unas escaleras que rechinaron en protesta por el peso sobre ellas y asi, subió a un pequeño lugar que tenía una fuerte capa de heno para hacerla lo más suave posible, mantas pesadas y cálidas distribuidas por todas partes y una almohada vieja junto a lo que parecía ser una piel de oso o algo parecido. Si, era su propio lugar de descanso, ahí era donde una esclava podía dormir sin molestar a nadie, rodeada de velas que mostraban noches en vela por el camino de cera que ya habían dejado y un viejo libro por ahí.
-No es mucho… pero es mío..supongo- murmuró casi en un susurró cuando presintió que el castaño se habría dado cuenta de que era donde dormía ella –mi amo fue lo suficientemente humano para darme algo como una piel de oso para taparme, era vieja y tenía una mancha asi que me la cedió…una esclava enferma no sirve de mucho- comenzó a contar, serena mientras dejaba el recipiente con las brasas cerca de donde iban a dormir para que se fuese calentando, después dejo la “cena” en un costado y se dedicó a prender las velas iluminando el lugar de forma cálida y extrañamente acogedora –no me molesta, no soy…. Muy buena socializando y..disfruto del silencio que da este lugar…- lentamente, alza la mirada hacia el castaño, hincada en aquellas mantas que hacían una especie de “Nido”. La luz de las velas daba un resplandor a su piel morena y revelaba el verde de sus ojos –adelante… puedes sentarte donde quieras…- comenzó a sacar dos tazas de la canasta junto a la leche caliente.
Sin más se dedicó a poner una leche al fuego mientras en el otro extremo de la cocina sacaba un recipiente metálico y negruzco que las sirvientas utilizaban para llevar brazas hirviendo a las habitaciones para mantener cálida la cama del señor de la casa o la de sus invitados; paso un mechón de su cabello detrás de su oreja antes de hincarse frente al fuego de la estufa y con unos picos, sacar unos cuantos trozos de aquellas brazas y meterlas en el recipiente. Después echó la leche caliente en una vieja jarra de metal y la misma la cerró metiéndola a la canasta junto a panes del dia anterior y una jalea de frutas. Cargando ambas cosas por la manilla que tenían se vuelve a acercar al joven –vamos…- abriendo con el codo la puerta de la cocina y saliendo de nuevo al frio del jardín, encaminándose hacia el establo.
El cielo mostraba algunas nubes sobre ellos lo que indicaría una posible lluvia y por tanto, mas frio; Ohana se estremeció un poco por las pequeñas rachas de viento helado que pegaban contra su vestido y apresuró el paso, escuchando apenas los pasos del contrario haciéndola voltear de vez en cuando para asegurarse que el mismo seguía ahí. Cuando llegaron no tardo en abrir la pesada puerta con su cuerpo y entrar, notando solo oscuridad y el olor a polvo y heno en su interior; caminó hasta unas escaleras que rechinaron en protesta por el peso sobre ellas y asi, subió a un pequeño lugar que tenía una fuerte capa de heno para hacerla lo más suave posible, mantas pesadas y cálidas distribuidas por todas partes y una almohada vieja junto a lo que parecía ser una piel de oso o algo parecido. Si, era su propio lugar de descanso, ahí era donde una esclava podía dormir sin molestar a nadie, rodeada de velas que mostraban noches en vela por el camino de cera que ya habían dejado y un viejo libro por ahí.
-No es mucho… pero es mío..supongo- murmuró casi en un susurró cuando presintió que el castaño se habría dado cuenta de que era donde dormía ella –mi amo fue lo suficientemente humano para darme algo como una piel de oso para taparme, era vieja y tenía una mancha asi que me la cedió…una esclava enferma no sirve de mucho- comenzó a contar, serena mientras dejaba el recipiente con las brasas cerca de donde iban a dormir para que se fuese calentando, después dejo la “cena” en un costado y se dedicó a prender las velas iluminando el lugar de forma cálida y extrañamente acogedora –no me molesta, no soy…. Muy buena socializando y..disfruto del silencio que da este lugar…- lentamente, alza la mirada hacia el castaño, hincada en aquellas mantas que hacían una especie de “Nido”. La luz de las velas daba un resplandor a su piel morena y revelaba el verde de sus ojos –adelante… puedes sentarte donde quieras…- comenzó a sacar dos tazas de la canasta junto a la leche caliente.
Ohana- Esclavo
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Re: All the light we cannot see - Soren.
Le alivió escuchar que el dueño de la casa había salido de viaje, no quería tener que dar explicaciones de porqué había entrado en esa mansión sin presentarse o anunciase como era debido, además, Ohana podría meterse un grave lío por permitirle entrar al sitio sin el permiso del amo. No quería que le terminaran dando latigazos por su culpa.
Le siguió con la mirada viendo como tomaba cacerolas y se movía por la cocina, no necesitaba beber o comer, pero no podía rechazarlo tampoco, ¿Qué excusa podía dar para no recibir la humilde invitación? Sería una completa falta de respeto de su padre y aunque fuera pobre y viviera en condiciones que para otros eran denigrantes, no había perdido su caballerosidad, había sido criado como un pequeño 'lord' cuando estaba vivo en el castillo Kaarkaogf, los modales eran cosas que nunca se olvidaban.
Siguió a la mujer sin chistar ni quejarse, sin notar la vacilación de ella al acercarse a él para entregarle los libros, Soren no era una persona muy perceptiva, al menos no en ese tipo de cosas, quizás un hombre más sociable, acostumbrado a tratar damas, se habría dado cuenta de que ella temía un contacto cercano a él, pero no Soren, su mente estaba perdida en otras cosas, curioseando con la mirada los frascos intentando adivinar de donde provenían las especias.
La siguió hacía el establo, olores de caballos y heno llenaron el lugar, también el olor a polvo del cual estaba muy acostumbrado (la cabaña abandonada donde vivía, también estaba empolvada) y se dirigieron a la 'habitación' donde Ohana le invitó a sentarse.
- No... ¿no hay otros sirvientes viviendo aquí? - Preguntó cuando ella dijo que le gustaba la soledad y prefería vivir allí - Me parece que es una mansión muy grande para un sólo sirviente - Agregó, calculaba que por lo menos hubieran otros 10 esclavos más en el lugar, de lo contrario Ohana no podría encargarse de todas las actividades sola.
Se sentó en una pila de heno cruzando las piernas como un niño, sin preocuparse porque se le arrugara el abrigo. Se quitó el sombrero y lo puso a un lado suyo y de repente pareció caer en cuenta: Una mujer le había invitado a su habitación. ¿Significaba eso que Ohana quería pagarle el favor de los libros con su cuerpo?. Se quedó mirando a la mujer y en la penumbra, sus pálidas mejillas se fueron coloreando hasta tomar la tonalidad de frescos duraznos.
No era bueno leyendo las intenciones de las personas, mucho menos entendiendo a las mujeres, nunca lo había sido, pero sabía que muchos hombres demandaban que se les pagaran favores de forma carnal y era común que las esclavas tuvieran que entregar su cuerpo sin chistar como si fueran un simple objeto para usar.
- Es...es un buen sitio - Comentó con voz nerviosa, desviando la mirada hacía las paredes - Yo estoy viviendo en una cabaña que encontré abandonada en el bosque y... tiene un gran agujero en toda la entrada de la sala - Comentó cruzando las manos enguantadas sobre sus rodillas - En invierno la nieve se acumula en el centro y tengo que barrerla casi todas las noches o termina mojando mis lienzos y libros -
Le siguió con la mirada viendo como tomaba cacerolas y se movía por la cocina, no necesitaba beber o comer, pero no podía rechazarlo tampoco, ¿Qué excusa podía dar para no recibir la humilde invitación? Sería una completa falta de respeto de su padre y aunque fuera pobre y viviera en condiciones que para otros eran denigrantes, no había perdido su caballerosidad, había sido criado como un pequeño 'lord' cuando estaba vivo en el castillo Kaarkaogf, los modales eran cosas que nunca se olvidaban.
Siguió a la mujer sin chistar ni quejarse, sin notar la vacilación de ella al acercarse a él para entregarle los libros, Soren no era una persona muy perceptiva, al menos no en ese tipo de cosas, quizás un hombre más sociable, acostumbrado a tratar damas, se habría dado cuenta de que ella temía un contacto cercano a él, pero no Soren, su mente estaba perdida en otras cosas, curioseando con la mirada los frascos intentando adivinar de donde provenían las especias.
La siguió hacía el establo, olores de caballos y heno llenaron el lugar, también el olor a polvo del cual estaba muy acostumbrado (la cabaña abandonada donde vivía, también estaba empolvada) y se dirigieron a la 'habitación' donde Ohana le invitó a sentarse.
- No... ¿no hay otros sirvientes viviendo aquí? - Preguntó cuando ella dijo que le gustaba la soledad y prefería vivir allí - Me parece que es una mansión muy grande para un sólo sirviente - Agregó, calculaba que por lo menos hubieran otros 10 esclavos más en el lugar, de lo contrario Ohana no podría encargarse de todas las actividades sola.
Se sentó en una pila de heno cruzando las piernas como un niño, sin preocuparse porque se le arrugara el abrigo. Se quitó el sombrero y lo puso a un lado suyo y de repente pareció caer en cuenta: Una mujer le había invitado a su habitación. ¿Significaba eso que Ohana quería pagarle el favor de los libros con su cuerpo?. Se quedó mirando a la mujer y en la penumbra, sus pálidas mejillas se fueron coloreando hasta tomar la tonalidad de frescos duraznos.
No era bueno leyendo las intenciones de las personas, mucho menos entendiendo a las mujeres, nunca lo había sido, pero sabía que muchos hombres demandaban que se les pagaran favores de forma carnal y era común que las esclavas tuvieran que entregar su cuerpo sin chistar como si fueran un simple objeto para usar.
- Es...es un buen sitio - Comentó con voz nerviosa, desviando la mirada hacía las paredes - Yo estoy viviendo en una cabaña que encontré abandonada en el bosque y... tiene un gran agujero en toda la entrada de la sala - Comentó cruzando las manos enguantadas sobre sus rodillas - En invierno la nieve se acumula en el centro y tengo que barrerla casi todas las noches o termina mojando mis lienzos y libros -
Soren Kaarkarogf- Vampiro Clase Baja
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