L'autre {Epoch}

El hombre oso abrió los ojos lentamente, desperezándose. El sol dejaba caer una suave caricia sobre su rostro. No era el calcinante sol matutino, sino el menguante sol de media tarde quien le recibía de este lado de la consciencia. Se mantuvo acostado, en silencio, escuchando los sonidos del bosque; en cierta forma incrédulo ante su situación. No sabía cuanto tiempo había estado durmiendo, y si alguien le hubiese preguntado que había estado haciendo antes de quedarse dormido, tampoco podría precisarlo. Pero su mente y sus sentidos estaban más concentrados en saber más acerca del lugar donde se encontraba.

Ciertamente lejos de cualquer ciudad, pues el ajetreo humano no era audible en este claro donde había venido a parar. - No volveré a embriagarme - pensó sin conocer que mecanismos habían disparado ese pensamiento en su cerebro, ya que no tenía ningún otro sintoma de resaca.  Era como recordar una broma, hecha en algun lugar.  Palabras sin sentido, desde que no tenía en su memoria un solo recuerdo de él tomando bebidas embriagantes.

El hombre-oso se incorpora de pronto, sobresaltado. El movimeinto es tán brusco que algunas avecillas cercanas se alejan volando. Sus ojos desorbitados revelan el desconcierto que padece el alma.  No solo no tiene recuerdos de haberse emborrachado. No recuerda quien es él.

Le ha tomado un tiempo darse cuenta, por que nadie, cuando despierta cuestiona su pasado de inmediato, si no hasta que la consciencia comienza a manifestarse en la vigilia. Busca los hilos que lo conectan al mundo y no consigue hallar uno que no esté roto.

Camina sin rumbo, solo por la necesidad de caminar.  No lo sabe, pero intuye que caminando pemite a su mente pensar. Activar los mecanismos del recuerdo: Ahí esta él, se recuerda deambulando por las calles de una ciudad...Pero  ¿Que lugar es ese?  Hay gente pero no consigue ver claramente a nadie.  Ninguno de estos bultos le dirige la palabra o le mira en sus recuerdos. Ningún recuerdo suyo entrando en el bosque. Ningun recuerdo de haber hablado con nadie. Nada que le sirva para definir al menos en un aspecto su identidad. Mientras camina por el bosque revisa los bolsillos vacíos de su ropa.  Ningún papel, ninguna pista.

Entonces el hombre oso que ya ha caminado bastante en medio del bosque se detiene. Ha sentido algo, una especie de premonición.  Como si se abriese un hueco en su pecho y este creciera partiendo de ahí hacia afuera en forma de espiral.  El no lo recuerda, pero así es como se percibe en la distancia el aura de un lycan. -  Viene hacia acá -  piensa y de algún modo ese pensamiento le tranquiliza.  Al menos no estará sólo consigo mismo y estos recuerdos tan difusos...

Cuando la criatura esta más cerca le es posible olerle y ocurre que en el teatro de su memoria la obra de sus recuerdos le representa una manada de lobos. Es un olor familiar, un olor confortable ese de la piel del lobo para el corazón de quien llamaran Montaña. Sonríe sin poder evitarlo ante el inminente encuentro.  Sin embargo lo que emerge de entre la floresta no es un lobo, sino una mujer. Casi una niña.  -Disculpe…   -   ha dicho  -  ¿se encuentra bien?-  y el hombre oso tiene que hacer un esfuerzo supremo para recordar que es lo que esas palabras significan.

Quisiera responder algo, sabe que debe responder pero le cuesta trabajo recordar como es que se articulan las palabras; mientras tanto la niña, ha detenido su marcha y vuelve a preguntar ahora con el rastro de la inquieta curiosidad en la voz –No creo que esté perdido en este lugar… ¿Cierto?-  Esta vez la voz consigue brotar pero le suena extraña.  ¡No recordaba el sonido de la misma!  -  Perdido... -  

Ciertamente estaba perdido, no sabía nada de sí o de como había llegado hasta ese lugar. Sin embargo tuvo miedo de admitirlo tan de lleno ante una desconocida no obstante su olor resultase tan familiar para él. - ¿Qué...  -  comenzó a decir sin saber realmente hacia donde va esa pregunta - ¿Qué es lo que quiere?