AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Los Olvidados [Cailen y Jasper]
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Los Olvidados [Cailen y Jasper]
Un momento de ajetreo por la bella ciudad parisina, con el sol calentando los cielos y cuerpos que aun vagan apresurados por las calles de la aquel recinto que se puede conocer como un “hogar” para algunos y para otros solo es el epicentro de su diversión y vida. Cartas, dados y apuestas son todas las cosas que un hombre puede soñar, por las calles andando con una moneda que baila entre los dedos, mirando aquí y allá, silbando en tarareos una melodía de calma hasta llegar a esas calles donde la decencia se acaba. Por toda la calle hay pequeños puestos con algunos que otros juegos de azar, sin importancia la verdad. Vagando por esos rumbos directo a las tiendas de la zona donde los más deliciosos banquetes se van sirviendo, postres de todo sabor y color, diamantes y joyas en todo tamaño, mujeres vestidas de finas galas que pasean todas pomposas por la vista de hombres que desean sus fortunas, hombres que solo quieren desposarlas y por ende quitarles las dotes matrimoniales.
A pasos calmados y con la diestra en el bolsillo y en la zurda una libra que no deja de danzar entre los dedos, el cabello alborotado, la ropa humilde pero limpia ¿propia?, que va, sus pasos le llevan cerca de un café que a una dama de buena reputación aborda seduciéndola con pequeñas palabras acertadas y sin que ella se dé cuenta él ha robado los pendientes y collar de oro que lleva junto al bolso que descansaba sobre la mesa.
—Bah solo tiene pocas monedas no más, que avara, aunque veré si puedo sacar más al vender esto— se guarda las joyas importantes en el bolsillo donde sus dedos lo apresan, el bolso lo deposita en un cesto de basura. Entre otras calles más abajo de la transitada calle parisina alcanza a divisar a una jovencita de cabellos rubios, su aspecto y sonrisa son de una niña rica incluso la amabilidad con la que atiende a un jovencito que le ha timado en el momento que le han quitado los aretes. Grita llamando la atención del joven que corre y este con sonrisa en el rostro se acerca a la joven tocándole el hombro —No se preocupe , yo recuperare sus aretes— rie mirando a la mujer con burla cuando sus dedos ya se han metido en su bolso tomando su monedero, sale presuroso tras el ladrón pero no hace otra cosa que unas cuadas más adelante caminar despacio contando las monedas hasta que la policía da un pitazo de su silbido, es ahora cuando tiene que correr o de lo contrario la horca lo espera, entre callejones va adentrándose a la zona más chunga y fea de la ciudad parisina, la corte de los milagros, cansado busca refugio entre los truhanes de la ciudad, oculto entre sus juegos de azar y apuestas clandestinas mientras esperan la hora de salir a timar al resto de gente.
Tantea su bolsillo con el botín, hasta que golpea contra alguien más haciendo que sus “ganancias” quedaran en el suelo a la vista de los hombres de ley, rápidamente señala al joven — Es de él, quien se las ha robado, atrápenlo— toma las coas para entregárselas a los policías cuando de la nada toma la mano del joven con el que ha chocado corriendo por el lugar hasta una de los callejones de aquel lugar tan concurrido que le será imposible adentrarse a la policía. Ríe guardándose de nuevo lo cobrado del día —Hey, perdona pero ya sabes cuándo te topas con ellos no hay nada más que correr, ¿Verdad colega?— un codazo de saludo le da a aquel joven como presentación suya.
A pasos calmados y con la diestra en el bolsillo y en la zurda una libra que no deja de danzar entre los dedos, el cabello alborotado, la ropa humilde pero limpia ¿propia?, que va, sus pasos le llevan cerca de un café que a una dama de buena reputación aborda seduciéndola con pequeñas palabras acertadas y sin que ella se dé cuenta él ha robado los pendientes y collar de oro que lleva junto al bolso que descansaba sobre la mesa.
—Bah solo tiene pocas monedas no más, que avara, aunque veré si puedo sacar más al vender esto— se guarda las joyas importantes en el bolsillo donde sus dedos lo apresan, el bolso lo deposita en un cesto de basura. Entre otras calles más abajo de la transitada calle parisina alcanza a divisar a una jovencita de cabellos rubios, su aspecto y sonrisa son de una niña rica incluso la amabilidad con la que atiende a un jovencito que le ha timado en el momento que le han quitado los aretes. Grita llamando la atención del joven que corre y este con sonrisa en el rostro se acerca a la joven tocándole el hombro —No se preocupe , yo recuperare sus aretes— rie mirando a la mujer con burla cuando sus dedos ya se han metido en su bolso tomando su monedero, sale presuroso tras el ladrón pero no hace otra cosa que unas cuadas más adelante caminar despacio contando las monedas hasta que la policía da un pitazo de su silbido, es ahora cuando tiene que correr o de lo contrario la horca lo espera, entre callejones va adentrándose a la zona más chunga y fea de la ciudad parisina, la corte de los milagros, cansado busca refugio entre los truhanes de la ciudad, oculto entre sus juegos de azar y apuestas clandestinas mientras esperan la hora de salir a timar al resto de gente.
Tantea su bolsillo con el botín, hasta que golpea contra alguien más haciendo que sus “ganancias” quedaran en el suelo a la vista de los hombres de ley, rápidamente señala al joven — Es de él, quien se las ha robado, atrápenlo— toma las coas para entregárselas a los policías cuando de la nada toma la mano del joven con el que ha chocado corriendo por el lugar hasta una de los callejones de aquel lugar tan concurrido que le será imposible adentrarse a la policía. Ríe guardándose de nuevo lo cobrado del día —Hey, perdona pero ya sabes cuándo te topas con ellos no hay nada más que correr, ¿Verdad colega?— un codazo de saludo le da a aquel joven como presentación suya.
Jasper Miller- Humano Clase Baja
- Mensajes : 43
Fecha de inscripción : 17/11/2014
Re: Los Olvidados [Cailen y Jasper]
Caminando por las ajetreadas calles de París, por las zonas en la que la gente exhibía egocéntricamente sus finas prendas y mejores joyas a juego, me dediqué miserablemente a pulir zapatos y botas toda la mañana y parte de la tarde, si bien algunos de los hombres que requirieron mis servicios fueron amables en sus propinas, otros resultaron ser más que tacaños, pero no me molestaba eso, estaba acostumbrado a ese tipo de despliegues de actitud. Después de varias horas de arduo trabajo conseguí dinero más que suficiente incluso para pagar la habitación de un hostal por una noche o más, si ese fuera mi deseo.
Una cama desvencijada sonaba como una idea muy tentadora, pero preferí dejarlo pasar. Asombrosamente, en la Corte de los Milagros había un poco de espacio en donde podía ir a acomodarme y pasar la noche en algún rinconcito del lugar. Con esa misión en mente, fue que encaminé mis pasos hacia el barrio de mala muerte y en donde solo algunos valientes (o desesperados) osaban a poner sus pies en ese lugar. Yo entraba en el segundo grupo, después de todo, uno no podía ser un miserable perteneciente a las calles de París sin haberse pasado al menos una vez por Les Halles.
Tras un trayecto de más de una a hora a pie se comenzaba a notar el contraste en el paisaje, las portadas de los edificios ya no resplandecían como si estuvieran hechas con oro o joyas, uno con mucho trabajo podía tan siquiera adivinar el color que el edificio pudo haber tenido cuando estaba recién construido, si es que alguna vez lo mandaron a pintar. Las calles olían a suciedad y pobre la nariz de quien se atreviera a acercarse a una alcantarilla sin algo que la cubriera. No sorpresivamente –para quien frecuentara la zona- había gente que seveía que le sobraba el dinero, claro, algunos eran curiosos, otros acudían por la abundancia en prostitutas, aunque también era popular la zona por los comerciantes ambulantes que vendían todo tipo de rarezas y, claro, los juegos de azar. El tesoro para los timadores.
De repente vi que en una calle la gente se arremolinaba creando un alboroto, una joven, aparentemente al borde de la histeria hablaba con unos gendarmes, describiendo a un chico que, por lo que alcancé a escuchar, le había robado su joyería. -Mejor me alejo de aquí. -Dije en voz alta y seguí andando, alejándome de la escena con toda la tranquilidad del mundo, no tenía nada que hacer ahí.
Estaba caminando sin un rumbo fijo cuando, estando a pocos metros de un par de oficiales uniformados, sentí un brutal golpe por la espalda que me hizo perder el equilibrio y caer de bruces al suelo, escuché quejas de otra persona y el sonido como de tintineos, eran joyas que caían al suelo. ¡Las joyas robadas! Palidecí al instante, dándome cuenta en el momento de que las joyas robadas habían caído delante de la policía junto conmigo y otro más. Estaba por decir algo cuando el grito del joven ladrón se escuchó por el aire y antes de poder reaccionar de alguna manera, éste tiró de mi brazo, forzándome a correr junto con él. No perdí un segundo y pronto los dos huíamos por las desagradables calles parisinas, adentrándonos en callejones estrechos y con facilidad para perderse.
Me detuve cuando noté que habíamos perdido a los hombres y el otro chico se echó a reír, el muy maldito. -¡Joder, pudieron haberme arrestado por tu culpa! -Espeté mientras le daba un empujón y me distanciaba dos pasos del joven ladronzuelo, estaba molesto con él ¿y si nos hubieran atrapado? -¡Pudimos haber ido a la horca! -Quería insultarlo de mil maneras pero me digné a no hacerlo, lo fulminé con la mirada mientras seguía jadeante por la ira y la carrera que echamos.
Una cama desvencijada sonaba como una idea muy tentadora, pero preferí dejarlo pasar. Asombrosamente, en la Corte de los Milagros había un poco de espacio en donde podía ir a acomodarme y pasar la noche en algún rinconcito del lugar. Con esa misión en mente, fue que encaminé mis pasos hacia el barrio de mala muerte y en donde solo algunos valientes (o desesperados) osaban a poner sus pies en ese lugar. Yo entraba en el segundo grupo, después de todo, uno no podía ser un miserable perteneciente a las calles de París sin haberse pasado al menos una vez por Les Halles.
Tras un trayecto de más de una a hora a pie se comenzaba a notar el contraste en el paisaje, las portadas de los edificios ya no resplandecían como si estuvieran hechas con oro o joyas, uno con mucho trabajo podía tan siquiera adivinar el color que el edificio pudo haber tenido cuando estaba recién construido, si es que alguna vez lo mandaron a pintar. Las calles olían a suciedad y pobre la nariz de quien se atreviera a acercarse a una alcantarilla sin algo que la cubriera. No sorpresivamente –para quien frecuentara la zona- había gente que seveía que le sobraba el dinero, claro, algunos eran curiosos, otros acudían por la abundancia en prostitutas, aunque también era popular la zona por los comerciantes ambulantes que vendían todo tipo de rarezas y, claro, los juegos de azar. El tesoro para los timadores.
De repente vi que en una calle la gente se arremolinaba creando un alboroto, una joven, aparentemente al borde de la histeria hablaba con unos gendarmes, describiendo a un chico que, por lo que alcancé a escuchar, le había robado su joyería. -Mejor me alejo de aquí. -Dije en voz alta y seguí andando, alejándome de la escena con toda la tranquilidad del mundo, no tenía nada que hacer ahí.
Estaba caminando sin un rumbo fijo cuando, estando a pocos metros de un par de oficiales uniformados, sentí un brutal golpe por la espalda que me hizo perder el equilibrio y caer de bruces al suelo, escuché quejas de otra persona y el sonido como de tintineos, eran joyas que caían al suelo. ¡Las joyas robadas! Palidecí al instante, dándome cuenta en el momento de que las joyas robadas habían caído delante de la policía junto conmigo y otro más. Estaba por decir algo cuando el grito del joven ladrón se escuchó por el aire y antes de poder reaccionar de alguna manera, éste tiró de mi brazo, forzándome a correr junto con él. No perdí un segundo y pronto los dos huíamos por las desagradables calles parisinas, adentrándonos en callejones estrechos y con facilidad para perderse.
Me detuve cuando noté que habíamos perdido a los hombres y el otro chico se echó a reír, el muy maldito. -¡Joder, pudieron haberme arrestado por tu culpa! -Espeté mientras le daba un empujón y me distanciaba dos pasos del joven ladronzuelo, estaba molesto con él ¿y si nos hubieran atrapado? -¡Pudimos haber ido a la horca! -Quería insultarlo de mil maneras pero me digné a no hacerlo, lo fulminé con la mirada mientras seguía jadeante por la ira y la carrera que echamos.
Cailen Gowan- Humano Clase Baja
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Re: Los Olvidados [Cailen y Jasper]
Luego de correr tanto por todo el lugar y con el cansancio en los pulmones tomaron un momento para recuperar el aire perdido en medio de risas entre ambos, aunque más de lado de él que del otro muchacho. Al parar sus manos las poso sobre sus rodillas riéndose fuertemente en carcajadas profundas y tomadas de aire muy fuerte para recuperar el aliento y que las palabras pudieran salir bien articuladas ya que de por si no se le entendía por la risa y la falta de aire.
Pasa la mano por su cabello peinándose, retomando la compostura y extender así la mano a su colega —¿A que fue divertido no lo crees?— camina por ahí quitándole el pan a uno pequeño mientras le entrega una moneda por ese pedazo arrojándolo al otro muchacho —Relájate, toma aire y respira, a poco no nos llevaron, además nada nos pasaría así que tranquilízate. De vez en cuando es bueno un poco de ejercicio para mantener el cuerpo activo— guarda sus nuevas pertenencias palpando su bolsillo con los ojos entrecerrados ante la histeria del muchacho. Se detuvo observándolo con mayor detenimiento casi de manera analítica.
Toma su mano y de la nada el palmea con fuerza la frente dejando una marca roja de sus dedos en él, toma el mentón del muchacho mirándole a los ojos directamente —Ya te dije que te calmes, además ¿nos atraparon? No verdad. Así que deja el drama que pareces mujer con al falda levantada en histeria, si sigues así no compartiré el botín para nada contigo, mocoso— agita los cabellos ajenos dejando caer su brazo en los hombros de él —Se nota que no tu no vives mucho eh, flacucho, quizás te ganas los pocos centavos de manera bien honrada, ya se apuesto que lo que haces es pedir limosnas o ir de empleo en empleo con la mentira de una idea de lástima— se mofa del muchacho.
Mete la mano a su bolsillo y saca una moneda para entregarla al joven —¿La quieres? Te puede dar pan, leche o carne quien sabe lo que puedes comprar con esta linda moneda. Por cierto me llamo Jasper pero me dicen en el bajo mundo huesos, no sé por qué así me pusieron mis amigos hace años ya, quizás es porque era muy flaco o porque los lleve a lo muerte en dos segundos— asusta al joven soltando un gran carcajada mientras caminan más seguros por la zona conocida de los barrios bajos.
Pasa la mano por su cabello peinándose, retomando la compostura y extender así la mano a su colega —¿A que fue divertido no lo crees?— camina por ahí quitándole el pan a uno pequeño mientras le entrega una moneda por ese pedazo arrojándolo al otro muchacho —Relájate, toma aire y respira, a poco no nos llevaron, además nada nos pasaría así que tranquilízate. De vez en cuando es bueno un poco de ejercicio para mantener el cuerpo activo— guarda sus nuevas pertenencias palpando su bolsillo con los ojos entrecerrados ante la histeria del muchacho. Se detuvo observándolo con mayor detenimiento casi de manera analítica.
Toma su mano y de la nada el palmea con fuerza la frente dejando una marca roja de sus dedos en él, toma el mentón del muchacho mirándole a los ojos directamente —Ya te dije que te calmes, además ¿nos atraparon? No verdad. Así que deja el drama que pareces mujer con al falda levantada en histeria, si sigues así no compartiré el botín para nada contigo, mocoso— agita los cabellos ajenos dejando caer su brazo en los hombros de él —Se nota que no tu no vives mucho eh, flacucho, quizás te ganas los pocos centavos de manera bien honrada, ya se apuesto que lo que haces es pedir limosnas o ir de empleo en empleo con la mentira de una idea de lástima— se mofa del muchacho.
Mete la mano a su bolsillo y saca una moneda para entregarla al joven —¿La quieres? Te puede dar pan, leche o carne quien sabe lo que puedes comprar con esta linda moneda. Por cierto me llamo Jasper pero me dicen en el bajo mundo huesos, no sé por qué así me pusieron mis amigos hace años ya, quizás es porque era muy flaco o porque los lleve a lo muerte en dos segundos— asusta al joven soltando un gran carcajada mientras caminan más seguros por la zona conocida de los barrios bajos.
Jasper Miller- Humano Clase Baja
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Fecha de inscripción : 17/11/2014
Re: Los Olvidados [Cailen y Jasper]
Definitivamente era menor que yo, aunque era difícil determinar por cuánto tiempo exactamente, sus facciones resultaban traicioneras y más sus ojos, parecía afilar la vista en busca de peligro u oportunidades para llenar sus bolsillos con francos. Lo miré atónito ante la actitud que tomó con respecto a lo ocurrido. Parecía que era un juego para él, una forma de entretenimiento y ya; como si no estuviera consciente de lo que pudo haber pasado, el escapar no había sido otra cosa más que suerte y ya. Los otros posibles desenlaces a esa pequeña aventura pasaron por mi mente y no me los podía sacar de la cabeza ¿nos hubieran ahorcado o fusilado? ¿y si alguien se daba cuenta de quién era? ¡Me hubieran llevado de vuelta a Escocia!
Considerando lo anterior, si las cosas hubieran terminado de otra manera y me hubieran dado la posibilidad de elegir, me inclinaría más por los disparos, al menos de esa manera la oscuridad llegaría de forma más rápida y menos dolorosa.
Hubiera continuado por ese tren de pensamientos de no ser por un repentino contacto con mi mano. Mi primera reacción fue tratar de apartarme de él. -¿Qué crees que…?- Tragué saliva, enmudeciendo en el momento y sintiendo cómo me palpaba de mil formas, la mano, la frente, el mentón. Era demasiado, y sus movimientos resultaban algo bruscos… como su persona.
No se detuvo ahí, muy a mi pesar; a esos gestos siguieron las mofas e insinuaciones. Una tras otra cayeron, vaya, parecía que no le faltaban las palabras. Alcé la mirada para fulminarlo con la misma. -Al contrario de otras personas, yo no me enorgullezco de robar ¿sabes? -y entonces le aparté el brazo de mi hombro para dar un paso hacia adelante.
Observé la moneda que sacó con movimientos ágiles, esos que adquiría uno tras varios años sacando cosas de bolsillos ajenos. Cierto, me sería muy útil, además de que la necesitaba con urgencia, sin embargo, no me iba a rebajar a eso -¿Sabes algo? Puedes quedarte con tu moneda, no la necesito. Y no me importa cómo te apodan o el por qué. Me voy. -Y me di la vuelta, avanzando por el lado contrario de la calle con las manos en bolsillos y hombros alzados en obvia frustración. ¿Por qué tenía el presentimiento de que el chico no me iba a dejar en paz?
Considerando lo anterior, si las cosas hubieran terminado de otra manera y me hubieran dado la posibilidad de elegir, me inclinaría más por los disparos, al menos de esa manera la oscuridad llegaría de forma más rápida y menos dolorosa.
Hubiera continuado por ese tren de pensamientos de no ser por un repentino contacto con mi mano. Mi primera reacción fue tratar de apartarme de él. -¿Qué crees que…?- Tragué saliva, enmudeciendo en el momento y sintiendo cómo me palpaba de mil formas, la mano, la frente, el mentón. Era demasiado, y sus movimientos resultaban algo bruscos… como su persona.
No se detuvo ahí, muy a mi pesar; a esos gestos siguieron las mofas e insinuaciones. Una tras otra cayeron, vaya, parecía que no le faltaban las palabras. Alcé la mirada para fulminarlo con la misma. -Al contrario de otras personas, yo no me enorgullezco de robar ¿sabes? -y entonces le aparté el brazo de mi hombro para dar un paso hacia adelante.
Observé la moneda que sacó con movimientos ágiles, esos que adquiría uno tras varios años sacando cosas de bolsillos ajenos. Cierto, me sería muy útil, además de que la necesitaba con urgencia, sin embargo, no me iba a rebajar a eso -¿Sabes algo? Puedes quedarte con tu moneda, no la necesito. Y no me importa cómo te apodan o el por qué. Me voy. -Y me di la vuelta, avanzando por el lado contrario de la calle con las manos en bolsillos y hombros alzados en obvia frustración. ¿Por qué tenía el presentimiento de que el chico no me iba a dejar en paz?
Cailen Gowan- Humano Clase Baja
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Re: Los Olvidados [Cailen y Jasper]
Sus ojos se abrieron por un momento ante la sorpresa de las palabras de aquel joven que lo dejaron enmudecido por apenas unos segundos que se transformaron en minutos hasta que ese silencio se rompió en una gran y ruidosa carcajada que lo obliga a agacharse en cuclillas sosteniendo su estómago de tanta gracia que le había resultado el rechazo del otro joven. Pequeñas lágrimas salían así como la respiración le estaba faltando. Tuvo que tomarse varios momentos para tranquilizarse pero cada que miraba aquel rostro volvía a carcajearse frente al joven.
Luego de aquel momento tan gracioso y doloroso que le ha dejado una cuenta en su estómago —Eres muy gracioso ¿te lo han dicho niño?— trata de recomponerse aclarando su vos tosiendo un poco para tomar aire —Pero ya enserio acepta la moneda como un pago o compensación por lo que te he ocasionado ya que pudimos haber terminado encerrados y ajusticiados a la horca por nuestros crímenes de ser pobres— al ver que se va da unos grandes y largos pasos, esas zancadas hasta tomarle del cuello de la camisa para que se detenga —¡Alto ahí! No ves que te habla tus mayores— dejó la moneda en el bolsillo de él para soltarle enseguida la camisa —Al menos se amable y di tu nombre ¿o no tienes modales? Oye no nos hagas quedar mal como unos sucios maleducados— vuelve a reírse recargándose sobre el hombro del muchacho.
Prácticamente a empujones lo guía por el camino que ya conoce tratando de que lo siga —¿de que te enorgulleces, desconocido?— preguntó al acercarse a unos niños para dejarles unas cuantas monedas —Unas cuantas monedas a ellos no les hará falta, tienen hasta para regalar, pero aquí hay muchos a los que esas monedas les podría salvar; además, es más fácil vivir así que esperar que te contraten y te den una buena paga, por lo general te estafan y terminas muriendo más rápido, enfermo y miserable que robando— alza los hombros al cruzarse con una mujer a la que le lanza el collar y de la cual recibe un guiño. Es su colectora la que le conseguirá un buen precio por las piezas de ese collar.
Luego de aquel momento tan gracioso y doloroso que le ha dejado una cuenta en su estómago —Eres muy gracioso ¿te lo han dicho niño?— trata de recomponerse aclarando su vos tosiendo un poco para tomar aire —Pero ya enserio acepta la moneda como un pago o compensación por lo que te he ocasionado ya que pudimos haber terminado encerrados y ajusticiados a la horca por nuestros crímenes de ser pobres— al ver que se va da unos grandes y largos pasos, esas zancadas hasta tomarle del cuello de la camisa para que se detenga —¡Alto ahí! No ves que te habla tus mayores— dejó la moneda en el bolsillo de él para soltarle enseguida la camisa —Al menos se amable y di tu nombre ¿o no tienes modales? Oye no nos hagas quedar mal como unos sucios maleducados— vuelve a reírse recargándose sobre el hombro del muchacho.
Prácticamente a empujones lo guía por el camino que ya conoce tratando de que lo siga —¿de que te enorgulleces, desconocido?— preguntó al acercarse a unos niños para dejarles unas cuantas monedas —Unas cuantas monedas a ellos no les hará falta, tienen hasta para regalar, pero aquí hay muchos a los que esas monedas les podría salvar; además, es más fácil vivir así que esperar que te contraten y te den una buena paga, por lo general te estafan y terminas muriendo más rápido, enfermo y miserable que robando— alza los hombros al cruzarse con una mujer a la que le lanza el collar y de la cual recibe un guiño. Es su colectora la que le conseguirá un buen precio por las piezas de ese collar.
Jasper Miller- Humano Clase Baja
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Fecha de inscripción : 17/11/2014
Re: Los Olvidados [Cailen y Jasper]
Con los hombros alzados en obvia molestia, caminaba en sentido contrario hacia el muchacho, empeñándome en ignorar sus comentarios fastidiosos. Hasta el momento, el día había estado plagado de muchas emociones en poco tiempo: calma, miedo, satisfacción y molestia. Y de repente volví al miedo.
Una mano me tomó de la camisa, cortándome el aire por medio segundo. Por la sorpresa no hice más que dejarme tirar hasta donde estaba el, tal vez demasiado altivo, joven. Al cual parecía que tendría que soportar un rato más, decidí que seguiría su absurdo juego al menos hasta que se contentara, cuando eso sucediera me excusaría de alguna manera para irme de ahí, ya había tenido suficiente por un día. Seguí con la mirada sus movimientos casi felinos que hacía con la mano, signo de años de entrenamiento robando de bolsillos ajenos, de no haber visto cómo dejaba la moneda en mi bolsilllo ni cuenta me habría dado; era obvio que Jasper (o “huesos”) era más experimentado que yo en esos asuntos.
Además de todo, Jasper era un confianzudo por lo que pude darme cuenta, no teníamos ni dos horas de conocernos cuando ya estaba recargándose contra mi hombro, como si fuésemos amigos de toda la vida o algo parecido. Noté la forma en la que me “guiaba” hacia dentro de otro callejón, apartado de la concurrida calle en la que estábamos apenas unos segundos antes. Medité un momento su curiosa pregunta, apenas prestando atención sus otros ademanes y las personas con las que nos cruzábamos.
En realidad solo había un par de cosas de las que podía sentirme orgulloso, y vaya que sí. De haber escogido no llenar mis manos con sangre, de aún tener algo de empatía, cosa rara entre otros ladrones, de aspirar a tener una vida honrada en un futuro… pero claro, nada de eso era de la incumbencia del muchacho. -De nada. -Respondí con simpleza y con malhumor al tiempo que le daba un empujón para que dejara de colocar su brazo sobre mi hombro, como si no estuviera ya suficientemente tenso. Suspiré exhasperado. -Me llamo Cailen, no tengo otro alias. -No uno oficial al menos, pero sí había una que otra persona que me decía “flacucho”. -¿A dónde me estás llevando, huesos? -Alcé la ceja con curiosidad mientras seguía caminando a su lado.
Una mano me tomó de la camisa, cortándome el aire por medio segundo. Por la sorpresa no hice más que dejarme tirar hasta donde estaba el, tal vez demasiado altivo, joven. Al cual parecía que tendría que soportar un rato más, decidí que seguiría su absurdo juego al menos hasta que se contentara, cuando eso sucediera me excusaría de alguna manera para irme de ahí, ya había tenido suficiente por un día. Seguí con la mirada sus movimientos casi felinos que hacía con la mano, signo de años de entrenamiento robando de bolsillos ajenos, de no haber visto cómo dejaba la moneda en mi bolsilllo ni cuenta me habría dado; era obvio que Jasper (o “huesos”) era más experimentado que yo en esos asuntos.
Además de todo, Jasper era un confianzudo por lo que pude darme cuenta, no teníamos ni dos horas de conocernos cuando ya estaba recargándose contra mi hombro, como si fuésemos amigos de toda la vida o algo parecido. Noté la forma en la que me “guiaba” hacia dentro de otro callejón, apartado de la concurrida calle en la que estábamos apenas unos segundos antes. Medité un momento su curiosa pregunta, apenas prestando atención sus otros ademanes y las personas con las que nos cruzábamos.
En realidad solo había un par de cosas de las que podía sentirme orgulloso, y vaya que sí. De haber escogido no llenar mis manos con sangre, de aún tener algo de empatía, cosa rara entre otros ladrones, de aspirar a tener una vida honrada en un futuro… pero claro, nada de eso era de la incumbencia del muchacho. -De nada. -Respondí con simpleza y con malhumor al tiempo que le daba un empujón para que dejara de colocar su brazo sobre mi hombro, como si no estuviera ya suficientemente tenso. Suspiré exhasperado. -Me llamo Cailen, no tengo otro alias. -No uno oficial al menos, pero sí había una que otra persona que me decía “flacucho”. -¿A dónde me estás llevando, huesos? -Alcé la ceja con curiosidad mientras seguía caminando a su lado.
Cailen Gowan- Humano Clase Baja
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Fecha de inscripción : 07/09/2015
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Re: Los Olvidados [Cailen y Jasper]
Ante la evidente molestia por parte del jovencito por la cercanía que representaba él, continuó molestándolo riéndose por ver el rostro lleno de molestia y desagrado por estar tan cercanos siendo desconocidos; pero no se lo puede culpar, cuando él ve gente de ese tipo que son más como ratones su instintito de acosador aparece eventualmente que lo hace de manera natural, tal como su mano que seguía sobre los hombros del chico acercándolo llevándolo de lado a lado como si fuera una marioneta .
Caminando entre uno de los callejones llegaron a una especie de pequeña plaza o más bien era como un lugar de reunión, era la parte más chunga del lugar, donde habitaban los más miserables y hambrientos hombres y mujeres, aquellos que tenían alguna que otra enfermedad pocos se atrevían a entrar ahí porque el ambiente de por si era pesado y contaminado con lo peor de la sociedad, entró soltando al joven invitándole con la cabeza a que le siga —Te llevaré a que conozcas aquella parte que obviamente desconoces— de sus bolsillos sacó algunas monedas que entregó a los que iba acercándose, algunos hombres y mujeres de avanza edad, otras que eran madres y llevabana a sus hijos en brazos, algunos que estaban incompletos y por ende eran considerados “deformes”, a cada uno de ellos compartió su botín.
Todos le agradecían con su nombre, él ya era conocido entre ellos porque siempre repartía sus ganancias con todos y cada uno de ellos. Varios niños se le acercaron —Vamos Vamos que hoy hay fiesta y comeremos bastante, así que música señores que hoy la comida corre por cuenta mía y de mi amigo, que el trabajo ha sido muy provechoso— todos dieron gritos de alegría, los que estaban sanos pero algo desnutridos se acercaron tomando algunas monedas del pequeño saco que les dejó, a una anciana que estaba ciega y que se mantenía tejiendo se acercó entregándole entre las manos un arete. En la mesa donde estaba la anciana dejó sobre esta todo el botín, todas las joyas tomando él solamente el collar que valía más para él —Usemos todo esto para comer, beber y vivir— agradecieron y fueron a comprar la comida que se les antojaba para todos comer aquel día. Se acercó al joven riéndose —Ves Cailen, lo que a otros les sobra y jamás darían unos lo necesitan con urgencia ¿Cuántos días crees que ellos llevan sin comer? No ves que a ellos los matan y tú lo aceptas solo por no robarles ¿o será que tu también vienes de familia rica y por eso te duele que se les robe?— lo arrinconó contra la mesa riéndosele de frente pero con el ceño fruncido.
Caminando entre uno de los callejones llegaron a una especie de pequeña plaza o más bien era como un lugar de reunión, era la parte más chunga del lugar, donde habitaban los más miserables y hambrientos hombres y mujeres, aquellos que tenían alguna que otra enfermedad pocos se atrevían a entrar ahí porque el ambiente de por si era pesado y contaminado con lo peor de la sociedad, entró soltando al joven invitándole con la cabeza a que le siga —Te llevaré a que conozcas aquella parte que obviamente desconoces— de sus bolsillos sacó algunas monedas que entregó a los que iba acercándose, algunos hombres y mujeres de avanza edad, otras que eran madres y llevabana a sus hijos en brazos, algunos que estaban incompletos y por ende eran considerados “deformes”, a cada uno de ellos compartió su botín.
Todos le agradecían con su nombre, él ya era conocido entre ellos porque siempre repartía sus ganancias con todos y cada uno de ellos. Varios niños se le acercaron —Vamos Vamos que hoy hay fiesta y comeremos bastante, así que música señores que hoy la comida corre por cuenta mía y de mi amigo, que el trabajo ha sido muy provechoso— todos dieron gritos de alegría, los que estaban sanos pero algo desnutridos se acercaron tomando algunas monedas del pequeño saco que les dejó, a una anciana que estaba ciega y que se mantenía tejiendo se acercó entregándole entre las manos un arete. En la mesa donde estaba la anciana dejó sobre esta todo el botín, todas las joyas tomando él solamente el collar que valía más para él —Usemos todo esto para comer, beber y vivir— agradecieron y fueron a comprar la comida que se les antojaba para todos comer aquel día. Se acercó al joven riéndose —Ves Cailen, lo que a otros les sobra y jamás darían unos lo necesitan con urgencia ¿Cuántos días crees que ellos llevan sin comer? No ves que a ellos los matan y tú lo aceptas solo por no robarles ¿o será que tu también vienes de familia rica y por eso te duele que se les robe?— lo arrinconó contra la mesa riéndosele de frente pero con el ceño fruncido.
Jasper Miller- Humano Clase Baja
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Fecha de inscripción : 17/11/2014
Re: Los Olvidados [Cailen y Jasper]
Por fin apartó su brazo de mí y al momento respiré, sintiéndome ligeramente más calmado que antes aunque la sensación desagradable perduró un poco más; no estaba de mi mejor humor y el muchacho ya me había incordiado lo suficiente. Con los hombros alzados en incomodidad y las manos metidas en los bolsillos comencé a mover los pies hacia adelante.
Conforme nos adentrábamos en el lugar, mi expresión se tornó una llena de confusión y asombro. Las personas que habitaban ahí la pasaban igual o inclusive peor que yo en una mala semana (que eran frecuentes); había de todo tipo de personajes, hombres y mujeres, jóvenes y viejos; a algunos inclusive les faltaba la mitad del cuerpo. -Acertaste, nunca había venido a esta parte. -Sentí mi corazón encogerse ante semejante visión. Incluyéndonos, la gente que estaba a mi alrededor en ese momento era la que los ricos querían desaparecida; querían dejar de ver a miserables por las calles.
-Vale, ya entendí tu punto ¿de acuerdo? -Comenté sin apartarme de su lado, mirando con mayor interés a todos los presentes y a cualquier pequeño detalle del lugar en donde estábamos. Aunque Jasper aparentemente podía ser un pesado o confianzudo, parecía no ser tan malo. Hablando de ser un pesado…
De repente se giró y al ver que volteaba a verme de regreso, impulsando su cuerpo hacia adelante como queriendo moverse en mi dirección, di un paso hacia atrás antes de quedar acorralado entre una mesa y él. Puse las manos en la espalda, apoyando mi peso en la superficie de madera. El chico tenía la habilidad única de incomodarme, hacerme enfadar y cambiar mi opinión en menos de una hora, todo para volver a lo mismo. Sus insinuaciones, aunque fueran bromas, resultaban desagradables. -No digas cosas que no sabes. -¿Y como por qué le importaba tanto lo que hacía o no? -No es por esa razón, de todas maneras dudo que lo entiendas. -Suspiré exasperado, intentando relajarme (o tal vez contenerme) a pesar de la posición más que incómoda. -Escucha, ya te acompañé hasta acá, debería irme. Se hará de noche pronto y debo buscar en dónde dormir.
Conforme nos adentrábamos en el lugar, mi expresión se tornó una llena de confusión y asombro. Las personas que habitaban ahí la pasaban igual o inclusive peor que yo en una mala semana (que eran frecuentes); había de todo tipo de personajes, hombres y mujeres, jóvenes y viejos; a algunos inclusive les faltaba la mitad del cuerpo. -Acertaste, nunca había venido a esta parte. -Sentí mi corazón encogerse ante semejante visión. Incluyéndonos, la gente que estaba a mi alrededor en ese momento era la que los ricos querían desaparecida; querían dejar de ver a miserables por las calles.
-Vale, ya entendí tu punto ¿de acuerdo? -Comenté sin apartarme de su lado, mirando con mayor interés a todos los presentes y a cualquier pequeño detalle del lugar en donde estábamos. Aunque Jasper aparentemente podía ser un pesado o confianzudo, parecía no ser tan malo. Hablando de ser un pesado…
De repente se giró y al ver que volteaba a verme de regreso, impulsando su cuerpo hacia adelante como queriendo moverse en mi dirección, di un paso hacia atrás antes de quedar acorralado entre una mesa y él. Puse las manos en la espalda, apoyando mi peso en la superficie de madera. El chico tenía la habilidad única de incomodarme, hacerme enfadar y cambiar mi opinión en menos de una hora, todo para volver a lo mismo. Sus insinuaciones, aunque fueran bromas, resultaban desagradables. -No digas cosas que no sabes. -¿Y como por qué le importaba tanto lo que hacía o no? -No es por esa razón, de todas maneras dudo que lo entiendas. -Suspiré exasperado, intentando relajarme (o tal vez contenerme) a pesar de la posición más que incómoda. -Escucha, ya te acompañé hasta acá, debería irme. Se hará de noche pronto y debo buscar en dónde dormir.
Cailen Gowan- Humano Clase Baja
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Re: Los Olvidados [Cailen y Jasper]
Inspeccionó la reacción del joven que se lo veía sudar del nervio pero terminó por soltar una carcajada, estiró la mano revolviendo el cabello del chico y sobre la mesa dejó otras dos monedas acompañadas de guiño cómplice, pero a aquel sabueso no se le pasaba nada de lo que observaba y sus ojos habían captado mucho como dejarlo, pero al menos por el momento lo haría. Se apartó y enseguida uno de los pobres infelices de aquella zona se acercó a Jasper trayéndole pedazos de periódicos sucios y algunos mojados, el los tendió sobre la mesa para alistar todo para la comida. Enseguida llegó la anciana con algo de carne de una calidad medianamente aceptable como el ser comida. Miró al joven riéndosele aplaudiendo a todos los que se ayudaban para tener una cena decente —Me disculpan señores pero tengo que ir a dejar al niño a su casa ya paso la hora de que los pequeñines vayan a la cama y duerman tranquilos, no hay que dejar que el pequeñín llegue tarde y ebrio podrían pegarle si lo hace, hay que tomarle de la mano y dejarlo en la puerta de su casa a que duerma cómodo y calientito en su cama porque al parecer este mundo le causa picazón a su sensible piel—
Todos miraron mal al joven y Jasper solo comenzó a reírse por su broma —A menos que el decida quedarse y comer con nosotros, para demostrarnos que no es un pequeñín mimado ni ricachón y que no le damos alergia el que esté aquí con nosotros— le sacó la lengua riéndose más casi a carcajadas con la seria mirada desaprobatoria de los demás que veían con malos ojos al muchacho. Se acercó al joven por la espalda susurrándole al oído —¿Qué dices? ¿Te quedas? Mira que si te vas ahora te maldecirán y tal vez mañana amanezcas con moscas en la boca, anímate no tienes nada que hacer mañana o será que el bebecito está muy ocupado mañana— lo molesta riéndose en burla y con su tono sarcástico.
Todos miraron mal al joven y Jasper solo comenzó a reírse por su broma —A menos que el decida quedarse y comer con nosotros, para demostrarnos que no es un pequeñín mimado ni ricachón y que no le damos alergia el que esté aquí con nosotros— le sacó la lengua riéndose más casi a carcajadas con la seria mirada desaprobatoria de los demás que veían con malos ojos al muchacho. Se acercó al joven por la espalda susurrándole al oído —¿Qué dices? ¿Te quedas? Mira que si te vas ahora te maldecirán y tal vez mañana amanezcas con moscas en la boca, anímate no tienes nada que hacer mañana o será que el bebecito está muy ocupado mañana— lo molesta riéndose en burla y con su tono sarcástico.
Jasper Miller- Humano Clase Baja
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Fecha de inscripción : 17/11/2014
Re: Los Olvidados [Cailen y Jasper]
Vi que aproximaba su mano y traté de eludirla a pesar del poco movimiento que me permitía la posición en la que había quedado, en una mezcla tanto de enojo como temor. Detestaba que la gente me tocase y él lo hacía como si nada. Lo detestaba. El enojo que estaba creciendo en mi interior fue disipado de repente al escuchar las palabras que salían por la boca de mi acompañante… por un momento me quedé mudo del asombro, sin poderme creer que hubiese sido capaz de tal osadía, aunque a juzgar por lo poco que tenía de conocerle, supuse que no debería de sorprenderme del todo. -¿Qué haces? –Cuestioné en voz baja mientras este seguía dando su pequeño discurso a los presentes.
Ni siquiera había acabado cuando pude sentir las miradas hostiles sobre mí, todas ellas llenas de repudio. –Basta por favor. –Imploré con un hilo de voz pero él aún tenía mucho más por decir y parecía que no iba a acabar pronto. Bajé la mirada, sintiendo mi cara colorearse de rojo en la más absoluta vergüenza. Claro que nada era cierto pero ahora la gente no pensaba eso.
-Aún con la mirada en algún punto de mis zapatos, lo miré de reojo cuando se acercó a mí y, aprovechando que sus oídos estaban cerca le susurré. -¿Por qué has hecho eso? Por tu culpa casi termino en la cárcel, te sigo a pesar de ello y tolero tus bromas y, encima, me difamas de esa manera. –Lo confronté con discreción mientras la gente se encargaba de acomodar la mesa. -¿Qué quieres de mí? No tengo nada y creo que ya lo sabes bien. –Suspiré con pesadez mientras me aclaraba la garganta. –De acuerdo, les acompañaré a cenar esta noche. –Declaré.
Ni siquiera había acabado cuando pude sentir las miradas hostiles sobre mí, todas ellas llenas de repudio. –Basta por favor. –Imploré con un hilo de voz pero él aún tenía mucho más por decir y parecía que no iba a acabar pronto. Bajé la mirada, sintiendo mi cara colorearse de rojo en la más absoluta vergüenza. Claro que nada era cierto pero ahora la gente no pensaba eso.
-Aún con la mirada en algún punto de mis zapatos, lo miré de reojo cuando se acercó a mí y, aprovechando que sus oídos estaban cerca le susurré. -¿Por qué has hecho eso? Por tu culpa casi termino en la cárcel, te sigo a pesar de ello y tolero tus bromas y, encima, me difamas de esa manera. –Lo confronté con discreción mientras la gente se encargaba de acomodar la mesa. -¿Qué quieres de mí? No tengo nada y creo que ya lo sabes bien. –Suspiré con pesadez mientras me aclaraba la garganta. –De acuerdo, les acompañaré a cenar esta noche. –Declaré.
Cailen Gowan- Humano Clase Baja
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Re: Los Olvidados [Cailen y Jasper]
Ante la acpetación del joven se inclinó y comenzó a aplaudirle mirando a los demás con un guiño para que continuasen y dejaran la pequeña broma, realmente aquellos desdichados conocían muy bien a Jasper como para saber cuándo bromeaba y cuando iba enserio, y cuando el silencio se apoderó del momento todos comenzaron a reírse a carcajadas sueltas. Invitó al joven a acercarse a la mesa y tomar asiento, riéndose y ayudando a otra de las jóvenes lisiadas cuya extremidad faltante era una pierna, la ayudo a tomar asiento así como a pasar los panes y los improvisados platos que no eran otra que papeles de periódicos viejos y sucios —Si te dijera que estoy enamorado tuyo, un amor a primera vista, ¿me creerías y te quedarías conmigo para siempre?— miró al joven y se carcajeo —Tranquilo, es solo que te veo como un gato arisco ahí todo temeroso de todo y todos y me dan ganas de molestarte, tu inspiras que uno te gaste bromas por eso te mantengo aquí, además para que no te vayas solo por ahí y te metas en líos, eres un imán para atraer gente extraña—
Volvió a reírse cuando llegó un hombre con unas botellas de ron, en ese momento tomaron unos vasos que se repartían entre todos tomando algo de aquel licor. Llegó donde él y tomó directo de la botella, invitando al joven —A puesto que en toda tu pequeña vida, nunca te has arriesgado ni ha hecho nada que haga a tu corazón latir de emoción ¿me equivoco? Si me equivoco te dejaré ir, pero si no, entonces te quedarás y fingirás al menos que estás a gusto aquí con el resto de gente, luego te dejaré en tu casa y ya está y no me verás nunca más ¿te parece un buen trato?— le acercó la botella tomándole de la mano y tratándolo como si fuera una damisela en apuros con un blandir de pestañas todo teatralizado y su sonrisa pícara.
Volvió a reírse cuando llegó un hombre con unas botellas de ron, en ese momento tomaron unos vasos que se repartían entre todos tomando algo de aquel licor. Llegó donde él y tomó directo de la botella, invitando al joven —A puesto que en toda tu pequeña vida, nunca te has arriesgado ni ha hecho nada que haga a tu corazón latir de emoción ¿me equivoco? Si me equivoco te dejaré ir, pero si no, entonces te quedarás y fingirás al menos que estás a gusto aquí con el resto de gente, luego te dejaré en tu casa y ya está y no me verás nunca más ¿te parece un buen trato?— le acercó la botella tomándole de la mano y tratándolo como si fuera una damisela en apuros con un blandir de pestañas todo teatralizado y su sonrisa pícara.
Jasper Miller- Humano Clase Baja
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