AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
Espacios libres: 11/40
Afiliaciones élite: ABIERTAS
Última limpieza: 1/04/24
En Victorian Vampires valoramos la creatividad, es por eso que pedimos respeto por el trabajo ajeno. Todas las imágenes, códigos y textos que pueden apreciarse en el foro han sido exclusivamente editados y creados para utilizarse únicamente en el mismo. Si se llegase a sorprender a una persona, foro, o sitio web, haciendo uso del contenido total o parcial, y sobre todo, sin el permiso de la administración de este foro, nos veremos obligados a reportarlo a las autoridades correspondientes, entre ellas Foro Activo, para que tome cartas en el asunto e impedir el robo de ideas originales, ya que creemos que es una falta de respeto el hacer uso de material ajeno sin haber tenido una previa autorización para ello. Por favor, no plagies, no robes diseños o códigos originales, respeta a los demás.
Así mismo, también exigimos respeto por las creaciones de todos nuestros usuarios, ya sean gráficos, códigos o textos. No robes ideas que les pertenecen a otros, se original. En este foro castigamos el plagio con el baneo definitivo.
Todas las imágenes utilizadas pertenecen a sus respectivos autores y han sido utilizadas y editadas sin fines de lucro. Agradecimientos especiales a: rainris, sambriggs, laesmeralda, viona, evenderthlies, eveferther, sweedies, silent order, lady morgana, iberian Black arts, dezzan, black dante, valentinakallias, admiralj, joelht74, dg2001, saraqrel, gin7ginb, anettfrozen, zemotion, lithiumpicnic, iscarlet, hellwoman, wagner, mjranum-stock, liam-stock, stardust Paramount Pictures, y muy especialmente a Source Code por sus códigos facilitados.
Victorian Vampires by Nigel Quartermane is licensed under a
Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 3.0 Unported License.
Creado a partir de la obra en https://victorianvampires.foroes.org
Últimos temas
Little demon, bites unseen –Melchior's ID
Página 1 de 1.
Little demon, bites unseen –Melchior's ID
Melchior
12 aparentes / 14 reales
Cambiante
Clase baja
Pansexual
Suecia
Transformación:
Habilidad/poder
HABILIDADES Y ATRIBUTOS INNATOS:
Sigilo, sentidos aumentados, buenos reflejos, agilidad, flexibilidad, velocidad, fuerza sobrehumana y longevidad.
Transformación.
Sanación acelerada.
Percepción del aura.
HABILIDADES PARTICULARES:
Memoria fotográfica.
Mimetismo.
Rastreo.
Sigilo, sentidos aumentados, buenos reflejos, agilidad, flexibilidad, velocidad, fuerza sobrehumana y longevidad.
Transformación.
Sanación acelerada.
Percepción del aura.
HABILIDADES PARTICULARES:
Memoria fotográfica.
Mimetismo.
Rastreo.
Descripción psicológica
Ermitaño. Melchior es un niño completamente autosuficiente, reacio a relacionarse con desconocidos y apenas interesado en aquellos que le consideran un ser querido. Permanece la mayor parte del tiempo en soledad, buscando algún asunto en el que entrometerse, le fascina ocasionar problemas sin salir damnificado. Es cruento y desconsiderado, capaz de vender a cualquiera por el precio de una golosina. Sumamente perspicaz y astuto, un ladronzuelo profesional, observador impasible, actúa en el momento indicado sin excepción.
Debido a que su capacidad lingüística es muy limitada –siendo que tampoco muestra demasiado interés en aprender el idioma–, se comunica mediante señas manuales o simples miradas.
No tiende a mentir, pero es capaz de ocultar un millar de secretos, siempre empleará cualquier método que le beneficie para obtener su cometido, sin importar el que sea; es caprichoso y un consentido, aunque la fuente de sus bienes tiende a ser, en la mayoría de los casos, él mismo.
Adora recolectar artefactos exóticos, cualquier tontería que capte su atención, acabará en sus cajones sin falta. Que le fuercen a realizar actividades le hace enfurecer, pero no es difícil convencerle por las buenas si se le ofrece un precio de su interés a cambio. Ser un curioso desmedido es una de las cosas que más le caracterizan, procura escuchar todo y almacenar buena información, aunque no la menciona a menos que haya intereses de por medio (todo gira en torno a intercambios, vaya).
Cuando se encuentra en casa, se deja dominar por la pereza, más en invierno que es cuando su actividad desciende. Si bien es ágil y escurridizo, no demuestra ser un niño hiperactivo, mucho menos sociable.
Divertirse y meterse en problemas en su vocabulario son sinónimos, por fortuna o quizá desgracia, siempre sale invicto en todas sus artimañas, que en algún momento aprendiera a comportarse como debería en sociedad, resulta muy improbable.
Debido a que su capacidad lingüística es muy limitada –siendo que tampoco muestra demasiado interés en aprender el idioma–, se comunica mediante señas manuales o simples miradas.
No tiende a mentir, pero es capaz de ocultar un millar de secretos, siempre empleará cualquier método que le beneficie para obtener su cometido, sin importar el que sea; es caprichoso y un consentido, aunque la fuente de sus bienes tiende a ser, en la mayoría de los casos, él mismo.
Adora recolectar artefactos exóticos, cualquier tontería que capte su atención, acabará en sus cajones sin falta. Que le fuercen a realizar actividades le hace enfurecer, pero no es difícil convencerle por las buenas si se le ofrece un precio de su interés a cambio. Ser un curioso desmedido es una de las cosas que más le caracterizan, procura escuchar todo y almacenar buena información, aunque no la menciona a menos que haya intereses de por medio (todo gira en torno a intercambios, vaya).
Cuando se encuentra en casa, se deja dominar por la pereza, más en invierno que es cuando su actividad desciende. Si bien es ágil y escurridizo, no demuestra ser un niño hiperactivo, mucho menos sociable.
Divertirse y meterse en problemas en su vocabulario son sinónimos, por fortuna o quizá desgracia, siempre sale invicto en todas sus artimañas, que en algún momento aprendiera a comportarse como debería en sociedad, resulta muy improbable.
Historia
Permítaseme, de ahora en más, narrar las desdichadas anécdotas del niño al que llaman Melchior. Debido a sus falencias lingüísticas, es imperante que algún espíritu se solidarice en la tarea de plasmar su vida en la historia, ni más ni menos, que mediante palabras. Heme aquí su portavoz.
Es menester hacer mención del origen de tan tierna criatura, para ello, debemos remitirnos, aproximadamente, hasta dos décadas previas a la fecha corriente; ¿en qué sitio?, los vastos páramos herbáceos de la Suecia continental. En cierto poblado agrario, custodiado por la imponente fachada de un añejo palacio, habitaba un noble con preferencias egocentristas y complejo de señor feudal, su pasatiempo principal –luego de beber y comer hasta atiborrarse– era el de adquirir cortesanas para sumar a las filas de su extenso harén. Decenas de mujeres procedentes de lejanas naciones eran reunidas y confinadas en el palacio; allí recibían buen trato, aunque se les prohibía poner pie fuera de los muros de la fortaleza y, más aún, desacatar cualquier pedido de su señor. A pesar de que el hombre se comportara con decencia la mayor parte del tiempo, era en las noches, cuando seleccionaba alguna de sus cautivas para satisfacer sus anhelos carnales, que adoptaba las costumbres de una bestia, maltrataba y humillaba a las jovencitas con todo ímpetu y las despachaba sin remordimientos hasta que las heridas les sanaran y pudieran volver a ofrecerle sus servicios.
En aquel entorno asfixiante residía una muchacha de procedencia realmente desconocida –podemos saber tanto y poco más de lo que conoce Melchior, desafortunadamente–, aunque posiblemente fuese originaria de la península Ibérica, tomando en cuenta sus características físicas. Si bien las mujeres que vivían bajo custodia del noble eran todas bellezas exóticas, de entre todas destacaba una docena, las más hermosas del harén. A ellas se las confinaba en habitaciones separadas y recibían la visita de su señor más esporádicamente; una de ellas resultaba ser la portadora de nuestra atención.
Podríamos decir que hasta aquí no sorprende nada, tampoco lo hará algo si continuáramos narrando un escenario general, pero es fundamental saber qué clase de ámbito envolvía a la mujer que en un futuro daría a luz al pequeño cambiante; más aún, el motivo que le condujo a convertirse en la progenitora que fue.
Esta muchacha, a la que llamaremos Mor (que es la traducción de madre al sueco, el motivo lo contemplaremos más adelante), formaba parte del grupo de Las doce, como llamarían a las preferidas, y mantenía una estrecha relación con algunas de sus compañeras.
El acontecimiento que fracturó la aparente estabilidad del convivir diario arribó con la noticia de que una de las cortesanas perteneciente a la docena privilegiada estaba encinta; para Mor, ésta representaba el papel de una hermana mayor, debido a que le habían separado de su familia desde muy joven, poco más tenía que la compañía de sus pares. Ninguna dio mayor importancia al gran descubrimiento y nadie imaginó que el señor del palacio fuera a reaccionar como lo hizo. Alegando que la criatura era impura, mestiza de sangre noble y linfa esclava, ordenó a sus hombres que separaran a la embarazada y le practicaran un aborto de inmediato; la noticia de la desdichada muerte de la víctima corrió de boca en boca y el temor afloró entre las cortesanas, que estaban dispuestas a cualquier cosa por evitar engendrar un hijo.
Mor, sin embargo, fue profundamente afectada por aquel hecho nefasto y, presa del pánico, un terror imposible de socavar, se fugó una noche de luna llena, infringiendo la ley primordial que se les imponía a las opresas de jamás abandonar el territorio amurallado. La persiguieron, claro está, ¿qué tan lejos podría correr una mujer criada en el confinamiento? Bastó con que pusiera pie en el bosque, que la fragancia de los pinos le envolviera y engullera, para que su cuerpo dejara de ser el de una damisela y se convirtiera en el de un roedor. Hasta entonces, jamás había experimentado una transformación, mucho menos habíase enterado de que por su sangre corría el legado de los cambiantes; allí, reducida a la complexión de una inmunda rata, se internó en la arboleda hasta casi sus confines, huyendo de una vez y en definitiva del mundo que la había acogido siempre.
Detuvo su carrera al toparse con una derruida cabaña para leñadores; en ella se resguardó hasta lograr recuperar su figura humana. Estaba completamente sola, desnuda y asustada, le tomó varios días entrar en razón y comenzar a reunir recursos para instalarse allí definitivamente. No tenía a dónde ir, tampoco sabía en qué sitio se encontraba, prefirió, pues, retomar sus hábitos de opresa en el claro con su casilla.
Transcurrieron algunos meses en los que logró acostumbrarse al ambiente, el temor a que le descubrieran si abandonaba aquel refugio, a perder el rumbo y ser devorada por algún animal salvaje, el terror a cualquier cosa que yaciera en el exterior le devastaba. Sé lo que estarán pensando, pero todos sus complejos no procedían simplemente del trauma, ella era una completa cobarde. Y esa cobardía le llevó a que, luego de varios periodos de menstruación ausentes y el crecimiento acelerado de su abdomen, no pudiera asesinar a la criatura que se estaba gestando en su vientre y a la que ella tanto repudiaba.
El niño llegó al mundo durante el invierno, cuando más dificultoso resultaba sobrevivir a los días. Mor era fuerte, su cuerpo estaba favorecido por las ventajas de su raza, por mucho que buscara negarlo y a pesar del hecho de no haber vuelto a adoptar jamás su forma animal. Su hijo también era resistente; ella temía que muriera, pensaba que en caso de que su antiguo señor la encontrara, podría presentarle al bebé ya nacido y ganarse el rango de esposa; pero más aún, no quería cargar sobre los hombros con la responsabilidad de haber acabado con una vida. Hubiera sido insoportable.
Crio al niño como pudo, eran un par de almas ermitañas habitando algún inhóspito punto del bosque, nunca les faltó comida o cobijo, pero Mor le privó un nombre al pequeño, tampoco le enseñó a hablar correctamente, solamente se ocupaba de mantenerle con vida. Así es, Melchior no fue cómo le llamó su madre, en realidad nunca tuvo una denominación propia, como casi todo de lo que dispone, también se apoderó de eso por la fuerza; pero ya llegaremos a esa parte.
Ocho años vivió el dúo adecuándose a la eterna arbolada, no tenía caso tratarles de familia, pues se comportaban poco más que como compañeros en colaboración mutua para sobrevivir. El niño se encontraba más a gusto con el escenario que la madre, se pasaba el día entero deambulando por los alrededores, atrapando insectos, recolectando frutos, tomando siestas entre las malezas. No sabía que existiera un mundo más allá de las cortezas y el follaje, modales y sociedad; desconocía la repugnancia hacia las lombrices o el temor a las serpientes, su día a día era explorar terreno, familiarizarse con sus instintos en desarrollo, pues él no encontraba obstáculos a la hora de aceptarse con sus facultades, nadie le enseñaría que los humanos convencionales eran menos ágiles sin masa muscular, escuchaban en menor medida, olfateaban poco y divisaban sólo lo superficial.
Ya habrá tiempo de narrar las aventuras del niño en el bosque, ¡y sí que las hay! Pero no es este el momento oportuno, prosigamos, pues, con la fractura que marcó el comienzo de una nueva etapa.
Una tarde, el muchachito regresó a casa antes de lo habitual, el frío comenzaba a sembrar escarcha más temprano en otoño y él no destacaba por serle particularmente resistente. Pero algo no iba bien en el lugar, presencias, aromas, voces que le eran ajenas se dispersaban en el aire aturdiéndole los oídos; cuán grande fue su sorpresa al aproximarse a la cabaña y descubrir un grupo de cazadores furtivos violando a Mor y malgastando todas sus reservas de alimento. El pequeño captó la atención de los individuos, que comenzaron a perseguirle para darle caza o vaya uno a saber, después de todo era un espécimen sumamente agraciado, dotado con la belleza de su madre y los genes nórdicos de su padre.
Corrió hasta que las piernas le fallaron, hasta que el hielo le congeló los dedos y el aire le atrofió los pulmones, le iban a alcanzar pronto, no dejaba de tener ocho tiernos años; pero cuando más desventajosa se presentó su situación fue que sus miembros mutaron, su complexión se atavió de pelaje y logró ocultarse entre las raíces de un árbol, pues se había reducido al tamaño de un lirón. Allí aguardó en vela la noche entera, dormir no parecía una buena idea, tenía el presentimiento de que si cerraba los ojos no volvería a despertar. Tan pronto despuntó el sol, regresó sobre sus pasos hasta donde alguna vez hubo yacido la cabaña, para encontrar un charco de hollín y ningún rastro de los visitantes o de su madre.
Esta vez no había retorno, el niño decidió hacer caso a sus instintos y se encargó de reunir buena cantidad de hierbas y plumas para conformar un nido donde descansó hasta llegar la primavera.
Cinco años sobrevivió en su bosque, apenas retornaba a su forma humana de vez en cuando, para no olvidarse de que así había venido al mundo. Merodeó como parte de la naturaleza bajo el nuevo lema de expandir sus horizontes, vagó en soledad hasta el día en que su travesía le condujo hacia un poblado costero; los habitantes huían de la guerra y se exiliaban con destino en los reinos más próximos de Europa, nuestro pequeño lo comprendería tiempo después. Se alojó tres días entre calles y cimientos, y en el cuarto amanecer se decidió a aventurarse con su cuerpo humano; hurtar prendas resultó pan comido y, aunque la algarabía le desconcertaba, se inmiscuyó entre el grupo de emigrantes. Allí, un anciano no vidente le confundió con su nieto, quien posiblemente hubiera perecido por la peste; desde entonces adoptó el nombre de Melchior, que era como el abuelo le llamaba.
Acabó en los depósitos de un barco, que zarpó con rumbo al viejo continente. La travesía duró lo suficiente para que la mitad de los refugiados falleciera y él aprendiera lo necesario para convivir entre los hombres, que fuera un incivilizado no implicaba que le faltara inteligencia.
El buque tocó puerto en Francia, París; allí acompañó al anciano, de quien se valía para adaptarse, tanto en el hospedaje como en las jornadas laborales. Poco tiempo logró soportar el hombre senil, que acabó fracturándose la cadera durante el trabajo y muriendo poco tiempo después.
Melchior decidió probar a hacer uso de su libre albedrió, ningún bolsillo, escaparate o cofre estaba a salvo de sus ágiles manos; logró perdurar varios meses sin inconvenientes, enterándose de todo cuanto acontecía y alimentándose de cualquier cosa que encontrara.
Sobrevivir en la ciudad era cientos de veces más sencillo que hacerlo en el bosque, allí había sitios diversos para obtener comida y un sinfín de oportunidades de las cuales aprovecharse.
Hasta aquí, nuestro relato sobre una princesa –¿o acaso bruja?–, una fuga, una tragedia y las aventura de un lirón. Pronto sabremos qué deparará la capital franca a este revoltoso exiliado de los bosques.
Es menester hacer mención del origen de tan tierna criatura, para ello, debemos remitirnos, aproximadamente, hasta dos décadas previas a la fecha corriente; ¿en qué sitio?, los vastos páramos herbáceos de la Suecia continental. En cierto poblado agrario, custodiado por la imponente fachada de un añejo palacio, habitaba un noble con preferencias egocentristas y complejo de señor feudal, su pasatiempo principal –luego de beber y comer hasta atiborrarse– era el de adquirir cortesanas para sumar a las filas de su extenso harén. Decenas de mujeres procedentes de lejanas naciones eran reunidas y confinadas en el palacio; allí recibían buen trato, aunque se les prohibía poner pie fuera de los muros de la fortaleza y, más aún, desacatar cualquier pedido de su señor. A pesar de que el hombre se comportara con decencia la mayor parte del tiempo, era en las noches, cuando seleccionaba alguna de sus cautivas para satisfacer sus anhelos carnales, que adoptaba las costumbres de una bestia, maltrataba y humillaba a las jovencitas con todo ímpetu y las despachaba sin remordimientos hasta que las heridas les sanaran y pudieran volver a ofrecerle sus servicios.
En aquel entorno asfixiante residía una muchacha de procedencia realmente desconocida –podemos saber tanto y poco más de lo que conoce Melchior, desafortunadamente–, aunque posiblemente fuese originaria de la península Ibérica, tomando en cuenta sus características físicas. Si bien las mujeres que vivían bajo custodia del noble eran todas bellezas exóticas, de entre todas destacaba una docena, las más hermosas del harén. A ellas se las confinaba en habitaciones separadas y recibían la visita de su señor más esporádicamente; una de ellas resultaba ser la portadora de nuestra atención.
Podríamos decir que hasta aquí no sorprende nada, tampoco lo hará algo si continuáramos narrando un escenario general, pero es fundamental saber qué clase de ámbito envolvía a la mujer que en un futuro daría a luz al pequeño cambiante; más aún, el motivo que le condujo a convertirse en la progenitora que fue.
Esta muchacha, a la que llamaremos Mor (que es la traducción de madre al sueco, el motivo lo contemplaremos más adelante), formaba parte del grupo de Las doce, como llamarían a las preferidas, y mantenía una estrecha relación con algunas de sus compañeras.
El acontecimiento que fracturó la aparente estabilidad del convivir diario arribó con la noticia de que una de las cortesanas perteneciente a la docena privilegiada estaba encinta; para Mor, ésta representaba el papel de una hermana mayor, debido a que le habían separado de su familia desde muy joven, poco más tenía que la compañía de sus pares. Ninguna dio mayor importancia al gran descubrimiento y nadie imaginó que el señor del palacio fuera a reaccionar como lo hizo. Alegando que la criatura era impura, mestiza de sangre noble y linfa esclava, ordenó a sus hombres que separaran a la embarazada y le practicaran un aborto de inmediato; la noticia de la desdichada muerte de la víctima corrió de boca en boca y el temor afloró entre las cortesanas, que estaban dispuestas a cualquier cosa por evitar engendrar un hijo.
Mor, sin embargo, fue profundamente afectada por aquel hecho nefasto y, presa del pánico, un terror imposible de socavar, se fugó una noche de luna llena, infringiendo la ley primordial que se les imponía a las opresas de jamás abandonar el territorio amurallado. La persiguieron, claro está, ¿qué tan lejos podría correr una mujer criada en el confinamiento? Bastó con que pusiera pie en el bosque, que la fragancia de los pinos le envolviera y engullera, para que su cuerpo dejara de ser el de una damisela y se convirtiera en el de un roedor. Hasta entonces, jamás había experimentado una transformación, mucho menos habíase enterado de que por su sangre corría el legado de los cambiantes; allí, reducida a la complexión de una inmunda rata, se internó en la arboleda hasta casi sus confines, huyendo de una vez y en definitiva del mundo que la había acogido siempre.
Detuvo su carrera al toparse con una derruida cabaña para leñadores; en ella se resguardó hasta lograr recuperar su figura humana. Estaba completamente sola, desnuda y asustada, le tomó varios días entrar en razón y comenzar a reunir recursos para instalarse allí definitivamente. No tenía a dónde ir, tampoco sabía en qué sitio se encontraba, prefirió, pues, retomar sus hábitos de opresa en el claro con su casilla.
Transcurrieron algunos meses en los que logró acostumbrarse al ambiente, el temor a que le descubrieran si abandonaba aquel refugio, a perder el rumbo y ser devorada por algún animal salvaje, el terror a cualquier cosa que yaciera en el exterior le devastaba. Sé lo que estarán pensando, pero todos sus complejos no procedían simplemente del trauma, ella era una completa cobarde. Y esa cobardía le llevó a que, luego de varios periodos de menstruación ausentes y el crecimiento acelerado de su abdomen, no pudiera asesinar a la criatura que se estaba gestando en su vientre y a la que ella tanto repudiaba.
El niño llegó al mundo durante el invierno, cuando más dificultoso resultaba sobrevivir a los días. Mor era fuerte, su cuerpo estaba favorecido por las ventajas de su raza, por mucho que buscara negarlo y a pesar del hecho de no haber vuelto a adoptar jamás su forma animal. Su hijo también era resistente; ella temía que muriera, pensaba que en caso de que su antiguo señor la encontrara, podría presentarle al bebé ya nacido y ganarse el rango de esposa; pero más aún, no quería cargar sobre los hombros con la responsabilidad de haber acabado con una vida. Hubiera sido insoportable.
Crio al niño como pudo, eran un par de almas ermitañas habitando algún inhóspito punto del bosque, nunca les faltó comida o cobijo, pero Mor le privó un nombre al pequeño, tampoco le enseñó a hablar correctamente, solamente se ocupaba de mantenerle con vida. Así es, Melchior no fue cómo le llamó su madre, en realidad nunca tuvo una denominación propia, como casi todo de lo que dispone, también se apoderó de eso por la fuerza; pero ya llegaremos a esa parte.
Ocho años vivió el dúo adecuándose a la eterna arbolada, no tenía caso tratarles de familia, pues se comportaban poco más que como compañeros en colaboración mutua para sobrevivir. El niño se encontraba más a gusto con el escenario que la madre, se pasaba el día entero deambulando por los alrededores, atrapando insectos, recolectando frutos, tomando siestas entre las malezas. No sabía que existiera un mundo más allá de las cortezas y el follaje, modales y sociedad; desconocía la repugnancia hacia las lombrices o el temor a las serpientes, su día a día era explorar terreno, familiarizarse con sus instintos en desarrollo, pues él no encontraba obstáculos a la hora de aceptarse con sus facultades, nadie le enseñaría que los humanos convencionales eran menos ágiles sin masa muscular, escuchaban en menor medida, olfateaban poco y divisaban sólo lo superficial.
Ya habrá tiempo de narrar las aventuras del niño en el bosque, ¡y sí que las hay! Pero no es este el momento oportuno, prosigamos, pues, con la fractura que marcó el comienzo de una nueva etapa.
Una tarde, el muchachito regresó a casa antes de lo habitual, el frío comenzaba a sembrar escarcha más temprano en otoño y él no destacaba por serle particularmente resistente. Pero algo no iba bien en el lugar, presencias, aromas, voces que le eran ajenas se dispersaban en el aire aturdiéndole los oídos; cuán grande fue su sorpresa al aproximarse a la cabaña y descubrir un grupo de cazadores furtivos violando a Mor y malgastando todas sus reservas de alimento. El pequeño captó la atención de los individuos, que comenzaron a perseguirle para darle caza o vaya uno a saber, después de todo era un espécimen sumamente agraciado, dotado con la belleza de su madre y los genes nórdicos de su padre.
Corrió hasta que las piernas le fallaron, hasta que el hielo le congeló los dedos y el aire le atrofió los pulmones, le iban a alcanzar pronto, no dejaba de tener ocho tiernos años; pero cuando más desventajosa se presentó su situación fue que sus miembros mutaron, su complexión se atavió de pelaje y logró ocultarse entre las raíces de un árbol, pues se había reducido al tamaño de un lirón. Allí aguardó en vela la noche entera, dormir no parecía una buena idea, tenía el presentimiento de que si cerraba los ojos no volvería a despertar. Tan pronto despuntó el sol, regresó sobre sus pasos hasta donde alguna vez hubo yacido la cabaña, para encontrar un charco de hollín y ningún rastro de los visitantes o de su madre.
Esta vez no había retorno, el niño decidió hacer caso a sus instintos y se encargó de reunir buena cantidad de hierbas y plumas para conformar un nido donde descansó hasta llegar la primavera.
Cinco años sobrevivió en su bosque, apenas retornaba a su forma humana de vez en cuando, para no olvidarse de que así había venido al mundo. Merodeó como parte de la naturaleza bajo el nuevo lema de expandir sus horizontes, vagó en soledad hasta el día en que su travesía le condujo hacia un poblado costero; los habitantes huían de la guerra y se exiliaban con destino en los reinos más próximos de Europa, nuestro pequeño lo comprendería tiempo después. Se alojó tres días entre calles y cimientos, y en el cuarto amanecer se decidió a aventurarse con su cuerpo humano; hurtar prendas resultó pan comido y, aunque la algarabía le desconcertaba, se inmiscuyó entre el grupo de emigrantes. Allí, un anciano no vidente le confundió con su nieto, quien posiblemente hubiera perecido por la peste; desde entonces adoptó el nombre de Melchior, que era como el abuelo le llamaba.
Acabó en los depósitos de un barco, que zarpó con rumbo al viejo continente. La travesía duró lo suficiente para que la mitad de los refugiados falleciera y él aprendiera lo necesario para convivir entre los hombres, que fuera un incivilizado no implicaba que le faltara inteligencia.
El buque tocó puerto en Francia, París; allí acompañó al anciano, de quien se valía para adaptarse, tanto en el hospedaje como en las jornadas laborales. Poco tiempo logró soportar el hombre senil, que acabó fracturándose la cadera durante el trabajo y muriendo poco tiempo después.
Melchior decidió probar a hacer uso de su libre albedrió, ningún bolsillo, escaparate o cofre estaba a salvo de sus ágiles manos; logró perdurar varios meses sin inconvenientes, enterándose de todo cuanto acontecía y alimentándose de cualquier cosa que encontrara.
Sobrevivir en la ciudad era cientos de veces más sencillo que hacerlo en el bosque, allí había sitios diversos para obtener comida y un sinfín de oportunidades de las cuales aprovecharse.
Hasta aquí, nuestro relato sobre una princesa –¿o acaso bruja?–, una fuga, una tragedia y las aventura de un lirón. Pronto sabremos qué deparará la capital franca a este revoltoso exiliado de los bosques.
Datos extra
● No es muy afín al invierno, tiende a pasarse la mayor parte del tiempo en casa y sin actividad. En caso de ser obligado a salir, se procura mucho abrigo.
●Suele inmiscuirse en las camas de otras personas para dormir, especialmente en noches frías.
● Adora las frutas y los postres.
● Se ha acostumbrado a comer cualquier cosa que se le presenta, no es extraño encontrarle engullendo insectos.
● Durante su viaje en altamar y valiéndose por su cuenta en la ciudad, no se privaba de roerles los dedos de los pies a los ebrios si la caza había sido mala. Pronto se volvió una costumbre y actualmente una afición.
● No conoce el nombre de su madre, si debía captar su atención lo hacía llamándola por «Mor». Nunca recibió un nombre propio, simplemente se adueñó del de Melchior.
●Posiblemente a raíz de alguna alteración genética sea que se ha interrumpido su crecimiento a la edad de doce años, si el caso es que la información se encuentra defectuosa en todo su linaje, podría explicar por qué su madre demoró tanto en transformarse.
●Suele inmiscuirse en las camas de otras personas para dormir, especialmente en noches frías.
● Adora las frutas y los postres.
● Se ha acostumbrado a comer cualquier cosa que se le presenta, no es extraño encontrarle engullendo insectos.
● Durante su viaje en altamar y valiéndose por su cuenta en la ciudad, no se privaba de roerles los dedos de los pies a los ebrios si la caza había sido mala. Pronto se volvió una costumbre y actualmente una afición.
● No conoce el nombre de su madre, si debía captar su atención lo hacía llamándola por «Mor». Nunca recibió un nombre propio, simplemente se adueñó del de Melchior.
●Posiblemente a raíz de alguna alteración genética sea que se ha interrumpido su crecimiento a la edad de doce años, si el caso es que la información se encuentra defectuosa en todo su linaje, podría explicar por qué su madre demoró tanto en transformarse.
Code by Suzu, prohibido su uso
Última edición por Melchior el Vie Feb 02, 2018 1:00 am, editado 1 vez
Melchior- Cambiante Clase Baja
- Mensajes : 26
Fecha de inscripción : 21/01/2017
Localización : A la altura de tus pies
Re: Little demon, bites unseen –Melchior's ID
FICHA APROBADA
bienvenido/a a victorian vampires
¡ENHORABUENA! YA ERES PARTE DE VICTORIAN VAMPIRES Y TE DAMOS LA MÁS CORDIAL BIENVENIDA.
ANTES DE HACER CUALQUIER OTRA COSA, TE INVITO A LEER LAS NORMAS QUE TENEMOS EN EL FORO PARA QUE ESTÉS BIEN ENTERADO/A DE CÓMO MANEJAMOS TODO EN ESTE SITIO Y ASÍ EVITARTE FUTUROS MALOS ENTENDIDOS. A CONTINUACIÓN TE DEJO LOS LINKS MÁS IMPORTANTES PARA QUE PUEDAS CONOCER LA INFORMACIÓN, Y SI DESPUÉS DE LEER SIGUES TENIENDO ALGUNA DUDA, PUEDES CONTACTARME A MÍ O A OTRO DE LOS ADMINISTRADORES; ESTAMOS PARA SERVIRTE.
¡QUE TE DIVIERTAS!
ANTES DE HACER CUALQUIER OTRA COSA, TE INVITO A LEER LAS NORMAS QUE TENEMOS EN EL FORO PARA QUE ESTÉS BIEN ENTERADO/A DE CÓMO MANEJAMOS TODO EN ESTE SITIO Y ASÍ EVITARTE FUTUROS MALOS ENTENDIDOS. A CONTINUACIÓN TE DEJO LOS LINKS MÁS IMPORTANTES PARA QUE PUEDAS CONOCER LA INFORMACIÓN, Y SI DESPUÉS DE LEER SIGUES TENIENDO ALGUNA DUDA, PUEDES CONTACTARME A MÍ O A OTRO DE LOS ADMINISTRADORES; ESTAMOS PARA SERVIRTE.
¡QUE TE DIVIERTAS!
CODE BY NIGEL QUARTERMANE
Invitado- Invitado
Temas similares
» Another one bites the dust ~ Jer's RLS
» Unseen Moon {Private}
» Unseen Moon {Astarté's Relations}
» Demon Hellgate
» Merciless Demon
» Unseen Moon {Private}
» Unseen Moon {Astarté's Relations}
» Demon Hellgate
» Merciless Demon
Página 1 de 1.
Permisos de este foro:
No puedes responder a temas en este foro.
Miér Sep 18, 2024 9:16 am por Afiliaciones
» REACTIVACIÓN DE PERSONAJES
Mar Jul 30, 2024 4:58 am por Frederick Truffaut
» AVISO #49: SITUACIÓN ACTUAL DE VICTORIAN VAMPIRES
Miér Jul 24, 2024 2:54 pm por Nigel Quartermane
» Ah, mi vieja amiga la autodestrucción [Búsqueda activa]
Jue Jul 18, 2024 4:42 am por León Salazar
» Vampirto ¿estás ahí? // Sokolović Rosenthal (priv)
Miér Jul 10, 2024 1:09 pm por Jagger B. De Boer
» l'enlèvement de perséphone ─ n.
Sáb Jul 06, 2024 11:12 pm por Vivianne Delacour
» orphée et eurydice ― j.
Jue Jul 04, 2024 10:55 pm por Vivianne Delacour
» Le Château des Rêves Noirs [Privado]
Jue Jul 04, 2024 10:42 pm por Willem Fokke
» labyrinth ─ chronologies.
Sáb Jun 22, 2024 10:04 pm por Vivianne Delacour