AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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El mito de la Caverna (Privado)
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El mito de la Caverna (Privado)
Noches antes, mi desafortunado encuentro con varios miembros de la Santa Inquisición en una pequeña iglesia de la ciudad, parecía haber marcado el inicio de una tediosa persecución de los inquisidores hacia mi persona. Al parecer, no veían aceptable que hubiese matado a un licántropo en el altar de la misma y lavarme los restos de sangre de las manos en una pila de mármol cercana. La inmejorable labor de mi abogado, el señor Lachance, había devuelto las aguas a su cauce con bastante rapidez, dejando mi malentendido con la Iglesia en una ligera llamada de atención por parte de ésta y una especie de penitencia que acepté a regañadientes.
Cuando Jean me comunicó que la Inquisición había aceptado como muestra de arrepentimiento por los ocurrido mi disculpa , aunque que yo recordase en ningún momento le había dicho que me arrepintiese por lo sucedido, nunca imaginé lo retorcida que podía llegar a ser la mente de esas personas hasta que el comunicado de lo que debería hacer para que dicha disculpa fuese aceptada y el asunto olvidado llegó a manos de Jean. Un mensajero llevó hasta el bufete del abogado la carta correspondiente y a través de éste llegó mis manos. Una carta sellada con el mismo lacre que llevaría yo a mis espaldas cuando al abrirla descubrí que para obtener esa bendición y continuar mi camino en paz, tenía que tener una serie de encuentros con el párroco de la Iglesia du Sant-Sulpice que me guiaría por el sendero de la verdad divina.
Llevaba caminando ya casi una hora en busca de la dichosa iglesia donde encontraría a ese enviado de Dios que debería ponerme en el camino correcto, cuando di con un edificio medio en ruinas. Confusa por su aspecto, me aseguré de que el lugar ante el que me hallaba era el correcto, sorprendiéndome que debajo de ese deteriorado techo se encontrase viviendo algún ser humano. Llamé a la aldaba de la puerta de la sacristía que daba al exterior, esperando encontrarme con un párroco de la misma edad que la iglesia.
-Buenos días, monseiur.- apunté en tono neutro al ver a un hombre que de sacerdote tenía poco, sus penetrantes ojos oscuros daban más miedo que la mismísima muerte.- Busco al padre Dominic Custler, ¿sería tan amable de avisarle?.- releí la carta de nuevo para no confundirme con el nombre.
Cuando Jean me comunicó que la Inquisición había aceptado como muestra de arrepentimiento por los ocurrido mi disculpa , aunque que yo recordase en ningún momento le había dicho que me arrepintiese por lo sucedido, nunca imaginé lo retorcida que podía llegar a ser la mente de esas personas hasta que el comunicado de lo que debería hacer para que dicha disculpa fuese aceptada y el asunto olvidado llegó a manos de Jean. Un mensajero llevó hasta el bufete del abogado la carta correspondiente y a través de éste llegó mis manos. Una carta sellada con el mismo lacre que llevaría yo a mis espaldas cuando al abrirla descubrí que para obtener esa bendición y continuar mi camino en paz, tenía que tener una serie de encuentros con el párroco de la Iglesia du Sant-Sulpice que me guiaría por el sendero de la verdad divina.
Llevaba caminando ya casi una hora en busca de la dichosa iglesia donde encontraría a ese enviado de Dios que debería ponerme en el camino correcto, cuando di con un edificio medio en ruinas. Confusa por su aspecto, me aseguré de que el lugar ante el que me hallaba era el correcto, sorprendiéndome que debajo de ese deteriorado techo se encontrase viviendo algún ser humano. Llamé a la aldaba de la puerta de la sacristía que daba al exterior, esperando encontrarme con un párroco de la misma edad que la iglesia.
-Buenos días, monseiur.- apunté en tono neutro al ver a un hombre que de sacerdote tenía poco, sus penetrantes ojos oscuros daban más miedo que la mismísima muerte.- Busco al padre Dominic Custler, ¿sería tan amable de avisarle?.- releí la carta de nuevo para no confundirme con el nombre.
Maggie Craig- Cazador Clase Media
- Mensajes : 357
Fecha de inscripción : 13/11/2016
Re: El mito de la Caverna (Privado)
El día que la Santa Inquisición se puso en contacto con él por un encargo con tal carencia de importancia le costó creerlo. Raramente le escribían cartas y, cuando lo hacían, era como toque de atención por alguna muestra de comportamiento que no entraba en la gama de matices que la diócesis tenía por "decente". Lo primero que pensó -de hecho fue lo único- es que todos sus hombres estaban ocupados y recurrieron a él como última esperanza. Era entonces, muy a su pesar, una de esas situaciones que no podía rechazar por mucho que lo deseara. El problema erradicaba en que se le olvidó completamente tal responsabilidad, de modo que cuando aquella mañana abrió la puerta y se encontró con esa joven esperando ser atendida, no le quedó más remedio que fingir saber por qué estaba ahí.
Dos sombras negras se habían instalado bajo sus ojos de forma permanente, contrastando aún más la palidez de su piel. La barba descuidada y sus ropas arrugadas solo empeoraban más si cabe su aspecto despreocupado.
Clavó una parca mirada en la joven y se retiró de la puerta invitándola a pasar. - Adelante, tenga cuidado donde pisa, aún estamos de reformas.
Los bancos estaban retirados a lado y lado de la nave central, descuidados de tal modo tras la última tarde de entrenamiento que tuvieron él y la hermana Bernadette, su monja de confianza y compañera de fatigas. Varios tablones de madera se amontonaban en distintas zonas donde empezaban a reflejarse muestras del esfuerzo por mejorar el lugar, pero aún así quedaba mucho polvo allá donde pisaran. Al fondo el altar, la única pieza que rezaba intacta, tras la cual podía verse un viejo y bien cuidado sagrario. La poca iluminación del lugar se debía a los varios agujeros que había en las ventanas, y en la línea de velas que reposaban sobre el altar y en un par de candelabros que aún quedaban enteros y en pie.
-Si me permite un momento, vaya presentándose mientras voy a por mi Biblia. No se preocupe que este sitio es pequeño y toda voz resuena en su interior - le dedicó una jovial sonrisa que no conjuntaba con su mirada cansada y apresuró el paso hacia la puerta de la izquierda, donde se encontraba la pequeña sala que servía de trastero así como pequeño dormitorio del párroco. Se lavó la cara y los dientes tratando de mitigar el olor a alcohol, y volvió con túnica nueva y aspecto más decente.
Dos sombras negras se habían instalado bajo sus ojos de forma permanente, contrastando aún más la palidez de su piel. La barba descuidada y sus ropas arrugadas solo empeoraban más si cabe su aspecto despreocupado.
Clavó una parca mirada en la joven y se retiró de la puerta invitándola a pasar. - Adelante, tenga cuidado donde pisa, aún estamos de reformas.
Los bancos estaban retirados a lado y lado de la nave central, descuidados de tal modo tras la última tarde de entrenamiento que tuvieron él y la hermana Bernadette, su monja de confianza y compañera de fatigas. Varios tablones de madera se amontonaban en distintas zonas donde empezaban a reflejarse muestras del esfuerzo por mejorar el lugar, pero aún así quedaba mucho polvo allá donde pisaran. Al fondo el altar, la única pieza que rezaba intacta, tras la cual podía verse un viejo y bien cuidado sagrario. La poca iluminación del lugar se debía a los varios agujeros que había en las ventanas, y en la línea de velas que reposaban sobre el altar y en un par de candelabros que aún quedaban enteros y en pie.
-Si me permite un momento, vaya presentándose mientras voy a por mi Biblia. No se preocupe que este sitio es pequeño y toda voz resuena en su interior - le dedicó una jovial sonrisa que no conjuntaba con su mirada cansada y apresuró el paso hacia la puerta de la izquierda, donde se encontraba la pequeña sala que servía de trastero así como pequeño dormitorio del párroco. Se lavó la cara y los dientes tratando de mitigar el olor a alcohol, y volvió con túnica nueva y aspecto más decente.
Dom Custler- Cambiante Clase Baja
- Mensajes : 86
Fecha de inscripción : 09/11/2016
Re: El mito de la Caverna (Privado)
Mi primer pensamiento cuando ese hombre de ojos oscuros y penetrantes clavó su mirada en la mía, fue darme media vuelta y echar a correr. Nunca había visto un semblante tan intenso y estremecedor como el de ese hombre, que seguía sin tener muy claro quien era. Con cuidado de no tropezarme con algún tablón suelto o pisar en falso y quedar en evidencia, decidí aceptar la invitación y adentrarme en ese pequeño santuario que se caía a trozos. Un rápido vistazo al interior de éste me bastó para darme cuenta que una sencilla reforma no sería suficiente, que lo que realmente necesitaba era un milagro, algo irónico si nos fijábamos el tipo de templo que era.
Con una firme voz que resonó entre esas cuatro paredes y detuvo mis pasos en seco, el hombre se excusó para ausentarse durante unos minutos, dejándome sorprendida al comprender con sus palabras que era el párroco que buscaba. Desconocía si el hecho de que su aspecto no fuese lo esperado sería buena o mala señal, pero solo había una forma de comprobarlo, y no precisamente quedándome a escuchar lo que me tenía que decir.
-Mi nombre es Maggie Craig, padre.- lentamente continué mis pasos por la nave central, observando en ausencia del párroco con más atención los pequeños detalles que me habían pasado desapercibidos en un primer momento. Probablemente el encargo de tutelar mi educación religiosa había recaído en él por no tener que satisfacer a sus parroquianos con los acostumbrados sermones. Por el aspecto que tenía la Iglesia dudaba que nadie fuese capaz de entrar y correr el riesgo de que quedar sepultados bajo los escombros.- Como he podido observar, tiene un largo y laborioso trabajo por delante para restaurar este lugar.- lo miré fijamente cuando tras varios minutos regresó algo más adecentado que en un primer momento. Sonreí con inocencia para continuar mi particular sermón que esperaba resultase convincente. Estaba practicamente segura de que para ninguno de los dos esa charla era tomada con entusiasmo.- Como no me gustaría entretenerle más de lo necesario, he pensado que mejor terminar ésto de una forma rápida y sencilla. De modo que le permito que me firme un papel certificando que usted y yo hemos hablado largo y tendido; y que soy una cazadora nueva en cuanto a creencias religiosas se refiere, ¿qué le parece?
Con una firme voz que resonó entre esas cuatro paredes y detuvo mis pasos en seco, el hombre se excusó para ausentarse durante unos minutos, dejándome sorprendida al comprender con sus palabras que era el párroco que buscaba. Desconocía si el hecho de que su aspecto no fuese lo esperado sería buena o mala señal, pero solo había una forma de comprobarlo, y no precisamente quedándome a escuchar lo que me tenía que decir.
-Mi nombre es Maggie Craig, padre.- lentamente continué mis pasos por la nave central, observando en ausencia del párroco con más atención los pequeños detalles que me habían pasado desapercibidos en un primer momento. Probablemente el encargo de tutelar mi educación religiosa había recaído en él por no tener que satisfacer a sus parroquianos con los acostumbrados sermones. Por el aspecto que tenía la Iglesia dudaba que nadie fuese capaz de entrar y correr el riesgo de que quedar sepultados bajo los escombros.- Como he podido observar, tiene un largo y laborioso trabajo por delante para restaurar este lugar.- lo miré fijamente cuando tras varios minutos regresó algo más adecentado que en un primer momento. Sonreí con inocencia para continuar mi particular sermón que esperaba resultase convincente. Estaba practicamente segura de que para ninguno de los dos esa charla era tomada con entusiasmo.- Como no me gustaría entretenerle más de lo necesario, he pensado que mejor terminar ésto de una forma rápida y sencilla. De modo que le permito que me firme un papel certificando que usted y yo hemos hablado largo y tendido; y que soy una cazadora nueva en cuanto a creencias religiosas se refiere, ¿qué le parece?
Maggie Craig- Cazador Clase Media
- Mensajes : 357
Fecha de inscripción : 13/11/2016
Re: El mito de la Caverna (Privado)
El nombre Maggie Craig sacudió sus adormiladas neuronas recordando de inmediato por qué había ido a visitarle. La pereza, como siempre tentadora, a punto estuvo de convencerlo de aceptar el trato ofrecido por la joven y poder así continuar con su sueño reparador; no obstante, por muy cansado que estuviera, no podía permitir tal muestra de escaqueo. Fuera o no un párroco ortodoxo, una de sus aceptadas y abrazadas obligaciones era la de mostrar al no creyente los designios del Señor, darle el conocimiento necesario antes de tomar la decisión de dar la espalda a la fe.
-No tenga tanta prisa, señorita - sonrió de forma paternal mientras cruzaba las manos ante el regazo con la Biblia bien asida. - Puesto que ya me ha despertado, qué mejor que aprovechar el tiempo para charlar de los motivos que la han traído hasta aquí. Como puede comprobar - añadió extendiendo los brazos y mirando alrededor - me encuentro solo, no es hasta más tarde que me vienen a ayudar con las reformas. Pero mejor salgamos fuera - cambió su tono a uno más enérgico -, disfrutaremos mejor del sol que del polvo que aquí flota - en cualquier momento llegaría la hermana Bernadette con sus órdenes tajantes, de modo que cualquier excusa era buena para huir una vez más de sus responsabilidades laborales.
Tardó solo un instante en acostumbrarse a la luz del exterior y recibir el sonido de la vida que ahí se respiraba, alejándose de las puertas tras las cuales siempre se encerraba. La cotidianiedad de la gente siempre le resucitaba, sobretodo cuando el agotamiento se debía a pasar la noche en vela protegiéndoles. Con un gesto al frente la invitó a pasear.
-Dígame, ¿qué ha ocurrido que merezca una reprimenda?
-No tenga tanta prisa, señorita - sonrió de forma paternal mientras cruzaba las manos ante el regazo con la Biblia bien asida. - Puesto que ya me ha despertado, qué mejor que aprovechar el tiempo para charlar de los motivos que la han traído hasta aquí. Como puede comprobar - añadió extendiendo los brazos y mirando alrededor - me encuentro solo, no es hasta más tarde que me vienen a ayudar con las reformas. Pero mejor salgamos fuera - cambió su tono a uno más enérgico -, disfrutaremos mejor del sol que del polvo que aquí flota - en cualquier momento llegaría la hermana Bernadette con sus órdenes tajantes, de modo que cualquier excusa era buena para huir una vez más de sus responsabilidades laborales.
Tardó solo un instante en acostumbrarse a la luz del exterior y recibir el sonido de la vida que ahí se respiraba, alejándose de las puertas tras las cuales siempre se encerraba. La cotidianiedad de la gente siempre le resucitaba, sobretodo cuando el agotamiento se debía a pasar la noche en vela protegiéndoles. Con un gesto al frente la invitó a pasear.
-Dígame, ¿qué ha ocurrido que merezca una reprimenda?
Última edición por Dominic Custler el Lun Ene 30, 2017 8:21 am, editado 1 vez
Dom Custler- Cambiante Clase Baja
- Mensajes : 86
Fecha de inscripción : 09/11/2016
Re: El mito de la Caverna (Privado)
Mi ingenioso intento de librarme de cumplir la penitencia impuesta, se vio truncado con demasiada rapidez cuando el párroco rechazó mi tentadora propuesta de separar nuestros caminos. Comprendía que ese hombre de dios estaría aburrido de la vida de sumisión y oración que le habían impuesto, y que compartir su tiempo conmigo podía ser algo novedoso para él. Pero yo tenía un entrenamiento al que acudir y unas cuantas estacas que tallar antes del atardecer. Observé de reojo la voluminosa encuadernación que llevaba en las manos, esperando de corazón que su objetivo no fuese leérmelo al completo.
-Disculpe por haberle despertado. Pensaba que el dicho de "A quien madruga, Dios le ayuda" era cumplido a pie juntillas por ustedes, la mano derecha del Padre aquí en la Tierra.- esbocé una tímida sonrisa, comprendiendo entonces el porqué del aspecto desaliñado que presentaba al abrirme la puerta. - Por mí no se sienta obligado a abandonar ese plácido sueño, puedo volver en otro momento.- Pero por lo que parecía el párroco no estaba dispuesto a abandonar sus labores de adoctrinaje y propuso disfrutar de un paseo al aire libre para llevarlo a cabo. Salir al exterior sería sin duda menos peligroso que quedarnos allí, puesto que aunque hacía un frío polar fuera, estaríamos a salvo de ser lapidados por alguna viga víctima de la carcoma.
Comencé a pasear a su lado tras un gesto de éste, disfrutando de los primeros rayos de sol que caldeaban mis mejillas a pesar del helor del aire. - Pensé que le habrían informado sobre las razones de nuestra charla.- su pregunta me pilló totalmente desprevenida y durante unos segundos el color del rostro se esfumó. ¿Cómo iba a contarle ese inocente hombre a lo que me dedicaba por las noches?. Cerré un poco más mi abrigo, en un intento por evitar que la empuñadura de algún arma pudiese quedarse al alcance de su mirada.- El motivo de que esté aquí puede deberse a que unos compañeros suyos no consideraron aceptable que lavase mis manos manchadas en una especie de pila de mármol que había junto al altar.- encogí los hombros, y sonreí con inocencia al girar el rostro para mirarlo directamente a los ojos.- ¿Y vos? ¿Qué habéis hecho para tener que pagar con la penitencia de cargar conmigo?.- conseguir que yo aceptase el camino de Dios era como ver ranas con pelo. Me apiadé de ese pobre párroco que trataría de reconducirme a un sendero de luz y paz, cuando en el único en que yo sabía vivir era en el de la oscuridad y el terror.
-Disculpe por haberle despertado. Pensaba que el dicho de "A quien madruga, Dios le ayuda" era cumplido a pie juntillas por ustedes, la mano derecha del Padre aquí en la Tierra.- esbocé una tímida sonrisa, comprendiendo entonces el porqué del aspecto desaliñado que presentaba al abrirme la puerta. - Por mí no se sienta obligado a abandonar ese plácido sueño, puedo volver en otro momento.- Pero por lo que parecía el párroco no estaba dispuesto a abandonar sus labores de adoctrinaje y propuso disfrutar de un paseo al aire libre para llevarlo a cabo. Salir al exterior sería sin duda menos peligroso que quedarnos allí, puesto que aunque hacía un frío polar fuera, estaríamos a salvo de ser lapidados por alguna viga víctima de la carcoma.
Comencé a pasear a su lado tras un gesto de éste, disfrutando de los primeros rayos de sol que caldeaban mis mejillas a pesar del helor del aire. - Pensé que le habrían informado sobre las razones de nuestra charla.- su pregunta me pilló totalmente desprevenida y durante unos segundos el color del rostro se esfumó. ¿Cómo iba a contarle ese inocente hombre a lo que me dedicaba por las noches?. Cerré un poco más mi abrigo, en un intento por evitar que la empuñadura de algún arma pudiese quedarse al alcance de su mirada.- El motivo de que esté aquí puede deberse a que unos compañeros suyos no consideraron aceptable que lavase mis manos manchadas en una especie de pila de mármol que había junto al altar.- encogí los hombros, y sonreí con inocencia al girar el rostro para mirarlo directamente a los ojos.- ¿Y vos? ¿Qué habéis hecho para tener que pagar con la penitencia de cargar conmigo?.- conseguir que yo aceptase el camino de Dios era como ver ranas con pelo. Me apiadé de ese pobre párroco que trataría de reconducirme a un sendero de luz y paz, cuando en el único en que yo sabía vivir era en el de la oscuridad y el terror.
Maggie Craig- Cazador Clase Media
- Mensajes : 357
Fecha de inscripción : 13/11/2016
Re: El mito de la Caverna (Privado)
-Nuestro Señor ya tiene muchas manos derechas que le recen todo el día, yo más bien me entrego al pueblo y, en una ciudad tan grande como esta, no hay horarios que valgan. Cuando me necesitan, ahí estoy, sea de día o de noche - explicó vagamente y con rodeos, sin querer ahondar en los verdaderos motivos de su vida más nocturna, aquella dedicada a la caza de amenazas. - Que lleve ropas negras y una Biblia en la mano no me hace tan diferente a usted. Siendo cazadora como es - añadió, empezando a recordar la misiva con la información que le llegó -, compartimos los principios de proteger y ayudar al desvalido. Tal vez nuestros rumbos no son iguales, pero como bien dicen "todos los caminos llevan a Roma".
Una vez contagiado del todo por la vitalidad callejera, su mirada se volvió serena, así como su expresión más acorde al cargo que representaba. La dulzura adornaba su rostro cuando se cruzaba con niños, viéndose a sí mismo en un tiempo que parecía muy lejano, cuando el padre Marcus aún estaba a su lado.
-En efecto me han informado del agravio, no obstante prefiero saber ambas versiones. No es ningún secreto que la Iglesia tiende a exagerar los errores, sobretodo cuando son los demás quienes los cometen - le guiñó el ojo sonriendo con complicidad y escuchó atento, sin poder evitar una alegre risotada al saber con tanta falta de detalle el incidente ocurrido. - Válgame Dios, ¡en la mismísima pila bautismal! Me sorprende que en lugar de enviarla a hablar conmigo no la hayan encerrado por cometer tal "sacrilegio" - bromeó sin temor a represalias por tratar tan ligeramente lo que sus superiores vieron como una total falta de respeto. - No me supone penitencia alguna mantener una charla espiritual con usted, de hecho lo agradezco, pues con la parroquia aún cerrada no es mucho el contacto humano que tengo por ahora - hizo una pequeña pausa antes de seguir. - Entiendo por su forma de expresar los hechos que no es usted creyente, ¿me equivoco? ¿Qué le hizo tomar la decisión de no seguir la doctrina cristiana que todo niño occidental recibe?
Una vez contagiado del todo por la vitalidad callejera, su mirada se volvió serena, así como su expresión más acorde al cargo que representaba. La dulzura adornaba su rostro cuando se cruzaba con niños, viéndose a sí mismo en un tiempo que parecía muy lejano, cuando el padre Marcus aún estaba a su lado.
-En efecto me han informado del agravio, no obstante prefiero saber ambas versiones. No es ningún secreto que la Iglesia tiende a exagerar los errores, sobretodo cuando son los demás quienes los cometen - le guiñó el ojo sonriendo con complicidad y escuchó atento, sin poder evitar una alegre risotada al saber con tanta falta de detalle el incidente ocurrido. - Válgame Dios, ¡en la mismísima pila bautismal! Me sorprende que en lugar de enviarla a hablar conmigo no la hayan encerrado por cometer tal "sacrilegio" - bromeó sin temor a represalias por tratar tan ligeramente lo que sus superiores vieron como una total falta de respeto. - No me supone penitencia alguna mantener una charla espiritual con usted, de hecho lo agradezco, pues con la parroquia aún cerrada no es mucho el contacto humano que tengo por ahora - hizo una pequeña pausa antes de seguir. - Entiendo por su forma de expresar los hechos que no es usted creyente, ¿me equivoco? ¿Qué le hizo tomar la decisión de no seguir la doctrina cristiana que todo niño occidental recibe?
Dom Custler- Cambiante Clase Baja
- Mensajes : 86
Fecha de inscripción : 09/11/2016
Re: El mito de la Caverna (Privado)
Sus palabras resonaron esclarecedoras en mi mente, incitándome a pensar que sabía de sobra a lo que me dedicaba por las noches. Claro que dudaba que su forma de proteger a los desvalidos humanos fuese la misma que la mía. Sopesé hasta que punto estaría en lo cierto, y sus superiores podrían haber exagerado el motivo de mi penitencia. Negué con la cabeza con una divertida sonrisa dibujada en los labios cuando me di cuenta que probablemente hasta se hubiesen quedado cortos.
-Si desea conocer mi versión íntegra se la daré. Imagino que después de saber la verdad, tendremos suficiente tiempo para que rece todo lo que se le ocurra antes de que mi alma quede atrapada en el infierno.- miré de reojo al párroco con una pícara sonrisa, mientras continuábamos paseando y la temperatura ambiental se iba tornando mucho más apacible.- Llevaba noches siguiendo el rastro de un criminal – no era mentira al fin y al cabo lo era, y decir licántropo si la palabra cazadora no implicaba lo mismo para él que para mí, podía implicar tener que dar una larga explicación que no deseaba.- y casualmente éste me llevó hasta una pequeña iglesia al norte de la ciudad. Tras un complicado enfrentamiento, el criminal cayó bajo mi espada, y aquí fue cuando llegaron sus compañeros. No parecían muy contentos porque el cuerpo del fallecido estuviese sobre una mesa elevada de mármol. E imagino que su enfado fue a más con lo que le he contado de la dichosa pila. Después de que se lanzasen hacia mí con más ganas de darme una tunda que de hablar tranquilamente, como comprenderá salí corriendo.- su risa, sorprendiéndose de que desconociese lo que suponía haber cometido semejante sacrilegio, era contagiosa. Algo había en ese hombre que conseguía que no lo viese como al resto de miembros de la iglesia, estirados y arrogantes. Ese párroco parecía distinto, tenía ese don del que solo gozan algunos y que invitaba a relajarse.
- Aprendí antes a disparar con el arco que a leer y escribir.- crucé mis manos sobre mi cintura, abrazándome a mí misma. A pesar de ser feliz con lo que era, había envidiado la inocencia en la que crecieron el resto de niños de mi comunidad.- En mi aprendizaje no hubo tiempo para ninguna doctrina cristiana, al menos no para mí. Mis hermanas fueron educadas por mi madre y ellas si son creyentes. Pero mi formación fue distinta. Mi creencia siempre ha sido en mis capacidades para luchar, y mis armas, mi libro sagrado. No puedo creer en algo que no veo.
-Si desea conocer mi versión íntegra se la daré. Imagino que después de saber la verdad, tendremos suficiente tiempo para que rece todo lo que se le ocurra antes de que mi alma quede atrapada en el infierno.- miré de reojo al párroco con una pícara sonrisa, mientras continuábamos paseando y la temperatura ambiental se iba tornando mucho más apacible.- Llevaba noches siguiendo el rastro de un criminal – no era mentira al fin y al cabo lo era, y decir licántropo si la palabra cazadora no implicaba lo mismo para él que para mí, podía implicar tener que dar una larga explicación que no deseaba.- y casualmente éste me llevó hasta una pequeña iglesia al norte de la ciudad. Tras un complicado enfrentamiento, el criminal cayó bajo mi espada, y aquí fue cuando llegaron sus compañeros. No parecían muy contentos porque el cuerpo del fallecido estuviese sobre una mesa elevada de mármol. E imagino que su enfado fue a más con lo que le he contado de la dichosa pila. Después de que se lanzasen hacia mí con más ganas de darme una tunda que de hablar tranquilamente, como comprenderá salí corriendo.- su risa, sorprendiéndose de que desconociese lo que suponía haber cometido semejante sacrilegio, era contagiosa. Algo había en ese hombre que conseguía que no lo viese como al resto de miembros de la iglesia, estirados y arrogantes. Ese párroco parecía distinto, tenía ese don del que solo gozan algunos y que invitaba a relajarse.
- Aprendí antes a disparar con el arco que a leer y escribir.- crucé mis manos sobre mi cintura, abrazándome a mí misma. A pesar de ser feliz con lo que era, había envidiado la inocencia en la que crecieron el resto de niños de mi comunidad.- En mi aprendizaje no hubo tiempo para ninguna doctrina cristiana, al menos no para mí. Mis hermanas fueron educadas por mi madre y ellas si son creyentes. Pero mi formación fue distinta. Mi creencia siempre ha sido en mis capacidades para luchar, y mis armas, mi libro sagrado. No puedo creer en algo que no veo.
Maggie Craig- Cazador Clase Media
- Mensajes : 357
Fecha de inscripción : 13/11/2016
Re: El mito de la Caverna (Privado)
Perfiló una sonrisa mirándola de reojo - no se preocupe, ni yo ni nadie podemos condenarla al infierno más que aquellos que la esperen para su juicio una vez cruce el umbral - era sencillo darse cuenta de quien creía o no. Ciertamente la Iglesia había perdido algo de poder en la última década, pero seguía resultando extraño la falta de creencias místicas cuando cada engranaje de aquella sociedad moderna se había construido sobre las reglas de una religión muy arraigada. Él no era quien para juzgar, siendo párroco era el primero en dudar de su propio Dios.
Escuchó la narración de la joven sin perder detalle alguno. Si bien era cierto que sus actos fueron totalmente una profanación de lugar sagrado, encontraba excesivo buscar castigo por ello, más teniendo en cuenta que la misma Iglesia tenía su propia hermandad cazadora con la Santa Inquisición, de la cual él mismo formaba parte. Por otro lado, no era ninguna sorpresa encontrar hipocresía en las decisiones y actos de sus superiores. Probablemente no se equivocaba al pensar que el enviarla a hablar con un sacerdote no era un castigo en sí, sino un intento desesperado de convertir a un ateo en cristiano.
-Es imposible hoy en día vivir en occidente y no oír hablar de Dios. Que no haya tenido una educación religiosa no significa que no tenga conocimiento de ella. Estoy seguro que tiene alguna idea sobre el tema, más allá del "si no veo no lo creo" - comentó con la mirada al frente mientras bajaban la calle que daba a una fuente, en donde las mujeres se echaban agua a la nuca para refrescar el calor del arduo trabajo. - ¿Qué opina? ¿Qué pensamientos despierta el que su madre y su hermana tengan creencias religiosas?
Escuchó la narración de la joven sin perder detalle alguno. Si bien era cierto que sus actos fueron totalmente una profanación de lugar sagrado, encontraba excesivo buscar castigo por ello, más teniendo en cuenta que la misma Iglesia tenía su propia hermandad cazadora con la Santa Inquisición, de la cual él mismo formaba parte. Por otro lado, no era ninguna sorpresa encontrar hipocresía en las decisiones y actos de sus superiores. Probablemente no se equivocaba al pensar que el enviarla a hablar con un sacerdote no era un castigo en sí, sino un intento desesperado de convertir a un ateo en cristiano.
-Es imposible hoy en día vivir en occidente y no oír hablar de Dios. Que no haya tenido una educación religiosa no significa que no tenga conocimiento de ella. Estoy seguro que tiene alguna idea sobre el tema, más allá del "si no veo no lo creo" - comentó con la mirada al frente mientras bajaban la calle que daba a una fuente, en donde las mujeres se echaban agua a la nuca para refrescar el calor del arduo trabajo. - ¿Qué opina? ¿Qué pensamientos despierta el que su madre y su hermana tengan creencias religiosas?
Dom Custler- Cambiante Clase Baja
- Mensajes : 86
Fecha de inscripción : 09/11/2016
Re: El mito de la Caverna (Privado)
Aún sin tener muy claro si el cielo o el infierno existían como tal, el comentario del párroco me dejó cierto sabor agridulce en la boca. Como los que tuviesen que juzgar todos mis actos en ese umbral, fuesen iguales a los que me encontré en la Iglesia, iba a pasar una larga temporada en el infierno. Hasta que allí se diesen cuenta de que daba muchos problemas, y me mandasen para arriba para librarse de mí. Sonreí divertida por la cantidad de bobadas que era capaz de pensar por un simple comentario, especialmente si éste estaba referido a temas eclesiásticos.
-Por supuesto que he oído hablar de Dios a mi alrededor. Mi no creencia no se debe precisamente a la falta de información. Muchos cazadores que nos acompañaban en las partidas eran creyentes y sus plegarias se escuchaban antes de comenzar la batalla.- no lo compartía, pero me resultaba sobrecogedor observar como valientes guerreros encomendaban su alma a un ser probablemente inexistente. - Pero para mí las historias de su Biblia no son muy distintas de las que me han podido contar del Imperio Romano o la Antigua Grecia. El relato de la vida de Jesucristo no es diferente que el de las vidas de William Wallace, Alejandro Magno o el Rey Arturo. Todos fueron grandes personajes de nuestro pasado que de una forma u otra marcaron un antes y un después en la vida de sus gentes. Y que por ello sus leyendas han sobrevivido a través de los siglos.
Llegamos al final de la calle, donde una pequeña fuente era el centro de reunión de muchos ciudadanos que comenzaban sus quehaceres matutinos. Me acerqué a ésta para tomar asiento en el borde, desde donde empecé a juguetear con el agua tras introducir la mano. Su pregunta me hizo pensar en mi madre y hermanas, dándome cuenta de lo mucho que las echaba de menos. Durante unos segundos desvié la mirada, tratando de evitar que viese el único punto débil que tenía. - Mi madre y hermanas solo viven su vida de forma distinta a la mía. Yo me siento responsable de limpiar nuestra sociedad de alimañas, ellas piensan que es Dios quien dirige mis pasos y a mi alma. Soy yo la que lucho con mi espada arriesgando mi vida, pero ellas piensan que es Dios el que me da fuerzas para blandirla. Pero ¿sabe?. Cuando resulto gravemente herida, yo no veo a Dios por ninguna parte lastimado. En esos momentos estoy totalmente sola.- respondí tras buscar su mirada de nuevo.
-Por supuesto que he oído hablar de Dios a mi alrededor. Mi no creencia no se debe precisamente a la falta de información. Muchos cazadores que nos acompañaban en las partidas eran creyentes y sus plegarias se escuchaban antes de comenzar la batalla.- no lo compartía, pero me resultaba sobrecogedor observar como valientes guerreros encomendaban su alma a un ser probablemente inexistente. - Pero para mí las historias de su Biblia no son muy distintas de las que me han podido contar del Imperio Romano o la Antigua Grecia. El relato de la vida de Jesucristo no es diferente que el de las vidas de William Wallace, Alejandro Magno o el Rey Arturo. Todos fueron grandes personajes de nuestro pasado que de una forma u otra marcaron un antes y un después en la vida de sus gentes. Y que por ello sus leyendas han sobrevivido a través de los siglos.
Llegamos al final de la calle, donde una pequeña fuente era el centro de reunión de muchos ciudadanos que comenzaban sus quehaceres matutinos. Me acerqué a ésta para tomar asiento en el borde, desde donde empecé a juguetear con el agua tras introducir la mano. Su pregunta me hizo pensar en mi madre y hermanas, dándome cuenta de lo mucho que las echaba de menos. Durante unos segundos desvié la mirada, tratando de evitar que viese el único punto débil que tenía. - Mi madre y hermanas solo viven su vida de forma distinta a la mía. Yo me siento responsable de limpiar nuestra sociedad de alimañas, ellas piensan que es Dios quien dirige mis pasos y a mi alma. Soy yo la que lucho con mi espada arriesgando mi vida, pero ellas piensan que es Dios el que me da fuerzas para blandirla. Pero ¿sabe?. Cuando resulto gravemente herida, yo no veo a Dios por ninguna parte lastimado. En esos momentos estoy totalmente sola.- respondí tras buscar su mirada de nuevo.
Maggie Craig- Cazador Clase Media
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Re: El mito de la Caverna (Privado)
Sonreía con complicidad mientras escuchaba su relato, sintiendo la nostalgia trasladándolo de nuevo al pasado, a cuando era él mismo quien le hacía esas preguntas o exponía las mismas dudas al padre Marcus. Igual que él en ese entonces, la cazadora no se dejaría convencer sobre si existió o no Jesucristo, sus discípulos y todas aquellas leyendas que se contaban en el libro que tenía entre las manos. Y él no era nadie para influirle idea alguna, pues los años habían pasado pero sus dudas seguían siendo parecidas a entonces. Tomó asiento a su lado en la fuente sin pasar por alto la expresión vulnerable que tiñó su rostro al sacar el tema de la familia. No había debilidad alguna en ello, la familia siempre sería y debía ser algo importante para uno.
Dejó que terminara su relato antes de ponerse a hablar, con la vista aún perdida en la gente y la Biblia acostada en su regazo.
-La fe, señorita Craig, se basa precisamente en eso: dudar. Poner en duda una creencia es lo que le da vida a su nombre. Mire a toda esta gente a su alrededor, ¿cree que ellos han visto u oído alguna vez a Dios? Nadie le ha visto y nunca a nadie le ha respondido sus plegarias, pero aún así creen a toda costa que ahí arriba hay un Dios que les vigila. ¿Sabe por qué? - la miró de reojo inclinando un poco la cabeza hacia ella, sonriendo como quien le explica a un niño un secreto -, por miedo. La idea de que no haya nadie vigilando o juzgando nuestros actos convertiría la sociedad en un caos descontrolado de muerte y destrucción. Pero no mal interprete mis palabras. Yo creo en Dios. No por miedo, pero vuelva a mirar a su alrededor. ¿Nunca se ha preguntado por qué estamos aquí? ¿Cómo se ha creado la vida?
Se quitó los zapatos con un suspiro de alivio y giró el trasero en el borde de la fuente, hundiendo despacio los pies en la fresca agua. - ¿Ha oído hablar alguna vez de Platón? - preguntó mirándola de nuevo, tomando otro rumbo en sus palabras. - Platón era un filósofo griego que también marcó un antes y un después, aunque no fuera guerrero - le guiñó un ojo recordándole las palabras de antes. - Platón expuso una alegoría para explicar cómo funciona la mente humana. El mito de la caverna. ¿Lo conoce?
Dejó que terminara su relato antes de ponerse a hablar, con la vista aún perdida en la gente y la Biblia acostada en su regazo.
-La fe, señorita Craig, se basa precisamente en eso: dudar. Poner en duda una creencia es lo que le da vida a su nombre. Mire a toda esta gente a su alrededor, ¿cree que ellos han visto u oído alguna vez a Dios? Nadie le ha visto y nunca a nadie le ha respondido sus plegarias, pero aún así creen a toda costa que ahí arriba hay un Dios que les vigila. ¿Sabe por qué? - la miró de reojo inclinando un poco la cabeza hacia ella, sonriendo como quien le explica a un niño un secreto -, por miedo. La idea de que no haya nadie vigilando o juzgando nuestros actos convertiría la sociedad en un caos descontrolado de muerte y destrucción. Pero no mal interprete mis palabras. Yo creo en Dios. No por miedo, pero vuelva a mirar a su alrededor. ¿Nunca se ha preguntado por qué estamos aquí? ¿Cómo se ha creado la vida?
Se quitó los zapatos con un suspiro de alivio y giró el trasero en el borde de la fuente, hundiendo despacio los pies en la fresca agua. - ¿Ha oído hablar alguna vez de Platón? - preguntó mirándola de nuevo, tomando otro rumbo en sus palabras. - Platón era un filósofo griego que también marcó un antes y un después, aunque no fuera guerrero - le guiñó un ojo recordándole las palabras de antes. - Platón expuso una alegoría para explicar cómo funciona la mente humana. El mito de la caverna. ¿Lo conoce?
Dom Custler- Cambiante Clase Baja
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Fecha de inscripción : 09/11/2016
Re: El mito de la Caverna (Privado)
El párroco se acomodó a mi lado en el frío mármol de la fuente que nos servía como asiento improvisado. Observé con calma sus gestos mientras éste escuchaba con atención todas las razones de mi inexistente fe. Hacía gala de esa paciencia innata que acostumbraban a tener la mayoría de sacerdotes, cuando escuchaban en silencio los pecados de sus feligreses . Si yo necesitase ser exculpada por todo lo malo que había hecho en esta vida, ese hombre necesitaría varias semanas libres y yo un libro donde apuntar todo lo que tenía que rezar para la absolución.
-No comprendo como se puede creer en algo que nos hace dudar constantemente. ¿Cómo sabe entonces que no está equivocado?. Mis decisiones siempre están basadas en la certeza, sin atisbo de duda en ellas ¿cómo decidir si no a quien eliminar o dejar con vida?- La religión se basaba en la imposibilidad de demostrar tanto la existencia como la no existencia de Dios. No comprendía esa forma de pensar, al igual que tampoco entendía porque toda esa gente creía en un Dios vengativo y mantenía su fe solo por temor. Si tenían razón y nos había creado, ¿por qué hacerlo para que le tuviésemos miedo? El gesto desenfadado y juvenil del párroco al acercarse arrancó una inocente sonrisa de mis labios. Me sentía cómoda con él y eso era algo muy extraño para alguien de su naturaleza.
-Todos nos preguntamos alguna vez en la vida el por qué de nuestra existencia. Yo sé que estoy aquí para proteger a la humanidad de los monstruos que la acechan por la noche; que ese fue mi sino desde que nací.- sabía que la pregunta del eclesiástico iba dirigida a otro tema; quería que pensase en que forma había llegado el ser humano a poblar la Tierra. Una explicación divina de como habíamos sido colocados un día en el planeta. Pero mis ideas iban más allá de haber sido movidos como simples figuras de ajedrez.-¿Nunca ha escuchado, padre, la Teoría de la Evolución propuesta por el biólogo Jean Baptiste Lamarck? En ésta habla que todos los seres vivos hemos evolucionado de otros organismos más simples, por nuestra capacidad de adaptarnos al medio.
Lo miré sorprendida cuando tras quitarse el calzado, introdujo los pies en las frías aguas de la fuente. Por si hasta entonces había tenido alguna duda, aquello me confirmaba que ese párroco era de todo menos convencional.- He escuchado el nombre de Platón en alguna ocasión, pero conozco pocos datos sobre él, a parte de que fuese un pensador de la Antigua Grecia, maestro de Aristóteles. Desgraciadamente, ignoro su obra.
-No comprendo como se puede creer en algo que nos hace dudar constantemente. ¿Cómo sabe entonces que no está equivocado?. Mis decisiones siempre están basadas en la certeza, sin atisbo de duda en ellas ¿cómo decidir si no a quien eliminar o dejar con vida?- La religión se basaba en la imposibilidad de demostrar tanto la existencia como la no existencia de Dios. No comprendía esa forma de pensar, al igual que tampoco entendía porque toda esa gente creía en un Dios vengativo y mantenía su fe solo por temor. Si tenían razón y nos había creado, ¿por qué hacerlo para que le tuviésemos miedo? El gesto desenfadado y juvenil del párroco al acercarse arrancó una inocente sonrisa de mis labios. Me sentía cómoda con él y eso era algo muy extraño para alguien de su naturaleza.
-Todos nos preguntamos alguna vez en la vida el por qué de nuestra existencia. Yo sé que estoy aquí para proteger a la humanidad de los monstruos que la acechan por la noche; que ese fue mi sino desde que nací.- sabía que la pregunta del eclesiástico iba dirigida a otro tema; quería que pensase en que forma había llegado el ser humano a poblar la Tierra. Una explicación divina de como habíamos sido colocados un día en el planeta. Pero mis ideas iban más allá de haber sido movidos como simples figuras de ajedrez.-¿Nunca ha escuchado, padre, la Teoría de la Evolución propuesta por el biólogo Jean Baptiste Lamarck? En ésta habla que todos los seres vivos hemos evolucionado de otros organismos más simples, por nuestra capacidad de adaptarnos al medio.
Lo miré sorprendida cuando tras quitarse el calzado, introdujo los pies en las frías aguas de la fuente. Por si hasta entonces había tenido alguna duda, aquello me confirmaba que ese párroco era de todo menos convencional.- He escuchado el nombre de Platón en alguna ocasión, pero conozco pocos datos sobre él, a parte de que fuese un pensador de la Antigua Grecia, maestro de Aristóteles. Desgraciadamente, ignoro su obra.
Última edición por Maggie Craig el Lun Feb 13, 2017 6:32 pm, editado 1 vez
Maggie Craig- Cazador Clase Media
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Re: El mito de la Caverna (Privado)
-¿No creemos en el amor aunque no podamos verlo o tocarlo? ¿En la muerte, aunque no haya ninguna certeza de que realmente sea el fin? Sí, podrá ver a dos personas besándose apasionadamente, o un cuerpo inerte devorado por el tiempo, pero también verá gente de rodillas rogando a Dios un poco de esperanza. Dios no es un hombre sentado en lo alto y observándonos. Dios es mucho más que eso. Una idea, si así quiere verlo, una sencilla denominación a algo que está muy alejado de nuestro entendimiento - pocas veces había dado aquel discurso, por no decir que ni tan solo recordaba cuándo fue la última vez. Pero la nostalgia estaba ahí como un gato agazapado, invocando el espíritu del padre Marcus. - ¿Por qué cree que lo que usted hace es justo o está bien? ¿Quién o qué le da esa certeza de la que habla? - sonrió - el bien y el mal son conceptos impuestos por la fe.
Asintió mientras removía el agua con los pies, aliviado por el frescor de esta que iba evaporando los resquicios que quedaban del cansancio. - No tengo nada en contra de la Ciencia. Son los religiosos más obtusos los que lo tuvieron en su día al perseguir a los Iluminados - bufó -. Puede que tenga razón, que seamos una evolución, pero piense en el antes del Todo. Antes de la más mínima pequeña existencia de vida. Alguien o algo la creó, no apareció sin más, ¿no cree? Es esa duda de la que le hablo. El hecho de que usted piense que está aquí por un propósito significa que se aferra a una fe, aunque no quiera ponerle el nombre de Dios o Yahvé.
Se subió las mangas de la camisa disfrutando del cálido sol matutino, mientras apartaba la pequeña neblina de su mente que aún quedaba del alcohol consumido la noche anterior. - Platón expuso su alegoría como una cueva, en el fondo de la cual se encuentran los hombres. Encadenados, incapacitados de movimiento. Han vivido siempre con esas cadenas. En la pared del fondo observan sombras danzantes que se convierten en la única verdad. No existe nada más. No saben que, si se voltearan, se darían cuenta que las sombras no son más que eso, el contorno reflejado de figuras que otros hombres hacen danzar a modo engaño. Y que, más allá de ellos, está la realidad, la verdad absoluta que les ha sido negada... - la miró nuevamente de soslayo cual profesor ante un alumno. - ¿Ve por dónde voy?
Asintió mientras removía el agua con los pies, aliviado por el frescor de esta que iba evaporando los resquicios que quedaban del cansancio. - No tengo nada en contra de la Ciencia. Son los religiosos más obtusos los que lo tuvieron en su día al perseguir a los Iluminados - bufó -. Puede que tenga razón, que seamos una evolución, pero piense en el antes del Todo. Antes de la más mínima pequeña existencia de vida. Alguien o algo la creó, no apareció sin más, ¿no cree? Es esa duda de la que le hablo. El hecho de que usted piense que está aquí por un propósito significa que se aferra a una fe, aunque no quiera ponerle el nombre de Dios o Yahvé.
Se subió las mangas de la camisa disfrutando del cálido sol matutino, mientras apartaba la pequeña neblina de su mente que aún quedaba del alcohol consumido la noche anterior. - Platón expuso su alegoría como una cueva, en el fondo de la cual se encuentran los hombres. Encadenados, incapacitados de movimiento. Han vivido siempre con esas cadenas. En la pared del fondo observan sombras danzantes que se convierten en la única verdad. No existe nada más. No saben que, si se voltearan, se darían cuenta que las sombras no son más que eso, el contorno reflejado de figuras que otros hombres hacen danzar a modo engaño. Y que, más allá de ellos, está la realidad, la verdad absoluta que les ha sido negada... - la miró nuevamente de soslayo cual profesor ante un alumno. - ¿Ve por dónde voy?
Dom Custler- Cambiante Clase Baja
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Fecha de inscripción : 09/11/2016
Re: El mito de la Caverna (Privado)
Con tranquilidad y colocando las manos sobre mi regazo, traté de encontrar un significado mucho más profundo del que encerraban sus palabras a simple vista. Buscar una explicación mucho más allá del propio contenido semántico de éstas. Comprendía que tratar el tema de la fe con una persona tan agnóstica como yo debía ser complicado, y aún así el párroco mostraba una paciencia que en pocos eclesiásticos había visto. Citó temas como el amor y la muerte donde mi opinión sobre éstos no distaba mucho de la ofrecida hacia Dios. Para mí el amor no existía; era simplemente un cambio químico en nuestro cerebro que nos engañaba hasta el punto de hacernos creer que moriríamos sin la persona de quien nos enamorábamos. Craso error. Afortunadamente, no había estado enamorada jamás y esperaba no cometer esa estupidez. Y respecto a la muerte, cuando moríamos lo hacíamos para siempre. Nada de segundas oportunidades. A no ser que fueses un vampiro o un engendro de la naturaleza, que entonces si que podías tener la posibilidad de volver a levantarte después de muerto.
- Padre, me da la sensación que lo que usted llama Dios es una especie de cajón desastre para explicar todo aquello que no puede ser deducido de otra forma. Es como si llamase Dios a un ser volátil que es el responsable de todo aquello que no podemos explicar por nuestra propia experiencia.- sopesé durante unos segundos sus palabras. No podía explicarle porque creía que hacía lo correcto, solo algo en lo más profundo de mi corazón me dictaba que ese era mi camino.- Es posible que esté equivocada con respecto a si el fin justifica los medios. No sé si matar a sangre fría a mis presas es lo correcto, pero saber que al morir puedo salvar a sus futuras víctimas de una muerte atroz, hace que sepa que mi trabajo merece la pena.
-¿Y si esa pequeña existencia de vida surgió simplemente al formarse el universo? Cuando usted tiene dudas, su primer instinto es explicarlo por gracia divina; el mío es pensar que tuvo que haber algo que nos llevó hasta ahí. Algo tangible y corpóreo. No creo que fuese un Dios quien decidió que me formase como cazadora; fueron mis decisiones las que me llevaron hasta aquí.- respondí observando las ondas que sus pies sumergidos creaban en el agua, que debía estar helada a esas horas de la mañana. Dudaba que llegásemos a algún tipo de entendimiento. Mi no creencia estaba demasiada arraigada a mí, como para dejarme convencer por ese enigmático párroco.- ¿Me está diciendo que esos hombres atados son el símil de los creyentes y que lo que ellos ven como sombras y piensan que es obra de Dios puede ser explicado de otra forma más racional?
- Padre, me da la sensación que lo que usted llama Dios es una especie de cajón desastre para explicar todo aquello que no puede ser deducido de otra forma. Es como si llamase Dios a un ser volátil que es el responsable de todo aquello que no podemos explicar por nuestra propia experiencia.- sopesé durante unos segundos sus palabras. No podía explicarle porque creía que hacía lo correcto, solo algo en lo más profundo de mi corazón me dictaba que ese era mi camino.- Es posible que esté equivocada con respecto a si el fin justifica los medios. No sé si matar a sangre fría a mis presas es lo correcto, pero saber que al morir puedo salvar a sus futuras víctimas de una muerte atroz, hace que sepa que mi trabajo merece la pena.
-¿Y si esa pequeña existencia de vida surgió simplemente al formarse el universo? Cuando usted tiene dudas, su primer instinto es explicarlo por gracia divina; el mío es pensar que tuvo que haber algo que nos llevó hasta ahí. Algo tangible y corpóreo. No creo que fuese un Dios quien decidió que me formase como cazadora; fueron mis decisiones las que me llevaron hasta aquí.- respondí observando las ondas que sus pies sumergidos creaban en el agua, que debía estar helada a esas horas de la mañana. Dudaba que llegásemos a algún tipo de entendimiento. Mi no creencia estaba demasiada arraigada a mí, como para dejarme convencer por ese enigmático párroco.- ¿Me está diciendo que esos hombres atados son el símil de los creyentes y que lo que ellos ven como sombras y piensan que es obra de Dios puede ser explicado de otra forma más racional?
Maggie Craig- Cazador Clase Media
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