AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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~ Katherine Ruth Bathory.
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~ Katherine Ruth Bathory.
-Nombre del Personaje: Katherine Ruth Bathory.
-Edad: Aparenta 24. Años reales: Casi un Milenio.
-Especie: Vampiro
- Tipo y Nivel Social: Nivel Alto.
-Lugar de Origen: Orleans, Francia.
-Fecha de Muerte: Un 18 de Enero de 875.
-Habilidad/Poder:
~ Infringir dolor por medio de la mente
~ Sanación acelerada
~ Agilidad y Reflejos sobrehumanos
-Descripcion Fisica:
-Descripcion Psicologica:
-Historia:
-Datos Extras:
~ Adora las fiestas de etiqueta.
~ Las mascaradas
~ El baile de Salon
~ Y aunque lo niegue rotundamente, por dentro busca encontrar algun dia el amor de su vida. O alguien que logra ponerle las cuerdas en su lugar.
-Edad: Aparenta 24. Años reales: Casi un Milenio.
-Especie: Vampiro
- Tipo y Nivel Social: Nivel Alto.
-Lugar de Origen: Orleans, Francia.
-Fecha de Muerte: Un 18 de Enero de 875.
-Habilidad/Poder:
~ Infringir dolor por medio de la mente
~ Sanación acelerada
~ Agilidad y Reflejos sobrehumanos
-Descripcion Fisica:
Alta y esbelta, Katherine siempre fue razon de envidia en vida, entre las mujeres de su época... Y después de muerta tambien. Con las curvaturas de una modelo tipo; 97 - 60 - 90 y una estatura deseable de 1,75 no deja nada mas por desear. Su cabello naturalmente oscuro, sedoso y sutilmente endulado en las puntas, mantienen un movimiento místico casi demoniaco. Sus ojos, son el adorno y "atuendo" final de su rostro, grises e imponentes, estan al limite de la delgada linea entre seductivos y salvajes.
Fina por donde se la mire, su cuerpo armoniza perfectamente de pies, a cabeza.
Fina por donde se la mire, su cuerpo armoniza perfectamente de pies, a cabeza.
- Spoiler:
-Descripcion Psicologica:
Tuvo una niñez complicada desde la desaparisión de su madre, y nada solucionaria el reencuentro con esta para 10 años mas tarde. Posee una personalidad, que en ocaciones, se vuelve dificil de tratar. No obstante, no será aquella persona con la que no puedas siquiera dirigir la palabra, suele ser cordial... Siempre y cuando como le haya caído la luna esa noche.
Por lo general, sus relaciones llevan un beneficio de por medio, de cuaquier tipo pueda hablarce, aunque son mayores las relaciones que le benefician solamente a si misma. Si, ambisiosa y amante de la riqueza, los lujos y en ocaciones de hasta lo extravagante... Aunque jamás descartaría una relacion que pudiera beneficiarle tanto a ella como a su benefactor. por lo general estas relaciones suelen ser, pasionales o lujuriosas. Aún no ha llegado el amor a tocar a su puerta, y si lo ha hecho, tal vez ese día no deseaba de abrir la puerta.
En cuanto a su caracter diario, podría considerarce la amada perfecta para un mafioso, por su llamativa forma de ser, educación, lealtad, confidencialidad, sensualidad; que va desde sus palabras hasta cada detalle de sus movimientos. Sin olvidar lo ya dicho, su ambición. Eficaz para los negocios, nunca te dejara su dinero dos veces en el mismo lugar para que lo encuentres, y mucho menos sabrás donde podría estar guardándocelo.
No puede considerarce buena ni piadosa, mas bien tiende a la maldad y el egocentrismo, y hasta en ciertas cuestiones a lo sanguinario. Terca en sus objetivos, no le importará asesinar a sangre fría si alguien obstaculiza su camino a la gloria. En su dieta, le apetece bastante la sangre de otros vampiros, y mucho mejor si es de mas antiguos que ella. Ganandocé asi el apodo de Viuda Negra, ya que la mayoria de sus presas han sido sus amantes pasajeros.
Controversial, libre y salvaje, ambigua pero tentadoramente irresistible en ocaciones... Guarda en su profunda grieta un corazón lleno de todo aquello que siente le da debilidad, esperando por aquella persona que con sutilezas, la obligue a entregarle lo que por siglos ha sido custodiado recelosamente.
Por lo general, sus relaciones llevan un beneficio de por medio, de cuaquier tipo pueda hablarce, aunque son mayores las relaciones que le benefician solamente a si misma. Si, ambisiosa y amante de la riqueza, los lujos y en ocaciones de hasta lo extravagante... Aunque jamás descartaría una relacion que pudiera beneficiarle tanto a ella como a su benefactor. por lo general estas relaciones suelen ser, pasionales o lujuriosas. Aún no ha llegado el amor a tocar a su puerta, y si lo ha hecho, tal vez ese día no deseaba de abrir la puerta.
En cuanto a su caracter diario, podría considerarce la amada perfecta para un mafioso, por su llamativa forma de ser, educación, lealtad, confidencialidad, sensualidad; que va desde sus palabras hasta cada detalle de sus movimientos. Sin olvidar lo ya dicho, su ambición. Eficaz para los negocios, nunca te dejara su dinero dos veces en el mismo lugar para que lo encuentres, y mucho menos sabrás donde podría estar guardándocelo.
No puede considerarce buena ni piadosa, mas bien tiende a la maldad y el egocentrismo, y hasta en ciertas cuestiones a lo sanguinario. Terca en sus objetivos, no le importará asesinar a sangre fría si alguien obstaculiza su camino a la gloria. En su dieta, le apetece bastante la sangre de otros vampiros, y mucho mejor si es de mas antiguos que ella. Ganandocé asi el apodo de Viuda Negra, ya que la mayoria de sus presas han sido sus amantes pasajeros.
Controversial, libre y salvaje, ambigua pero tentadoramente irresistible en ocaciones... Guarda en su profunda grieta un corazón lleno de todo aquello que siente le da debilidad, esperando por aquella persona que con sutilezas, la obligue a entregarle lo que por siglos ha sido custodiado recelosamente.
-Historia:
Nací por el siglo IX ya no lo recuerdo exáctamente, en Orleans, una pequeña localidad situada en lo que ahora es conocida como Francia. Mi madre era de origen húngaro, y no hará falta que aclare que no hablaba muy bien francés. Mi padre era originario de Galia (como era reconocida Francia antes de la edad Media), París si queremos ser más exactos. El entorno de mi familia viví mucha violencia durante mis primeros años de vida, típico de una época violenta en una sociedad poco civilizada. Como lo era por aquellos tiempos antes de la Revolución francesa. Dentro de aquel circuló crecí y me desarrollé dentro de los parámetros normales de la época, con los mismos niños de siempre, mis padres tenían una importante finca un poco alejada al resto de la sociedad de Orleans, aprendí entonces amar a los animales mas que a las personas en sí mismas, ellos me demostraban el amor y los sentimientos que muchas veces carecí en la gélida relación de pareja que llevaban mis padres.
Como era normal para la época, mi madre se encargaba de mí y de atender a mi padre, pero además ayudaba en los cultivos de la finca, pero su trabajo y esfuerzo jamás fue reconocido por mi padre, quien era parte del feudalismo de la época, con esa excusa pasaba gran parte del año en la ciudad principal de Francia, París. Mi nombre por aquella epoca era Katherine Nicole D' Betancorut... Cosa que al pasar el tiempo cambiaría.
Al cumplir mis ocho años de edad, recuerdo que mi madre había desaparecido para el anochecer, aquella tarde me la había pasado jugando con un par de niñas, primas de un amigo de la infancia Damian. Recuerdo muy bien que armábamos tortillas de barro. Cuando volví al atardecer, mi nodriza me sirvió la merienda, se veía bastante molesta. Ella y mi madre, Eloisa, solían discutir mucho y a pesar de mi poco entendimiento para la edad, resultaba ser por el "afecto" de mi padre, y aun que en aquel momento no lo entendía ahora lo comprendo a la perfección. Pasaron las horas, y la nodriza me obligó a bañarme, yo no gustaba de bañarme con ella puesto que prefería hacerlo con mi madre. Pero, ya eran las 7 de la tarde y pronto sería la hora de recostarme. Elodia, como se llamaba la mujer, rabiaba por que había manchado uno de mis mejores vestido con barro y mosto de las cepas de uva, repetía una y otra vez que para cuando mi madre volviera estaría muy enojada... Pero mi madre no volvió, ni esa noche, ni a la mañana siguiente. Por ese tiempo pensaba que la culpa de que ella se hubiera ido era mía, por distintas versiones. Y mientras yo me entristecía por la inesperada ausencia de mi madre, Elodia parecía estar mas eufórica cada día, esperando a la llegada de mi padre. Suponía que como yo, ella lo apreciaba como a un padre, pero poco tiempo tardaría en averiguar que no era como yo lo imaginaba.
Como era habitual mi padre vuelve para comienzos de la primavera, y cual fue su sorpresa al enterarse que mi madre había desaparecido. Noticia la cual se encargo de darle Elodia, con esa felicidad que a mi me desgarraba el alma. Recuerdo aquella escena como si apenas hubiera sido ayer.
El carruaje se acercaba a nuestro chalet, a paso moderado. Los caballos que tiraban del carruaje se notaban agotados por el viaje y como siempre había sido la costumbre serían bien recibidos en el establo de mi familia, pero por sobre todos los demás, siempre eran bien recibidos por mí, aunque esta vez no sería así de especia. Era una tarde de comienzo de primavera como cualquier otra, con el cielo despejado sobre las cabezas de los pobladores, y los nuevos brotes de color verde esperanza que resurgían del suelo, de los árboles... Y por doquier.
- SOHO - Musitó el cochero al llegar a nuestro hall de entrada, donde nos encontrábamos Elodia y yo, ella me tenía tomada de la mano, y yo solo le miraba el rostro de alegría, mientras que yo no había parado de llorar durante hacía ya varios dias. El chofer nos miró y notó la ausencia de una de las integrantes, por su rostro se imaginaba lo peor, tal cual como yo también lo imaginaba para aquellas alturas.
Pero, sin decir una sola palabra, ni siquiera saludar de la forma la cual había sido habitual en otras ocasiones. Se bajó del carruaje, y le abrió la puerta del coche a mi padre. Quien con una gran sonrisa descendió de este, esperando el abrazo de bienvenida por parte de mi madre, Eloisa. Pero, esta vez no fueron sus brazos los cuales se abrieron de par en par para recibirlo. Ni el sonido de la calida voz de quien había compartido casi toda su vida.
- ¡Didier!, ¡cuanto gusto me da verte! - le dijo la nodriza mientras lo estrechaba en un abrazo. Sin embargo, yo me quedé paralizada por aquella escena. Mi padre la apartó al poco tiempo y mirando por sobre el hombro de Elodia, me vio a mi... Sollozando en silencio, con dos caminos húmedos que descendían por mis ojos. La dejó de lado, para acercarse a mí, con el paso perdido. Me puso las manos en los hombros y sentía que no podría sostener mas mi llanto.
- Nicole, ¿En dónde está tú madre?. - Aquella fué la gota que reventó mi frasco, largué el llanto sin ton ni son... No podía responder aquella pregunta siendo indiferente a mis propios sentimientos. Hacía ya un mes y medio que mi madre había desaparecido sin dejar un rastro. Mi padre comprendió todo en aquel momento, y como las pocas veces que lo había hecho me alzó entre sus brazos y se volvió a Elodia. - Como te has atrevido - Aquella voz, fue la mas despectiva que nunca antes había escuchado de la boca de mi padre. - Ya hablaré contigo. - Y luego de eso solo escuché el sonido seco, le había propinado un bofetón. Y yo lo había disfrutado, había disfrutado de aquel maltrato, en solo un instante el peso de tener que soportar su eufórico rostro por un mes y medio, se había desvanecido y mi llanto se había detenido. Mi padre giró y acurrucándome en su hombro me llevaba hacia adentro, en cuanto pude mirar el rostro de mi nodriza le dediqué mi primer y perfecta sonrisa de satisfacción y malicia...
Mi padre pasó todo el verano junto a mí, varios días los disfruté con él. Me enseñó a cabalgar, cosas que otras niñas de mi edad no aprenderían hasta varios siglos después. Así también me leía todas las noches, hasta que una de las tantas tardes me encontró en su biblioteca intentando leer. Fue entonces que me enseñó a leer, prioridades que en aquel tiempo yo sin saberlo, ninguna otra mujer podía disfrutar. Todo ello hacía que Elodia ardiera en ascuas, y entre mas lo expresaba, más me apegaba a mi padre. Aprendí a quererle como era. Me había demostrado todo el afecto que había carecido de su parte por años, incluso había pedido dos años en el parlamento para pasarlos conmigo, y así lo hizo. Sin embargo en el otoño de 1453 fecha a la cual si puedo recordar perfectamente, retoma su cargo en el parlamento obligado por parte de la Nobleza de Francia. Así partió nuevamente él hacia, París. Y quedaba yo sola con Elodia nuevamente, no obstante yo ya contaba con un par de años mas, y podía ser bien llamada una pequeña hija de Satanás, que la palabra no me ofendería.
Durante gran parte del otoño me encargaba nada más de hacerle achuras a mi nodriza, quien jamás podría ponerme un solo dedo encima, ya que mi padre había dejado seguridad en el Chalett, temiendo por mi seguridad. No solo por la presencia de Elodia en el hogar, con quien en esos dos años se habían vuelto bastante íntimos, aunque disimulados. Pero, no había forma de mentir ante mis ojos. Aquello era, además de lo sucedido hacia dos años, lo que me impulsaba a realizar maldades.
Recuerdo borrosamente, haber ordeñado las vacas y darle la leche a mis vecinos, muy temprano por la madrugada, para cuando amaneciera Elodia, se encontrase con una vaca seca. También recordaba hacer cosas mal a propósito, como beber el jugo, el cual dejaba derramar sobre mi ropa, haber roto todos los huevos frescos. Y matado algún que otro pollo inocente por las noches, para desparramar la sangre por el piso hasta llegar a la puerta del cuarto donde ella dormía dejando un charco para que pasara por debajo de su puerta, recuerdo también haber dejado la cabeza del pollo y las patas que se las cercenaba en los delantales que utilizaba para cocinar. A las mañanas siguientes, disfrutaba de su coro de gritos desde primera hora de la mañana.
Una de las tantas noches, bajaba de mi cuarto porque tenía sed, y sentía la enorme necesidad de bajar me obligaba a bajar por alguna razón. Pero, aprovecharía para tomar jugo, leche, o agua. Cualquier cosa hubiese estado bien para saciar mi sed, la que por aquel tiempo si podía saciar. Nada más bajaba las escaleras, cuando centré mi mirada en el resplandor en el piso, la puerta de entrada estaba abierta y el frío se abría paso por la casa, haciendo que la suave ventisca jugara con mi camisón y me hiciera dar escalofríos. Fue cuando me acerqué lo suficiente que ví una figura femenina a mis contados 15 pasos. El reflejo de la luna irradiaba en su cabello negro, su piel era hermosa y tersa como lo había sido siempre, pero tenía ese algo especial que no sabía explicar, pero que no faltarían muchos años para que lo entendiera.
Me quedé boquiabierta admirando la figura de la que creía mi difunta madre, ella se sonrió y por las condiciones del momento pensé era de tratarse de un sueño o en su defecto de una pesadilla. Avanzó hasta el hall, y se detuvo allí, dónde la luz de la luna ya no la cubría directamente. Mi habla se había vuelto nula, solamente la miraba con mis ojos abiertos como los de un pez, mientras sostenía mi mano en la puerta, o la puerta a mí. Recuerdo su voz, como si fuera la de un ángel, aunque lejos estaba de serlo.
- Hola Nicole, he vuelto. ¿Me invitarás a tomar el té? - Me sonrió con la misma dulzura, su rostro era el mismo. Pero, algo encontraba en ella. - ¿Me invitarás, Nicole? - Me le quedaba mirando y sólo atiné a corredme un poco de la puerta, pero mi madre había borrado su sonrisa y parecía entristecer. - No Nicole, necesito que me invites. Necesito que lo digas bebe. - Aún así ella continuaba con su sereno tono de voz, como siempre lo había hecho. Entonces, me decidí por hablar, ya si era un sueño quería disfrutarlo y al menos tenerlo para recordarlo por la mañana.
- Ven mama, vamos a tomar el té. Pasa. - Y ante mi última palabra mi madre pasó por el portal de la puerta y me ayudó a cerrarla. - ¿Porqué tardaste tanto? - y ante mi sorpresa podía ver también la suya en el rostro. Y al parecer entendió lo que pasaba, claro que lo entendía ella era superior.
- Nicole, no soy un sueño, ni parte de tu imaginación, estoy aquí y soy de verdad. Estoy... viva. - La pasión que había invertido en aquellas palabras hasta llegar al desánimo al final, me habían confundido sin embargo me asombré, y volviendo mis ojos al estado anterior fui hacia mi habitación sabiendo que ella me seguiría y así fue.
Me acosté en la cama, y la veía en el umbral de mi puerta, hasta que decidió entrar, sus pies parecían no hacer ruido. Me arropó con las colchas, volvía después de dos años y medio, y me arropó como si lo hubiese hecho durante esos años.
- Mama... - Mi susurro era el delatante de mi cansancio - ¿Mañana estarás aquí?. ¿Verdad?. - y ante las palabras, acumulaba todas mis esperazas, que al ver la sonrisa que dedicaba. No me quedaron dudas que no volvería a desaparecer.
- Por supuesto que sí. Hazme lugar, dormiré contigo esta noche. - Me corrí y al sentirla a mi lado, caía irremediablemente en un pesado sueño, pero no sin antes haberle dicho algo que realmente removía mi ansiedad.
- Sé de alguien que tendrá mucho gusto de verte aquí por la mañana. - recuerdo el placer que me producía saber que la vuelta de mi madre haría que a Elodia se le revolvieran las tripas. Disfrutaba de mi maldad, pero nunca hubiera sabido en aquel tiempo que me acompañaría por toda la eternidad.
El amanecer fue muy grato, como lo había supuesto. Elodia se levantaba para empezar mi día con un zamarreo, pero esta vez se había encontrado con la figura de mi madre sobre la cama con quien me encontraba hablando desde que había salido el sol. El rostro de mi nodriza llego al piso... al piso del sótano. En aquel momento volví a dedicarle mi sonrisa de satisfacción y malicia a Elodia, la segunda vez mientras estaba legalmente viva. La charla la cual compartieron, no logro recordarla y eso debió ser un favor de mi madre. Pero, en realidad lo emocionante fue el re-encuentro de mis padres. El cuál yo disfruté, aunque mis padres al parecer no tanto. La cara de sorpresa de mi padre, parecía mas bien de susto, como si hubiera estado mirando a un muerto pero así bien el sabía que podía ser.
Para las fechas, corría mucho la voz sobre criaturas nocturnas que se apoderaban de la gente y bebían de su sangre hasta verlos muertos, o que los transformaban en no-muertos para que se unieran a sus fines "maléficos". La realidad fue que, la vida por aquellos días fue bastante normal, pronto la tranquilidad de mi padre volvía, dado que mi padre podía ver como disfrutaba con ella el hacer pasteles y esas cosas de mujeres, pero nunca se expuso a la luz del sol directamente.
Diez años después, para cuando yo ya contaba con mis juveniles 20 años. Para aquel entonces, yo ya estaba enterada que mi madre era un vampiro, me lo había explicado a los 18 años que decidió irse de casa dado que no envejecía ni un día después de su extraña desaparición. Sin embargo, siempre rondaba la casa. Y mi padre, a pesar de mi pronunciado silencio sospechaba nuevamente de que ella fuera lo que realmente es o quizás era...
La noche en que me di por enterada del embarazo de mi nodriza, me encargué de colocar adormecedor en la comida de mi padre, aquella sería una noche muy larga, mi madre volvería a mi casa y finalmente disfrutaría de algo que... Si hubiera sido lo que ahora soy, no hubiese dudado ni un segundo por hacerlo. Luego de la cena, mi padre cayó agotado en la cama, la cual ya compartía con mi nodriza. La sorpresa que se llevaría para cuando pasadas las doce mi madre habría las celosías de su habitación para llevársela arrastrando de los pelos y amordazada con su propia ropa interior hacia el sótano.
La largó contra el piso, y allí estaba yo, con una antorcha. El primer y único golpe de mi madre fue directo al vientre de la mujer, que soltó un alarido de real dolor, yo lo disfrutaba por dentro pensaba; "ahí tienes a cambio por el mismo dolor que yo sentía al verte feliz ante mi dolor". Lo segundo que hizo, fue cortarle la muñeca y escribir con ella en la pared una mensaje para mi padre; "Lamento no haber podido seguir con esta farsa". Que en realidad no era más que las palabras de ella...
Pero, lo último que haría, me dejaría marcada por el resto de mi existencia, haciendo un sutil tajo en su pecho dibujó una cruz invertida, para luego tomar la mano de Elodia, y forzándola con su fuerza hizo que se apuñalara a la altura del estomago, sonriente, pero aún no satisfecha por todo ello y ante los ojos casi desorbitados de ya casi la difunta nodriza, finalizó por enterrarle los colmillos en la yugular. Cosa que le dejaría en claro a mi padre quien había sido el consecuente de aquel "suicidio".
Dejando la antorcha en el sótano prendida al sostenedor de la pared, no hice mas que retomar a mi cuarto, después de haber disfrutado de la alegría y el placer que me había atraído el ver sufrir aquella mujer, que poco y nada significaba, desde hacía tiempo, para mí. A la mañana, el grito de horror de mi padre taladró mis oídos, haciéndome un perfecto despertar, pero prolongué mi sueño un poco hasta que mi padre interrumpió a mi habitación para llenarla de ajo. Lo cual me causaba gracia, pero la disimulaba tras un rostro de falsa sorpresa.
- ¡Padre!, ¡que te sucede! - Le indagué con una voz actuada a la perfección.
- ¡Han asesinado a Elodia! - Recuerdo sus ojos de horror. - Y ha sido un vampiro, Nicole. - escondí mis labios bajo la sabana, para que no notase mi sonrisa.
- En buena hora - susurraba para mí misma.
- ¿Que has dicho? - Mi padre se giró sobre sus talones.
- Pienso, en que buena idea es la del ajo, ¡comentan que los ahuyenta! - le contestaba con una afirmación exagerada, pues intentaba sostener el charco de risas que quería escapar.
- ¡OH!, sí. No dejará que se acerquen a tí. - Mientras me plantaba un suave beso en mi frente.
La relación con mi padre, había mejorado mucho, pero no recuerdo desde cuando había empezado a despreciarlo. A veces, solo a veces. Suelo sentir lastima por el, y culpable de los actos que seguirían después.
Por mas de tres años, después de lo ocurrido en el sótano, no había vuelto a encontrar a mi madre, ni ella había vuelto a darme una visita. Suponía que era para no levantar sospechas de mi padre hacia a mí. Pero, ahora mi padre ya no estaba, como siempre lo había hecho. En otoño había partido, como siempre, pero esta vez me encontraría sola en el Chalet, cosa que no me espantaba sabiendo que mi madre estaba allí fuera, idea que a cualquier persona normal le parecería espantosa. A mí me encantaba...
Ella no se hizo esperar demasiado, a la segunda semana por la mañana, cuando me levanté se encontraba en la cocina como si tal cosa fuera normal. Había preparado un desayuno, uno que sería el último y por alguna razón lo sospechaba. No obstante, aquel último fue perfecto, los sabores, las sensaciones de la comida en mi boca, o quizás era mi idea. Con ello me regaló un anillo de oro, que llevaba la misma incrustación de piedra que su collar. Aquello me había dejado tomo mucho mas que claro.
Mi madre esperó a esa noche, después que yo había ingerido mi última comida del día, daban las doce y me disponía a tomar un té de hierbas. Cuando me levanté y mi madre me tomó de la muñeca sin previo aviso. Sabía ya entonces de qué se trataba.
- Es una hermosa noche de luna llena, vamos afuera. - Me dijo con su siempre pasiva voz, la cual jamás había reprochado y esta no era la excepción. Ni lenta, ni perezosa salí junto a ella bajo el resplandor de la luna, era hermosa dorada y enorme. Eloisa, apartó mi larga cabellera, casi tan rubia como la de ella si no fuera por sus destellos platinados. Para luego sonreírme, y ante mi imparcialidad entre los gestos simplemente se acercó a mi cuello. Sabía que aquello sería doloroso, y mirando todo aquello que me había visto crecer, dije adiós al mundo tal cual como lo conocía hasta ese momento. Mantuve mi mirada firme en la luna, cuando mi madre insertaba sus colmillos en mi cuello y bebía mi sangre, hasta el punto que sentí desfallecer cayendo sobre mi propio peso. Aún conciente, pero aturdida mi madre me ofrecía a que bebiera lo que yo reconocía en aquel momento, un liquido rojo que emanaba de su muñeca, pero que no alcanzaba a reconocer por completo, lo hice sin chistar. Aquella noche dormí hasta el medio día, al despertar me sentía como un pirata ebrio después de beber medio barril de Ron. Mi madre se encontraba sentada en el comedor, esperando con ansia. Sentía una sed tan fuerte, como la noche que ella había vuelto, pero para ser exactos, estábamos por sobre la misma fecha.
- Debes tener sed. - Me dijo mi madre desde el comedor, a lo que asentí afirmativamente, cuando le ví morderse la muñeca, la miré algo extrañada. - Es esto lo que necesitarás de esta noche en adelante. - Confiaba en sus palabras, y el aroma de la sangre me atraía. Así que sin pensarlo mas, me prendí de su muñeca para beber su sangre, hasta que me apartó de su muñeca estaba bebiendo mas de lo correspondido. - Veo que eres apetitosa, eso te será muy positivo. - Y por primera vez creía oír un sutil tono de malicia en su voz.
- Siempre he sido muy sedienta. - Contestaba con satisfacción a mi madre.
El día pasó ligero, entre mis desmayos y siestas. Nuevamente era de noche, y salíamos afuera, aunque esa noche estaba algo nublada. Nuevamente me convidaba de su sangre, que poco calmaba mi sed, pero era mejor que nada.
- Llegó el momento. - Me dijo, aún no eran las doce, apenas pisaban las 9 si acaso era posible. - Ven, acurrúcate en mis brazos como cuando eras bebe. - Para entonces, sentía mis nervios disparados y la propuesta me pareció bastante absurda.
- No pienso hacerlo. - Le contesté sin mas preámbulos, recuerdo el primer gesto de sorpresa en su rostro, seguido por una sonrisa de complicidad, doblegó mi voluntad con su poder. Y me hizo hacer lo que me pedía.
- Lamento por lo que voy hacerte. - Me dijo mientras me tenía acunada entre sus brazos. Supuse que era por lo que me estaba transformando, me quedé atónita admirando su belleza, su juventud. Habían pasado años desde que había desaparecido, y estaba igual a como la recordaba. Pero, aquella emoción duró poco, ya que con su mano tapó mi fosa nasal y mi boca, evitando cualquier forma de que lograse respirar. Luché por liberarme pero era en vano, su fuerza era superior a la mía, anormalmente superior. La desesperación por respirar era insoportable, me sentía enloquecer. Mientras las imágenes se volvían borrosas, y los sonidos cada vez estaban más lejanos. Los caballos relinchaban inquietos, algún que otro lobo aullaba a la luna... Y los ojos celestes de mi madre fueron lo último que perdí de foco hasta que todo quedó en un negro total.
Como si hubiera sido una siesta, me desperté dando un desesperado respiro. Miré a mis lados y me encontraba en el sótano, el olor a sangre vieja y putrefacta ardía en mi nariz, aun que el cuerpo de Elodia hacía tiempo que no estaba allí. Apoyándome sobre mis codos admiré el resto de la habitación y reposando contra la pared, se encontraba mi madre, la notaba feliz.
- Buenas tardes, bella durmiente. - Me dijo sonriente, al ver a su lado podía ver dos hombres atados y amordazados junto a la caldera que se encontraba apagada por primera vez. - Te he traído tu merienda. Pero, no te creas que te he traído cualquier merienda. - Su tono era claramente maléfico y divertido a la vez. Me sonreí.
- ¿Acaso son extranjeros? - Mientras dibujaba una sonrisa sarcástica en mis labios, descubría nuevos gestos y contestaciones desde la otra noche. - Me apetece la comida extranjera. - Admiré los muchachos que se encontraban atados mientras mi madre se fijaba en mi interés.
- Mucho mas que eso, Nicole. Estos también son vampiros. Más fuertes que tú. Pero, como un favor de mi parte, te los he venido a regalar. Te harán poderosa con mas facilidad, y te daré una mano con eso. - Se sonrió y jaló a uno por los cabellos de la nuca hasta acercármelo. Osaba resistirse pero mi madre lo sostenía con firmeza. - Anda, en confianza que estamos en familia. - musitó y no fue necesario más. Daba mi primer bocado hacia la eternidad y sabía a gloria, mucho mejor que la gloria.
Fue así entonces que comencé en este, mi circulo vicioso. Los años pasaron, y luego que el cachorro aprende a cazar por sí solo, debe despegarse de su progenitor. Mi madre me enseñó casi todo lo que se hasta hoy, ella había sido bien orientada. Dado que fue transformada a los allegados de los primeros, los inicios de nuestra raza. Es un halago para mi poder decir que mas de una vez he bebido sangre de vampiros superiores en años de mí... Cayeron en mi engaño y en allí padecerían. Soy una vampiro, que suele dedicarse a cazar a otros de su especie. Y varios ya me conocen como la viuda negra, muchos de mis amantes padecieron en mis brazos... Y quizás quien dice hayan muchos más.
Por otro lado, durante mis largos casi mil años, me he dedicado a viajar, conocer... Y como ya han de suponer asesinar. Europa, Egipto, Singapur en su fiebre del pirata. Pero, mi historia no quedaba allí ahora que bien recuerdo y retomando pié sobre ella...
Para cuando mi padre volviese, quería encontrarme fuera de su vista, el desprecio que le tenía se había incrementado después de mi transformación. Fue entonces, para aquella tarde de comienzos de primavera que nada más lo recibió una nota en la puerta que decía a mi puño y letra las siguientes palabras.
Varios años después, llega a mi la noticia que mi padre había sido asesinado por un vampiro, uno de mi raza. Yo había dejado ir el placer de tomar su sangre, por respeto a la familia. Y alguien más me había ganado el puesto. Pero, no pasó mucho tiempo hasta que dí con él y le di final a la cuestión, tomando la venganza que me merecía... Pero, a último momento había confesado que estaba bajo órdenes de un superior. No sospechaba de nadie ni tenía pistas las cuales seguir, simplemente las huellas se habían borrado en la arena y con aquel bocadillo tenía que conformarme. Que estuvo bien hasta hace algunos años, que reencontré a mi madre, igual de joven y hermosa como lo había sido siempre. El mundo es incluso pequeño para dos vampiros, la sorpresa del año me llevé cuando me confesó que había sido ella la voz superior que había mandado al vampiro asesinar a mi padre. Su rabia era que el sangre fría que yo me había almorzado y luego eliminado, era uno de sus tantos amantes... Su rencor llevó a una pelea que por golpes de la suerte, pude ganar yo...
Sin padre, ni madre que continúen torturando mi presente, solo persiguiéndome en mi pasado en alguna que otra noche de recuerdos y remordimiento, me he sentido liberal para todo aquello que me satisface, sin importarme nadie mas, seguí el camino por el cual había sido dirigida. Bebiendomé la sangre de mis iguales como dieta principal y plato favorito. La ambisión toco a mi puerta cuando comencé a tomar poseción de lo que me pertenecía por parte de mi padre y madre. Mi madre, Eloisa Rutt Bathory, de una importante familia húngara me había ocultado a mi y a mi padre sus orígenes, y mi padre Didier D' Betancourt Noble en la epoca Feudal y gran inversionista en fincas, de lo cual también me aproveche... ¿No hace falta dar mas explicaciones verdad?
Poseí de alguna forma la personalidad de mi madre, al cambiarme mi propio nombre, y pasar de ser Katherine Nicole Bathory, a Katherine Ruth Bathory. Años despues descubri una descendencia lejana de mi madre, la estirpe de los Bathory. Los deteste como tales, cualquier relacion que tuviese que ver con mi madre era abobinable, y por el poder que me era concebido para los años 1500, torturé a Erzebet, o mas bien conocida mi prima muy lejana Elizabeth Bathory, a quien condenaron por mi culpa. Había sido yo quien manipulaba su mente... Lástima.
En esta nueva era, y la mas gozoza para mi, disfruto de mi eternidad, aunque la soledad llamó a mi puerta cuando asesiné a mi ultimo amante. Me es dificil tener una pareja estable a menos que llene mis expectativas, sin embargo comienzo a debilitarme y deberé encontrar alguien mas pronto antes que sea demaciado tarde...
Como era normal para la época, mi madre se encargaba de mí y de atender a mi padre, pero además ayudaba en los cultivos de la finca, pero su trabajo y esfuerzo jamás fue reconocido por mi padre, quien era parte del feudalismo de la época, con esa excusa pasaba gran parte del año en la ciudad principal de Francia, París. Mi nombre por aquella epoca era Katherine Nicole D' Betancorut... Cosa que al pasar el tiempo cambiaría.
Al cumplir mis ocho años de edad, recuerdo que mi madre había desaparecido para el anochecer, aquella tarde me la había pasado jugando con un par de niñas, primas de un amigo de la infancia Damian. Recuerdo muy bien que armábamos tortillas de barro. Cuando volví al atardecer, mi nodriza me sirvió la merienda, se veía bastante molesta. Ella y mi madre, Eloisa, solían discutir mucho y a pesar de mi poco entendimiento para la edad, resultaba ser por el "afecto" de mi padre, y aun que en aquel momento no lo entendía ahora lo comprendo a la perfección. Pasaron las horas, y la nodriza me obligó a bañarme, yo no gustaba de bañarme con ella puesto que prefería hacerlo con mi madre. Pero, ya eran las 7 de la tarde y pronto sería la hora de recostarme. Elodia, como se llamaba la mujer, rabiaba por que había manchado uno de mis mejores vestido con barro y mosto de las cepas de uva, repetía una y otra vez que para cuando mi madre volviera estaría muy enojada... Pero mi madre no volvió, ni esa noche, ni a la mañana siguiente. Por ese tiempo pensaba que la culpa de que ella se hubiera ido era mía, por distintas versiones. Y mientras yo me entristecía por la inesperada ausencia de mi madre, Elodia parecía estar mas eufórica cada día, esperando a la llegada de mi padre. Suponía que como yo, ella lo apreciaba como a un padre, pero poco tiempo tardaría en averiguar que no era como yo lo imaginaba.
Como era habitual mi padre vuelve para comienzos de la primavera, y cual fue su sorpresa al enterarse que mi madre había desaparecido. Noticia la cual se encargo de darle Elodia, con esa felicidad que a mi me desgarraba el alma. Recuerdo aquella escena como si apenas hubiera sido ayer.
El carruaje se acercaba a nuestro chalet, a paso moderado. Los caballos que tiraban del carruaje se notaban agotados por el viaje y como siempre había sido la costumbre serían bien recibidos en el establo de mi familia, pero por sobre todos los demás, siempre eran bien recibidos por mí, aunque esta vez no sería así de especia. Era una tarde de comienzo de primavera como cualquier otra, con el cielo despejado sobre las cabezas de los pobladores, y los nuevos brotes de color verde esperanza que resurgían del suelo, de los árboles... Y por doquier.
- SOHO - Musitó el cochero al llegar a nuestro hall de entrada, donde nos encontrábamos Elodia y yo, ella me tenía tomada de la mano, y yo solo le miraba el rostro de alegría, mientras que yo no había parado de llorar durante hacía ya varios dias. El chofer nos miró y notó la ausencia de una de las integrantes, por su rostro se imaginaba lo peor, tal cual como yo también lo imaginaba para aquellas alturas.
Pero, sin decir una sola palabra, ni siquiera saludar de la forma la cual había sido habitual en otras ocasiones. Se bajó del carruaje, y le abrió la puerta del coche a mi padre. Quien con una gran sonrisa descendió de este, esperando el abrazo de bienvenida por parte de mi madre, Eloisa. Pero, esta vez no fueron sus brazos los cuales se abrieron de par en par para recibirlo. Ni el sonido de la calida voz de quien había compartido casi toda su vida.
- ¡Didier!, ¡cuanto gusto me da verte! - le dijo la nodriza mientras lo estrechaba en un abrazo. Sin embargo, yo me quedé paralizada por aquella escena. Mi padre la apartó al poco tiempo y mirando por sobre el hombro de Elodia, me vio a mi... Sollozando en silencio, con dos caminos húmedos que descendían por mis ojos. La dejó de lado, para acercarse a mí, con el paso perdido. Me puso las manos en los hombros y sentía que no podría sostener mas mi llanto.
- Nicole, ¿En dónde está tú madre?. - Aquella fué la gota que reventó mi frasco, largué el llanto sin ton ni son... No podía responder aquella pregunta siendo indiferente a mis propios sentimientos. Hacía ya un mes y medio que mi madre había desaparecido sin dejar un rastro. Mi padre comprendió todo en aquel momento, y como las pocas veces que lo había hecho me alzó entre sus brazos y se volvió a Elodia. - Como te has atrevido - Aquella voz, fue la mas despectiva que nunca antes había escuchado de la boca de mi padre. - Ya hablaré contigo. - Y luego de eso solo escuché el sonido seco, le había propinado un bofetón. Y yo lo había disfrutado, había disfrutado de aquel maltrato, en solo un instante el peso de tener que soportar su eufórico rostro por un mes y medio, se había desvanecido y mi llanto se había detenido. Mi padre giró y acurrucándome en su hombro me llevaba hacia adentro, en cuanto pude mirar el rostro de mi nodriza le dediqué mi primer y perfecta sonrisa de satisfacción y malicia...
Mi padre pasó todo el verano junto a mí, varios días los disfruté con él. Me enseñó a cabalgar, cosas que otras niñas de mi edad no aprenderían hasta varios siglos después. Así también me leía todas las noches, hasta que una de las tantas tardes me encontró en su biblioteca intentando leer. Fue entonces que me enseñó a leer, prioridades que en aquel tiempo yo sin saberlo, ninguna otra mujer podía disfrutar. Todo ello hacía que Elodia ardiera en ascuas, y entre mas lo expresaba, más me apegaba a mi padre. Aprendí a quererle como era. Me había demostrado todo el afecto que había carecido de su parte por años, incluso había pedido dos años en el parlamento para pasarlos conmigo, y así lo hizo. Sin embargo en el otoño de 1453 fecha a la cual si puedo recordar perfectamente, retoma su cargo en el parlamento obligado por parte de la Nobleza de Francia. Así partió nuevamente él hacia, París. Y quedaba yo sola con Elodia nuevamente, no obstante yo ya contaba con un par de años mas, y podía ser bien llamada una pequeña hija de Satanás, que la palabra no me ofendería.
Durante gran parte del otoño me encargaba nada más de hacerle achuras a mi nodriza, quien jamás podría ponerme un solo dedo encima, ya que mi padre había dejado seguridad en el Chalett, temiendo por mi seguridad. No solo por la presencia de Elodia en el hogar, con quien en esos dos años se habían vuelto bastante íntimos, aunque disimulados. Pero, no había forma de mentir ante mis ojos. Aquello era, además de lo sucedido hacia dos años, lo que me impulsaba a realizar maldades.
Recuerdo borrosamente, haber ordeñado las vacas y darle la leche a mis vecinos, muy temprano por la madrugada, para cuando amaneciera Elodia, se encontrase con una vaca seca. También recordaba hacer cosas mal a propósito, como beber el jugo, el cual dejaba derramar sobre mi ropa, haber roto todos los huevos frescos. Y matado algún que otro pollo inocente por las noches, para desparramar la sangre por el piso hasta llegar a la puerta del cuarto donde ella dormía dejando un charco para que pasara por debajo de su puerta, recuerdo también haber dejado la cabeza del pollo y las patas que se las cercenaba en los delantales que utilizaba para cocinar. A las mañanas siguientes, disfrutaba de su coro de gritos desde primera hora de la mañana.
Una de las tantas noches, bajaba de mi cuarto porque tenía sed, y sentía la enorme necesidad de bajar me obligaba a bajar por alguna razón. Pero, aprovecharía para tomar jugo, leche, o agua. Cualquier cosa hubiese estado bien para saciar mi sed, la que por aquel tiempo si podía saciar. Nada más bajaba las escaleras, cuando centré mi mirada en el resplandor en el piso, la puerta de entrada estaba abierta y el frío se abría paso por la casa, haciendo que la suave ventisca jugara con mi camisón y me hiciera dar escalofríos. Fue cuando me acerqué lo suficiente que ví una figura femenina a mis contados 15 pasos. El reflejo de la luna irradiaba en su cabello negro, su piel era hermosa y tersa como lo había sido siempre, pero tenía ese algo especial que no sabía explicar, pero que no faltarían muchos años para que lo entendiera.
Me quedé boquiabierta admirando la figura de la que creía mi difunta madre, ella se sonrió y por las condiciones del momento pensé era de tratarse de un sueño o en su defecto de una pesadilla. Avanzó hasta el hall, y se detuvo allí, dónde la luz de la luna ya no la cubría directamente. Mi habla se había vuelto nula, solamente la miraba con mis ojos abiertos como los de un pez, mientras sostenía mi mano en la puerta, o la puerta a mí. Recuerdo su voz, como si fuera la de un ángel, aunque lejos estaba de serlo.
- Hola Nicole, he vuelto. ¿Me invitarás a tomar el té? - Me sonrió con la misma dulzura, su rostro era el mismo. Pero, algo encontraba en ella. - ¿Me invitarás, Nicole? - Me le quedaba mirando y sólo atiné a corredme un poco de la puerta, pero mi madre había borrado su sonrisa y parecía entristecer. - No Nicole, necesito que me invites. Necesito que lo digas bebe. - Aún así ella continuaba con su sereno tono de voz, como siempre lo había hecho. Entonces, me decidí por hablar, ya si era un sueño quería disfrutarlo y al menos tenerlo para recordarlo por la mañana.
- Ven mama, vamos a tomar el té. Pasa. - Y ante mi última palabra mi madre pasó por el portal de la puerta y me ayudó a cerrarla. - ¿Porqué tardaste tanto? - y ante mi sorpresa podía ver también la suya en el rostro. Y al parecer entendió lo que pasaba, claro que lo entendía ella era superior.
- Nicole, no soy un sueño, ni parte de tu imaginación, estoy aquí y soy de verdad. Estoy... viva. - La pasión que había invertido en aquellas palabras hasta llegar al desánimo al final, me habían confundido sin embargo me asombré, y volviendo mis ojos al estado anterior fui hacia mi habitación sabiendo que ella me seguiría y así fue.
Me acosté en la cama, y la veía en el umbral de mi puerta, hasta que decidió entrar, sus pies parecían no hacer ruido. Me arropó con las colchas, volvía después de dos años y medio, y me arropó como si lo hubiese hecho durante esos años.
- Mama... - Mi susurro era el delatante de mi cansancio - ¿Mañana estarás aquí?. ¿Verdad?. - y ante las palabras, acumulaba todas mis esperazas, que al ver la sonrisa que dedicaba. No me quedaron dudas que no volvería a desaparecer.
- Por supuesto que sí. Hazme lugar, dormiré contigo esta noche. - Me corrí y al sentirla a mi lado, caía irremediablemente en un pesado sueño, pero no sin antes haberle dicho algo que realmente removía mi ansiedad.
- Sé de alguien que tendrá mucho gusto de verte aquí por la mañana. - recuerdo el placer que me producía saber que la vuelta de mi madre haría que a Elodia se le revolvieran las tripas. Disfrutaba de mi maldad, pero nunca hubiera sabido en aquel tiempo que me acompañaría por toda la eternidad.
El amanecer fue muy grato, como lo había supuesto. Elodia se levantaba para empezar mi día con un zamarreo, pero esta vez se había encontrado con la figura de mi madre sobre la cama con quien me encontraba hablando desde que había salido el sol. El rostro de mi nodriza llego al piso... al piso del sótano. En aquel momento volví a dedicarle mi sonrisa de satisfacción y malicia a Elodia, la segunda vez mientras estaba legalmente viva. La charla la cual compartieron, no logro recordarla y eso debió ser un favor de mi madre. Pero, en realidad lo emocionante fue el re-encuentro de mis padres. El cuál yo disfruté, aunque mis padres al parecer no tanto. La cara de sorpresa de mi padre, parecía mas bien de susto, como si hubiera estado mirando a un muerto pero así bien el sabía que podía ser.
Para las fechas, corría mucho la voz sobre criaturas nocturnas que se apoderaban de la gente y bebían de su sangre hasta verlos muertos, o que los transformaban en no-muertos para que se unieran a sus fines "maléficos". La realidad fue que, la vida por aquellos días fue bastante normal, pronto la tranquilidad de mi padre volvía, dado que mi padre podía ver como disfrutaba con ella el hacer pasteles y esas cosas de mujeres, pero nunca se expuso a la luz del sol directamente.
Diez años después, para cuando yo ya contaba con mis juveniles 20 años. Para aquel entonces, yo ya estaba enterada que mi madre era un vampiro, me lo había explicado a los 18 años que decidió irse de casa dado que no envejecía ni un día después de su extraña desaparición. Sin embargo, siempre rondaba la casa. Y mi padre, a pesar de mi pronunciado silencio sospechaba nuevamente de que ella fuera lo que realmente es o quizás era...
La noche en que me di por enterada del embarazo de mi nodriza, me encargué de colocar adormecedor en la comida de mi padre, aquella sería una noche muy larga, mi madre volvería a mi casa y finalmente disfrutaría de algo que... Si hubiera sido lo que ahora soy, no hubiese dudado ni un segundo por hacerlo. Luego de la cena, mi padre cayó agotado en la cama, la cual ya compartía con mi nodriza. La sorpresa que se llevaría para cuando pasadas las doce mi madre habría las celosías de su habitación para llevársela arrastrando de los pelos y amordazada con su propia ropa interior hacia el sótano.
La largó contra el piso, y allí estaba yo, con una antorcha. El primer y único golpe de mi madre fue directo al vientre de la mujer, que soltó un alarido de real dolor, yo lo disfrutaba por dentro pensaba; "ahí tienes a cambio por el mismo dolor que yo sentía al verte feliz ante mi dolor". Lo segundo que hizo, fue cortarle la muñeca y escribir con ella en la pared una mensaje para mi padre; "Lamento no haber podido seguir con esta farsa". Que en realidad no era más que las palabras de ella...
Pero, lo último que haría, me dejaría marcada por el resto de mi existencia, haciendo un sutil tajo en su pecho dibujó una cruz invertida, para luego tomar la mano de Elodia, y forzándola con su fuerza hizo que se apuñalara a la altura del estomago, sonriente, pero aún no satisfecha por todo ello y ante los ojos casi desorbitados de ya casi la difunta nodriza, finalizó por enterrarle los colmillos en la yugular. Cosa que le dejaría en claro a mi padre quien había sido el consecuente de aquel "suicidio".
Dejando la antorcha en el sótano prendida al sostenedor de la pared, no hice mas que retomar a mi cuarto, después de haber disfrutado de la alegría y el placer que me había atraído el ver sufrir aquella mujer, que poco y nada significaba, desde hacía tiempo, para mí. A la mañana, el grito de horror de mi padre taladró mis oídos, haciéndome un perfecto despertar, pero prolongué mi sueño un poco hasta que mi padre interrumpió a mi habitación para llenarla de ajo. Lo cual me causaba gracia, pero la disimulaba tras un rostro de falsa sorpresa.
- ¡Padre!, ¡que te sucede! - Le indagué con una voz actuada a la perfección.
- ¡Han asesinado a Elodia! - Recuerdo sus ojos de horror. - Y ha sido un vampiro, Nicole. - escondí mis labios bajo la sabana, para que no notase mi sonrisa.
- En buena hora - susurraba para mí misma.
- ¿Que has dicho? - Mi padre se giró sobre sus talones.
- Pienso, en que buena idea es la del ajo, ¡comentan que los ahuyenta! - le contestaba con una afirmación exagerada, pues intentaba sostener el charco de risas que quería escapar.
- ¡OH!, sí. No dejará que se acerquen a tí. - Mientras me plantaba un suave beso en mi frente.
La relación con mi padre, había mejorado mucho, pero no recuerdo desde cuando había empezado a despreciarlo. A veces, solo a veces. Suelo sentir lastima por el, y culpable de los actos que seguirían después.
Por mas de tres años, después de lo ocurrido en el sótano, no había vuelto a encontrar a mi madre, ni ella había vuelto a darme una visita. Suponía que era para no levantar sospechas de mi padre hacia a mí. Pero, ahora mi padre ya no estaba, como siempre lo había hecho. En otoño había partido, como siempre, pero esta vez me encontraría sola en el Chalet, cosa que no me espantaba sabiendo que mi madre estaba allí fuera, idea que a cualquier persona normal le parecería espantosa. A mí me encantaba...
Ella no se hizo esperar demasiado, a la segunda semana por la mañana, cuando me levanté se encontraba en la cocina como si tal cosa fuera normal. Había preparado un desayuno, uno que sería el último y por alguna razón lo sospechaba. No obstante, aquel último fue perfecto, los sabores, las sensaciones de la comida en mi boca, o quizás era mi idea. Con ello me regaló un anillo de oro, que llevaba la misma incrustación de piedra que su collar. Aquello me había dejado tomo mucho mas que claro.
Mi madre esperó a esa noche, después que yo había ingerido mi última comida del día, daban las doce y me disponía a tomar un té de hierbas. Cuando me levanté y mi madre me tomó de la muñeca sin previo aviso. Sabía ya entonces de qué se trataba.
- Es una hermosa noche de luna llena, vamos afuera. - Me dijo con su siempre pasiva voz, la cual jamás había reprochado y esta no era la excepción. Ni lenta, ni perezosa salí junto a ella bajo el resplandor de la luna, era hermosa dorada y enorme. Eloisa, apartó mi larga cabellera, casi tan rubia como la de ella si no fuera por sus destellos platinados. Para luego sonreírme, y ante mi imparcialidad entre los gestos simplemente se acercó a mi cuello. Sabía que aquello sería doloroso, y mirando todo aquello que me había visto crecer, dije adiós al mundo tal cual como lo conocía hasta ese momento. Mantuve mi mirada firme en la luna, cuando mi madre insertaba sus colmillos en mi cuello y bebía mi sangre, hasta el punto que sentí desfallecer cayendo sobre mi propio peso. Aún conciente, pero aturdida mi madre me ofrecía a que bebiera lo que yo reconocía en aquel momento, un liquido rojo que emanaba de su muñeca, pero que no alcanzaba a reconocer por completo, lo hice sin chistar. Aquella noche dormí hasta el medio día, al despertar me sentía como un pirata ebrio después de beber medio barril de Ron. Mi madre se encontraba sentada en el comedor, esperando con ansia. Sentía una sed tan fuerte, como la noche que ella había vuelto, pero para ser exactos, estábamos por sobre la misma fecha.
- Debes tener sed. - Me dijo mi madre desde el comedor, a lo que asentí afirmativamente, cuando le ví morderse la muñeca, la miré algo extrañada. - Es esto lo que necesitarás de esta noche en adelante. - Confiaba en sus palabras, y el aroma de la sangre me atraía. Así que sin pensarlo mas, me prendí de su muñeca para beber su sangre, hasta que me apartó de su muñeca estaba bebiendo mas de lo correspondido. - Veo que eres apetitosa, eso te será muy positivo. - Y por primera vez creía oír un sutil tono de malicia en su voz.
- Siempre he sido muy sedienta. - Contestaba con satisfacción a mi madre.
El día pasó ligero, entre mis desmayos y siestas. Nuevamente era de noche, y salíamos afuera, aunque esa noche estaba algo nublada. Nuevamente me convidaba de su sangre, que poco calmaba mi sed, pero era mejor que nada.
- Llegó el momento. - Me dijo, aún no eran las doce, apenas pisaban las 9 si acaso era posible. - Ven, acurrúcate en mis brazos como cuando eras bebe. - Para entonces, sentía mis nervios disparados y la propuesta me pareció bastante absurda.
- No pienso hacerlo. - Le contesté sin mas preámbulos, recuerdo el primer gesto de sorpresa en su rostro, seguido por una sonrisa de complicidad, doblegó mi voluntad con su poder. Y me hizo hacer lo que me pedía.
- Lamento por lo que voy hacerte. - Me dijo mientras me tenía acunada entre sus brazos. Supuse que era por lo que me estaba transformando, me quedé atónita admirando su belleza, su juventud. Habían pasado años desde que había desaparecido, y estaba igual a como la recordaba. Pero, aquella emoción duró poco, ya que con su mano tapó mi fosa nasal y mi boca, evitando cualquier forma de que lograse respirar. Luché por liberarme pero era en vano, su fuerza era superior a la mía, anormalmente superior. La desesperación por respirar era insoportable, me sentía enloquecer. Mientras las imágenes se volvían borrosas, y los sonidos cada vez estaban más lejanos. Los caballos relinchaban inquietos, algún que otro lobo aullaba a la luna... Y los ojos celestes de mi madre fueron lo último que perdí de foco hasta que todo quedó en un negro total.
Como si hubiera sido una siesta, me desperté dando un desesperado respiro. Miré a mis lados y me encontraba en el sótano, el olor a sangre vieja y putrefacta ardía en mi nariz, aun que el cuerpo de Elodia hacía tiempo que no estaba allí. Apoyándome sobre mis codos admiré el resto de la habitación y reposando contra la pared, se encontraba mi madre, la notaba feliz.
- Buenas tardes, bella durmiente. - Me dijo sonriente, al ver a su lado podía ver dos hombres atados y amordazados junto a la caldera que se encontraba apagada por primera vez. - Te he traído tu merienda. Pero, no te creas que te he traído cualquier merienda. - Su tono era claramente maléfico y divertido a la vez. Me sonreí.
- ¿Acaso son extranjeros? - Mientras dibujaba una sonrisa sarcástica en mis labios, descubría nuevos gestos y contestaciones desde la otra noche. - Me apetece la comida extranjera. - Admiré los muchachos que se encontraban atados mientras mi madre se fijaba en mi interés.
- Mucho mas que eso, Nicole. Estos también son vampiros. Más fuertes que tú. Pero, como un favor de mi parte, te los he venido a regalar. Te harán poderosa con mas facilidad, y te daré una mano con eso. - Se sonrió y jaló a uno por los cabellos de la nuca hasta acercármelo. Osaba resistirse pero mi madre lo sostenía con firmeza. - Anda, en confianza que estamos en familia. - musitó y no fue necesario más. Daba mi primer bocado hacia la eternidad y sabía a gloria, mucho mejor que la gloria.
Fue así entonces que comencé en este, mi circulo vicioso. Los años pasaron, y luego que el cachorro aprende a cazar por sí solo, debe despegarse de su progenitor. Mi madre me enseñó casi todo lo que se hasta hoy, ella había sido bien orientada. Dado que fue transformada a los allegados de los primeros, los inicios de nuestra raza. Es un halago para mi poder decir que mas de una vez he bebido sangre de vampiros superiores en años de mí... Cayeron en mi engaño y en allí padecerían. Soy una vampiro, que suele dedicarse a cazar a otros de su especie. Y varios ya me conocen como la viuda negra, muchos de mis amantes padecieron en mis brazos... Y quizás quien dice hayan muchos más.
Por otro lado, durante mis largos casi mil años, me he dedicado a viajar, conocer... Y como ya han de suponer asesinar. Europa, Egipto, Singapur en su fiebre del pirata. Pero, mi historia no quedaba allí ahora que bien recuerdo y retomando pié sobre ella...
Para cuando mi padre volviese, quería encontrarme fuera de su vista, el desprecio que le tenía se había incrementado después de mi transformación. Fue entonces, para aquella tarde de comienzos de primavera que nada más lo recibió una nota en la puerta que decía a mi puño y letra las siguientes palabras.
Padre: Me he transformado en lo que tanto el pueblo teme, de manos de mi madre. Noches después que he cumplido mis 24 años. En conmemoración a la edad que se había unido a ti. Solo voy a pedirte, que tomes lo que sea necesario de la casa, y vuelvas a París para no volver aquí. Te amo papa, pero una fuerza que es por mucho mas superior a mí. Deseara tu sangre por sobre todas las cosas... Vete y no vuelvas. Sé muy bien que has de tener otra familia en la ciudad principal. Vete con ellos.
Con este peligroso amor. Te digo adiós...
Varios años después, llega a mi la noticia que mi padre había sido asesinado por un vampiro, uno de mi raza. Yo había dejado ir el placer de tomar su sangre, por respeto a la familia. Y alguien más me había ganado el puesto. Pero, no pasó mucho tiempo hasta que dí con él y le di final a la cuestión, tomando la venganza que me merecía... Pero, a último momento había confesado que estaba bajo órdenes de un superior. No sospechaba de nadie ni tenía pistas las cuales seguir, simplemente las huellas se habían borrado en la arena y con aquel bocadillo tenía que conformarme. Que estuvo bien hasta hace algunos años, que reencontré a mi madre, igual de joven y hermosa como lo había sido siempre. El mundo es incluso pequeño para dos vampiros, la sorpresa del año me llevé cuando me confesó que había sido ella la voz superior que había mandado al vampiro asesinar a mi padre. Su rabia era que el sangre fría que yo me había almorzado y luego eliminado, era uno de sus tantos amantes... Su rencor llevó a una pelea que por golpes de la suerte, pude ganar yo...
Sin padre, ni madre que continúen torturando mi presente, solo persiguiéndome en mi pasado en alguna que otra noche de recuerdos y remordimiento, me he sentido liberal para todo aquello que me satisface, sin importarme nadie mas, seguí el camino por el cual había sido dirigida. Bebiendomé la sangre de mis iguales como dieta principal y plato favorito. La ambisión toco a mi puerta cuando comencé a tomar poseción de lo que me pertenecía por parte de mi padre y madre. Mi madre, Eloisa Rutt Bathory, de una importante familia húngara me había ocultado a mi y a mi padre sus orígenes, y mi padre Didier D' Betancourt Noble en la epoca Feudal y gran inversionista en fincas, de lo cual también me aproveche... ¿No hace falta dar mas explicaciones verdad?
Poseí de alguna forma la personalidad de mi madre, al cambiarme mi propio nombre, y pasar de ser Katherine Nicole Bathory, a Katherine Ruth Bathory. Años despues descubri una descendencia lejana de mi madre, la estirpe de los Bathory. Los deteste como tales, cualquier relacion que tuviese que ver con mi madre era abobinable, y por el poder que me era concebido para los años 1500, torturé a Erzebet, o mas bien conocida mi prima muy lejana Elizabeth Bathory, a quien condenaron por mi culpa. Había sido yo quien manipulaba su mente... Lástima.
En esta nueva era, y la mas gozoza para mi, disfruto de mi eternidad, aunque la soledad llamó a mi puerta cuando asesiné a mi ultimo amante. Me es dificil tener una pareja estable a menos que llene mis expectativas, sin embargo comienzo a debilitarme y deberé encontrar alguien mas pronto antes que sea demaciado tarde...
-Datos Extras:
~ Adora las fiestas de etiqueta.
~ Las mascaradas
~ El baile de Salon
~ Y aunque lo niegue rotundamente, por dentro busca encontrar algun dia el amor de su vida. O alguien que logra ponerle las cuerdas en su lugar.
Última edición por Katherine Ruth Bathory el Jue Nov 11, 2010 4:59 pm, editado 2 veces
Ecaterina Ruth Bathory- Vampiro/Realeza
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