Excavasiones antiguas en la mente de un Griego que ha perdido esperanza en los Dioses

por **Owen M. Tzavaras** Sáb Mar 11, 2017 6:46 pm

El día más feliz de un hombre es el día que toma por esposa al amor de su vida, y ese era el mío, ahí estaba ella tan hermosa como la primera vez que nos vimos, su vestido era como ella, delicado y sencillo, con pequeños detalles que atraían la mirada de todos, sabía muy bien usar sus encantos pero más que nada sabía cómo atraer mi mirada a sus ojos. Su sonrisa al aceptar ser mi esposa y mi felicidad por tenerla conmigo para toda la vida; ello era un sueño, realmente debía serlo no había otra explicación.

Su familia por otra parte no estaba de acuerdo en nuestro matrimonio del todo, quizás no era de su agrado por mi trabajo que requería que estemos viajando constantemente a otras partes pero, a ella le fascinaba ver esos lugares, poder estar conmigo donde sea, quizás era la libertad de movernos y no tener un lugar fijo ya que nosotros hacíamos nuestro hogar en el mundo, realmente era nuestro mundo.

La noticia de un hijo, nuestro primer hijo fue todo lo que más me animó, era la mayor dicha que un hombre tenía el poder tener hijos y estaba seguro que no sería el único, tendríamos muchos, muchos hijos ella y yo para poder tener nietos al final de nuestros días; realmente imaginaba todo eso en nuestra vida, verla sonreír hasta ser viejitos y arrugados pero siempre enamorados como el primer día, lástima que eso no está escrito y los dioses no lo permitieron.

Los dioses realmente tenían otros planes para nosotros.

por **Owen M. Tzavaras** Sáb Mar 11, 2017 8:03 pm

Cada día trabajaba más duro por ella y por aquel ser que crecía en su vientre, él era mi mayor inspiración al ver el rostro sonriente de mi esposa con sus manos acariciando su tripa que crecía considerablemente. Cada noche ella esperaba por mí a mi regreso sentada sobre su silla cerca a la ventana con el viento de la noche que la refrescaba, no sé cuántas horas pasaba contemplándola en silencio llenándome de cada detalle de ella, sus pestañas bien rizadas, sus labios con esa ligera sonrisa escondida y su semblante de mujer feliz, si, aun con lo poco que pasaba en nuestro hogar ella era feliz.

Los meses pasaban tranquilos, hasta que la decisión de llevarme lejos por mi trabajo trajo la angustia en el rostro de ella, sabía que lo disimulaba con su sonrisa pero esos hoyuelos no se formaban como solía hacerlo cuando algo realmente le agradaba, ambos sabíamos que teníamos que aceptar era por el bien de nuestro pequeño pero estaba seguro que no me llevaría más de unas semanas, iría y volvería para el nacimiento de nuestro pequeño; claro que no todo es como uno planea.

Quise que ella me acompañara como antes solíamos hacerlo, pero en su estado la fatiga y cansancio no le permitía sentirse cómoda, optó por quedarse en casa, realmente no le instigué más ese día, y como me arrepiento, de haberlo hecho quizás ahora estaríamos los tres juntos.

Aun miro su fotografía, aquel cuadro sintiendo el dolor de la pérdida más grande que he tenido, sus ojos aun están viendo y sé que no habrá nada que cambie todo ese dolor, solo mi pequeño cuando le doy las buenas noches y veo esos hoyuelos en su rostro, sé que ella está con nosotros.

por **Owen M. Tzavaras** Lun Oct 16, 2017 11:07 pm

El momento más dulce es cuando escuchas el llanto de tu hijo, cuando la desesperación te come completamente y no sabes que esperar realmente de ella, cuando en tu corazón puedes sentir como se va hasta tu estomago para salirse por tu garganta de lo desesperado y nervioso que te encuentras, pero en mi caso no fue así.

Realmente comencé a odiar mi trabajo, y solo seguí porque mi amada esposa me pidió que no pierda la fe en seguir mi corazón e instinto en encontrar aquellos tesoros antiguos que habían dejado los griegos, aquellas piezas de arte donde se relataba las historias que tanto discutíamos mi esposa y yo cada noche y de las cuales siempre nos gustaba terminar encontrando algún punto medio para los dos. Aunque en esta ocasión aunque no quiera debo partir dejándola en aquel estado a punto del alumbramiento, me pesa en el corazón pero le prometí que estaría en el parto, le juré que yo estaría junto a ella tomando su mano, pero el destino nos separa cruelmente.

Partí rumbo norte a encontrarme con las ruinas de uno de los templos dedicados a la adoración de Apolo, algunos mosaicos extraños mostraban a ninfas portando un mismo objeto sobre sus cabezas y manos, como pulseras, era de la misma forma, con el mismo color de piedras y la misma inscripción. Nadie comprendía aquella inscripción, pero en sentía que ya la había visto aquellos grabados.

Seguimos durante toda la noche, y por el resto de la semana hasta que los días se hicieron meses. No tenía noticias de mi amada a medida que avanzamos en la excavación para encontrar el mosaico completo, pero esa mañana, cuando el sol estaba en lo más alto una carta llegó a mis manos…Una carta que me arruinó para siempre y que fue objeto que el cielo se tornara gris con truenos y yo…yo maldije a todos y a todo, dejándome hundir entre la lluvia y el lodo.

por **Owen M. Tzavaras** Jue Feb 22, 2018 11:04 pm

Temprano en la mañana con el sol despertando los cielos, pintándolo en tonos celeste y algo índigos, va tomando color la mañana en una soleada pero bien recibido nuevo día. En la pequeña residencia de la familia Tzavaras carpetas y más carpetas volaban de aquel despacho en donde el hombre de la cada revisaba y tachaba con crayones a las candidatas, dibujaba en cada hoja cuernos, colmillos, alas, y un sinfín de imaginaciones que de la mente del pequeño cruzaran, esperando al menos que su progenitor no viera las fotos de las aquellas mujeres que lo acosaban, al menos así lo veía el pequeño; por otro lado su padre bajaba presuroso acomodándose la corbata

Con una sonrisa abandona la casa rezando para que su niño se comporte, aunque sabe que con aquella mujer mayor su hijo es un angelito, así que no tendrá inconveniente al menos por ese día. Camina rumbo a la cafetería más cercana donde ha quedado con todas las candidatas a verse para las entrevistas, sabe que si lo hace en su hogar no quedará una en pie al terminar el día porque su hijo las habrá asustado y habría cometido mil y un diabluras para que salgan corriendo, ya lo había hecho antes y no quería que en su segundo intento ocurriera lo mismo. Durante toda la mañana entrevistó a jovencitas, mujeres de edad pero ninguna la convencía, no veía aquella que buscaba, esa parte que podría hacer que su hijo cambiará de opinión. Tomó uno, dos, tres y más de cinco cafés para mantenerse en el hilo de las conversaciones desde las más normales a las más extrañas, pero no tuvo otra que regresar, regresar a encerrarse en aquella oficina llena de papeles antiguos, como él.

Durante toda la mañana había estado centrado en su trabajo dentro del museo, papeles y más papeles que llegaban a su oficina autorizando la restauración de la estatua de la diosa Hera, había que darle solo unos acabados y pulir la escultura y para ello se necesitaba el permiso del director, así que no tuvo más opción que verificar las especificaciones para dar el permiso. Estar tan ocupado no le dio tiempo ni de almorzar y para el resto de la tarde tenía que planear un viaje a Grecia, hacia una de las excavaciones que estaban haciendo en uno de los templos antiguos de Zeus. Tanto trabajo lo agobiaba, solo esperaba aquel día no llegar a la casa con trabajo, pero fue imposible.

Sabía que su hijo lo esperaba y él no podía dejarlo de lado por más trabajo que tuviese, siempre antepondría a su pequeño. Llegó a su hogar cansado pero al entrar por aquella puerta una sonrisa se dibujó en su rostro, su pequeño hijo corrió a su encuentro abrazándolo y dejando que su progenitor lo cargue con fuerza.

por **Owen M. Tzavaras** Miér Abr 25, 2018 11:20 pm

Poco conocía sobre aquel tipo de acuerdos que se habían mencionado con anterioridad, y ello lo desconcertaba, claramente no estaba de acuerdo con aquel tipo de arreglos y aunque no los comprendía solo mantuvo silencio ante el comentario de la mujer, quizás por nervios de cometer alguna imprudencia; ya recordaba las veces que su esposa le corregía el mantener algo de silencio y no soltar lo primero que pensara, y esa fue la razón por la que pudo sonreír en aquel momento. Su mirada se clavó en la de la mujer con aquella cálida sonrisa de quien comprende la situación y mejor guarda los comentarios para otra ocasión.

Al ver a la pequeña acercarse y a su hijo también optó por cambiar el tema completamente, en ese momento se dio cuenta que ambos padres tenían el mismo dilema, aunque al parecer a diversos grados. Tragó en seco cuando su hijo le tomó de la mano bostezando también, Owen agitó los cabellos de la cabeza de su pequeño riéndose, ver a la niña con su madre le recordó un poco a su esposa y ese deseo profundo por aun desear tener aquello, quizás algún día, pero no, él sabía que no podía porque en su corazón siempre estaría su esposa, incluso en su dedo aun lleva la alianza. Miró a la mujer sonriendo secretamente, el pequeño toma la mano de su padre tirándola. Owen carga a su hijo en la espalda llevándolo a cuesta mientras ríe al abandonar la casa para ingresar a la suya con el pensamiento de lo que ha revivido en la casa de su vecina. Se sentía feliz por haber conversado de aquella manera con alguien más, el hecho de que alguien acepte a su hijo, y este igual de aquella manera tan abierta y fresca.

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