Synnove Cannif ID

Humana. Clase Alta. Francesa-Noruega. 25 años. Heterosexual.



Siempre he sido determinada en lo que hago pero un tanto inconstante, soy bastante pragmática y tiendo a sentirme inquieta con lo que estoy haciendo con cierta facilidad, lo cual hace que me olvide de ello y pase a lo siguiente si esto requiere mayor acción por mi parte.

Preciso de ciertos momentos de sosiego en los cuales únicamente quiero estar conmigo misma y son pocos con los que me siento cómoda en los casos en que irrumpen en ellos.

Soy bastante franca, sobre todo con aquellos que son más cercanos a mi, cariñosa y bromista con las personas que traspasan mis barreras pero al mismo tiempo tiendo a ser bastante exigente.

Mis emociones son difíciles de manejar en muchas ocasiones por lo que es común que me haga la desentendida o evada expresarme al respecto.

Soy muy protectora de los míos, y haría cualquier cosa por ellos. Mi familia es lo más importante para mi aunque no a todos se los demuestro por igual.




Cuando era muy chica solía observar con curiosidad a mis padres, contemplando algunas diferencias bastante notorias entre ellos, me parecían el sol y la luna, cada uno portador de sus propios misterios. A medida que pude tener discernimiento noté lo estrechamente unidos que eran, como si fueran una extensión del otro. Nací en un hogar de vikingos, mi padre siendo el más formidable de todos, parecía que únicamente mi madre era quien podía aplacar ese carácter con ese lenguaje único que compartían entre ellos.

De esa forma crecí entre dos culturas muy distintas, la nórdica, que no podía dejar de llamar a mi sangre, y la francesa, que también me orillaba a adaptarme a sus costumbres.

Desde pequeña tuve un carácter bastante vivaz, me gustaba desesperar a mi hermano porque era un vikingo fanfarrón y cabeza dura aunque siempre estuvimos estrechamente unidos por el lazo de mellizos que compartíamos. A menudo me bastaba con echarle una leve mirada para notar lo que los demás no notaban, cuando estaba inquieto o cuando algo le agobiaba de forma particular.

Siempre supe que podía contar con el resto de la familia, pero a medida que fui creciendo me volví más independiente, ansiando descubrirme a mi misma. En cierta forma era más cabezota que mi mellizo, por lo que siempre tenía la necesidad de probar mi valía ante los tres hombres que habitaban la casa.

Madre nunca tuvo que probar su valía, ellos la respetaban tal y como era, tenía un carácter firme y veía y manejaba las cosas como yo hubiera querido hacerlo. Por el contrario, pasé por muchas etapas, sin estar completamente segura de que era lo que deseaba, sintiéndome frustrada en muchas ocasiones.

Visitar el norte cuando tuve la edad suficiente me hizo comprender mucho acerca de mis orígenes, aprendí a movilizarme con el ímpetu vikingo que había heredado. Poco a poco me fui entrenando en el uso de las armas, percatándome de que era buena para utilizarlas, aunque era frecuente que regresara a Francia durante largos períodos.

Cuando mi mellizo atravesó un portal para viajar a Francia y acudir a ayudar a mi primo en una misión arriesgada, fui absorbida inusitadamente por su energía. Al despertar me encontré en un París diferente, veintiséis años atrás por lo que debería reencontrarme con mi familia e intervenir ya que seguramente tendría que ayudarles a sobrellevar el caos en el que se habrían metido.