AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
Espacios libres: 11/40
Afiliaciones élite: ABIERTAS
Última limpieza: 1/04/24
En Victorian Vampires valoramos la creatividad, es por eso que pedimos respeto por el trabajo ajeno. Todas las imágenes, códigos y textos que pueden apreciarse en el foro han sido exclusivamente editados y creados para utilizarse únicamente en el mismo. Si se llegase a sorprender a una persona, foro, o sitio web, haciendo uso del contenido total o parcial, y sobre todo, sin el permiso de la administración de este foro, nos veremos obligados a reportarlo a las autoridades correspondientes, entre ellas Foro Activo, para que tome cartas en el asunto e impedir el robo de ideas originales, ya que creemos que es una falta de respeto el hacer uso de material ajeno sin haber tenido una previa autorización para ello. Por favor, no plagies, no robes diseños o códigos originales, respeta a los demás.
Así mismo, también exigimos respeto por las creaciones de todos nuestros usuarios, ya sean gráficos, códigos o textos. No robes ideas que les pertenecen a otros, se original. En este foro castigamos el plagio con el baneo definitivo.
Todas las imágenes utilizadas pertenecen a sus respectivos autores y han sido utilizadas y editadas sin fines de lucro. Agradecimientos especiales a: rainris, sambriggs, laesmeralda, viona, evenderthlies, eveferther, sweedies, silent order, lady morgana, iberian Black arts, dezzan, black dante, valentinakallias, admiralj, joelht74, dg2001, saraqrel, gin7ginb, anettfrozen, zemotion, lithiumpicnic, iscarlet, hellwoman, wagner, mjranum-stock, liam-stock, stardust Paramount Pictures, y muy especialmente a Source Code por sus códigos facilitados.
Victorian Vampires by Nigel Quartermane is licensed under a
Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 3.0 Unported License.
Creado a partir de la obra en https://victorianvampires.foroes.org
Últimos temas
Una dignidad ficticia
2 participantes
Página 1 de 1.
Una dignidad ficticia
Los muertos eran mejor compañía, sabían callar.
Durante los últimos días, escuchar el habla francesa causaba estragos a su salud mental. Reaccionaba mal cuando alguien le chillaba en aquel idioma, o bien les escupía y huía o les propinaba una patada en la espinilla y...huía. Su última víctima: un niño, algo que no había sido para nada decoroso. Sin embargo el mocoso se había atrevido a intentar robar su atlas, la única cosa que le pertenecía en aquel planeta.Que recordara. Así que había empujado al niño sobre un charco y había huido, percatándose más tarde de lo demente de su acción. Estaba comenzando a cruzar la línea de la cordura, así que se dijo a sí misma que debía de buscar un lugar mejor que los oscuros callejones de París, donde era asaltada cada cinco minutos.
Al fin no tenía que compartir espacio con mendigos lunáticos u hombres ebrios en busca de prostitutas. Y qué mejor forma de hacerlo que cocinando una carpa del Sena. Eso...si conseguía hacer el fuego primero.
Trató de mantener el espíritu positivo durante una hora, pero después de dos, ahogó un chillido de desesperación. En respuesta, nadie en el oscuro cementerio quiso reivindicar que no estaba muerto.
Tsetsé se llevó las manos al cabello, cansada. Cuando se dio la vuelta, había un animal sobre su pescado; un perro, enorme.
- ¡No! ¡Largo! ¡Marchaos perro sarnoso!
Quiso despacharlo, pero temió tocarlo, así que se dedicó a gesticular con exageración cerca de su hocico, cosa que pareció no hacer gracia al animal que comenzó a gruñir. Batió su mandíbula en el aire, con intención de morder a Tsetsé, pero la muchacha se apartó a tiempo.
No supo como terminó ahí, subida a un árbol para evitar la agresión de un chucho sarnoso. Impotente, observó desde el árbol como el animal devoraba su carpa. Se apoyó contra el tronco del árbol, alzando el mentón dignamente. La apariencia era lo único que le quedaba mientras el perro gruñía con satisfacción.
Tsetsé alzó la vista hacia el cielo nocturno, fue entonces cuando se percató de los frutos del árbol. Estaban verdes y duros, no podían comerse pero eran un buen arma proyectil. Despechada, tomó unos cuantos entre las manos y comenzó a tirarlos al perro. Sin embargo el animal ya había terminado de comer y por mucho que la joven lo intento, ninguno de los frutos le alcanzó mientras desaparecía entre los arbustos.
Gruñó rabiosa.
Se dispuso a bajar del árbol cuando volvió a escuchar al chucho aproximándose. Furiosa, tomó un fruto y lo proyectó certera. Solo entonces se cercioró de que era una personas a quién estaba agrediendo y no un sabueso.
Durante los últimos días, escuchar el habla francesa causaba estragos a su salud mental. Reaccionaba mal cuando alguien le chillaba en aquel idioma, o bien les escupía y huía o les propinaba una patada en la espinilla y...huía. Su última víctima: un niño, algo que no había sido para nada decoroso. Sin embargo el mocoso se había atrevido a intentar robar su atlas, la única cosa que le pertenecía en aquel planeta.
Al fin no tenía que compartir espacio con mendigos lunáticos u hombres ebrios en busca de prostitutas. Y qué mejor forma de hacerlo que cocinando una carpa del Sena. Eso...si conseguía hacer el fuego primero.
Trató de mantener el espíritu positivo durante una hora, pero después de dos, ahogó un chillido de desesperación. En respuesta, nadie en el oscuro cementerio quiso reivindicar que no estaba muerto.
Tsetsé se llevó las manos al cabello, cansada. Cuando se dio la vuelta, había un animal sobre su pescado; un perro, enorme.
- ¡No! ¡Largo! ¡Marchaos perro sarnoso!
Quiso despacharlo, pero temió tocarlo, así que se dedicó a gesticular con exageración cerca de su hocico, cosa que pareció no hacer gracia al animal que comenzó a gruñir. Batió su mandíbula en el aire, con intención de morder a Tsetsé, pero la muchacha se apartó a tiempo.
No supo como terminó ahí, subida a un árbol para evitar la agresión de un chucho sarnoso. Impotente, observó desde el árbol como el animal devoraba su carpa. Se apoyó contra el tronco del árbol, alzando el mentón dignamente. La apariencia era lo único que le quedaba mientras el perro gruñía con satisfacción.
Tsetsé alzó la vista hacia el cielo nocturno, fue entonces cuando se percató de los frutos del árbol. Estaban verdes y duros, no podían comerse pero eran un buen arma proyectil. Despechada, tomó unos cuantos entre las manos y comenzó a tirarlos al perro. Sin embargo el animal ya había terminado de comer y por mucho que la joven lo intento, ninguno de los frutos le alcanzó mientras desaparecía entre los arbustos.
Gruñó rabiosa.
Se dispuso a bajar del árbol cuando volvió a escuchar al chucho aproximándose. Furiosa, tomó un fruto y lo proyectó certera. Solo entonces se cercioró de que era una personas a quién estaba agrediendo y no un sabueso.
Tsetsé Verte- Hechicero Clase Baja
- Mensajes : 229
Fecha de inscripción : 13/05/2017
Localización : Burdel
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
Re: Una dignidad ficticia
Muchas veces al mirarse al espejo no sabía bien que se estaba reflejando, si el vampiro que era con todas sus virtudes y sus defectos, o ese cascarón vacío que quedó tras siglos y siglos de batalla interna y de la soledad autoimpuesta. Había días en los que ni siquiera sabía como actuar, el peso de la edad se notaba en su mente, pese a que su cuerpo aparentase la treintena y estuviese en la mejor de las condiciones. Se vistió apropiadamente y recorrió la desolada mansión de la que era propietario, no solía tener servicio bajo su mando, prefería la soledad incluso en su morada, siendo esto bastante raro para alguien con su poder adquisitivo, pero la experiencia le había dicho que tener servicio humano no iba con él.
Abandonó esa soledad para recorrer las calles de París, bajo la incipiente noche, en ellas se deslizó como un espectro y tras pasar cerca del burdel, pagó los servicios de un asiduo para alimentarse, tal como pactó con este. El día anterior no se alimentó y prefería no tentar a la bestia, pues bien sabido era que esta no conocía límites, no se saciaba con nada, era un peligro que mantenía encadenada en el fondo de su ser, con ayuda de la inquisición. Abandonó el burdel tras eso, habiendo hablado poco, como de costumbre, sin establecer un rumbo fijo en toda la ciudad. Simplemente dejó que sus pies guiasen y para cuando quiso darse cuenta estaba en una de las partes más sombrías de todo París, el cementerio.
Paseó entre las lápidas más modestas, algunas de ellas eran tan viejas que estaban desgastadas y los nombres empezaban a desaparecer, se notaba que era la parte más pobre de aquel lugar. Los árboles incluso parecían querer conferir a ese pedazo de tierra un aspecto más lúgubre, pocas eran las flores que quedaban con vida en muchas lápidas, allí todo era muerte. Rodeó varios mausoleos y más concretamente el que pertenecía a su "familia", este estaba vacío, cumplía las funciones de almacén y a veces de escondite para el vampiro, lo necesitaba como tapadera de su identidad humana.
Continuó su camino hasta encontrarse con un perro, este tenía restos de algo en la boca, al principio se le encaró, gruñó a Elián como advertencia más este solo alargó la mano para acariciar al chucho, que se dejó. Tras varias caricias en el lomo del animal, este siguió su camino, haciendo lo propio el vampiro, hasta recibir un golpe seco en su cuerpo. Se agachó para recoger el fruto, jugando con este entre sus manos, al levantarse miró a uno de los árboles, en la dirección de donde vino el fruto, encontrando a una chica ahí subida. -¿Acostumbráis a lanzar piezas de fruta a los transeúntes o he tenido la maña fortuna de estar en el sitio equivocado en el momento inoportuno?- Dejó caer el fruto, manteniendo una distancia de seguridad, se la veía tensa o eso percibió el inquisidor. -¿Os encontráis bien, mademoiselle, necesitáis ayuda?- Preguntó, siendo en todo momento cortés,
educado.
Abandonó esa soledad para recorrer las calles de París, bajo la incipiente noche, en ellas se deslizó como un espectro y tras pasar cerca del burdel, pagó los servicios de un asiduo para alimentarse, tal como pactó con este. El día anterior no se alimentó y prefería no tentar a la bestia, pues bien sabido era que esta no conocía límites, no se saciaba con nada, era un peligro que mantenía encadenada en el fondo de su ser, con ayuda de la inquisición. Abandonó el burdel tras eso, habiendo hablado poco, como de costumbre, sin establecer un rumbo fijo en toda la ciudad. Simplemente dejó que sus pies guiasen y para cuando quiso darse cuenta estaba en una de las partes más sombrías de todo París, el cementerio.
Paseó entre las lápidas más modestas, algunas de ellas eran tan viejas que estaban desgastadas y los nombres empezaban a desaparecer, se notaba que era la parte más pobre de aquel lugar. Los árboles incluso parecían querer conferir a ese pedazo de tierra un aspecto más lúgubre, pocas eran las flores que quedaban con vida en muchas lápidas, allí todo era muerte. Rodeó varios mausoleos y más concretamente el que pertenecía a su "familia", este estaba vacío, cumplía las funciones de almacén y a veces de escondite para el vampiro, lo necesitaba como tapadera de su identidad humana.
Continuó su camino hasta encontrarse con un perro, este tenía restos de algo en la boca, al principio se le encaró, gruñó a Elián como advertencia más este solo alargó la mano para acariciar al chucho, que se dejó. Tras varias caricias en el lomo del animal, este siguió su camino, haciendo lo propio el vampiro, hasta recibir un golpe seco en su cuerpo. Se agachó para recoger el fruto, jugando con este entre sus manos, al levantarse miró a uno de los árboles, en la dirección de donde vino el fruto, encontrando a una chica ahí subida. -¿Acostumbráis a lanzar piezas de fruta a los transeúntes o he tenido la maña fortuna de estar en el sitio equivocado en el momento inoportuno?- Dejó caer el fruto, manteniendo una distancia de seguridad, se la veía tensa o eso percibió el inquisidor. -¿Os encontráis bien, mademoiselle, necesitáis ayuda?- Preguntó, siendo en todo momento cortés,
educado.
Última edición por Elián Alexius el Vie Ago 04, 2017 6:35 pm, editado 1 vez
Elián Alexius- Condenado/Vampiro/Clase Alta
- Mensajes : 31
Fecha de inscripción : 26/07/2017
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
Re: Una dignidad ficticia
No tenía problemas en ser amable pero cuando estaba hambrienta, la urgencia de llevarse algo a la boca hablaba por si sola. Y en aquel instante, estaba famélica. Tanto, que cuando el extraña se detuvo en el camino para llamarle la atención, deseó haber lanzado una roca en vez de un fruto. Tsetsé se inclinó sobre la rama airosa, o al menos de tal forma se vio en su mente. Puesto que desde el exterior, sus ropas andrajosa y su trenza revuelta era la envidia de cualquier mendigo. Si bien no comprendía el idioma a la perfección, distinguió la ultima pregunta. Pero no fue capaz de responder más que con el más puro de los españoles.
—¿Me preguntáis? ¿O tan solo os burláis? Lo cierto es que me encontraría bastante mejor si vuestro chucho no hubiese engullido mi cena. No tratéis de disimularlo, ha dejado su sucio pelaje en vuestro traje.
A decir verdad, no era quién para hablar de cabello sucio, pero al parecer en un pasado no muy lejano había dado un buen empleo a su lengua viperina. Tan solo que no lo recordaba. Irritada, comenzó a descender el árbol. Colocó el pie en la rama equivocada cuando apenas tenía medio metro que descender y esta se rompió con un chasquido. Tsetsé cayó de bruces contra el suelo con la vergüenza se arremolinándose en sus mejillas. Con una dignidad ficticia, se puso en pie rápidamente, simulando que no había ocurrido nada Elevó el mentón y se sacudió el cabello.
El aura del desconocido la arrolló entonces; fría e intrusiva como aquella que la atormentaba en sus pesadillas. Como su reflejo en la sangre derramada y la sensación de los colmillos enquistados en la tierna piel de su cuello. Sus articulaciones se tensaron y la muchacha se puso rígida al instante. Pero no halló signo de amenaza alguna en el extraño. Aunque era mejor no bajar la guardia con criaturas como aquellas. Confió en sus olvidadas habilidades de hechicera para defenderla en el peor de los casos. Mientras tanto prefirió calmar las aguas. Ignorando si comprendía su idioma o no, se apuró para pedir disculpas.
—Mis disculpas, como veis la fortuna no me ha sonreído en el día de hoy. Os pido que continuéis con vuestro camio ignorando mi repentino arrebato.
Sus tripas rugieron despojando de cualquier elegancia que hubiese podido transmitir con sus palabras. Tsesé se preguntó si había entendido algo o si tan solo había visto a una tarada andrajosa cayendo de un árbol entre chillidos en un idioma extranjero. Puede que con suerte su imagen le repugnara tanto que decidiera marcharse.
—¿Me preguntáis? ¿O tan solo os burláis? Lo cierto es que me encontraría bastante mejor si vuestro chucho no hubiese engullido mi cena. No tratéis de disimularlo, ha dejado su sucio pelaje en vuestro traje.
A decir verdad, no era quién para hablar de cabello sucio, pero al parecer en un pasado no muy lejano había dado un buen empleo a su lengua viperina. Tan solo que no lo recordaba. Irritada, comenzó a descender el árbol. Colocó el pie en la rama equivocada cuando apenas tenía medio metro que descender y esta se rompió con un chasquido. Tsetsé cayó de bruces contra el suelo con la vergüenza se arremolinándose en sus mejillas. Con una dignidad ficticia, se puso en pie rápidamente, simulando que no había ocurrido nada Elevó el mentón y se sacudió el cabello.
El aura del desconocido la arrolló entonces; fría e intrusiva como aquella que la atormentaba en sus pesadillas. Como su reflejo en la sangre derramada y la sensación de los colmillos enquistados en la tierna piel de su cuello. Sus articulaciones se tensaron y la muchacha se puso rígida al instante. Pero no halló signo de amenaza alguna en el extraño. Aunque era mejor no bajar la guardia con criaturas como aquellas. Confió en sus olvidadas habilidades de hechicera para defenderla en el peor de los casos. Mientras tanto prefirió calmar las aguas. Ignorando si comprendía su idioma o no, se apuró para pedir disculpas.
—Mis disculpas, como veis la fortuna no me ha sonreído en el día de hoy. Os pido que continuéis con vuestro camio ignorando mi repentino arrebato.
Sus tripas rugieron despojando de cualquier elegancia que hubiese podido transmitir con sus palabras. Tsesé se preguntó si había entendido algo o si tan solo había visto a una tarada andrajosa cayendo de un árbol entre chillidos en un idioma extranjero. Puede que con suerte su imagen le repugnara tanto que decidiera marcharse.
Tsetsé Verte- Hechicero Clase Baja
- Mensajes : 229
Fecha de inscripción : 13/05/2017
Localización : Burdel
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
Re: Una dignidad ficticia
El vampiro no reparó en un inicio del aspecto de la joven que tenía delante, algo desaliñado, sus ropajes distaban mucho de los círculos que solía frecuentar asiduamente, su pelo estaba revuelto pese a estar recogido en una trenza y la forma en la que se movía sobre la rama acababan por conferirle un aspecto algo salvaje, en un sentido bueno. Podía haberse movido hacia la chica pero siempre era prudente, no quería que la situación se volviese tensa o algo parecido, más cuando había preguntado a la chica si se encontraba bien, en un tono bastante cordial a su parecer. La sorpresa fue mayúscula cuando esta respondió en castellano, una lengua que conocía pero que no escuchaba con frecuencia en París, por lo que sus labios se curvaron en una sonrisa.
Al parecer la chica que tenía delante tuvo un encontronazo con el perro que vio antes, era un chucho con mal carácter pero la presencia del sobrenatural fue suficiente para apaciguarle un poco. La chica no tuvo esa suerte, esas fueron sus conclusiones, pasándose la mano por el traje con cierta elegancia, para que el pelaje que quedó en la prenda se fuese, en un silencio que acompañaba al del cementerio. En ello estaba cuando escuchó el crujir de la rama, al alzar la vista pudo ver el cuerpo de la joven precipitarse al suelo, no tuvo esos reflejos rápidos para evitar el golpe, sintiéndose un poco mal por ello, aunque el rubor de sus mejillas se le antojó un poco gracioso.
No quiso reírse, claro está, porque eso era una descortesía hacia la muchacha, fuese de la realeza, clases más altas o de las mismas profundidades de la ciudad. Dio un paso, pretendiendo ayudarla, pero en ese momento le embargó esa sensación que tenía cuando se encontraba cerca de un hechicero, era el mismo escalofrío que le recorría la espalda. Por eso no se acercó, dejando que fuese ella quien se irguiese, solo para encontrarse con un cambio repentino en su actitud, más cortés. -No sería cortés por mi parte seguir caminando y dejar a una dama sola en el cementerio, más con ese perro suelto. Pues temo que dicho animal no me pertenece, tuve que calmarlo cuando me encontré con él- Le habló en un perfecto castellano, sin poder evitar reír bajo cuando las tripas de la muchacha rugieron con esa violencia, demandando alimento.
Se acercó, examinándola con cuidado -Puesto que la fortuna no os ha sonreído, quizá yo pueda hacer algo al respecto, ofreciéndoos algo para comer y escolta por este lúgubre campo santo. Soy Elián Alexius.- Se presentó, llevando las manos atrás, cogiéndose las manos.
Al parecer la chica que tenía delante tuvo un encontronazo con el perro que vio antes, era un chucho con mal carácter pero la presencia del sobrenatural fue suficiente para apaciguarle un poco. La chica no tuvo esa suerte, esas fueron sus conclusiones, pasándose la mano por el traje con cierta elegancia, para que el pelaje que quedó en la prenda se fuese, en un silencio que acompañaba al del cementerio. En ello estaba cuando escuchó el crujir de la rama, al alzar la vista pudo ver el cuerpo de la joven precipitarse al suelo, no tuvo esos reflejos rápidos para evitar el golpe, sintiéndose un poco mal por ello, aunque el rubor de sus mejillas se le antojó un poco gracioso.
No quiso reírse, claro está, porque eso era una descortesía hacia la muchacha, fuese de la realeza, clases más altas o de las mismas profundidades de la ciudad. Dio un paso, pretendiendo ayudarla, pero en ese momento le embargó esa sensación que tenía cuando se encontraba cerca de un hechicero, era el mismo escalofrío que le recorría la espalda. Por eso no se acercó, dejando que fuese ella quien se irguiese, solo para encontrarse con un cambio repentino en su actitud, más cortés. -No sería cortés por mi parte seguir caminando y dejar a una dama sola en el cementerio, más con ese perro suelto. Pues temo que dicho animal no me pertenece, tuve que calmarlo cuando me encontré con él- Le habló en un perfecto castellano, sin poder evitar reír bajo cuando las tripas de la muchacha rugieron con esa violencia, demandando alimento.
Se acercó, examinándola con cuidado -Puesto que la fortuna no os ha sonreído, quizá yo pueda hacer algo al respecto, ofreciéndoos algo para comer y escolta por este lúgubre campo santo. Soy Elián Alexius.- Se presentó, llevando las manos atrás, cogiéndose las manos.
Elián Alexius- Condenado/Vampiro/Clase Alta
- Mensajes : 31
Fecha de inscripción : 26/07/2017
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
Re: Una dignidad ficticia
Desde su llegada a París, no había habido ni un solo momento en el que no deseara que comprendieran su idioma. Aquella debía ser la excepción y, no le sorprendió que el destino decidiera burlarse de ella. Otra vez. Al parecer el extraño comprendió todas y cada una de sus palabras, experimentando su repentino cambio de humor. Sin embargo, no pareció encontrar su compañía desagradaba, puesto que decidió presentarse.
―Un gusto Elías… ―murmuró―. Os podéis dirigir a mi como Tsetsé.
Si bien sabía que su nombre era objeto de burla, le había tomado un cariño especial y se negaba a identificarse con otro distinto.
Ante la inmaculada porte y elegancia de Elías, la muchacha saludó con una ligera reverencia. No se extrañó al encontrarse a si misma realizando aquel movimiento. Su dentadura perfecta y su capacidad para leer, le indicaban que nunca había estado acostumbrada a rondar entre mendigos. Por desgracia, no era capaz de evocar ninguno de sus círculos sociales. No recordaba nada a parte de sensaciones e intuiciones. Sin duda el vampiro debería haber encontrado extraño ver a una salvaje inclinando la cabeza cortésmente.
Tsetsé trató de escapar de la confusión mental en la que se había visto sumida con la repentina aparición de alguien como él. Hubiese sido idílico confiar en sus palabras y caminar alegremente a su lado para poder llevarse algo a la boca. Sin embargo, había algo que le preocupaba y es ese era el hecho de que él también deseara llevarse algo a la boca. De alguna forma, sabía que no le era desconocida la mordedura del vampiro, es más, pensar en ello prendía la parte inferior de su abdomen. Pero también alarmaba sus instintos. El peligro se agitaba en su pecho como un familiar con el que se había reencontrado tras mucho tiempo.
―Nada me complacería más que aceptar su invitación, pero hay algo que me preocupa y, es que su generosidad oculte segundas intenciones. No malinterpretéis mis palabras, ya que no es cierto que mi propósito no es menospreciar vuestra hospitalidad. Sin embargo, si vuestro designio es un intercambio de alimento, le agradecería que me lo advirtiera de antemano y no tras calentar mi estómago con la comida que tan gratamente ofrecéis.
Tsetsé imitó su gesto y ocultó las manos tras su espalda. Después, cruzo los dedos. De que color tan distinto pintaría aquella noche si hubiese dado con un alma caritativa. Inmortal, pero caritativa.
―Un gusto Elías… ―murmuró―. Os podéis dirigir a mi como Tsetsé.
Si bien sabía que su nombre era objeto de burla, le había tomado un cariño especial y se negaba a identificarse con otro distinto.
Ante la inmaculada porte y elegancia de Elías, la muchacha saludó con una ligera reverencia. No se extrañó al encontrarse a si misma realizando aquel movimiento. Su dentadura perfecta y su capacidad para leer, le indicaban que nunca había estado acostumbrada a rondar entre mendigos. Por desgracia, no era capaz de evocar ninguno de sus círculos sociales. No recordaba nada a parte de sensaciones e intuiciones. Sin duda el vampiro debería haber encontrado extraño ver a una salvaje inclinando la cabeza cortésmente.
Tsetsé trató de escapar de la confusión mental en la que se había visto sumida con la repentina aparición de alguien como él. Hubiese sido idílico confiar en sus palabras y caminar alegremente a su lado para poder llevarse algo a la boca. Sin embargo, había algo que le preocupaba y es ese era el hecho de que él también deseara llevarse algo a la boca. De alguna forma, sabía que no le era desconocida la mordedura del vampiro, es más, pensar en ello prendía la parte inferior de su abdomen. Pero también alarmaba sus instintos. El peligro se agitaba en su pecho como un familiar con el que se había reencontrado tras mucho tiempo.
―Nada me complacería más que aceptar su invitación, pero hay algo que me preocupa y, es que su generosidad oculte segundas intenciones. No malinterpretéis mis palabras, ya que no es cierto que mi propósito no es menospreciar vuestra hospitalidad. Sin embargo, si vuestro designio es un intercambio de alimento, le agradecería que me lo advirtiera de antemano y no tras calentar mi estómago con la comida que tan gratamente ofrecéis.
Tsetsé imitó su gesto y ocultó las manos tras su espalda. Después, cruzo los dedos. De que color tan distinto pintaría aquella noche si hubiese dado con un alma caritativa. Inmortal, pero caritativa.
Última edición por Tsetsé Verte el Dom Ago 06, 2017 3:46 pm, editado 1 vez
Tsetsé Verte- Hechicero Clase Baja
- Mensajes : 229
Fecha de inscripción : 13/05/2017
Localización : Burdel
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
Re: Una dignidad ficticia
El nombre de la dama era extraño, podía asegurar con toda certeza que le había sorprendido y eso, en sus más de cinco milenios no era tan habitual como uno esperase, en cuestión de nombres no al menos. No pudo identificar procedencia, si era de alguna región en específico no la ubicaba y menos en España, país que no visitaba desde hacía ya unos siglos, pese a que hubiese sido de sus favoritos en cuanto al ambiente y las gentes que lo habitaban. -Es un placer- Fue cuanto pudo decir, en circunstancias normales habría tomado su mano y besado esta en señal de respeto, pero dado el clima de ligera tensión no quiso importunar a la joven, que seguramente ya tuviese bastante con el perro citado anteriormente.
Estaba llena de sorpresas la joven, la reverencia, posterior a sus palabras, le indicaba que entendía de etiqueta lo suficiente como para poder desenvolverse con gente de variado estatus. Los misterios eran una de las pocas cosas que alimentaban su curiosidad hasta niveles alarmantes, en los que podía ser algo descuidado e impulsivo. Sin duda una velada interesante para esa noche, no se arrepentiría de haberla invitado eso seguro, además de que los hechiceros solían ser interesantes ya de por si, con sus poderes y los objetos que estos eran capaces de obtener y que alguna vez hubo comprado el vampiro para comerciar con ellos.
Las siguientes palabras de la muchacha lograron sin embargo arrancarle un suave risa, despegando las manos de su espalda para pasar la diestra por su pelo. No pretendía tal cosa,
no era esa clase de vampiro, utilizando dinero o proposiciones para sacar algo a cambio, lo hacía simplemente por la voluntad de ayudar, por sentirse bien al hacer una buena acción, aunque los curas tachasen eso de pecado, por enorgullecerse de tal gesto altruista. -Os puedo asegurar que no es mi intención, ya me he alimentado esta noche, mi ofrecimiento carece de segundas intenciones, tan solo pretendo ofrecer mi generosa mano a una chica que ha tenido un día malo- Comentó, esperando que su palabra fuese suficiente para la joven, a parte de eso no se le ocurría nada más por hacer que darle su palabra y eso contando con que la palabra de un vampiro fuese aceptable para ella.
Iba a ofrecerle su brazo cuando el perro regresó, corriendo y gruñendo hacia ellos, lo que hizo que el vampiro se parase delante del animal y lo asustase tras mostrarle sus colmillos, sus ojos inhumanos. Este salió corriendo y el vampiro empezó a encontrar la presencia de ese chucho algo molesta. -Si el perro nos es vuestro y tampoco mío... Me preguntó de quien será, puede que no estemos solos en el cementerio esta noche.- Manifestó sus pensamientos en voz alta, mirando a la muchacha.
Estaba llena de sorpresas la joven, la reverencia, posterior a sus palabras, le indicaba que entendía de etiqueta lo suficiente como para poder desenvolverse con gente de variado estatus. Los misterios eran una de las pocas cosas que alimentaban su curiosidad hasta niveles alarmantes, en los que podía ser algo descuidado e impulsivo. Sin duda una velada interesante para esa noche, no se arrepentiría de haberla invitado eso seguro, además de que los hechiceros solían ser interesantes ya de por si, con sus poderes y los objetos que estos eran capaces de obtener y que alguna vez hubo comprado el vampiro para comerciar con ellos.
Las siguientes palabras de la muchacha lograron sin embargo arrancarle un suave risa, despegando las manos de su espalda para pasar la diestra por su pelo. No pretendía tal cosa,
no era esa clase de vampiro, utilizando dinero o proposiciones para sacar algo a cambio, lo hacía simplemente por la voluntad de ayudar, por sentirse bien al hacer una buena acción, aunque los curas tachasen eso de pecado, por enorgullecerse de tal gesto altruista. -Os puedo asegurar que no es mi intención, ya me he alimentado esta noche, mi ofrecimiento carece de segundas intenciones, tan solo pretendo ofrecer mi generosa mano a una chica que ha tenido un día malo- Comentó, esperando que su palabra fuese suficiente para la joven, a parte de eso no se le ocurría nada más por hacer que darle su palabra y eso contando con que la palabra de un vampiro fuese aceptable para ella.
Iba a ofrecerle su brazo cuando el perro regresó, corriendo y gruñendo hacia ellos, lo que hizo que el vampiro se parase delante del animal y lo asustase tras mostrarle sus colmillos, sus ojos inhumanos. Este salió corriendo y el vampiro empezó a encontrar la presencia de ese chucho algo molesta. -Si el perro nos es vuestro y tampoco mío... Me preguntó de quien será, puede que no estemos solos en el cementerio esta noche.- Manifestó sus pensamientos en voz alta, mirando a la muchacha.
Elián Alexius- Condenado/Vampiro/Clase Alta
- Mensajes : 31
Fecha de inscripción : 26/07/2017
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
Re: Una dignidad ficticia
Tsetsé no era necia, con las intenciones puestas sobre la mesa, sabía que el vampiro nunca admitiría que podría haber pretendido algo así. Sin embargo, su recelo se evaporó conforme el aura del desconocido comenzó a tranquilizarla. Ni si quiera detecto un atisbo de hostilidad, algo extraño pues todo el mundo tenía tintes grises. Y él ahora reía, conducta que hizo que la muchacha relajara los hombros. Ella misma, permitió que una pequeña sonrisa se dibujara en sus labios. Ladeó el rostro, como un gato curioso. Aunque ella era más precavida que un felino. O eso se pensaba.
―Mis disculpas, si mi asunción le ha molestado. Una no anda con suficiente precaución en una gran ciudad como esta. Sobre todo en el cementerio, nadie camina por aquí a estas horas. Hoy es un día concurrido al parecer, nunca creía que me toparía con un perro y un…vampiros. Al parecer gran parte de la población de París está conformada por los de su tipo.
Trataba de añadir algo más cuando el sabueso regresó, gruñendo. Tsetsé se precipitó sobre el suelo para recoger una piedra y poder así defenderse. Sin embargo, Elías se le adelantó. Sus colmillos brillaron con la tez albina de la luna y el fulgor de sus ojos despertó los demonios de sus sueños. Tsetsé apretó los dedos alrededor de la piedra hasta que sus nudillos tornaron blancos. Ahí estaba, la máscara diabólica que gobernaba sus pesadillas… Tal fue su ensimismamiento que ignoró la huida del sabueso. Cuando consiguió salir de él, dejó que la piedra cayera contra el suelo.
―No volváis a hacer eso ―le pidió sin aliento.
Tal susto recibió, que decidió tomar el mismo recorrido que el sabueso. Sin meditarlo apenas, llevó a cabo la misma acción que realizó la última vez que vio a un vampiro; huir. Giró sobre sus talones, conteniendo el malestar físico que le había producido ver aquellos colmillos. Con la imagen, una pequeña ventana a su pasado se había abierto, una ventana descompuesta y macabra. No sabía la dirección que tomaba, simplemente deseaba alejarse. Esquivó las tumbas hasta alcanzar un claro carmesí. Carmesí… Ríos de sangre trazaban las briznas de hierba. El rojo goteaba a chorros desde el cuello abierto del sabueso. Sobre él, otro vampiro con los labios manchados de sangre. Sus ojos inmortales se clavaron en los de ella. Tsetsé contuvo la respiración. Absorbió su aura, fuera de control y hambrienta, famélica.
Amenazante.
En un parpadeó lo tenía encima. Parecía atormentado como si no comprendiera que le sucedía, pero el hambre era su único motor en aquel instante. La muchacha ahogó grito de pánico cuando sus colmillos rozaron su clavícula. El chillido se convirtió en palabras y de pronto el sobrenatural ya no podía acceder a ella. Nadie podía hacerlo. Él pareció tan confundido como ella. El campo de fuerza de la bruja se disolvió en su desconcierto, no recordaba saber hacer aquello. Pero su aturdimiento apenas duró unos segundos ya que cuando alzó el rostro, el vampiro estaba preparado para atacar de nuevo.
―Mis disculpas, si mi asunción le ha molestado. Una no anda con suficiente precaución en una gran ciudad como esta. Sobre todo en el cementerio, nadie camina por aquí a estas horas. Hoy es un día concurrido al parecer, nunca creía que me toparía con un perro y un…vampiros. Al parecer gran parte de la población de París está conformada por los de su tipo.
Trataba de añadir algo más cuando el sabueso regresó, gruñendo. Tsetsé se precipitó sobre el suelo para recoger una piedra y poder así defenderse. Sin embargo, Elías se le adelantó. Sus colmillos brillaron con la tez albina de la luna y el fulgor de sus ojos despertó los demonios de sus sueños. Tsetsé apretó los dedos alrededor de la piedra hasta que sus nudillos tornaron blancos. Ahí estaba, la máscara diabólica que gobernaba sus pesadillas… Tal fue su ensimismamiento que ignoró la huida del sabueso. Cuando consiguió salir de él, dejó que la piedra cayera contra el suelo.
―No volváis a hacer eso ―le pidió sin aliento.
Tal susto recibió, que decidió tomar el mismo recorrido que el sabueso. Sin meditarlo apenas, llevó a cabo la misma acción que realizó la última vez que vio a un vampiro; huir. Giró sobre sus talones, conteniendo el malestar físico que le había producido ver aquellos colmillos. Con la imagen, una pequeña ventana a su pasado se había abierto, una ventana descompuesta y macabra. No sabía la dirección que tomaba, simplemente deseaba alejarse. Esquivó las tumbas hasta alcanzar un claro carmesí. Carmesí… Ríos de sangre trazaban las briznas de hierba. El rojo goteaba a chorros desde el cuello abierto del sabueso. Sobre él, otro vampiro con los labios manchados de sangre. Sus ojos inmortales se clavaron en los de ella. Tsetsé contuvo la respiración. Absorbió su aura, fuera de control y hambrienta, famélica.
Amenazante.
En un parpadeó lo tenía encima. Parecía atormentado como si no comprendiera que le sucedía, pero el hambre era su único motor en aquel instante. La muchacha ahogó grito de pánico cuando sus colmillos rozaron su clavícula. El chillido se convirtió en palabras y de pronto el sobrenatural ya no podía acceder a ella. Nadie podía hacerlo. Él pareció tan confundido como ella. El campo de fuerza de la bruja se disolvió en su desconcierto, no recordaba saber hacer aquello. Pero su aturdimiento apenas duró unos segundos ya que cuando alzó el rostro, el vampiro estaba preparado para atacar de nuevo.
Tsetsé Verte- Hechicero Clase Baja
- Mensajes : 229
Fecha de inscripción : 13/05/2017
Localización : Burdel
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
Re: Una dignidad ficticia
Elián conocía los recelos de muchas personas conocedoras del mundo sobrenatural y no encontraba molestia en que se le prejuzgase o se fuese precavido en su presencia. Un vampiro era un ser que a fin de cuentas se alimentaba de humanos, bebía su sangre y acababa matando en la mayoría de ocasiones a su presa, si bien había excepciones como lo era él, eso no dejaba a su raza en mejor lugar. Por desgracia para Tsetsé, no era solo Francia, estaban por todo el mundo y bien escondidos entre la sociedad, les resultaba sencillo manipular a los humanos para hacerse pasar por ellos, algunos llevaban en el mundo tanto que podían gobernar zonas de este. -Entiendo su preocupación, no debe disculparse, mi raza no destaca por ser de las más pacíficas, se lo que un vampiro puede hacer aunque yo evite esa clase de comportamiento.- Expresó de forma calmada, tampoco quería dar mucha importancia a eso, cada vampiro era diferente, aunque hubiese patrones comunes.
No supo hasta que punto su imagen cambió cuando el perro se acercó hasta que la chica habló, recuperando al instante la compostura y sintiendo que había podido meter la pata. De todas las formas en las que pudo detener al perro aquella era la más sencilla y una que no entrañaba riesgos para el animal, huir asustado le parecía mejor que poder herirle. Y entonces la humana huyó, corrió hacia el cementerio presa del pánico, quedando Elián algo perplejo pues su cambio fue tan repentino, tan significativo que algo en su interior se removió, un sentimiento de culpabilidad. Suspiró, sin saber como proceder, podía ir tras ella para ver si estaba bien o dejarla correr, no importunarla más de lo que ya había hecho.
Fuera lo que fuese a hacer, cuando escuchó el grito no dudó en correr en la dirección de donde provenía, algo había pasado y no precisamente bueno. Al llegar encontró a la chica en el suelo, con el cuello sangrando y a un vampiro a cierta distancia de ella, este tenía la boca llena de sangre, se le notaba agitado. Estaba hambriento, no tenía mucho control sobre sí mismo y el cadáver del perro era prueba de ello, pero más aún la forma en que la miraba, casi relamiéndose, preparado para volver a atacarla y desangrarla. No le dejó, se puso delante, recibiendo el envite del vampiro y tuvo que agarrarle del cuello para empujarlo contra un árbol, llevándose en el proceso un zarpazo de la criatura, tenía las uñas algo largas pero ahogó la queja.
Miró a la hechicera entonces, llevándose la mano el vientre donde le arañó, su mano se manchó de sangre y de haber sido humano la preocupación ya se hubiera instalado en su rostro, pero Elián sabía que sanaría. -Quédate detrás de mi, me ocuparé de ese vampiro- No había traído armas a su paseo nocturno, tan solo llevaba una pequeña daga en su bota, por costumbre y sacó esta, girándola en su mano, cuando la bestia se levantó, corrió para embestir a Elián y ambos se enzarzaron en una pelea.
No supo hasta que punto su imagen cambió cuando el perro se acercó hasta que la chica habló, recuperando al instante la compostura y sintiendo que había podido meter la pata. De todas las formas en las que pudo detener al perro aquella era la más sencilla y una que no entrañaba riesgos para el animal, huir asustado le parecía mejor que poder herirle. Y entonces la humana huyó, corrió hacia el cementerio presa del pánico, quedando Elián algo perplejo pues su cambio fue tan repentino, tan significativo que algo en su interior se removió, un sentimiento de culpabilidad. Suspiró, sin saber como proceder, podía ir tras ella para ver si estaba bien o dejarla correr, no importunarla más de lo que ya había hecho.
Fuera lo que fuese a hacer, cuando escuchó el grito no dudó en correr en la dirección de donde provenía, algo había pasado y no precisamente bueno. Al llegar encontró a la chica en el suelo, con el cuello sangrando y a un vampiro a cierta distancia de ella, este tenía la boca llena de sangre, se le notaba agitado. Estaba hambriento, no tenía mucho control sobre sí mismo y el cadáver del perro era prueba de ello, pero más aún la forma en que la miraba, casi relamiéndose, preparado para volver a atacarla y desangrarla. No le dejó, se puso delante, recibiendo el envite del vampiro y tuvo que agarrarle del cuello para empujarlo contra un árbol, llevándose en el proceso un zarpazo de la criatura, tenía las uñas algo largas pero ahogó la queja.
Miró a la hechicera entonces, llevándose la mano el vientre donde le arañó, su mano se manchó de sangre y de haber sido humano la preocupación ya se hubiera instalado en su rostro, pero Elián sabía que sanaría. -Quédate detrás de mi, me ocuparé de ese vampiro- No había traído armas a su paseo nocturno, tan solo llevaba una pequeña daga en su bota, por costumbre y sacó esta, girándola en su mano, cuando la bestia se levantó, corrió para embestir a Elián y ambos se enzarzaron en una pelea.
Elián Alexius- Condenado/Vampiro/Clase Alta
- Mensajes : 31
Fecha de inscripción : 26/07/2017
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
Re: Una dignidad ficticia
Sus uñas retorcidas se reflejaron en las pupilas de la joven y después, fue el rostro de Elián el que lo hizo. El hombre, apartó al vampiro de ella. Salvándola. Tsetsé no dejó de contener el aliento en ningún momento. El miedo se convirtió en confusión que dio paso a una emoción turbulenta que incendió su sangre, convirtiéndola en veneno. Elián le dijo algo, pero sus palabras se solaparon unas sobre la otra y fue incapaz de entenderlas bajo la ebullición de su sangre en sus oídos. Estaba…
…furiosa. No como lo había estado minutos antes sobre la rama del árbol, sino de una forma distintita. El atentado contra su vida había prendido algo en ella, una sensación que no le pertenecía. Familiar pero ajena. La reconoció en una vida en la que se adaptaba a ella ahora, ni si quiera era buena anfitriona para aquel tipo de ardor. Sin embargo, cuando el resto de sus sentidos fueron embotados por la profunda ofensa que le había producido que aquella criatura la rozara si quiera, no tuvo oportunidad de detenerse…
Sus ojos nadaron erráticos en entre la escaramuza de ambos vampiros y se hundieron en los de su atacante. Hurgó en su cabeza con sus pupilas, como un parásito y, busco el interruptor que lo prendiera todo. Descosió sus labios para susurrar el hechizo que ni si quiera recordaba saber y el vampiro se detuvo. Lo vio jadear víctima de un súbito aturdimiento. Los insectos emergían bajo sus uñas y avanzaban velozmente por sus brazos, bajo sus ropas hasta su boca. Cubrieron sus ojos, sus oídos, su nariz… Qué lástima que la criatura ni si quiera tuviera la mínima sospecha de que aquello no era real sino una mera ilusión, quizás de aquella forma no hubiese comenzado a tirar de su piel el mismo. Enloquecido, desesperado… Ella ni si quiera sintió la mínima lástima. Víctima de su ilusión engañosa, el vampiro terminaría por acabar con su vida el solo.
Una sonrisa crepitó en los labios de la bruja. Una mueca, reflejo de un fantasma perdido en el pasado.
…furiosa. No como lo había estado minutos antes sobre la rama del árbol, sino de una forma distintita. El atentado contra su vida había prendido algo en ella, una sensación que no le pertenecía. Familiar pero ajena. La reconoció en una vida en la que se adaptaba a ella ahora, ni si quiera era buena anfitriona para aquel tipo de ardor. Sin embargo, cuando el resto de sus sentidos fueron embotados por la profunda ofensa que le había producido que aquella criatura la rozara si quiera, no tuvo oportunidad de detenerse…
Sus ojos nadaron erráticos en entre la escaramuza de ambos vampiros y se hundieron en los de su atacante. Hurgó en su cabeza con sus pupilas, como un parásito y, busco el interruptor que lo prendiera todo. Descosió sus labios para susurrar el hechizo que ni si quiera recordaba saber y el vampiro se detuvo. Lo vio jadear víctima de un súbito aturdimiento. Los insectos emergían bajo sus uñas y avanzaban velozmente por sus brazos, bajo sus ropas hasta su boca. Cubrieron sus ojos, sus oídos, su nariz… Qué lástima que la criatura ni si quiera tuviera la mínima sospecha de que aquello no era real sino una mera ilusión, quizás de aquella forma no hubiese comenzado a tirar de su piel el mismo. Enloquecido, desesperado… Ella ni si quiera sintió la mínima lástima. Víctima de su ilusión engañosa, el vampiro terminaría por acabar con su vida el solo.
Una sonrisa crepitó en los labios de la bruja. Una mueca, reflejo de un fantasma perdido en el pasado.
Tsetsé Verte- Hechicero Clase Baja
- Mensajes : 229
Fecha de inscripción : 13/05/2017
Localización : Burdel
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
Re: Una dignidad ficticia
El inquisidor se precipitó contra la bestia sedienta de sangre y no dudó en ningún momento en descargar golpes contra este ser, se cubrió como pudo de los que recibía de vuelta y echaba de menos armas más contundentes que la simple daga que estaba portando en su mano. Empezó a moverse con soltura, casi como un baile en el que cada uno de sus movimientos servían para dejar un corte en la piel del vampiro, que sabía no notaría apenas. Tendría que decapitar a este para asegurar que no se levantaba y la idea de hacerlo con una daga se le antojaba compleja, pero con su creatividad, algo podría inventar.
No se dio cuenta de lo que pasaba a su espalda, estaba tan centrado en el vampiro contra el que peleaba que no reparó en la hechicera, hasta que todo comenzó. Pudo ver a su contrincante parar de improvisto, el miedo en sus ojos, se empezó a mirar las manos y luego a arañarse todo el cuerpo, como si tratase de quitarse algo de encima. El vampiro era lo bastante antiguo y listo para saber que ella estaba haciendo algo, la miró incluso para sentir un pequeño escalofrío, su mirada no era la misma, parecía muy diferente. Cuando quiso ir a poner final a la vida del inmortal ya era tarde, este acabó matándose, se desangró de tantos zarpazos que autoinfligió, pero no le bastaba, el inquisidor cortó su cabeza para asegurarse, dejar que se convirtiese en cenizas.
Tras eso limpió la sangre de la daga en un pañuelo que sacó del bolsillo y la enfundó en su bota, en guardia por si esa hechicera intentaba lo mismo con él, no parecía la misma chica que conociera en el árbol. -Se ha acabado... parece que sois una caja de sorpresas, mademoiselle... pero deberíamos irnos de aquí ya, bastantes emociones fuertes por un día, ¿no le parece?- Comentó, mirando a esta, esperando no tener que salir de allí o enfrentarse a ella, no eran sus planes para esa noche, pero tal como había sucedido todo...
a saber, no podía bajar la guardia ni un momento.
No se dio cuenta de lo que pasaba a su espalda, estaba tan centrado en el vampiro contra el que peleaba que no reparó en la hechicera, hasta que todo comenzó. Pudo ver a su contrincante parar de improvisto, el miedo en sus ojos, se empezó a mirar las manos y luego a arañarse todo el cuerpo, como si tratase de quitarse algo de encima. El vampiro era lo bastante antiguo y listo para saber que ella estaba haciendo algo, la miró incluso para sentir un pequeño escalofrío, su mirada no era la misma, parecía muy diferente. Cuando quiso ir a poner final a la vida del inmortal ya era tarde, este acabó matándose, se desangró de tantos zarpazos que autoinfligió, pero no le bastaba, el inquisidor cortó su cabeza para asegurarse, dejar que se convirtiese en cenizas.
Tras eso limpió la sangre de la daga en un pañuelo que sacó del bolsillo y la enfundó en su bota, en guardia por si esa hechicera intentaba lo mismo con él, no parecía la misma chica que conociera en el árbol. -Se ha acabado... parece que sois una caja de sorpresas, mademoiselle... pero deberíamos irnos de aquí ya, bastantes emociones fuertes por un día, ¿no le parece?- Comentó, mirando a esta, esperando no tener que salir de allí o enfrentarse a ella, no eran sus planes para esa noche, pero tal como había sucedido todo...
a saber, no podía bajar la guardia ni un momento.
Elián Alexius- Condenado/Vampiro/Clase Alta
- Mensajes : 31
Fecha de inscripción : 26/07/2017
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
Re: Una dignidad ficticia
Era y, ya no era.
La criatura dejó de existir no sin antes llevarse consigo el placer de romperla por completo. La bruja contuvo la respiración con un afilado silbido. Su mirada astuta, se clavó en Elián. Cómo osaba degollar a quién era su presa, a quién ya había marcado con sus horrores. Quizás él merecía el mismo destino. La idea, tironeó de sus labios, pero la joven contuvo la mueca retorcida. Cuán placentero sería poder escarbar aquel precioso par de ojos. Sin embargo, se veían más bellos en su apuesto rostro. Además, ¿quién sería tan necio de acabar con la vida de quién le ofrecía alimento?
No quiso mirarse, prefería no mirarse. Bien sabía cómo Tsetsé trataba su propia dignidad. Nunca, ni en sus peores momentos se había visto con aquel tipo de vestimenta. Estaba cuanto menos, horrible. Tanto, que deseó destripar a la joven con sus propias manos. Sin embargo, al hacerlo, acabaría con su vida y aquello, si que no era inteligente.
Con la admirable elegancia de una gacela, se irguió y compuso su mejor expresión de confusión. La misma que Tsetsé llevaba consigo día tras día. Maldita tonta. Nunca se imaginó que pudiera resultar tan estremecedoramente lamentable. Pero la niña no aprendía, y es que cada vez que Ametz emergía, se volvía a esfumar en cuanto Tsetsé regresaba. Enterrada y sepultada y nada se volvía a saber de ella. Sin embargo, esa vez sería distinta.
Lentamente asintió. Cándida, extendió la mano para poder tomar el brazo de Elían y fingió temblor.
―M-mis disculpas. N-no sé qué ha podido ocurrir. Perdí el control, el miedo…E-estaba asustada―Miró al suelo y permitió que su cuerpo se encogiera de frío―.Si no le importa tomaré gratamente su oferta. En este estado, no soy capaz de distinguir mi camino…Tenéis un gran corazón.
La bruja agachó la cabeza y permitió que el hombre la guiara. Sin embargo, no era Tsetsé quién atendía el desarrollo de los acontecimientos. Sino Ametz. La bruja maldita de Zugarramurdi que aterrorizó a Logroño entero.
La criatura dejó de existir no sin antes llevarse consigo el placer de romperla por completo. La bruja contuvo la respiración con un afilado silbido. Su mirada astuta, se clavó en Elián. Cómo osaba degollar a quién era su presa, a quién ya había marcado con sus horrores. Quizás él merecía el mismo destino. La idea, tironeó de sus labios, pero la joven contuvo la mueca retorcida. Cuán placentero sería poder escarbar aquel precioso par de ojos. Sin embargo, se veían más bellos en su apuesto rostro. Además, ¿quién sería tan necio de acabar con la vida de quién le ofrecía alimento?
No quiso mirarse, prefería no mirarse. Bien sabía cómo Tsetsé trataba su propia dignidad. Nunca, ni en sus peores momentos se había visto con aquel tipo de vestimenta. Estaba cuanto menos, horrible. Tanto, que deseó destripar a la joven con sus propias manos. Sin embargo, al hacerlo, acabaría con su vida y aquello, si que no era inteligente.
Con la admirable elegancia de una gacela, se irguió y compuso su mejor expresión de confusión. La misma que Tsetsé llevaba consigo día tras día. Maldita tonta. Nunca se imaginó que pudiera resultar tan estremecedoramente lamentable. Pero la niña no aprendía, y es que cada vez que Ametz emergía, se volvía a esfumar en cuanto Tsetsé regresaba. Enterrada y sepultada y nada se volvía a saber de ella. Sin embargo, esa vez sería distinta.
Lentamente asintió. Cándida, extendió la mano para poder tomar el brazo de Elían y fingió temblor.
―M-mis disculpas. N-no sé qué ha podido ocurrir. Perdí el control, el miedo…E-estaba asustada―Miró al suelo y permitió que su cuerpo se encogiera de frío―.Si no le importa tomaré gratamente su oferta. En este estado, no soy capaz de distinguir mi camino…Tenéis un gran corazón.
La bruja agachó la cabeza y permitió que el hombre la guiara. Sin embargo, no era Tsetsé quién atendía el desarrollo de los acontecimientos. Sino Ametz. La bruja maldita de Zugarramurdi que aterrorizó a Logroño entero.
Tsetsé Verte- Hechicero Clase Baja
- Mensajes : 229
Fecha de inscripción : 13/05/2017
Localización : Burdel
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
Re: Una dignidad ficticia
La mirada de la joven fue muy distinta en esa ocasión, el vampiro no le quiso dar mucha importancia teniendo en cuenta que acababa de matar a uno de su misma raza, un salvaje que amenazó a la joven con sus colmillos. Su aura era la misma, pero con algún destello más intenso, no podía saber si seguía queriendo su compañía o se volvería también objetivo de sus poderes, en su intento de presentarse como una persona "normal" todo fue bien, pero no podía saber si aquel incidente iba a marcar el encuentro de ambos para mal, echar por la borda el acercamiento inicial para pasar a estar más a la defensiva.
La muchacha terminó de erguirse y pudo apreciar en ella cierta confusión, en su mirada, también por la forma en que alargó la mano para aceptar su brazo. El vampiro no dudó en ayudarla, en mostrarse lo más caballeroso posible, la joven era extraña, un misterio en toda regla y a partir de ese momento se andaría con cautela, para no hacer algo que pudiera confundir sus intenciones y provocarla de alguna forma, hacer que fuese su segunda víctima, pese a que el inquisidor no fuera tan fácil de matar.
Escuchó sus palabras con atención y tan solo sonrió, marcando el camino a paso lento para que no le costase trabajo por el frío que parecía tener ahora. -No se preocupe por eso, es una reacción natural ante el peligro, pensé que podía ocuparme de él, pero fue más rápida.- Anduvo con ella hasta que salieron del recinto del cementerio, buscando las calles parisinas y pensando donde debería llevarla a comer, quizá fuera tarde para un restaurante, eso lo verían una vez llegasen a la zona más central.
En cuanto al tema del corazón que mencionó antes, eso era relativo siendo lo que era. -Muchos dirían que un ser como yo carece de corazón, de alma, más si es alguien que seguro habrá tratado con gente de mi raza. Puede resultar extraño que no quiera hacer daño a la gente y a pesar del estigma que seguimos teniendo, soy la prueba más palpable de que no todos somos el mal.- La miró entonces, ajustándose mejor al agarre de su brazo. -Dígame que le apetece, con gusto la invitaré a cualquiera de los platos que más sacien su hambre, y le puedo proporcionar una agradable charla, es una mujer muy interesante, tiene un dominio bastante... peculiar de la magia para acabar con criaturas no mortales. ¿Lleva mucho tratando con vampiros?- Seguramente si, porque se asustó cuando mostró los colmillos, pero también se defendió hasta matarle de forma algo impasible.
La muchacha terminó de erguirse y pudo apreciar en ella cierta confusión, en su mirada, también por la forma en que alargó la mano para aceptar su brazo. El vampiro no dudó en ayudarla, en mostrarse lo más caballeroso posible, la joven era extraña, un misterio en toda regla y a partir de ese momento se andaría con cautela, para no hacer algo que pudiera confundir sus intenciones y provocarla de alguna forma, hacer que fuese su segunda víctima, pese a que el inquisidor no fuera tan fácil de matar.
Escuchó sus palabras con atención y tan solo sonrió, marcando el camino a paso lento para que no le costase trabajo por el frío que parecía tener ahora. -No se preocupe por eso, es una reacción natural ante el peligro, pensé que podía ocuparme de él, pero fue más rápida.- Anduvo con ella hasta que salieron del recinto del cementerio, buscando las calles parisinas y pensando donde debería llevarla a comer, quizá fuera tarde para un restaurante, eso lo verían una vez llegasen a la zona más central.
En cuanto al tema del corazón que mencionó antes, eso era relativo siendo lo que era. -Muchos dirían que un ser como yo carece de corazón, de alma, más si es alguien que seguro habrá tratado con gente de mi raza. Puede resultar extraño que no quiera hacer daño a la gente y a pesar del estigma que seguimos teniendo, soy la prueba más palpable de que no todos somos el mal.- La miró entonces, ajustándose mejor al agarre de su brazo. -Dígame que le apetece, con gusto la invitaré a cualquiera de los platos que más sacien su hambre, y le puedo proporcionar una agradable charla, es una mujer muy interesante, tiene un dominio bastante... peculiar de la magia para acabar con criaturas no mortales. ¿Lleva mucho tratando con vampiros?- Seguramente si, porque se asustó cuando mostró los colmillos, pero también se defendió hasta matarle de forma algo impasible.
Elián Alexius- Condenado/Vampiro/Clase Alta
- Mensajes : 31
Fecha de inscripción : 26/07/2017
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
Página 1 de 1.
Permisos de este foro:
No puedes responder a temas en este foro.
Miér Sep 18, 2024 9:16 am por Afiliaciones
» REACTIVACIÓN DE PERSONAJES
Mar Jul 30, 2024 4:58 am por Frederick Truffaut
» AVISO #49: SITUACIÓN ACTUAL DE VICTORIAN VAMPIRES
Miér Jul 24, 2024 2:54 pm por Nigel Quartermane
» Ah, mi vieja amiga la autodestrucción [Búsqueda activa]
Jue Jul 18, 2024 4:42 am por León Salazar
» Vampirto ¿estás ahí? // Sokolović Rosenthal (priv)
Miér Jul 10, 2024 1:09 pm por Jagger B. De Boer
» l'enlèvement de perséphone ─ n.
Sáb Jul 06, 2024 11:12 pm por Vivianne Delacour
» orphée et eurydice ― j.
Jue Jul 04, 2024 10:55 pm por Vivianne Delacour
» Le Château des Rêves Noirs [Privado]
Jue Jul 04, 2024 10:42 pm por Willem Fokke
» labyrinth ─ chronologies.
Sáb Jun 22, 2024 10:04 pm por Vivianne Delacour