AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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White lighthing (Priv. Keneti)
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White lighthing (Priv. Keneti)
Amadeus sonrió al recibirr esa carta a Keneti Harrison, un socio de su padre, aunque este odiaba a Amadeus desde que se hizo el nuevo Barón. Amadeus aún recordaba con odio como este le había dicho que nunca sería tan bueno como su padre, que nunca tendría dinero, que sería pobre, que le quitarían el titulo... esas palabras el día en el que Amadeus montó una fiesta pues se hizo barón, pero montó una fiesta después de la muerte de sus padres, no había trascurrido ni una semana. Amadeus lo recordaba aún todo, solo había pasado un año después de eso, un simple año y ya quería hacerse amigo del Duque más poderoso de Escocia... pero esa alianza sería muy beneficiosa para ambos, además el Duque era un hombre sabio y cuando vino a ver a Amadeus en la fiesta y montó ese escandalo Amadeus lo vio bastante atractivo... aunque el pobre estaba muy pálido para su gusto.
Esa noche Amadeus esperaba en el salón a Keneti, tocaba el piano mientras iba dando sorbos a su té de poleo menta, también esperaba a escuchar el carruaje del Duque llegar. La tormenta azotaba las ventanas de Amadeus, el agua, las gotas chocaban y se deslizaban por el cristal hasta quedar en el olvido, pero Amadeus seguía tocando su melodía, su canción... con los ojos cerrados... concentrado... Amadeus acabo de tocar la melodía cuando escucho un carruaje. Sería Keneti seguro.
Amadeus se puso un abrigo y un gorro y salió al exterior, el frío le dio un choque en la cara pues dentro se estaba caliente por el calor que desprendía la chimenea, Amadeus miró a Keneti junto con sus guardaespaldas. Amadeus también iba a contratar guardaespaldas.
Amadeus se acercó a Keneti con una sonrisa en el rostro y se quedó delante suyo mirándole a la cara, cara a cara con el que estropeo su fiesta, maldita sea... ¿Qué debería decirle? Tal vez una sonrisa, un apretón de manos... la mejor opción... ¿Qué sería lo que esperaba el noble?
—Hola señor Harrison...— Amadeus le dio un apretón de manos.—Soy Amadeus, hace un años nos vimos y bueno...— Seguro que el Duque aún le recordaba... Amadeus señalo la puerta.—Entremos, dentro se estará mucho mejor que aquí fuera...— Amadeus entro el primero y su ama de llaves ya estaba para guardar las chaquetas y sombreros y servir una bebida a Keneti, los guardaespaldas podrían esperar en el ático, allí su mayordomo les serviría tarta.—Tus guardaespaldas pueden estar en el ático mientras charlamos...— Amadeus se sintió suicida al decir eso, tal vez Keneti pensará que le iba a envenenar.
Amadeus entro al salón con Keneti y se sentó en un sofá, allí, en la mesita tenía su taza de té y bebería. Amadeus dio un sorbo a su té y miro a Keneti, sin duda era extraño que se conservará tan bien a sus treinta años, además no estaba casado, no tenía hijos, era el último de los Harrison... era raro siendo un noble tan apuesto y rico como él.
—Le he llamado pues quería preguntarle si quería empezar un negocio conmigo, como se habrá dado cuenta los Oberlin hemos pasado de Inglaterra a Inglaterra, Francia y ahora estamos pensando en abrir un negocio en Escocia, con usted y también se habrá dado cuenta de que he multiplicado las ganancias de mi padre...— Amadeus dio otro sorbo a su té y lo dejo en la mesa.—Mejor pediré algo de alcohol...— Amadeus abrió la puertecita de una estantería y saco dos copas y una botella de vino.—Espero que el vino le guste señor Keneti.— Amadeus sirvió el vino y le dio la copa a Keneti.—Yo no beberé vino aún... ah y si le apetece un puro puede pedirlo.— Amadeus volvió a llevarse su té a la boca.—El negocio sería un negocio de madera, creo que en Escocia hay de las mejores maderas del mundo... — Amadeus le sonrió.
Esa noche Amadeus esperaba en el salón a Keneti, tocaba el piano mientras iba dando sorbos a su té de poleo menta, también esperaba a escuchar el carruaje del Duque llegar. La tormenta azotaba las ventanas de Amadeus, el agua, las gotas chocaban y se deslizaban por el cristal hasta quedar en el olvido, pero Amadeus seguía tocando su melodía, su canción... con los ojos cerrados... concentrado... Amadeus acabo de tocar la melodía cuando escucho un carruaje. Sería Keneti seguro.
Amadeus se puso un abrigo y un gorro y salió al exterior, el frío le dio un choque en la cara pues dentro se estaba caliente por el calor que desprendía la chimenea, Amadeus miró a Keneti junto con sus guardaespaldas. Amadeus también iba a contratar guardaespaldas.
Amadeus se acercó a Keneti con una sonrisa en el rostro y se quedó delante suyo mirándole a la cara, cara a cara con el que estropeo su fiesta, maldita sea... ¿Qué debería decirle? Tal vez una sonrisa, un apretón de manos... la mejor opción... ¿Qué sería lo que esperaba el noble?
—Hola señor Harrison...— Amadeus le dio un apretón de manos.—Soy Amadeus, hace un años nos vimos y bueno...— Seguro que el Duque aún le recordaba... Amadeus señalo la puerta.—Entremos, dentro se estará mucho mejor que aquí fuera...— Amadeus entro el primero y su ama de llaves ya estaba para guardar las chaquetas y sombreros y servir una bebida a Keneti, los guardaespaldas podrían esperar en el ático, allí su mayordomo les serviría tarta.—Tus guardaespaldas pueden estar en el ático mientras charlamos...— Amadeus se sintió suicida al decir eso, tal vez Keneti pensará que le iba a envenenar.
Amadeus entro al salón con Keneti y se sentó en un sofá, allí, en la mesita tenía su taza de té y bebería. Amadeus dio un sorbo a su té y miro a Keneti, sin duda era extraño que se conservará tan bien a sus treinta años, además no estaba casado, no tenía hijos, era el último de los Harrison... era raro siendo un noble tan apuesto y rico como él.
—Le he llamado pues quería preguntarle si quería empezar un negocio conmigo, como se habrá dado cuenta los Oberlin hemos pasado de Inglaterra a Inglaterra, Francia y ahora estamos pensando en abrir un negocio en Escocia, con usted y también se habrá dado cuenta de que he multiplicado las ganancias de mi padre...— Amadeus dio otro sorbo a su té y lo dejo en la mesa.—Mejor pediré algo de alcohol...— Amadeus abrió la puertecita de una estantería y saco dos copas y una botella de vino.—Espero que el vino le guste señor Keneti.— Amadeus sirvió el vino y le dio la copa a Keneti.—Yo no beberé vino aún... ah y si le apetece un puro puede pedirlo.— Amadeus volvió a llevarse su té a la boca.—El negocio sería un negocio de madera, creo que en Escocia hay de las mejores maderas del mundo... — Amadeus le sonrió.
Amadeus Oberlin- Realeza Inglesa
- Mensajes : 78
Fecha de inscripción : 24/05/2017
Re: White lighthing (Priv. Keneti)
Keneti se dirigía a la vivienda de Amadeus, un muchacho al cual odiaba. Hacía un año Amadeus había hecho una fiesta ya que sería el nuevo Barón de la realeza Inglesa, y allí Keneti le había dicho a Amadeus todo lo que creía sobre él, le dejó muy mal en su fiesta, y ahora Amadeus quería verle.
Viajaba en un carruaje no muy grande, pero de los mejores que había, junto a sus dos guardaespaldas. Durante el viaje nadie habló, todo habría sido absoluto silencio si no fuera por el viento chocando contra el carruaje y las gotas de lluvia que caían. Todos conocían el odio que tenía Keneti hacia Amadeus y nadie entendía el porqué de esa visita, ni Keneti, y tampoco querían hablar de ello. Cuando alguien le recordaba a Keneti lo de la fiesta se ponía furioso y poner furioso a un vampiro no era muy buena idea.
Cuanto más cerca se encontraba de Inglaterra más frío hacía. Keneti solo llevaba una camisa y una levita negra para abrigarse, unos pantalones oscuros aguantados por unos tirantes, también oscuros, que heredó de su padre y un pequeño reloj de bolsillo. A él no le gustaba ir de oscuro. Su pálida piel se notaba mucho más, pero su padre le enseñó de pequeño que un hombre de su categoría debía mostrar elegancia, y en esos momentos el ir de oscuro era lo más elegante para un hombre.
Cuando llegó a la casa de Amadeus había una enorme tormenta. Sus dos guardaespaldas bajaron del carruaje y seguidamente ayudaron a bajar a Keneti.
Aunque Keneti intentaba taparse la cara con el brazo el viento chocaba en ella, y eso le molestaba.
Bajó del carruaje y se plantó al lado de sus dos guardaespaldas y justo vió acercarse a Amadeus. Keneti se fijó en el gorro, él quería un gorro en ese preciso momento.
—Muy buenas señor Oberlin — Keneti le devolvió el apretón — Sí claro, el pequeño Amadeus — Keneti rió — Yo soy Keneti. ¿hace bastante frío aquí fuera, no cree?—
Keneti siguió a Amadeus dentro, dio su levita a la ama de llaves, la cual le trajo una bebida —Muchas gracias señora, pero ahora mismo no tengo sed — sonrió a la ama de llaves.
Keneti dudó en dejar a sus guardaespaldas en el ático. Después de lo que le dijo en esa fiesta desconfiaba de Amadeus, podría aprovechar para vengarse y eso le asustaba. Pero finalmente decidió dejarlos, tampoco quería quedar mal.
Siguió a Amadeus hasta el salón y se sentó en un sillón, el cual se encontraba justo delante del sofá. Iba observando como Amadeus cogía esa pequeña taza y bebía. Tenía sed, pero sabía que solo podía beber vino...
— Me he dado cuenta de lo de las ganancias, sí, se habla mucho de eso... — no le gustó decir esas palabras, se alegraba de que quisiera abrir un negocio con él y por lo tanto de que hubiera multiplicado las ganancias, pero a la vez odiaba que Amadeus hubiera hecho eso, le parecía que Amadeus lo había dicho para hacerle ver que lo que Keneti le dijo hacía un año no era verdad... — ¿Perdone señor Oberlin, podría usted traerme algo de beber? Si no es molestia claro — Keneti miró la taza de te con un poco de amargura — aunque digamos que no soy de te — rió falsamente.
Amadeus le ofreció una copa de vino — muchas gracias, me encanta — Keneti era muy aficionado al vino, con solo probarlo podía saber de cual se trataba, cogió la copa y dio un sorbo — Un Valley Classic, el mejor vino inglés que he probado. No gracias, no soy mucho de fumar puros — tampoco le gustó mucho decir eso, aunque el vino estaba realmente delicioso y siguió escuchando a Amadeus — la mejor madera que podrás encontrar está en Escocia, está claro, pero de que tipo de negocio estamos hablando? — le parecía buena idea, pero Keneti se preocupaba mucho por su dinero y le aterrorizaba perderlo.
Viajaba en un carruaje no muy grande, pero de los mejores que había, junto a sus dos guardaespaldas. Durante el viaje nadie habló, todo habría sido absoluto silencio si no fuera por el viento chocando contra el carruaje y las gotas de lluvia que caían. Todos conocían el odio que tenía Keneti hacia Amadeus y nadie entendía el porqué de esa visita, ni Keneti, y tampoco querían hablar de ello. Cuando alguien le recordaba a Keneti lo de la fiesta se ponía furioso y poner furioso a un vampiro no era muy buena idea.
Cuanto más cerca se encontraba de Inglaterra más frío hacía. Keneti solo llevaba una camisa y una levita negra para abrigarse, unos pantalones oscuros aguantados por unos tirantes, también oscuros, que heredó de su padre y un pequeño reloj de bolsillo. A él no le gustaba ir de oscuro. Su pálida piel se notaba mucho más, pero su padre le enseñó de pequeño que un hombre de su categoría debía mostrar elegancia, y en esos momentos el ir de oscuro era lo más elegante para un hombre.
Cuando llegó a la casa de Amadeus había una enorme tormenta. Sus dos guardaespaldas bajaron del carruaje y seguidamente ayudaron a bajar a Keneti.
Aunque Keneti intentaba taparse la cara con el brazo el viento chocaba en ella, y eso le molestaba.
Bajó del carruaje y se plantó al lado de sus dos guardaespaldas y justo vió acercarse a Amadeus. Keneti se fijó en el gorro, él quería un gorro en ese preciso momento.
—Muy buenas señor Oberlin — Keneti le devolvió el apretón — Sí claro, el pequeño Amadeus — Keneti rió — Yo soy Keneti. ¿hace bastante frío aquí fuera, no cree?—
Keneti siguió a Amadeus dentro, dio su levita a la ama de llaves, la cual le trajo una bebida —Muchas gracias señora, pero ahora mismo no tengo sed — sonrió a la ama de llaves.
Keneti dudó en dejar a sus guardaespaldas en el ático. Después de lo que le dijo en esa fiesta desconfiaba de Amadeus, podría aprovechar para vengarse y eso le asustaba. Pero finalmente decidió dejarlos, tampoco quería quedar mal.
Siguió a Amadeus hasta el salón y se sentó en un sillón, el cual se encontraba justo delante del sofá. Iba observando como Amadeus cogía esa pequeña taza y bebía. Tenía sed, pero sabía que solo podía beber vino...
— Me he dado cuenta de lo de las ganancias, sí, se habla mucho de eso... — no le gustó decir esas palabras, se alegraba de que quisiera abrir un negocio con él y por lo tanto de que hubiera multiplicado las ganancias, pero a la vez odiaba que Amadeus hubiera hecho eso, le parecía que Amadeus lo había dicho para hacerle ver que lo que Keneti le dijo hacía un año no era verdad... — ¿Perdone señor Oberlin, podría usted traerme algo de beber? Si no es molestia claro — Keneti miró la taza de te con un poco de amargura — aunque digamos que no soy de te — rió falsamente.
Amadeus le ofreció una copa de vino — muchas gracias, me encanta — Keneti era muy aficionado al vino, con solo probarlo podía saber de cual se trataba, cogió la copa y dio un sorbo — Un Valley Classic, el mejor vino inglés que he probado. No gracias, no soy mucho de fumar puros — tampoco le gustó mucho decir eso, aunque el vino estaba realmente delicioso y siguió escuchando a Amadeus — la mejor madera que podrás encontrar está en Escocia, está claro, pero de que tipo de negocio estamos hablando? — le parecía buena idea, pero Keneti se preocupaba mucho por su dinero y le aterrorizaba perderlo.
Keneti Harrison- Vampiro/Realeza
- Mensajes : 11
Fecha de inscripción : 18/07/2017
Re: White lighthing (Priv. Keneti)
Amadeus sonrió, quería montar un negocio de muebles de madera Escocesa, podrían hacer los mejores muebles y lo más vendido en la alta sociedad. Amadeus acabo su té y se sirvió una copa de vino. Las ventanas era azotadas por la lluvia, cada vez tenía más miedo pues los relámpagos le daban miedo y estaban empezando a haber con más frecuencia. Amadeus se puso de pie y se puso vino en la copa con miedo aún por esos relámpagos.
—Perdón por estos nervios, es que me dan miedo los relámpagos...— Amadeus bebió de su copa de vino.—Un negocio de muebles para la clase alta quiero montar, seguro que podríamos aprovechar el buen apellido Oberlin y el apellido Harrison para vender a los amigos de nuestros padres.— Amadeus le dio un sorbo a su vino.
Amadeus miro a los ojos de Keneti, esos ojos... uno de un color y otro de otro... eso le daba toques muy bellos... Amadeus no podía dejar de mirarlos embobado, mientras estaban en silencio, con el sonido de la lluvia, con el sonido del cristal golpeado... pero un relámpago hizo a Amadeus dejar de mirar los ojos del aquel hombre.
—Sus ojos son... muy bonitos... pero uno es de un color y otro de otro... interesante...— Amadeus bebió de su copa de vino de nuevo.—Esto... ¿Por qué el último Harrison a sus treinta años no ha dado herederos?— Preguntó Amadeus con la intención de incomodar un poco a Keneti.—Yo aún soy joven, pero usted... usted pese a no parecerlo es mayor... supongo que nunca es tarde...— Amadeus le sonrió con una cara picara.
Amadeus tenía un hipótesis, era un vampiro, su palidez, su juventud, el no engendrar hijos... pero se controlaba muy bien los impulsos... Amadeus tenía una manera de demostrarlo, tocarle la mano, con eso podría saber si estaba vivo o muerto... si estaba caliente... si estaba frío... eso lo demostraría, aunque con el apretón quedaba claro que podría estar muerto, aunque claro, en el exterior el frío era increíble... Amadeus le sonrió.
—Voy a tocar el piano, he preparado una canción para usted... trata de un perdón...— Amadeus también pensó que trataba de que el había tenido en parte la culpa de la muerte de su padre.—Espero que sea de su agrado...— Amadeus se sentó en el piano y empezó a tocar, empezó a tocar esa dulce melodía con matices que harían que se le helará la sangre al escuchar esa canción, bueno, si tenía... y después le daría un roce en la mano para ver si estaba vivo o muerto.
La melodía empezaba y no terminaba, hasta que Amadeus le dio un fin y se acercó a Keneti y le rozo la mano, estaba fría, era un vampiro, era un vampiro por ello dijo lo del té, y Amadeus no se iba a quedar callado.
—¿Eres un vampiro?— Dijo Amadeus preguntándole con algo de terror en el rostro... ¿Y si no lo era y decía que estaba loco?
—Perdón por estos nervios, es que me dan miedo los relámpagos...— Amadeus bebió de su copa de vino.—Un negocio de muebles para la clase alta quiero montar, seguro que podríamos aprovechar el buen apellido Oberlin y el apellido Harrison para vender a los amigos de nuestros padres.— Amadeus le dio un sorbo a su vino.
Amadeus miro a los ojos de Keneti, esos ojos... uno de un color y otro de otro... eso le daba toques muy bellos... Amadeus no podía dejar de mirarlos embobado, mientras estaban en silencio, con el sonido de la lluvia, con el sonido del cristal golpeado... pero un relámpago hizo a Amadeus dejar de mirar los ojos del aquel hombre.
—Sus ojos son... muy bonitos... pero uno es de un color y otro de otro... interesante...— Amadeus bebió de su copa de vino de nuevo.—Esto... ¿Por qué el último Harrison a sus treinta años no ha dado herederos?— Preguntó Amadeus con la intención de incomodar un poco a Keneti.—Yo aún soy joven, pero usted... usted pese a no parecerlo es mayor... supongo que nunca es tarde...— Amadeus le sonrió con una cara picara.
Amadeus tenía un hipótesis, era un vampiro, su palidez, su juventud, el no engendrar hijos... pero se controlaba muy bien los impulsos... Amadeus tenía una manera de demostrarlo, tocarle la mano, con eso podría saber si estaba vivo o muerto... si estaba caliente... si estaba frío... eso lo demostraría, aunque con el apretón quedaba claro que podría estar muerto, aunque claro, en el exterior el frío era increíble... Amadeus le sonrió.
—Voy a tocar el piano, he preparado una canción para usted... trata de un perdón...— Amadeus también pensó que trataba de que el había tenido en parte la culpa de la muerte de su padre.—Espero que sea de su agrado...— Amadeus se sentó en el piano y empezó a tocar, empezó a tocar esa dulce melodía con matices que harían que se le helará la sangre al escuchar esa canción, bueno, si tenía... y después le daría un roce en la mano para ver si estaba vivo o muerto.
La melodía empezaba y no terminaba, hasta que Amadeus le dio un fin y se acercó a Keneti y le rozo la mano, estaba fría, era un vampiro, era un vampiro por ello dijo lo del té, y Amadeus no se iba a quedar callado.
—¿Eres un vampiro?— Dijo Amadeus preguntándole con algo de terror en el rostro... ¿Y si no lo era y decía que estaba loco?
Amadeus Oberlin- Realeza Inglesa
- Mensajes : 78
Fecha de inscripción : 24/05/2017
Re: White lighthing (Priv. Keneti)
Keneti escuchaba a Amadeus con interés. De tanto en tanto bebía de la copa y, aunque le encantaba ese vino no quería que lo pareciera. Los rayos iluminaban cada dos por tres el patio que se percibía desde la ventana y los relámpagos retumbaban por todo el salón, eso lo hacía estar seguro. Le encantaban las tormentas, la lluvia caer le tranquilizaba de alguna manera u otra. Vio levantarse a Amadeus un poco nervioso y Keneti sonrió, con la boca entrecerrada.
— Tranquilízate hombre, pareces un poco nervioso — Keneti rió haciendo gran estruendo — ¿Miedo a los relámpagos? Todo lo contrario hombre, es el cielo rebelándose contra los malos, si no ha hecho nada no debe preocuparse — En realidad Keneti creía que, como Amadeus le había pedido que fuera a verlo y quería hacerle daño, sí debía preocuparse — Tiene usted toda la razón, nuestros apellidos darían mucha fama a esos muebles, aunque bien mirado... — Keneti sabía perfectamente que por su parte los amigos de su padre sabían sobre el odio, y por tal de seguir siendo amigos de su família habían hecho ver que los odiaban también, por lo que mucha fama no veía — Bueno, es buena idea, nosotros abriendo un negocio... La reconciliación de las familias Oberlin y Harrison — esto último lo dijo en un tono mucho más bajo, le avergonzaba, pero a la vez le gustaba la idea de volver a llevarse bien.
Dejó de hablar por un momento, tomó su copa y bebió. Ya había hablado bastante. La mirada de Keneti observó todo su alrededor, hasta que sonó un relámpago y su mirada se fue directa a Amadeus. Aun odiarle, de alguna forma y por alguna razón se empezaba a preocupar por el miedo de Amadeus a los relámpagos.
— Sí, así es, uno verde y el otro azul, a la gente suele darle miedo — Rió. Eso era cierto. La gente le solía decir que no era natural — ¿Como ha dicho? — Amadeus le acababa de preguntar por sus herederos. Hablar de eso le incomodaba y bastante — Más quisiera yo ser heredero, más no hay nadie que me ayude a conseguirlo — Había mentido un poco al Barón Inglés, decir que era estéril no le sentaba bien, un duque que no podía tener herederos era como tener un huerto donde no poder cosechar, no sirve para mucho.
Keneti se empezó a sentir incomodo. Pensó que Amadeus solo quería hablar de algo que no fueran negocios, pero de todos los temas de los que había tuvo que preguntar sobre lo que más incomodaba a Keneti.
— Claro, toque usted, lo escucharé encantado — Cuando Amadeus empezó a tocar esa melodía Keneti se acomodó bien en el sillón y volvió a coger la copa. Le encantaba el dulce sonido de las notas de los pianos, le maravillaba. Se lo quedó mirando embobado. ¡Era fantástico como tocaba el piano ese muchacho!
Cuando la melodía se acabó Keneti sonrió, le había encantado, estaba maravillado con el arte que tenía Amadeus aunque, cuando este le rozó la mano justo después de acabar se sintió incomodo otra vez. Keneti apartó lentamente la mano hacía su rodilla.
— ¿De donde saca las conclusiones de que soy un vampiro? — Keneti puso cara de sorprendido, sí, era un vampiro pero con la cara de aterrorizado que había puesto Amadeus no sabía exactamente que decir — ¿Y si lo fuera, que más daría? No haré daño a nadie — Keneti se levantó, se dirigió a Amadeus y le puso una mano en el hombro — Señor Oberlin, no tiene porqué poner esa cara, no le voy a hacer nada. He venido a hablar sobre el negocio y ya está, no a comerme a nadie — rió, intentando que Amadeus confiara un poco en él.
— Tranquilízate hombre, pareces un poco nervioso — Keneti rió haciendo gran estruendo — ¿Miedo a los relámpagos? Todo lo contrario hombre, es el cielo rebelándose contra los malos, si no ha hecho nada no debe preocuparse — En realidad Keneti creía que, como Amadeus le había pedido que fuera a verlo y quería hacerle daño, sí debía preocuparse — Tiene usted toda la razón, nuestros apellidos darían mucha fama a esos muebles, aunque bien mirado... — Keneti sabía perfectamente que por su parte los amigos de su padre sabían sobre el odio, y por tal de seguir siendo amigos de su família habían hecho ver que los odiaban también, por lo que mucha fama no veía — Bueno, es buena idea, nosotros abriendo un negocio... La reconciliación de las familias Oberlin y Harrison — esto último lo dijo en un tono mucho más bajo, le avergonzaba, pero a la vez le gustaba la idea de volver a llevarse bien.
Dejó de hablar por un momento, tomó su copa y bebió. Ya había hablado bastante. La mirada de Keneti observó todo su alrededor, hasta que sonó un relámpago y su mirada se fue directa a Amadeus. Aun odiarle, de alguna forma y por alguna razón se empezaba a preocupar por el miedo de Amadeus a los relámpagos.
— Sí, así es, uno verde y el otro azul, a la gente suele darle miedo — Rió. Eso era cierto. La gente le solía decir que no era natural — ¿Como ha dicho? — Amadeus le acababa de preguntar por sus herederos. Hablar de eso le incomodaba y bastante — Más quisiera yo ser heredero, más no hay nadie que me ayude a conseguirlo — Había mentido un poco al Barón Inglés, decir que era estéril no le sentaba bien, un duque que no podía tener herederos era como tener un huerto donde no poder cosechar, no sirve para mucho.
Keneti se empezó a sentir incomodo. Pensó que Amadeus solo quería hablar de algo que no fueran negocios, pero de todos los temas de los que había tuvo que preguntar sobre lo que más incomodaba a Keneti.
— Claro, toque usted, lo escucharé encantado — Cuando Amadeus empezó a tocar esa melodía Keneti se acomodó bien en el sillón y volvió a coger la copa. Le encantaba el dulce sonido de las notas de los pianos, le maravillaba. Se lo quedó mirando embobado. ¡Era fantástico como tocaba el piano ese muchacho!
Cuando la melodía se acabó Keneti sonrió, le había encantado, estaba maravillado con el arte que tenía Amadeus aunque, cuando este le rozó la mano justo después de acabar se sintió incomodo otra vez. Keneti apartó lentamente la mano hacía su rodilla.
— ¿De donde saca las conclusiones de que soy un vampiro? — Keneti puso cara de sorprendido, sí, era un vampiro pero con la cara de aterrorizado que había puesto Amadeus no sabía exactamente que decir — ¿Y si lo fuera, que más daría? No haré daño a nadie — Keneti se levantó, se dirigió a Amadeus y le puso una mano en el hombro — Señor Oberlin, no tiene porqué poner esa cara, no le voy a hacer nada. He venido a hablar sobre el negocio y ya está, no a comerme a nadie — rió, intentando que Amadeus confiara un poco en él.
Keneti Harrison- Vampiro/Realeza
- Mensajes : 11
Fecha de inscripción : 18/07/2017
Re: White lighthing (Priv. Keneti)
Amadeus estaba tenso, eso se notaba, el motivo era simple. Los vampiros bebían sangre humana, y cuanto más joven mejor era la sensación, la sangre era más deliciosa, llena de vida, pura... esa sangre era la que le gustaba a todos los vampiros. Amadeus siempre había querido ser inmortal, pero no podría serlo desde tan joven, tal vez en un año le beneficiara y podría pedírselo como favor a Keneti. Amadeus quería ver si en el futuro la sociedad aceptará su condición sexual.
—Bueno... supongo que te creeré pues te controlas muy bien para ser tan joven... o sea no hará muchos años que eres inmortal... ¿Verdad?— Amadeus se sentó en el sofá.—¿Continuamos la charla?— Amadeus sonrió, aunque el vampiro le había pedido explicaciones.—Tu piel... eso te ha delatado, también la juventud y la piel blanca.— Amadeus bebió de su copa.
La lluvia azotaba los cristales, pero cada vez se volvía más calmada, aunque los relámpagos no cesaban y el corazón de Amadeus latía con fuerza por el terror de estar con un vampiro y los relámpagos, seguro que Keneti escuchaba su corazón y se sentía incomodo con esta situación, tenía miedo de que Keneti se hartará de él.
—¿Por que lugar abriríamos las fábricas?— Amadeus dio un sorbo a su vino.—En Londres están las mejores fábricas, pero tenemos el problema de que costaría dinero transportar la madera de Edimburgo a Londres y de Londres a París costaría mucho dinero, lo mejor sería hacer un fábrica en Edimburgo y pasarla a París, aquí podríamos abrir una tienda... tengo contactos para ello, seguro que están dispuestos a comprar los primeros muebles y así conseguimos más clientes, incluso podríamos regalarle unos pocos al palacio royal para que se enamoren más todavía...— Amadeus le rozó un poco la mano sin querer a Keneti.—Perdón...— Amadeus se sonrojo y se levantó hasta ponerse enfrente de la chimenea.
Amadeus se sentó en el taburete del piano y sacó su reloj de bolsillo, estaba haciéndose tarde, por lo tanto mandaría a preparar camas a su ama de llaves, tal vez quisiera quedarse a dormir... Amadeus volvió a sentarse al lado de Keneti y le miro a los ojos, esos ojos le hipnotizaban, ¿Tal vez le estaba empezando a gustar el que una vez fue su enemigo más odiado? Sería mejor no enamorarse, un vampiro así nunca mantendría una relación con Amadeus Oberlin, simplemente no le entraba en la cabeza.
—¿Usted ha tenido pareja o algo así?— Amadeus miro su copa.—Es decir... ¿Está soltero? Creo que podría buscarle... novia...— Dijo Amadeus para excusar sus preguntas.—¿Es católico? Podría buscarle una pareja creyente, atea, con título, rica, pobre...— Amadeus no sabía que decir exactamente.
—Bueno... supongo que te creeré pues te controlas muy bien para ser tan joven... o sea no hará muchos años que eres inmortal... ¿Verdad?— Amadeus se sentó en el sofá.—¿Continuamos la charla?— Amadeus sonrió, aunque el vampiro le había pedido explicaciones.—Tu piel... eso te ha delatado, también la juventud y la piel blanca.— Amadeus bebió de su copa.
La lluvia azotaba los cristales, pero cada vez se volvía más calmada, aunque los relámpagos no cesaban y el corazón de Amadeus latía con fuerza por el terror de estar con un vampiro y los relámpagos, seguro que Keneti escuchaba su corazón y se sentía incomodo con esta situación, tenía miedo de que Keneti se hartará de él.
—¿Por que lugar abriríamos las fábricas?— Amadeus dio un sorbo a su vino.—En Londres están las mejores fábricas, pero tenemos el problema de que costaría dinero transportar la madera de Edimburgo a Londres y de Londres a París costaría mucho dinero, lo mejor sería hacer un fábrica en Edimburgo y pasarla a París, aquí podríamos abrir una tienda... tengo contactos para ello, seguro que están dispuestos a comprar los primeros muebles y así conseguimos más clientes, incluso podríamos regalarle unos pocos al palacio royal para que se enamoren más todavía...— Amadeus le rozó un poco la mano sin querer a Keneti.—Perdón...— Amadeus se sonrojo y se levantó hasta ponerse enfrente de la chimenea.
Amadeus se sentó en el taburete del piano y sacó su reloj de bolsillo, estaba haciéndose tarde, por lo tanto mandaría a preparar camas a su ama de llaves, tal vez quisiera quedarse a dormir... Amadeus volvió a sentarse al lado de Keneti y le miro a los ojos, esos ojos le hipnotizaban, ¿Tal vez le estaba empezando a gustar el que una vez fue su enemigo más odiado? Sería mejor no enamorarse, un vampiro así nunca mantendría una relación con Amadeus Oberlin, simplemente no le entraba en la cabeza.
—¿Usted ha tenido pareja o algo así?— Amadeus miro su copa.—Es decir... ¿Está soltero? Creo que podría buscarle... novia...— Dijo Amadeus para excusar sus preguntas.—¿Es católico? Podría buscarle una pareja creyente, atea, con título, rica, pobre...— Amadeus no sabía que decir exactamente.
Amadeus Oberlin- Realeza Inglesa
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Fecha de inscripción : 24/05/2017
Re: White lighthing (Priv. Keneti)
Keneti se sentó otra vez en el sillón, rellenó su copa de vino hasta la mitad y dejó ir un suspiro.
— Muchas gracias señor, aunque tampoco me parece que sea muy joven, tengo mis años — Keneti rió — y la verdad es que llevo 9 años siendo immortal... Puede que a usted le parezca poco, pero para mí es mucho —A Keneti le encantaba esto de ser vampiro, pero nueve años le parecían muchos — claro, la charla. Pero antes respondame, de donde sacó las conclusiones de... — Keneti notaba el nerviosismo de Amadeus y no quería volver a decir esa palabra, vampiro — Ya, esto de ir de negro la resalza mucho más, como lo odio — Keneti rió y bebió.
Esto de que Amadeus supiera lo de que era vampiro no le hacía mucha gracia, podría asustarle en cualquier momento sin querer, hacer que le echaran de ahí y quedarse sin negocio... Cruzó las piernas, y miró a la ventana. Cada vez la tormenta aflojaba, su tranquilizadora tormenta, sus maravillosos truenos y sus iluminados rayos... Miró a Amadeus. Keneti creía que se sentiría mal al ir a ver a Amadeus, pero la verdad es que se sentía comodo, a gusto.
— Podríamos abrir las fábricas en Londres — Keneti pensaba que ya que el negocio era del barón Inglés, abrirla cerca de él no era mala idea — ¿Una fabrica en Edimburgo? La tendríamos que poner cerca del Palacio Real de Holyroodhouse, donde me hospedo... Supongo que ya sabes lo que me pasa con el sol, y si tengo que ir alguna vez preferiría tenerla cerca — Lo que más odiaba Keneti en el mundo era el buen tiempo, solo por lo de que no podía ponerse al sol, por el simple hecho de que mientras todos podían salir él debía quedarse encerrado o salir con ropa que le avergonzaba.
Amadeus le rozó la mano y Keneti le miró a los ojos de golpe — No, tranquilo — Keneti rió, pero esta vez de una manera un poco más nerviosa. Giró la cara finjiendo que le había dado tos, ya que se puso un poco enrojecido y se le notaba mucho a causa de su clarísima piel. Cuando se calmó volvió a girar la cabeza, esta vez para mirar a Amadeus sentado en el tamburete. Cuando le vio levantarse miró hacia la ventana, para disimular.
Cogió su copa y bebió, despacio, intentando comprender lo que había pasado. Amadeus le había rozado la mano y se había puesto rojo. Cada vez que Amadeus le miraba se ponía nervioso. ¿Le pasaba algo? Intentó calmarse.
—¿Parejas? Bueno, las típicas parejas que uno tiene de joven, como todo el mundo — rió, aunque Keneti sabía que solo había salido con dos personas, con un chico muy amigo suyo y con una muchacha del lugar donde pasaba los veranos, pero no quería decir eso, ya que ser de su orientación no era muy bine reconocido — Ahora mismo estoy soltero, eso es, pero no hace falta que me busque novia, no estoy para muchachas ahora —volvió a reír — No señor Oberlin, no soy católico, lo siento — se sintió mal al decir eso, alomejor Amadeus por no ser católico ya no querría abrir un tienda con él.
Keneti sacó disimuladamente el reloj de su bolsillo y lo miró, ya era tarde — Perdone señor Oberlin, ya es un poco tarde y me quedan dos días de viaje de vuelta, si no le es molestia, podríamos hablar por carta — Keneti se lo estaba pasando bien, estaba a gusto, pero el viaje era largo y no le gustaba estar mucho fuera de casa.
— Muchas gracias señor, aunque tampoco me parece que sea muy joven, tengo mis años — Keneti rió — y la verdad es que llevo 9 años siendo immortal... Puede que a usted le parezca poco, pero para mí es mucho —A Keneti le encantaba esto de ser vampiro, pero nueve años le parecían muchos — claro, la charla. Pero antes respondame, de donde sacó las conclusiones de... — Keneti notaba el nerviosismo de Amadeus y no quería volver a decir esa palabra, vampiro — Ya, esto de ir de negro la resalza mucho más, como lo odio — Keneti rió y bebió.
Esto de que Amadeus supiera lo de que era vampiro no le hacía mucha gracia, podría asustarle en cualquier momento sin querer, hacer que le echaran de ahí y quedarse sin negocio... Cruzó las piernas, y miró a la ventana. Cada vez la tormenta aflojaba, su tranquilizadora tormenta, sus maravillosos truenos y sus iluminados rayos... Miró a Amadeus. Keneti creía que se sentiría mal al ir a ver a Amadeus, pero la verdad es que se sentía comodo, a gusto.
— Podríamos abrir las fábricas en Londres — Keneti pensaba que ya que el negocio era del barón Inglés, abrirla cerca de él no era mala idea — ¿Una fabrica en Edimburgo? La tendríamos que poner cerca del Palacio Real de Holyroodhouse, donde me hospedo... Supongo que ya sabes lo que me pasa con el sol, y si tengo que ir alguna vez preferiría tenerla cerca — Lo que más odiaba Keneti en el mundo era el buen tiempo, solo por lo de que no podía ponerse al sol, por el simple hecho de que mientras todos podían salir él debía quedarse encerrado o salir con ropa que le avergonzaba.
Amadeus le rozó la mano y Keneti le miró a los ojos de golpe — No, tranquilo — Keneti rió, pero esta vez de una manera un poco más nerviosa. Giró la cara finjiendo que le había dado tos, ya que se puso un poco enrojecido y se le notaba mucho a causa de su clarísima piel. Cuando se calmó volvió a girar la cabeza, esta vez para mirar a Amadeus sentado en el tamburete. Cuando le vio levantarse miró hacia la ventana, para disimular.
Cogió su copa y bebió, despacio, intentando comprender lo que había pasado. Amadeus le había rozado la mano y se había puesto rojo. Cada vez que Amadeus le miraba se ponía nervioso. ¿Le pasaba algo? Intentó calmarse.
—¿Parejas? Bueno, las típicas parejas que uno tiene de joven, como todo el mundo — rió, aunque Keneti sabía que solo había salido con dos personas, con un chico muy amigo suyo y con una muchacha del lugar donde pasaba los veranos, pero no quería decir eso, ya que ser de su orientación no era muy bine reconocido — Ahora mismo estoy soltero, eso es, pero no hace falta que me busque novia, no estoy para muchachas ahora —volvió a reír — No señor Oberlin, no soy católico, lo siento — se sintió mal al decir eso, alomejor Amadeus por no ser católico ya no querría abrir un tienda con él.
Keneti sacó disimuladamente el reloj de su bolsillo y lo miró, ya era tarde — Perdone señor Oberlin, ya es un poco tarde y me quedan dos días de viaje de vuelta, si no le es molestia, podríamos hablar por carta — Keneti se lo estaba pasando bien, estaba a gusto, pero el viaje era largo y no le gustaba estar mucho fuera de casa.
Keneti Harrison- Vampiro/Realeza
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Fecha de inscripción : 18/07/2017
Re: White lighthing (Priv. Keneti)
Amadeus cogió del brazo a Keneti, no se podía ir con la que estaba cayendo, además acababa de llegar y aunque no tuviera sangre para darle podría... darle un poco de su propia sangre para probarla, seguro que la sangre azul sabía de forma diferente, más deliciosa para un vampiro... además era demasiado interesante para que se fuera tan pronto, quería saber más y más aún y no habían cerrado el trato ni siquiera.
—No te vayas... me gustaría que te quedarás un rato más... acabas de llagar y... puedo preparar camas y además debería comprarse una propiedad en París... ahora que abriremos el negocio y... por favor no se vaya... se lo ruego señor Harrison.— Amadeus puso ojitos de cordero y cara de niño bueno.—Podría hacer algo...— Amadeus fue hasta el cajón y con una cuchilla se hizo un corte en el brazo, así el vampiro no pasaría hambre.—No vas a pasar hambre...— Dijo Amadeus acercando su brazo sangrante al vampiro.
Amadeus sintió el dolor del corte, le dolía, mucho le dolía ese corte y ni siquiera podía quejarse, había sido idea suya... ¿Pero por qué había hecho eso? Amadeus estaba confuso. Pero la sangre que no dejaba de brotar iba a acabar de dejar de cicatriz y el vampiro acabaría cayendo, no se contendría a morder y sorber su sangre. Le aterrorizaba la idea de que un vampiro bebiera de él, pero debía admitir que desde que sus padres eran socios Amadeus siempre había visto a Keneti, de lejos pero eso le vasto para empezar a gustarle, le hablaban tan bien de él... pero desde la fiesta esos sentimientos se fueron rompiendo, pero ahora volvían a aflorar. Era extraño.
—Perdón... no quiero que sufras conteniéndote.— Amadeus le miro con los ojos aún tristes.—Tengo una idea mejor...— Amadeus sabía que se contendría, así que simplemente dejo caer su sangre en la copa de Keneti en la que aún quedaba vino, si le gustaba tanto ahora le iba a gustar más.
Amadeus fue arrastrando los pies hasta la cocina, allí su ama de llaves estaba ayudando a la cocinera a cortar un pastel para los guardias de Keneti, y aprovechando que se habían quedado les prepararía una habitación a ellos también.
—Prepara habitaciones para los invitados.— Amadeus dijo eso y regreso al salón.—Keneti, ya le he dicho que preparé la habitación, no tiene escapatoria.— Amadeus echo una carcajada y se sentó en el sillón, su herida ya estaba cicatrizando.
—No te vayas... me gustaría que te quedarás un rato más... acabas de llagar y... puedo preparar camas y además debería comprarse una propiedad en París... ahora que abriremos el negocio y... por favor no se vaya... se lo ruego señor Harrison.— Amadeus puso ojitos de cordero y cara de niño bueno.—Podría hacer algo...— Amadeus fue hasta el cajón y con una cuchilla se hizo un corte en el brazo, así el vampiro no pasaría hambre.—No vas a pasar hambre...— Dijo Amadeus acercando su brazo sangrante al vampiro.
Amadeus sintió el dolor del corte, le dolía, mucho le dolía ese corte y ni siquiera podía quejarse, había sido idea suya... ¿Pero por qué había hecho eso? Amadeus estaba confuso. Pero la sangre que no dejaba de brotar iba a acabar de dejar de cicatriz y el vampiro acabaría cayendo, no se contendría a morder y sorber su sangre. Le aterrorizaba la idea de que un vampiro bebiera de él, pero debía admitir que desde que sus padres eran socios Amadeus siempre había visto a Keneti, de lejos pero eso le vasto para empezar a gustarle, le hablaban tan bien de él... pero desde la fiesta esos sentimientos se fueron rompiendo, pero ahora volvían a aflorar. Era extraño.
—Perdón... no quiero que sufras conteniéndote.— Amadeus le miro con los ojos aún tristes.—Tengo una idea mejor...— Amadeus sabía que se contendría, así que simplemente dejo caer su sangre en la copa de Keneti en la que aún quedaba vino, si le gustaba tanto ahora le iba a gustar más.
Amadeus fue arrastrando los pies hasta la cocina, allí su ama de llaves estaba ayudando a la cocinera a cortar un pastel para los guardias de Keneti, y aprovechando que se habían quedado les prepararía una habitación a ellos también.
—Prepara habitaciones para los invitados.— Amadeus dijo eso y regreso al salón.—Keneti, ya le he dicho que preparé la habitación, no tiene escapatoria.— Amadeus echo una carcajada y se sentó en el sillón, su herida ya estaba cicatrizando.
Amadeus Oberlin- Realeza Inglesa
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Re: White lighthing (Priv. Keneti)
Keneti dejó la copa de vino encima la mesa, aunque no se la había terminado y se levantó del sillón, pero cuando iba a ir hacia la puerta alguien le agarró del brazo. Keneti se volteó rapidamente y vio a Amadeus.
— Señor Oberlin, debo irme… — Keneti sabía que llovía y que era muy peligroso viajar con ese temporal, pero le quedaban muchas horas de viaje y estaba cansado — Bueno, si me pone usted esa cara no me puedo negar — Keneti rió, pero no fue durante mucho tiempo. Siguió con los ojos a Amadeus, que se había apartó de él y a Keneti le cambió la cara, ahora parecía asustado — Que va a… ¡No señor! — Keneti volteó la cabeza por tal de no mirar el ensangrentado brazo de Amadeus que cada vez se acercaba más, no quería hacer daño a Amadeus — Porfavor, señor Oberlin, aparte eso de mí, se lo suplico — Keneti se contenía, le costaba mucho pero lo hacía — Amadeus, por favor, apártate… — Acababa de llamar a Amadeus por su nombre. Eso para Keneti era una falta de respeto enorme. Solo si conocía muy bien a la persona, tenía algún parentesco o alguna amistad lo hacía, aunque alguna que otra vez lo había hecho cuando estaba nervioso, y ahora lo estaba y mucho.
Keneti se había acostumbrado a beber sangre lo mínimo que necesitaba, el vino hacía el resto. Pero toda bestia, ya sean vampiros, lobos o cualquier otro animal, tienen su parte salvaje dentro y a veces no pueden contenerse. Y si Keneti veía sangre le costaba mucho más contenerse...
— Sigue siendo mala idea señor… — Keneti dijo esto en voz muy baja mientras se apartaba de la mesa. Él sabía que si probaba esa sangre, aún estando mezclada con el vino y le gustaba le costaría mucho más contenerse — Aunque mejor que morderle… — Keneti se acercó a la mesa lentamente, cogió la copa y dio un pequeño sorbo. Se quedó mirando la copa fijamente, el vino ahora tenía un gusto mucho más bueno, le encantó. Los ojos se le pusieron brillantes, una sonrisa se dibujó en su rostro, y bebió de un trago el vino que le quedaba en la copa.
Cuando Amadeus volvió a entrar Keneti giró la cara, no quería que le viera. Tenía los ojos muy brillantes, fruto del maravilloso sabor que tenía el vino. No quería asustar a Amadeus — Es usted muy cortés señor Oberlin, gracias — Keneti seguía sin mirarle — Y… — Keneti se giró, aún con los ojos un poco brillantes — Si me hubiese llegado a gustar su sangre me hubiera costado mucho más contenerme, lo siento — Keneti se acercó a Amadeus, cogió su brazo y miró la herida — No debía haber hecho eso… — Keneti se quedó mirando a la cara a Amadeus durante un rato y soltó su brazo — ¿Así que están preparando la habitación? ¿Y mis guardaespaldas? — Keneti se sentó en el sillón. Estaba un poco tenso y tenia miedo de que se le notara.
— Señor Oberlin, debo irme… — Keneti sabía que llovía y que era muy peligroso viajar con ese temporal, pero le quedaban muchas horas de viaje y estaba cansado — Bueno, si me pone usted esa cara no me puedo negar — Keneti rió, pero no fue durante mucho tiempo. Siguió con los ojos a Amadeus, que se había apartó de él y a Keneti le cambió la cara, ahora parecía asustado — Que va a… ¡No señor! — Keneti volteó la cabeza por tal de no mirar el ensangrentado brazo de Amadeus que cada vez se acercaba más, no quería hacer daño a Amadeus — Porfavor, señor Oberlin, aparte eso de mí, se lo suplico — Keneti se contenía, le costaba mucho pero lo hacía — Amadeus, por favor, apártate… — Acababa de llamar a Amadeus por su nombre. Eso para Keneti era una falta de respeto enorme. Solo si conocía muy bien a la persona, tenía algún parentesco o alguna amistad lo hacía, aunque alguna que otra vez lo había hecho cuando estaba nervioso, y ahora lo estaba y mucho.
Keneti se había acostumbrado a beber sangre lo mínimo que necesitaba, el vino hacía el resto. Pero toda bestia, ya sean vampiros, lobos o cualquier otro animal, tienen su parte salvaje dentro y a veces no pueden contenerse. Y si Keneti veía sangre le costaba mucho más contenerse...
— Sigue siendo mala idea señor… — Keneti dijo esto en voz muy baja mientras se apartaba de la mesa. Él sabía que si probaba esa sangre, aún estando mezclada con el vino y le gustaba le costaría mucho más contenerse — Aunque mejor que morderle… — Keneti se acercó a la mesa lentamente, cogió la copa y dio un pequeño sorbo. Se quedó mirando la copa fijamente, el vino ahora tenía un gusto mucho más bueno, le encantó. Los ojos se le pusieron brillantes, una sonrisa se dibujó en su rostro, y bebió de un trago el vino que le quedaba en la copa.
Cuando Amadeus volvió a entrar Keneti giró la cara, no quería que le viera. Tenía los ojos muy brillantes, fruto del maravilloso sabor que tenía el vino. No quería asustar a Amadeus — Es usted muy cortés señor Oberlin, gracias — Keneti seguía sin mirarle — Y… — Keneti se giró, aún con los ojos un poco brillantes — Si me hubiese llegado a gustar su sangre me hubiera costado mucho más contenerme, lo siento — Keneti se acercó a Amadeus, cogió su brazo y miró la herida — No debía haber hecho eso… — Keneti se quedó mirando a la cara a Amadeus durante un rato y soltó su brazo — ¿Así que están preparando la habitación? ¿Y mis guardaespaldas? — Keneti se sentó en el sillón. Estaba un poco tenso y tenia miedo de que se le notara.
Keneti Harrison- Vampiro/Realeza
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