Out the Mist: Willem's ID

Datos

Nombre: Cyril / Willem van der Decken.
Edad: Aparenta unos 28 años, pero en realidad tiene 2297 aproxidamente.
Especie: Vampiro.
Tipo de clase social o cargo: Clase media.
Orientación sexual: Asexual.
Lugar de Origen: Esparta, Peloponeso.

Habilidades

► HABILIDADES Y ATRIBUTOS INNATOS:

→ Habilidades: Sigilo, sentidos aumentados, buenos reflejos, agilidad, flexibilidad, velocidad y fuerza sobrehumana.
→ Atributos: Colmillos afilados, uñas afiladas (en algunos casos), piel y cuerpo resistentes (aunque suave al tacto y a la vista), e inmortalidad.

► PODERES INNATOS:

→ Sanación acelerada: Habilidad para sanar rápidamente heridas y contusiones no tan graves (esto no aplica al desmembramiento, si les arrancan un brazo, el brazo no volverá a crecer). El tiempo de recuperación varía según el personaje y la gravedad de la herida o lesión. Cuando se trata de balas de plata o fuego pueden morir si las heridas son muy graves.
→ Percepción del aura: Habilidad para ver las auras de otros seres, cuyos colores indican su humor, identidad y nivel de hostilidad, de este modo saben si están bajo amenaza. Este poder también les permite reconocer a otros vampiros e identificar a los licántropos gracias a su aura colorada y su característico olor.

► PODERES DESARROLLADOS:

→ Inflingir dolor por medio de la mente: Capacidad que consiste en infringir dolor a una persona. Esto sólo funciona por medio de la concentración mental y el contacto visual.
→ Confusión: El vampiro puede hacer que su víctima se sienta completamente desorientada sin más que mirarle a los ojos y hablar con él. La víctima sólo será consciente de fragmentaos sueltos de sus propios recuerdos. Se sentirá confuso constantemente y vagará de un lado a otro, aturdido y sin saber que hacer exactamente. La confusión es temporal.
→ Telepatía: Habilidad para sondear los pensamientos superficiales de cualquier sujeto cercano y escucharlos como escucharía hablar a esa persona. Con el tiempo suficiente, puede enterarse casi de cualquier cosa sobre el sujeto.

Personalidad

Lo primero que se le puede venir a la mente a cualquiera al ver a Cyril (o Willem), es que es un tipo demasiado tranquilo, y hasta un tanto condescendiente. ¿Mito o realidad? Un poco de cada una, para ser honestos. Si bien Cyril puede llegar a ser un sujeto sosegado, que mantiene el equilibrio de su mente como estilo de vida, la realidad tiende a ser otra. Aquello es simplemente una faceta que ha tomado, no para protegerse ni escudarse, sino porque así le es más fácil lidiar con el resto; sin demasiadas complicaciones, sin ahondar tanto en cuestiones que hasta le parecen prácticamente innecesarias. Pero si tiene que dejar salir el lado más ruin suyo, lo hace, ¡y listo! Un problema menos en su no-vida. Por supuesto, e insistiremos en ello, aquella sería sólo una medida que tomaría en casos extremos, cuando la situación así se lo exija, de lo contrario, seguirá con su calma habitual, ignorando si el mundo se está cayendo a su alrededor o no.

Y siendo como un mar en calma, con la particularidad de desatar tempestades, ¿podría considerarse sensato? Sí, ¿por qué no? Desde que era un crío siempre actuó con justa inteligencia, sin precipitarse porque sí. ¡Para nada! A él le gustaba aguardar el tiempo suficiente para atacar, porque así tenía la posibilidad de medirse con el enemigo, de estudiarlo y así reconocer sus puntos débiles. Fue justamente eso lo que lo hizo un buen compañero del rey Pausanias, ganándose un lugar importante en su ejército.

Cyril, o Willem, no sólo es alguien reflexivo, sino también práctico. Así es, si bien se asegura de tener las cosas bastante claras antes de dar un paso en falso, cuando toma la iniciativa, no se cuestiona mucho y va por sus objetivos sin mirar atrás. No le cuesta, en lo más mínimo, tomar decisiones, al contrario, tiende a ser lo suficientemente seguro como para que, a estas alturas, los hombres de su tripulación lo admiren por gozar de una absoluta seguridad en sus acciones. Es por eso que Cyril ha desarrollado con el tiempo una fortaleza emocional eficaz, lo que lo ayuda a mantener más sus pensamientos en orden y actuar con suficiente lógica. Claro, no fue algo que vino solo, aquello tuvo que irlo practicando con el pasar de los años. Porque sí, hubo un momento en el que casi, sólo casi, estuvo por volverse completa y absolutamente loco.

Por supuesto, cabe decir, que de esa conducta desquiciante quedaron secuelas, sobre todo en su humor. Si bien Cyril solía ser un hombre mucho más ameno de trato y hasta un poco risueño, ahora parece alguien hermético, quien puede fastidiarse con facilidad. Sí, sólo fastidiarse, porque para hacerlo enojar en serio, se requiere de mucho hincapié, ya que no es tan fácil como parece, aunque su mal genio pueda considerarse una posibilidad tremenda para quererlo atacar. Quizá ya no conserve la misma paciencia, ni la capacidad de ignorar, como en antaño. Aun así, intenta no caer en provocaciones, ni mucho menos cuando la situación no lo merece.

Él no intenta hacerse el interesante, pero no es fácil que pase desapercibido en la mayoría de los casos. Es tal vez muy humilde, aunque su orgullo puede contradecirlo en un par de veces; él sólo es un vampiro más...

Historia

Capítulo I



Cyril fue el nombre que se le dio al momento de su nacimiento, hace ya varios siglos atrás, en pleno apogeo del mundo clásico. Así es, Cyril perteneció a la sociedad espartana, convirtiéndose en un personaje anónimo más, alguien que quizá no pasó desapercibido en aquel entonces, pero sí para la historia. En fin, que sí, que nació en una familia bien acomodada de la época, que entrenó para convertirse en un excelente soldado, y más etcéteras. Nada diferente a la vida de un joven espartiata cualquiera. Quizá, lo más diferente en la vida de Cyril fue haberse codeado con quien, más adelante, se convertiría en uno de los diarcas. Así es, él compartió arduas horas de entrenamiento con Pausanias, el descendiente del linaje de los Agíadas, y sería uno de sus soldados más fieles. Cyril se ganó a pulso su puesto, debido a su excelente desenvolvimiento en ámbito militar. Él era, sin duda, un magnífico estratega y un hombre lo bastante leal para que Pausanias no lo hiciera a un lado en su ejército. ¿Y por qué no? También pudieron haberse considerado amigos, incluso luego de la batalla de Platea, en donde tuvieron que cubrirse las espaldas mutuamente, asegurándole la victoria a Esparta.

Él pudo ser ese tipo de hombres que nacieron para ser guerreros, aquellos que sólo dedicaban su existencia a la batalla. Y nada más lejos de la realidad. Cyril estuvo siempre al lado de Pausanias, apoyándolo en todo momento, incluso, cuando los demás decidieron traicionarlo, gracias a la envidia insana de Agis, Cyril fue el único que no le dio la espalda y mantuvo en secreto todos sus excesos. Pero Agis se encargó de alejar a Cyril de su compañero, pues siempre lo había considerado un obstáculo potencial, sobre todo cuando se acercó a Cassandra para convencerla de que no fuera a seguirle el juego Agis, enterándose de otras cosas que jamás pudo contar a Pausanias, porque antes de eso, Cyril fue prácticamente desterrado. Justo después de aquel incidente, recibió la inmortalidad en un momento en el que su vida pendía de un hilo, debido a la trampa mortal que le había puesto el diarca Euripóntida.

Pero cuando Cyril decidió regresar y urdir su venganza en contra de Agis, se topó con la desagradable noticia de que Pausanias estaba “muerto”, o al menos eso se le hizo creer. Aun así, él no se creyó del todo aquellas palabras, y supo, para muy sorpresa suya, que su camarada había pasado por lo mismo que él: ahora ambos eran vampiros. Y no sólo eso, fueron creados por el mismo tipo, por el que Cyril no sentía ninguna clase de agradecimiento, al contrario, odiaba su nueva naturaleza. Sin embargo, hizo su mayor esfuerzo para mantenerse lo suficientemente cuerdo, en comparación a Pausanias, que cada vez iba perdiendo más la cabeza. Aunque, entre todo ese caos, lo único que verdaderamente aplaudió Cyril fue la muerte (asesinato más bien) de su creador en manos del otro espartano. Aquello, quizá, lo animó a seguirle los pasos por diferentes lugares, ayudándolo a idear nuevas maneras de seguir reinando desde las sombras. Sobra decir que Cyril vivió la grandeza de un imperio tan vasto como lo fue el Imperio Romano, y fue justamente por ese entonces que conoció a la única persona (mortal) por la que mostró un poco de humanidad, y por quien cambió su rigidez habitual. Una joven esclava a la que su compinche espartano terminó dándole el don de la inmortalidad. A ella le tomó el aprecio que no había sentido por nadie, ni siquiera siendo humano.

Capítulo II

Pero todo lo que comienza tiene que acabar, y al cabo de un tiempo, Cyril decidió dejar las andanzas con Ciro (antes Pausanias), incluso abandonar (de cierto modo) a la joven pelirroja por la que tanta estima había sentido, para así dedicarse a forjar su propia existencia. Era un tipo que no podía quedarse quieto en ningún lugar, y por eso se apartó de todo lo que lo ligaba a su pasado, adoptando diferentes nombres, sumando más conocimiento en cada expedición que hacía. Sentía que el mundo le era aún demasiado grande para su no-vida y siempre quiso ir más allá, quedándose como observador en diferentes situaciones, cuando su interés podía más que sus ganas de ir a explorar otros sitios que fueran de su particular curiosidad. Prácticamente, ese espíritu forjado en la guerra, había sido sosegado por su necesidad de conocer cada vez más. Lamentaba el hecho de dejar a Ciro a un lado, sin embargo, Cyril estuvo dispuesto a aprovechar su no-vida de la mejor manera posible, o al menos lo intentaría.

Sin embargo, hubo una época en la que a Cyril le regresaron esas ganas de volver al campo de batalla, de luchar por el motivo que fuese, le daba igual. Su parte espartana, esa que estaba acostumbrada a la guerra, fue tentada en determinado período de la historia. Así es, Cyril fue provocado por todo lo que daría inicio a las Cruzadas. Aunque, no ahondaremos en todos los detalles concernientes a tales acontecimientos, pues no acabaríamos nunca, cabe destacar los motivos que condujeron al vampiro a participar en ellas. Primero, y a pesar de no ser del todo creyente, decidió participar en las expediciones hacia Tierra Santa, alegando protegerla de la supuesta invasión musulmana, lo que le proporcionó a Cyril más información de aquellas costumbres más que a sus propios compañeros; incluso tuvo participación en la batalla de Manzikert, y aunque la victoria no se la llevó el bando suyo, fue algo completamente satisfactorio para él, lo que lo animó a ser partícipe de la Primera Cruzada.

Cuando, y luego de la Primera Cruzada, se funda la Orden de los Pobres Compañeros de Cristo y del Templo de Salomón, Cyril es invitado a unirse por uno de los hombres más cercanos a Hugo de Payns. Se convirtió en uno de sus representantes más notables. ¿Y qué decir? Para él significó una época gloriosa, a la que dedicó todas sus energías, a pesar de ser un vampiro, el día no era impedimento para que aportara lo mejor de sí para conseguir lo que representaba alimento para su hambriento espíritu. Pero al momento en que la Orden del Temple fue acorralada para destruirla, Cyril fue el único que no huyó de Tierra Santa, en realidad se quedó, haciéndole creer a los otros caballeros que había muerto...

Tras haber permanecido un tiempo en Tierra Santa, decide regresar a tierras mediterráneas, y es ahí en donde, convencido por Roger de Flor, se une a su tripulación, hasta que aquel fue asesinado por el mismísimo emperador Andrónico II, quien también quería la cabeza de Cyril, pero el vampiro fue mucho más rápido y huyó, demasiado lejos para considerarlo vivo.

Capítulo III

Cyril se mantiene alejado del mar por un largo período, luego de haberse establecido en el actual continente asiático, recorriendo sus ciudades y perdiéndose entre sus costumbres por un tiempo considerable. Incluso luego permaneció un tiempo en India, dejándose maravillar por la rica cultura de la región, pero más de una mujer, con quien se enredó en aquel entonces. Sin embargo, cuando ella descubrió lo que él era en realidad, suplicándole convertirla también, Cyril se negó rotundamente y decidió dejar a un lado lo que por una vez le había traído tranquilidad desde que partió de Esparta. Así fue como llegó hasta Asia Oriental, ahí se quedó gracias a las sabias palabras de un monje tibetano, quien lo ayudó a recobrar de nuevo su paz interior, pues a Cyril poco a poco le empezaban a afectar todas sus experiencias negativas, y básicamente todo el mal que había causado a otros al participar en tantas guerras. Se estaba desquiciando tanto como lo había hecho su antiguo compañero Pausanias.

Pero, al ser un hombre que no paraba quieto en ninguna parte, Cyril decide regresar a Europa, encontrándose escenarios de conflictos totalmente diferentes, de los que no quiso participar en lo absoluto. Ya casi trescientos años después de la última Cruzada en la que participó, es tentado de nuevo por los ávidos corsarios, y es ahí en donde conoce a uno bastante particular, quien, además, se dedicaba a las artes arcanas y sembraba terror entre los marinos, debido a su extrañísima fama. Cyril al descubrir las intenciones del nigromante, decide advertir a otros más, pero es inútil, así que él mismo decide hacerse cargo de aquel hombre terrible, quitándole el navío y usurpando su nombre. Tiempo más tarde dejaría de ser Cyril, el antiguo espartano, para convertirse en Willem van der Decken.

Con toda una tripulación bajo su mando, un barco que bien era ambicionado por muchos, el nuevo Willem decide ir hasta las nuevas tierras descubiertas. Y como la historia de la conquista de América es tan vasta, sólo podemos decir que Willem quiso permanecer en el nuevo continente por largo tiempo, apenas regresando a Europa en viajes ocasionales, pero lo bastante breves como para no querer quedarse por mucho. Sin embargo, cuando su pasado decide arremeter contra él, regresa con la única intención de refugiarse en las tierras en donde nació y creció. Fue durante su estadía que descubrió todo lo que había ocurrido con sus antiguos conocidos, que estaban tan vivos como él. Incluyendo aquella joven esclava a la que tanta estima le había tomado. Sintió la ligera tentación de verla, más no tuvo el valor de hacerlo, así que partió, esta vez, hacia oriente.

Capítulo IV

Después de más de dos mil años de existencia, ¿qué más puede esperar? El cuarto capítulo de su no-vida empezará a escribirse con su llegada a territorio francés... Cyril ha cerrado ciclos, incluso ahora osa en llamarse a sí mismo Willem van der Decken, y ahora mismo no sabe qué más podría esperar, aparte de continuar en ese perpetuo naufragio de no saber a dónde pertenece realmente.

Datos Extras

—A pesar de ser asexual, puede decirse que ha hecho un par de excepciones en toda su vasta existencia.
—Sólo pocos conocen su nombre real. Ha ido prácticamente dándole seudónimos a cualquiera, precisamente, porque lo considera algo muy personal.
—Estuvo a punto de volverse loco antes de llegar a la actual región del Tíbet. Aún conserva el mala (rosario budista) que le fue dado por el monje tibetano que lo ayudó.
—Está al tanto de que aquella joven esclava pelirroja es actualmente la reina de Los Países Bajos, justamente del lugar en donde se originó la leyenda del navío que ahora él mismo lidera.
—Le ha hecho seguimiento a Ciro desde las sombras, sin querer reunirse del todo con él. Aunque ya está empezando a considerarlo como una posibilidad.
—Tiene la ligera sensación que el Willem real no se ha ido por completo de este mundo, y mucho menos la bruja que lo acompañaba. Ambos eran nigromantes demasiado peligrosos. Incluso cree que Helga está más cerca de lo que se imagina.
—Jamás le reveló a Ciro el porqué de su repentina desaparición, y menos lo que descubrió después, que nada tenía que ver del todo con Agis. No tenía el valor para seguir atormentándolo después de la terrible traición que sufrió.
—Gracias a sus expediciones, ha aprendido diferentes idiomas, y prácticamente se ha convertido en un coleccionista de antigüedades de todas las culturas ancestrales que ha ido conociendo.