Long way to reason || Priv. Brendan

por **Lennart Von Kessler** Lun Sep 11, 2017 4:06 am

Para cuando dieron las 4 de la tarde, el Conde ya estaba agobiado de ver tantas caras serias, y tanto juego de bigote. Había tenido la esperanza de que aquella pequeña reunión clandestina con algunos de los hombres más acaudalados de Paris (y menos legales, debía añadir) diera sus frutos, sin embargo, no encontró manera. A medida que pasaban los minutos, se sentía más como un idiota, delante de la pizarra en la que tan cuidadosamente había dibujado el mapamundi, con las susodichas rutas de seda actuales y la nueva que había ideado y quería implementar.

Uno de los hombres, a quien llamaría Copa Alta, porque no se había presentado ni quitado el maldito sombrero desde que entró (como si planeara irse deprisa, o escondiera los pocos pelos de su cabeza bajo el sombrero), no había cambiado ni un poco la cara de perro en todo ese tiempo, y Lennart ya comenzaba a desesperar.

“No está muy claro lo que pretende, Conde”
“Si, esa ruta se ha usado durante décadas, es la que es”

Y luego se preguntaba la humanidad porqué iban tan lentos en todo, y porqué habían tardado tanto tiempo en aceptar que la Tierra era redonda.

- Con el debido respeto, la nueva ruta les ahorra tres días completos de envío. Estamos hablando de un ahorro de 70 francos por cargamento. ¿No ven las ventajas? Actualmente, realizáis un pedido el lunes 4 de agosto, y llega a destino el 12 del siguiente mes. De esta manera, lo realizáis el 4, y llega el 9 del siguiente mes. Humildemente, creo que no tiene pérdida.

Vio al grupo de hombres negar de nuevo, mirándose unos a otros, y en situaciones como esas el Conde se preguntó que le hizo meterse a comercio de artículos de lujo. Porque no eligió algo más soportable, como grano, o azúcar. – Maldita sea, ¿no ven que ahorran tiempo? ¿Cuán contentas estarían sus esposas de recibir lo que sea que pidan 3 días ant…?

Oyó revuelo en la calle, el grito de un agente y luego muchedumbre, y se extrañó, imaginando que debía de ser algún ladronzuelo o vete tú a saber. La sorpresa llegó cuando vio la figura entrar de un salto por la ventana, y el cómo los distintos hombres barbudos, incluyendo Copa Alta, se alzaron aprovechando la situación, para dar la reunión por finalizada.

Ahora si que mataba a alguien. Ahora si que le daban ganas de dimitir, de romper la pizarra y tirarla a un lado. Quien lo viera le tomaría por loco. Lo tomaría por… Fue directo hacia el chico, cogiéndole del antebrazo, creyó en un inicio que se trataba de un crío, hasta que miró bien al contrario y le soltó.

-¿Qué demoni…?

Vio al agente, delante de la ventana, quieto, al reconocerle, y el Conde tardó en reaccionar.

-¿Todo bien, Señor?

Lennart asintió levemente, sin saber muy bien porqué. Tal vez por la cara del otro, o porque había sido un día largo, o porque el maldito agente llevaba un bigote que bien le recordaba al de Copa Alta.

-Yo me encargo. -Mencionó, a tiempo de ver al agente marcharse, y entonces dirigió la vista al chico otra vez. - ¿Habéis robado o algo…? ¿O tenéis afición por escalar ventanas…?

por **Brendan C. Wulff** Lun Sep 18, 2017 12:03 pm

-¡Deténganlo! ¡¡No lo dejen escapar!

Gritaba el viejo, acompañado por dos policías que me venín pisando los talones. No sé cómo era capaz de mover sus piernas con tremenda masa corporal que poseía. Era un auténtico cerdo en el sentido estricto de la palabra. No comía para vivir, vivía para comer (De sólo recordar el cómo es que hablaba, salpicando todo, me daban ganas de devolver el estómago) Me abordó saliendo de un pequeño restaurante, dejándome en vergüenza delante de todos los transeúntes gritando de viva voz que yo era un delincuente, que le debía mucho dinero y que debía ir a la cárcel. La verdad es que no le debía nada a éste sujeto, pero una cosa era recibir cosas gratis y otra dejar meterme mano.

-¡Que no escape! ¡Corran! ¡Corran!

Aún podía escuchar su horrible voz detrás de mí. ¿Acaso ese hombre no se cansaba? no quería llamar demasiado la atención, suficientes problemas tenía ya, para que encima me señalara como un anormal y la inquisición fuera quien me tuviera en su lista de próximas capturas. La gente se hacía a un lado, murmurando. Hasta se atrevían a señalarme y le indicaban a los policías por dónde había pasado ¿Es que no tenían vida propia?

Doblé hacia la derecha penetrando a una especie de callejón que no tenía salida. El chirriar de una puerta me devolvió a la realidad, de alguna parte ha salido una señorita a depositar una gran bolsa de basura en algún rincón. Sin pensarlo dos veces, corrí hacia adentro, por una de las ventanas abiertas.

-¡Con permiso necesito pasar! -No estaba acostumbrado a irrumpir a lugares donde no era invitado, pero era tal mi desesperación, que mi instinto de supervivencia me obligaba a hacer cosas impensables e inimaginables.

Al parecer estaba adentro de algo que semejaba una cocina. Había muchos trastos y olor a residuos comestibles, más allá al fondo, justo del otro lado había otra puerta. Dirigí mis pasos hacia ahí y la empujé con fuerza. Me encuentraba en un pasillo estrecho con poca luz, que desembocaba hacia otra puerta. ¡Esto parecía un laberinto!

Ahora me estaba dentro de una estancia muy colorida con muebles de todos tamaños y mucha gente observándome con los ojos muy abiertos ¿Dónde es que me había venido a esconder? Me quedé congelado cuando ya no hubo más camino para escapar, estaba perdido.

Más dentro de toda la multitud, hubo un hombre que salió a dar la cara, haciéndose cargo ¿sería el dueño?

-No he robado nada...Es sólo que ser pobre es un delito en París...

Yo no lo era, pero salir de un sanatorio con andrajos puestos, te hacía una facha muy mala.

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