A shooting star (Libre)

por **Guillermina Danverinne** Dom Oct 22, 2017 7:43 pm

Llega a pasar que a veces no tenemos salida en la vida. Guillermina, al haber estado completamente recuperada volvió a su hogar en París. Su supuesto amante, al que había ignorado durante un tiempo ahora estaba sobre ella haciéndole la vida imposible, pero por suerte ahora estaba una semana o dos sola a su aire mientras que su amante secuestrador tenía una misión en no sé dónde. Guillermina no pregunto en absoluto porque poco le importaba.

Por lo que decidió mandar invitaciones a demasiadas residencias amigas de inquisidores para pasar el rato en una magnifica fiesta.

Sus armas descansarían debajo de los faldones de su vestido en la deliciosa velada que aconteciera dentro de unas horas en la tarde noche, su vestido de hecho lo estaban preparando y en este momento, Guillermina se encontraba leyendo un libro detenidamente a la luz de la ventana de su sala de estar, pero estaba quedándose adormecida por la paz que había en el ambiente. Estaba tan en paz que parecía mentira lo que había pasado hace unas semanas.

Ella, en una fría noche había conocido a un joven llamado Soren el cual la había ayudado a no coger frio, pero después estaba aquel licántropo del cual no supo porque se centró en ella. Era extraño. Cuando un licántropo...cuando un hombre se transforma pierde la mayor parte de raciocinio humano por lo que le resulto raro que se detuviera como si la estuviera reconociendo de alguna manera. Era inquisidora, sí, pero de igual modo era extraño la situación. Nunca pudo imaginarse que pudiera salir de aquella situación con vida pero todo fue gracias a Soren de nuevo. Su ángel de la guarda o así quería pensar Guillermina, pero también sentía que aquella noche sería la última vez que lo vería, probablemente nunca le volvería a ver. El destino es traicionero con ella por lo que nunca o a lo mejor, Guillermina ya se hacía a la idea de que sería de aquella manera tan cruel y dejada.

Las doncellas la llamaron para decirle que estaba lista la comida y con el pase de las horas, la noche llego a su hogar además de la fiesta íntima pero que vinieron los que vinieron. Su vestimenta era cómoda, sencilla pero elegante. No quería sobresalir tampoco por lo que solamente unos bucles en su cabello, recogido y un vestido a tonos pastel le daban un toque suave y calmado además de verse hermosa con cualquier cosa que ella misma se pusiera. Los invitados llegaban y con ello el comienzo de la fiesta, pero la anfitriona, es decir, Guillermina no había salido a saludar.

Estaba en el balcón, observando el firmamento lleno de estrellas que pudieran darle un milagro aquella noche.

por **Oliver T. Bergstrøm** Jue Nov 02, 2017 10:40 pm

Una carta había llegado a donde me encontraba hospedado aquel hostal de mala muerte, al principio pensé que no era gran cosa a lo mejor algún niño rico que necesitaría protección o tal vez algún viejo que desee que libre a su “poblado” de pestes. Estaba muy cansado como para leerla así que me digné a dejarla con el resto de cartas dando paso a la siesta de la mañana, recién había llegado de un encargo. Pero cuando uno más desea dormir las personas alrededor no dejan a uno descansar, al instante en que mi cuerpo tocó las roídas sabanas, un golpe en seco en la puerta me despertó seguido de tres golpes y luego nada, silencio.

Caí en un sueño profundo y una voz en el me pedía que en la tarde fuera a una dirección, que él me había dejado todo lo que necesitaría saber en aquella carta que recibí y que no se me ocurriera arrojarla al fuego o él sería capaz de cobrárselas. Di un salto en la cama por aquella pesadilla de imágenes y de aquella voz amenazante, fui a lavarme la cara pensando que solo había sido eso, un mal sueño. Cuando regresé aquella carta estaba sobre mi cama, no tuve más remedio que abrirla.

Ahí estaba el apellido que no quería saber, con eso ya sabía lo que tenía que hacer. Luego de un baño rápido y de una inspección de armas fui al lugar pactado en aquel papel, era una casa en ruinas, quemada y destruida por completo solo quedaba en pie algunos cimientos pero sobre todo el jardín era lo único que no habían destruido, directo allá me fui para encontrarme con una mujer oculta entre las sombras, una vampyr rápidamente pensé y lo era por sus ojos

—Qué quieres, mujer. Para que me has llamado— la mujer sonrió con odio, como si quisiera matarme.

En eso una voz tras de mi advirtió el peligro junto a la daga que saque en el cuello de aquel hombre —Tranquilo— me advirtió —Estás aquí por un trabajo, sabes que te refirieron desde España— fue todo lo que dijo.

Yo ya sabía de quién se trataba, pero algo que detestaba era las malditas sorpresas.

La cita se daba en la propiedad de aquella mujer. Según los datos que recogí de ella era una de cuidado y que tenía enemigos por todos lados gracias a su fortuna y contactos; ya con eso me hacía una idea del tipo de persona; estaba recién llegada a la ciudad y requería de un guardaespaldas. Accedí, no es que me atraiga cuidar niños ricos pero en épocas de escases no se puede desperdiciar nada. El apellido era “Dumett” ya, eso era la muestra clara de jovencita mimada y consentida por sus padres para hacer sus caprichos a voluntad, la tendría difícil conmigo la muchachita esa. Cruce mis brazos sobre mi pecho y fue entonces que decidí hacer lo que mejor se hacer como su nuevo guardaespaldas, acompañarla a la fiesta siempre detrás de ella, pero antes de entrar a aquella mansión la pequeña mocosa me dejó afuera por mis pintas que no eran las apropiadas para evento al que fue invitada. Me negué enseguida y pase por afuera entrando por la puerta de servicio, por una de las ventanas de la parte de atrás- Lo que uno tiene que hacer para cuidar los traseros de aquellas mimadas.

por **Guillermina Danverinne** Miér Nov 22, 2017 6:43 pm

- Srta Danverinne – Comenzó a decir un criado de Guillermina – Los invitados han llegado y están esperando veros.

- Sí, enseguida voy – Dijo Guillermina no segura de lo que iba a hacer pero en realidad tenía que hacerlo.

Guillermina, con su vestido rosa pastel y no muy llamativo, comenzó a bajar las escaleras poco a poco. Sus pasos eran lentos y cuidadosos, podía escuchar los ruidos de la gente hablando, los sonidos de las copas chocando entre sí, como también la banda organizaba los entonamientos para la música que comenzara dentro de un rato. Estaba nerviosa, pero ella podía con todo y mucho más. Solamente tenía que ser valiente, sabía que aquel amante suyo y arrogante tenía cosas que hacer fuera de Francia por lo que podría estar completamente tranquila.

- Vale, puedo con esto – dijo para sí misma, se le cruzo la mirada con un hombre que no había invitado y que este estaba al parecer donde estaban sus guardias rondando. No se preguntó quién era pues evidentemente sabía que podría ser una especie de guardaespaldas de alguno o alguna de sus invitados. Prefirió dejarlo pasar y saludarle con una leve inclinación de cabeza como diciéndole al guardaespaldas que bienvenido aunque sea a vigilar a sus invitados y continuo su procedimiento hasta que finalmente, entrando con sus mayordomos y fieles fue dando la bienvenida a cualquiera que estuviera en la fiesta. Gente sin embargo se acercó a Guillermina, gente que conocía de antes y que desde siempre le han demostrado cierto grado de apoyo y satisfacción.

Comenzando la noche, Guillermina dio un pequeño discurso sobre los tiempos que corrían, abriendo así la noche de la fiesta y el baile. Todos al parecer estaban pasándoselo demasiado bien, como para poder estar quietos siquiera, pero Guillermina estaba siendo torturada por las conversaciones repetitivas que siempre escuchaba en cada fiesta de ricachones. Ella asentía cada vez alguien le decía nada o negaba para no levantar sospechas de que se estaba corriendo un muermo y entre medias bebía, no mucho pero al menos le daba algún que otro trago.

por **Oliver T. Bergstrøm** Sáb Dic 02, 2017 11:48 pm

Una noche de descanso era todo lo que pedía, podía ser mucho para algunos pero yo era lo más anhelaba luego de cuatro días incansables de trabajo como cuidador de traseros de señoritas necesitaba un momento para solo dormir y aun en contra de mi natural ser acepte una carta de cacería, una invitación para arrancar la cabeza de un vampiro que venía siendo problemas para un grupo. Ese grupo lo conocía, sabía lo que ellos querían un buen cebo para que ese imbécil bueno para nada apareciera.

Lo busqué por todo le lugar, en los bosques no estaba, por los pantanos tampoco, solo quedaba un lugar y no era de mi agrado. Me armé hasta los dientes, cuchillos en las botas de trabajo, entre las mangas con ese sistema automático, un hacha en mano y la ballesta la espalda sin olvidar dos armas de fuego en la cintura y algo de estacas de plata para ayudarme con la ballesta. Ese lugar es una trampa para nosotros, lo se mejor que nadie.

Solo puedo fumar esperando que aparezca, trepado en el árbol más grande que ha quedado en medio de lo que antes fue una casa observo una pareja muy cómica, una niña que sigue a mi presa —Interesante— susurro observando con mayor detenimiento.

Ambos se adentran a su nido, una casa de lo más extraña. Bajo sin arma en mano adentrándome también en su madriguera, esto se ponía bueno. La oscuridad del lugar hacía imposible ver solo algo de luna y un aroma de sangre era lo que podía seguir, suspire pero sentía a la mujer cerca. Me mantengo en silencio sin respirar y hacer sonidos lo suficiente para evitar mostrarme por el momento.

Ella avanza, suspiro y oigo su voz.

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