Léa Sophie Chastain.

Se trata de una mujer hecha a sí misma. Durante la mayor parte de su vida estuvo sometida a la voluntad de sus padres y después a la de su marido, pero siempre tuvo ese latigazo de libertad que ahora ha expandido por completo. Al quedar viuda conoció y reclamó la vida como deseaba, nadie tenía ya control sobre su estilo de vida o su velada profesión. Le dedica jornadas completas a su hija pequeña pero sin desatender todos los conflictos que genera ser las dueña -desde las sombras- de la armería clandestina. Pocos son los clientes que han llegado a conocerla, pero quienes lo hacen no debaten sobre su poder en el sector y el conocimiento que tiene sobre él, es poderosa sin ser arrogante, tajante sin llegar a deshumanizarse y sobre todo justa. A pesar de ser un negocio que muchos tildarían de peligroso, ella jamás lo ha visto así, ve las armas como algo necesario en la vida, algo hermoso que merece la pena valorar y saber usar. Siempre tiene la última palabra en cuanto a las ventas, pero el dinero siempre es el dinero y rara vez ha negado la compra a alguien –tan solo en ocasiones en que ha visto que se querían tan solo para dañar a otros-. Es generosa y no duda en ayudar a quien la necesita pero es muy consciente de que ella se ha ganado su fortuna y su posición y no tolera a los vagos o los aprovechados.

Hija del General del ejército francés, Léa Sophie creció siendo hija única, siendo la niña que toda madre quiere y parte del niño que todo padre desea. Fue educada para ser una señorita educada y correcta, ilustrada y versada en artes tales como la danza, el canto o el dibujo. Para su madre lo único que importaba eran dos cosas, que creciera sana y hermosa y que consiguiera un hombre bien posicionado que le asegurara una buena vida. Para su padre importaban más cosas –aunque esas eran indispensables también para él-, a pesar de ser insólito, la adiestró para la pelea cuerpo a cuerpo; nada del otro mundo pero que al menos pudiera defenderse si alguien trataba de dañarla, la enseñó a manejarse con el peso de una espada –por lo que sus brazos siempre han sido fuertes a pesar de su delgadez-, a disparar todo tipo de armas –ya que dada su posición en el ejército no tenía problema alguno para tenerlas en casa-. De su entrenamiento esa era su parte favorita, los rifles, las pistolas y revólveres, entrenó cada mañana desde los cinco años con ellas y a los dieciséis su padre la regaló la primera de su colección,  un pistolete del ejército del siglo XVI. A pesar de su aprendizaje no-común, las clases a las que tenía que asistir no eran menos estrictas que las de las demás jóvenes de su posición, pasaba dos horas diarias practicando ballet –pues esto estilizaba y fortalecía su cuerpo-, después tocaba el violín y el piano otras dos horas –para afinar su oído y saber permanecer en silencio-, tras ello iban el canto, la equitación y la lectura; el domingo iba a misa y podía descansar para el lunes volver a la rutina.

Así pasaron veinte años de su vida, hasta que uno de esos domingos –en la iglesia- la presentaron a un joven de prometedora carrera militar. Se trababa del hijo de un subordinado de su padre y, a pesar de las dudas iniciales de Léa, conectaron con rapidez. El noviazgo fue celebrado por ambas familias que veían como sus hijos encontraban a la persona perfecta sin pasar por los dramáticos amores desconvenientes del que muchas familias se tenían que hacer cargo para no ver mancillados sus apellidos. El amor de la pareja era real y la boda se celebró ese mismo año antes de que tanto su padre como –su ahora- marido tuvieran que irse desplegados al oeste. Los años pasaron entre idas y venidas, Léa continuó practicando muchas de las actividades que antes eran una obligación y por supuesto inmersa en el mundo de las armas. A pesar de saber dónde poder buscar modelos, siempre tenía la sensación de que no era suficiente, de que faltaba algún tipo de local donde hubiera una variedad tal que todo el que entrase quedara fascinado. Ese podía decirse que era su sueño y el legado de su padre para ella. Sin embargo, a su marido –a pesar de ser encantador y respetuoso- no le gustaba nada la idea de que su esposa estuviera rodeada de armas y todo ese mundo oscuro, así que prácticamente la prohibió usarlas y hablar de ello.

A pesar de sus prohibiciones y la recomendación de su madre de hacer caso a su marido, Léa se las apañó para –con gente de su confianza- montar una especie de negocio ilegal de pistolas, ilegal pues no era controlada por el ejército. Para conseguir correr la voz no hizo falta más que un par de ventas generosas y aquello comenzó a funcionar, ella no era la cabeza visible pero sí la que realmente gestionaba absolutamente todo, desde los pedidos hasta la selección de armas. Al mando, oficialmente, estaba uno de sus mejores amigos desde la infancia, que como ella estaba acostumbrado a ese mundo y la cubria las espaldas frente a su familia y el público, tan solo los mejores y más asiduos clientes llegaban a saber de “La dama de fuego”, un juego de palabras entre los rumores de que era una mujer quien dirigía el negocio y el nombre del mismo –Fuego-, por el tipo de armas que en él se vendían.

Los años pasaron, nueve concretamente en que disfrutó de dos vidas paralelas y perfectamente separadas la una de la otra, pero no fue hasta su décimo aniversario de boda cuando se quedó embarazada. La felicidad le salía por los cuatro costados, por fin se había dado el milagro que llevaban buscando durante tanto tiempo. Una niña preciosa llegó al mundo en diciembre, Élise Chastain, de increíbles ojos azules y el pelo moreno de su padre. Fueron años dichosos hasta que una revuelta en las afueras de la ciudad le arrebató a su esposo, dejándola viuda y con una niña de tres años a su cargo. Pasó por una etapa oscura, solitaria, en la que no quería apenas salir de casa y la costaba incluso pasar tiempo con Élise; pero el tiempo siempre la había fortalecido y retomar su negocio la endureció. Ahora ni sus padres ni nadie tenía poder sobre ella por lo que era una mujer libre, poderosa –a su manera y en su campo- e independiente. Empezaba una nueva etapa.

- Es hija del anterior general del ejército francés.

- Es hija única.

- Recientemente enviudó, quedando a cargo de su pequeña de tres años.

- Dirige la venta ilegal de armas en París, pero la cabeza visible del negocio es un buen amigo, ella tan solo aparece en rumores sobre la posibilidad de que en realidad sea una mujer quien regente la armería.