El sabor de la muerte [Libre]

por **Lakme** Vie Nov 24, 2017 5:05 am

Bélgica, 1917. I Guerra Mundial.

Vino ahora el invierno, tan repentino.
El mundo es desolación y desesperación, tanto que ni a los lobos le importa acercarse a la presencia del hombre, que tanto temen, tan solo por obtener un pedazo de carne entre tanta muerte y hambruna.

Los bosques empiezan a quedar atrás, dejando de ocultar la presencia y la tranquilidad de la naturaleza que se inunda en la frialdad.
La tierra que pisa bajo sus pies es puro barro resbaladizo que blanquecino comienza a dar señal de que por fin la nieve cuaja en ese invierno.

De un tironazo se arranca la máscara de gas que cae al suelo, y tose escupiendo la sangre de sus pulmones contaminados por aquel gas, creación del hombre de ahora.
Sus labios se mancillan del escarlata, y el milagro de inmortalidad obra curando sus órganos y su piel dolorida por la quemazón.
A pesar de tener el rostro sucio, sigue siendo la más hermosa. Hermosa y peligrosa a su vez, y más si no se alimenta desde hace días, y sus fuerzas han mermado.

Vagabundea muy cansada por zona hostil, busca la guerra, ya que espera que allí donde la muerte se alimenta, por fin todo finalice.

Abrigo enorme, robado de algún cadáver, arrastra consigo aquella “espada”. Si, esa espada que había visto en un pasado como atravesaba su pecho para volver a dormir aquella sombra que a veces le robaba la consciencia y luz.
Nunca pudo saber que significaban aquel tipo de runas, pero su poder había sido suficiente para calmarla. Nunca supo en que momento había aparecido en las manos de “él”, hasta aquel día de hoy, donde su objetivo era cumplir con el destino de la misma y entregársela a su dueño, ya sabiendo porque se la regalo.

Un disparo que se escapa entre las trincheras, el primero no acierta. Los soldados están hartos de la guerra, de esperar, tienen hambre, tienen frío... Sus creencia se quiebran, solo sueñan con volver sus hogares y morir en alguno rincón de aquella extranjeras tierras. Solo quieren que ocurra algo, y que en aquel tedio entre la muerte putrefacta se acabe. Sus ojos están ciegos, cansados, en hastío, solo pueden visualizar un bando y otro una figura moribunda entrando en campo de batalla.

Otro disparo, esta vez le acierta de lleno, pero ella sigue caminando. De repente entre tanta espera y aburrimiento se ha convertido en objeto de diversión y tiro al blanco. Una figura que no cae con el primer disparo, ¿Quién será el valiente en conseguir abatirla?