Bajnok von Ferstel [ID]

Datos

Nombre: Bajnok von Ferstel.
Edad: Aparente: 24-25 años | Real: 50 años.
Especie: Cambiante (felino).
Tipo de clase social o cargo: Clase Alta.
Orientación sexual: Demisexual.
Lugar de Origen: Austria (por adopción).

Habilidades

► HABILIDADES Y ATRIBUTOS INNATOS:

→ Habilidades: Sigilo, sentidos aumentados, buenos reflejos, agilidad, flexibilidad, velocidad y fuerza sobrehumana.
→ Atributos: Longevidad. Sus demás atributos dependen de los animales en que se transforma. Los cambiantes no pueden convertirse en varios animales que no tengan nada en común entre sí, pueden transformarse hasta en tres animales distintos siempre y cuando pertenezcan a la misma familia de animales. Las familias de animales que están disponibles son:

► PODERES INNATOS:

→ Transformación: Habilidad de cambiar de forma humana a animal y viceversa. Cuando el cambiante está en su forma transformada aumenta un 50% su potencia física.
→ Sanación acelerada: Habilidad para sanar rápidamente heridas y contusiones no tan graves (esto no aplica al desmembramiento, si les arrancan un brazo, el brazo no volverá a crecer). El tiempo de recuperación varía según el personaje y la gravedad de la herida o lesión. Cuando se trata de balas de plata o fuego pueden morir si las heridas son muy graves.
→ Percepción del aura: Habilidad para ver las auras de otros seres, cuyos colores indican su humor, identidad y nivel de hostilidad, de este modo saben si están bajo amenaza. Este poder también les permite reconocer a otros cambiantes o licántropos cuando no están transformados e identificar a los vampiros gracias a su aura pálida y su característico olor.

► PODERES EN DESARROLLO:

→ Memoria fotográfica: Capacidad de recordar cosas oídas y vistas con un nivel de detalle perfecto. Las personas con esta habilidad no olvidan nunca escritos, sonidos, imágenes y los recuerdan mucho tiempo después como si lo hubieran escuchado/visto apenas unos días antes.
→ Rastreo: Poder de rastrear la localización de un objeto o criatura. El personaje puede descubrir la situación de cualquier persona a la que conozca, donde quiera que esté el blanco en un radio de veinte kilómetros.
→ Mimetismo: La capacidad de confundirse con el entorno para protegerse o disimular su presencia.

Personalidad

No hay que sentarse a pensar mucho para tener una idea de cuál es la conducta de Bajnok. De buenas a primeras tiende a ser alguien transparente, directo, que no se guarda mucho sus ideas acerca de todo y de todos, aunque lo haga con la debida mesura con la que fue criado. Desde luego, el simple hecho de ser alguien tan fácil de leer no lo convierte en menos desconfiado, al contrario, él desconfía de todo lo que se mueve, y mucho más luego de la muerte de su querida Angela. Tal vez dicha conducta está asociada a la rigurosa educación que recibió, tanto del abad de la abadía de Melk, como de su padre adoptivo Wilhem.

Es reservado con los desconocidos, quizá demasiado, hasta un punto que puede resultar agobiante, sobre todo si no se cuenta con la paciencia necesaria, justamente la que él sí tiene, y la que ha aprendido a desarrollar con los años, luego de los incidentes en su adolescencia, cuando aún se encontraba en el monasterio. A partir de ese entonces, y gracias a la ayuda de su padre, Bajnok logró hallar el control necesario de su nueva naturaleza, esa que lo identificaba con Wilhem, y quizá, con su familia real, de quienes no sabe nada, pero sí que le gustaría saber, sobre todo luego de su reciente cambio de ciudad.

El nuevo interés por su familia es parte de su insana curiosidad por todo lo que desconoce. Bajnok es excesivamente curioso, y todavía cree que la filosofía y las ciencias no han terminado de saciar su sed de aprendizaje. Quizá vive muy encerrado en su propio mundo, alejado de todos; resguardado en un territorio que cree seguro. Tal vez la pérdida de Angela lo haya convertido condenadamente apático y prefiere la soledad y la amistad de un libro, que de hallar algo en la realidad que lo rodea. Tampoco tiene excesivo interés en ello. Prefiere centrarse en cuestiones meramente surrealistas o en eufemismos propios de la filosofía. O al menos es lo que se empeña en creer, para no aceptar que tiene miedo al mundo que una vez quiso conocer de niño.

Bajnok es un buen muchacho, no es muy orgulloso, pero tampoco muy dado a la docilidad; sabe defender su postura, sobre todo si las teorías ajenas son terriblemente engañosas o erradas. Tiende a soñar poco, pues prefiere mantener los pies en la tierra. Tampoco es tan dado a los afectos, algo que lo convierte en alguien un tanto frívolo, pero no es así, simplemente ha optado por no sentir el mal que lo agobió con la muerte de su joven esposa. ¿Qué más se puede añadir de él? ¿Carisma, amabilidad, alguien que transmite paz? Sí, también. Sin embargo, también ha reprimido sentimientos ajenos a su conducta de costumbre, sólo que no ha encontrado el detonante adecuado para que todo ello salga a la luz algún día.

Historia

La noche en la que todo comenzó anunciaba que una tormenta terrible iba a desbordarse sobre la ciudad de Melk muy pronto. Las personas tomaron sus previsiones, incluso lo hicieron los monjes que reposaban en los vastos espacios de la abadía situada en el extremo de aquel acantilado, el mismo que dominaba todo el Danubio desde su posición. Cada quien se hallaba en su faena. Pero cuando las primeras gotas de la tempestad empezaron a golpear el suelo, algo más llegó junto con aquella noche nebulosa. El abad fue interrumpido de sus oraciones por el portero de la abadía, quien apresuradamente lo llevó hasta el claustro, en donde le mostraría con imprudencia lo que fue abandonado en la entrada: un bebé recién nacido, cuyo llanto apenas se escuchaba. Aquel monje, disgustado por la conducta inapropiada del hombre, se llevó al infante consigo, apiadándose de su condición, y preguntándole al mismísimo Dios quién habría sido la madre sin corazón que dejó a aquel niño abandonado.

El pequeño recibió los cuidados necesarios, y ya al siguiente día sería llevado a un orfanato para ponerlo en adopción lo antes posible. Sin embargo, durante las altas horas de la madrugada, en las que el abad meditaba en silencio la situación, tomó una decisión que, según él, fue revelada por las llamas vacilantes de una vela. Él tomó el valor necesario para quedarse con el recién nacido en la abadía, y todos ahí le ofrecerían un hogar, y por consiguiente, una familia. Ese niño fue bautizado Bajnok, luego de una calurosa discusión sobre nombres, en la que él ni siquiera pudo participar, pero que de seguro estaría de acuerdo los años siguientes a su nacimiento.

Bajnok, desde un principio, y a medida que fue creciendo, supo que fue abandonado en la abadía de Melk, y que aquellos monjes eran la única familia que tenía. Sin tener en cuenta que pudiera convertirse en uno de ellos, el infante tuvo una vida muy cercana a la religión, y, desde luego, a enseñanzas muy estrictas, las mismas que le permitieron un desarrollo temprano de su inteligencia. Aquella particularidad en su carácter le permitió ser un visitante constante en la impresionante biblioteca del monasterio, en donde pasaba demasiadas horas leyendo y aprendiendo del bibliotecario encargado, un hombre con una edad muy avanzada, pero con una fortaleza y conocimiento que Bajnok admiraba en exceso. De él aprendió varios idiomas, incluso cómo clasificar manuscritos y demás códices. Prácticamente se convirtió en su aprendiz, costumbre que adoptó de inmediato, pues, aunque la abadía contaba con una escuela, Bajnok no asistió a ésta, ya que el abad prefirió que el chico recibiera clases privadas y no desviara su sed por aprender al relacionarse con otros niños. Apenas y tuvo algunos dos o tres amigos, pero nos los veía con frecuencia, justamente por su estricta educación.

Luego el señor Gedeon falleció y eso afectó el ánimo de Bajnok, hasta que logró superarlo. Aunque aquella muerte representó un quiebre en la vida del chico, sus primeros doce años transcurrieron con absoluta normalidad, como los años de un crío cualquiera. Sin embargo, es a partir del cumpleaños número doce que Bajnok empezó a notar que algo no estaba bien con él. Y no solamente él era ajeno a estos cambios. Su carácter se vio inmediatamente atormentado por el mal genio; dolores de cabeza repentinos, y otros malestares físicos que no tenían razón de ser. Pero alguien dio la respuesta, junto con un cambio radical en el aspecto físico del muchacho: Era un sobrenatural.

Pudo haberlo sido desde su nacimiento, pero quizá sus genes no tuvieron un desarrollo adecuado debido a su desnutrición. ¿Quién podía afirmarlo? Lo único que sabían era, eso, que Bajnok resultó ser de ese grupo que podía tomar la forma de algún animal, y dicha condición empezaba a dañar su conducta, pues no encontraba una explicación lógica a los acontecimientos. Aquello obligó al abad a tomar una decisión de última hora: Darlo en adopción. No obstante, no cualquiera se haría cargo de ello. El monje sabía exactamente quien sería el tutor adecuado para hacerse cargo del buen Bajnok.

Wilhem von Ferstel, un militar retirado, y además, un familiar del abad del monasterio, aceptó gustoso recibir bajo su protección al jovencito. Él no tenía hijos, pues su esposa había fallecido joven y no se hallaba en la necesidad de que otra ocupara su lugar, pero tampoco dejó herederos. Menos había pensado en adoptar. Aun así, cuando su pariente le anunció de la condición de Bajnok, que era increíblemente parecida a la suya (Wilhem era un cambiante igual), la idea lo entusiasmó lo suficiente para llegar hasta Melk y conocer al chico. La historia de éste llegó a conmoverlo, y hasta creyó ver algún parecido entre ambos, más allá de su genética sobrenatural. ¿Acaso sería una coincidencia? Lo cierto es que Wilhem se llevó a Bajnok consigo, quien inmediatamente conectó con quien sería su nuevo tutor. La idea también de llegar a conocer el mundo, más allá de lo que leyó en los manuscritos que pasaron por sus manos, realmente le emocionó. Quizá era eso lo que de verdad necesitaba... Aunque su vida no fue menos permisiva que la anterior, pues Wilhem, al ser un ex militar, resultó ser riguroso en sus enseñanzas, a pesar de lo afectuoso que se mostraba, como si Bajnok fuera su hijo legítimo.

Por supuesto, agradecía (porque el abad siempre le inculcó esa humildad propia de quienes viven en las abadías) que Wilhem le haya educado de ese modo, ya que ayudó a mejorar su nueva naturaleza con increíble destreza. Sin embargo, a Bajnok no lo apasionaba la milicia, ni esas actividades. Lo que le fascinaba era la Filosofía, y las Humanidades en general, y desde la adolescencia mostró un vasto interés hacia estas áreas del conocimiento. Por fortuna, su padre adoptivo lo comprendió muy bien, así que permitió que el muchacho se dedicara a estudiar lo que realmente quería. Bajnok se convirtió en un estudiante brillante, incluso le llegó a ser ofrecida una plaza como profesor en la misma academia en donde se formó. Fue durante ese tiempo que conoció a Angela, una joven con la que terminó comprometido un año más tarde.

Angela logró ganarse su corazón, lo que antes llegó a considerar imposible, debido a su excesiva dedicación a la filosofía; sin embargo, su joven prometida fue más allá de todo eso. Ella realmente era alguien importante, más que cualquier apego material en este mundo. Pero, apenas transcurridos unos meses del matrimonio, Angela empezó a enfermar. El violento clima del invierno hizo estragos en su salud, algo que Bajnok llegó a olvidar, justamente por ser él alguien con un organismo más resistente que el de cualquier humano corriente. Su esposa no logró superar los nefastos demonios de la tuberculosis y finalmente terminó muriendo. Y con su muerte, el mundo de Bajnok se vino abajo...

Su padre adoptivo intentó animarlo de diferentes maneras, pero fue inútil. El vacío que dejó Angela en su vida hizo que emigrara de manera definitiva. Bajnok creyó que abandonar Austria despejaría la agonía de su espíritu, y cuando la oferta de trabajar como profesor en la Académie de París le llegó más temprano que tarde, no lo pensó dos veces y se marchó de su país de crianza. Quizá no para siempre, pero sí con la esperanza de reformar su mente. También con la intención de centrarse, de una vez por todas, en buscar alguna forma de saber más de su verdadera familia, sin que Wilhem se enterara del todo. Tal vez ese repentino interés le ayudará a superar la muerte de Angela; tal vez sólo abra más sus heridas. Él no lo sabe, aun así, quiere tentar a la suerte una vez más.

Datos Extras

→Sufre de trastorno obsesivo-compulsivo.
→Aunque no lo demuestre abiertamente, siente un ligero rencor hacia su madre biológica por haberlo abandonado tan pequeño.
→Cuando está muy estresado acude a los cantos que le enseñaron los monjes de la abadía de Melk cuando era niño.
→A pesar de dedicarse a la filosofía y a las ciencias, no niega que es creyente, sólo que prefiere no seguir ciertos dogmas para no cerrarse a la libertad de conocimiento de la que siempre ha disfrutado.
→Tiene un cuaderno de poemas que van dedicados a Angela.
→Cada vez que toma una de sus formas animales, necesita asearse al regresar a su forma humana.
→Tiene la sospecha de que Wilhem es su verdadero padre, pero no quiere sacar conclusiones tan pronto.
→Se ha cerrado a la posibilidad de relacionarse de manera romántica con alguien, pues aún no ha olvidado a su querida Angela.