Todo para ti. Lo que sea. || Lance Galahad

por **Raven G. Wallace** Dom Dic 10, 2017 9:53 am

Era el tercer viaje que había a Francia en su vida y cuán diferente era ese a los dos anteriores. En esta ocasión regresaba, al que se había convertido en su hogar, con el hombre al que amaba y con un anillo de pedida. Lance había conseguido recuperar el palacio familiar en Escocia y ahora solo quedaba celebrar la boda para que tanto su madre como su hermana pudieran acceder al dinero de la herencia de su padre, así como ella misma que –ahora- como la mayor de sus hijos recibiría una más que cuantiosa dote. Era asombroso cómo había cambiado su vida en los últimos meses y todo se lo debía al hombre que ahora se encontraba en el butacón del camarote ensimismado en sus pensamientos mientras meneaba el contenido de su vaso ancho de vidrio.

Gracias a Dios la dejó descansar un día completo tras el trayecto pues de lo contrario hubiera estado adormilada en la tarea que debían llevar a cabo y no era pequeña. Tras el reposo ambos se pusieron en marcha y visitaron todas las zonas residenciales de París, era curioso pues Raven nunca se había percatado, pero la ciudad parecía dividirse en razas. Había barrios claramente rebosantes de humanos como ella, otros en los que reinaban los vampiros, licántropos… Lance le fue explicando entre zona y zona las características de cada uno de esos seres, como había hecho con él mismo. Estaba claro que además de esa división social había una gran diferencia de clases que quedaba patente en la diferencia de tamaño y calidad de las viviendas.

Habían visitado casas en el centro de la ciudad, casonas de campo, palacetes… Pero nada parecía cuadrar con lo que ambos estaban buscando. Lance tenía claro que debía ser impresionante y grandioso, Raven necesitaba –a su vez- que tuviera ese toque de hogar para poder sentirse a gusto a pesar del tamaño que su prometido estaba buscando. Y fue al atravesar los muros de la última propiedad que visitarían por ese día cuando le vieron. Los dos se miraron y la joven se llevó las manos a la boca, -¿de verdad está en venta?-, apenas podía creer que tuvieran la opción de pensar seriamente vivir allí. A medida que la visita se alargaba ambos estaban más y más enamorados del palacio, era enorme, tenía innumerables habitaciones y baños tanto para ellos y sus invitados como para el servicio que deberían contratar, unos jardines vastísimos, cuadras y un invernadero como ella deseaba. Casi parecía que alguien la hubiera dejado preparada para que ellos entrasen a vivir, -¿nos deja un momento?-, pidió al hombre que había estado con ellos mostrándoles la vivienda. Se habían quedado solos en el precioso balcón de la que sería su habitación una vez se casaran, -me encanta. Sé que es enorme y que no conseguiremos llenar estas habitaciones jamás, pero es lo más bonito que he visto.¡¿Has visto la biblioteca, los jardines, el salón?!-, ella aún no tenía el dinero para poder hacer una oferta pero si a Lance le había cautivado de la misma manera que a ella, estarían mudándose esa misma semana.

A los dos días

No sabía cómo lo había hecho, pero al día siguiente ya había carros saliendo de la que había sido su prisión durante años y luego temporalmente su hogar, al que sería el nuevo y definitivo. Las pertenencias de ambos iban dejando poco a poco atrás su antigua vida en pos de una nueva. Apenas había visto a Lance durante todo el día, suponía que porque estaría firmando la compraventa u organizando poco a poco las invitaciones de la boda que deberían estar ya ideando. Por supuesto que deseaba casarse con él, pero el hecho de que se convirtiera en una boda pública era un tanto desagradable, hubiera preferido hacerlo los dos solos y celebrarlo de la misma manera, aun así entendía que no podía hacerse y dejó que Lance se ocupara de todos esos detalles políticos que debían ser atendidos. Al llegar al palacio todas las estancias brillaban iluminadas y Raven creyó morir de amor al ver a Lance esperándola en las escaleras de la entrada con todo dispuesto para ella.

por **Lance Galahad** Dom Dic 10, 2017 4:48 pm

Se pasó la mitad del viaje durmiendo y la otra mitad leyendo. Esta vez era la primera que podía hablar y disfrutar del tiempo con Raven. Aun así, el viaje era largo, tenían que cruzar no solo el mar, sino que desde el puerto hasta París había un largo camino en carruaje. Lance no se separó de Raven en ningún momento, de hecho, ninguno de los dos pasaba el tiempo alejado del contacto del otro. Les ilusionaba la vida que iba a tener y los planes que habían trazado, incluso fantasearon con la casa que iban a comprar. Aunque habían remodelado la anterior, no les costó venderla a un buen precio y con un poco más podrían comprarse la casa que deseaban.

Después de un largo descanso y de poner las cosas en orden, se dirigieron a buscar su pequeño palacio personal, algo que indicara el espacio de los dos y no sólo de Lance. Ni si quiera tenían cuartos separados, sino que ahora compartirían la habitación principal, se merecían lo mejor y el conde tampoco iba a permitir menos. Les indicaron varias propiedades de la zona residencial, y aunque pareciera una tontería, las diferentes especies compartían un mismo espacio. Supongo que para los vampiros era más cómodo vivir en la misma zona, así se garantizaban la tranquilidad y el temor de los demás a acercarse. Le explicó a Raven que él podía notar el aura de todos los seres, podía saber si se trataba de un hechicero, de un licántropo o un vampiro. Le explicó las razas con las que se había topado en sus siglos de vida y le preparó para el mundo que estaban esperando a conocer.

En cuanto vieron la propiedad supieron que iba a ser suya, el abogado que representaba esas fincas no tuvo problema en reunirse con Lance por la noche, difícilmente podrían apreciar el jardín en su inmensidad, la fachada estaba bien cuidada y mantenida y el interior era perfecto. Piedra, mármol y suelos ajedrezados, era perfecto el toque austero con las habitaciones decoradas al estilo victoriano. No pudo hacer más que sonreír al entusiasmo de Raven y corroboró aquello con la misma sonrisa de felicidad, no por su casa pues cumplía el estereotipo elitista que se gastaba el conde, sino por poder hacer feliz a Raven en otro aspecto más de su vida- Aún así tendremos que reformar alguna cosa…- dijo en voz baja una vez les dejaron a solas- A mi me gusta, y por lo que veo a ti también. Así que no hay nada más que hablar. Quizá podamos ofrecer la ceremonia en este palacete- comentó mientras daba pequeños pasos hacia el salón principal con las manos en los bolsillos.

Al día siguiente Lance se encargó de firmar los papeles, fue al banco y pagó la finca en libras esterlinas, la garantía de saber que la libra siempre era un valor seguro le tranquilizaba. Dispuso que los carruajes empezaran de inmediato y para no perder tiempo, pidió a unos mozos jóvenes que colocaran los muebles. También se aseguró de preparar una bienvenida y las habitaciones de Ronald y el Ama de llaves, que no iban a separarse de él, era el liberador de todos los de esa casa y también lo era de Raven.
Aquello se merecía una celebración especial, esa noche no reparó en gastos. Llenó la sala del comedor de flores, las velas descansaban de forma elegante sobre el candelabro dorado y la mesa tenía un banquete perfecto. No suculento, sino toda la comida que tomaron en aquel restaurante y que tanto le gustó a Raven. También dejó unos dulces típicos parisinos, de dos mitades esponjosas de pasta de almendras y un relleno de diferentes sabores, parecía chocolate o mermelada. Y esperó a que llegara.
La reacción de Raven al llegar y ver todo ese despilfarro para el recibimiento fue suficiente para animar el temple de Lance, empezaba a estar cansado y llevaba días sin comer. Carraspeó al notar la sed en su garganta, cosa que ni el vino de la cena ni el whisky de después le ayudaron en absoluto. Frunció el ceño y perdió su mirada en el vaso ya vacío delante de él cuando escuchó la voz de Raven llamarle la atención- ¿Qué decías? - preguntó intentando retomar la conversación- Llevo días sin comer, estoy algo cansado. Tendré que labrarme un aperitivo esta noche- comentó sin pensar en otra cosa que en la sangre y concretamente en la de Raven que era la que más deseaba y la que más cerca tenía.

Carraspeó y se puso en pie- Me ofreciste tu sangre una vez. Y te dije que más adelante, cuándo la necesitara- se acercó hasta ella y se puso a su lado, de rodillas, dejando la cabeza a la altura de su brazo- Ahora la necesito. Te necesito- dejó un beso en su brazo y esperó a que Raven le diera el visto bueno. En cuanto lo hizo, clavó los dientes con cuidado en la piel de su muñeca, notó como la sangre se deslizaba por los agujeros y caía por su boca como ambrosía. Bebió lo justo para pasar la sed y cerró los ojos disfrutando de cada gota que quedaba en cada rincón de su boca. Se separó dejando un suave beso en donde dio el mordisco y se aseguró de que la herida se cerrara lo más rápido posible. Posó el pañuelo que llevaba en su traje sobre los pequeños agujeros y después buscó la boca de su prometida para besarla con suavidad, posesión y gratitud- Esta noche, me has salvado tu a mí la vida- dijo rompiendo mordiendo su propia muñeca y dejando caer dos gotas de su sangre en un copa- Mi sangre no te sabrá bien, deberías camuflarla con algo de vino para beber de mi- dijo ofreciendo la botella. Que fuera ella la que decidiera si quería o no adulterar el sabor de su sangre.

por **Raven G. Wallace** Lun Dic 11, 2017 4:11 am

No podía ni quería dejar de disfrutar de su vida, más allá de las comodidades que el dinero les daba Raven ahora veía luz en todas partes donde antes solo había infelicidad y ninguna solución cercana. Ambos se habían salvado pero era obvio para ambos que el mayor cambio lo estaba experimentando ella, cualquier detalle de parte del vampiro –por nimio que fuera- se convertía en lo mejor del día para ella; y esa cena era uno de ellos. Cada plato que probó en el restaurante la noche que regresó de Escocia estaba ante ella, los sabores la recordaron los sentimientos que ya tenía por él aun sin ser nada, aun sin haber hablado o pasado apenas tiempo juntos. Siempre le resultó curioso como un sabor, un olor eran capaces de transportar a alguien a un momento concreto del pasado. -Hoy he estado en la biblioteca ayudando a organizar obras nuevas y había pensado, cuando cobre la herencia, hacer una donación para mejorar alguna de las salas-, comentó entre bocado y bocado, aunque lo cierto es que Lance apenas parecía estar presente en el comedor. Frunció el ceño y dejo el cubierto sobre el lateral del plato, -¿estás bien?-, alguien como él era imposible que hubiera enfermado por lo que debía ser algo que le rondara la cabeza.

-Oh…-, no había pensado en eso. En otras ocasiones sí había estado más pendiente de preguntarle si estaba bien y si había conseguido comer, pero desde que llegaron había estado tan sumida en el tema de la casa y la boda que no había reparado en ese detalle. -Lo siento mucho, debería haberte preguntado-, se sentía realmente mal, él organizando todo por ella y ni había sacado un momento para preguntarle cómo estaba. Remangó la manga del vestido en cuanto este le pidió beber de ella, no era miedo lo que sentía –confiaba demasiado en él- pero sí unos nervios terribles por la duda de qué sería lo que iba a sentir o lo que iba a durar aquello. Fue mucho menos malo de lo que se había podido imaginar, y si bien sí que dolió cuando este clavó los colmillos en su piel la manera en que bebió resultó suave, nada parecido a lo que le había visto hacer en ocasiones anteriores con otras personas. Se miró la muñeca cuando acabó y apenas había dos marcas en donde había estado su mordida, algo más para apuntar sobre los vampiros al parecer. -¿Sabe bien?-, podía haberse guardado la pregunta sí, pero la curiosidad siempre había estado presente en ella y quería saber en qué parte del menú de Lance se encontraba.

El beso ya la había servido de pago por su sangre pero era cierto que días atrás le había pedido recibir lo mismo que ella le entregaría a él si lo solicitase, su sangre. Ninguno de los dos tenía idea de lo que podía suponer para Raven beber de Lance, pero sí que a no ser que estuviera muerta no iba a convertirse por lo que probarían y correrían los riesgos. A diferencia de la suya, la sangre del vampiro era más oscura, quizás algo más espesa como si estuviera corrompida; y seguramente era así. Sujetó la copa e incluso olió el contenido antes de decidirse a probarlo sin añadir líquido alguno, tocó con el índice y lo lamió poniendo una mueca; era extraño. Como si estuviera lamiendo algo metálico y con un sabor muy concentrado, algo amargo, -mejor con champagne-, acabó por ceder al consejo de Lance. La copa acabó de un color rosado por la mezcla de ambos ingredientes y de esa manera sí estaba rico. -Pago completado-, bromeó al acabárselo.

La cena había acabado y mientras el servicio recogía todo ellos se dirigieron a la que sería su nueva habitación. Era enorme, con un balcón casi del mismo tamaño y un baño en la puerta contigua; la cama reinaba contra la pared adornada con doseles. Todo estaba decorado con mimo, aunque a pesar de ello Raven creía que los tonos eran demasiado claros para el gusto de Lance. -Tengo calor…-, nunca bebía, pero una copa de champagne jamás se le había subido a la cabeza y empezaba a estar maread, como si hubiera abusado del alcohol, el calor no era como el que pudiera sentir en verano sino que lo sentía en su interior, en todas partes recorriendo su cuerpo. -¿Es por ti? ¿Por tu sangre?-, preguntó confusa, no se sentía mal pero era como si no pudiera controlar su cuerpo o su mente como siempre. Se sentó en el borde de la cama y se quitó el vestido que tantísimo la molestaba en ese momento, retiró las mantas y se dejó caer cruzada sobre ella. -¿No tienes calor?-, giró la cabeza a un lado para mirarle y rio al ver que la estaba observando con el ceño fruncido, -estás guapo, ven-.

por **Lance Galahad** Lun Dic 11, 2017 10:17 am

Parecía que el intercambio de sangre había ido bien, al menos Raven no vomitó la copa que había bebido, tenía algunas dudas sobre qué podría pasar si un mortal bebía la ponzoña, pero pareció que era poco para preocuparse. Lance cantó victoria antes de tiempo, estaba tranquilo cuando notó el calor corporal de Raven subir, de hecho, vio como pequeñas perlas de sudor caían por su cuello y su cuerpo, aquello no le pareció nada normal. Había pasado muchas noches junto a Raven como para conocer su ciclo nocturno, rara vez tenía pesadillas, pero cuando las tenía solo bastaba con acariciarla un poco para que notara la presencia de Lance junto a ella. Cuando se quitó el vestido por el calor y se acercó hacia él, notó que las palabras le resbalaban de la boca, el conde no daba crédito a lo que estaban viendo sus ojos y le dio el beso que buscaba para separarse confuso. Observó el cuerpo desnudo de Raven y por primera vez, no reaccionó al contacto frío del vampiro, su piel se mantuvo cálida y sin inmutarse- Creo que esto debe de ser por la sangre, dudo que una copa de espumoso consiga embriagarte- comentó saltando de la cama. Cuándo alguien tenía preguntas, lo mejor era buscar respuesta en la fuente de conocimiento más inmediata, así que Lance fue a su biblioteca. En ella reposaban todos los libros que meses antes le había dejado a Raven para que conociera su especie, quizá entre los montones de escritos encontraría algo relacionado con la sangre de los vampiros- Tiene que venir algo- dijo una vez regresó cargado con libros. Los dispuso sobre la cama y junto a Raven, aprovechando la temperatura fría del vampiro, se dedicó a leer rápido cualquier capítulo o referencia.

Pasaron varias horas intentando descubrir algo, cuando en un manuscrito en latín, Lance advirtió un atisbo de luz a la ignorancia. Una vez se intercambiaban la sangre se establecía un vínculo, haciendo dependiente al humano del vampiro. A cambio su sangre le otorgaba una serie de habilidades y características especiales manteniendo dicha relación. Era importante controlarlo. Cuando terminó de traducirlo se lo leyó a Raven en voz alta- Es una leyenda, pero también lo son las leyendas de vampiros y mírame a mi- dijo entornando la mirada. Sobre el tema sobrenatural era mejor estar informado- Acabamos de establecer un vínculo, en el que necesitarás mi sangre con fervor y servirás como esclava de sangre para saciar mi sed- comentó Lance cerrando el libro. Sabía que ese tipo de relación no suponía un problema para ambos, se estaban entregando el uno al otro desde el primer día, el hecho de que fuera un intercambio de sangre era secundario- Es decir que el hecho de que tomes mi sangre, te hará dependiente de ella y de mi…- susurró mirando de forma inconsciente el anillo de sumisión que portaba Raven en su dedo- Tendremos que seguir, cada vez que tome de ti, tu tomarás de mi. A largo plazo se manifestarán algunas de esas características, hasta ahora secretas. Si corre riesgo tu salud…- cogió a Raven del rostro- Mírame cuando te hablo… pequeña. Céntrate- llamó su atención- Si algo malo te pasa, cesaremos de esto y todo volverá a ser como ahora- dijo mordiéndose el labio.

Lance en el fondo también estaba preocupado porque él dependiera de la sangre de Raven, era su sangre favorita y ahora podría disponer de ella cuánto quisiera, sin embargo, era fácil para un hombre como Lance, no como vampiro, sino como hombre, volverse adicto de alguien como Raven y su sangre.

Gracias al calor corporal de Lance, Raven bajó su temperatura, esperaba que la joven durmiera y descansara, mañana sería otro día y ambos debían empezar a recopilar información sobre todo eso.

A la mañana siguiente y después de meditar durante toda la noche, Lance dejó un cuaderno lleno de hojas de papel de bohemia, encuadernado en un filo de cuero y que tenía un cierre muy particular. Lo dejó en el lado de Raven y esperó a que estaba bajara a desayunar para explicarle- Antes de que te asustes, eso es un cuaderno en blanco. Quiero que escribas todo lo que sientes lo que te pasa mientras mantenemos este intercambio o simbiosis, como quieras llamarlo. Quiero documentarlo y si hay algún problema en tu voluntad o en tu memoria, nos daremos cuenta- comentó el conde ofreciéndoselo- Será una forma de controlar las cosas, Raven. Hazlo por mí, no soportaría que te pasara algo, y menos si es por mi mano- buscó en los ojos ajenos la comprensión.

por **Raven G. Wallace** Mar Dic 12, 2017 5:33 am

No, nunca había tenido una sensación como aquella y por el comentario de Lance y lo que había visto de personas algo ebrias era lo más parecido a poder explicar cómo se encontraba. -Estoy bien-, trató de pronunciarlo correctamente para que el gesto de preocupación de Lance se relajara aunque fuera un poco pero este salió corriendo de la habitación dejándola sola con su mareo y su calor. Se movió en la cama de un lado a otro buscando la parte fresca de las sábanas y en cuanto llegó trató de prestarle toda la atención posible al conde. -Dame voy a buscar yo también-, estaba claro que iba a ir a un ritmo mucho menor que el de él pero cuatro ojos siempre verían más que dos así que se pegó al cuerpo ajeno y comenzaron a pasar hojas y más hojas de toda la torre de libros que ahora se esparcía por la cama. Parecía buscar una aguja en un pajar, ninguno de esos libros se tomaba realmente en serio la existencia de los vampiros por lo que buscar algo concreto de información sobre ello era realmente complicado, sólo aparecían los datos que Raven ya se sabía de memoria, la sed, las debilidades, los años de vida sin cambios aparentes… El sueño empezaba a pesar ya en los párpados de la joven cuando Lance pareció hallar la respuesta. -Pero eso no me convertirá ya, ¿no?-, lo cierto es que estar vinculada a él de una manera más no la molestaba precisamente pero quería ser ella la que tomase la decisión de cuándo pasar a formar parte de los no-vivos.

La verdad es que se estaba durmiendo mientras Lance hablaba aunque le estuviera escuchando por lo que no pudo quejarse cuando reclamó su atención, -no beberé más que lo que me has dado hoy, aunque te lo pida no me lo des, por lo que pone ahí es como una especie de droga cuando se toma con asiduidad así que tendrás que encargarte tú de mantener siempre la cantidad-, él había demostrado tener fuerza de voluntad con la sangre de Raven y no pasarse de la raya, tenía más control sobre sí mismo y ella estaba empezando a experimentar ese deseo por la sangre, aunque fuera la de Lance. Se colocó nuevamente en la cama y se pegó al cuerpo del vampiro, que por primera vez no le dio frio sino que la calmó, quedándose dormida casi al instante.

Cuando despertó vio que su prometido no estaba en la cama y que en su lugar había un cuaderno, no tardó en asearse y vestirse para bajar a desayunar –esperando verle en el comedor- con el cuaderno en la mano. -Buenos días…-, cierta vergüenza la acompañaba por la situación que habían pasado la noche anterior, pero la explicación de Lance se centró en el cuaderno sin hacerla pasar más bochorno. -Sí, vale-, no tenía ni que pedírselo de esa manera, era una gran idea y quizás en un futuro pudiera ayudar a alguien que estuviera en la misma situación que ella ahora. Cuando vio todo el conjunto de bollería sobre la mesa lo cierto es que no la apeteció nada en absoluto y en cuanto una de las jóvenes se acercó a ella aprovechó para cambiar su desayuno, -quiero café solo y un revuelto de huevo y jamón-, encogió los hombros cuando Lance sonrió entornando la mirada y cogió el cuaderno para empezar a escribir sobre la noche anterior. -No me mires así, igual es que me has dejado embarazada y esto son antojos-, le vaciló cuando se quedaron a solas.

Una vez acabó de escribir y desayunar, le dejó el cuaderno al lado a Lance y reclamó su atención un par de minutos quitándole el periódico de las manos. -Atiéndeme no te queda mucho tiempo para disfrutar de tu prometida, luego seré tu mujer y no es lo mismo-, se sentó sobre él como siempre y estuvieron disfrutando de carantoñas mutuas hasta que volvió a ponerse en pie. -Tengo que salir a hacer unas gestiones, esta noche te contaré más si sale todo bien-, atajó antes de que le diera tiempo a preguntar sobre ello, -¿necesitas que haga algún recado en el centro? Quizás algo de la boda…-, una vez se despidieron y Raven hubo recogido lo necesario, salió de casa. Tenía un día largo por delante y no creía posible regresar a casa antes de las ochos o las nueve, la idea que tenía era arriesgada pero ojalá saliera bien. Si Lance la había ayudado en algo era a confiar en sí misma y era el día de ponerse a prueba, su sitio favorito de la ciudad estaba prácticamente abandonado, el dueño de la biblioteca ya no invertía dinero en reparaciones y mantenimiento y el moho junto a la humedad estaban destruyendo obras de gran importancia. Esa mañana había quedado con la que era su supervisora cuando trabajaba allí, para ir juntas al ayuntamiento de la ciudad y presentar una oferta de compra. Gracias al dinero que Lance dio a su familia, ella ahora mantenía cierta ventaja sobre otros de los interesados y estar prometida con un conde siempre era un plus por lo que defendió su oferta, junto a su exsupervisora, con uñas y dientes saliendo victoriosa de allí. No se lo podía creer, ese lugar donde tantas veces se había abstraído de la realidad, al que tantas horas de trabajo había dedicado, era ahora suyo. La felicidad se veía reflejada en su rostro y era consciente de ello, ahora con los papeles que la hacían legalmente la dueña de la biblioteca en el bolso le dedicaría algo de tiempo a la boda.

Escogió dos invitaciones de entre todas las que había para decidir junto a Lance por la noche, y se la ocurrió que estaría bien cenar fuera esa noche, así le podría contar la gran noticia y de paso empezar a decidir con él esos detalles de la boda. -¿Sabes cuál es la residiencia Galahad?-, los chiquillos de la calle siempre estaban dispuestos a hacer de recaderos por unas monedas así que aprovechó, -bien, dile al señor que Raven le esperará en su restaurante a las nueve-, con que le dijera eso estaba segura de la presencia del vampiro, así que le entregó su pago y le dejó irse. Aún la quedaba tarde así que decidió ir a la modista de mayor renombre de Paris, era momento de empezar a diseñar su vestido de novia. Cuando salió del taller las ideas generales estaban claras aunque tendría que ir muchos más días para medidas, detalles y pruebas. Estaba radiante de felicidad y lo estuvo aun más al verle en la mesa en la que cenaron la primera noche cuando regresó de Escocia, -hola mi amor-, tomó asiento y empezó a contarle todo lo ocurrido en el día –salvo lo del vestido, que era secreto de estado-; las novedades de la biblioteca, las invitaciones para decidir…

por **Lance Galahad** Mar Dic 12, 2017 4:46 pm

Atesoró cada caricia y dedicación que Raven le estaba brindando, era su desayuno particular y aprovechó la cercanía para absorber su aroma, y si hubiera podido, su piel. Por un momento se imaginó el vientre lleno de Raven, ocupado por un bebé en gestación, que, aunque fuera algo imposible debido a la incompatibilidad de razas- No me gustaría ser padre- comentó a su broma de poder estar embarazada- De hecho, no sabría ni cómo serlo. No soy una figura paterna ni un modelo a seguir. Hago esfuerzos sobrehumanos por mantener el temple, muchas veces y aun así no lo consigo, como para tener que preocuparme por un niño- comentó en tono banal. Aunque Raven, si empezaba a conocerle como le conocía, sabía que era el miedo el que hablaba por él. Por muy seguro que pareciera el vampiro, también tenía miedos y de la misma forma que la joven de la carreta era un reflejo del paso de Raven, para él, todos los males de ese mundo empezaron con su padre. Por eso sentía animadversión por cualquier figura paterna.

-No gracias, los asuntos a tratar los puedo tratar desde aquí. Aún me queda lectura pesada de anoche que quiero buscar a ver si puedo arrojar algo de luz a esta incógnita- Besó los labios de Raven para despedirse de ella y la vio marchar feliz.

Cuando recibió el mensaje, Lance elevó una ceja ¿El restaurante?, para él tenía un significado bueno, pero el hecho de que Raven no quisiera cenar en casa con él, no le daba buenas vibraciones. Así que con paso veloz se adecentó para pasar fuera la cena y no tardó en llegar dispuesto a reunirse con su prometida. Acomodó la silla en la mesa y se sentó frente a ella- Hola vida- comentó el inmortal- Me ha sorprendido que me hayas citado en el restaurante- cuando habló el camarero dejó un vaso de Whisky que no había pedido a su lado y rellenó la copa de champagne- El champagne es para celebrar algo- recitó el conde repasando su lista de bebidas y el protocolo para tomarlas. Cuándo Raven le dio la vertiginosa noticia de la biblioteca sonrió abiertamente- Eso es una muy buena noticia- se alegró el vampiro dando un largo sorbo a la copa tras brindar con ella- Por fin podrás ejercer un oficio que de verdad te gusta, no uno que te ha sido impuesto. Y seamos realistas, no creo que la vida hogareña sea lo tuyo- intentó hacer una pequeña broma sobre el entusiasmo de la chica, a él siempre le había dado la impresión de que tenía que estar en continuo movimiento, mirando u ordenando las cosas, casi de forma inconsciente. Eso debería ser algún tipo de trastorno obsesivo, pero el hecho de que se dedicara en cuerpo y alma a la biblioteca, no sólo le hacía feliz, sino que ahora su prometida tenía un estatus filantrópico muy bueno de cara a la sociedad de Paris entonces y a la sociedad europea del siglo XIX.

Cuando terminaron a la cena, cogieron el carruaje y fueron directos a casa. Lance empezó a darle vueltas a esa vena filantrópica que había obtenido Raven. A él los libros le gustaban, pero no tanto como ella, sin embargo, lo que siempre le entusiasmó fueron los cuadros, el arte- Hablando de dinero…y de inversiones- empezó con tono distraído antes de mirar a Raven durante el trayecto- Yo invertiré en Arte, he oído que ahora hay muchos artistas escondidos en un pequeño barrio de París a los que me gustaría conocer un día. Tengo un gusto muy particular- comentó. Sin embargo, no quería pedirle permiso a Raven, sino informarla a dónde iría parte del dinero que le sobraba al conde.

Cuando llegaron a casa, Lance se quedó quieto en la entrada, esperando a que su prometida entrara detrás de él. Agachó al cabeza y la ladeó escuchando con atención la casa- Alguien ha entrado en nuestra habitación- el tono del vampiro empezó a ser alarmante, y subió con una rapidez sobrehumana las escaleras para llegar a la habitación principal.

Las ventanas estaban abiertas, fruto de la corriente del aire fue que los libros y los papeles que había estado leyendo, estaban desperdigados por toda la habitación y las páginas de los libros abiertos avanzaban y retrocedían- Yo dejé cerrada esta habitación- dijo seguro el vampiro. La corriente y el frío habían podido con las brasas de la chimenea que lo apagó, también los candelabros se apagaron y reinaba el silencio y la oscuridad. Esperó a que Raven encendiera alguna de las luces para ver por toda la chimenea “El apellido Galahad no podrá salvarte”. Las letras estaban escribas a dedo, con lo que parecía sangre. Lance se acercó hasta ella y la olió con muchísimo cuidado. El rastro del olor le llevó a darse la vuelta-Reconozco este olor- dijo volviéndose hacia Raven y echando a correr en busca del ama de llaves. Cuando entró en la habitación de la mujer, su cuerpo había sido colgado por una soga que pasaba por una viga del techo. El servició fue corriendo al escuchar el ruido ahogado de Raven y Lance con apremiante ansiedad rompió la cuerda cogiendo el cuerpo inerte del ama de llaves. Levantó la mirada hacia Raven- Sal de aquí, dile a Ronald que llame a un médico.

El médico no tardó en llegar, certificó la hora de la muerte y un cura se presentó con el pretexto de allanar el camino espiritual, había venido por petición de Ronald, y el cura se negó a bendecirla- Lo siento hermano, pero nadie puede salvar su alma de ser condenada en el infierno.-Todo el servicio estaba desolado, los únicos que sabían que había sido un asesinato eran Raven y Lance y este último, no se batió en duelo por la mujer, sino que desde el momento que vio las pintadas empezó a revolver cielo y tierra para encontrar a los culpables.

Entró en la habitación que Raven había ocupado, ahora ambos dormían lejos de esa extraña pintada y Lance se acercó para abrazarla, sabía que quería a esa mujer como si fuera su madre, así que lo único que pudo hacer fue consolarla y preparar y pagar el funeral de la mujer.

por **Raven G. Wallace** Miér Dic 13, 2017 4:11 pm

Sabía que se alegraría por ella, le conocía lo suficiente para saber que no quería atarla a la pata de la cama sino permitirle tener sus alas, alas que nunca hasta entonces había podido mover. -Sí, la verdad es que aun me cuesta creerlo y se que hay mucho trabajo que hacer pero me apetece mucho hacerme cargo-, confesó. Por supuesto que tenía miedo a toda la responsabilidad que se la venía encima pero decían que nadie era más feliz que quien trabajaba en aquello que le apasionaba y ese sería el caso de Raven. Si ella no podía estarse quieta Lance no se quedaba atrás y bastante tranquilo había estado esos meses como para aguantar más tiempo, Raven sonrió al escucharle, -me parece genial, quizás puedas escoger alguna obra para decorar la casa-, sugirió. Siendo como era el vampiro cogería a algún joven artista bajo su cuidado y le ayudaría a triunfar, sería cruel y frío pero de la misma manera sabía ser protector y generoso. -Siempre puedes habilitar una parte de la casa para que vengan a trabajar o quedarse a dormir si lo necesitan-, sugirió a su idea.

Cuando llegaron a casa toda la felicidad se esfumó en un santiamén, Wallace subió corriendo detrás de Lance y con rapidez encendió las velas que pudo para ver qué había ocurrido allí, -¿eso es sangre?-, titubeó al preguntar por miedo a la respuesta del conde, su gesto le confirmó lo peor y se notó el estómago revolvérsele. -¡¿Qué pasa?!-, estaba desubicada y su mente no procesaba bien todo lo que estaba pasando, de nuevo echó a correr detrás de él y la escena ante ella apareció más terrorífica que la anterior. Solo pudo gritar y ver, en silencio y llorando, como Lance bajaba a la única mujer que la había cuidado en París. No la hacía falta un médico para que confirmara su muerte, estaba claro que la habían asesinado pero tan solo ellos dos eran conocedores de ese detalle. Aún así hizo lo que la pidió y fue a buscar a Ronald.

-Mataré a ese cura si no la bendice en el funeral-, seguía conmocionada pero saber que ese hombre se había negado a hacerlo, a darle paz a una mujer tan bondadosa era algo que no iba a tolerar. La joven nunca había hablado en vano, no amenazaba a nadie pero aquello superaba su comprensión y sus límites, -tiene que irse en paz. Bastante sufrió ya…-, dudaba que Lance creyese en Dios siquiera pero para ella y para la fallecida eran temas importantes y se ocuparía personalmente de ello si era necesario; ahora podía hacerlo. No podía dejar de llorar, ¿quién podía hacer algo así? El vampiro estaba más tranquilo que ella pero sabía que por dentro era un mar de dudas también, tenía el ceño fruncido y se rascaba la barba a contrapelo con la mirada perdida en algún punto de la pared. -¿Tienes idea de quién lo ha hecho?-, preguntó mientras se quitaba la ropa y se metía a la bañera del cuarto contiguo dejando la puerta abierta para seguir hablando. Igual que había olido la sangre del ama de llaves podía haber percibido el olor de quien se coló allí. Sentía la necesidad de lavarse, de mantenerse sumergida en el agua en silencio durante un rato y así lo hizo, hasta que el agua se quedó fría y Lance la obligó a salir, -no lo entiendo…-, le miró buscando en él unas respuestas que tampoco tenía.

Tardó horas en dormirse y se despertó temprano, lo suficiente para ver amanecer. Pidió que se la preparase algo para desayunar rápido, tenía muchas cosas que hacer ese día en la biblioteca y lo más seguro es que si Lance se despertara no la dejase salir de casa, ese día no podía permitirse quedarse allí encerrada. Como nueva dueña de la biblioteca estaba obligada a reunirse con los supuestos inversores, que hacía años que no entregaban un solo franco y dejar claras sus condiciones para continuar fardando de sus no existentes donaciones a la entidad. El hecho de que fuese una mujer y tan joven, como era de esperar provocó ciertos momentos incomodos y burlas entre los asistentes a los que tuvo que tratar con dureza para conseguir cierto grado de respeto, -el funcionamiento va a cambiar caballeros. Quien no aporte capital está fuera, no voy a firmaros nada mientras su dinero esté en sus bolsillos. A mi si me importa este lugar así que nadie se va a aprovechar más de él, no voy a obligar a nadie a quedarse, ahí tenéis la puerta-, señaló con el índice totalmente seria, algunos salieron sin pensárselo dos veces, otros en cambio guardaron silencio en resto de la reunión y al final de esta, Raven pudo organizar las donaciones que cada uno ofreció para diferentes trabajos que llevar a cabo. -Es todo por hoy, muchas gracias-, estrechó sus manos uno a uno y se quedó para apuntar todo lo discutido ese día en el acta.

Ya se habían ido todos, estaba sola en su despacho cuando la puerta chirrió anunciando la llegada de alguien, -la atención al público está en la entrada a mano derecha-, murmuró sin levantar la mirada de sus escritos, al menos hasta que no escuchó esos mismos pasos alejarse de allí. -¿Me ha oído?¿Es que no habla francés?-, había un hombre joven plantado en el marco de la puerta y no fue su envergadura lo que heló la sangre de Raven, fue la sonrisa y fueron los mechones de pelo rubio que colgaban de su mano derecha. Podía ser pelo de cualquier mujer, pero una corazonada, una maldita intuición la decían que era el pelo de su hermana, -veo que nos vamos entendiendo, si no quieres que tu preciosa hermana acabe como la vieja, te vienes conmigo-. No hizo falta más que eso para que a pesar de saber el peligro que corría, saliera de la biblioteca con él.

por **Lance Galahad** Vie Dic 15, 2017 10:46 am

Después del día de locos que habían pasado organizando el funeral, dando parte a la policía y del reciente puesto que empezaba a ejercer Raven, la residencia Galahad, era una casa de locos. Agradeció tomarse el primer Whisky de la tarde, con un buen libro junto a la chimenea de la biblioteca. Empezó a leer y esperó a que el reloj marcara las 6 de la tarde, a esa hora solían cerrarse las bibliotecas y los lugares de trabajo, así que supuso que Raven llegaría a esa hora. Cuando volvió a mirar el reloj, para su sorpresa habían pasado una hora y media de las 6, se extrañó y dio por sentado que tendría acumulado mucho trabajo, aunque razón no le faltaba, no fue el motivo de su retraso. Ya mosqueado, Lance se levantó del sofá y salió de la biblioteca dispuesto a preguntar a Ronald si había llegado a casa la señora. El mayordomo negó, dijo que no había visto a la señora desde esa mañana y se disculpó con el conde, como si fuera él el responsable. Lance se pasó la lengua por los labios y después barajó las posibilidades de ir hacia la biblioteca.

No tuvo ni que lanzar una moneda al aire, montó en el caballo y veloz cabalgó hasta la biblioteca principal de París. De la chimenea aún salía humo, algunas luces estaban encendidas y eso tranquilizó la impaciencia de Lance un momento, aunque en vano. Nada más cruzar la puerta principal fue decidido hasta el despacho de Raven y empujó la puerta entreabierta. No había rastro de Raven, había indicios de forcejeó, pues las sillas estaban volcadas y el escritorio se había movido a pesar de ser madera maciza. Apretó los puños en mitad de la habitación y cerró los ojos concentrándose en el aroma que iba difuminándose en el despacho y la biblioteca. Ya no estaba allí.

Su mujer había desaparecido y no podía dar parte a las autoridades, seguramente empezarían a husmear y además, el conde era una persona muy orgullosa, hizo la promesa de que la protegería de todo y ahora, la había perdido por la mano de alguien desconocido. Percibió otro olor, olía a espuma de afeitar, se agachó en la alfombra que se había arrugado en el suelo y por la distancia de las ondas, descubrió que era una piel grande, de un hombre grande o robusto. Paseó la mirada por el suelo y gracias a sus sentidos aumentados encontró uno de los mechones rubios que había enseñado a Raven, lo cogió con cuidado y lo guardó en el pañuelo que tenía en su chaqueta. Se la habían llevado y aunque había podido mantener la compostura, la certeza de haberla pedido fue suficiente para que el conde rompiera a gritar de rabia e incluso de ira contra el despacho. Salió corriendo a la calle, miró hacia todos lados esperando ver o encontrar algo sospechoso. Montó en el caballo y se dirigió hasta casa de nuevo, una vez allí mandó que empacaran sus cosas y con un pequeño petate montó en su caballo dispuesto a buscar y preguntar por alguien.

Fue de taberna en taberna, de posada en posada, pagando sobornos, hablando con gente. Escuchando susurros para ver si algo o alguien se asemejaba a la descripción de Raven. El último recurso que le quedaba era pensar que ese alguien, podría no ser de París, sino de Inglaterra o Escocia y en cualquiera de esos casos, debía cruzar de nuevo el mar. Esperó en el muelle, en una sucia posada después de preguntar cuáles eran los barcos que zarpaban, esperaba poder controlar mercancías, cualquier paquete que entrara y por supuesto tripulación. No iba a descansar hasta que devolvieran a Raven. Si tenía que pasarse otros 600 años buscándola lo haría, estaba dando palos de ciego, pero lo primero era pensar quién y por qué se habían llevado a Raven, los anteriores dueños habían muerto, alguien tenía una guerra contra ella y en París nunca fue lo suficientemente importante como para llamar la atención, pero en Escocia o Inglaterra ahora sí.

El vampiro, se quedó en los muelles, mirando cada barco, cada embarcación por pequeña o grande que fuera. Escudriñó con sus sentidos todo, guiándose sobre todo por el olfato, después de probar la sangre de Raven no podía olvidarla. Quizá ella, había podido dejar un rastro que solo el conocería o sería capaz de reconocer. Una prenda, una gota de sangre o una miga de pan, como en los cuentos infantiles. Cuando empezaba a darlo todo por perdido en esa noche más oscuro que el infierno, Lance vislumbró la posible pista de Raven para él.

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por **Raven G. Wallace** Dom Dic 17, 2017 10:31 am

Nada más salir de la biblioteca, su captor la empujó dentro de un coche de caballos que emprendió su camino con rapidez. No tenía ni idea de a dónde se dirigían, tan solo podía pensar en su hermana y lo que le habría hecho de ser cierto que la tenía bajo su poder. A pesar de lo que Raven temía, el hombre no se molestó en atarla, amordazarla o taparle los ojos; parecía darle igual que viera el camino que seguían o a dónde iban, al igual que verle la cara. Parecía que alguien le hubiera pagado por hacer aquello pues no le sonaba de nada su rostro y por su forma de llevar todo aquello acabo parecía estar muy acostumbrado. Tardaron una eternidad en llegar al final del trayecto y seguramente fue el peor lugar al que podían haber ido, el puerto. Si Lance o alguien de la casa tenía alguna oportunidad de encontrarla en Francia, se estaba esfumando. ¡Lance! Estaría volviéndose loco al no tener noticias suyas desde esa misma mañana, se suponía que cenaría con él en casa… Quizás él podía seguir su olor o rastrearla de alguna manera; pero para ello debería haberse molestado en dejarle un rastro desde el principio, estúpida. De la misma manera en que la empujó al interior del coche cuando salieron de la biblioteca, tiró de ella haciendo que cayera en el suelo enlodado de bruces, -he venido contigo, ¿es esto necesario?-; a pesar del miedo que sentía quería provocarle, necesitaba sangrar de alguna manera y no tenía nada con qué hacerse un corte sin que fuera obvio. Ante aquella salida de tono, repitió el gesto y tiró de ella para hacerla caminar mientras ella hacia lo que podía por resistirse, era consciente de que la paciencia del hombre era más que limitada y que sandría mal parada en un tira y afloja pero era la única oportunidad que tenía si es que a Lance se le ocurría probar allí.

La suerte llegó con un tortazo que la reventó el labio inferior, -la siguiente no será tan suave niña-, pero en lo que reparó no fue en el dolor sino en el sabor a sangre de su boca, con rapidez escupió en el suelo y se llevó la mano a los labios. Bien, ahora tenía los dedos manchados, podría rozarlos contra algún puesto o pared de camino al barco. Reparó entonces en sus anillos, el de sumisa y el de pedida, ambos eran igualmente importantes para ella, pero el que de verdad cerraba el circulo de su relación con Lance era el que la regaló tras la doma; el que él sabría que no daría jamás a nadie y por tanto del que tenía que deshacerse para que supiera por donde buscarla. Junto a la pasarela del barco al que iban a subir se había instalado una mujer mayor con su puesto de castañas, el vampiro conocía el gusto de Raven por ellas y decidió acercarse mientras su captor compraba los billetes sin dejar de controlarla obviamente. Con un cuidado exquisito la joven le compró un cucurucho de ellas y como pago le entregó el anillo de sumisa, se le partía el alma al deshacerse de él, era como dejar al vampiro atrás, como romper su relación…

Con resignación subió ante él al barco cruzando la pasarela y miró hacia el muelle buscando el rostro de alguien conocido, sin éxito. -A tu camarote-, ordenó nuevamente el hombre al ver que Raven frenaba. Al entrar en su camarote alucinó con lo que encontró allí, era el camarote digno de alguien de la realeza, todo estaba exquisitamente decorado y acondicionado para hacer del viaje una experiencia lo menos pesada posible. Se volvió para mirarle con el rostro contrariado y tan solo encontró una sonrisa ladina por su parte. ¿De qué iba todo aquello? Después de que la cerrara la puerta en las narices, se quedó mirando unos instantes la habitación, tenía todo lo que podría necesitar salvo comida, se retiró el barro de la cara y las manos y miró por la ventanita, estaban soltando los amarres cuando le vio allí de pie. La ventana estaba trancada y por mucho que trató de forzarla no consiguió que se moviera lo más mínimo, la golpeó pero no sirvió de nada. Ya levaban el ancla cuando vio que se dirigía al puesto en el que había dejado el anillo y rezó para que la buscara entre las ventanas del barco que la alejaba de él.

por **Lance Galahad** Mar Dic 19, 2017 3:58 pm

Encontró el rastro de Raven y volvería a encontrarlo en todas las realidades posibles. El olor y la esencia de Raven era inconfundible y el rastro de sangre que había dejado, por nimio que fuera le estaba acercando a él. Notó el olor a cobre de la sangre, era fresca. Lance se mordió el labio y buscó entre el gentío de aquella noche, una pareja seguramente tapada y moviéndose de forma nerviosa. Cuando siguió el rastro hasta el puesto de castañas, preguntó a quién llenaba de carbón el brasero si había visto a una mujer de la descripción de Raven- Si, señor. No disponía de dinero la joven y me dio esto- le indicó reluciendo con orgullo el anillo de sumisa de Raven. Lance miró el anillo helado de terror, desechó todo pensamiento funesto y sacó la billetera, que a cambio del anillo se la entregó entera a la mujer de las castañas. Lo guardó en el bolsillo y una vez lo hicieron, la señora señaló el barco que se alejaba y Lance le siguió con la mirada. Ahí estaba Raven. Se movió de lado a lado inquieto, no sabía si lanzarse de cabeza al agua y nadar hasta allí o si fletar un barco o un pequeño velero y seguirle. Pero tenía el problema del sol, por primera vez se sentía impotente y echó a correr hasta que acabó el dique y alargó el brazo hacia el barco- Aguanta… pequeña, voy a por ti- dijo volviendo sobre sus pasos y girándose hacia el muelle de nuevo, para buscar un barco que siguiera a ese o tuviera el mismo rumbo. Gracias al dinero no le costó nada encontrar a alguien que alterara el rumbo para coincidir el destino del barco.

Calculando el tiempo y lo poco que veía desde un camarote minúsculo, vi o que se dirigían hacia Escocia, habían dejado la costa inglesa atrás y Lance elevó una ceja ¿Quién de Escocia quería hacer daño a Raven? Y menos ahora que iba a convertirse en Lady Galahad.

Tardaron un poco más, pero en cuanto atracó salió disparado con todo lo que sus habilidades y miedo le permitían hasta entrar y registrar el camarote de Raven y su secuestrador, ahora vacío.

Una vez desembarcó se lanzó entre la gente, el puerto y el mercado y siguió a las dos sombras que estaban tapadas, ocultas a simple vista, siendo Raven y el secuestrador. Lance podía haberse lanzado sobre ellos, haberle arrancado la cabeza al secuestrador, pero eso evitaba que obtuviera respuestas que necesita. De hecho, esperaba poder capturarle vivo y poder practicar el medievo con él, como hizo con los anteriores captores de Raven. Ya la había encontrado, la había seguido y aunque sufriera a manos de ese cabrón, mientras no se sobrepasara con ella, Lance permanecería con el perfil bajo. Ahora él llevaba la iniciativa, iba un paso por delante y aprovecharía esa situación. Ni si quiera pidió un caballo o una calesa, utilizó sus piernas para seguirlos a través del camino y los bosques. Así evitaba dos cosas, por un lado, que no hubiera pistas, ni huellas ni rastro. Y por otro lado evitaba que constara en el registro de compra-venta o de alquiler su nombre. Lance podía ser una sombra si se lo proponía y en ese momento, no solo se lo propuso, sino que habían tocado lo único que le importaba en ese mundo, la fuente de su humanidad, de su vida.

Cuando les siguió llegaron a través del bosque, entre caminos que se perdían entre la maleza, un castillo lúgubre y abandonado. Los torreones estaban llenos de enredaderas y piedra destruida, seguramente ese castillo había sido pequeño y bien cuidado, de un noble menor. Pero con el tiempo y por cómo la naturaleza se había abierto paso…el conde se dio cuenta de que aquella casa estaba alejada de la mano de dios.

Empujó la puerta de la entrada con suavidad, con paso de pluma para evitar que la madera chirriara bajo sus pies. Se remangó la camisa y avanzó con cautela, puso ahora sus sentidos bajo el instinto de supervivencia y caminó por el pequeño y derruido castillo a Raven.

por **Raven G. Wallace** Miér Dic 20, 2017 5:40 am

Siguió la figura del vampiro el tiempo que pudo pero poco a poco el barco se fue alejando del muelle y perdió su rastro. El peor de sus temores no se había cumplido, la situación había podido ir mucho peor de lo que iba; había conseguido dar con ella o al menos con su última parada antes de alejarse de Francia. Era listo y si había llegado hasta ella, volvería a hacerlo. Durante el viaje poco podía hacer además de dormir y comer lo que llevaban a su camarote, pero tenía claro que en cuanto llegaran a tierra ralentizaría su marcha; quizás así Lance tuviera más oportunidades de localizarles nuevamente.

Lo que seguía sin entender era el trato que recibía, su secuestrador no se deleitaba en tratarla mal, apenas abría la boca y solo era cuando Raven se revelaba que él usaba la fuerza para continuar su camino o hacerla callar. Su teoría de que no era más que un mercenario al que habían encargado el transporte se hacía más y más consistente, pensó en ofrecerle dinero para que la dijese quien la quería presa pero tampoco es que tuviera mucha confianza en él y tampoco llevaba nada de dinero encima, solo su anillo de compromiso y si se deshacía de ese también estaría sola. Dio un golpe a la puerta con el puño para despertarla y a continuación anunció la llegada a su destino, -vístete, tienes un minuto-, se levantó de la cama y entre las prisas de vestirse se le heló la sangre al ver que estaba en Escocia de nuevo. -Meredith…-, susurró atemorizada el nombre de su hermana, ese mechón si parecía ser de ella finalmente.

-¿A dónde vamos?-, se plantó en mitad del puerto negándose a caminar, ganándose otro golpe, esta vez con una vara con la que estaba jugando. La mejilla ardió tras el golpe y no sabía si habría hecho herida o no pero que estaba marcada era seguro. Se vio arrastrada a zonas más oscuras bajo los techos laterales de las casas, a lo que sumando las capas negras que ambos llevaban hacía que parecieran sombras que se desvanecían con rapidez a su paso. Llevaban caminando a paso rápido cerca de dos horas cuando hincó las rodillas en el suelo, -no puedo seguir-, era mentira; se había pasado toda su vida yendo y viniendo sin montura y estaba más que acostumbrada a caminar pero dejar aunque fuera una marca en el suelo si es que Lance la seguía, sería de ayuda. Por raro que pudiera parecer, el hombre cedió y se detuvieron unos minutos, incluso la dejó beber del odre de agua. -En marcha, aprovecha porque en cuanto te deje y cobre, no tendrás tanta suerte-, se quedó mirándole esperando por si soltaba algo más de información, no fue así.

No conocía de nada aquel lugar. La torres derruidas, el lugar parecía deshabitado desde hacía años… Pero fue al entrar cuando se dio cuenta de que había estado allí antes, ese castillo había pertenecido a unos amigos de la familia, ¿qué había ocurrido allí? -Las muñecas-, ordenó el secuestrador sujetando unas cuerdas con las que la ató. ¿Quería hacer ver a quien le hubiera pagado que la había llevado así todo el camino? Aquello era de locos. La llevó escaleras abajo y ya por el camino empezó a ver velas y antorchas prendidas que dejaban claro que iban por el camino correcto. -¡Excelente, ya estáis aquí!-, exclamó un hombre que se mantenía de espaldas a ellos, -átala-, señaló un potro de tortura y allí acabó; atada de pies y manos tendida sobre la madera. -Coge el dinero y vete-, indicó a quien la había llevado hasta él, y así lo hizo, cogió la bolsa y desapareció por las escaleras.

-¿Eres Roger?-, el conde de Yorkshire había sido muy cercano a su familia y le recordaba asistiendo a fiestas cuando ella aún vivía allí. -¡CÁLLATE!-, enmudeció ante el grito y ver que realmente era él –cuando se giró hacia ella-. -El maldito condado de tu padre siempre debió ser mío, niña. Era mío por derecho, pero esperé, esperé a que el viejo muriera y aun así la maldita corona no me lo entregó. Prefirieron vender la propiedad y cuando iba a presentarles una oferta de compra, llega tu querido novio y lo consigue, como también conseguiría la herencia y el titulo si es que os casáis. Cosa que no va a pasar.- ¿De eso iba todo aquello? -¿Dónde están mi madre y mi hermana?-, le mataría si pudiera, sentía repulsión por él y su egoísmo vano.

por **Lance Galahad** Jue Dic 21, 2017 11:58 am

Desde las sombras en el umbral de la puerta, Lance vislumbró la escena. Notaba el fantasma de la bilis recorrer su cuerpo, en caso de tenerla, sintió náuseas y una ira irrefrenable. Un hombre estaba cogiendo a su mujer, la estaba atando y torturando, la estaba manejando y buscando en ella esa sumisión por la fuerza que el conde no permitiría. Aguardó el momento y cuando el hombre dio el pequeño discurso sobre quién era y sobre el verdadero motivo de su desdicha, sonrió de forma siniestra. Al perecer deseaba el condado que correspondía a la familia Wallace y Lance llegó a sospechar, que de saber de la existencia de Raven, seguramente hubiera concertado un matrimonio para obtenerlo. Sin duda despreciable. Debería rendir cuentas ante la justicia escocesa, pero Lance era demasiado dramático para dejar escapar esa oportunidad. Cuando Roger se giró para perderse entre las sombras de la habitación contigua para “ponerse cómodo”, el conde aprovechó y entró en la estancia oscura y buscó la mano de Raven para consolarla. No dijo nada, sabía que el hecho de que Lance estuviera allí y la hubiera encontrado era suficiente para que Raven se tranquilizara. Tenía que ser racional-shh ¿Está tu hermana aquí?-preguntó sin entender muy bien qué quería decir. Justo cuando estaban hablando, Roger se disponía a volver para empezar el espectáculo de tortura o al menos eso pensaba él. Apretó la mandíbula y se separó de Raven escondiéndose en el rincón más oscuro de la habitación.

-Vas a recibir, por cada año que he estado olvidado junto a la mismísima escoria de esta ciudad- dijo acercándose a un armero donde estaban sujetas algunas herramientas, entre ellas la vara de bambú que había elegido para la ocasión. Cuando alargó la mano para cogerla, la figura de Lance apareció, iluminada tenuemente por el candelabro que llevaba en la mano Roger. Sujetó la vara que había elegido y Lance también lo hizo, cerró la mano alrededor de ella- Que gracioso, porque tu vas a recibir por cada segundo que me has privado de mi mujer- arrancó la vara de las manos ajenas y le dio un golpe en la cara con ella, rompiéndole la nariz, el labio y cayendo al suelo noqueado. Se acercó a Raven ahora, y la desató- Ahora hay que atarle a él- dijo el conde más serio y malhumorado que nunca. Cogió unas argollas y se las puso al hombre, después le colocó en el mismo potro en el que estaba Raven y se centró en ella- Pequeña- la apartó el pelo del rostro y la besó, como si bebiera de ella, consternado por haberla perdido. Verla magullada herida y en esas circunstancias era lo peor que podían haberle hecho, se trataba de una tortura contra él, y nadie se había percatado de eso, que el único punto débil que tenía Lance, era Raven.

Cuando estuvieron preparados, Lance cogió un cubo de agua sucia y se la echó por encima al hombre inconsciente. Este al notar el agua fría saltó asustado pero en vano por las ataduras, abrió los ojos de par en par y gritó- ¿Quién cojones os creéis que sois? Si me tocáis un solo pelo, tu hermana morirá. Y tu madre….si no lo ha hecho ya- se mofó el hombre aún estando en una situación complicada.

Lance miró a Raven de reojo, iba a dejarla a ella actuar contra él todo lo que quisiera, aunque para sonsacar información, él estaba más versado en la materia de la tortura- Bien, bueno como creo que no eres consciente de la delicada situación en la que te encuentras, aquí….Lady Wallace, te va a ilustrar un poco- dijo Lance llenando de agua el cubo nueva mente- Verás para mí el tiempo es relativo y no me canso nunca, de hecho podría pasarme el día dejándote inconsciente y despertándote para volver a hacerlo. Pero tu terminarías cayendo y necesitamos que nos digas donde está su familia. Mi familia- añadió Lance ofreciendo a Raven la vara que iba a usar contra ella- Cuando más madera uses, más duele. Es decir- guió la mano de Raven para que le diera en la planta de los pies al hombre- La punta, es más latigazo. El cuerpo de la vara, es más sólido y por tanto más dolor- dijo dejando ahora que ella eligiera.

-Y si el caballero ha terminado ya, querida. Ahora viene lo mejor- cogió un tocón de madera y un cuchillo muy afilado. Sacó varias púas de madera con mucho cuidado y se acercó hasta los dos.

Mientras trabajaba en las púas que metería entre las uñas del torturado, Raven empezó a perfeccionar el movimiento de la vara y con ella, los gritos de dolor del hombre- Por favor…- sollozaba y cortaba los llantos cada golpe. Lance se acercó- ¿Tienes algo de decirnos? - se agachó al hombre para escuchar y solo escuchó un- Pudríos en el infierno- mientras escupía a la mejilla de Lance.
El conde se levantó y se limpió el escupitajo, se acercó al hombre que tenía las manos atadas en el potro y dejó que viera las púas- Cada una de ellas están pensadas y elaboradas para cada uno de tus inútiles dedos. Es una tortura muy típica de las culturas orientales- asintió mientras se las enseñaba con cuidado. La madera era el único elemento, junto a la plata, que podía atravesar y herir al vampiro.

por **Raven G. Wallace** Vie Dic 22, 2017 12:30 pm

Contuvo las ganas de llorar cuando le vio junto a ella, el esfuerzo que tuvo que hacer no fue pequeño pero sí sabía que era necesario que por el momento la presencia del vampiro pasara desapercibida ya que era la ventaja con que jugaban ambos. -No lo sé… quien me trajo me enseñó un mechón rubio y me dijo que si no le acompañaba mi hermana acabaría como el ama de llaves, él la mató-, explicó todo lo deprisa y bajo que pudo para poner a Lance en situación. A pesar de estar magullada y herida se encontraba bien, había comido y bebido, incluso descansado en el viaje por lo que el vampiro podía estar tranquilo en cuanto a su integridad. Le vio desaparecer nuevamente y guardó silencio escuchando a Roger parlotear sobre el que iba a ser su castigo, afortunadamente el conde le cortó antes de tener que soportar más su prepotencia y sus aires de superioridad. Al desatarla esta quiso abrazarse a él y cerrar los ojos, todo desaparecía cuando la abrazaba pero no podían detenerse, no todavía; había trabajo que hacer y como hiciera en su casa con los amos, le ayudaría.

Entre los dos cargaron el cuerpo y lo colocaron en la misma posición que minutos antes se encontraba en de la joven y ahí sí tuvieron ese momento para comer y beber el uno del otro, -no sabía qué hacer, lo siento tanto…-, no se podía imaginar lo que había sufrido Lance esos días de viaje siguiendo un rastro fútil que se evaporaba en el aire. -Estoy bien, estoy bien-, la manera en que revisaba su rostro daba fe de la preocupación de este por los golpes que había recibido durante el trayecto, -le provoqué para que me hiciera sangrar de algún modo-, explicó para que tranquilizara en la medida de lo posible y recuperar la templanza que siempre poseía.

Aisntió ante la pregunta implícita en la mirada del conde y fue cuando este despertó al ahora preso. El miedo revolvió su estómago cuando mentó a los dos únicos miembros de su familia que seguían con vida, -si las pasa algo me aseguraré de mantenerte con vida durante años para torturarte cada día de ellos-, no quería mostrarle el pánico que sentía al no tener el control y no saber nada de ellas. Lance conocía la sensibilidad de Raven cuando se tocaban temas de familia o de alguien a quien quisiera por lo que retomó el control de la situación y fue él quien continuó con las amenazas que tornaron rápidamente en golpes. No hizo falta mucho para que la joven cogiera el punto al manejo de la vara, le diera como le diera sabía que le dolía e iba cambiando de parte del cuerpo y de manera de golpearle para provocarle más dolor. Le dio una tregua mientras Lance sacaba las astillas, no por piedad sino porque así el cuerpo se relajaría nuevamente y las golpes serían peores para él. -Yo se las clavaré-, se ofreció Raven, había leído lo suficiente sobre los vampiros como para saber que podía salir lastimado de ahí y no iba a permitirlo si podía evitárselo. Extendió la mano para que Lance dejara en ella las astillas y le cedió la vara por si quería desquitarse con él. No le fue difícil encontrar un utensilio que hiciera las veces de martillo y se sirvió de él para empezar esa delicada tarea entre los gritos de Roger. Lo más seguro es que de las ultimas astillas ni se diera cuenta pues parecía haberse desmayado del dolor, momento que Raven aprovechó para descansar un momento del bloqueo mental que la suponía aquello. -¿Qué pasa si no dice nada?-, miró al vampiro esperando una respuesta para la que él tampoco tenía respuesta.

La pareja esperó, ambos se sentaron en un escalón juntos y en silencio viendo como la sangre caía de las manos ajenas. Wallace aprovechó la tranquilidad para recorrer la sala en busca de algo que le hiciera ceder ante ella, algo que le reventara de tal manera que la recordara de por vida si es que salía de aquel calabozo. En cuanto lo vio lo reconoció y supo que era lo que lograría su objetivo esa noche, recogió aquel tesoro y se lo mostró a Lance, -necesito tu ayuda para darle la vuelta-, pidió. La pera de la angustia, formaba parte de varios libros sobre la inquisición que había tenido oportunidad de leer. El instrumento, en forma de dicha fruta, se introducía –dependiendo del sexo- por el ano o la vagina y se abría en el interior haciendo que los pinchos se clavaran en la carne. Una vez le quitaron la ropa y estaba en la posición adecuada, apoyado en la superficie de madera y con los pies atados a las patas en el suelo, le despertaron. -No deja de ser irónico, te voy a violar yo a ti-, no hacía falta ser un estudioso para saber qué era lo que pretendía hacer con ella y decírselo antes de hacérselo –tenía razón Lance- era placentero. Le vio sufrir antes de tocarle, antes de colocar el artilugio perfectamente para penetrarle. Juró y perjuró que su familia estaba a salvo, que todo había sido una mentira para hacerla ir y evitar así la boda, le creyó pero no iba a dar marcha atrás, ya no. No solo lo introdujo por el recto del hombre sino que lo abrió y giró hasta ver salir la sangre a medida que las piernas de Roger temblaban y perdían fuerza.

por **Lance Galahad** Sáb Dic 23, 2017 10:16 am

En la Divina comedia Dante dijo “Quien sabe de dolor, de todo sabe”. Ahí estaban Lance y Raven frente al cuerpo del hombre que quiso hacerles daño a ellos. Un hombre que movido por la venganza y el resentimiento estuvo preparando meses e incluso años el plan de hundir a la familia Wallace. Sin saber que Raven no era sólo la prometida de Lance, sino que ambos provenían del infierno. El vampiro había experimentado todo el maltrato conocido e incluso la violación por parte de su padre biológico. Después experimentó la violencia extrema y perfeccionó el oficio de la tortura, por eso, ante esa situación, decidió sentarse a observar. Raven en cambio vivió el infierno hasta la llegada de Lance a su vida, así que podría decirse que ha estado más allí que aquí. Ambos conocen la crueldad del ser humano, de la naturaleza humana y ahora, ambos, pueden devolver esa crueldad a los hombres.

Cuando Lance vio la herramienta que Raven había cogido, cruzó instintivamente los brazos sobre el pecho y pasó una pierna sobre la otra mientras su espalda descansaba en la pared. Había decidido mantenerse al margen, era la venganza de Raven y no quería privársela, además parecía disfrutar de ella. Así que cuando vio la predisposición su prometida hacia el condenado a muerte, se incorpocó y se acerco al hombre. Enseñó sus colmillos y hundió la boca en el cuello del hombre, que momentos antes había admitido que todo era una farsa y suplicaba por su vida. Lance le había condenado a muerte desde que le encontró, solo que hasta ese momento no había decidido como acabar con su vida. Mientras Raven practicaba el medievo con él, Lance mordió el cuello del hombre y lo desgarró, absorbió la sangre que caía por él mientras su mirada se apagaba y dejaba incluso de brillar. El último de aliento de vida de ese hombre fue ahogado entre sus gritos y su propia sangre. Una vez terminó dio un golpe a la herramienta que tenía Raven su mano y la levantó por las piernas. La llevó al rincón oscuro, donde se había preparado Roger momentos antes, lanzó la bandeja de madera y la copa de vino al suelo y levantó la ropa de Raven con el único fin de tomarla.

Quizá no era el mejor momento, la había recuperado y ella había pasado por un calvario, pero sangre, tortura y Raven en una habitación era algo que el vampiro no podía omitir. La tomó contra la mesa, embistió contra ella, mientras besaba todo su cuello, aún con los restos de la sangre de Roger en su boca y gimió al borde del colapso y del placer. Rugió cuando acabó y se salió de Raven para mirarla a los ojos- No he podido evitarlo- dijo el vampiro recomponiéndose y vistiéndose, también ayudó a Raven a ponerse y salieron de la habitación para ver al hombre en el potro- Podemos reducir esto a cenizas si quieres. O puedes dejar que el tiempo lo convierta en carne para los gusanos…- dijo Lance tomando su mano y guiándola. Sabía que no volverían a París, y tenían que volver a Escocia para comprobar que su hermana estaba bien.

Después de que Raven tomara la decisión final sobre qué hacer con el hombre y con lo que quedó de su hogar, Lance caminó con ella el largo trayecto hasta una posada en el muelle. Ahí entraron y pudieron descansar y lavarse- No podemos ir ahora, está amaneciendo- dijo Lance ahora cerrando los ojos, el sol se empezaba a elevar por el este y notaba como la claridad le hacía daño en los ojos, cerró las cortinas y se mantuvo alejado de las ventanas cuando salió el sol- Puedes adelantarte, sé que estás inquieta- alargó la mano para guiar a Raven hasta la cama y tumbarse junto a ella- Pero no quiero que te pase nada, acabo de recuperarte y no quiero volver a separarme de ti- dijo el vampiro besando la frente de su prometida- En cuanto oscurezca saldremos hacia casa de tu madre y comprobaremos si están bien y si necesitan algo- deslizó sus dedos por la piel desnuda de Raven inconsciente y relajadamente- y si nos ha mentido ese maldito bastardo, revolveré cielo y tierra e incluso quemaré todo el viejo continente hasta que las ratas salgan a la luz- prometió Lance enfadado. El vampiro ahora solo se dedicaba en cuerpo y alma a Raven, por tanto, no tenía nada más que hacer que poner todos sus recursos a merced de su prometida. Al fin y al cabo era la única familia que tenía.

por **Raven G. Wallace** Mar Dic 26, 2017 11:30 am

Nada entre ellos era convencional, nunca lo fue y seguramente nunca lo sería. Desde que se conocieron conectaron a otros niveles diferentes a la gente de a pie y era por ello que podían tener momentos como el que estaban viviendo sin juzgarse el uno al otro. Raven había conocido a Lance desde el principio sabiendo cómo era y cuáles eran sus gustos, Lance había liberado a una joven oprimida y estada dándole alas para descubrirse a sí misma. Con la forma de ser introvertida y poco social de Wallace jamás nadie podía haber supuesto que disfrutara con las torturas pero parecía que así era. Si bien Lance disfrutaba con ello fuera quien fuera la víctima, ella –de momento- se limitaba a castigar quien le hacía mal a ella o a los suyos. Lance era un monstruo y estaba creado otro, a su futura compañera para la eternidad. Acabaron con él los dos juntos y notó en la mirada del vampiro la necesidad que tenía de ella, entraba en frenesí cada vez que asesinaba, que torturaba y –como siempre- cedió ante sus manos. No necesitaba preliminares con él, estaba a su disposición las veinticuatro horas el día y el cabrón lo sabía. Salieron de allí pletóricos.

Sonrió ante la idea de Lance y buscó en los bolsillos ajenos, -sé que siempre llevas por si se me antoja-, le besó al encontrar los fósforos y su tabaco. -Que arda, quizás así se purguen sus pecados-, lanzó la cerilla bajo una pila de madera de la entrada y esperó hasta que las llamas fueron lo bastante altas como para saber que ardería hasta los cimientos.

Ya no tenían prisa, obviamente tenían que pasar por el palacio Falkland para asegurarse de que la familia Wallace se encontraba bien pero ambos dudaban que el hombre no hubiera dicho la verdad viendo la muerte tan cerca. -¿Cómo diste conmigo?-, preguntó una vez ambos se cerraron en la habitación en la que deberían pasar el día, -¿sirvió de algo que hiciera que me pegara? Pensé que quizás la sangre te fuera más fácil de oler si se te ocurría buscar en el puerto-, aun no sabía si estaba enfadado con ella por lo ocurrido, si creía que debería haberse negado a ir con aquel hombre… -Y dime que encontraste el anillo…-, casi suplicó por recuperarle, no hacía más que tocar el hueco donde debería estar el aro. Se acabó por relajar cuando las manos del vampiro se movieron por su cuerpo y a punto estuvo de dormirse, -necesito darme un baño, ¿puedo ahora amo?-, sabía que él también estaba cansado y que había sufrido siguiéndola y viéndola de nuevo sometida a otro hombre, preguntar era lo menos que podía hacer. Le besó tras su respuesta afirmativa y se adentró en el baño dejándole momentáneamente en la cama. Al volver junto a él le encontró ya dormido y entre el cansancio, su respiración y tener el cuerpo relajado tras el baño ella cayó también en un instante.

Fue cuando todo el mundo se estaba recogiendo cuando la pareja dejó la habitación, Raven pidió una hogaza de pan y algo de queso para comer por el camino y Lance se encargó de buscar un coche de caballos que les llevara a Falkland. El trayecto no duraría más de dos horas, pero el saber que iban a descubrir si todo había sido un montaje o en realidad corrían peligro, tuvo tensa a Raven todo el camino. -Hola Lucy, ¿está mi madre en casa?-, les abrió la puerta la chica a la que habían salvado en el camino, tiempo atrás y les recibió con una enorme sonrisa que tranquilizó a la pareja, -sí señorita, está tomando una copa con su hermana en la biblioteca-, ambos se miraron ya tranquilos y pasaron al calor interior, -¿podrías llevar un whiskey también? Iremos a hacerlas compañía-, pidió a la joven que asintió y salió pitando a por ello. En cuanto entraron las dos mujeres se lanzaron a saludarles, besarles y reñir por no haber avisado para dejar cena hecha, las habitaciones lista y un largo etc… -No te preocupes mamá, hemos cenado de camino y yo ayudaré a Lucy a preparar el cuarto, los cuartos-, se corrigió recordando que tenían que mantener las apariencias. -No era in viaje preparado, simplemente cogimos un barco y vinimos, ya compraremos ropa aqui-, miró a Lance para que siguiera esa versión y ahorrara detalles que no tenían por qué saber. -¿Cuándo se retiren damos un paseo por la finca?-, sugirió, sabía que ellas tenían sueño pero ellos habían dormido todo el día y además así estarían solos un rato.

por **Lance Galahad** Miér Dic 27, 2017 1:44 pm

Una vez estaban a salvo en la posada Lance meditó orgulloso de su compañera- La verdad es que fue muy inteligente que te hicieras sangrar. Una vez probé tu sangre no pude olvidar el olor y el sabor. Y lo del anillo- apretó los labios e hizo una mueca de complicidad y enfado- No quiero volver a verte sin él, es igual o más importante que el otro- dijo poniéndoselo otra vez en el dedo correspondiente- Eres mía y yo soy tuyo.

Cuando vieron Falkland a lo lejos y con las luces encendidas sus pechos respiraron tranquilos. Miró a Raven para infundirle algo de valor y tranquilidad, pero sabía que era una chica pragmática y hasta que no lo viera con sus ojos no se relajaría. Pero al conde si que le tranquilizó ver a Raven comer algo, que tuviera apetito evidenciaba algo de esperanza en su rostro. Así que nada más llegar y encontrarse con Lucy lo primero fue preguntar por ellas y después ir directamente a verlas. Fue una gran sorpresa y aunque Raven se lanzara a abrazarlas, Lance mantuvo las distancias, no era un hombre cariñoso al uso, era bastante reservado en cuanto al espacio personal. Reibió de Lucy una copa de Whisky que no había pedido pero que por la sonrisa de su futura mujer comprendió que ella si y escuchó con atención la elaborada historia que se estaba montando sobre la marcha Raven. Todo por no preocuparles- Si la verdad es que queríamos pasar a saludar y ver si necesitabais algo, estaremos ocupados con la boda y no podremos volver hasta después…y esperamos que vengáis y paséis una temporada con nosotros- la verdad es que lo mejor era cambiar de tema y evitar que la madre preguntara de dónde habían venido y así era mejor.

Cuando acabaron la copa salió con Raven a dar el paseo por la finca, ofreció el brazo a su prometida y conscientes de que la madre les observaría caminaron con paso lento por el camino de tierra que daba la vuelta por los jardines y la casa- Creo que basta ya de emociones fuertes. Desde que te he conocido me has puesto el mundo patas arriba- dijo dejando un beso en la cabeza ajena- Eres mi infierno particular- susurró y continuaron su camino. Lance no dejaba de pensar en todo lo que les había pasado- Raven tenemos que pensar seriamente en tu protección. Se que siempre has sido una mujer independiente y que te has sacado tu sola las castañas del fuego. Pero es la segunda vez que te pierdo y no puedo permitirme una tercera- se detuvo y buscó consuelo en sus ojos. Sin saber lo que se les venía encima- Espero que lo único de lo que tengamos que preocuparnos ahora sea de planificar la boda que se nos viene encima- se detuvo en un banco de piedra que estaba junto a una fuente redonda, justo al final de los jardines. Miró la enorme casa de Falkland y sonrió- Aunque quien nos iba a decir que tu familia recuperaría todo lo que perdió, que tu serías libre y que te casarías conmigo. Y quién nos iba a decir que te encontraría- besó el dorso de su mano y después sonrió- Me estoy aguantando las ganas de besarte indecorosamente, porque seguro que tu madre está pendiente de nosotros…- susurró apartando un mechón de su pelo, que caía por su rostro- Empieza a hacer frío deberíamos volver a nuestras respectivas habitaciones- dijo el conde recogiendo el brazo de Raven para poner rumbo a la casa.

Una vez llegaron el conde se despidió de su futura mujer y se encerró en la habitación que había sido de su hermano, después de cerrar la puerta, escuchó como la madre de Raven cerraba la suya y el conde se deslizó por la ventana hasta la cornisa y de ella hasta la ventana de Raven- Buenas noches, condesa- dijo entrando en la habitación- Tu madre ha cerrado la puerta con llave, la que comunica las habitaciones- se rió antes de reunirse junto a su prometida y meterse en la cama junto a ella.

por **Raven G. Wallace** Miér Dic 27, 2017 3:26 pm

Meredith estaba deseosa de viajar a Francia, siempre había querido ir a estudiar a la capital francesa pero las estrictas normas de los Wallace se lo habían impedido, ahora Raven sabía que haría lo que pudiera para pasar una temporada allí con la pareja. -La boda será en tres meses pero podéis venir cuando queráis, ya hemos comprador la propiedad de la que os hablé y os va a encantar-, a pesar de la distancia que Lance se empeñaba en poner con todo el mundo aquellas dos mujeres eran ya su familia y aunque le costase tenerlas en casa, no pondría pegas a ello. -Descansad, nos vemos por la mañana-, besó a ambas y se cogió del brazo del vampiro para salir y poder estar un rato tranquilos antes de regresar. -Sabía que me dirías algo por el estilo, lo que no sabía era cuándo-, suspiró y miró la gravilla antes de verse forzada a mirarle a él. Sabía que tenía razón, habían pasado por mucho desde que se conocieron, realmente tranquilos habían estado tan solo los momentos a solas, pero cada vez que se separaban pasaba algo. -Realmente no he sido una mujer independiente, era tímida y distante con los demás porque no sabía relacionarme, luego cai en las manos peor indicadas y ahora contigo es cuando estoy aprendiendo a ser yo misma; ahora que quieren que deje de existir-, era más complicado que un simple “quieren matarme”, para Raven ya se trataba de supervivencia, de no caer ahora habiendo superado todos esos años de penurias.

Sonrió ante aquel primer recuerdo de su conde, -apenas te miré cuando me entregaron a ti, pero me pusiste nerviosa-, se mordió el labio inferior sonriendo y negó con la cabeza, -nunca imaginé que ocurriría todo esto en ese momento, crei que serías un invitado más en esa casa, otro amigo del amo atraído por sus historias de las sirvientas-, no tenía que cuidar sus palabras con él, era con el único con quien no lo hacía y en parte por eso la relación era tan ideal. -Las invitaciones ya las enviaste y mis invitados van a ser pocos y están al tanto, de la comida me he encargado yo, así que nos quedan las flores y la música-, resumió para que viera que no era tanto follón y se relajara. -Y en cuanto a mi familia… las tres te debemos todo a ti y espero poder devolverte el favor algún día-, susurró siendo eso más que una promesa de pago, una promesa de longevidad juntos. Se echó a reír por los besos castos que recibía del conde, ya habría tiempo más tarde de otro tipo de ellos.

Al regresar a la casa Raven no se metió a la cama sino que escribió una rápida misiva y llamó a Lucy para que la entregara lo antes posible en la parroquia cercana. Esperó sentada en la cama a que la puerta se abriera pero en vez de eso recibió un susto descomunal al ver a Lance aparecer por la ventana, -¡¿me quieres matar?!-, se llevó la mano al pecho hasta que se le calmó el pulso y después tiro del cuerpo ajeno, -no te acomodes que nos vamos-, le indicó que guardara silencio mientras salían de allí y emprendieron el camino hacia el pueblo. A pesar de las preguntas de Lance, con amenazas incluidas, no salió una sola palabra de su boca en explicación a dicha escapada nocturna. -Ya hemos llegado-, sonrió y abrió la puerta de la capilla donde les esperaba el cura junto a dos monaguillos que harían las veces de testigos para la ocasión de su enlace. No era nada ostentoso, más bien lo contrario pero se habían tomado las molestias de decorarlo con algunas flores silvestres y tenían todas las velas encendidas. -¿Quieres casarte conmigo amo?-, lo preguntó en un susurro que solo él pudo escuchar, nadie quería alarmar al cura. -Nos tendrá que perdonar padre, pero solo tenemos una alianza, en la siguiente ceremonia será todo mucho más elaborado, se lo prometo-, ante el gesto de Lance elevando la ceja, la joven sacó del bolsillito del vestido un aro como el que ella misma llevaba –de sumisa- pero con un puño cerrado grabado, este para Lance.

por **Lance Galahad** Jue Dic 28, 2017 2:31 pm

No daba crédito a lo que estaba pasando ¿una boda íntima? El sacerdote les había brindado y concedido esa noche para ellos, se notaba que no había dormido mucho y tendrían que hacer un donativo a la capilla por las molestias. Aun así Lance sonrió abiertamente, sin temor a que se vieran sus colmillos y cogió las manos de Raven en silencio, dispuesto a casarse con ella en ese momento. Los monaguillos estaban vestidos con el atuendo recién planchado, aún se veían los pliegues en la ropa. El nerviosismo de los jóvenes al recoger, ir y venir le decía al conde que era la primera vez que hacían eso, pero de igual forma que ellos, esa noche iba de hacer lo que nunca se había hecho - ¿Aceptas Lancelot Galahad a Raven Wallace como tu legítima esposa, ante los ojos de dios?- dijo mientras miraba a los dos jóvenes que no dejaban de mirarse a los ojos. Lance asintió y miró a Raven y luego a sus manos. Ya le había dado todos los anillos así que no pudo hacer más que volver a meter el anillo de sumisa en el dedo y esperó a que ella hiciera lo mismo con el nuevo. Después les dieron la bendición divina y tras una leve y pequeña oración ya eran marido y mujer. El cura había escrito en un papel la fecha y la firma de la diócesis y que bajo su tutela había unido a estas dos personas en sagrado matrimonio.

Salieron de allí juntos, sin soltar las manos que habían entrelazado y sin decir más de lo que se habían dicho- Ahora ya podemos dormir juntos- dijo cogiendo a Raven como una princesa y llevándola con paso lento de nuevo a la casa- Aunque no sea nuestro hogar, pienso entrar contigo por el umbral, como manda la tradición- sonrió y bromeó junto a ella. Lo hizo sin hacer ruido, evidentemente para no despertar a nadie, y por nadie era la madre de Raven. De ser consciente de lo que pasaba no podrían perdonárselo nunca- Eres consciente de que es el mayor secreto que tendremos que guardar a tu familia ¿verdad? Tu madre se pondrá como basilisco si se entera de que nos hemos casado sin ella- bromeó una vez entraron en la habitación de Raven y cerraron la puerta con llave. La llevó a la cama y allí la tumbo, quedando él encima de ella entre sus piernas- Ahora podremos compartir el lecho sin ir al infierno- comentó besando con suavidad cada parte que encontraba, deteniéndose en su cuello y acariciando sus brazos mientras tanto- Voy a beber de ti…- susurró contra su piel antes de morderla y succionó poco a poco la sangre de ella. Lo hizo con cuidado, sin hacerla daño y sin tomar mucho. Cuando probó su sangre recordó el vago olor que había seguido hasta encontrarla. Cerró los ojos envuelto en el frenesí de lo que más le gustaba en la vida y se separó, besó las pequeñas hendiduras de sus colmillos y cesó de sangrar. Ahora el calló a un lado de la cama e hizo lo mismo con su muñeca, se mordió el solo para devolverle la sangre, como siempre habían hecho. Ella le daba y él le daba. Sellaban el pacto y el vínculo que habían pactado desde el principio- Adelante… pero ya sabes el trato escribe y no bebas mucho- dijo el conde mientras aún saboreaba a Raven en su boca. Cuando se separó la vio toser y rápidamente se levantó a servir una copa de whisky, la doncella había dejado un pequeño mueble bar en cada habitación . Así que se lo entregó- Bebé, quizá así suplantarás un sabor por otro más liviano…Igual de esta te gusta el alcohol...- volvió a su lado y besó sus labios con intensidad- Somos uno, Raven. No lo olvides nunca. Todo para ti, lo que sea.

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Todo para ti. Lo que sea. || Lance Galahad

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