Crystal Chimes

por **Elise O'Shaughnessy** Miér Dic 20, 2017 10:00 pm

Cries in the Night

Elise nunca había considerado el matrimonio como algo realmente bueno, sin embargo, tuvo que desistir en algún momento, no por haber cambiado de opinión, sino porque la vida decidió acorralarla hasta semejante abismo. Tenía la firme convicción de que iba a ser una mala idea, que su unión con Wyatt O'Shaughnessy sería un mal que se asemejaba a una tormenta, pero que tendría que enfrentar aún cuando creyera que todo estaba perdido.

Era una suerte que su carácter siempre había sido así de tozudo, se repitió muchas veces. Era una suerte que a su espíritu le costara enormemente apegarse a la derrota; no me gusta perder. Y más frases de autoayuda iban y venían, hasta el punto de que muchas la llevaron a la conclusión de que lo más sensato, para ambos, era el divorcio. Él podía encontrar a otra que estuviera dispuesta a soportarlo; ella viviría en la humildad de su empleo, sin demasiadas preocupaciones. Sólo eso le bastaba. Jamás se mostraba tan conformista con respecto a su vida, pero creía que había aguantado muchas cosas, y la vejez agobiaría su juventud, aún cuando su naturaleza gozaba de gran fortaleza.

Pero hubo un punto y aparte en ese dilema, lo que la obligó a continuar con su historia en el párrafo siguiente, cuando sólo veía puntos finales a su relato.

Ese punto y aparte llegaría en nueve meses...

Ese punto y aparte tendría como hogar su propio cuerpo. Elise estaba embarazada.

No supo cómo tomar la noticia. En ese instante no hubo alegría, tampoco tristeza, menos rechazo. Se sintió contrariada. Un hijo era una gran responsabilidad, pensó. Un hijo necesitaba una familia. Sin embargo, Wyatt y ella no habían formado una familia, sino un negocio que convirtieron en un campo de batalla. ¿Era prudente que un niño creciera en un hogar así a pesar de las comodidades? Pero, ¿qué le diría cuando empezara a preguntar por la identidad de su padre? Wyatt no sería un buen ejemplo...

Tantas noches en vela deterioraron su salud, y que, indudablemente, pusieron en riesgo su embarazo. ¡Era tan difícil dejar de pensar! Una parte de ella quería irse lejos y criar a su hijo sola, sin tener que atarse a tanta miseria personal. También pensaba en otras consecuencias, y todo su deseo se venía abajo. La perfecta ilusión de que estaría en paz al fin, acababa derrumbándose, hecha añicos en filosos y pequeños fragmentos, todos esparcidos por el suelo.

Entonces nació Rhett, y aunque las miserias seguían ahí, él fue lo único que valió la pena entre tanto caos.

BY FAYETTE