Anna Vronskaya.

Educada, hecha a cincel por sus padres está formada en diversas lenguas, historia, danza, canto, equitación, pintura… En resumen, toda una damita perfecta para el matrimonio si no fuera por ese carácter intrínseco en ella que de vez en cuando sale a relucir arrasando con todo y con todos. A pesar de habérsele dicho toda su vida cómo actuar, vestir, hablar, moverse y pensar Anna comienza a poner en duda todos esos “consejos”, queriendo –entre otras cosas- ver ese mundo del que se la ha privado. Tiene una elegancia y belleza innata que desata celos en las féminas y atrae las miradas de los caballeros, muchos han tratado de seducirla sin conseguirlo y normalmente siempre se ha fijado en muchachos de clase social más baja pues es con los únicos con quienes se lo pasa bien. Es dulce, divertida y algo sarcástica cuando no se la vigila, la gusta divertirse y odia la prepotencia.  

Lo mejor hubiera sido tener un niño. Cuántas veces podría haber escuchado esa frase salir de los labios de su padre durante su vida, infinidad de ellas. Lo que él quería era perpetuar el apellido familiar, los Vronsky siempre habían tenido poder, dinero y buena línea sucesoria pero está ahora parecía estrecharse al máximo. Igor Vronsky y su esposa Anya habían sido capaces tan solo de traer un bebé al mundo y para su desgracia fue una niña. A Anya se le dijo que si trataba de tener más hijos lo más probable es que muriera en el parto dada la dificultad del primero, por lo que Anna nació y creció sabiendo que siempre sería hija única. Quizás fue por ese rechazo que su padre tenía hacia ella por lo que a pesar de ser una joven bien educada, y digna de su título de princesa Vronskaya (o condesa si nos basamos en los títulos a nivel europeo) en San Petersburgo, siempre encontraba maneras de retarle; muchas de ellas no era de manera deliberada, simplemente su forma de castigarle por la falta de amor que sentía de él por haber nacido mujer. Su madre por otro lado siempre la colmó de atenciones, siendo pequeña disfrutaba jugando con ella o escogiendo sus vestiditos y a medida que creció ambas pasaban mucho tiempo juntas dada la atareada vida de Igor.

Los palacios fueron sus salas de juegos, de pillerías y centro de estudios, la posición en el gobierno de su padre como consejero del zar les aseguraba un estilo de vida más cercano a este que al pueblo ruso. Nunca la dejaban salir de los palacios que poseían y tan solo veía la vida “real” cuando viajaban de uno a otro en los cambios de estación. A pesar de la bondad natural en ella poco podía hacer más que dar limosna en la iglesia cuando iban a rezar, pues tenían terminantemente prohibido relacionarse con gente de clase más baja que ella, lo que limitaba bastante sus relaciones sociales –tal y como querían sus padres para concertarla un matrimonio ventajoso para la familia-. En su círculo social todos y todas eran condes, príncipes o en el peor de los casos barones, poco entendían de lo que pasaba a su alrededor y si se enteraban de algo era por libros o porque sus tutores se iban de la lengua de vez en cuando, era una falsa burbuja de perfección y lujos que había sido creada para que vivieran felices e ignorando a aquellos que no habían tenido la suerte de nacer en un palacio.

A sus veinte años la comunicaron que estaba prometida a un prometedor hombre de negocios francés, Octavien de Lacy. Por aquel entonces ella estaba manteniendo una especie de affaire con el hijo del cochero –uno de esos castigos a su padre seguramente- y la noticia fue como un bolazo de nieve en la cara pero simplemente asintió antes de hacer la pertinente reverencia a su padre y retirarse a su cuarto. Partirían en menos de un año los tres a Francia para la fiesta de pedida y posterior boda, su vida en San Petersburgo acababa.

- Es hija no deseada por su padre que quería un niño más que nada.

- No tiene hermanos dadas las complicaciones de su madre durante su embarazo.

- En San Petersburgo era conocida como princesa Vronkasya, ahora ostenta en título de condesa rigiéndose por las normas europeas de realeza y nobleza, no las rusas.

- Sus padres la prometieron a los veinte años con un conocido e importante joven Francés, Octavien de Lacy.

- Ha vivido al margen de la pobreza del resto de la sociedad, siempre de palacio en palacio rodeada de lujos.