AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Tiden bringer alltid overraskelser (Arikel Voerman)
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Tiden bringer alltid overraskelser (Arikel Voerman)
La oscuridad de una nueva noche se cernía sobre la ciudad parisina cuyo cielo cerrado bajo el manto de negras y grises nubes, otorgaba la perfección para salir a saciar la sed que sucumbía por alivio en el trasfondo de mi garganta. Algunas vidas serían llevadas al olvido aquella invernal noche en la que los copos de nieve hicieron acto de presencia para dar un cierto toque mágico a una oscura noche. El viento siberiano había dejado de arrastrar su fría estela lo que había favorecido la salida de multitudes de humanos a las diversas calles de la capital francesa. Hacía tiempo que no acercaba mis víctimas al barrio con más poder de París: El barrio aristócrata cuya luces y expositores resultaban demasiado exuberantes para mi persona. Era como si quisiesen demostrar al resto de la ciudad el poderío y la fama que el resto no podría alcanzar jamás.
Cierto era que tenía mis propias preferencias. Prefería atacar y eliminar a humanos de bajo rango social cuya desaparición nunca investigarían por demasiado tiempo. Pero… ¿Qué era una vida inmortal sin emociones? La llevada al olvido de una persona de clase alta haría llevar la voz de alarma a lo largo del barrio. Sería precioso ver como un acto mío personal haría ver como la ley y el orden se preocupaba más por los entes mortales de este barrio que de cualquier otro que hubiese en esta capital.
Habían pasado ya algunos días desde el ataque fallido contra aquella humana. Días en los que se me habían ido sucediendo la misma visión una y otra vez. Visión que aún no lograba encajar dentro de una explicación razonable; Expulsé el aire innecesario de mis pulmones para enseguida volverlos a llenar de nuevos olores y aromas que me hicieron fijar la vista hacia abajo y observar así las distintas direcciones que tomaba cada ser humano que caminaba por la adoquinada calle pintada de blanco nevado.
Me agaché lo suficiente, centrándome en una joven que parecía perdida. La víctima perfecta para calmar mi sed insaciable aquella noche. La joven humana no dejaba de mirar hacia los lados, buscando algo o a alguien que no llegaba. Alguien al que nunca volvería a ver. Sin más, sonreí de forma ladeada, tenebrosa y un tanto maquiavélica al pensar en cada una de las posibilidades que se abrían ante mí para llegar hasta a ella: Podría dar uso de mi gala y labia de clase alta y embaucarla en mi red hasta llegar a seducirla y, así pode robar su vida de una forma elegante. O bien, podría dejar en libertad parcial a la bestia encerrada en mi interior y causar un pequeño estrago con la humana, viéndola correr por puro terror de encontrarse con un monstruo cara a cara.
Una sonrisa aún más profunda se hizo sobre mí al elegir la opción. Con rapidez fui saltando de tejado en tejado con la mayor gracilidad posible y sin hacer el menor ruido. Como si fuese un precioso gato inmortal que había divisado al próximo gorrión que se comería. Estaba en posición. A punto de atacarla y avanzarme sobre ella cuando el grito profundo de un callejón hacia mi derecha, hizo la joven humana se sobresaltase y corriese despavorida hacia una multitud lejana mientras alzaba la voz para ser oída.
Un gruñido tosco y ronco de enfado salió de mi garganta para luego correr a toda velocidad en dirección al grito de muerte había escuchado. Sea cual fuere la razón y el protagonista de aquello, no vivirían para volverlo a repetir; Con un salto magistral, aterricé sobre un alto tejado repleto de humeantes chimeneas para divisar como una inmortal acababa con una vida de una forma muy poco silenciosa.
Apreté mi mandíbula con fuerza mientras mis pupilas se tornaban rojas por el enfado de traía conmigo. Pero tan pronto como vino aquel sentimiento, se fue cuando ésta inmortal se dio la vuelta de tal modo que pude ver su rostro. – Syeria – Pronuncié al ver a mi difunta hermana en aquel rostro ajeno. Pero no podía ser… ella ya no estaba en este mundo… ¿O si?
Cierto era que tenía mis propias preferencias. Prefería atacar y eliminar a humanos de bajo rango social cuya desaparición nunca investigarían por demasiado tiempo. Pero… ¿Qué era una vida inmortal sin emociones? La llevada al olvido de una persona de clase alta haría llevar la voz de alarma a lo largo del barrio. Sería precioso ver como un acto mío personal haría ver como la ley y el orden se preocupaba más por los entes mortales de este barrio que de cualquier otro que hubiese en esta capital.
Habían pasado ya algunos días desde el ataque fallido contra aquella humana. Días en los que se me habían ido sucediendo la misma visión una y otra vez. Visión que aún no lograba encajar dentro de una explicación razonable; Expulsé el aire innecesario de mis pulmones para enseguida volverlos a llenar de nuevos olores y aromas que me hicieron fijar la vista hacia abajo y observar así las distintas direcciones que tomaba cada ser humano que caminaba por la adoquinada calle pintada de blanco nevado.
Me agaché lo suficiente, centrándome en una joven que parecía perdida. La víctima perfecta para calmar mi sed insaciable aquella noche. La joven humana no dejaba de mirar hacia los lados, buscando algo o a alguien que no llegaba. Alguien al que nunca volvería a ver. Sin más, sonreí de forma ladeada, tenebrosa y un tanto maquiavélica al pensar en cada una de las posibilidades que se abrían ante mí para llegar hasta a ella: Podría dar uso de mi gala y labia de clase alta y embaucarla en mi red hasta llegar a seducirla y, así pode robar su vida de una forma elegante. O bien, podría dejar en libertad parcial a la bestia encerrada en mi interior y causar un pequeño estrago con la humana, viéndola correr por puro terror de encontrarse con un monstruo cara a cara.
Una sonrisa aún más profunda se hizo sobre mí al elegir la opción. Con rapidez fui saltando de tejado en tejado con la mayor gracilidad posible y sin hacer el menor ruido. Como si fuese un precioso gato inmortal que había divisado al próximo gorrión que se comería. Estaba en posición. A punto de atacarla y avanzarme sobre ella cuando el grito profundo de un callejón hacia mi derecha, hizo la joven humana se sobresaltase y corriese despavorida hacia una multitud lejana mientras alzaba la voz para ser oída.
Un gruñido tosco y ronco de enfado salió de mi garganta para luego correr a toda velocidad en dirección al grito de muerte había escuchado. Sea cual fuere la razón y el protagonista de aquello, no vivirían para volverlo a repetir; Con un salto magistral, aterricé sobre un alto tejado repleto de humeantes chimeneas para divisar como una inmortal acababa con una vida de una forma muy poco silenciosa.
Apreté mi mandíbula con fuerza mientras mis pupilas se tornaban rojas por el enfado de traía conmigo. Pero tan pronto como vino aquel sentimiento, se fue cuando ésta inmortal se dio la vuelta de tal modo que pude ver su rostro. – Syeria – Pronuncié al ver a mi difunta hermana en aquel rostro ajeno. Pero no podía ser… ella ya no estaba en este mundo… ¿O si?
Wilhelm Tømmersen- Vampiro Clase Alta
- Mensajes : 14
Fecha de inscripción : 04/01/2018
Localización : De momento por Francia
Re: Tiden bringer alltid overraskelser (Arikel Voerman)
La noche se le antojaba caprichosa, y en lo que una noche de caza para saciar su glotonería por la sangre, solo por saciar su aburrimiento, hoy no tenía el humor suficiente para ir al teatro o a la opera a degustar el exquisito sabor que siempre destilaba los artistas de alta gama, que solo el sabor de su sangre se daba cuenta de lo bien cuidados que se mantenían. Y eso se podá apreciar en el sabor de la sangre, pero ahora quizás un poco de diversión la despejase de la monotomía y de otras preocupaciones que a la rubia le atormentaba últimamente, y que por el momento no tenía con quien compartir.
Lo cual siempre hacía los callejones el mejor lugar de caza que se le podía ocurrir a un vampiro, daban lo necesario, intimidad, oscuridad, hasta los propios mortales los usaban para cometer delitos, y tal y como estaba la cosa en el día de hoy no era raro entrar en un callejón de París sin acabar robado y muy posiblemente apuñalado, la vampiresa simplemente dirigió sus pasos en dirección a uno de los callejones más largos y oscuros que había, era un gran callejón pero tambien era un muy buen atajo que daba a las conas más golosas de la francesa ciudad, la vamiresa paseaba por la fria noche, con sus ropas preferidas, que marcaban y dejaban claro su estancía anterior en Londres, donde la moda había sido más de su preferencia que la de París ciertamente.
Avanzaba por la oscura calle, aunque claro, ella no la veía tan oscura, la no-muerte tenía cierta ventaja, observó pasar una pareja, Arikel solo la olisqueó meditando si serían los elegidos de la noche, pero no, no era lo que buscaba, quería un sabor más especial, un joven chico fue el siguiente en ser encontrado, debía tener la edad de su mortal conocido, un chico delgado, de facciones suavizadas, y alto, Arikel puso la mano en el pecho del chico deteniendole el paso, lo empujó con brusquedad tirandolo contra el suelo y cambiando sus ojos azules a un rojo rubí que mostraba lo que su dulce cara ocultaba, el chico dió un alarido que fue apagado con rapidez cuando la muchacha hundió los colmillos en el, dando sendos tragos.
El llevar un par de días sin alimentarse hacía que la glotona vampiresa le resultara algo dificil controlarse, por no decir bastante, gruñía mientras desangró el cuerpo del muchacho al que despues tiró contra una esquina donde poco se le veía, con que quedasé ahi un par de día un problema menos, otro mendigo muerto de frio, los mortales eran tan idiotas a veces, más cuando se giró para marcharse, se cruzó con lo que no esperaba, tenía que aprender a estar más atenta cuando se alimentaba y no quedarse tan extenuada.
Alzó la vista viendo como otro de aura cainita la visualizaba, mientras sus ojos rubí volvian al color zafiro, se relamío saboreando la sangre que había atravesado su garganta, espesa y deliciosa, más los vampiros tenían buen oido, asi que el susurró no pasó inadvertido para la rubia, ese nombre lo conocía, demasiado, pero hacía siglos que nadie lo había pronunciado, ni siquiera ella, más no pudo evitar entablar conversación directa con el inmortal espia. -¿Como conoces ese nombre vampiro?- Preguntó con descaro y desdén, recelosa, aquí había algo y necesitaba información ya, para saber que era lo que se le escapaba. -Muestrate, es de mala educación espiar en las sombras.- Aseguró, no es que los modales la importasen mucho, pero la curiosidad la sobre pasaba, y ese nombre...para ella significaba algo y tenía que resolver ese puzzle ahora...o por lo menos cuanto antes.
Lo cual siempre hacía los callejones el mejor lugar de caza que se le podía ocurrir a un vampiro, daban lo necesario, intimidad, oscuridad, hasta los propios mortales los usaban para cometer delitos, y tal y como estaba la cosa en el día de hoy no era raro entrar en un callejón de París sin acabar robado y muy posiblemente apuñalado, la vampiresa simplemente dirigió sus pasos en dirección a uno de los callejones más largos y oscuros que había, era un gran callejón pero tambien era un muy buen atajo que daba a las conas más golosas de la francesa ciudad, la vamiresa paseaba por la fria noche, con sus ropas preferidas, que marcaban y dejaban claro su estancía anterior en Londres, donde la moda había sido más de su preferencia que la de París ciertamente.
Avanzaba por la oscura calle, aunque claro, ella no la veía tan oscura, la no-muerte tenía cierta ventaja, observó pasar una pareja, Arikel solo la olisqueó meditando si serían los elegidos de la noche, pero no, no era lo que buscaba, quería un sabor más especial, un joven chico fue el siguiente en ser encontrado, debía tener la edad de su mortal conocido, un chico delgado, de facciones suavizadas, y alto, Arikel puso la mano en el pecho del chico deteniendole el paso, lo empujó con brusquedad tirandolo contra el suelo y cambiando sus ojos azules a un rojo rubí que mostraba lo que su dulce cara ocultaba, el chico dió un alarido que fue apagado con rapidez cuando la muchacha hundió los colmillos en el, dando sendos tragos.
El llevar un par de días sin alimentarse hacía que la glotona vampiresa le resultara algo dificil controlarse, por no decir bastante, gruñía mientras desangró el cuerpo del muchacho al que despues tiró contra una esquina donde poco se le veía, con que quedasé ahi un par de día un problema menos, otro mendigo muerto de frio, los mortales eran tan idiotas a veces, más cuando se giró para marcharse, se cruzó con lo que no esperaba, tenía que aprender a estar más atenta cuando se alimentaba y no quedarse tan extenuada.
Alzó la vista viendo como otro de aura cainita la visualizaba, mientras sus ojos rubí volvian al color zafiro, se relamío saboreando la sangre que había atravesado su garganta, espesa y deliciosa, más los vampiros tenían buen oido, asi que el susurró no pasó inadvertido para la rubia, ese nombre lo conocía, demasiado, pero hacía siglos que nadie lo había pronunciado, ni siquiera ella, más no pudo evitar entablar conversación directa con el inmortal espia. -¿Como conoces ese nombre vampiro?- Preguntó con descaro y desdén, recelosa, aquí había algo y necesitaba información ya, para saber que era lo que se le escapaba. -Muestrate, es de mala educación espiar en las sombras.- Aseguró, no es que los modales la importasen mucho, pero la curiosidad la sobre pasaba, y ese nombre...para ella significaba algo y tenía que resolver ese puzzle ahora...o por lo menos cuanto antes.
Arikel Voerman- Vampiro Clase Alta
- Mensajes : 382
Fecha de inscripción : 15/11/2017
Re: Tiden bringer alltid overraskelser (Arikel Voerman)
El temporal de nieve proseguía su trabajo cubriendo cada rincón de cada calle parisina de un blanco impoluto, que parecía otorgar a la ciudad una bella majestuosidad protectora jamás vista. Era como un fiel retrato que intentaba ocultar cada fechoría, cada gesto malvado y cada cruel y sanguinario monstruo que la capital francesa acometía guardado en su extenso interior. Bajo ese mismo manto quedarían enterradas las huellas de la muerte de aquellos humanos que aquella noche perecerían. Era como si la madre naturaleza quisiese enterrarlos y darle una digna sepultura a aquellos menos afortunados que por desventura eran cruzados con los seres que les arrebataban la vida. Simplemente, algo curioso y leal.
Diversos y continuos copos de nieve danzaban ante mis ojos para terminar posándose con libertad sobre mis ropajes. Otros, tan solo se quedaban enredados en mi cuero cabelludo sin tan siquiera derretirse. A decir verdad, mi temperatura corporal era más fría que la ambiental, por lo que la nieve encontraba en mí el perfecto refugio donde dejar su mágica obra; Mi mirada, por el contrario, no divisaba aquella perfecta y natural belleza. Mis ojos estaban fijos en cada uno de los movimientos de la contraria inmortal. Estudiándola. Absorbiendo cada detalle de su ente. Recabando toda la información posible que el cuerpo ajeno me podía dar. Información que, a través de mi mente, era procesa durante decenas de siglos atrás hasta llegar al nublado recuerdo humano que buscaba: El de mi hermana. Era como intentar hilar con humo y crear un camino seguro por el que pasar. Algo arduo y difícil pues con el paso de cada siglo me había ido asegurando que mis propios recuerdos humanos quedasen en el más completo olvido por lo que aquella actividad necesitaba de toda la concentración e información posible.
Sólo cuando ella habló, me digné a levantar mi fina figura para saltar con velocidad hacia otra azotea. Y de ahí a otra. Y de esa, a otra más baja para quedar algo más cerca de la contraria inmortal – Cazas con demasiado escándalo – Pronuncié desviando su pregunta, pues sus respuestas poco me importaban ya que sólo quería desvelar mi incierto conocimiento. – No eres una novata, pero tampoco alguien con demasiado virtuosismo como para alimentarse en silencio y con elegancia – Sentencié. Mientras más hablaba con ella, más claro se hacía el recuerdo humano de mi hermana en mi vampírica mente. Un hecho que me provocaba cierta histeria y malestar, pues desde hace tiempo atrás había considerado a toda mi familia mortal, ya desaparecida.
Di varios pasos al frente hasta que la oí hablar su última frase. ¿Falta de educación? Aquello fue la raya que cruzó el agua e hizo que de un poderoso salto me lanzase con velocidad contra su persona. A través de aquel fuerte impulso dirigí y golpeé mi codo derecho contra el hueco de su garganta, empujándola con ferocidad hacia la pared cercana. Poco me importaba el dolor que pudiera haberla causado. Con normalidad, tenía una neutra relación para con los de mi especie pero no toleraba las faltas hacia mi persona, y menos una inmortal con tales y males hábitos alimenticios.
Impuse mis rodillas contra sus piernas mientras mis brazos bloqueaban su garganta y apretaba su abdomen – Debes aprender a hablar con respeto muchacha. Nunca vas a saber contra qué ser puedes llegar a enfrentarte – Espeté con rudeza – Y ahora responde en este orden. ¿De qué te suena el nombre de Syeria? Pues está claro que lo conoces, de lo contrario no te habrías comportado de esta engreída forma – Pregunté apretando mis zonas agarradas algo más fuerte - ¡Habla!
Diversos y continuos copos de nieve danzaban ante mis ojos para terminar posándose con libertad sobre mis ropajes. Otros, tan solo se quedaban enredados en mi cuero cabelludo sin tan siquiera derretirse. A decir verdad, mi temperatura corporal era más fría que la ambiental, por lo que la nieve encontraba en mí el perfecto refugio donde dejar su mágica obra; Mi mirada, por el contrario, no divisaba aquella perfecta y natural belleza. Mis ojos estaban fijos en cada uno de los movimientos de la contraria inmortal. Estudiándola. Absorbiendo cada detalle de su ente. Recabando toda la información posible que el cuerpo ajeno me podía dar. Información que, a través de mi mente, era procesa durante decenas de siglos atrás hasta llegar al nublado recuerdo humano que buscaba: El de mi hermana. Era como intentar hilar con humo y crear un camino seguro por el que pasar. Algo arduo y difícil pues con el paso de cada siglo me había ido asegurando que mis propios recuerdos humanos quedasen en el más completo olvido por lo que aquella actividad necesitaba de toda la concentración e información posible.
Sólo cuando ella habló, me digné a levantar mi fina figura para saltar con velocidad hacia otra azotea. Y de ahí a otra. Y de esa, a otra más baja para quedar algo más cerca de la contraria inmortal – Cazas con demasiado escándalo – Pronuncié desviando su pregunta, pues sus respuestas poco me importaban ya que sólo quería desvelar mi incierto conocimiento. – No eres una novata, pero tampoco alguien con demasiado virtuosismo como para alimentarse en silencio y con elegancia – Sentencié. Mientras más hablaba con ella, más claro se hacía el recuerdo humano de mi hermana en mi vampírica mente. Un hecho que me provocaba cierta histeria y malestar, pues desde hace tiempo atrás había considerado a toda mi familia mortal, ya desaparecida.
Di varios pasos al frente hasta que la oí hablar su última frase. ¿Falta de educación? Aquello fue la raya que cruzó el agua e hizo que de un poderoso salto me lanzase con velocidad contra su persona. A través de aquel fuerte impulso dirigí y golpeé mi codo derecho contra el hueco de su garganta, empujándola con ferocidad hacia la pared cercana. Poco me importaba el dolor que pudiera haberla causado. Con normalidad, tenía una neutra relación para con los de mi especie pero no toleraba las faltas hacia mi persona, y menos una inmortal con tales y males hábitos alimenticios.
Impuse mis rodillas contra sus piernas mientras mis brazos bloqueaban su garganta y apretaba su abdomen – Debes aprender a hablar con respeto muchacha. Nunca vas a saber contra qué ser puedes llegar a enfrentarte – Espeté con rudeza – Y ahora responde en este orden. ¿De qué te suena el nombre de Syeria? Pues está claro que lo conoces, de lo contrario no te habrías comportado de esta engreída forma – Pregunté apretando mis zonas agarradas algo más fuerte - ¡Habla!
Wilhelm Tømmersen- Vampiro Clase Alta
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Fecha de inscripción : 04/01/2018
Localización : De momento por Francia
Re: Tiden bringer alltid overraskelser (Arikel Voerman)
La vampiresa le observa con avidez al vampiro que en lo alto estaba, tenía rasgos atractivos sin duda alguna, pero había algo en él que le había inquietado, debido a ese nombre susurrado por él, era todo sumamente inquietante, y dudaba mucho que fuera mera coincidencía, eso era algo que desconcertaba a la rubia vampiresa, ladeaba la cabeza mientras le seguía con la mirada como empezó a saltar de lado a lado de manera felina antes de aterrizar en el suelo, cosa que aprovechó en ese instante para examinarle efusivamente con atención, al igual que parecía hacerlo él, quizás algo de tensión se elevó por ello, los dos cainitas se observaban, como estudiandose, como si tuvieran que memorizar hasta el ultimo detalle, sin duda era guapo, pero había algo en él que a Arikel le escamaba, tenía algo familiar, como si le hubiera visto, algo en el aroma que desprendía que a pesar de tener su aura vampira, le resultaba familiar, y no sabía que decir que era, la rubia se mantenía observandole con el semblante totalmente inexpresivo.
Cuando estaba frente a ella estudió más su figura, aunque el comentario que hizo no fue muy acertado, ya que empezó a turbiar el humor de la rubia, cosa que esta no quiso mostrar pero abrió ligeramente los ojos con sorpresa, emitió un suave gruñido, pero no pudo evitar protestar. -Tsk...otro vampiro pomposo que se cree que lo sabe todo.- Masculló con sumo enfado, ¿Quien era él para juzgar como jugaba con sus presas? Por dios, Arikel tenia mas de mil años, logicamente podía ser delicada si lo deseaba, sigilosa, o incluso seducir antes de desangrar, que hubiera optado ahora por hacer un poco gala de brutalidad no quería decir que no supiera alimentarse sin que nadie escuchara lo que acontecía, podía ser muy silenciosa si lo deseaba, pero esa forma de juzgar tan a la ligera de ese cainita que acababa de conocer ciertamente le molestó, aunque eso podía añadirse a culpar tambien el desconcierto que este la ofrecía, un brillo rojo se asomo en los azules ojos de la rubia vampiresa, que rapidamente optó por empezar a acariciar con dos de sus dedos su sien, costumbre a la que recurría con frecuencia para controlar la ira, lo había empezado a controlar desde que su Sire adoptivo la reñía por no controlar la furia que hacía que Arikel fuera sumamente impuslvia, el masaje en la sien era efectivo para calmar los demonios de notable forma.
Más lo que si fue desconcertante es que parece que el que más se molestó fue el atractivo cainita, pues no sabe que de todo le sacó de sus casillas, y haciendo gala de una ira que sería más propia de Arikel el vampiro mostró tener demasiada poca paciencia tal vez, pues ya que la rubia estaba demasiado ocupada en calmar sus propios demonios así no lo hizo el cainita que frente a ella estaba, que de un salto se planto sobre ella golpeandole con ferocidad la garganta, la vampiresa ahogó un aullido de dolor, antes de ser bruscamente estampada contra la pared soltando un quejido, de haber sido una humana la habría dejado fuera de combate completamente, pero la condición de Cainita hacia que se mantuviera totalmente despierta, gruñía de sobrenatural forma manteniendo una actitud desafiante a pesar de la situación, mientras que sus azules ojos se convertían al color del rubí mirando al agresivo vampiro.
Le miró furiosa como reclamaba más respeto, costumbre muy habitual en los hijos de la noche, sobre todo a partir de cierta edad que se les inflaba el ego como un globo. Exigía respuestas de feroz forma, la vampiresa levantaba el labio superior mostrandole los colmillos de feroz forma. Pero accedió a responder mientras pensaba algo. -Syeria...es el nombre de mi madre...Syeria Tømmersen.- Gruñó y alargo el brazo como pudo y le dió un señor zarpazo en la mejilla arañando la piel de su cara, cosa que consiguió que aflojara el agarre, consiguió coger impulso para safarse de los brazos del otro y darle un señor cabezazo. -Estúpido...ahora dime tú como conoces ese nombre ¿Quien eres tú? ¡¡Habla!!.- Exigió ahora la rubia encolerizada mientras sacaba su vieja daga, herencia de su padre que aun guardaba desde antaño.
Cuando estaba frente a ella estudió más su figura, aunque el comentario que hizo no fue muy acertado, ya que empezó a turbiar el humor de la rubia, cosa que esta no quiso mostrar pero abrió ligeramente los ojos con sorpresa, emitió un suave gruñido, pero no pudo evitar protestar. -Tsk...otro vampiro pomposo que se cree que lo sabe todo.- Masculló con sumo enfado, ¿Quien era él para juzgar como jugaba con sus presas? Por dios, Arikel tenia mas de mil años, logicamente podía ser delicada si lo deseaba, sigilosa, o incluso seducir antes de desangrar, que hubiera optado ahora por hacer un poco gala de brutalidad no quería decir que no supiera alimentarse sin que nadie escuchara lo que acontecía, podía ser muy silenciosa si lo deseaba, pero esa forma de juzgar tan a la ligera de ese cainita que acababa de conocer ciertamente le molestó, aunque eso podía añadirse a culpar tambien el desconcierto que este la ofrecía, un brillo rojo se asomo en los azules ojos de la rubia vampiresa, que rapidamente optó por empezar a acariciar con dos de sus dedos su sien, costumbre a la que recurría con frecuencia para controlar la ira, lo había empezado a controlar desde que su Sire adoptivo la reñía por no controlar la furia que hacía que Arikel fuera sumamente impuslvia, el masaje en la sien era efectivo para calmar los demonios de notable forma.
Más lo que si fue desconcertante es que parece que el que más se molestó fue el atractivo cainita, pues no sabe que de todo le sacó de sus casillas, y haciendo gala de una ira que sería más propia de Arikel el vampiro mostró tener demasiada poca paciencia tal vez, pues ya que la rubia estaba demasiado ocupada en calmar sus propios demonios así no lo hizo el cainita que frente a ella estaba, que de un salto se planto sobre ella golpeandole con ferocidad la garganta, la vampiresa ahogó un aullido de dolor, antes de ser bruscamente estampada contra la pared soltando un quejido, de haber sido una humana la habría dejado fuera de combate completamente, pero la condición de Cainita hacia que se mantuviera totalmente despierta, gruñía de sobrenatural forma manteniendo una actitud desafiante a pesar de la situación, mientras que sus azules ojos se convertían al color del rubí mirando al agresivo vampiro.
Le miró furiosa como reclamaba más respeto, costumbre muy habitual en los hijos de la noche, sobre todo a partir de cierta edad que se les inflaba el ego como un globo. Exigía respuestas de feroz forma, la vampiresa levantaba el labio superior mostrandole los colmillos de feroz forma. Pero accedió a responder mientras pensaba algo. -Syeria...es el nombre de mi madre...Syeria Tømmersen.- Gruñó y alargo el brazo como pudo y le dió un señor zarpazo en la mejilla arañando la piel de su cara, cosa que consiguió que aflojara el agarre, consiguió coger impulso para safarse de los brazos del otro y darle un señor cabezazo. -Estúpido...ahora dime tú como conoces ese nombre ¿Quien eres tú? ¡¡Habla!!.- Exigió ahora la rubia encolerizada mientras sacaba su vieja daga, herencia de su padre que aun guardaba desde antaño.
Arikel Voerman- Vampiro Clase Alta
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