Morrigan - La sombra de Dusseldorf

Personalidad

Si hay algo que siempre cabe recalcar sobre esta mujer es su elegancia. Puede estar pensando en rebanarte el cuello o en acostarse contigo, pero su porte, su predisposición, su actitud, no se verán afectados por esas ideas que paseen tan campantes por su mente. Está acostumbrada a que un aluvión de posibilidades se entremezcle a la vez en su cabeza, así que le resulta exageradamente fácil ignorarlas y centrarse en el presente. Aunque, del mismo modo, y sólo cuando le interesa, es capaz de perderse en ese laberinto de oportunidades, dispuesta a ir tirando de los hilos uno por uno hasta dar con aquella salida que más le favorezca.

Su cerebro es algo que cualquier doctor especializado en la mente desearía estudiar. Es un ejemplar único, complejo, extraordinario. La manera en que se interconectan las neuronas, los recuerdos, el aprendizaje y la imaginación, hacen de sus sueños un paraíso terrorífico en el que los fans de Ann Radcliffe estarían ansiosos por zambullirse.

A pesar de lo que pueda anidar en el interior de esa cabeza, es una mujer inteligente, segura de sí misma, obstinada cuando se marca un objetivo. A fin de cuentas, no deja de ser una Blackbird.

Historia

Morrigan, ya desde pequeña, creó un vínculo con su hermano. No uno fraternal como los demás, pues si bien eran hijos de la misma pareja, su conexión iba mucho más allá, o así lo sentía ella. El apego hacia Maxwell fue algo que vieron normal, entrañable y tierno, al menos hasta aquella noche en la que el primogénito de los Blackbird trajo a una muchacha a casa y la pequeña fue consumida por los celos, abalanzándose sobre aquella desconocida para arrancarle la vida con su poder de bruja, el cual ya hacía tiempo que había despertado, pero jamás con una intensidad semejante hasta entonces.

Aquel suceso, puso un punto final en la vida de Morrigan como una más de los Blackbird, pues la llevaron a un hospital psiquiátrico donde fue internada y fichada como huérfana.

Los tratamientos experimentales, los electroshocks, los medicamentos nunca antes probados en humanos… Cada sesión no hacía sino romper más y más la mente de la niña, cuyo uno delito para ser condenada a semejante tortura había sido el de querer demasiado a su hermano. Pero a nadie le enseñan a medir el amor, a controlar los sentimientos, y aunque en el colegio aprendían a discernir el bien del mal, se centraban únicamente en la palabra de Dios y no en la humanidad.

Allí encerrada, conoció a mucha gente, muchos enfermos, muchos condenados. Ella escuchó todas sus historias una y otra vez, como si fueran relatos para irse a dormir. Poco a poco las fue memorizando, convirtiendo en suyas. No porque creyera ser esas personas, sino porque fue asumiendo sus pérdidas, su dolor, su perseverancia y su fuerza. Con el sufrimiento ajeno, ella se hizo más resistente. Creó una coraza alrededor de su alma, de su corazón. Aprendió lo que significaba liberarse tras superar los obstáculos que el azar interponía en el camino de cada ser vivo, sin importar su procedencia o final escrito.  

El personal del lugar no era siempre el mismo, los doctores sí solían durar mucho tiempo, pero los enfermeros rotaban como si fueran tierras con necesidad de barbecho. Llegado un punto, Morrigan dejó de molestarse en recordar sus nombres, consciente de que a la que memorizara las facciones de sus caras, cambiarían y vendrían otros. Lo que nunca entendió fue por qué siempre eran varones. Sí, podían tener más fuerza física, pero eran más estúpidos y manipulables.

El tiempo pasaba, los meses se convirtieron en años y la jovencita pasó a ser una mujer con todas las de la ley. Su cuerpo había cambiado, su voz, su actitud, su manera de hablar, de actuar y de pensar. Y así como ella se volvía más fuerte en su magia, también se volvía más atractiva para los hombres que la rodeaban. Descubrir su sex-appeal fue una baza con la que la hechicera jamás había contado. De hecho, ella se sentía a gusto en el hospital después de tanto tiempo. Pero el modo en que un grupo de enfermeros empezó a tratarla, logró que aquel sitio que se había vuelto su hogar, se convirtiera en una jaula. No sería hasta más adelante que aprendería a utilizar ese deseo que generaba a su favor y en aquellos instantes le generaba incomodidad y un ligero pavor en el núcleo de su pecho. Así que cuando la acorralaron entre cuatro para intentar violarla, de nuevo hizo uso de su magia para poseer sus mentes, destrozando sus recuerdos, alterando las memorias, nublando sus juicios. Decidió entonces que era hora de marcharse de allí y buscarse otro lugar en el que vivir.

Deseaba alejarse de la gente por un tiempo, hacer introspección en sí misma. Descubrir quién era, qué era. Así que se asentó en unas viejas ruinas, algo poco acorde con el estilo de vida que siempre había llevado, pues incluso el sanatorio había tenido cierto lujo, dada la procedencia de todos los que en él eran encerrados: hijos de nobleza, de nuevos ricos, familiares desquiciados de la realeza misma. Lo peor de lo mejor. Todos reunidos y cogidos de la mano. Pero ahora le tocaba a ella crecer por su cuenta, sin influencias externas. Y así pasó los siguientes tres años de su vida, interactuando mínimamente para conseguir las cosas necesarias para subsistir, devorando libros, mejorando su poder, nutriéndolo con sabiduría ancestral, folklore y todo lo que pudo encontrar.

Cuando se sintió lista y dispuesta, fue a buscar aquello que en los textos sánscritos se describía como la fuente de la inmortalidad, lo llamaban el Santo Grial, sin embargo, era una condena a perpetuidad y nada tenía que ver con un cáliz. Significaba someter el cuerpo y el alma a la mordedura de un no muerto, de un vampiro, permitir que este te drenara la vida y, a cambio, te permitiera existir para siempre sin un corazón latiendo dentro de tu pecho.

Tras la conversión, que fue un trato y no una sumisión, la bruja dejó atrás al inmortal conocido como “The mask”, llevando consigo la promesa de deberle un favor que, en algún momento en el futuro, él vendría a cobrarse, sin previo aviso y sin posibilidad de ella a negarse.

A sus veintinueve años, Morrigan Blackbird pasaba de ser una hechicera a una vampiresa neófita. Los estudios previos al cambio la ayudaron mucho, pero nada podía controlar la sed de sangre que crecía en su interior y que la obligó a arrasar con hogares enteros sin remedio alguno. Sembró caos por dondequiera que fuera hasta pasados muchos meses que empezó a contenerse. Más una leyenda nació a sus espaldas, una que, con el tiempo, el mundo olvidaría, pero no la vampiresa: “La sombra de Dusseldorf”.

Una vez dominada la necesidad desquiciante por la sangre, de nuevo volvió a sumirse en el estudio de sus nuevos poderes. Su mente parecía un baúl repleto de cajones, de anotaciones, de libretas garabateadas hasta los bordes. Fórmulas, cálculos, medidas, estudios que para muchos no tendrían ningún sentido. Pero dentro de aquel desorden había una lógica para la inmortal que, al igual que en su momento creció de niña a mujer, con los años y siglos pasaba de mujer a perfección inmortal.

Poderes

→ Habilidades: Sigilo, sentidos aumentados, buenos reflejos, agilidad, flexibilidad, velocidad y fuerza sobrehumana.

→ Atributos: Colmillos afilados, uñas afiladas (en algunos casos), piel y cuerpo resistentes (aunque suave al tacto y a la vista), e inmortalidad.

→ Sanación acelerada: Habilidad para sanar rápidamente heridas y contusiones no tan graves (esto no aplica al desmembramiento, si les arrancan un brazo, el brazo no volverá a crecer). El tiempo de recuperación varía según el personaje y la gravedad de la herida o lesión. Cuando se trata de balas de plata o fuego pueden morir si las heridas son muy graves.

→ Percepción del aura: Habilidad para ver las auras de otros seres, cuyos colores indican su humor, identidad y nivel de hostilidad, de este modo saben si están bajo amenaza. Este poder también les permite reconocer a otros vampiros e identificar a los licántropos gracias a su aura colorada y su característico olor.

→ Bloqueo mental: Es la habilidad para bloquear su mente y nadie (ni siquiera los vampiros que leen mentes) pueden saber lo que piensa.

→ Seducción: Esta habilidad hace que cualquier persona se sienta atraída ya sea físicamente o emocionalmente a la persona poseedora del poder. El vampiro seduce a los demás hasta lograr controlar las emociones de su adversario a su antojo. Funciona en cualquiera de los dos sexos. Este poder funciona únicamente como atracción.

→ Inflingir dolor por medio de la mente: Capacidad que consiste en infringir dolor a una persona. Esto sólo funciona por medio de la concentración mental y el contacto visual.