+18} Bound to you - C. Lazarus Morrigan

por **Jessica Saint-Bonnet** Mar Ene 07, 2014 8:48 am

Previamente...

Sus palabras le sonaron a gloria, por una vez en toda su vida sentía que lo que le decía era cierto, que no había probabilidad alguna de ser engañada cual ilusa. Pero el sentimiento que se arremolinaba sobre sus labios era inmenso, incapaz de ponerle nombre aún, pero de la misma forma era desafiante y atrayente como los colores de una mariposa monarca.

- No te pido amor eterno... - Susurró sobre sus labios, aún dudando en lo que estaba a punto de decir, ya que ni ella sabía cuales eran los sentimientos reales para con aquello. Si era mera atracción que se esfumaría con el primer contacto o era algo que iba más allá. - Tan solo pido respeto.

Solo pocos sabían el significado del verdadero respeto, aquello iba más lejos que la buena educación y el saber elegir las palabras. Simplemente necesitaba de alguien que no la traicionase en ninguno de sus significados.
Las caricias que Lazarus le proporcionaba las sentía tan reales, suaves e intensas que se sintió en la gloria misma, como si aquello fuera lo que siempre quiso, muy lejos de lo terrenal, de lo físico, de lo imprudente; se estaba dejando llevar en cuerpo y alma.

Las frías manos de la inquisidora, se deslizaron despacio por el pecho ajeno, sintiendo un leve cosquilleo en sus mejillas tal y como fuese la primera vez que lo hacía -y en cierta forma así era-. Subieron y subieron hasta enredar sus dedos en el cabello ajeno, sintiendo la piel del rostro ajeno suave y ya despojada de aquellas barbas que por mucho tiempoo parecía llevar. Ahí no había cabida para la suciedad, ni literal ni metafóricamente, allí todo parecía puro, sin filtros, sin resistencia, sin máscaras.

- Prométeme que no me harás daño... - Susurró cerca de su oído, aquella frase podría interpretarse de varias formas, pero para todo aquel, había tan solo un significado real.

por **C. Lazarus Morrigan** Miér Ene 08, 2014 7:09 pm

Sus ojos se cerraron sintiendo las manos de la inquisidora por primera vez sobre su piel, hacía tanto tiempo que no recibía la caricia de una mujer, una caricia suave y calmante, que con cada roce hacía que su propia piel en breve se estremeciera con cierto gozo.

-No puedo prometerte algo ya hecho, el daño lleva tiempo presente. Solo puedo prometerte no abrir tu herida más, hacer leve el dolor y aliviarte hasta conseguir que desaparezca. Producirte calma y paz.
>>Nunca producirlo, y si lo hago sentirlo como algo que no me es ajeno. -Susurro de nuevo mirándola con profundidad con aquellos ojos azules.

Lazarus sin quererlo no pudo evitar suspirar levemente, mientras besaba la frente de ella con suavidad, mientras sentía el cuerpo de ella tan próximo cálido. La deseaba profundamente, sus manos se sentía impacientes por explorar su cuerpo, lo mismo que sus labios. Pero su templanza calmaba, quería ser lento, quería recrearse temiendo que fuese aquella una única oportunidad, temiendo un sueño del que despertar y que todo se desvaneciera.

-Te deseo, Jess. -Había susurrado ocultando su rostro en su cabello, embriagandose en su aroma, con el abrazo.

Unos pasos conduciéndola al cercano lecho, se sentía inconsciente, hipnotizado y hechizado mientras más regodeo y caricias le producía la suavidad de sus besos.
Sus dedos comenzaron a deshacerse de la ropa de ella, eran ágiles pero a la vez torpes a causa de las heridas, aunque por un momento parecía haber olvidado que le faltaba un dedo que su mano, estaba llena de dolor, porque deslumbrado quedaba al ver la piel desnuda de ella. Que era hermosa.

Y ahí fue cuando sintió que por dentro ardía y sus ojos que habían sido hielo no fueron ajeno al mostrar la excitación que ella le causaba, el deseo desenfrenado que contenía dentro.
De nuevo sus brazos la atraparon y sus labios apasionados bebieron de los ajenos. No sabía como pero ya estaban enredados sobre el lecho, y sus ósculos se deslizaban en la desnudez de sus pechos erizados. Sus manos acariciaban sus muslos sintiendo cada curva que su cuerpo creaba por ellos, deseaba quedarse con la imagen de aquella Venus, de aquella diosa que quería poseer, aquella diosa que había conseguido que su respiración se agitase y el ardor creciera en su cuerpo.

por **Jessica Saint-Bonnet** Miér Feb 05, 2014 11:30 am

Las sensaciones se multiplicaban ahora que ella había decidido expandir sus brazos en lugar de alejar a aquello que realmente le importaba. Tenía cierto miedo, cierta curiosidad por saber si había elegido bien y al fin y al cabo nada de aquello importaría hasta la mañana siguiente en el que quizás tuvieran que hacer como que nada de aquello hubiese ocurrido. Algo muy doloroso, pero que debía ocurrir llegado el momento.

Jessica sintió las expertas manos ajenas tan cálidas y atrapantes como un néctar dulce que le instaba a beber más de él. No sinrió rubor, no sintió escalofríos, pena ni desconcierto cuando por fín se halló desnuda frente a él. Era como si siempre hubiese sido así, como si aquella no fuese más que otra muestra de afecto.
Pero sentir el peso suyo sobre ella fué lo que terminó por calmar su ansia, aqunque allí no ocurriese nada, sería feliz simplemente con aquel contacto. Jessica cerró sus ojos mientras sentía esas mil y una canciones que entre caricias parecía susurrarse sobre su piel, erizándose así la misma como muestra de que le aceptaba.

¿No habría sobrepasado ya más de una regla propia impuesta hacía ya tantos años? Si, pero por ello mismo y por la posibilidad de ser rechazada a partir de aquel momento por todo lo que le importaba, merecía la pena romper aquellas estúpidas reglas.
Sus manos se deslizaron por su cuello, su pecho, haciendo que sus manos desnudasen al hombre con cierta timidez, que no era más que alevosía propiamente dicha. Ahora ambos se regocijaban entre el calor que expedían sus pieles, despojadas de aquella ropa que pesaba, dejando que aquello fuera lo único suficiente para sobrevivir al frío que compartían sus almas desde hacía ya mucho tiempo. Por fín les uniría un lazo más que profundo, más importante que aquello que llevaba toda la vida soñando.

Las piernas de Jessica se deslizaban con elegante parsimonia bajo el cuerpo del hombre, dejando así espacio más que suficiente para que pudiera situarse más cerca de ella, sin dejar de besarle, sin disfrutar de cara genuina caricia o del aliento ajeno en la propia boca. Llevaba tanto tiempo deseando aquello... que recién se venía a dar cuenta de todo lo que estuvo reprimiendo desde el día en el que lo conoció.

por **C. Lazarus Morrigan** Vie Feb 14, 2014 6:02 am

Sentía como ella en parte correspondía a sus ardientes besos, los cuales, comenzaba a rebasar sin control a la ternura y yendo a más. Entre beso y beso, no podía evitar sonreír para sí, ya que aquel momento hacía que sus preocupaciones se escapase a un rincón llamado olvido.

Su corazón comenzó a hacerse notable tanto en su pecho como en su mismo labios. Había podido ser algo rudo con otras, dejándose al descontrol, pero con ella deseaba ser mas suave, tomárselo con tranquilidad, retardar el momento para disfrutarlo mas lentamente y embriagarse de ella. Hacerlo lento.
Un suspiro exhalaron sus labios, y su respiración fue repentina.
No supo como ni que manos se había deshecho de sus ropas, pero igualdad de condiciones estaba más distraído en su piel que otra cosa.
De nuevo alzó su rostro para observar la expresión de ella, sus labios se curvaron al notar el rubor de ella, no habría esperado el abrumar alguna vez a aquella mujer con aquel carácter tan fuerte. Sus manos acariciaron sus labios de un modo voluptuoso mientras se deslizaban lentamente por su cuello, por encima de sus pechos, su vientre, cadera, hasta llegar a su muslo... Así encendiendo el ardor y la humedad de su sexo con sus caricias, en lo que le pareció, un cuerpo demasiado joven a diferencia del suyo, que no había perdido su forma, pero estaba bastante marcado por las cicatrices y heridas del paso del tiempo.

Espero a que el cuerpo de ella respondiera, espero a que su piel se pidiese más. con paciencia Mientras ella era fuego bajo su cuerpo y sus llamas le devoraban.
Un quejido contenido se le escapo entre sus labios tras un largo suspiro al sentirse en el interior de aquel ígneo vientre. Instintivamente él aferro sus manos a sus muslos, y cambio la posición dándole el mando sobre él.

por **Jessica Saint-Bonnet** Dom Mar 30, 2014 7:39 am

Jessica Saint-Bonnet escribió:
Quiso discutirle, golpearle, cualquier cosa menos aquello. Ella misma se sorprendía de la necesidad que tenía por aquel hombre, aquel a quien le estaba regalando su propia virginidad, una que no había llegado a consumar en el matrimonio con su propio y desalmado esposo. Pero aquel despertaba en ella sensaciones que no creía que fueran posibles, no al menos en aquel mundo, que lleno de nuevos olores y caricias la hacían temblar como nunca antes había experimentado.
Demasiado inexperta como para emprender aquel camino que él le marcaba, se odiaba plenamente por ver cómo él era más experimentado que ella en aquel tema, no tratándose por el sexo sino por el propio ego roto, siendo Jessica una mujer que jamás se dejaba derrotar y siempre trataba de quedar arriba... no tan literalmente.

La muchacha se irguió, ayudándose con su mano con la que empujó en contra el pecho ajeno, sintiendo su pecho ahora desnudo y viéndole a él que momentos antes le vestía con el suyo propio. Su cabello cayó a un costado y una breve sonrisa dulcificó su rostro aún sin pretenderlo, rompiendo luego aquella dulce expresión por algo más cruel, como si una idea le pasase por la cabeza.

Jessica, debido a sus años de duro entrenamiento, logró un cuerpo bien esculpido pese a lo menuda que era y allí en sus férreos muslos podía verse reflejado, el cómo se aferraba al cuerpo del cazador que comenzaba a tomar la misma temperatura que el de ella, algo de agradecer. No dejó que su miembro saliese de ella para cuando comenzó a moverse instintivamente, buscando el mayor roce posible, tal y como esos bailes exóticos venidos desde tierras lejanas, pero jamás perdiendo de vista cada detalle, cada franja de la piel ajena, recordándola, tal y como si después de aquello no lo volviese a ver.

por **C. Lazarus Morrigan** Jue Jun 05, 2014 6:37 am

Lazarus respondía a cada una de las batallas que ella le proponía con sus labios, con el mismo ardor que ella le proporcionaba. Instintivamente él aferro sus manos a sus muslos, cuando comenzó a sentir aquel movimiento entusiasta que le sumía en el mas profundo placer.

Al principio le pareció que ella había subido a un ritmo el cual podría llevarlos a consumirse demasiado pronto, y más cuando él llevaba demasiados años sin practicar el dulce sexo, se notaba que ella era mucho más jóvenes y que su cuerpo derrochaba energía; así que él intento relajar un poco el ritmo dejándose llevar por el balanceo de aquellas deliciosas caderas.

Su respiración se agitaba con cada movimiento, sus dedos se hundían en la piel de ella, y su mente quedaba nublada de todo lo externo, solo se centraba en lo que su cuerpo sentía, en como su piel se fundía con la de ella, el sonido de sus jadeos que hacia que su cuerpo se excitará mas, y aquellos escalofríos que sentía recorrer su espalda.

Lazarus sentía su corazón golpear tan fuerte que quería incluso salir por su boca, tal era el ritmo que en cuanto ella se inclino así la punta de sus pechos rozando su torso, sintió el su propio ritmo se aceleraba junto al de ella.

Los labios se pegaron en los de él, el con los suyos silenció los jadeos de ella, mientras su lengua se abría paso jugueteando con la de ella.

Aquel ritmo disminuía pero para él era insuficiente, él la tomo con fuerza de sus muslos y decidió tomar el control de la situación, con fuerza y sin despegar sus labios de los de ella, la levanta un poco del siendo ella ahora la que quedaba de nuevo tumbada, ahora eran las caderas de él las que aumentaba el ritmo de un modo salvaje, haciendo que el ardor subiese.

Su respiración aceleraba y los jadeos que no podía evitar dejar salir de entre sus labios se escapaba entre la celda que ella había creado para atraparlos entre sus labios. De vez en cuando separaba sus labios, de los de ella buscando el ansiado aire que sus pulmones pedía desgarrados por la actividad tan intensa.
A pesar de que sus embestidas había ralentizado de nuevo, a causa de un clímax que no quería hacerse esperar, su vientre quemaba de tal modo que le llevaba al más placentero de los cielos, a un estado en el que la mente no era nada sino las sensaciones del cuerpos era lo que valía, elevándolo por encima de todo.

Sus sudor se mezclaba en el de ella, motivo todo de él calor que desprendía ambos cuerpos en su conjunto. Su cuerpo estaba extasiado llegando al nirvana conteniéndose para no rozar él límite al cual se aproximaba, con la intención de que ella quedase saciada, buscando la señal de su orgasmo para dejar de contenerse. El calor se hacía asfixiante pero al parecer aquello era lo de menos.

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