AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
Espacios libres: 11/40
Afiliaciones élite: ABIERTAS
Última limpieza: 1/04/24
En Victorian Vampires valoramos la creatividad, es por eso que pedimos respeto por el trabajo ajeno. Todas las imágenes, códigos y textos que pueden apreciarse en el foro han sido exclusivamente editados y creados para utilizarse únicamente en el mismo. Si se llegase a sorprender a una persona, foro, o sitio web, haciendo uso del contenido total o parcial, y sobre todo, sin el permiso de la administración de este foro, nos veremos obligados a reportarlo a las autoridades correspondientes, entre ellas Foro Activo, para que tome cartas en el asunto e impedir el robo de ideas originales, ya que creemos que es una falta de respeto el hacer uso de material ajeno sin haber tenido una previa autorización para ello. Por favor, no plagies, no robes diseños o códigos originales, respeta a los demás.
Así mismo, también exigimos respeto por las creaciones de todos nuestros usuarios, ya sean gráficos, códigos o textos. No robes ideas que les pertenecen a otros, se original. En este foro castigamos el plagio con el baneo definitivo.
Todas las imágenes utilizadas pertenecen a sus respectivos autores y han sido utilizadas y editadas sin fines de lucro. Agradecimientos especiales a: rainris, sambriggs, laesmeralda, viona, evenderthlies, eveferther, sweedies, silent order, lady morgana, iberian Black arts, dezzan, black dante, valentinakallias, admiralj, joelht74, dg2001, saraqrel, gin7ginb, anettfrozen, zemotion, lithiumpicnic, iscarlet, hellwoman, wagner, mjranum-stock, liam-stock, stardust Paramount Pictures, y muy especialmente a Source Code por sus códigos facilitados.
Victorian Vampires by Nigel Quartermane is licensed under a
Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 3.0 Unported License.
Creado a partir de la obra en https://victorianvampires.foroes.org
Últimos temas
Recuerdos [Privado C. Lazarus Morrigan.]
2 participantes
Página 1 de 1.
Recuerdos [Privado C. Lazarus Morrigan.]
Con suerte, despistaría al grupo de jovencitas de clase alta. Eufóricas por el hecho de ir de compras, con el único objetivo de entrar en todas las tiendas y llevarse de ellas al menos dos cosas. Sus planes eran otros, no tenía intención en entrar en ninguna, ya tenía todo lo que necesitaba y si no, siempre podía embaucar a cualquiera de esas niñas ricas para que se lo prestasen o simplemente… lo tomaba prestado.
Paciente, caminaba entre medias de dos de sus compañeras. Entusiasmadas, comentaban sobre el baile próximo y qué se pondrían o comprarían para dicho evento. Suspiró larga y perezosamente, ¡qué aburrimiento! Maldita sea, ¿es que no había más temas de conversación que trajes bonitos, caballeros apuestos y ….ya? no aguantaba ni un segundo más con esas repelentes e insulsas muchachas.
De reojo, localizó a la señora Gilbert que regañaba a dos hermanas que no paraban de discutir hasta casi llegar a las manos, cosa que con el grito de la mujer, fue inevitable y ambas se engancharon del pelo como dos niñas. Qué cuadro. Se echó a reír, deteniéndose de golpe y dejar que el grupo de mujeres se adelantasen para ver el espectáculo. Hábil, miró a un lado y a otro, el momento perfecto para huir y eso hizo.
En cuestión de un par de minutos, se encontraba al final de la calle, el final de ésta. No le importaba donde ir, tampoco es que buscase el lugar indicado solo quería pasear, conocer París, cada uno de sus rincones. Desde su posición, se percató de que estaba muy cerca de un lugar muy poco transitado, no tanto como las calles comerciales. Un sitio tranquilo, el más silencioso. Sonrió de medio lado, sería perfecto caminar entre las estrechas calles, descubrir y saciar su eterna curiosidad.
El cementerio, ese lugar del que sin duda muchos desean visitar en muchos años, personas que anhelan a un ser querido y simplemente van a visitar, sentir de alguna manera estar más cerca de esa persona querida. Suspiró largamente, recordando a cierta persona, aquel que ya no estaba y bajó la mirada un segundo, el mismo instante que sus pasos empezaron a dirigirse hacia ese lugar. No le costó entrar, solo abrió la verja de forja y se hizo paso, sin poder apartar la mirada del suelo aún.
Hacía mucho, tanto que no visitaba un lugar así pues rehuía de los recuerdos. Una de sus manos, la alzó para apartarse un cabello rubio del rostro y fue entonces cuando alzó la mirada, todas esas lápidas ante ella. Lo respetaba, más que cualquier otra cosa. Algunas lápidas, le llamaron la atención, un pequeño altar en donde llevar flores, ofrecer compañía sin esperar nada a cambio.
Se detuvo en una, una con unas iniciales. De algún modo, necesitaba hacer tal cosa, así que, apoyó la mano encima de la piedra, acariciándola con mucha suavidad, no importaba quien fuese, daba igual.
-En algún lugar, un pequeño trozo de su alma se verá reflejada. -suspiró, mirando de reojo que no estaba sola, no a muchos se les ocurría ir al cementerio y menos si no tenía a nadie allí.
Paciente, caminaba entre medias de dos de sus compañeras. Entusiasmadas, comentaban sobre el baile próximo y qué se pondrían o comprarían para dicho evento. Suspiró larga y perezosamente, ¡qué aburrimiento! Maldita sea, ¿es que no había más temas de conversación que trajes bonitos, caballeros apuestos y ….ya? no aguantaba ni un segundo más con esas repelentes e insulsas muchachas.
De reojo, localizó a la señora Gilbert que regañaba a dos hermanas que no paraban de discutir hasta casi llegar a las manos, cosa que con el grito de la mujer, fue inevitable y ambas se engancharon del pelo como dos niñas. Qué cuadro. Se echó a reír, deteniéndose de golpe y dejar que el grupo de mujeres se adelantasen para ver el espectáculo. Hábil, miró a un lado y a otro, el momento perfecto para huir y eso hizo.
En cuestión de un par de minutos, se encontraba al final de la calle, el final de ésta. No le importaba donde ir, tampoco es que buscase el lugar indicado solo quería pasear, conocer París, cada uno de sus rincones. Desde su posición, se percató de que estaba muy cerca de un lugar muy poco transitado, no tanto como las calles comerciales. Un sitio tranquilo, el más silencioso. Sonrió de medio lado, sería perfecto caminar entre las estrechas calles, descubrir y saciar su eterna curiosidad.
El cementerio, ese lugar del que sin duda muchos desean visitar en muchos años, personas que anhelan a un ser querido y simplemente van a visitar, sentir de alguna manera estar más cerca de esa persona querida. Suspiró largamente, recordando a cierta persona, aquel que ya no estaba y bajó la mirada un segundo, el mismo instante que sus pasos empezaron a dirigirse hacia ese lugar. No le costó entrar, solo abrió la verja de forja y se hizo paso, sin poder apartar la mirada del suelo aún.
Hacía mucho, tanto que no visitaba un lugar así pues rehuía de los recuerdos. Una de sus manos, la alzó para apartarse un cabello rubio del rostro y fue entonces cuando alzó la mirada, todas esas lápidas ante ella. Lo respetaba, más que cualquier otra cosa. Algunas lápidas, le llamaron la atención, un pequeño altar en donde llevar flores, ofrecer compañía sin esperar nada a cambio.
Se detuvo en una, una con unas iniciales. De algún modo, necesitaba hacer tal cosa, así que, apoyó la mano encima de la piedra, acariciándola con mucha suavidad, no importaba quien fuese, daba igual.
-En algún lugar, un pequeño trozo de su alma se verá reflejada. -suspiró, mirando de reojo que no estaba sola, no a muchos se les ocurría ir al cementerio y menos si no tenía a nadie allí.
Abbey Appleby- Cazador Clase Alta
- Mensajes : 505
Fecha de inscripción : 23/03/2011
Localización : París-Londres
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
Re: Recuerdos [Privado C. Lazarus Morrigan.]
No sabía por qué, pero desde que había vuelto a tomar sus hábitos y funciones habituales se sentía bastante cómodo. Aquello era como volver a caminar con unos viejos zapatos que conocían demasiado bien, lo único que cambiaba es que ahora no era Maestro Inquisidor, aunque irónicamente tenía un trato con ellos y a veces ejercía de instructor e incluso confesor religioso a algunos de ellos de la clase más alta.
Habían pasado demasiadas cosas en dos años, donde lo había abandonado todo; la fe, el hogar, el amor, la familia… Se había abandonado a sí mismo incluso, pero no había sido en vano ya que aquellas preguntas que solo creaban más preguntas y ningunas respuestas, se solventaron, y en el aquel camino perdido se encontró así mismo de algún modo. Seguía con aquellas inseguridades, seguía a veces siendo un alma triste y arrepentida. Pero algo tenía claro: aquellas criaturas de la noche tenían alma.
Y al menos su destino era París. Siempre de niño había soñado junto a su madre vivir en París, conocer aquella sociedad abierta y donde todos los artistas del momento decidían intercambiar sus expectativas. Cuando era un joven, mujeriego, alocado y amante de las peleas en Irlanda, siempre había soñado con ello, pero el destino había decidido dar un giro de 360 grados a su vida y llevarle por aquel camino de sencillez y rectitud. La única vida que ahora conocía.
El misal de la tarde en la capilla del cementerio, lo ofició más o menos temprano. Un simple “cabo de año”, un misal por el aniversario de la muerte de algún funeral. Algo sencillo y aburrido a su parecer.
Por los mausoleos y lápidas había paseado el resto de la tarde, bien abrigado con su sotana oscura, olvidando el frío invernal y curioseando entretenido. Por un momento se había detenido sacando aquel cuaderno que siempre llevaba encima a modo de diario, toma de notas y algún boceto. Y así lo hizo con el carboncillo se puso garabatear las formas de los ángeles pétreos y de las esculturas veladas.
Y las horas pasaron, en la paz que el cementerio silencioso le ofrecía y sin darse cuenta una joven había pasado a su lado sin percatarse de su presencia, despertándole de aquel mar de concentración.
-Madamoiselle, no debería permanecer sola en un lugar como éste. Debería volver a casa, anochece. -Se había acercado con pasos imperceptibles, por su acento denotaba que el francés no era su lengua materna.
C. Lazarus Morrigan- Cazador Clase Media
- Mensajes : 140
Fecha de inscripción : 24/11/2011
Re: Recuerdos [Privado C. Lazarus Morrigan.]
Acababa en lugares en donde no debía estar y sin embargo, lo necesitaba. No estaba en Londres, ya no podría ir a visitarle todos los días. Tampoco contarle todas las travesuras y chismes que ambos compartían desde que eran niños. Todo quedó en su ciudad natal, también le arrebataron aquello y lejos de estar furiosa, consiguió aceptar por fin que ya no estaba.
Tan metida en sus pensamientos, en hablar en voz alta que la voz masculina de aquel hombre, la sobresaltó. Su primer impulso fue, girarse hacia él y dar un par de pasos hacia atrás. Conocía las noticias sobre ciertos lugares de Paris en donde ocurrían ciertas cosas, ese era uno de ellos y sí, se preguntó mentalmente porqué. Sin respuesta, quién iba a dársela si ni siquiera ella sabía qué hacía allí y porqué se decidió a entrar, ¿mejor estar en otro lugar? No lo creía, necesitaba justo eso, tranquilidad y sumergirse en ese mar de recuerdos, unos aparcados en un rincón de su mente y guardados bajo llave.
-Volver a casa. Ni sería bien recibida, ni seguramente llegase antes de que anocheciera del todo, señor -tomó aire y lo soltó despacio, organizando su mente, una que se había perdido por unos segundos en un universo paralelo al que no volvería a regresar. Frunció un tanto el ceño por pensar eso, ¿por qué tuvo que ser interrumpida en ese mismo momento? -Vuestra voz me ha alejado de golpe de unos recuerdos que de algún modo anhelaba, no sé volver a ellos -murmuró en voz alta, colocándose algún mechón de cabello del rostro, tras su oreja, su manía de hablar en voz alta sin quererlo.
-Es el único sitio que me transmite toda la paz y tranquilidad que no tengo, señor -sonrió de medio lado, volviendo sus ojos azules a la lápida desconocida y seguidamente al hombre, no pasó desapercibido el cuadernillo y los dedos manchados de tizne de los carboncillos, curioso que ese detalle le devolviese un nuevo recuerdo de su pasado -¿Pinta, señor? ¿Qué puede plasmar en el papel de un sitio como este? Aunque la tristeza puede llegar a convertirse un arte, algo hermoso y no solo la tristeza. ¿Qué le transmite este lugar para querer permanecer en él durante largo rato?
Su curiosidad traspasaba fronteras, los ojos azules de la joven Appleby, se entrecerraron, intentando averiguar qué dibujaba ese hombre en el papel por lo que tuvo que acercarse los mismos pasos que retrocedieron sus pies anteriormente.
-O eso o es un ... bueno, alguien que tenga que ver con la iglesia y demás. En mi familia, me consideran una hereje de alguna manera… no es que crea mucho en algún Dios, no puede haberlo cuando se lleva de este mundo gente que no lo merece -apretó los puños, no tuvo que decir eso, podía pasar cualquier cosa pero hablaba esa Abbey más joven , ese lugar sacó esa parte de ella que aún no se reveló -Lo siento, el tema en sí me enfada, me reniega más y… está bien, ya me callo -apretó los labios, esa joven siempre hablando de más, aún seguía parada, frente al hombre… sin querer marcharse aún del lugar, mucho más tranquila que como solía… buscando paz, la necesitaba y de algún modo, la encontró después de tanto tiempo.
Tan metida en sus pensamientos, en hablar en voz alta que la voz masculina de aquel hombre, la sobresaltó. Su primer impulso fue, girarse hacia él y dar un par de pasos hacia atrás. Conocía las noticias sobre ciertos lugares de Paris en donde ocurrían ciertas cosas, ese era uno de ellos y sí, se preguntó mentalmente porqué. Sin respuesta, quién iba a dársela si ni siquiera ella sabía qué hacía allí y porqué se decidió a entrar, ¿mejor estar en otro lugar? No lo creía, necesitaba justo eso, tranquilidad y sumergirse en ese mar de recuerdos, unos aparcados en un rincón de su mente y guardados bajo llave.
-Volver a casa. Ni sería bien recibida, ni seguramente llegase antes de que anocheciera del todo, señor -tomó aire y lo soltó despacio, organizando su mente, una que se había perdido por unos segundos en un universo paralelo al que no volvería a regresar. Frunció un tanto el ceño por pensar eso, ¿por qué tuvo que ser interrumpida en ese mismo momento? -Vuestra voz me ha alejado de golpe de unos recuerdos que de algún modo anhelaba, no sé volver a ellos -murmuró en voz alta, colocándose algún mechón de cabello del rostro, tras su oreja, su manía de hablar en voz alta sin quererlo.
-Es el único sitio que me transmite toda la paz y tranquilidad que no tengo, señor -sonrió de medio lado, volviendo sus ojos azules a la lápida desconocida y seguidamente al hombre, no pasó desapercibido el cuadernillo y los dedos manchados de tizne de los carboncillos, curioso que ese detalle le devolviese un nuevo recuerdo de su pasado -¿Pinta, señor? ¿Qué puede plasmar en el papel de un sitio como este? Aunque la tristeza puede llegar a convertirse un arte, algo hermoso y no solo la tristeza. ¿Qué le transmite este lugar para querer permanecer en él durante largo rato?
Su curiosidad traspasaba fronteras, los ojos azules de la joven Appleby, se entrecerraron, intentando averiguar qué dibujaba ese hombre en el papel por lo que tuvo que acercarse los mismos pasos que retrocedieron sus pies anteriormente.
-O eso o es un ... bueno, alguien que tenga que ver con la iglesia y demás. En mi familia, me consideran una hereje de alguna manera… no es que crea mucho en algún Dios, no puede haberlo cuando se lleva de este mundo gente que no lo merece -apretó los puños, no tuvo que decir eso, podía pasar cualquier cosa pero hablaba esa Abbey más joven , ese lugar sacó esa parte de ella que aún no se reveló -Lo siento, el tema en sí me enfada, me reniega más y… está bien, ya me callo -apretó los labios, esa joven siempre hablando de más, aún seguía parada, frente al hombre… sin querer marcharse aún del lugar, mucho más tranquila que como solía… buscando paz, la necesitaba y de algún modo, la encontró después de tanto tiempo.
Abbey Appleby- Cazador Clase Alta
- Mensajes : 505
Fecha de inscripción : 23/03/2011
Localización : París-Londres
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
Re: Recuerdos [Privado C. Lazarus Morrigan.]
-Con su permiso no me importaría acompañarla, aseguraría sus pasos si le alcanzase la noche. -Tan solo respondió, y le dejó que siguiente hablando. -Siempre hay alguien que nos echa en falta en un lugar, a pesar de que pensemos lo contrario.
¿Habría acaso perdido a un familiar? ¿Se habría escapado de casa? La había mirado con sus ojos de hielo de arriba abajo, examinándola de un modo discreto. Por sus ropas debía de ser de buena familia, y seguro que vivía por la zona más acomodada.
Más vulnerable la hacía a caminar en la noche, una víctima perfecta para cualquiera que quisiese sacar una buena tajada. En el más amplio de los sentidos.
Ella hablaba de recuerdos del pasado, él deseaba no recordar.
Lazarus tomó su cuaderno, y se lo tendió a la joven para que lo viese, siempre silencioso y aun mostrando sus dedos manchados por el carboncillo.
-No me dedico a ello, pero siempre me vi necesitado de plasmar lo que veía en el papel desde niño… Mi padre lo calificaba una mala costumbre inculcada por una joven madre. -Comentó por un momento, regalando un dato algo personal de la persona.
Si ella habría el cuaderno, no solo había borradores del cementerio, otros lugares y escenas muy cotidianas de rincones de París quedaban garabateadas, esperando a que estas fuesen pasadas a limpio en su diario personal.
En una de las últimas páginas pintadas, había un borrador de la joven frente a la lápida… Un garabato incompleto.
-No es solo un lugar triste, es paz y tranquilidad. Aquí los pensamientos fluyen, y se ordenan. Es como volver a un estado primigenio que solo caminar en plena naturaleza salvaje puede proporcionar. -Un ademán y su mano abierta esperando a que le devolviese el cuaderno. -Cuando llegue a París, no pensé que fuese tan ruidosa... -De nuevo volvía a afirmar su extranjería.
Pensando en la tranquilidad tuvo el recuerdo de los bosques, y los acantilados en aquella lejana y verde Irlanda. A veces imaginaba que volvía y pasaba su vejez allí, otras veces pensaba que nunca volvería con vida, ya que su oficio tenía de uno riesgos.
En aquel hombre de aspecto serio y silencioso, se dibujó una sonrisa al escuchar el atrevimiento de aquella joven en cuanto a la religión e Iglesia.
-Tiene suerte, no soy como los de la vieja escuela. -Se tocó el alzacuello. -Hable libremente, como es evidente yo creo en las decisiones de Dios, por muy injustas que sean. –“Y más injusto que conmigo en toda mi vida, con ninguno” Pensó para sí, sintiendo la ironía. -Y a pesar de ello, y tal pueda ser contrario o no con su modo de pensar; considero justo respetar las creencias de otros, ¿mi sotana me hace tener más razón de la que usted podría tener? ¿o mejor? Tengo mi fe, y acato órdenes justas, pero vivimos un tiempo donde no todos los que son Iglesia acatan las órdenes como deben ser; más bien juegan y las usan a su beneficio. Caminemos… -Le invitó.
¿Habría acaso perdido a un familiar? ¿Se habría escapado de casa? La había mirado con sus ojos de hielo de arriba abajo, examinándola de un modo discreto. Por sus ropas debía de ser de buena familia, y seguro que vivía por la zona más acomodada.
Más vulnerable la hacía a caminar en la noche, una víctima perfecta para cualquiera que quisiese sacar una buena tajada. En el más amplio de los sentidos.
Ella hablaba de recuerdos del pasado, él deseaba no recordar.
Lazarus tomó su cuaderno, y se lo tendió a la joven para que lo viese, siempre silencioso y aun mostrando sus dedos manchados por el carboncillo.
-No me dedico a ello, pero siempre me vi necesitado de plasmar lo que veía en el papel desde niño… Mi padre lo calificaba una mala costumbre inculcada por una joven madre. -Comentó por un momento, regalando un dato algo personal de la persona.
Si ella habría el cuaderno, no solo había borradores del cementerio, otros lugares y escenas muy cotidianas de rincones de París quedaban garabateadas, esperando a que estas fuesen pasadas a limpio en su diario personal.
En una de las últimas páginas pintadas, había un borrador de la joven frente a la lápida… Un garabato incompleto.
-No es solo un lugar triste, es paz y tranquilidad. Aquí los pensamientos fluyen, y se ordenan. Es como volver a un estado primigenio que solo caminar en plena naturaleza salvaje puede proporcionar. -Un ademán y su mano abierta esperando a que le devolviese el cuaderno. -Cuando llegue a París, no pensé que fuese tan ruidosa... -De nuevo volvía a afirmar su extranjería.
Pensando en la tranquilidad tuvo el recuerdo de los bosques, y los acantilados en aquella lejana y verde Irlanda. A veces imaginaba que volvía y pasaba su vejez allí, otras veces pensaba que nunca volvería con vida, ya que su oficio tenía de uno riesgos.
En aquel hombre de aspecto serio y silencioso, se dibujó una sonrisa al escuchar el atrevimiento de aquella joven en cuanto a la religión e Iglesia.
-Tiene suerte, no soy como los de la vieja escuela. -Se tocó el alzacuello. -Hable libremente, como es evidente yo creo en las decisiones de Dios, por muy injustas que sean. –“Y más injusto que conmigo en toda mi vida, con ninguno” Pensó para sí, sintiendo la ironía. -Y a pesar de ello, y tal pueda ser contrario o no con su modo de pensar; considero justo respetar las creencias de otros, ¿mi sotana me hace tener más razón de la que usted podría tener? ¿o mejor? Tengo mi fe, y acato órdenes justas, pero vivimos un tiempo donde no todos los que son Iglesia acatan las órdenes como deben ser; más bien juegan y las usan a su beneficio. Caminemos… -Le invitó.
C. Lazarus Morrigan- Cazador Clase Media
- Mensajes : 140
Fecha de inscripción : 24/11/2011
Re: Recuerdos [Privado C. Lazarus Morrigan.]
“Siempre hay alguien que nos echa en falta en un lugar, a pesar de que pensemos lo contrario”
Dicha frase, le hizo reflexionar de un modo que desconocía. ¿Y si llevaba razón? Él, estuviese en algún lugar y la echase de menos igual o más que ella lo hizo en todos estos años. Desvió sus ojos azules hacia una de las lápidas, como si buscase la respuesta correcta a las palabras de aquel hombre y no hacerse ciertas ilusiones, volver a tener fe.
Fijó su mirada en la mano tendida, en el cuaderno que le ofrecía para saciar su curiosidad. Lo tomó sin pensárselo dos veces. Así era Abbey, tan confiada en sí misma y no pensarse las cosas dos veces. Hojeó el cuadernillo con mucho cuidado, deslizando los dedos entre las hojas y evitar que se difuminase el carboncillo pero inevitablemente, sus dedos se impregnaron un tanto. Recordó fugazmente a alguien en especial por lo que sin querer, mostró una breve sonrisa.
-Espero que nunca pierda esa costumbre, señor. Es maravillosa, comparto su interés por el dibujo pero carezco de paciencia . Soy capaz de dibujar solo cuando algo me llama especialmente la atención, estar largo rato…es mucho, aunque según lo que plasme en el papel -su atención, volvió al cuadernillo cuando vio el dibujo de ella misma. Una imagen que le devolvió al pasado, cuando aún era una niña frente a una lápida que por más que se dirigía a ella, no le respondía.
Le devolvió el cuadernillo, disculpándose con una reverencia y empezar a caminar junto al hombre. El tema de la Iglesia, un tabú en su familia. Su familia era católica y desde bien niña, fue inculcada con esas creencias y valores que…no dieron resultados. Todas las chicas Appleby eran diferentes pero la que destacaba de todas era justo ella, la única que no creía en otra cosa que en lo que veía y a veces, ni eso.
-Las decisiones de Dios, los castigos de sus fieles -murmuró, enarcando una ceja, quizás el hombre no lo hubiese entendido y ella, se lo explicaría para que comprendiese la situación a la que se enfrentaba -Dios nunca tiene la culpa por decidir ciertas cosas, no si aquellos que creen en él culpan a otro. ¿Qué hable abiertamente? Lo haré aunque quizás no le guste lo que oiga -tomó aire y lo soltó, lo que iba a decir suponía un escándalo que alguien de alta cuna pensase de esa forma y contraatacase de esa manera inusual pero Abbey, no iba a quedarse callada, no cuando tenía tantas cosas que decir.
-Yo las respeto, a cada uno en lo que crea pero es injusto que te obliguen a creer en algo que odias -lo miró a los ojos, mientras caminaban… ¿por qué no se callaba? Ahora sería imposible-Señor, no pongo en duda que crea en su Dios pero esa gente que se aprovecha de la religión, dando sermones absurdos y demás…me parece innecesario. No pueden hacerte creer que te conformes con que esas personas que comparten tu vida se marchen sin más porque es la voluntad del señor ¿la es? ¡No es justo! No cuando hay tanto mal en el mundo, tanta gente que no se mereces solo la muerte… y siempre me pregunté algo ¿cree que haya algo más después de la muerte? Puedan regresar de algún modo… -
Una pregunta delicada, se había dejado llevar y no sabía cómo volver al punto de inicio. Llevar la conversación a un terreno más normal que hablar de ciertas cosas más respetadas, más personales.
-Disculpe, antes entendí que no era de Paris…y por su acento supongo que tenemos algo en común. Solo estoy aquí de paso, vine hace poco de Londres…¿por qué está aquí? ¿qué le han encomendado? Alguien que está lejos de su hogar solo tiene dos opciones, una…el trabajo y ocupaciones, la otra… huir del pasado ¿ambas? -siempre preguntando demasiado, demás pero…es que simplemente no tenía remedio.
Dicha frase, le hizo reflexionar de un modo que desconocía. ¿Y si llevaba razón? Él, estuviese en algún lugar y la echase de menos igual o más que ella lo hizo en todos estos años. Desvió sus ojos azules hacia una de las lápidas, como si buscase la respuesta correcta a las palabras de aquel hombre y no hacerse ciertas ilusiones, volver a tener fe.
Fijó su mirada en la mano tendida, en el cuaderno que le ofrecía para saciar su curiosidad. Lo tomó sin pensárselo dos veces. Así era Abbey, tan confiada en sí misma y no pensarse las cosas dos veces. Hojeó el cuadernillo con mucho cuidado, deslizando los dedos entre las hojas y evitar que se difuminase el carboncillo pero inevitablemente, sus dedos se impregnaron un tanto. Recordó fugazmente a alguien en especial por lo que sin querer, mostró una breve sonrisa.
-Espero que nunca pierda esa costumbre, señor. Es maravillosa, comparto su interés por el dibujo pero carezco de paciencia . Soy capaz de dibujar solo cuando algo me llama especialmente la atención, estar largo rato…es mucho, aunque según lo que plasme en el papel -su atención, volvió al cuadernillo cuando vio el dibujo de ella misma. Una imagen que le devolvió al pasado, cuando aún era una niña frente a una lápida que por más que se dirigía a ella, no le respondía.
Le devolvió el cuadernillo, disculpándose con una reverencia y empezar a caminar junto al hombre. El tema de la Iglesia, un tabú en su familia. Su familia era católica y desde bien niña, fue inculcada con esas creencias y valores que…no dieron resultados. Todas las chicas Appleby eran diferentes pero la que destacaba de todas era justo ella, la única que no creía en otra cosa que en lo que veía y a veces, ni eso.
-Las decisiones de Dios, los castigos de sus fieles -murmuró, enarcando una ceja, quizás el hombre no lo hubiese entendido y ella, se lo explicaría para que comprendiese la situación a la que se enfrentaba -Dios nunca tiene la culpa por decidir ciertas cosas, no si aquellos que creen en él culpan a otro. ¿Qué hable abiertamente? Lo haré aunque quizás no le guste lo que oiga -tomó aire y lo soltó, lo que iba a decir suponía un escándalo que alguien de alta cuna pensase de esa forma y contraatacase de esa manera inusual pero Abbey, no iba a quedarse callada, no cuando tenía tantas cosas que decir.
-Yo las respeto, a cada uno en lo que crea pero es injusto que te obliguen a creer en algo que odias -lo miró a los ojos, mientras caminaban… ¿por qué no se callaba? Ahora sería imposible-Señor, no pongo en duda que crea en su Dios pero esa gente que se aprovecha de la religión, dando sermones absurdos y demás…me parece innecesario. No pueden hacerte creer que te conformes con que esas personas que comparten tu vida se marchen sin más porque es la voluntad del señor ¿la es? ¡No es justo! No cuando hay tanto mal en el mundo, tanta gente que no se mereces solo la muerte… y siempre me pregunté algo ¿cree que haya algo más después de la muerte? Puedan regresar de algún modo… -
Una pregunta delicada, se había dejado llevar y no sabía cómo volver al punto de inicio. Llevar la conversación a un terreno más normal que hablar de ciertas cosas más respetadas, más personales.
-Disculpe, antes entendí que no era de Paris…y por su acento supongo que tenemos algo en común. Solo estoy aquí de paso, vine hace poco de Londres…¿por qué está aquí? ¿qué le han encomendado? Alguien que está lejos de su hogar solo tiene dos opciones, una…el trabajo y ocupaciones, la otra… huir del pasado ¿ambas? -siempre preguntando demasiado, demás pero…es que simplemente no tenía remedio.
Abbey Appleby- Cazador Clase Alta
- Mensajes : 505
Fecha de inscripción : 23/03/2011
Localización : París-Londres
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
Re: Recuerdos [Privado C. Lazarus Morrigan.]
-La paciencia se gana con los años… Yo podría enseñarle. -Tan solo dijo, cualquier excusa, aunque fuese la de enseñar, era buena con tan solo poder dibujar. Algo que le apasionaba, algo de lo que pensaba viviría en su juventud, en todo aquel mundo bohemia de artistas que París iba atrayendo. Un sueño roto por un capricho y un desliz que tuvo que pagar demasiado caro.
Ella le devolvió el cuaderno, él lo guardo con cuidado dentro de un bolsillo con una sonrisa leve en sus labios curvados. Era extraño que Lazarus sonriera. También era inusual que hablase con libertad y fuese enseñando sus dibujos. Pero había pasado tantas cosas en tan poco tiempo: su fe quebrada al descubrir el alma en un vampiro, el negar sus votos al sacerdocio, el dejar de ser “maestro inquisidor”, su vocación como cazador, la tentación por una mujer que no le correspondía, su leve retiro al norte con los licántropos… Y de nuevo su regreso a todo lo conocido, votos renovados y ejerciendo “no oficialmente” como maestro inquisidor, y todo ello por tan solo encontrar la paz y olvidar su debilidad… O más bien su dolor.
-¿Puedo darle un consejo? Y sé lo daré por experiencia y sabiduría, como ser humano que soy con mis defectos y errores; y no como un hombre que se crea o no con más derecho de decir que está más cerca de Dios que ninguno. Ni mucho menos, todo lo contrario. – Seguía caminando, y justamente cuando atravesaron las verjas que hacía que dejarán atrás el cementerio y comenzasen a atravesar las calles, él se detuvo y susurro. -No crea en Dios, no escuche sermones que, en su opinión, sean una necedad o carezca de sentido. No siga los dogmas de una religión que no le aporte nada, y no culpe ni crea que Dios lo ha dispuesto, como un destino marcado que todos tenemos que conseguir, como un fin inevitable… Nada es justo, ni nada es seguro. -Se silenció unos segundos, ¿qué clase de sacerdote era aquel que hablaba de aquel modo? Simplemente uno que había errado como el que menos, y había visto demasiadas cosas que cualquier pudiese creerse. -Solo tenga claro algo, y creer en usted misma y sea integra con sus acciones. Ya nosotros somos justo, la consecuencia de nuestras acciones, a pesar de que a veces estas nos lleven a lo inevitable…
Aquello último lo musito, parecía más referirse a sí mismo un consejo más propio que para ella, sus ojos azules se desviaron al suelo y continúo caminando esperando que ella le siguiera.
-Soy extranjero en esta tierra, e imagino que usted tampoco. -En cuanto escucho que ella era de Londres, decidió cambiar el idioma con la espera de que ella le siguiera, ya que iba a ser un gusto volver a escuchar su propia lengua. -Nací en Irlanda, aunque he estado en distintos lugares de Inglaterra. -Ante sus preguntas, no pudo evitar sonreírle de soslayo, estaba claro que ella había captado su misterio. -Ambas, o no, puede que quiera estar cerca de algún tipo de situación.
>>El trabajo me trajo aquí, digamos que dentro de mi cargo soy una especie de “mentor”; y luego puede que necesitará alejarme… Tenía deseos de venir a París desde niño, pero me he encontrado con que no es suficiente para alejarme de ciertos “Aspectos” de una vida pasada. Dejémoslo así. ¿Y a usted que le ha atraído?
Ella le devolvió el cuaderno, él lo guardo con cuidado dentro de un bolsillo con una sonrisa leve en sus labios curvados. Era extraño que Lazarus sonriera. También era inusual que hablase con libertad y fuese enseñando sus dibujos. Pero había pasado tantas cosas en tan poco tiempo: su fe quebrada al descubrir el alma en un vampiro, el negar sus votos al sacerdocio, el dejar de ser “maestro inquisidor”, su vocación como cazador, la tentación por una mujer que no le correspondía, su leve retiro al norte con los licántropos… Y de nuevo su regreso a todo lo conocido, votos renovados y ejerciendo “no oficialmente” como maestro inquisidor, y todo ello por tan solo encontrar la paz y olvidar su debilidad… O más bien su dolor.
-¿Puedo darle un consejo? Y sé lo daré por experiencia y sabiduría, como ser humano que soy con mis defectos y errores; y no como un hombre que se crea o no con más derecho de decir que está más cerca de Dios que ninguno. Ni mucho menos, todo lo contrario. – Seguía caminando, y justamente cuando atravesaron las verjas que hacía que dejarán atrás el cementerio y comenzasen a atravesar las calles, él se detuvo y susurro. -No crea en Dios, no escuche sermones que, en su opinión, sean una necedad o carezca de sentido. No siga los dogmas de una religión que no le aporte nada, y no culpe ni crea que Dios lo ha dispuesto, como un destino marcado que todos tenemos que conseguir, como un fin inevitable… Nada es justo, ni nada es seguro. -Se silenció unos segundos, ¿qué clase de sacerdote era aquel que hablaba de aquel modo? Simplemente uno que había errado como el que menos, y había visto demasiadas cosas que cualquier pudiese creerse. -Solo tenga claro algo, y creer en usted misma y sea integra con sus acciones. Ya nosotros somos justo, la consecuencia de nuestras acciones, a pesar de que a veces estas nos lleven a lo inevitable…
Aquello último lo musito, parecía más referirse a sí mismo un consejo más propio que para ella, sus ojos azules se desviaron al suelo y continúo caminando esperando que ella le siguiera.
-Soy extranjero en esta tierra, e imagino que usted tampoco. -En cuanto escucho que ella era de Londres, decidió cambiar el idioma con la espera de que ella le siguiera, ya que iba a ser un gusto volver a escuchar su propia lengua. -Nací en Irlanda, aunque he estado en distintos lugares de Inglaterra. -Ante sus preguntas, no pudo evitar sonreírle de soslayo, estaba claro que ella había captado su misterio. -Ambas, o no, puede que quiera estar cerca de algún tipo de situación.
>>El trabajo me trajo aquí, digamos que dentro de mi cargo soy una especie de “mentor”; y luego puede que necesitará alejarme… Tenía deseos de venir a París desde niño, pero me he encontrado con que no es suficiente para alejarme de ciertos “Aspectos” de una vida pasada. Dejémoslo así. ¿Y a usted que le ha atraído?
C. Lazarus Morrigan- Cazador Clase Media
- Mensajes : 140
Fecha de inscripción : 24/11/2011
Re: Recuerdos [Privado C. Lazarus Morrigan.]
La curiosidad, se reflejó en los ojos azules de la rubia. ¿Enseñarle a tener paciencia? Le habían enseñado muchas cosas pero ni remotamente parecido a lo que le acababa de ofrecer. No aceptó de inmediato, tuvo que desviar la mirada un instante y pensarlo detenidamente. Alguien que le enseñase tal cosa no podía ser cualquiera, la confianza no es que le sobrase pero la suya propia sí. Confianza en sí misma tenía la suficiente como para darle una especie de oportunidad al desconocido. Un hombre que pasaba su tiempo libre captando la belleza de aquel lugar, no tenía que ser peligroso…todo era cuestión de tratarse.
Joven e inexperta en ciertos temas, dudas existenciales que no se atrevía a comentar con nadie que lo entendiese, menos despejasen sus incontables preguntas sin respuesta. No entendía muchas cosas pero las que más deseaba saber eran justo las que acababa de cuestionarle. Su atención se centró en sus palabras en cuanto le permitió darle un consejo, no solía guardarse ninguno, hasta ahora les habían dado consejos inútiles. Asintió, escuchando cada una de sus palabras, no esperaba tal respuesta y sus orbes, se abrieron un tanto por la sorpresa, seguido de una leve risa provocada por lo inesperado.
-Un fin inevitable, es cierto. Será el único consejo que tome, señor. Téngalo por seguro -asintió con la cabeza una sola vez, dándole las gracias a su modo. No creer en nada si no te aportaba algo a cambio, no tenía sentido -Solo creo lo que veo, siento y padezco. Nada más. Ni en promesas, ni cuentos infantiles que algún día se harán realidad según te cuentan cuando eres una niña. La única verdad es esta, la que vivimos y sentimos, eso lo tengo claro y también entiendo que a veces, pasen cosas que se nos escapen de las manos y no…podamos hacer absolutamente nada por evitarlo -habló pausadamente, había pensado las palabras, elegidas para no transmitir cosas que no deseaba, solo lo que pensaba al respecto de ese tema.
Siempre fue muy observadora y no pasó desapercibido que esas palabras no solo se las dedicase a la joven, le recordó a ella misma, cuando daba información entre frases. Si no eras avispado, cosa que le pasaba habitualmente, no se enteraban de nada y por lo tanto, esa persona carecía de sentido para la menor de los Appleby. Inevitable ser selectiva, uno de sus defectos pero ¿acaso no le ahorraba trabajo a la hora de relacionarse? Y vaya, oír ese idioma , le trasladó a las calles de Londres. Le dedicó una leve sonrisa, apenas perceptible, le agradecía oír su idioma en esas tierras después de tanto tiempo lejos de su casa.
-A mí ninguna de esas dos opciones. Estoy aquí porque soy la manzana podrida de la familia -se encogió de hombros, seguido de una risa. No le pesaba hablar abiertamente y tampoco era algo que le causase tristeza. -Hablar en mi lengua madre es un gusto que aún no tuve ocasión de corresponder. Le agradezco tal cosa, antes de que profundicemos en porqué estamos aquí y con qué fin. -carraspeó, como si fuese a dar un discurso, largo y tendido… y seguramente así fuese, ella y su manía de hablar demasiado.
-Ni siquiera debería estar aquí y con usted, sí con ese grupo de jovencitas de clase alta de compras. Estoy en una residencia para señoritas desde hace escaso tiempo y creo que… aún me queda mucho para permanecer en este lugar -suspiró, mirando hacia el cielo, parcialmente nublado pero nada que ver al cielo de Londres al que estaba acostumbrada -Si me permite que le aconseja a usted, espero que su estancia a Paris, prospere y le ayude a espantar a esos fantasmas del pasado…unos que ya no regresen nunca más -
Lo dijo en un tono pausado, serio…como si realmente esperase que eso ocurriese, lo deseaba de verdad. La imagen que le daba al hombre, no era la que supuestamente se rumoreaba en las fiestas, aunque tampoco es que la conociese en su estado más rebelde, más salvaje y aún así, se mostraba diferente a cualquier joven de su edad. Sabía lo que quería y no era justo por lo que se encontraba allí…buscar un marido.
-Paris me va a enseñar mucho más cosas que esa residencia, señor. No busco casarme aunque al final tenga que hacerlo. Mis inclinaciones son otras, busco ante todo hacer lo que realmente me apetezca y …encontrar esa tranquilidad, esa paciencia de la que usted ha mencionado enseñarme ¿cómo puede conseguirlo? No será fácil con mi persona, no puedo evitar ser un torbellino pero no un fastidio…piénselo antes de aceptar ¿querrá ser mi mentor espiritual? -sonrió de medio lado, ofreciéndole su mano y esperar a que él la tomase -Me llamo Abbey. -entornó los ojos, tenía que decir su nombre entero y no era algo que le gustase demasiado, siempre queriendo dejar la clase alta a un lado siendo imposible -Abbey Lynn Appleby.
Joven e inexperta en ciertos temas, dudas existenciales que no se atrevía a comentar con nadie que lo entendiese, menos despejasen sus incontables preguntas sin respuesta. No entendía muchas cosas pero las que más deseaba saber eran justo las que acababa de cuestionarle. Su atención se centró en sus palabras en cuanto le permitió darle un consejo, no solía guardarse ninguno, hasta ahora les habían dado consejos inútiles. Asintió, escuchando cada una de sus palabras, no esperaba tal respuesta y sus orbes, se abrieron un tanto por la sorpresa, seguido de una leve risa provocada por lo inesperado.
-Un fin inevitable, es cierto. Será el único consejo que tome, señor. Téngalo por seguro -asintió con la cabeza una sola vez, dándole las gracias a su modo. No creer en nada si no te aportaba algo a cambio, no tenía sentido -Solo creo lo que veo, siento y padezco. Nada más. Ni en promesas, ni cuentos infantiles que algún día se harán realidad según te cuentan cuando eres una niña. La única verdad es esta, la que vivimos y sentimos, eso lo tengo claro y también entiendo que a veces, pasen cosas que se nos escapen de las manos y no…podamos hacer absolutamente nada por evitarlo -habló pausadamente, había pensado las palabras, elegidas para no transmitir cosas que no deseaba, solo lo que pensaba al respecto de ese tema.
Siempre fue muy observadora y no pasó desapercibido que esas palabras no solo se las dedicase a la joven, le recordó a ella misma, cuando daba información entre frases. Si no eras avispado, cosa que le pasaba habitualmente, no se enteraban de nada y por lo tanto, esa persona carecía de sentido para la menor de los Appleby. Inevitable ser selectiva, uno de sus defectos pero ¿acaso no le ahorraba trabajo a la hora de relacionarse? Y vaya, oír ese idioma , le trasladó a las calles de Londres. Le dedicó una leve sonrisa, apenas perceptible, le agradecía oír su idioma en esas tierras después de tanto tiempo lejos de su casa.
-A mí ninguna de esas dos opciones. Estoy aquí porque soy la manzana podrida de la familia -se encogió de hombros, seguido de una risa. No le pesaba hablar abiertamente y tampoco era algo que le causase tristeza. -Hablar en mi lengua madre es un gusto que aún no tuve ocasión de corresponder. Le agradezco tal cosa, antes de que profundicemos en porqué estamos aquí y con qué fin. -carraspeó, como si fuese a dar un discurso, largo y tendido… y seguramente así fuese, ella y su manía de hablar demasiado.
-Ni siquiera debería estar aquí y con usted, sí con ese grupo de jovencitas de clase alta de compras. Estoy en una residencia para señoritas desde hace escaso tiempo y creo que… aún me queda mucho para permanecer en este lugar -suspiró, mirando hacia el cielo, parcialmente nublado pero nada que ver al cielo de Londres al que estaba acostumbrada -Si me permite que le aconseja a usted, espero que su estancia a Paris, prospere y le ayude a espantar a esos fantasmas del pasado…unos que ya no regresen nunca más -
Lo dijo en un tono pausado, serio…como si realmente esperase que eso ocurriese, lo deseaba de verdad. La imagen que le daba al hombre, no era la que supuestamente se rumoreaba en las fiestas, aunque tampoco es que la conociese en su estado más rebelde, más salvaje y aún así, se mostraba diferente a cualquier joven de su edad. Sabía lo que quería y no era justo por lo que se encontraba allí…buscar un marido.
-Paris me va a enseñar mucho más cosas que esa residencia, señor. No busco casarme aunque al final tenga que hacerlo. Mis inclinaciones son otras, busco ante todo hacer lo que realmente me apetezca y …encontrar esa tranquilidad, esa paciencia de la que usted ha mencionado enseñarme ¿cómo puede conseguirlo? No será fácil con mi persona, no puedo evitar ser un torbellino pero no un fastidio…piénselo antes de aceptar ¿querrá ser mi mentor espiritual? -sonrió de medio lado, ofreciéndole su mano y esperar a que él la tomase -Me llamo Abbey. -entornó los ojos, tenía que decir su nombre entero y no era algo que le gustase demasiado, siempre queriendo dejar la clase alta a un lado siendo imposible -Abbey Lynn Appleby.
Abbey Appleby- Cazador Clase Alta
- Mensajes : 505
Fecha de inscripción : 23/03/2011
Localización : París-Londres
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
Re: Recuerdos [Privado C. Lazarus Morrigan.]
Siguieron caminando entre las calles, la noche avanzaba en su reciente llegada, y mientras tanto los faroles comenzaban a ser encendido, al igual que las luces de algunas de las casas, la oscuridad la menor de sus preocupaciones.
Sentirse escuchado, y que su palabra tuviese un cierto sentido para otros, era satisfactorio.
-Bienvenida sea al club de las manzanas podridas, que vinieron a París… -Siguió hablándole en su lengua, al ver la satisfacción que ello le producía a la joven, y tras sus palabras no pudo evitar más que sonreír y recordar su “yo” pasado; su yo de hace más de 20 años cuando su padre no tenía manera de deshacerse de él, hasta que por un desliz el mismo le dio las respuestas. -Llevaba dos años sin escuchar otra lengua que no fuese la francesa o la noruega… Así que ahórrese su agradecimiento, y solo démonos el gusto de poder compartirla brevemente.
Mientras más avanzaban menos gente paseaban y más vacío se iba quedando el lugar. Cierto era que una joven como aquello no debía de estar a solas en calles como aquella y más con un hombre desconocido; aunque su faceta como sacerdote le podía de servir como justificación y la pequeña mentira de que se había perdido. Pero claro aquello era que solo ella podía justificar.
Por un momento Lazarus se distrajo, solo fueron unos segundos, suficiente para darse cuenta que desde que había salido del cementerio le estaban siguiendo.
-Es irónico y casual, me hablaron que pronto me mandaría a una especie de residencia o liceo para señoritas. Por necesidad de confesión. -Le afirmó. -No es mi cometido, pero me llaman para cubrir “bajas” por así decirlo. –“Y para ponerte aprueba, recuérdalo que muchos confían en ti por tu labor fuera, pero los inquisidores de esta ciudad no te conocen lo suficiente” Pensó.
“El destino de toda mujer en una categoría más alta que el resto” Añadió otro pensamiento, y por un momento su gesto se puso serio al escuchar que su único destino era casarse, y eso le recordó a aquella mujer que había enturbiado su vida para luego rechazarlo. Una mujer que había cumplido con aquel injusto destino, de casarse por obligación.
Sintió pena por aquella joven que se veía a un destino abocado a lo mismo, una joven donde veía un cierto potencial.
- “Padre C. Lazarus Morrigan”; algunos me llaman “Padre” o “Padre Morrigan”, “Lazarus”, y la “C” al completo solo la reservo para mi círculo de confianza. -Tomó su mano como respuesta. Y era así, de su principal nombre solo sabían en París 3 personas, dos de ella no deseaban verlo, y otra lo llamaba “tío” cuando verdaderamente debería llamarle “padre”; pero aquella mentira piadosa había salvado el matrimonio de su hermano y la honra de su antigua amante. -Usted es joven, y es necesario que sea un torbellino, o incluso en su caso podría decir un huracán. Aunque no la conozco lo suficiente para hacerme una imagen de usted, pero le afirmo que la paciencia es algo que puede entrenarse, junto con una disciplina.
No había pasos que lo delatarán, pero sabía que lo seguían y eso hizo que su atención fuese repartida entre la joven y su nuevo/a invitado/a, y con ello cierta tensión.
-Usted ya ha perdido, o me pareció ver en el cementerio, es un buen punto de partida. La paciencia está en el presente, en tareas muy básicas. Seré su mentor espiritual si es lo que desea, y puede que aparte de enseñarle “paciencia”, pueda enseñarle a “ser libre”. -Soltó su mano, y de nuevo la invitó a caminar, pero esta vez un tanto más acelerado, sin permiso y cierta indiscreción ante la aparición de aquellos pasos cercano, se atrevió a envolverla por la espalda con uno de sus brazos. -Discúlpeme, pero creo que deben de estar esperándole en su residencia, no deseo que la echen en falta en demasía con ello se lleve un castigo innecesario.
Una mentira más, entre unas cuantas que ya le acompañaba. Ya que aceptar el misal de cabo de año, en detenerse paciente en el cementerio a dibujar, no solo era motivo de deleite. Más bien un acto de paciencia y espera a una de sus víctimas en su labor como cazador. La joven sin querer había servido un tanto de cebo, y por un momento Lazarus temió porque se convirtiese en un daño colateral, a causa de su labor.
C. Lazarus Morrigan- Cazador Clase Media
- Mensajes : 140
Fecha de inscripción : 24/11/2011
Re: Recuerdos [Privado C. Lazarus Morrigan.]
Una leve sonrisa, se acentuó más al ser secundada con aquel mote que se había puesto a sí misma. No era la única manzana podrida en Paris y en parte, se sintió ¿cómo decirlo? ¿cuál era la palabra exacta? Muy cerca de casa, de aquella persona más coherente y normal que la rodeaba y no su familia, esos lunáticos obsesionados con la Iglesia y las obligaciones. Suspiró, por sus propios pensamientos, sin querer había vuelto a su punto de partida del que había querido huir y su propia inconsciencia, le había llevado allí, al punto exacto en donde ambos se habían cruzado.
-¿La residencia Appleby?-no pudo evitar preguntarlo, entre asombro y decepción. Lo sentía por él, no sabía hasta que punto y es que ¿cómo no sentirlo cuando perdería el tiempo escuchando memeces? Esas niñas no tenían ni idea de la vida, se asustaban de su propia sombra y ya con tan solo haber imaginado dar un beso algún caballero…creían haber pecado -Si es o no ahí, la mayoría de las residencias para señoritas tienen las mismas características y … bueno, solo hay que verme a mí para saber al instante qué se encontrará y es….-dejó la frase en el aire, sonriendo de lo más divertida -Todo lo contrario. Porque sí, debería confesarme, limpiarme el alma, estar libre de pecado pero ¿para qué sirve hacerlo?. No critico su trabajo pero ¿de verdad rezando voy a borrar lo que he hecho, pensado? -
Negó con la cabeza, decidida, no estaba por la labor de ceder así como así pero quizás tan solo necesitaba alguien de confianza para dejarse guiar, aconsejar de algún modo y llevarla por “el buen camino”. Tenía bien claro que sus obligaciones la harían desdichada si no se relevaba y el hecho de estar en Paris, alargaba aquella vida en la que tendría que atarse en matrimonio con alguien con patrimonio para tan solo lucir con orgullo su apellido sin que le pesasen los errores del pasado. Lo que llegó a perder en un momento de su vida en el que todo parecía tener sentido y ahora…simplemente no estaba.
-Perdí una parte de mí, ya no voy a poder recuperar nunca…más -murmuró, arrastrando las palabras , negando con la cabeza …se quedó con ganas de acabar la frase y no se quedó con ello dentro -Ser libre. ¿Cómo se puede…conseguir eso? -captó toda su atención, deseaba oír esa respuesta, una que tantas veces había buscado ¿cómo podía conseguir tal cosa? Ansiaba la respuesta, él podía dársela pero algo desvió el tema de conversación, su mirada se centró en la misma dirección a la que miraba el hombre.
Algo ocurría, pudo apreciarlo en el lenguaje corporal de su acompañante. A medida que aceleró el paso, su mano derecha buscaba por su ropa aquella pequeña arma que siempre llevaba consigo, no era gran cosa pero la suficiente por si tenía que defenderse. Miró de reojo como desaparecían calle abajo y antes de que él pudiese decir nada o actuar, fue la propia chica quien le obligó a seguirla, tirando de su brazo. Sería suficiente para al menos saber qué ocurría, entraron en uno de los portales, no estaban iluminados y su visión era escasa, ganarían el poco tiempo que les quedaba hasta que aquello hiciese aparición.
-¿Qué ocurre? Algo nos sigue y no es el señor Milles… suele arrastrar los pies un tanto y…vale, shhh me callo, lo siento -susurró en voz baja, ocultándose, intentando pasar desapercibida pero…si iba a volver, quería saber la ansiada respuesta que aún no había llegado -No puedo irme sin saber…cómo puedo ser libre, padre… -susurró con cierto pesar, esperando que aquello que los siguiese, les dejase en paz…por esa noche pero algo le decía que no, no iba a ser así.
Abbey Appleby- Cazador Clase Alta
- Mensajes : 505
Fecha de inscripción : 23/03/2011
Localización : París-Londres
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
Re: Recuerdos [Privado C. Lazarus Morrigan.]
Ella pronto se había dado cuenta de la situación, así que pudo disimular su urgencia de dejarla en su residencia, y supuesto lugar seguro.
Pasos veloces y seguros de ella, al irá de él. No sabía si estaba siendo valiente, o tal vez fuese inconsciente, aunque aquel hombre que les seguía no era nada comparado con las peores cosas que podía encontrar morando por la noche en calles como aquella. Al menos y por lo poco que sabía era “humano”, pero no cualquiera.
En aquel portal oscuro y arrinconados en tan poco espacio, ella volvió a hablar, y Lazarus con sus ojos azules le pidieron silencio, aunque para tranquilizarla volvió a hablar.
-Le ruego que me perdóneme señorita Appleby. No he tenido la ocasión de mentirle, más he omitido detalles sobre el motivo por el que estaba en el cementerio, y sin quererlo o desearlo, la he convertido en un “cebo”. -El sacerdote comenzó a desabrocharse el cuello de la sotana, y bajo hasta llegar al pecho. -Y ahora la he puesto en peligro. -Susurro el hombre, mientras tiraba de la sotana descubriendo el pliegue de su ropa una especie de forro en su pecho, donde había ocultos planos, finos y de plata, como los que solía usar los lanzadores de circo. -Tome, puede que lo necesite. -Le entrego uno de aquellos cuchillos que había comenzado a sacar y colocar entre los dedos con agilidad y maestría, ¿Qué clase de sacerdote era aquel?
Silenciosos pasaban los segundos, y a pesar de anterior tensión, Lazarus parecía estar más tranquilo de la cuenta. Más le preocupaba el daño colateral de su nueva compañera que otra cosa. Si hubiese estado solo, sería todo más fácil. Pero precisamente la presencia de aquella jovencita era lo que había atraído a aquel “asesino y nigromante”.
-Si quiere ser libre… -Comenzó rompiendo la espera. -Creo que debería plantearse primero su modo de vida, imaginarse que sería su vida si lo estuviese atada a obligaciones y deberes de su posición y familia. Pregúntese, ¿quién le gustaría ser? ¿y qué le gustaría ser en esta vida si no estuviese atada a nada, y fuese dueña de sus decisiones? -Pronto su voz se apagó.
Pasos que entraban en la calle.
- ¡Sé que me llevan siguiendo desde hace tiempo! ¿Me creen acaso estúpido? -La voz de un hombre, temblorosa ante el artificio de una seguridad inexistente les alerto de su presencia.
Lazarus se tensó, y empujó a Abbey más adentro del portal suavemente, sus ojos de vez en cuando se fijaban a la calle con atención. Había paciencia y sigilo en su manera de moverse.
-No salga, a no ser que se vea en peligro o se lo indique. Y si lo haga corra. -Le advirtió a la joven, y tras escuchar los pasos del otro detenerse. El sacerdote salió a la calle con las manos en alto.
Vestía bien, aunque las mangas de su chaqueta estaban sucias de una actividad reciente. Era la primera vez que veía al hombre que llevaba semanas buscando, sin más pista que la del cementerio y que lo que le atraía era las chicas jóvenes, y sus recientes entierros. Si no morían de manera natural, él se aseguraba de que pareciese eso, para luego desenterrar sus cuerpos que nadie más echaría de menos tras un digno funeral.
El sonido del arma de fuego al recargar, se alzaba apuntando a Lazarus.
-Hágalo, si no soy yo, será otro, y yo al menos le quiero con vida. -Afirmo con sangre fría, el sacerdote.
- ¿De qué se me acusa padre? -Voz suave, pero aún seguía el leve temblor.
-Asesinato, exhumación y nigromancia. Tenemos testigos, y yo mismo he visto lo que hace a esas pobres chicas con sus oscuras artes.
-¿Y la chica que iba con usted?
C. Lazarus Morrigan- Cazador Clase Media
- Mensajes : 140
Fecha de inscripción : 24/11/2011
Re: Recuerdos [Privado C. Lazarus Morrigan.]
Esperaba no tener razón en lo que se le estaba pasando por la cabeza porque como así fuera…ese hombre iba a tener un problema peor , a ella misma. Oír la palabra “cebo”, la sacó de toda duda existencial, así que , se había acercado a ella por el simple hecho de conseguir algo a cambio, su propia presa y ella, un títere en aquel espectáculo que no había hecho otra cosa que ponerle en peligro.
Ni que fuese la primera vez que estuviese en peligro. Su reacción fue resoplar, mirándole de reojo con una ceja enarcada y sus labios apretados en una mueca de desagrado. ¿Es que nadie hacia algo por nada? en un segundo, se cargó aquella especie de hilo invisible que los unía. No, no podía confiar en alguien que acababa de ponerla no solo en peligro, también estaba tentando a la suerte, ofreciéndola como si fuese un cochinillo asado en una bandeja.
Y allí estaban, ambos, bajo aquel portal que les permitía observar toda la calle en ambas direcciones. No dudó en tomar el arma de filo que le ofrecía, tenía la suya propia pero ni por asomo haría tanto daño como esas que poseía el hombre. ¿En qué diablos estaba pensando cuando aceptó su ayuda? Maldita fuese su suerte, estaba enfadada consigo misma, al final el haber ido por el camino de las tiendas con sus compañeras hubiese sido el correcto pero ¿cómo negarlo? El peligro, la acción, tentar a la suerte y el destino, le llamaban inconscientemente.
Sus palabras, le hicieron pensar solo en una persona. Solo en una, quiso ser como aquel joven artista, libre sin ataduras, o eso al menos creía . Suspiró, mirando de reojo hacia la dirección donde el hombre observaba, cuestión de minutos que esa silueta apareciese ante ellos, alguien que los seguía con el fin de acabar más que con la joven, con ese hombre que parecía ser su perdición por aquellas palabras temblorosas. ¿Desde cuándo acataba órdenes? Nunca, no iba a marcharse de allí y dejarlo a su suerte, le observó alejarse y encararse con aquel que le desafiaba.
Lo mejor que podía hacer era mientras que hablaban, se escondiese entre las columnas que separaban las casas contiguas y no ser vistas, la charla le mantendría ocupado y distraído. A gatas, aprovechó la oscuridad de la noche para camuflarse y no ser vista. Podía divisar al extraño de espaldas y a Lazarus de frente, una jugada perfecta. Oyó cada pena a la que estaba imputado y abrió un tanto los ojos ¿todo eso? tenía que pagar y no permitiría que se alejase…ese hombre tenía que hacer justicia.
Con el cuchillo en la mano y la daga de menor tamaño en la otra, se acercó presto tras su espalda . Apoyó el filo del cuchillo en su espalda y la otra en su nuca, guardado las distancias ¿algo estúpido? Podía ser pero su afán por saltarse las reglas volvió a ganar y la joven sabía saberse defender a la perfección.
-La chica está detrás de usted. Ahora bien, me basta solo un movimiento para hacerlo un pincho de carne, me encantará cocinarlo y lo hago a la perfección, carne a la lumbre…en su punto -el filo del cuchillo hizo presión en la espalda del desconocido y en su nuca, no se andaba con rodeos, sabía perfectamente lo que estaba haciendo -Un paso en falso y creéme no tendrán que juzgarle, el torturar es algo innato, me encantará oír como grita…será tan divertido si no se entrega. Hágalo, estaba disfrutando de mi paseo, no quiero golpearle y dejarle con un dolor de cabeza -no, no corrió, apuntaba al desconocido, con decisión, actuaría siempre…siempre arriesgándose.
Ni que fuese la primera vez que estuviese en peligro. Su reacción fue resoplar, mirándole de reojo con una ceja enarcada y sus labios apretados en una mueca de desagrado. ¿Es que nadie hacia algo por nada? en un segundo, se cargó aquella especie de hilo invisible que los unía. No, no podía confiar en alguien que acababa de ponerla no solo en peligro, también estaba tentando a la suerte, ofreciéndola como si fuese un cochinillo asado en una bandeja.
Y allí estaban, ambos, bajo aquel portal que les permitía observar toda la calle en ambas direcciones. No dudó en tomar el arma de filo que le ofrecía, tenía la suya propia pero ni por asomo haría tanto daño como esas que poseía el hombre. ¿En qué diablos estaba pensando cuando aceptó su ayuda? Maldita fuese su suerte, estaba enfadada consigo misma, al final el haber ido por el camino de las tiendas con sus compañeras hubiese sido el correcto pero ¿cómo negarlo? El peligro, la acción, tentar a la suerte y el destino, le llamaban inconscientemente.
Sus palabras, le hicieron pensar solo en una persona. Solo en una, quiso ser como aquel joven artista, libre sin ataduras, o eso al menos creía . Suspiró, mirando de reojo hacia la dirección donde el hombre observaba, cuestión de minutos que esa silueta apareciese ante ellos, alguien que los seguía con el fin de acabar más que con la joven, con ese hombre que parecía ser su perdición por aquellas palabras temblorosas. ¿Desde cuándo acataba órdenes? Nunca, no iba a marcharse de allí y dejarlo a su suerte, le observó alejarse y encararse con aquel que le desafiaba.
Lo mejor que podía hacer era mientras que hablaban, se escondiese entre las columnas que separaban las casas contiguas y no ser vistas, la charla le mantendría ocupado y distraído. A gatas, aprovechó la oscuridad de la noche para camuflarse y no ser vista. Podía divisar al extraño de espaldas y a Lazarus de frente, una jugada perfecta. Oyó cada pena a la que estaba imputado y abrió un tanto los ojos ¿todo eso? tenía que pagar y no permitiría que se alejase…ese hombre tenía que hacer justicia.
Con el cuchillo en la mano y la daga de menor tamaño en la otra, se acercó presto tras su espalda . Apoyó el filo del cuchillo en su espalda y la otra en su nuca, guardado las distancias ¿algo estúpido? Podía ser pero su afán por saltarse las reglas volvió a ganar y la joven sabía saberse defender a la perfección.
-La chica está detrás de usted. Ahora bien, me basta solo un movimiento para hacerlo un pincho de carne, me encantará cocinarlo y lo hago a la perfección, carne a la lumbre…en su punto -el filo del cuchillo hizo presión en la espalda del desconocido y en su nuca, no se andaba con rodeos, sabía perfectamente lo que estaba haciendo -Un paso en falso y creéme no tendrán que juzgarle, el torturar es algo innato, me encantará oír como grita…será tan divertido si no se entrega. Hágalo, estaba disfrutando de mi paseo, no quiero golpearle y dejarle con un dolor de cabeza -no, no corrió, apuntaba al desconocido, con decisión, actuaría siempre…siempre arriesgándose.
Abbey Appleby- Cazador Clase Alta
- Mensajes : 505
Fecha de inscripción : 23/03/2011
Localización : París-Londres
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
Re: Recuerdos [Privado C. Lazarus Morrigan.]
Las palmas de las manos aun alzadas, ante la amenaza del arma de fuego apuntándole. ¿Cuál sería su plan? Tal vez no tuviese claro, pero Lazarus solía calcular bastante bien sus acciones, no solía dejar en muchas ocasiones todo al azar, era un estratega, pero a la vez era una persona resolutiva y ahora estaba viviendo una situación con cierto azar al meter el elemento de “su joven acompañante” en su noche.
Ciertamente ella había sido una oportunidad que no desperdiciar, un cebo perfecto para una mente enferma y pérfida que era la del hombre del arma.
Obsesionado con “poseerlas” aquel hombre, había decidido que los cadáveres de jóvenes eran más obedientes que chicas vivas a las que conquistar. Y si la muerte no le otorgaba las bellezas que él deseaba, ya se encargaba el mismo de que “todo” pareciese una “muerte natural”. Ya solo tenía que esperar con paciencia el entierro, y ¡voila! Otra marioneta sin vida con la que jugar un rato.
Abbey se había convertido en otra de las posibles víctimas, y con ello una oportunidad para sacar al hombre de su escondite. Lazarus llevaba semanas rastreándolo, pero de algún modo aquel hombre se había convertido en una sombra que se esfumaba continuamente por la ciudad de París.
La conversación continuaba distraída, y no había intención alguna de que el hombre fuese a hacer ademán de bajar su amenaza o entregarse. Lazarus ya comenzaba a meditar sobre si era más fácil acabar con su vida y entregar en vez de un preso, un cadáver.
Interrumpida se vio su toma de decisión cuando la chica por sí solo decidió improvisar e intervenir en la escena.
Por un momento no supo si pensar que era “valentía” o “pura estupidez” lo que la había movido a dar aquel paso.
Lazarus bajo los brazos y resopló, ni ápice de nervio o temor. Su temple y sangre fría eran latentes en todo momento. Ni un gesto de sorpresa ante la acción de su nueva compañera, donde había encontrado en ella, desde que la conversación en el cementerio se había iniciado, una persona con un cierto potencial que si se deseaba podía aprovecharse, fuese el camino que ella eligiese.
-Señorita, ¿o él o soy yo? Debe de elegir. -Lazarus le señalo al arma que el nigromante aún no había bajado, mientras metía su mano en la sotana para… ¿aquello era una pequeña bola de madera maciza? -Y dudo que se haya manchado las manos antes de sangre así que… -Lazarus dio unos pasos hacía ambos y comenzó a citar una oración ¿acaso le estaba dando la extrema unción a ella o a él? -Se terminó. -Desde la distancia prudencial lanzo la bola de madera y con extraordinaria puntería le dio al hombre en la frente haciendo que soltase el arma y cayese en redondo completamente inconsciente. -Creo que hoy no lamentaremos ninguna muerte. -Se acercó a ambos, y le sonrió a Abbey rompiendo aquel esquema de frialdad. Se comportaba como si aquello fuese el pan de cada día, y tal vez en su vida lo fuese. -Lo ha hecho bien, es valiente o muy inconsciente… ¿Pensó en lo que debería hacer si su vida no estuviese atada?
C. Lazarus Morrigan- Cazador Clase Media
- Mensajes : 140
Fecha de inscripción : 24/11/2011
Re: Recuerdos [Privado C. Lazarus Morrigan.]
Pensar demasiado…
Perder el tiempo.
Perder el tiempo.
Pensar demasiado, era algo que no casaba con la joven Appleby. Actuaba, sin pensar en las consecuencias pero ¿qué era la vida sin acción? La cobardía, algo que no conocía , tampoco la valentía pues no consideraba ser valiente lo que acababa de atreverse a hacer. Encarar a alguien quien era peligroso pues si no lo era ¿por qué huían y se escondían? Necia, estúpida…seguro que así la llamarían todos aquellos que como ella, tenían su mismo apellido.
Los sucesos en su residencia, tendrían que ver a lo que se dedicaba aquel hombre que amenazaba al señor Morrigan, tampoco es que tuviese que ser muy inteligente para saber tal cosa. Solo había que esperar, lo suficiente para que saliesen de aquella encrucijada. Su semblante seguía imperturbable, sin temblar, no dudaría en un gesto, acabar con toda aquella historia …y sí, ya se inventaría algo con la típica frase de “fue un accidente, iba a por mí…una chica solitaria e indefensa”. Esa chica… no, no era como las demás, no al menos como las de clase alta pero eso ya constaba aquel hombre, el culpable de que fuese el cebo para el delincuente.
Pregunta que no esperó y negó, no contestó pero parecía tenerlo muy claro. Entrecerró los ojos, dispuesta a arriesgarse una vez más solo que…no hizo falta. La juzgó y por ello, una risa de lo más maliciosa escapó de sus labios carmesí. Sí, su apariencia era la de una joven indefensa, hermosa como un ángel pero la realidad…no era esa. Abbey Lynn Appleby aún tenía mucho que mostrar y al hombre, acababa de hacerlo. No se achantó , la bola impactó sobre aquel que desarmó. Parpadeó…¿eso le causó tanto dolor? Aunque oír la caer el suelo…imaginó que no debía ser ligera precisamente.
-¿Cuántas bolas tiene en los bolsillos? Porque deben de pesar y… mejor no me lo diga, no quiero saberlo -susurró divertida pero aún así, conservaba el ceño fruncido… ahora es cuando pensaba en todo, más detenidamente pero igual de inconsciente como siempre..algo innato en ella que ni estaba dispuesta a cambiar, era ella, su propia esencia y mostraba que no solo servía para llevar bonitos y caros vestidos, su alma la llamaba para algo más que eso -Se equivoca, sí que me manché las manos de sangre pero con un ser que nadie echará de menos. Nocturnos, sabe perfectamente a qué me refiero… -chasqueó la lengua y se apartó del hombre en el suelo, esperando que él hiciese lo que tuviese que hacer.
-La vida se puede ir en un suspiro pero esperar a eso es muy aburrido ¿no cree? No iba a quedarme de brazos cruzados, debería de empezar por contarme… qué es en realidad, aunque lo imagino… ¿en busca de almas malditas, atadas a este mundo en el que no encuentran la paz y causan desolación, perdidas, miedo y temor? -caminó unos pasos, alejándose de ambos, esperando que le siguiese, contestase a sus preguntas -Señor Lazarus, no sé cuántas chicas de clase alta conoce , tampoco es que le pida nada a cambio de esto porque no hice nada… pero por favor, quiero saber de verdad, lo que más me importa… es saber cómo ser libre, no lo sé…ni siquiera con lo que me dijo antes.
Porque sí, ser libre era lo que más deseaba en el mundo…
Abbey Appleby- Cazador Clase Alta
- Mensajes : 505
Fecha de inscripción : 23/03/2011
Localización : París-Londres
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
Re: Recuerdos [Privado C. Lazarus Morrigan.]
El hombre había caído inconsciente, cayendo en peso muerto. Y ella más que sorprenderse o estar asustada, parecía divertirse.
Una pregunta que estuvo dispuesto a contestar al abrir la boca, pero que ella misma interrumpió su ademán de respuesta.
Lazarus se acercó a donde estaba y se agacho para atar las muñecas del nigromante con una fina cuerda mientras ella hablaba. Al parecer sabía más de lo que él creía, y tampoco era la típica joven de clase alta, que solo espera un marido, aunque claro aquellos quedaban claros desde la primera vez que la vio. Bastante diferente, un ave que merecía ser liberado de su prisión.
-Más que engañarla yo a usted, parece que usted me ha engañado a mí… Sabe más de lo que aparenta. -Termino de hacer el nudo, y se levantó junto a ella. Ahora tocaba la parte más difícil que era llevarse al nigromante. -Solo soy un hombre haciendo un favor otros hombres a los que en el pasado obedecía… -Comenzó a cargar con el hombre inconsciente con esfuerzo, la edad pasaba revista por todos y Lazarus comenzaba a notar algunas diferencias con su yo de hace 20 años, a pesar de estar en muy buena forma. -Antes tenía una causa, ahora solo la cuestiono para encontrar respuestas, hasta entonces… intento evitar que “gente” como esta se dediquen a traer más problemas de la cuenta.
Comenzó a caminar unos pasos esperando a que ella le siguiese, había una ubicación cercana donde vivía algunos inquisidores y donde podría dejar al hombre para que ellos se ocupasen de él.
-He olvidado lo que es codearse con la clase alta, y si lo he hecho últimamente ha sido desde mi perspectiva de humilde sacerdote. -Pauso, y pensó en su largo camino para conseguir su propia libertad, aun no estaba seguro si él mismo era libre. -Lo primero que tiene que tener usted claro, es si sería capaz de renunciar a ese “relativo” mundo de comodidad en el que vive, o si sería capaz de aprovecharse de éste mismo.
Llevaban unas cuantas calles ya atravesadas, cuando Lazarus tuvo que detenerse y dejar al hombre en el suelo. Jadeaba ligeramente a causa de la carga.
Resoplo, y miro el nombre de la calle. El lugar de residencia de la joven debía de estar en la paralela de aquella, así que sería mejor separarse.
-Una simple palabra o frase que le dé, no sería suficiente para darle el secreto o la clave para que usted encuentre o comprenda como obtener esa libertad. Son muchos los caminos, y estos usualmente suelen traer consigo sacrificios. -Por su manera de hablar parecía saber muy bien lo que era meterse en ese camino de búsqueda personal. -Deberá desprenderse de lo que es ahora, encontrar el camino adecuado, ya que serán muchas sus opciones, pero todo tiene sus consecuencias. -El sacerdote volvió a sacar de su sotana una cuerda fina y se la ató con maestría a los pies del hombre. -Le acompañare hasta la esquina, creo que su residencia está más cerca de mi destino. -Le aconsejo e invito a caminar, poniendo en duda que fuese a escaparse el nigromante. -Ahora mismo resido en la “Abadía de Saint German des Près”; por las mañanas puede encontrarme allí entrenado a novicios; si alguna vez viene le dirán que estoy dando algún misal o no puede atenderle, usted solo debe decirles que viene a “entrenar”; ellos lo entenderán. Y por las tardes tempranas confieso en la iglesia del mismo lugar. -Llegaron a la esquina de la calle. -También puede solicitarme en su residencia como confesor y yo acudiría sin problema ni sospecha. Le enseñaría a ser libro, pero solo depende de lo que usted esté dispuesta hacer y sus elecciones. Ahora mismo lo único que puede pensar y meditar “qué es lo que le impide serlo “y “qué querría para usted si lo fuese”. Puede que ahora no lo entienda, pero es un punto de partida que debe tener en cuenta para empezar el camino. -Le sonrió con amabilidad. -Seguro que se debe de estar preguntando por qué este interés… -Pensó en Jess, pensó en su hija que debía de tener la misma edad que ella, pensó en su antigua amante, su madre, y todas las mujeres de su vida. -Le confieso, que es posible que usted haya nacido en un tiempo equivocado, recuerde que es una sociedad de hombres que devoran a las grandes mujeres que se atreven a asomar la cabeza. -No pudo evitar sonreír con más sinceridad. -No dejen que la devoren, tiene un espíritu fuerte, un tanto indomable diría… Pero no sabe sacarle el provecho suficiente. Buenas noches.
Y dicho esto se volvió dispuesto a regresar con el hombre inconsciente y terminar su misión.
Había visto en ella una aprendiz en potencia, sin miedo, atrevida, un reto que moldear. Si ella lo desease se podría convertir, no en una cazadora o inquisidora, en una persona que podría elegir por sí misma y ser dueñas de sus pasos, podría cambiar la vida de muchos si solo lo desease y tuviese esa voluntad. ¿Quién sabía? A lo mejor la reflexión y preguntas del momento, la echaban atrás en cuanto descubriese las posibles dificultades. Una decepción por su parte sería.
C. Lazarus Morrigan- Cazador Clase Media
- Mensajes : 140
Fecha de inscripción : 24/11/2011
Re: Recuerdos [Privado C. Lazarus Morrigan.]
Y cuando menos lo esperas,
Alguien te tiende su mano.
Todo pareció acabar en el momento que el hombre se cayó al suelo. Hasta ese instante, no se percató de lo que acababa de hacer y enfrentarse. Alguien que no le tenía miedo a nada y encaraba a la muerte, desafiándola. El desafío ganó a su favor al igual que la compañía de aquel hombre, lejos de pensar en que fue un señuelo para captar la atención y dar caza a aquel individuo…ahora se había reducido a aquella especie de “confesionario”, en donde él al menos…la escuchaba, de un modo desconocido para la rubia.
Le siguió a paso lento, a pesar de la compañía del tercero, de aquel que dieron caza. Al igual que él, lo escuchaba atentamente, reflexionando, pensando y sacar sus propias conclusiones sobre aquella noche. Sonrió de medio lado a sus palabras ¿renunciar? si su precio era su riqueza, la ofrecía a cambio de que le abriesen su jaula de oro, no lo pensaría ni un segundo. Ya vivía sin tanto adorno y cosas que para Abbey eran caprichos sin sentido. Suspiró largamente, intentando pensar con claridad, no pensar a la ligera pues no era cualquier tema.
-Estaría dispuesta a abandonar esta vida, entre algodones pues ¿qué diferencia había? Huyo de ella cada día, no visto con tanta pomposidad y no necesito un cochero que me lleve a todas partes…prefiero ir a pie y descubrirlo por mí misma-
Sus orbes azules, buscaron mirarle fijamente. Nunca antes había experimentado algo parecido, alguien que se preocupase de darle un consejo, dedicarle unas palabras que necesitaba tanto escuchar y reflexionar. Le devolvió la sonrisa, una de las tantas escasas por su parte. Ese hombre le transmitía una confianza innata, una extraña sensación de cercanía y que sin duda, podía hablar y expresarse tal y como era ella misma, sin tener que darle explicaciones …y sí un diferente modo de ver la vida.
-Se lo agradezco. Sé que su interés no es otro porque se siente identificado de alguna forma con mi manera de pensar. ¿Por qué lo sé? Digamos, el hecho de que se dedique a esto… tuvo una razón. -suspiró, deteniéndose, ya habían llegado a la esquina de la residencia. Lo que mostraron sus ojos azules al observar el edificio desde su posición, no tenía palabra alguna. Suspiró desanimada, dando un par de pasos hacia allí y despedirse, al menos no había ido sola y volvía sana y salva una vez más…
Los pensamientos se arremolinaban en la cabeza de Abbey, le había ayudado tanto que no sabía cómo agradecérselo, no solo eso, se ofrecía escucharla y algo más que no supo descifrar ahora. sonrió de forma leve, con un deje de tristeza, nadie se había preocupado por ella antes y que alguien lo hiciera, le conmovía, le causaba un sentimiento tan extraño… ¿por qué en su familia no podían comportarse así?
-Ojalá fuese quien me regañase al llegar pero creo que más que regañarme, se reiría por lo bajo, vete a saber qué travesuras habré hecho por ahí -era hora de despedirse, tendría en cuenta aquello del entrenamiento y no hubo ninguna duda de ello -Mi padre no piensa de esa manera, lástima que no sea él -quizás no tuvo que decirlo pero era cierto, esperaba que se pareciese solo un poco aquel hombre -Sí, pienso lo mismo. He nacido en un tiempo equivocado pero no quita que consiga lo que realmente deseo, nada ni nadie me lo va a impedir, se lo aseguro… sé me ayudará , estaría encantada de que me entrenase de alguna forma… su discípula en potencia -rió por lo bajo , dedicándole una leve reverencia -Iré a verle algún día se lo prometo y reflecionaré…aunque, sé perfectamente lo que quiero , lo que deseo conseguir. Buenas noches señor Lazarus
Le dedicó una leve reverencia, guiando sus pasos hacia aquel infierno.. parecía brillar con luz propia a la par que se acercaba a su cárcel, una vez más.
Abbey Appleby- Cazador Clase Alta
- Mensajes : 505
Fecha de inscripción : 23/03/2011
Localización : París-Londres
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
Temas similares
» El Destino del Guerrero: cicatrizado · {Privado, C. Lazarus Morrigan}
» El crepitar en la noche. [Privado - Lazarus Darkwood]
» +18} Bound to you - C. Lazarus Morrigan
» Recuerdos - Privado
» Recuerdos del presente - Privado
» El crepitar en la noche. [Privado - Lazarus Darkwood]
» +18} Bound to you - C. Lazarus Morrigan
» Recuerdos - Privado
» Recuerdos del presente - Privado
Página 1 de 1.
Permisos de este foro:
No puedes responder a temas en este foro.
Miér Sep 18, 2024 9:16 am por Afiliaciones
» REACTIVACIÓN DE PERSONAJES
Mar Jul 30, 2024 4:58 am por Frederick Truffaut
» AVISO #49: SITUACIÓN ACTUAL DE VICTORIAN VAMPIRES
Miér Jul 24, 2024 2:54 pm por Nigel Quartermane
» Ah, mi vieja amiga la autodestrucción [Búsqueda activa]
Jue Jul 18, 2024 4:42 am por León Salazar
» Vampirto ¿estás ahí? // Sokolović Rosenthal (priv)
Miér Jul 10, 2024 1:09 pm por Jagger B. De Boer
» l'enlèvement de perséphone ─ n.
Sáb Jul 06, 2024 11:12 pm por Vivianne Delacour
» orphée et eurydice ― j.
Jue Jul 04, 2024 10:55 pm por Vivianne Delacour
» Le Château des Rêves Noirs [Privado]
Jue Jul 04, 2024 10:42 pm por Willem Fokke
» labyrinth ─ chronologies.
Sáb Jun 22, 2024 10:04 pm por Vivianne Delacour