AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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An invisible Bound recovered [Privado]
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An invisible Bound recovered [Privado]
La verdadera libertad consiste en el dominio absoluto de sí mismo
Michel Eyquem de la Montaigne
Michel Eyquem de la Montaigne
Hay gente que haría cualquier cosa por la libertad. Como un pájaro enjaulado que incesante en su búsqueda aguarda un descuido que le permita escapar de aquella jaula, su prisión, para volar y abrazar los cielos. Así me siento yo. Completamente atada a una casa, que se ha vuelto una correa para mí al mando de mi…padre, si a ese señor se le podía llamar así. Quería huir, abrazar la libertad y no soltarla jamás. Nada me hubiera podido parar en mi decisión de irme lejos de la tutela de mi padre, pero no podía dejar atrás a la que tanto me cuidó y hasta me hizo de madre cuando murió, hace ya muchos años atrás. Solo por mi Nanny, mi adorable ama de llaves, era por lo que me quedaba. Y si, lo admito, también algo por un joven que hacía poco había conocido, Sebastián.
Suspiré al recordar al joven y visualizarlo. Mi memoria se acordaba de cada dato, de cada mueca y brillo de ojos que presentó en el baile. Y aquella rosa que me entregó…Volví a suspirar contra la ventana a través de la que observaba el exterior de la gran mansión Delay. Esperaba volver a verle, a poder ser fuera de la vista de mi padre, no me hubiera gustado que de nuevo, él lo estropease todo. Bajé la mirada hacia la calle, los carros y gentío a este temprano día era de lo más normal, aún así aún habría poca gente en el mercado, lugar al que me gustaba mucho visitar. Me volteé clavando mi mirada en el reloj del pequeño salón, eran las ocho de la mañana, mi padre aún no se había levantado… si quería visitar el mercado y desayunar por el camino tendría que darme prisa antes de que se despertara y me lo impidiera con sus agudos gritos.
Apresurándome me cambié de vestido. No quería llegar a ser muy obvia en lo que a clase social se referia, por lo que me puse el vestido más humilde que tenia, aún así bastante caro. El color de un celeste pálido, iba a juego con mis azules ojos, de poco vuelo y atado a la cintura, me quedaba perfecto, también cogí una de mis capas blancas, ya que al ser invierno la brisa era muy fresca para andar solo en vestido. Rápidamente me peiné el cabello, dejándolo libre a mi espalda con cierta ondulación, ya que me dormí con el pelo recogido y no tenía tiempo ni nadie que me ayudara para arreglármelo. Además, a mi me gustaba así, libre y rebelde a mi espalda y en mis hombros. Encontrándome presentable, bajé en silencio, sin hacer el mínimo ruido o intentándolo hasta llegar a la puerta principal, por la que sin que nadie me viera, me salí a la calle, cerrando tras de mí la gran puerta.
Al cerrarse la puerta, apenas se escuchó el “clic” de la cerradura cerrarse. Sonriendo al encontrarme de cara al viento y como este mecía mi pelo, empecé a hacer camino, dejando atrás mi hogar, internándome en las calles de Paris, con un destino muy claro: El mercado.
***
La gente empezaba a llegar. No había mucha afluencia de carros y gentes paseándose y comprando, momento que aproveché para poder admirar cada parada, mientras sus dueños las preparaban para la venta del día. Pasé por una parada donde vendían piedras que decían tener magia y extraños objetos que decían ser atrapa sueños, los que se llevaban las pesadillas y las mala vibraciones. Reí ante aquello, los gitanos eran gente muy extraña o por lo menos a mi parecer. No entendía de magia, y creer en ella a medias. Algo me decía que existían brujos, ¿pero podrían existir? Volví a reír, si alguien me escuchara bien podría pensar que estaba ante una loca joven, desamparada. Aquí la gente era así.
Tras un breve paseo, llegué a la parada de la fruta. No pude contenerme y me paré observando las deliciosas manzanas, que desde un principio habían tentado a mi vista y gusto, ya que me encontraba sedienta por una de ellas. – Disculpe..señora – llamé desviando su atención de las cajas que vaciaba hacia mí. La mujer me observó y me sonrió - ¿Quieres una manzana, joven? Escoge la que mas gustes… -
- La que más me guste?… mmm – me fijé en la que lucía un rojo intenso. Aquellas eran las que a mí más me gustaban, ante que una acida manzana, como eran las verdes. Tras escogerla dirigí mi mano hacia ella, cuando una mano se interpuso en el camino, rozándose ambas pieles. Alguien como yo, había escogido la mas roja ¿Destino, quizás?
- Ups! Lo siento – Mormuré en un disculpa apartando la mano – Se ve que nos pusimos de acuerdo en querer la misma manzana. Casualidades del destino ¿No creé? – dije sonriendo alzando la vista hacia el desconocido que se había topado con mi mano en su camino.
Desari Delay- Humano Clase Alta
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Fecha de inscripción : 12/06/2013
Re: An invisible Bound recovered [Privado]
De nuevo en Paris.
Si, estaba el mismo Keith mirando la ventana de la calesa que lo transportaba de nuevo a Paris. Las olas del Oeste le habían traído información sobre vientos que agonizaban en recuerdos del pasado, muchos y fugaces habían sido para aquel entonces. Él sabía que su deber era seguir la tradición de la familia, Lo veía estúpido. No le veía sentido. Él era libre de enamorarse, era libre ¡Al fin! Lo era después de tantos años al servicio de aquel mago. Al fin era libre y podía hacer lo que le diera en gana, tan solamente pensó en que debería hacerse a la idea de que no viviría para toda la vida. Él prácticamente era libre, excepto que en ese mismo instante estaba de camino a Paris, después de un largo camino desde Rusia, pasando por Rumania que pensó que podría ver a su hermana que…por su culpa, ahora estaba lejos de él, esperaba que aun estuviera viviendo y ahora los bellos y conocidos caminos del paisaje francés se mostraban frente a él, pero esta vez, tenían un aspecto lúgubre, gris, triste debido a las nubes que parecían estar atentas para arruinar un buen momento.
-Uhm…-Su mirada se le hacía pesada mientras observaba aun atónito el paisaje, había un grupo de zíngaros pidiendo limosna, el carruaje paro y solamente saco la mano para dar unos cuantos centavos, monedas de oro que poco le importaba a Keith cual fuera el destino de las monedas. Al siguiente movimiento tras meter la mano dentro del carruaje, el cochero volvió a movilizar el carruaje y en menos de media hora estaba de nuevo en su residencia de Paris, en una mansión bastante lujosa en la que estaba decorada prácticamente con los mismos tonos aguamarina de su casa en Rusia. Por poco se duerme en la incomodidad de la calesa.
Ya había llegado a su hogar y se disponía a tomarse un baño el cual le relajaría bastante.
Mercado Ambulante, París, Francia
-¡vamos! ¡Compren! ¡No sean tímidos! –Dijo mirando por doquier una señora de cabellos grises y ojos claros, con pendientes que recargaban la dulce imagen de esta. Gritaba y animaba a los consumidores a caer en la trampa del negocio, Keith, que la conocía de algunas veces se fue acercando a ella con el aire típico que solía llevar consigo, sonriendo se acercó a los objetos mágicos que él conocía y que le había comprado a la mujer algún par de veces
– Aun sigues haciendo amuletos…-Murmuro Keith tomando en su mano una amatista, dándole varias vueltas en la palma de la mano y la dejo con cuidado sobre la mesa.
-Oh Buena fortuna Keith…-Dijo con dulzura la mujer-…Eso son piedras recién encontradas esta mañana…debería de limpiarlas…
-Sabes que en eso soy un experto…-Keith miro sin ninguna emoción a la mujer, esta se le quedo mirando con aire pensativo, mirándolo de abajo arriba y en cómo podría canalizar esa energía negativa que el brujo aún tenía en su pasado que afectaba a su futuro.
-Lo sé…pero seguramente no has comido nada…-Se quedó mirándolo, saliendo del mostrador para ponerse al lado del brujo, este no se inmuto, la mujer ya estaba a su lado y le tomo del brazo. Unas palabras en latín fueron al oído del brujo, este solamente obedeció, sin saber cómo, su cuerpo se movía, él mismo después de unos segundos se dio cuenta de que estaba siendo dominado por algún arte oscuro que obviamente se le olvido que poseía la mujer.
Lo había llevado a un puesto de frutas y entonces, la sensación del cuerpo embriagado había cesado. Su cuerpo volvía a ser de el mismo y solamente no sabía que hacer hasta que el color vivo de una manzana roja, le llamo la atención. Su mano alzo para cogerla y poder probarla, pero alguien más se había adelantado para coger la misma manzana. En cuanto levanto la mirada hacia la persona con las manos de porcelana, este se sorprendió que por poco se cae hacia atrás de haberse encontrado con alguien a quien no pensó encontrarse nunca más.
-¿Dissy? –Burlo asombrado saliendo ese nombre de sus labios, en una voz suave y sorprendida quizás mientras aun miraba con sorpresa a la belleza de cabellos dorados que aún estaban delante de él. SI era ella, que le dieran, uno, dos, tres sopapos para poder reaccionar ante ella porque podría tener una cara bastante divertida.
Keith Lanington- Hechicero Clase Alta
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Fecha de inscripción : 12/08/2013
Re: An invisible Bound recovered [Privado]
La vida es el arte del encuentro.
Refrán
Refrán
- ¿Dissy? -
- ¿Pero qué? –Solo una persona en la vida me había hablado así, cuando apenas no era más que una jovencita inquieta.
Fijé mi mirada en el joven con el que me habia topado y me sorprendí - ¿Keith? - Pregunté un poco confundida al principio, pero como mas le miraba más me daba cuenta de que era él, solo que más hombre. Aquel joven pícaro había crecido y madurado... o quizás no, pensé sonriendo en mis adentros.
Le observé de arriba abajo aún sin creerme la visión que tenia ante mis ojos, quien se lo iba a creer que me encontraría con él una mañana en el mercado ambulante y además, tomando la misma manzana. ¿Casualidad? ¿Destino?
- Relaja el rostro, te verás mas varonil – Bromé ante su cara de perplejidad y sorpresa que no abandonaba su faz aún contemplándome absorto. - Y sonríe, siempre me gustó tu sonrisa - Añadi sonriendole. Verlo después de tanto tiempo, y encontrármelo así, era gracioso y su expresión no ayudaba para pensar lo contrario. Iba a añadir algo mas, cuando me acordé de nuestra última visita, y me sonroje ligeramente, acordándome de la vergüenza que mi padre me hizo pasar ante él, el último día que le vi.
Keith y yo nos habíamos conocido en una fiesta, habíamos bailado y repetido de pareja, elevando muchos mormullos entre nosotros dos. Éramos jóvenes y no nos importaba que dijera la gente o las consecuencias de aquello, solo bailábamos al fin y al cabo. Tras aquel primero encuentro, empezamos a vernos; paseos por los jardines, acudimos al teatro en un par de ocasiones…todo a espaldas del mundo. Y aún así escondidos, los mormullos crecieron llegando a mi padre quien intentó venderme a él de todas las formas posibles, avergonzándome terriblemente delante de él como nunca nadie lo había logrado. Keith me había atraído con locura, no podía negarlo, éramos dos jóvenes encantadores y de clase alta… quien nos hubiera visto, hubiera corroborado y alabado el parecido entre ambos y la buena pareja que hacíamos. Pero él era un pájaro libre y yo un soñador pájaro enjaulado.
Ante la proposición de mi padre, al ser tan joven, Keith se compadeció de mí y denegó la petición. En aquel momento se lo agradecí, no quería atarme a nadie todavía, todo y que pensándolo bien Keith había sido mi mejor opción para las diestras artes de casamentero de mi padre. Si hubiera aceptado, ya habría ido lejos de aquí, alejándome de mi torturador, egoísta y cínico padre y no habría vuelto a verle. ¿Por qué visitar a quien no te quiere? Y nos habríamos amado, de aquello no tengo ninguna duda. Pero había cosas que sencillamente no pasaban y no debían de ocurrir, y el destino tras su negación a mi mano lo envió lejos de mí, sin saber nada de él, hasta hoy.
Sonreí mirándole – Ha pasado mucho tiempo desde que nos vimos …igual de tiempo desde escuchar por última vez mi apodo – Añadí riendo. Nadie me podía llamar así, solo él y para mi sorpresa aún se acordaba de aquel mote. – Dissy Dissy – canturreé – ¿ En que pensastes ese día? Solo a ti se te podía pasar por la cabeza aquello y llamarme impunemente de esa forma– Esboce una tierna sonrisa, aún mirándole. Me encontraba asombrada del cambio que había hecho, él ya era todo un hombre y yo para él seguramente seguía siendo aquella joven dama... solo qué, a un paso de ser más mujer.
Desari Delay- Humano Clase Alta
- Mensajes : 74
Fecha de inscripción : 12/06/2013
Re: An invisible Bound recovered [Privado]
-Quizás sea el placer Dissy, lo que me produzca al pronunciar ese nombre…-se quedó mirándola, de arriba abajo, no supo si tenía pareja o no, pero seguramente, con el padre que tenía no podría tener nada de nada o eso se pensaba. Con lentitud, Keith retomo su caballerosidad que siempre había tenido con las damas, tomo la mano de su “Dissy” y le beso el dorso de la mano, con lentitud, sin prisas para después acariciársela con una de las yemas de los dedos como había acostumbrado hacerla aun cuando eran unos ebrios de amor que burlaban la diversión con caricias absurdas que no llevaban a ningún sitio.
-Fíjate en lo que te has convertido…en una preciosa dama…-dijo expectante, sonriendo como pudo, sin apenas notarse pues él no era de mucha sonrisa, ni tampoco de crear falsas ilusiones. Más que nada, él era aquel que las destruía, pero con el alma ruiseñor de la pobre Desary, tuvo que jugar diferente, a ser sincero, comprensivo y cariñoso con ella. Él normalmente no suele tener un lado compasivo con cualquiera que se le aproxima al lado. Desary parecía ser la excepción de todas las personas que había conocido- Entiendo que quizás debas estar ocupada…pero me gustaría invitarte aunque sea a un café, a una charla que quizás vaya haciendo falta para que me ponga al día…-dijo mirándola con su acostumbrados ojos celestes, soltando su mano con delicadeza y mostrando su caracter serio que siempre solia tener ante todos.
La gente parecia querer dejarles nada de espacio, Un anciano, que parecia querer pedir limosnas, Keith reconocio como un antiguo mago, un timador que siempre tomaba a las bellas jovenes para sacarle las joyas y todo tipo de prenda con algun valor a precio de oro, en eso, en un movimiento rapido, Keith rodeo la cintura de Desary atrayendola hacia él, sin mirarla, mirando al depravado anciano que este enseguida se alejó nada más verle a la cara. Finalmente, con algo mas de tranquilidad, fue soltando la cintura de Desary, dejandola libre como el pajarillo que era-...Creo que te llevare a un lugar mas segura que con esta gente y su farándula...- Y a pesar de que lo dijo con una voz protector como antaño, solamente penso en que las personas, algunas no cambian. Él y su manera de tratarla siempre eran únicas y lo serían por siempre.
La toma de la mano para poder alejarla de tantos ladrones o vagabundos que comenzaban a moverse por los alrededores en busca de dinero, comida, sobras de algun tipo. Keith diviso la bruja con la que habia hablado momentos antes de su inesperado encuentro y tuvo que sorprenderse, esta se reia en su cara-....Jajaja...No me hace gracia Margaret...-dijo mirandola fijamente, aparto a Desary aun mirando a la mujer-....¿Tienes lo que te pedi hace unas semanas? -Pregunto algo inquieto, necesitaria esas hierbas que le prometio que le daría si le mandaba el mensaje a su madre aun en Rusia, las hierbas, si, las hierbas para sus cicatrices aun malditas sobre su espalda, pero cuando vio la negación de la mujer, Keith solamente se exaspero un poco más, olvidandose de la bella compañia a su lado.
-Alguien se me adelantó...-lo miro con anhelo a la tristeza-...Pero me dijo que te dijera que cierta persona que escapó, parece que aun sigue con el interes puesto en tu persona Keith....-Escuchaba a Margaret atentamente, sus manos apoyadas en la tela que cubrian el puesto de amuletos y demas objetos tecleaban la superficie unas cuantas veces con cierto nerviosismo-....Deberías olvidarte de esas hierbas ya que seguramente las tenga para chantajearte si se encuentra contigo...-dijo añadiendo mas enfasis en el mensaje el cual advertia a Keith que era peligroso seguir buscando.
-Déjalo...-suspiro-...pero quiero este este collar, este llamador de ángeles.......-Miro de reojo a Desary, la acercó más para protegerla aún de los demas desgraciados.
-¿Es para la bella dama? -Dijo sin obviar la presencia de Desary que parecía algo nerviosa.
-Es mi regalo para ella...-dijo sin cortarse, sin ocultar su mirada puesta en su adorada amiga del pasado, su Dissy-
-Ahora te lo decoro...-Margaret había acertado con su magia, si no se lo hubiera hecho nunca se la habria encontrado. Ahora, la mujer regresaba con el llamador de ángeles junto con tres iguales, unidos en forma de pulsera- Toma querida...-En cuanto la mujer tomo la iniciativa de colocarle la pulsera a Desary, la pulsera encogió ajustandose a su muñeca.
-Te queda perfecto...-Saco unos francos y pago a Margaret, ofreció el brazo a Desary, listo para llevarla a un café- ¿Que tal ese café?
-Fíjate en lo que te has convertido…en una preciosa dama…-dijo expectante, sonriendo como pudo, sin apenas notarse pues él no era de mucha sonrisa, ni tampoco de crear falsas ilusiones. Más que nada, él era aquel que las destruía, pero con el alma ruiseñor de la pobre Desary, tuvo que jugar diferente, a ser sincero, comprensivo y cariñoso con ella. Él normalmente no suele tener un lado compasivo con cualquiera que se le aproxima al lado. Desary parecía ser la excepción de todas las personas que había conocido- Entiendo que quizás debas estar ocupada…pero me gustaría invitarte aunque sea a un café, a una charla que quizás vaya haciendo falta para que me ponga al día…-dijo mirándola con su acostumbrados ojos celestes, soltando su mano con delicadeza y mostrando su caracter serio que siempre solia tener ante todos.
La gente parecia querer dejarles nada de espacio, Un anciano, que parecia querer pedir limosnas, Keith reconocio como un antiguo mago, un timador que siempre tomaba a las bellas jovenes para sacarle las joyas y todo tipo de prenda con algun valor a precio de oro, en eso, en un movimiento rapido, Keith rodeo la cintura de Desary atrayendola hacia él, sin mirarla, mirando al depravado anciano que este enseguida se alejó nada más verle a la cara. Finalmente, con algo mas de tranquilidad, fue soltando la cintura de Desary, dejandola libre como el pajarillo que era-...Creo que te llevare a un lugar mas segura que con esta gente y su farándula...- Y a pesar de que lo dijo con una voz protector como antaño, solamente penso en que las personas, algunas no cambian. Él y su manera de tratarla siempre eran únicas y lo serían por siempre.
La toma de la mano para poder alejarla de tantos ladrones o vagabundos que comenzaban a moverse por los alrededores en busca de dinero, comida, sobras de algun tipo. Keith diviso la bruja con la que habia hablado momentos antes de su inesperado encuentro y tuvo que sorprenderse, esta se reia en su cara-....Jajaja...No me hace gracia Margaret...-dijo mirandola fijamente, aparto a Desary aun mirando a la mujer-....¿Tienes lo que te pedi hace unas semanas? -Pregunto algo inquieto, necesitaria esas hierbas que le prometio que le daría si le mandaba el mensaje a su madre aun en Rusia, las hierbas, si, las hierbas para sus cicatrices aun malditas sobre su espalda, pero cuando vio la negación de la mujer, Keith solamente se exaspero un poco más, olvidandose de la bella compañia a su lado.
-Alguien se me adelantó...-lo miro con anhelo a la tristeza-...Pero me dijo que te dijera que cierta persona que escapó, parece que aun sigue con el interes puesto en tu persona Keith....-Escuchaba a Margaret atentamente, sus manos apoyadas en la tela que cubrian el puesto de amuletos y demas objetos tecleaban la superficie unas cuantas veces con cierto nerviosismo-....Deberías olvidarte de esas hierbas ya que seguramente las tenga para chantajearte si se encuentra contigo...-dijo añadiendo mas enfasis en el mensaje el cual advertia a Keith que era peligroso seguir buscando.
-Déjalo...-suspiro-...pero quiero este este collar, este llamador de ángeles.......-Miro de reojo a Desary, la acercó más para protegerla aún de los demas desgraciados.
-¿Es para la bella dama? -Dijo sin obviar la presencia de Desary que parecía algo nerviosa.
-Es mi regalo para ella...-dijo sin cortarse, sin ocultar su mirada puesta en su adorada amiga del pasado, su Dissy-
-Ahora te lo decoro...-Margaret había acertado con su magia, si no se lo hubiera hecho nunca se la habria encontrado. Ahora, la mujer regresaba con el llamador de ángeles junto con tres iguales, unidos en forma de pulsera- Toma querida...-En cuanto la mujer tomo la iniciativa de colocarle la pulsera a Desary, la pulsera encogió ajustandose a su muñeca.
-Te queda perfecto...-Saco unos francos y pago a Margaret, ofreció el brazo a Desary, listo para llevarla a un café- ¿Que tal ese café?
Keith Lanington- Hechicero Clase Alta
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Fecha de inscripción : 12/08/2013
Re: An invisible Bound recovered [Privado]
No se recuerdan los días, se recuerdan los momentos.
Cesare Pavese
Cesare Pavese
Ante su caricia los recuerdos afloraron y su dulce voz me llevó a un viaje a través del tiempo años atrás, donde también me dedicó las mismas atenciones, juegos que en sus manos había conocido tan bien. El coqueteo de las caricias, todo un mundo para aquel que sabe de cada una de ellas. Me sonrojé ante el casto beso del dorso de la mano, que con suma lentitud me obsequió tras él con una leve caricia de sus dedos, logrando sonrojar más mis mejillas ya bastante rojas de por sí.
- Tu también te has convertido en todo un apuesto joven, aún más de lo que ya lo eras – Confesé mirándole con una sonrisa.
Ambos éramos conscientes de que él no era de muchas sonrisas, solo las justas y apenas esbozaba una leve sonrisa con los labios. Pero en mi caso desde el primer día en que lo conocí fue un joven cariñoso, sincero y atento ante cualquier cosa que yo pudiera desear. Frio y serio con los demás y de pasiones fuertes, dominante me atrevería a decir, conmigo para nada era aquello, si no todo lo contrario. Por ello, Keith ha sido el único joven que dejé que se hiciera un hueco en mi corazón.
Asentí a sus palabras, nada me gustaría más que charlar con él y ponernos al día de todo, ya que como nos pasó ya una vez, una vez él desaparecía ya no había forma de encontrarnos si no es a causa de la providencia, como esta misma mañana. Soltó mi mano con delicadeza, cuando antes de dar un solo paso más, me encontré siendo atraída hacia su pecho mientras su manos rodeaban mi cintura. Le miré confundida y siguiendo la dirección de sus ojos, di con un anciano que me contemplaba con ¿deseo? Fruncí el ceño, resultaba repugnante aquello. Gracias a la mirada fría de Keith el anciano dio media vuelta dejándonos en paz.
- Si – coincidí con él – Mejor irnos de aquí, tampoco me gusta la aglomeración de gentes – Dije, aun que él seguramente se acordaba de aquello.
Tomándome de la mano me alejó de aquella calle, dejando la parada de manzanas para otro día. Pensando en qué lugar podíamos ir a hacer un café francés, de repente me encontré delante de la bruja que anteriormente me había fijado por los collares pero no había hecho caso alguno a ellos. Por lo que se veía, Keith y ella se conocían y apartándome, protegiéndome con su cuerpo empezaron a hablar sobre un extraño pedido. Intenté escuchar pero apenas hablaron más que de unas hierbas y de aquello poco entendía y conocía, así que me preocupé de la gente que pasaba a nuestros lados y de algunas miradas que conseguían helarme la piel. Por suerte Keith parecía ser consciente de aquello cuando me acercó más a él. Le sonreí agradecida por su protección cuando me fijé en un hermoso collar - ¿Es para mí? – Pregunté con los ojos brillantes.
La respuesta fue un obviamente si, en cuanto me encontré con la pulsera en mi muñeca y aceptando el brazo de Keith nos alejamos del lugar.
- Muchas gracias por la pulsera, Keith – dije sonriéndole, agradecida.- ¿Para qué sirve? – Pregunté con curiosidad. Había veces que escuchaba de pulseras protectoras, de la buena suerte y demás.
Le miré esperando por su respuesta, cuando alejándonos del bullicio del mercado ambulante, vislumbré uno de las cantinas más conocidas por su buen café.
- Podríamos ir allí – dije señalando con un movimiento de cabeza al lugar, que tenia terraza y todo lo necesario para beber y charlar tranquilamente. – De seguro que has echado de menos los cafés y croissants de aquí – añadí sonriendo mirándole a los celestes ojos, los que podrían embrujar a los demás pero a mí solo me protegían, rodeándome de una constante calidez.
Desari Delay- Humano Clase Alta
- Mensajes : 74
Fecha de inscripción : 12/06/2013
Re: An invisible Bound recovered [Privado]
Los pies del brujo entonces se dirigieron hacia la cafetería que su amiga Dissy le había señalado. Desde luego aquel sitio había ido varias veces antaño cuando eran sus visitas recordadas. Dissy y él, habían compartido alguna que otra conversación en la que vagamente recordaba ahora. Las preguntas de Dissy él las respondía con un “si” o un “Claro…hacía tiempo que quería regalarte algo así…” o algo por el estilo. Simplemente aquella belleza inocente que la muchacha le mostraba era pura y se alteraría si fuera corrompida. Arrastro una silla lejos de una de las mesas redondas que se encontraban cómodamente puestas en la terraza del café, de aquel lugar tan cotidiano en el que podrían platicar tranquilamente –Siéntate…-mostro su simpatía hacia Dissy o Desari como era reconocida comúnmente.
-Cuéntame…-Espero a verla sentada para después sentarse el cerca de ella, tenerla cerca por si algo ocurriera, que no iba a pasar, pero cuando estaba con ella, siempre salía su lado protector, su lado “celoso” o más bien un lado del cual jamás creía tener más que con sus padres - ¿Qué has hecho todo este tiempo? –Mientras estaba sentado, la miraba fijamente, pensando en que no debería de hacerlo pues quizás la intimidaría algo, que la ruborizaría ¿Por qué con él? Sabía que tenía buena relación más con ella que la superficial con el padre de Dissy, un carcamal de tres al cuarto, un gañan que tiene a su hija como escaparate para algún ricachón. ¿Acaso sus sentimientos no contaban? Parece que no. Por eso dijo que no cuando le propuso la vida y la libertad de Dissy en sus manos pese que a ese tiempo hubiera dicho que sí, se lo había puesto en bandeja, pero dijo que no, el único lujo que una persona puede tener es que sea libre y que nadie se la arrebate. Desari se merecía lo mismo, que amara a aquel que ella amase de corazón y no como un simple negocio.
-Escuche que tu padre sigue dándote la misma lata que cuando…-pensó sus palabras-…uhm…nos vimos por última vez…-Dijo con lentitud, no había llegado el mesero así que tendrían tiempo para conversar tranquilamente-….Si te confieso una cosa, querida Dissy…-suspiro antes de continuar, apoyando los brazos en el filo de la mesa redonda, estando cerca de Dissy y de la mesa-….No ha pasado ningún mes, en que no te haya recordado con esa belleza…-sonrió ampliamente-…Sigues estando igual de encantadora que de costumbre….-Mostro nada mas que simpatia, nada de cortejarla pero si ella lo veia asi de ese modo, bueno, alla ella. Bien deberia de conocerlo hasta ahora. Algunas cosas pasaron. Algunas siguieron en su sitio y el solamente penso en querer avanzar en su vida pues sentia que estaba estancado. Esperaba que Desari estuviera libre, porque ahora, ella, su necesidad de estar cerca de ella... Negó varias veces, sujetandose la cabeza despues como si se estuviera volviendo loco. Estaba confuso, se estaba confundiendo al estar cerca de Desari, se iria, estaba arrastrando la silla hacia atras, pero el mesero llego oportuno-...Agh...un bicho...-Hizo un vaiven con la mano, pareciendo que un insecto, una abispa o algo parecido le queria atacar y el se habia echado hacia atrás.
-Cuéntame…-Espero a verla sentada para después sentarse el cerca de ella, tenerla cerca por si algo ocurriera, que no iba a pasar, pero cuando estaba con ella, siempre salía su lado protector, su lado “celoso” o más bien un lado del cual jamás creía tener más que con sus padres - ¿Qué has hecho todo este tiempo? –Mientras estaba sentado, la miraba fijamente, pensando en que no debería de hacerlo pues quizás la intimidaría algo, que la ruborizaría ¿Por qué con él? Sabía que tenía buena relación más con ella que la superficial con el padre de Dissy, un carcamal de tres al cuarto, un gañan que tiene a su hija como escaparate para algún ricachón. ¿Acaso sus sentimientos no contaban? Parece que no. Por eso dijo que no cuando le propuso la vida y la libertad de Dissy en sus manos pese que a ese tiempo hubiera dicho que sí, se lo había puesto en bandeja, pero dijo que no, el único lujo que una persona puede tener es que sea libre y que nadie se la arrebate. Desari se merecía lo mismo, que amara a aquel que ella amase de corazón y no como un simple negocio.
-Escuche que tu padre sigue dándote la misma lata que cuando…-pensó sus palabras-…uhm…nos vimos por última vez…-Dijo con lentitud, no había llegado el mesero así que tendrían tiempo para conversar tranquilamente-….Si te confieso una cosa, querida Dissy…-suspiro antes de continuar, apoyando los brazos en el filo de la mesa redonda, estando cerca de Dissy y de la mesa-….No ha pasado ningún mes, en que no te haya recordado con esa belleza…-sonrió ampliamente-…Sigues estando igual de encantadora que de costumbre….-Mostro nada mas que simpatia, nada de cortejarla pero si ella lo veia asi de ese modo, bueno, alla ella. Bien deberia de conocerlo hasta ahora. Algunas cosas pasaron. Algunas siguieron en su sitio y el solamente penso en querer avanzar en su vida pues sentia que estaba estancado. Esperaba que Desari estuviera libre, porque ahora, ella, su necesidad de estar cerca de ella... Negó varias veces, sujetandose la cabeza despues como si se estuviera volviendo loco. Estaba confuso, se estaba confundiendo al estar cerca de Desari, se iria, estaba arrastrando la silla hacia atras, pero el mesero llego oportuno-...Agh...un bicho...-Hizo un vaiven con la mano, pareciendo que un insecto, una abispa o algo parecido le queria atacar y el se habia echado hacia atrás.
Keith Lanington- Hechicero Clase Alta
- Mensajes : 74
Fecha de inscripción : 12/08/2013
Re: An invisible Bound recovered [Privado]
Lentamente caminamos hacia la cafetería que le indique, la que por unos instantes me acordé de algunas conversaciones que tuvimos hacia ya muchísimos años en aquel mismo lugar, solo que en situaciones bien distintas a las de ahora. En aquel entonces él como mi amigo y confidente y con quien padre quiso casarme demasiado joven. Suspiré con cierta melancolía, en aquel entonces Keith y yo nos habíamos hecho muy amigos, y aún que aún podíamos ser en ocasiones un poco como dos extraños, con él había compartido mis primeros castos besos. Los primeros sentimientos de mi cuerpo, los había sentido con él, todo y que solo jugábamos. Dos jóvenes que ansiaban volar lejos de allá, pero uno de ellos encadenado, prisionero en su jaula de cristal, no había podido acompañar al otro y este lo dejó, alejándose volando solo él. Le miré de reojo, fijándome en aquel rostro que tan poco había cambiado, aún era el apuesto que conocía, serio siempre menos cuando lograba atisbar una media sonrisa en sus labios.
Absorta en mis pensamientos y con una de mi mano jugueteando todavía con la pulsera que me había regalado, me topé contra él, cuando paró, arrastrando una silla para que yo me sentara.- Gracias, Keith. – Le dije con una dulce sonrisa con la que también me disculpé por el pequeño choque que había tenido contra él.
Me senté y esperando que se sentara frente de mí, me llevé una grata sorpresa al verlo sentarse a mi lado, como antaño cuando éramos jóvenes solíamos hacer cuando mi padre no nos vigilaba y podíamos disfrutar de una buena conversación sin interrupciones, ni ojos acusadores o intentos de atraparnos en un matrimonio, del que aún pensábamos que era demasiado tarde, y el que él no quiso finalmente. Le miré y le sonreí al oírle. ¿Qué, que he hecho? Sonreí – Lo de siempre supongo, Keith. No puedo escaquearme demasiado de la mansión y de mi padre, sin que este me haga ser acompañada por mis damas o algún caballero. – Suspiré y le sonreí intentando no mostrar mi cansancio de todo aquello a lo que me encontraba siendo sometida. – De fiesta en fiesta, de evento en evento… y por las mañanas siempre salgo a pasear al mercado, donde suelo comprar verdes manzanas para desayunar. – Su mirada me traspasaba, lo que me hacia preguntarme que andaría pensando. Aquella mirada se parecía tanto a cuando entre susurros inocentes, lograba arrebatarme algún beso de mis labios…
Definitivamente si alguna palabra hacia que en mi rostro se posara una mueca, era sin duda la de padre. Seguí sonriéndole y asentí, aún seguía dándome la lata de la misma forma, por más que hubieran pasado unos cuantos años desde aquel ultimo día en que nos habíamos visto, donde oficialmente rechazó mi mano. Negándose así al deseo de padre. – Si, sigue igual. Ya sabes que tanto como hierba mala nunca muere, mi señor padre no cambia de parecer por más que cambien las cosas – Suspiré resignada. Por el momento no había conseguido lograr nada de lo que se proponía, pero cada vez sentía que lo iba logrando mas, hasta que llegara a encontrarme siendo esposa de aquel al que él elija. Olvidándome de mis pensamientos sobre padre, me sonroje ligeramente ante su cercanía y a sus palabras. – Tu tampoco has cambiado mucho… creo que sigues siendo aquel mismo joven con el que me escapaba por la ventana y corríamos felices y libres, contándonos secretos en cada parque que pasábamos… - mormuré dulcemente, antes de fruncir el ceño algo alertada al observar el extraño comportamiento de Keith. - ¿Keith? – Le llamé asustada por su comportamiento, cuando llegó el mesero y Keith se restauró en su silla tras mormurar “bicho” y mover la mano de forma como si se encontrara asustando una abeja.
-Si, mejor tener lejos los bichos – reí suavemente – Hace poco me peleé con unas abejas, y créeme que nunca más haré nada parecido. – Sonreí ampliamente y miré al mesero.
- Bonjour Monsieur, Mademoiselle – saludó antes preguntarnos que deseábamos. – Por favor yo un capuchino y un croissant –
-¿Algo más, Mademoiselle? – Negué con la cabeza y sonreí a Keith. – Y tú Keith, que vas a tomar? Espero que el susto con el bicho no te haya hecho pasar el hambre…- Fijé mi mirada en la suya esperando que así fuera y pudiera seguir disfrutando de su compañía un buen rato mas.
Absorta en mis pensamientos y con una de mi mano jugueteando todavía con la pulsera que me había regalado, me topé contra él, cuando paró, arrastrando una silla para que yo me sentara.- Gracias, Keith. – Le dije con una dulce sonrisa con la que también me disculpé por el pequeño choque que había tenido contra él.
Me senté y esperando que se sentara frente de mí, me llevé una grata sorpresa al verlo sentarse a mi lado, como antaño cuando éramos jóvenes solíamos hacer cuando mi padre no nos vigilaba y podíamos disfrutar de una buena conversación sin interrupciones, ni ojos acusadores o intentos de atraparnos en un matrimonio, del que aún pensábamos que era demasiado tarde, y el que él no quiso finalmente. Le miré y le sonreí al oírle. ¿Qué, que he hecho? Sonreí – Lo de siempre supongo, Keith. No puedo escaquearme demasiado de la mansión y de mi padre, sin que este me haga ser acompañada por mis damas o algún caballero. – Suspiré y le sonreí intentando no mostrar mi cansancio de todo aquello a lo que me encontraba siendo sometida. – De fiesta en fiesta, de evento en evento… y por las mañanas siempre salgo a pasear al mercado, donde suelo comprar verdes manzanas para desayunar. – Su mirada me traspasaba, lo que me hacia preguntarme que andaría pensando. Aquella mirada se parecía tanto a cuando entre susurros inocentes, lograba arrebatarme algún beso de mis labios…
Definitivamente si alguna palabra hacia que en mi rostro se posara una mueca, era sin duda la de padre. Seguí sonriéndole y asentí, aún seguía dándome la lata de la misma forma, por más que hubieran pasado unos cuantos años desde aquel ultimo día en que nos habíamos visto, donde oficialmente rechazó mi mano. Negándose así al deseo de padre. – Si, sigue igual. Ya sabes que tanto como hierba mala nunca muere, mi señor padre no cambia de parecer por más que cambien las cosas – Suspiré resignada. Por el momento no había conseguido lograr nada de lo que se proponía, pero cada vez sentía que lo iba logrando mas, hasta que llegara a encontrarme siendo esposa de aquel al que él elija. Olvidándome de mis pensamientos sobre padre, me sonroje ligeramente ante su cercanía y a sus palabras. – Tu tampoco has cambiado mucho… creo que sigues siendo aquel mismo joven con el que me escapaba por la ventana y corríamos felices y libres, contándonos secretos en cada parque que pasábamos… - mormuré dulcemente, antes de fruncir el ceño algo alertada al observar el extraño comportamiento de Keith. - ¿Keith? – Le llamé asustada por su comportamiento, cuando llegó el mesero y Keith se restauró en su silla tras mormurar “bicho” y mover la mano de forma como si se encontrara asustando una abeja.
-Si, mejor tener lejos los bichos – reí suavemente – Hace poco me peleé con unas abejas, y créeme que nunca más haré nada parecido. – Sonreí ampliamente y miré al mesero.
- Bonjour Monsieur, Mademoiselle – saludó antes preguntarnos que deseábamos. – Por favor yo un capuchino y un croissant –
-¿Algo más, Mademoiselle? – Negué con la cabeza y sonreí a Keith. – Y tú Keith, que vas a tomar? Espero que el susto con el bicho no te haya hecho pasar el hambre…- Fijé mi mirada en la suya esperando que así fuera y pudiera seguir disfrutando de su compañía un buen rato mas.
Desari Delay- Humano Clase Alta
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Fecha de inscripción : 12/06/2013
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