Shelby Cannif

Historia

Nació antes de tiempo como su gemelo Einar, que se adelantó cinco minutos. Ese atropello no se lo ha perdonado aún, ella siempre quiso ser la primera en todo, y esa broma les ha perseguido desde niños. El don de la magia lo heredó de su padre, que guardaba aún reminiscencias, pues en su familia había muchas hechiceras, todas mujeres. La mayoría eran oráculos como su hermana o su abuela, pero su tía Nessanie ostentó una magia superior, potente y letal, la cual al parecer heredó la pequeña Shelby.

Creció feliz en Akershus, a caballo entre el castillo y el mar, a bordo de la Reina Ana y del buque Inferno, los barcos que su madre solía capitanear como almirante de la flota. Le relaja muchísimo subirse a un barco, se queda completamente frita cada vez que lo hace, recuperando así el equilibrio y la calma. Para su hermano siempre fue más bien una aventura, con el ansia guerrera de repartir muerte a los enemigos de su pueblo. Ella no era buena con las armas y tampoco una líder como Beth, su hermana por parte de madre. tampoco es que se viera a si misma capitaneando barcos, ni yendo al frente como Sirius. Se pegó a Giuliana a todas horas para aprender junto a Öda, la hija de ésta y el general Ulf, todo cuando pudiera sobre la magia. Pero pronto la bruja se dio cuenta que ella no podía enseñar a Shelby porque sus capacidades iban mucho más allá de sus conocimientos.

Cuando Danielle y Höor supieron de esto, decidieron mandar a Einar a un colegio inglés para que aprendiese un poco de disciplina y autocontrol, y a Shelby a París con la familia Sacro, donde podría formarse más correctamente en el clan de brujos, establecer contactos con la Logia y que su poder pudiera ser útil en vez de un arma de destrucción masiva. En París se encuentra feliz, cumpliendo un sueño, porque aunque trabaja muy duro, aprende muy rápido y la madre de Lucio, Marzia Sacro la trata como si fuera su propia nieta y la instruye a conciencia. Los Sacro son una familia peculiar, no excesivamente cariñosos ni amables, excepto Marzia, pero a Shelby eso le da igual. Cuando regresa a Akershus ya tiene grandes dosis de apoyo familiar, en Francia está para aprender y lo está consiguiendo con nota. Igualmente la gran ciudad le gusta y le resulta muy interesante, más que los bosques y las cabras, aunque sabe que algún día se la requerirá para cumplir con su deber y poner sus dotes al servicio de los suyos, como han hecho todos. Se considera afortunada por haber viajado un poco con sus padres (casi siempre por decisión de su madre en asuntos de comercio y estado) y conocer el mundo, que le parece fascinante y muy grande, al contrario que su gemelo que sólo ansía volver a su hogar porque en eso es un calco a su padre.