AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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aut delectare aut prodesse est {Fleur du Bouëxic de Guich}
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aut delectare aut prodesse est {Fleur du Bouëxic de Guich}
Jules había insistido hasta que Angele se había visto obligado a aceptar.
Jules, Jules… Jules con sus rizos castaños,ojos de gato, pecas delicadas y dedos de artista. Jules el pintor, quien sabía el efecto que producía en el pobre Angele y que con un mohín y un par de palabras había hecho que Angele dejase atrás uno de sus escasos días libres para acompañarlo a él y a otros artistas a una de las populares tertulias de Madame Savary.
Ya lo habían invitado antes. Los Savary parecían estar interesados en conocer a todos los jóvenes artistas de París y Angele, daba igual cuánto intentase pasar desapercibido y mezclarse con sus compañeros era un artista en potencia. Caprichoso, atolondrado y a veces estúpido, incapaz de negarle nada a un par de ojos bonitos.
Ninguna de sus excusas le había servido. Ni tias enfermai, ni trabajos para clase, ni falsos parientes a los que tenía que visitar. Jules pedía y Angele daba.
-Pasas demasiado tiempo solo - había dicho Jules, guiándole por el codo hasta la única clase que compartían - Mucho tiempo solo. Necesitas más compañía masculina y ver chicas bonitas y comer pequeños tentempiés lujosos.
“Compañía masculina” Angele había dejado escapar una risa clara y suave. Si Jules supiese el tipo de compañías masculinas de las cuales se rodeaba jamás insistiría para que apareciese en un lugar respetable como aquél.
Angele había aceptado -¿Como negarle cualquier cosa a Jules?-, había pedido un traje prestado a uno de los chicos del burdel, Michel quien normalmente acompañaba a hombres de clase alta y siempre recibía trajes extremadamente caros como regalo, se había perfumado, afeitado con cuidado y sacado brillo a su mejor para de zapatos de cuero.
El traje le quedaba ligeramente grande, los zapatos estaban gastados y si uno se fijaba en ellos se podía ver un pequeño remiendo cerca de la punta del zapato izquierdo, y su camisa tenía una mancha amarillenta en el pecho, lo suficientemente pequeña como para poder ser cubierta por un llamativo pañuelo azul oscuro que le habían prestado.
Tenía un aspecto decente siempre y cuando nadie se fijase demasiado en él, y con suerte, nadie lo haría.
-...se ha marchado a Italia dicen, por lo visto le ha hecho un bastardo a una ramera y sus padres han decidido evitar el escándalo y…
Sus compañeros parloteaban en el carruaje, compartiendo cotilleos y palabras soeces que harían que cualquier dama escuchándolos se sonrojase, y aunque Angele no estuviese prestandoles atención, de vez en cuando asentía y hacía comentarios, intentando parecer uno más.
-No pongas esa cara Jerome, estoy seguro que todos aquí ya hemos visitado un burdel alguna vez - Jules sonrió, tocándose los labios con la punta de sus delicados dedos- Seguro que incluso nuestro querido Angele ya ha enterrado su cara en los pechos de una prostituta. ¿Con una carita como la esa? Estoy seguro que incluso le dieron un descuento.
Sus dos acompañantes comenzaron a reírse, y cuando Angele, sonrojado hasta la punta de las orejas no contesto, las risas aumentaron.
-Yo…-Su sonrojo no se debìa al comentario de las prostitutas, Angele no estaba interesado en mujer alguna de esa manera, no, su sonrojo era causado por Jules insinuando que lo encontraba atractivo.
Antes de que sus compañeros pudiesen continuar con sus bromas el carruaje se detuvo y las puertas se abrieron. Uno a uno fueron bajando. Jerome, rubio, rechoncho con un talento para el violín que muchos maestros matarían por tener, Florent, elegante como siempre, el bailarín en potencia, Jerome, el pintor y por ùltimo, sintiéndose estùpido y fuera de lugar Angele.
No cabìa duda que la llegada de los cuatro jóvenes a la tertulia habìa llamado la atenciòn de la anfitriona, que con un gesto discreto les dio a entender que en cuanto terminase con la joven pareja con la que estaba charlando se encontraría con ellos para presentarse.
Jules, Jules… Jules con sus rizos castaños,ojos de gato, pecas delicadas y dedos de artista. Jules el pintor, quien sabía el efecto que producía en el pobre Angele y que con un mohín y un par de palabras había hecho que Angele dejase atrás uno de sus escasos días libres para acompañarlo a él y a otros artistas a una de las populares tertulias de Madame Savary.
Ya lo habían invitado antes. Los Savary parecían estar interesados en conocer a todos los jóvenes artistas de París y Angele, daba igual cuánto intentase pasar desapercibido y mezclarse con sus compañeros era un artista en potencia. Caprichoso, atolondrado y a veces estúpido, incapaz de negarle nada a un par de ojos bonitos.
Ninguna de sus excusas le había servido. Ni tias enfermai, ni trabajos para clase, ni falsos parientes a los que tenía que visitar. Jules pedía y Angele daba.
-Pasas demasiado tiempo solo - había dicho Jules, guiándole por el codo hasta la única clase que compartían - Mucho tiempo solo. Necesitas más compañía masculina y ver chicas bonitas y comer pequeños tentempiés lujosos.
“Compañía masculina” Angele había dejado escapar una risa clara y suave. Si Jules supiese el tipo de compañías masculinas de las cuales se rodeaba jamás insistiría para que apareciese en un lugar respetable como aquél.
Angele había aceptado -¿Como negarle cualquier cosa a Jules?-, había pedido un traje prestado a uno de los chicos del burdel, Michel quien normalmente acompañaba a hombres de clase alta y siempre recibía trajes extremadamente caros como regalo, se había perfumado, afeitado con cuidado y sacado brillo a su mejor para de zapatos de cuero.
El traje le quedaba ligeramente grande, los zapatos estaban gastados y si uno se fijaba en ellos se podía ver un pequeño remiendo cerca de la punta del zapato izquierdo, y su camisa tenía una mancha amarillenta en el pecho, lo suficientemente pequeña como para poder ser cubierta por un llamativo pañuelo azul oscuro que le habían prestado.
Tenía un aspecto decente siempre y cuando nadie se fijase demasiado en él, y con suerte, nadie lo haría.
-...se ha marchado a Italia dicen, por lo visto le ha hecho un bastardo a una ramera y sus padres han decidido evitar el escándalo y…
Sus compañeros parloteaban en el carruaje, compartiendo cotilleos y palabras soeces que harían que cualquier dama escuchándolos se sonrojase, y aunque Angele no estuviese prestandoles atención, de vez en cuando asentía y hacía comentarios, intentando parecer uno más.
-No pongas esa cara Jerome, estoy seguro que todos aquí ya hemos visitado un burdel alguna vez - Jules sonrió, tocándose los labios con la punta de sus delicados dedos- Seguro que incluso nuestro querido Angele ya ha enterrado su cara en los pechos de una prostituta. ¿Con una carita como la esa? Estoy seguro que incluso le dieron un descuento.
Sus dos acompañantes comenzaron a reírse, y cuando Angele, sonrojado hasta la punta de las orejas no contesto, las risas aumentaron.
-Yo…-Su sonrojo no se debìa al comentario de las prostitutas, Angele no estaba interesado en mujer alguna de esa manera, no, su sonrojo era causado por Jules insinuando que lo encontraba atractivo.
Antes de que sus compañeros pudiesen continuar con sus bromas el carruaje se detuvo y las puertas se abrieron. Uno a uno fueron bajando. Jerome, rubio, rechoncho con un talento para el violín que muchos maestros matarían por tener, Florent, elegante como siempre, el bailarín en potencia, Jerome, el pintor y por ùltimo, sintiéndose estùpido y fuera de lugar Angele.
No cabìa duda que la llegada de los cuatro jóvenes a la tertulia habìa llamado la atenciòn de la anfitriona, que con un gesto discreto les dio a entender que en cuanto terminase con la joven pareja con la que estaba charlando se encontraría con ellos para presentarse.
Última edición por Angele Nïm el Dom Mar 25, 2018 9:25 pm, editado 1 vez
Angele Nïm- Prostituto Clase Media
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Fecha de inscripción : 19/03/2018
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Re: aut delectare aut prodesse est {Fleur du Bouëxic de Guich}
Las reuniones en la Mansión Savary comenzaron a hacerse regulares, cada dos semanas presentaban nuevos talentos y en ocasiones especiales, lograban reunirlos a todos para hacer algunas ejecuciones en vivo; músicos, escritores, poetas, cantantes, pintores, estos últimos, favoritos de Madame Savary quien solía comprar toda pieza que le encantara y colgarla en una galería especial, la cual siempre presentaba como la que más valdría en unos años. Fleur, quien se comenzó a hacer de cierta fama dentro del selecto grupo de artistas gracias a su voz, esa tarde cantaría un par de arias para los invitados y sus anfitriones.
Intentó por todos los medios convencer a Marion de acompañarla, pero ésta se negó rotundamente y es que su hermana era aficionada a muchas cosas, pero no al arte y menos a las tertulias que tuvieran que ver con este, lo consideraba aburrido y pretencioso, aunque se hinchaba de orgullo cuando alguien mencionaba las colecciones personales de su padre. Resignada y algo herida por el rechazo, Fleur se preparó en casa antes de comenzar a arreglarse, durante y después, en la misma Mansión Savary. Llegó junto a Gertrude en el carruaje pequeño y al pisar el primer escalón de la escalinata hacia la puerta principal, sintió que los nervios la hacían flaquear. —No puedo, no puedo, no puedo Gertrude, volvamos a casa...
Pudo haberlo hecho claro, pero Madame Savary salió a su encuentro y más que afectuosa le dio la bienvenida. Era de las primeras en llegar y entre los presentes se encontraban Alizee Feraud, otra bailarina de ballet y Andreas Picard, un joven pintor que tenía deseos de retratarla, hasta ese momento, eran ellos dos con los que mejor se había identificado y con los que de hecho, intercambiaba misivas cada tanto; Alizze era una chica de dieciocho años cuyo marido la dejaba bailar libremente, formaban un matrimonio desigual bastante bien formado, ella le tenía estima y él parecía guardarle cariño real, a pesar de llevarle tantos años. Andreas en cambio, era un joven de muy baja cuna pero con un talento increíble, Madame Savary era su mecenas desde que tenía doce años y gracias a ella el chiquillo no se murió de hambre ni de enfermedades por la miseria, le pagaba una habitación modesta en una buhardilla de clase media, además de todo lo que necesitara, regocijándose por cada logro y cuadro que lograba vender y admirar. Al verlos, se adelantó para saludarlos con un par de besos en cada mejilla y estrechar sus manos.
—¿Es verdad que serás tú quien cante hoy a la Contessa?—, preguntó Andreas, interesado en escucharla por fin. Menos mal llevaba carboncillo y papel, quizás podría tomar de ahí la idea para poder comenzar ese cuadro que tanto deseaba.
Fleur, pálida, asintió y comenzó a abanicarse, sintiendo el rojo subirle por las mejillas. —¿Quién te lo ha dicho? Dios, ahora todos saben, se me saldrá un suspiro o algo, estoy segura—, comenzó a temblar; Alizee, riendo, solamente la abrazó y negó, frotando su brazo. —Tranquila, contessa—, la llamó cariñosamente como su personaje favorito de las Bodas de Fígaro. —Lo harás magnífico, yo estaría más preocupada por Madame Savary que querrá que le cantes todos los días y a toda hora.
Los tres rieron de buena gana, no en burla, pero Madame Savary era famosa por encapricharse por los nuevos talentos y no soltarlos por mucho tiempo. A falta de hijos, ella tenía artistas, arte y dinero, posibilidades varias. Mientras conversaban, escucharon el barullo de voces masculinas y jóvenes, más artistas, vieron llegar a Jerome, Florent, Jules y un rostro nuevo, precioso, Alizee, fascinada por aquella nueva adquisición, volteó a ver a sus amigos y sonrió cómplice. —¿Qué hará él? Tiene sino de pintor—, comentó Andreas, saludando con un gesto a Jules, colega suyo.
—Ahí va Madame Savary con ellos—, advirtió Fleur, mientras movía las manos nerviosamente; quería acercarse a Jerome para que la acompañara con su violín pero cayó presa de un fuerte mareo que la impidió por un rato, hasta que se recuperó y pudo ver como Monsieur Savary los comenzaba a convocar hacia el saló de música, dónde comenzaría todo.
Intentó por todos los medios convencer a Marion de acompañarla, pero ésta se negó rotundamente y es que su hermana era aficionada a muchas cosas, pero no al arte y menos a las tertulias que tuvieran que ver con este, lo consideraba aburrido y pretencioso, aunque se hinchaba de orgullo cuando alguien mencionaba las colecciones personales de su padre. Resignada y algo herida por el rechazo, Fleur se preparó en casa antes de comenzar a arreglarse, durante y después, en la misma Mansión Savary. Llegó junto a Gertrude en el carruaje pequeño y al pisar el primer escalón de la escalinata hacia la puerta principal, sintió que los nervios la hacían flaquear. —No puedo, no puedo, no puedo Gertrude, volvamos a casa...
Pudo haberlo hecho claro, pero Madame Savary salió a su encuentro y más que afectuosa le dio la bienvenida. Era de las primeras en llegar y entre los presentes se encontraban Alizee Feraud, otra bailarina de ballet y Andreas Picard, un joven pintor que tenía deseos de retratarla, hasta ese momento, eran ellos dos con los que mejor se había identificado y con los que de hecho, intercambiaba misivas cada tanto; Alizze era una chica de dieciocho años cuyo marido la dejaba bailar libremente, formaban un matrimonio desigual bastante bien formado, ella le tenía estima y él parecía guardarle cariño real, a pesar de llevarle tantos años. Andreas en cambio, era un joven de muy baja cuna pero con un talento increíble, Madame Savary era su mecenas desde que tenía doce años y gracias a ella el chiquillo no se murió de hambre ni de enfermedades por la miseria, le pagaba una habitación modesta en una buhardilla de clase media, además de todo lo que necesitara, regocijándose por cada logro y cuadro que lograba vender y admirar. Al verlos, se adelantó para saludarlos con un par de besos en cada mejilla y estrechar sus manos.
—¿Es verdad que serás tú quien cante hoy a la Contessa?—, preguntó Andreas, interesado en escucharla por fin. Menos mal llevaba carboncillo y papel, quizás podría tomar de ahí la idea para poder comenzar ese cuadro que tanto deseaba.
Fleur, pálida, asintió y comenzó a abanicarse, sintiendo el rojo subirle por las mejillas. —¿Quién te lo ha dicho? Dios, ahora todos saben, se me saldrá un suspiro o algo, estoy segura—, comenzó a temblar; Alizee, riendo, solamente la abrazó y negó, frotando su brazo. —Tranquila, contessa—, la llamó cariñosamente como su personaje favorito de las Bodas de Fígaro. —Lo harás magnífico, yo estaría más preocupada por Madame Savary que querrá que le cantes todos los días y a toda hora.
Los tres rieron de buena gana, no en burla, pero Madame Savary era famosa por encapricharse por los nuevos talentos y no soltarlos por mucho tiempo. A falta de hijos, ella tenía artistas, arte y dinero, posibilidades varias. Mientras conversaban, escucharon el barullo de voces masculinas y jóvenes, más artistas, vieron llegar a Jerome, Florent, Jules y un rostro nuevo, precioso, Alizee, fascinada por aquella nueva adquisición, volteó a ver a sus amigos y sonrió cómplice. —¿Qué hará él? Tiene sino de pintor—, comentó Andreas, saludando con un gesto a Jules, colega suyo.
—Ahí va Madame Savary con ellos—, advirtió Fleur, mientras movía las manos nerviosamente; quería acercarse a Jerome para que la acompañara con su violín pero cayó presa de un fuerte mareo que la impidió por un rato, hasta que se recuperó y pudo ver como Monsieur Savary los comenzaba a convocar hacia el saló de música, dónde comenzaría todo.
Fleur du Bouëxic de Guich- Hechicero Clase Alta
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Fecha de inscripción : 26/02/2018
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Re: aut delectare aut prodesse est {Fleur du Bouëxic de Guich}
Mientras que en su pequeño grupo Jules solía ser el líder, cuando se trataba de eventos de sociedad y tratar con damas de alta cuna, Jerome era siempre el encargado de guiar a los otros jóvenes. Criado en los mejores palacios y salones de europa, siempre siguiendo a su padre, quien había actuado de cónsul por años para la corte francesa, Jerome resultaba siempre el perfecto caballero, besando las manos de las damas que acercaban a ellos y presentandolas a sus acompañantes y manteniéndolos en línea, como un domador con un grupo de leones de circo. Y en el momento que Madame Savary se acercó el Joven Jerome les mando una mirada de advertencia, como si estuviera suplicando que se comportasen.
Jerome besó la mano de la mujer de forma galante, dando paso a sus compañeros. Jules haciendo un truco de manos, le entregó una rosa perfecta a su anfitriona besando su mano, haciéndola reír de forma cantarina, mientras que Florent, quien había conocido a Madame Savary desde que no era más que un niño beso su mejilla, intercambiando noticias sobre sus padres y conocidos en común. Por último la mujer se fijó en el Joven Angele, quien parecía estar intentando pasar desapercibido ante los brillantes ojos de la mujer.
-¿Este el el joven del que tanto me has hablado Florent? -madame se tocó la barbilla con su abanico, curiosa.
Laurent asintìo -Sí Madame. - Extendió el brazo hasta Angele- Angele, esta es una vieja amiga de la familia, Madame Savary, la encantadora anfitriona de estas pequeñas tertulias; Madame, este es Angele Nïm, poeta, cantante y de vez en cuando artista.
-No tan vieja, estoy seguro -comentó besando la mano de la mujer, haciendo una pequeña reverencia, intentando recordar sus modales- Un verdadero placer conocerla Madame, es una pena que no nos hayamos conocido antes.
La mujer volvió a reír encantada ante el comentario de Angele - Todo lo que vale la pena se hace esperar Joven, estoy segura que he ahora en adelante nos veremos más a menudo.
Angele no dijo nada, pues no deseaba hacer promesas que no podía cumplir, aunque todas y cada una de las fibras de su ser deseasen volver al lugar, los pocos minutos que había conocido a la mujer lo tenían encantado, Madame Savary tenía una presencia hipnótica, como una llama que atraía a polillas y mariposas por igual. Madame era el Sol y el resto de artistas en su corte eran los planetas orbitando a su alrededor.
En el momento que Monsieur Savary convocó a la pequeña corte de Artistas, Jules ofreció su brazo a la elegante señora y la acompañó hasta la ala, mientras que Florent y Jerome escoltaban a Angele, señalando discretamente diferentes artistas, diciendo quien es quien para que no terminase perdido e hiciera el ridículo.
La belleza de cabello oscuro que era Lily Vasilievna, una heredera rusa aficionada a la filosofía, Wylen Van Den Berg, el arpista de apenas diecinueve años que se había casado hacía poco con una viuda quince años mayor que él y por supuesto Justine Balzac, la sensación del momento en los palcos, aunque joven y de cuna humilde se había convertido en una actriz notable y actuado en privado para la familia real. Todos ellos resultaban impresionantes y Angele, se sentía pequeño, insignificante e inadecuado.
En cuanto entraron en la sala, Jerome abandono a Florent y Angele para encontrarse con unos conocidos suyos, indicandoles que volvería pronto.
-Jerome está enamorado - Florent sonreía de oreja a oreja, señalando al trío que Fleur, Alizée y Andreas formaban.
Angele riò entre dientes, incrédulo -¿Jerome?¿El mismo Jerome que solo se interesa por sus clases y su Violín? ¿Nuestro Jerome?
Resultaba difícil de creer, pues durante los meses en los cuales Angele habìa hecho amistad con Jerome este no habìa mirado a nadie por màs de tres segundos, la idea que el joven estuviese enamorado le resultaba ridìcula.
Florent alzó las cejas y bajó la voz de forma conspiratoria -Mademoiselle Fleur du Bouëxic - Dijo, señalando a la más joven de los miembros del trío -Dicen por ahí que no está disponible pero… -Se encogiò de hombros- La esperanza es lo último que se pierde.
-En ese caso, tal vez…
Antes de que pudiese terminar, Madame Savary y su Esposo llamaron la atención de todos los jóvenes, listos para anunciar las atracciones de la tarde.
Jerome besó la mano de la mujer de forma galante, dando paso a sus compañeros. Jules haciendo un truco de manos, le entregó una rosa perfecta a su anfitriona besando su mano, haciéndola reír de forma cantarina, mientras que Florent, quien había conocido a Madame Savary desde que no era más que un niño beso su mejilla, intercambiando noticias sobre sus padres y conocidos en común. Por último la mujer se fijó en el Joven Angele, quien parecía estar intentando pasar desapercibido ante los brillantes ojos de la mujer.
-¿Este el el joven del que tanto me has hablado Florent? -madame se tocó la barbilla con su abanico, curiosa.
Laurent asintìo -Sí Madame. - Extendió el brazo hasta Angele- Angele, esta es una vieja amiga de la familia, Madame Savary, la encantadora anfitriona de estas pequeñas tertulias; Madame, este es Angele Nïm, poeta, cantante y de vez en cuando artista.
-No tan vieja, estoy seguro -comentó besando la mano de la mujer, haciendo una pequeña reverencia, intentando recordar sus modales- Un verdadero placer conocerla Madame, es una pena que no nos hayamos conocido antes.
La mujer volvió a reír encantada ante el comentario de Angele - Todo lo que vale la pena se hace esperar Joven, estoy segura que he ahora en adelante nos veremos más a menudo.
Angele no dijo nada, pues no deseaba hacer promesas que no podía cumplir, aunque todas y cada una de las fibras de su ser deseasen volver al lugar, los pocos minutos que había conocido a la mujer lo tenían encantado, Madame Savary tenía una presencia hipnótica, como una llama que atraía a polillas y mariposas por igual. Madame era el Sol y el resto de artistas en su corte eran los planetas orbitando a su alrededor.
En el momento que Monsieur Savary convocó a la pequeña corte de Artistas, Jules ofreció su brazo a la elegante señora y la acompañó hasta la ala, mientras que Florent y Jerome escoltaban a Angele, señalando discretamente diferentes artistas, diciendo quien es quien para que no terminase perdido e hiciera el ridículo.
La belleza de cabello oscuro que era Lily Vasilievna, una heredera rusa aficionada a la filosofía, Wylen Van Den Berg, el arpista de apenas diecinueve años que se había casado hacía poco con una viuda quince años mayor que él y por supuesto Justine Balzac, la sensación del momento en los palcos, aunque joven y de cuna humilde se había convertido en una actriz notable y actuado en privado para la familia real. Todos ellos resultaban impresionantes y Angele, se sentía pequeño, insignificante e inadecuado.
En cuanto entraron en la sala, Jerome abandono a Florent y Angele para encontrarse con unos conocidos suyos, indicandoles que volvería pronto.
-Jerome está enamorado - Florent sonreía de oreja a oreja, señalando al trío que Fleur, Alizée y Andreas formaban.
Angele riò entre dientes, incrédulo -¿Jerome?¿El mismo Jerome que solo se interesa por sus clases y su Violín? ¿Nuestro Jerome?
Resultaba difícil de creer, pues durante los meses en los cuales Angele habìa hecho amistad con Jerome este no habìa mirado a nadie por màs de tres segundos, la idea que el joven estuviese enamorado le resultaba ridìcula.
Florent alzó las cejas y bajó la voz de forma conspiratoria -Mademoiselle Fleur du Bouëxic - Dijo, señalando a la más joven de los miembros del trío -Dicen por ahí que no está disponible pero… -Se encogiò de hombros- La esperanza es lo último que se pierde.
-En ese caso, tal vez…
Antes de que pudiese terminar, Madame Savary y su Esposo llamaron la atención de todos los jóvenes, listos para anunciar las atracciones de la tarde.
Angele Nïm- Prostituto Clase Media
- Mensajes : 41
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Re: aut delectare aut prodesse est {Fleur du Bouëxic de Guich}
El trío conformado por Alizee, Andreas y Fleur siguió a los demás hacia el salón de música. Una vez ahí, fue él quien hizo señas a Jerome para que acudiera a su encuentro, debía conocer la partitura y no habría mayores aspavientos, así que Fleur le pidió que la acompañara en el par de piezas que iba a interpretar, él aceptó antes de que ella concluyera su petición y tanto Alizee como Andreas compartieron cómplices miradas y sonrisas. —Gracias, Jerome, te prometo una invitación a tomar el té en mi casa cuando gustes—, mencionó Fleur, aceptando que él tomara su mano y dejara un beso suave en el dorso de ésta. Ambos avanzaron hacia los Savary y fue Madame quién presentó a Fleur y al joven Jerome (lo cual la sorprendió gratamente), anunciando que esa tarde serían todos los presentes, los primeros en escucharla interpretar: —Mademoiselle Fleur du Bouëxic de Guich ha sido una amiga entrañable para mi esposo y para mí, ustedes la han visto casi siempre en estas tertulias, compartiendo no solo su amistad sino también sus opiniones, hoy compartirá un pequeño secreto con todos nosotros...
Un par de halagos más que se extendieron hacia el excelso violinista y al finalizar, después de las exclamaciones de emoción, Fleur avanzó hacia el centro, donde un clavecín reinaba, posó la mano en el borde del lujoso acabado e hizo una suave reverencia a todos. Tenía las mejillas encendidas y se notaba el nerviosismo que la embargaba en la forma en la que sus manos, pequeñas y pálidas, temblaban suavemente a pesar de la firmeza con la que se aferraba al instrumento y la otra, escondida entre los pliegues de su vestido de reina. Fue Jerome quien comenzó a su petición, haciendo sonar el violín de mantequilla de la casa Savary bajo sus dedos ágiles y maestros; el ambiente del lugar se tornó dulce y Madame Savary cerró los ojos, disfrutando de aquella bellísima interpretación a un solo violín de Porgi Amor, del maestro Mozart, muerto hacia poco tiempo, lo cual la sumió en un profundo dolor que pudo aminorar gracias a la compra de varias partituras suyas a su pobre viuda. Pensaba en eso y en otras cosas, acompañando a imaginación con los otros instrumentos, sintiendo que faltaban, cuando de improvisto, ante la ausencia de clarinetes, la voz de Fleur se alzó por encima de las notas dulces del violín. Tenía los ojos abiertos, cristalinos por un llanto quizás de nervios, pero con el temple de su padre que la mantuvo de pie, ya con ambas manos a la altura de su vientre.
No hicieron falta artificios de ningún tipo, ni sortilegios ni nada más, su voz, indómita aún dentro de la mesura, inundó el recinto y resonó en las cajas torácicas del matrimonio Savary y los presentes. Alizee, que ya la había escuchado una vez, se sintió de nuevo sobrecogida y apretó con fuerza el brazo de Andreas quien sonreía enternecido, pues conocía a Fleur y sabía que esa calma no era más que una mera apariencia. Sin embargo, no falló en ninguna nota, dando las más altas con total control de su voz. Su rostro reflejó la ternura inmensa de las palabras que el maestro Mozart había plasmado en dicha aria, la esperanza y el amor inmenso, aunque también la pena. Al terminar, su voz quedó aún bailando en el silencio que reinó, roto apenas por un suspiro de Madame Savary. Fleur sintió que se le doblaban las rodillas, pero estaba tan tiesa que apenas pudo moverse, intentando que su alma le volviera al cuerpo para poder moverse. Jerome, quien notó eso, se acercó y le sonrió, regalándole un pequeño beso en la mejilla que ella aceptó gustosa. Madame Savary se levantó entonces dándole otro beso en la mejilla y la abrazó.
—Eso fue bellísimo, si el maestro Mozart viviera te abrazaría y levantaría en brazos, te lo aseguro, mon petit amie—, dijo Madame Savary, acercándose también a Jerome a quien también felicitó por su perfecto acompañamiento. Interpretaron una pieza más y después de los agradecimientos, se dejó que los invitados abandonaran el salón de música. Alrededor de Fleur se formó un pequeño círculo de jóvenes que la felicitaron y fueron Alizee y Andreas quienes la salvaron para que tomara un poco de aire. Después de abrazarla, la llevaron fuera donde Jerome estaba con sus amigos, él, con más confianza ahora hacia ella, la tomó de la mano (libertad que ella había admitido en agradecimiento) y la llevó hacia ellos para presentarlos. —El placer es todo mío—, respondió amable, haciendo una reverencia suave, notando al chico nuevo que antes les había llamado la atención. —Usted es la primera vez que viene, ¿no es así? Espero que disfrute muchísimo estas reuniones y verlo acá con mayor regularidad.
Un par de halagos más que se extendieron hacia el excelso violinista y al finalizar, después de las exclamaciones de emoción, Fleur avanzó hacia el centro, donde un clavecín reinaba, posó la mano en el borde del lujoso acabado e hizo una suave reverencia a todos. Tenía las mejillas encendidas y se notaba el nerviosismo que la embargaba en la forma en la que sus manos, pequeñas y pálidas, temblaban suavemente a pesar de la firmeza con la que se aferraba al instrumento y la otra, escondida entre los pliegues de su vestido de reina. Fue Jerome quien comenzó a su petición, haciendo sonar el violín de mantequilla de la casa Savary bajo sus dedos ágiles y maestros; el ambiente del lugar se tornó dulce y Madame Savary cerró los ojos, disfrutando de aquella bellísima interpretación a un solo violín de Porgi Amor, del maestro Mozart, muerto hacia poco tiempo, lo cual la sumió en un profundo dolor que pudo aminorar gracias a la compra de varias partituras suyas a su pobre viuda. Pensaba en eso y en otras cosas, acompañando a imaginación con los otros instrumentos, sintiendo que faltaban, cuando de improvisto, ante la ausencia de clarinetes, la voz de Fleur se alzó por encima de las notas dulces del violín. Tenía los ojos abiertos, cristalinos por un llanto quizás de nervios, pero con el temple de su padre que la mantuvo de pie, ya con ambas manos a la altura de su vientre.
No hicieron falta artificios de ningún tipo, ni sortilegios ni nada más, su voz, indómita aún dentro de la mesura, inundó el recinto y resonó en las cajas torácicas del matrimonio Savary y los presentes. Alizee, que ya la había escuchado una vez, se sintió de nuevo sobrecogida y apretó con fuerza el brazo de Andreas quien sonreía enternecido, pues conocía a Fleur y sabía que esa calma no era más que una mera apariencia. Sin embargo, no falló en ninguna nota, dando las más altas con total control de su voz. Su rostro reflejó la ternura inmensa de las palabras que el maestro Mozart había plasmado en dicha aria, la esperanza y el amor inmenso, aunque también la pena. Al terminar, su voz quedó aún bailando en el silencio que reinó, roto apenas por un suspiro de Madame Savary. Fleur sintió que se le doblaban las rodillas, pero estaba tan tiesa que apenas pudo moverse, intentando que su alma le volviera al cuerpo para poder moverse. Jerome, quien notó eso, se acercó y le sonrió, regalándole un pequeño beso en la mejilla que ella aceptó gustosa. Madame Savary se levantó entonces dándole otro beso en la mejilla y la abrazó.
—Eso fue bellísimo, si el maestro Mozart viviera te abrazaría y levantaría en brazos, te lo aseguro, mon petit amie—, dijo Madame Savary, acercándose también a Jerome a quien también felicitó por su perfecto acompañamiento. Interpretaron una pieza más y después de los agradecimientos, se dejó que los invitados abandonaran el salón de música. Alrededor de Fleur se formó un pequeño círculo de jóvenes que la felicitaron y fueron Alizee y Andreas quienes la salvaron para que tomara un poco de aire. Después de abrazarla, la llevaron fuera donde Jerome estaba con sus amigos, él, con más confianza ahora hacia ella, la tomó de la mano (libertad que ella había admitido en agradecimiento) y la llevó hacia ellos para presentarlos. —El placer es todo mío—, respondió amable, haciendo una reverencia suave, notando al chico nuevo que antes les había llamado la atención. —Usted es la primera vez que viene, ¿no es así? Espero que disfrute muchísimo estas reuniones y verlo acá con mayor regularidad.
Fleur du Bouëxic de Guich- Hechicero Clase Alta
- Mensajes : 119
Fecha de inscripción : 26/02/2018
Localización : París, Francia
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Re: aut delectare aut prodesse est {Fleur du Bouëxic de Guich}
La voz de la joven Fleur era hermosa, clara como el cristal y salvaje como un arroyo en primavera. Angele podría haberla escuchado por horas, encantado por su delicadeza y talento. Angele nunca había estado en un teatro lujoso o en una casa de ópera, pero se imaginaba que ninguna de las divas y prima donnas podían compararse con ella. Fleur, con su porte delicado y pálido parecía una sirena, un ser mitológico llamando a los asistentes y hechizando con su voz. Muchos de los asistentes tenían los ojos bañados por lágrimas. Al otro lado de la sala, Jules lloraba de forma poco discreta y aun así encantadora. Una belleza casi beatífica, como uno de los santos penitentes en las iglesias, mientras que a su lado, Florent, aunque llorando de forma un poco más discreta parecía un sapo hinchado.
Angele no lloraba. La última vez que había llorado había sido en su primera noche en el burdel, después de eso se prometió a sí mismo nunca mostrar ese tipo de debilidad. Aun así, esa voz le había causado un nudo en la garganta. Parecìa imposible que tanto talento cupiese dentro de una figura tan pequeña.
Cuando su primera canciòn terminó, Angele cogió a Florent por la muñeca, guiandolo hasta donde estaba Jules, quien estaba secándose las lágrimas. -Florent, llorar no te sienta nada bien -dijo, cogiéndolo por la barbilla y secando sus lágrimas con su pañuelo, dándole unas palmaditas en la mejilla.
Florent respondió con un gesto extremadamente grosero antes de darle un golpe en el brazo para que cerrase la boca y escuchase el segundo número. Esta vez la canciòn era màs animada, casi una melodía popular, y aun asì la voz de la muchacha había convertido la melodía en algo casi sacrosanto.
- Parece que Jerome va a pedirle matrimonio ahí mismo- La canciòn habìa terminado y una docena de invitados se habìan reunido alrededor de la pareja - Como si una du Bouëxic furse a mirarlo màs de dos veces.
-No seas cruel Jules -murmuró Florent, tomando la copa de vino de fresa que uno de los criados estaba ofreciéndoles ya fuera de la sala de música- Es deselegante.
-Teniendo en cuenta la familia de Jerome no entiendo porque Mademoiselle du Bouëxic no se interesa por el - Angele aceptó la copa que Jules le ofrecìa, llevandosela a los labios- ¿No es Jerome casi parte de la nobleza?
-Si la Dinastía Orleans estuviese en poder de francia nuestro querido Jerome serìa el número Veintidós en la lìnea del trono.
-Exacto, Si estuviesen en el poder - Jules alzó a mano, llamando la atenciòn de Jerome para que se acercarse a ellos, mientras continuaba cotilleando de forma cruel- ¿Hoy en dia? Su familia está sobre la cuerda floja.
Florent se trago el comentario que tenía intención de dirigir a Jules Y se dió la vuelta, sonriendo a Jerome y su acompañante, inclinando la cabeza ligeramente hacia la muchacha.
-Dudo mucho que lo veáis por aquí, Angele es… -Florent suspiro pesadamente, cogiendo a JUles por el brazo antes de que pudiese continuar, llevándoselo para encontrarse con Andreas para que pudiesen discutir arte juntos y lo mantuviese entretenido y fuera de problemas por un rato.
-Si en todas las reuniones traen a Sirenas como usted mademoiselle, dudo mucho que pueda resistirme a aparecer - Colocó su copa sobre el aparador a su derecha antes de continuar - Su interpretaciòn del maestro Mozart ha sido sublime. Las bodas de Fígaro nunca han sido mi favoritas, pero usted me ha encantado. -Sonrìo de forma encantadora, dirigiéndose a Jerome ahora, quien habìa fruncido los labios ante el disgusto de Angele por Mozart- No seas así, sabes muy bien que mi corazón pertenece a Gluck -Bajó la voz, como si estuviese contando un secreto a Fleur - ¿Cual de los dos prefiere usted Mademoiselle du Bouëxic? No pongamos compositor contra compositor, eso serìa injusto, pero… ¿Tal vez opera contra ópera?
Jerome bufó de una forma poco característica de él - No tengo intención de comenzar esta discusión otra vez. Las bodas de Fígaro es Superior a Orphee et Eurydice
Angele se llevò una mano al pecho, fingiendo estar herido y ladeo la cabeza, esperando que la joven diese su opinión en el tema. sin duda era un asunto que tanto Jerome como él habían discutido innumerables veces, y tal vez una nueva perspectiva terminase con la discusión de un vez por todas. O terminase echando más leña al fuego. Las dos opciones resultaban extremadamente prometedoras.
Angele no lloraba. La última vez que había llorado había sido en su primera noche en el burdel, después de eso se prometió a sí mismo nunca mostrar ese tipo de debilidad. Aun así, esa voz le había causado un nudo en la garganta. Parecìa imposible que tanto talento cupiese dentro de una figura tan pequeña.
Cuando su primera canciòn terminó, Angele cogió a Florent por la muñeca, guiandolo hasta donde estaba Jules, quien estaba secándose las lágrimas. -Florent, llorar no te sienta nada bien -dijo, cogiéndolo por la barbilla y secando sus lágrimas con su pañuelo, dándole unas palmaditas en la mejilla.
Florent respondió con un gesto extremadamente grosero antes de darle un golpe en el brazo para que cerrase la boca y escuchase el segundo número. Esta vez la canciòn era màs animada, casi una melodía popular, y aun asì la voz de la muchacha había convertido la melodía en algo casi sacrosanto.
- Parece que Jerome va a pedirle matrimonio ahí mismo- La canciòn habìa terminado y una docena de invitados se habìan reunido alrededor de la pareja - Como si una du Bouëxic furse a mirarlo màs de dos veces.
-No seas cruel Jules -murmuró Florent, tomando la copa de vino de fresa que uno de los criados estaba ofreciéndoles ya fuera de la sala de música- Es deselegante.
-Teniendo en cuenta la familia de Jerome no entiendo porque Mademoiselle du Bouëxic no se interesa por el - Angele aceptó la copa que Jules le ofrecìa, llevandosela a los labios- ¿No es Jerome casi parte de la nobleza?
-Si la Dinastía Orleans estuviese en poder de francia nuestro querido Jerome serìa el número Veintidós en la lìnea del trono.
-Exacto, Si estuviesen en el poder - Jules alzó a mano, llamando la atenciòn de Jerome para que se acercarse a ellos, mientras continuaba cotilleando de forma cruel- ¿Hoy en dia? Su familia está sobre la cuerda floja.
Florent se trago el comentario que tenía intención de dirigir a Jules Y se dió la vuelta, sonriendo a Jerome y su acompañante, inclinando la cabeza ligeramente hacia la muchacha.
-Dudo mucho que lo veáis por aquí, Angele es… -Florent suspiro pesadamente, cogiendo a JUles por el brazo antes de que pudiese continuar, llevándoselo para encontrarse con Andreas para que pudiesen discutir arte juntos y lo mantuviese entretenido y fuera de problemas por un rato.
-Si en todas las reuniones traen a Sirenas como usted mademoiselle, dudo mucho que pueda resistirme a aparecer - Colocó su copa sobre el aparador a su derecha antes de continuar - Su interpretaciòn del maestro Mozart ha sido sublime. Las bodas de Fígaro nunca han sido mi favoritas, pero usted me ha encantado. -Sonrìo de forma encantadora, dirigiéndose a Jerome ahora, quien habìa fruncido los labios ante el disgusto de Angele por Mozart- No seas así, sabes muy bien que mi corazón pertenece a Gluck -Bajó la voz, como si estuviese contando un secreto a Fleur - ¿Cual de los dos prefiere usted Mademoiselle du Bouëxic? No pongamos compositor contra compositor, eso serìa injusto, pero… ¿Tal vez opera contra ópera?
Jerome bufó de una forma poco característica de él - No tengo intención de comenzar esta discusión otra vez. Las bodas de Fígaro es Superior a Orphee et Eurydice
Angele se llevò una mano al pecho, fingiendo estar herido y ladeo la cabeza, esperando que la joven diese su opinión en el tema. sin duda era un asunto que tanto Jerome como él habían discutido innumerables veces, y tal vez una nueva perspectiva terminase con la discusión de un vez por todas. O terminase echando más leña al fuego. Las dos opciones resultaban extremadamente prometedoras.
Angele Nïm- Prostituto Clase Media
- Mensajes : 41
Fecha de inscripción : 19/03/2018
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