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PARÍS, FRANCIA
AÑO 1842

Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.

Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.

¿Estás dispuesto a regresar más doscientos años atrás?



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Mensaje por Höor Cannif Vie Abr 06, 2018 4:36 am

Danielle estaba que fumaba literalmente en pipa, con mi "aprobación" y una ayuda de "falsificación" de documentos sobre la pertenencia de Beth que en Grecia era esclava. Ahora Beth, pertenecía a Alrek y ambos habían viajado a Grecia para que mi hija pudiera conocer sus raíces, algo que para mi era importante pero que a Dani le parecía la peor de las ideas. Sabía que tarde o temprano se desataría la tempestad en nuestra habitación, ella alegaba que si le pasaba algo a Beth seria responsabilidad mía, porque había actuado a sus espaldas y allí solo era una esclava, pero yo no estaba de acuerdo en ninguna de sus palabras.. Alrek quería a Beth, confiaba en ese chico que había visto crecer, desde niños les dimos alas para volar y ahora ¿quería acaso que se las cortara? era decisión de Beth y estaba tomada.

Ese día entrenaba con Ulf en el patio de armas a unos muchachos jóvenes, mi humor estaba irascible, por supuesto llevaba una semana que no me dejaba follar con ella, su castigo al parecer por mi afrenta y las bromas de Ulf no ayudaban. Lejos de tomármelas bien, como acostumbraba, hoy implicaban que los aceros chocaran rugiendo, buscando morder carnaza. Los jóvenes nos miraban a ambos boquiabiertos pues la pela lejos de ser lo que acostumbraba, un mero pachangueo, era el modo de desfogarme de mi "malestar" con Dani.*

Había recorrido un largo camino hasta Akershus portando una misiva de su madre, que falleció dos semanas antes por unas fiebres producidas tras el ataque de unos licántropos salvajes de Trondheim. Ahora sabían quién era su padre y venían a informarle de que Machteld había muerto y que apenas quedaban amazonas en el valle, se habian dispersado y era deseo de la antigua cabecilla que sus hijas emigraran a Akershus. Portaban sus petates ligeros que dejaron un segundo en el patio de armas para ver cómo se desenvolvían ambos hombres en la lucha. Dalka se cruzó de brazos y los observó concienzudamente, anotando mentalmente cada movimiento y cada gesto de aquellos dos. Suponía que el moreno sería el que les había legado el color de su pelo. Susurró por lo bajo a Aundria.

— No está mal para ser mayor y ser un conde.— porque ellas habían crecido sin necesitar a los hombres para defender y cazar en sus tierras, y al verlos, los inspeccionaban como algo exótico y raro.*


El camino había sido largo a pesar de no estar, precisamente, demasiado lejos, pero para asegurarse que nadie pudiera seguir su rastro a la inversa y localizar el valle en el que se criaron, las hermanas habían dado un buen rodeo hasta llegar a Akershus. Aundria venía con deseos de conocer al que era su padre, porque aunque no hubiesen oído hablar de él de boca de su madre hasta que ya fue muy tarde, la curiosidad era un rasgo que la envolvía por completo, igual que si fuese un gato.
Al detenerse en el patio de armas, se reclinó hacia Dalka, casi apoyándose hombro con hombro cuando la menor de las gemelas le susurró algo al oído a la otra. Una breve risa escapó de sus labios y fue suficiente para llamar la atención de algunos de los presentes. Se irguió, pasando una mano frente a su cara a modo de saludo.
-Ey, hola. ¿Qué tal la mañana?
Ni corta ni perezosa, ni mucho menos vergonzosa, Aundria iniciaba una conversación, haciendo que, ahora todos, las mirasen.*

Enarqué una ceja deteniendo el baile de aceros al escuchar la voz de las dos jóvenes a mi espalda y con mi antebrazo limpié las gotas de sudor que resbalaban por mi frente buscando a sus dueñas con al mirada.
-¿quienes sois? -pregunté sin mas mirando a Ulf de soslayo sin comprender demasiado.
Por sus ropas de sobra sabía que eran amazonas, hace tiempo que no veía a Machteld la jefa del clan, pero que estuvieran allí dos de sus amazonas solo podía implicar que estaban en problemas.
Machteld me hubiera enviado un cuervo de poder hacerlo, siempre mantuvimos dentro de nuestras posibilidades una relación por misivas, así que me sorprendía esta visita. Ulf y yo nos acercamos a ellas con el semblante tenso ¿no habría un día de paz en Akershus?
-¿que os trae por aquí amazonas?*

Dalka se cuadró cuando los dos hombres se acercaron con semblante tenso y miró a su hermana, normalmente ella era la que solía llevar la voz cantante en todos los aspectos, porque era más arrojada y no se cortaba cuando había que hablar, pero a ella le costaba un poco más. Se tensó algo incómoda y como no sabía cómo hacerlo bonito ni como decirlo de otra forma para quedar bien, simplemente optó por la solución más práctica. Le tendió la carta de Machteld sin decir ni mu.*


Última edición por Höor Cannif el Miér Mayo 30, 2018 4:26 pm, editado 2 veces
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Mensaje por Aundria Cannif Vie Abr 06, 2018 4:43 am

Aundria ladeó la cabeza sin perder la sonrisa, no entendía por qué los hombres portaban un semblante tan serio cuando ella tenía aquella mueca en la cara. Observó a su hermana que, como siempre, se mostró tensa y evasiva. Le vio tender la carta, pero como esperar a que la leyeran prolongaría las cosas, Puso una mano sobre la de ella e hizo que bajara el papiro.
-Nos traen unos ojos azules como estos.
Señaló los suyos propios y los de su gemela.
-Y un cabello recio y oscuro...
Se tocó un mechón y lo retorció lentamente entre sus dedos.
-Ah, sí, lo olvidaba, nos trae por aquí una noche de borrachera hace veinticinco años... ¿Te suena?
Volvió a sonreír, clavando su mirada lapislázuli en los orbes del conde Cannif.*

Las dos muchachas eran idénticas, como dos gotas de agua, la primera ante mi pregunta y en un silencio abismal elevó una misiva que de seguro me traería respuestas. Alcé mi diestra para atrapar la nota cuando la segunda intervino haciendo que su hermana bajara la mano dejando en vilo la mía. Enarqué una ceja llevando mis pardos a sus azules, su descripción de los hechos que las traían aquí no tenía sentido ninguno para mi, ninguno hasta que me habló de aquella noche de borrachera hacía 25 años.
-¿Sois hijas de Machteld? -apunté perspicaz dándome cuenta que la pregunta correcta era mas bien otra.

Ulf se acercó a ellas y tomó el pelo de la callada que lo miró con cara de no entender que estaba haciendo, llevó su nariz al cabello y después la paseó por su cuello cerrando los ojos antes de ladear la sonrisa y elevar la mirada hasta mis inquisitivos pardos.
-Son tus hijas conde ¿les preparamos una habitación? creo que podemos montar una horda cannif y estamparla mañana contra el portón de Randulf con clara ventaja.*

Dalka se retiró unos pasos cuando Ulf la cogió del pelo, no lo conocía de nada y no permitía que nadie la tocara así como así. Se llevó la mano al cinto en un acto instintivo sacando el sai y sosteniéndolo frente a él. Aundria puso la mano sobre el brazo de su hermana, poniendo paz.

— No te acerques.— podría haberle dicho las razones de por qué no debía acercarse, podría haberlo amenazado, o decirle al conde que no querían una maldita habitación, que sólo venían porque eran las últimas voluntades de su madre, pero sólo le salió eso, porque era desconfiada y no le había gustado que el rubio se tomara esas confianzas.*

En cuanto el hombre rubio se acercó a su hermana, Aundria ya supo cómo reaccionaría, así que enseguida detuvo el brazo ajeno, evitando así una escabechina.
-Es mejor no tocar a una amazona sin permiso. Estoy segura que en el fondo lo sabes.
Llevó la cabeza hacia el otro lado, entrecerrando la mirada que volvía a estar clavada en el conde.
-Como dice tu amigo, somos tus hijas. Venimos porque fue la última voluntad de nuestra madre.
Eso dejaba claro que Machteld había fallecido y evitaba algunas preguntas más que podrían suscitarse al respecto.
-Una habitación estaría muy bien, llevamos días caminando y me muero por tumbarme sobre algo más blando que unas ramas secas. También me gustaría comer algo, tengo hambre.
Miró a Dalka que fruncía el ceño, disconforme con las decisiones de la alocada de su hermana mayor. Pero ella siempre decía lo que quería, sin tapujos.*

El mechón de pelo se deslizó entre los dedos de mi general cuando la joven amazona se hizo a un lado llevando su mano al arma que portaba en su cinto. Ulf no hizo acopio de ir a por la propia, en el fondo podía desarmarla sin necesidad de ello.
-Si, se gastan tu genio y también tienen tu culo.- bromeó Ulf volviendo con una divertida sonrisa plantada en la cara para llevar su brazo por encima de mi hombro - a Dani le va a encantar la noticia -bromeó aprovechando para sacar a su gran amiga a colación.

Niels al que n ose le escapaba una llegó con esa peculiar sonrisa irresistible pintada en la cara.
-Buenos días preciosas, si necesitáis que os enseñe Akershus, mi habitación y mi cama es al final del día todo lo que va a importaros, pero por lo demás...podemos hacer el paripe.
-Son tus hermanas gañan -dije dandole un capon.
-No me jodas padre -dijo poniendo cara de asco -bueno, en ese caso -bienvenidas hermanas apuntó lanzando un brazo por encima del cuello de cada una.
-Suéltalas que no les gusta el contacto físico -le dije negando con la cabeza mientras llevaba mi diestra a mi rostro restregándola desed mi frente hasta mi mentón.
Nunca ella me había hablado de un embarazo, ni de hijas, aunque conociendo su cultura, no se ni de que me extrañaba…*
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Mensaje por Dalka Cannif Vie Abr 06, 2018 4:48 am

Dalka le dio un empujón a Niels, como bien habia dicho “su padre” no le gustaba el contacto físico. Se detuvo un instante mirando a Aundria con un “¿pero qué haces?” pintado en la cara. Como su gemela solía hacer lo que le salía de su santo higo, inspiró con fuerza y miró a los dos Cannifs y al rubio bocazas y guardó el sai con cierta ceremonia.

Por si os interesa, mi hermana se llama Aundria y yo Dalka. Lo digo por si alguien pregunta quién ha derribado el portón de Randulf al final del día.— elevó el mentón mirando a Ulf, citando sus propias palabras y desafiándolo silenciosamente con la mirada. Ningún hombre era más que una mujer, y ese cantamañanas ya había decidido que ellas serían menos sólo por ser chicas y llegar las últimas.*


Aundria se quedó en silencio por unos segundos, dejando que su hermana, ya que había tenido la osadía de hablar, prosiguiera con sus palabras. Estaba de acuerdo en lo que su gemela pensaba, porque aunque no pudieran leerse la mente, llevaban toda la vida juntas y se conocían tanto como a ellas mismas. Sólo con sus gestos, sus miradas, la posición de los hombros o los pies y el tono de voz, podían comprenderse a la perfección.
-Así podréis grabar nuestros nombres en una bonita estatua de dos amazonas terminando lo que no pudieron mil guerreros.
Añadió con cierto tono de broma. Sabía que ellas no podían con todo un ejército de engendros, pero eran tan válidas como cualquier hombre y mucho más que la mayoría.
-Entonces qué, ¿nos dais de comer o vamos a tener que despellejar a nuestro "hermano" para tener carne que asar en el fuego?*


Supongo que las dos tenían ese carácter Cannif que las convertía en unas bocazas de la misma índole que Niels, Aren, Ubbe, Hakon, Einar, Shelby...
-Bienvenidas a Akershus, ya tendréis tiempo de tumbar el porton de Randulf, pero de momento acompañarme dentro, os daré una habitación para que dejéis vuestras cosas y mandaré a preparar algo de carne de lo que vuestros hermanos han cazado esta mañana.

Niels que ya tenia la verga fuera les enseñaba que trozo de carne podían cocinar a fuego lento mas tarde mientras Ubbe y Einar se descojonaban espada en mano desde el patio de armas.
-Aquel es Ubbe vuestro primo y el gañan de al lado, Einar, vuestro hermano -este ultimo hizo una reverencia de esas que había aprendido en el colegio ingles y que usaba como practica forma de tomar el pelo a propios y extraños-...ya os presentaré al resto -dije señalándoles con la mano el camino a tomar para ir a palacio.
-¡Seguid que Randulf no descansa y tampoco nosotros! -gruñí caminando con mis dos nuevas hijas rumbo a casa...
Sabía que el roce hacía el cariño y no pensaba agobiarlas, las cosas surgirían por si solas con el tiempo.*


~^~^~^~^~^~^~^~^~^~^~^~^~^~^~^~^~^~^



Unas semanas después…


Al principio todo era nuevo, desde las habitaciones y la comida, a las costumbres, horarios y trato con la gente. Había muchos hombres, algo inusual para ellas. Altos, bajos, delgados o gorditos, morenos o rubios…los miraban a todos y después comentaban, porque no habían visto tanta variedad salvo en alguna que otra batalla y en ese momento no se paraban a admirar el ganado, tenían que matar y defender.

Höor las había puesto a entrenar con todos los demás hermanos y con los hijos de Ulf, en definitiva con los jóvenes que aún precisaban entrenamiento. Un día bajaron al puerto porque Danielle las invitó a subir a bordo del buque Inferno, la impresionante nave de 72 cañones, y las gemelas nunca habían subido a un barco, con lo cual la visita les alucinó aunque Dalka se mareó un poco, no estaba acostumbrada al vaivén del mar, que sólo había visto una vez. De inmediato le gustó la Almirante Morgan, una mujer decidida, autoritaria y con las ideas muy claras, le recordaba a su madre, y desde el principio la extranjera las trató sin tonterías ni recelo, como dos más, igual que su hija adoptiva Bethania. Dalka se empapaba de las costumbres, los gestos y las formas de hacer y de pensar de los Cannif y de los habitantes de Akershus, y Aundria por el contrario, se encargaba de hacer amigos y de averiguar los sitios a los que valía la pena ir y con quién. Ella era la sociable de las dos.*


Última edición por Dalka Cannif el Vie Abr 06, 2018 5:22 pm, editado 2 veces
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Mensaje por Reidar Blodoks Vie Abr 06, 2018 4:55 am

A Aundria no le costó lo más mínimo adaptarse al lugar, las costumbres ni la compañía. Era una chica lanzada, sin tapujos y que decía las cosas tal cuál las sentía, por lo que le resultó muy sencillo volverse una más en una ciudad llena de bárbaros que hacían lo que les venía en gana a su manera y sin temer las represalias. Por contra, su hermana, se había dedicado a estudiar el entorno y la situación, algo a lo que estaba muy acostumbrada y en lo que era toda una experta. Dalka era la sensata, la que meditaba y se tomaba su tiempo para las cosas.

El día que pisaron el buque Inferno, las dos alucinaron. Jamás se habían subido a nada tan grande que se moviera y aunque el vaivén de la mar mareó a la menor de las gemelas, hizo que la mayor se emocionara como si cabalgara a pelo sobre su vieja yegua. La relación con Danielle, la pareja de su padre, había sido muy buena, se habían caído bien mutuamente desde el principio y, además, les recordaba a su madre a la que, aunque lo ocultaran bajo capas de rudeza amazónica, añoraban.

Con los hermanos Cannif, no había habido muchos percances, excepto algunas muestras de exhibicionismo innecesarias, se habían tomado las cosas bien. No las veían como intrusas, al contrario, las trataban como a dos más de la familia y eso era de agradecer.*


Tras la muerte de mi padre, el condado de Blodoks se tambaleaba, Randulf había empezado a tocar mis murallas con su larga y arrugada verga y no paraba de encularme con las aberraciones que parecía sacarse de la manga, así que hice caso al consejo, un grupo de viejas oráculos, que si bien cierto no estaban buenas, eran bastante practicas y con un par de escupitajos en la mano y con la suficiente inteligencia como para entender sus acertijos tomé un pequeño séquito de hombres mas que dispuestos a enfrentar el peligro y puse rumbo a Akershus, allí residía mi esperanza y saber de que pasta estaba hecho el conde Cannif era para mi todo un reto.
La vieja oraculo tuerta me había dicho en plan místico que una boda sella mejor que las palabras las alianzas, así que estaba mas que decidido a bailar con la mas fea si con eso me llevaba a mi casa a los guerreros rebeldes que me ayudarían a proteger mis fronteras.
Había escuchado hablar de la belleza de las hijas de Höor, pero claro, los juglares que quisieran mantener la cabeza sobre sus hombros no iban a contar de las hijas del héroe que eran gordas malolientes y desagradables, no si querían mantener sobre su cuello las cabezas y en sus manos los laudes. Tras varias semanas cabalgando sin pausa las grandes murallas de Akershus se alzaron ante mis ojo azules, llegaba la hora de la verdad, de mis manos estaba el conseguir un acuerdo ventajoso para ambos, aunque tuviera que empeñar mi verga en el intento.*


Esa mañana entrenaban en el patio las dos amazonas con sus dagas especiales, Aundria las de tridente y Dalka los sais. Sus movimientos eran fluidos y veloces, dotados de una gran precisión, y como estaban acostumbradas a hacerlo todo juntas, parecía que estuvieran bailando. Se divertían, reían y soltaban algún que otro juramento cuando una rodilla tocaba suelo o una punta rozaba la piel. Höor la había estado observando y eran realmente fascinantes, parecían una sola persona dividida en dos cuerpos, porque además eran idénticas y no habían faltado las confusiones por no saber cuál de ellas era cada cual. Esto también dio para muchas bromas que las gemelas aprovecharon con alegría. Se detuvieron un segundo y Dalka miró a Aundria y miró a Höor y de nuevo a su hermana con media sonrisa en la cara, habían hablado algo, se traían algo entre manos y sin media palabra se dirigieron hacia el conde y cuando estaban cerca se pusieron en posición de guardia retándolo a un combate a tres. Tenía todas las de perder, porque ellas eran dos y con gran pericia en las armas cortas.*


A las gemelas les encantaba entrenar a diario, era una costumbre que tenían desde niñas y agradecían no perderla a pesar de encontrarse ahora en Akershus. Su estilo de lucha era rudo, pero no vulgar. Verlas pelear era como observar a dos (luego lo pienso). Sus pies se movían gráciles y ligeros, casi como si volaran a milímetros del suelo. Sus acciones eran rápidas y silenciosas, además, eran capaces de sincronizar hasta sus respiraciones. De pequeñas habían aprendido que la mejor táctica era la confusión y muchos enemigos desconocían que eran idénticas, así que usaban eso como una ventaja, y así era como los atacantes creyeran que se volvían locos cuando de pronto, un ser humano se dividía en dos.

Höor las observaba mientras ellas hacían chocar los aceros de sus dagas. Ellas se miraron y enseguida sonrieron. No necesitaban palabras y el conde había empezado a darse cuenta de eso, que como si de telepatía se tratara, ellas se comunicaban.

Le retaron a un duelo, pero Aundria, impaciente e impulsiva como siempre, atacó primero, incluso antes de que su padre alcanzara su arma.*


Ladeé la sonrisa al ver como mis idénticas hijas, seguramente movidas por su juventud, creyeron poder vencerme en un duelo singular. Clave la bastarda en el suelo mirando de soslayo a mi hija Aundria, la mas impulsiva de las dos que al no esperar se gesto se desconcentro, aproveche ese momento para darle una patada en el estomago que la hizo recular y sin dilación saque sendas cimitarras de mi carcaj. Curvadas, mucho mas ligeras que la bastarda y dos, lo que me garantizaba un combate mas igualado. Las hice girar entre mi dedos desafiante, sintiendo el cuero que envolvía el mango contra la palma de mi mano.
-¡Vamos! ¿o esperáis una invitación? -pregunté clavando mis pardos en los mares de Dalka.

El duelo de aceros comenzó pronto, ellas atacaban con rápidos movimientos, rudos y coordinados mientras yo interponía mis dos armas con destreza con movimientos mucho mas técnicos y estudiados. Llevabamso un buen rato bailando cuando Atharal, responsable de la muralla aquel día se acercó a mi para comunicarme la llegada de Reidar Blodoks, al parecer el intento de entablar conmigo una alianza lo había traído hasta estas tierras.
Su padre siempre fue un hombre terco, con el que no se podía razonar, no coincidamos en ideas, no por falta de belicosidad si no mas bien porque para él arriesgar civiles no suponía un esfuerzo, por contra yo no estaba dispuesto a perder mas vidas de las estrictamente necearías en esta guerra, esperaba que su hijo no se pareciera al difundo o tendríamos un problema.
-Hazlo pasar al gran salón.*
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Mensaje por Aundria Cannif Vie Abr 06, 2018 5:14 pm

Cuando el conde empujó a Aundria de una patada, ésta reculó, pero afianzando las botas al suelo, evitó caer de culo sobre la arena. Sonrió, tocándose el vientre con la zurda y atacó de nuevo, ésta vez junto a su hermana. Höor no se contenía, como tampoco lo hacían sus hijas. Pero cuando la pelea se ponía más interesante, apareció Atharal a traer noticias. El conde Cannif y la menor de las gemelas fueron los que se detuvieron primero, pero la mayor, osada y sin freno como era, aún le dio un rodillazo en el culo a su padre que le empujó hacia delante. Sonrió cuando éste la fulminó con la mirada por su ataque a traición y encogió los hombros al tiempo en que alzaba las manos.
-¿Ups?
Como al parecer había llegado un invitado, las hermanas se miraron sin saber muy bien lo que hacer.
-¿Seguimos practicando?
Preguntó Aundria al aire, sin importarle quién de los dos contestara.*

-No, dejad las espadas, quiero que veáis lo que se hace en el gran salón, como conde es mi obligación escuchar los problemas que Randulf ocasiona a las aldeas colindantes. El joven que me visita es Reidar Blodoks, su condado colinda con la fortaleza de Randulf, ahora tras la caída de su padre seguramente buscará una "alianza" con la que poder proteger sus fronteras.
No había escuchado al muchacho, pero algo me decía que en nada me equivocaba con mi deducción, ya que lo acompañaba un pequeño séquito y no un ejercito que estampar contra mis murallas, ademas, no creía que el joven estuviera tan loco como para desafiarme, no le interesaba.-Venid conmigo. Ubbe ocúpate de los jóvenes. Niels, conmigo.*

Dalka se había detenido al ver entrar a la comitiva y escuchar las palabras de Höor al que aún no llamaba “padre” porque no le salía. Se fijó en los aires de superioridad que tenía el rubio llamado Reidar, se notaba su poderío y destacaba entre los otros que le acompañaban. Tenía una cicatriz en el lado izquierdo de la cara y unos ojos intensos. Lo siguió con la vista y cuando el conde les dijo que fueran con ellos al salón, enfundó los sais y se sacudió un poco el polvo de los muslos, algo sucios del entrenamiento. Se acercó a su hermana y la cogió del brazo susurrándole.

— creo que será mejor que te mantengas callada… creo que son asuntos delicados y nosotras aquí aún no pintamos nada.*

Se guardó las dagas en los caños de las botas altas y enrolló la melena sobre sí misma al echarla hacia atrás, apartándose el pelo de la cara, que con el sudor por el entrenamiento empezaba a pegársele a la frente y las mejillas. 
Con su hermana del brazo, siguieron al conde hacia el gran salón y ante el comentario de Dalka, arqueó las cejas y la miró con cara de "¿por qué me dices eso? Si yo soy muy modosa siempre..." y, obviamente, lo acompañó de una sonrisa ladina y pícara que desmentía cualquier cosa que su rostro reflejara antes.
Al estar ya dentro, se fijó en los hombres que allí aguardaban, todos sucios, barbudos y con melena. Ladeó la cabeza, entornando la mirada y estudió uno a uno por sus armas y ropajes. Era una luchadora y no podía evitar catalogar a los hombres por sus mandobles.*

Los ojos del conde se pasearon por los allí presentes al pasar por su lado y tras saludar con un golpe en la espalda al joven Blodoks tomó asiento en una especie de trono de madera varios escalones por encima del nivel del suelo.
La sala de reuniones estaba decorada con pieles, varias mesas y asientos que ahora estaban recogidos, así como motivos de caza.
-¿Y bien? -preguntó clavando los ojos en el vikingo que había cruzado medio norte para hablar con el conde.

Reidar dio un par de pasos hasta colocarse en el cetro de la sala, por debajo de los escalones y alzó la cabeza dejando claro el orgullo que ostentaba su linaje pese a saber que Höor Cannif y su padre no fueron precisamente amigos antaño.
-Cannif, no creo sea para ti una sorpresa escuchar mis palabras. Mi padre cayó en combate, hoy me ve plantar cara a Randulf desde el Valhalla, mis murallas han quedado expuestas, el tirano aprovecha los momentos de caos que atraviesa mi condado para estampar sus ejercitos contra mis murallas y de paso, encularme con sus aberraciones, así que he decidido venir a pedir ayuda a los rebeldes. Mi condado os dará cierta ventaja estratégica, a cambio solo pido que este "negocio" sea sellado con una alianza que permita proteger a los míos.

El conde paseó su diestra por la barba meditando las palabras del vikingo que permanecía inmóvil con sus ojos hundidos en los pardos.
-¿que te hace pensar  que no protegeré tu condado como lo hago con muchos otros? -preguntó ladeando la sonrisa en un gesto muy Cannif.
El conde conocía a los Blodoks y la palabra nunca les bastaba, así que en esta ocasión no se equivoco y el joven tuvo que alzar sus cartas.
-Considero que no te ofrezco una aldea de agricultores o ganaderos, tengo un palacete, unas murallas y colindo con la fortaleza de tu Tio..si me ayudas te concederé que apostes ahí tu ejercito, pero para sellar este pacto, necesito tu compromiso, me bastará con que me dejes desposarme con cualquiera de tus hijas, la que no le guste a nadie, gorda, fea, no me importa..a fin de cuentas la trataré como una reina igualmente.
Los hombres de Reidar se rieron, mas el gesto del conde no cambio ni por un momento cuando se alzó de su trono.*
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Mensaje por Dalka Cannif Vie Abr 06, 2018 5:15 pm

Dalka iba a reírse por el comentario pero luego lo pensó mejor y realmente era ofensivo. Una mujer tratada como si fuera ganado, aunque dijera que la iba a tratar como una reina. ¿En qué clase de sociedad se menospreciaba así a una mujer, cuando ellas podían ser tan válidas como un hombre? Al menos era de admirar su pensamiento práctico y su sinceridad, no había ido a camelarse a nadie con falacias, quería una alianza por matrimonio y le daba igual con quien, eso era irrelevante. Se acercó a Höor y le susurró algo al oído.

¿quieres que vaya a buscar a la cocinera? Creo que se merece una buena broma a su costa.— la mujer era como Obelix pero sin barba… bueno, un poco menos de barba, y seguro que se prestaría a la broma, porque esas dos chiquillas se la habían ganado desayunando allí por las mañanas y preguntándole por sus asuntos. Se habían criado entre mujeres y siempre se llevarían bien con las mujeres. Ante el asentimiento de Höor, Dalka se perdió rumbo a cocinas y regresó unos minutos después de la mano de Dagmar, que ya estaba al tanto y no se lo había tomado a mal, ella bien sabía que estaba muy gorda y que tenía casi cuarenta, le faltaba un diente al lado del colmillo inferior y sobre todo gustaba de pinchar a Niels y a Orn cuando aparecían por allí, así que darle un escarmiento a ese extranjero iba a ser un lujo.*

Mientras el vikingo hablaba y le proponía sus ideas al conde, Aundria seguía fijándose en las armas que los hombres portaban, pero prestando atención a cada palabra pronunciada por aquel rubio con melena. Cuando terminó, a punto estuvo de retarle a decir cuál de las dos era la más fea, a ver si tenía los santos cojones de elegir a una, pero su hermana, Dalka, se le adelantó al acercarse a susurrarle algo a Höor y como no fue capaz de escuchar lo que se decían, se quedó a la espera con el ceño fruncido. No le gustaba quedarse fuera de esas cosas, al menos no si no lo decidía ella.
Cuando la menor de las gemelas regresó con la cocinera de la mano, enseguida comprendió lo que pretendían hacer, la broma que se le iba a venir encima al tal Blodoks era buena. La mueca de su rostro se convirtió de pronto en una sonrisa ladina en la que asomaba su pequeño y afilado colmillo izquierdo, porque lo tenía ligeramente montado en la encía.*

-Bien - bajó del trono cuando su hija Dalka salió corriendo de la sala rumbo a las cocinas y bajando los escalones con parsimonia el conde se puso a la altura del muchacho dejándole caer la mano encima del hombro para arrastrar a este a la altura de Aundria. Los ojos del joven Blodoks brillaron centrándose en la joven Cannif, se relamió los labios como el buen depredador que era y clavó sus ojos en los de la norteña imaginando que Höor acaba de ofrecerle su mas preciado tesoro, sin saber aun lo equivocado que estaba.
-Esta es mi hija Aundria, la otra que parece has asustado -dijo ladeando la sonrisa- es Dalka, son gemelas y mis hijas.
Esté iba a darle un beso cuando tiró de su cuello para girarlo ante el desconcierto del muchacho que ahora clavaba sus orbes marinos en la doncella mal asada, gorda, con barba y bigote que la otra gemela traía de la mano.
-Esa es mi hija mayor, Freya no ha sido considerada con ella en lo que a belleza se refiere, mas esta ansiosa de coger un buen zagal que la haga mujer y tiene unas grandes cualidades.
El conde pasó su brazo por el cuello de Blodoks que sentía como si una soga apretara su garganta.
-No ha tenido suerte en el amor...pero se que la trataras como una reina y bueno, ella esta deseando que un hombre la abra de piernas y yo tener nietos.- Le dio un golpe en la espalda soltándolo -ve Reidar, conoce a tu "alianza"*

Dagmar se le acercó con cara de querer comérselo cual pastelito de desayuno, y Dalka no pudo evitar reirse un poco, tapándose la boca con una mano. Niels estalló en carcajadas y los Cannif en conjunto se regocijaron de tener una cocinera tan cachonda, que no sólo los había alimentado durante años, sino que además entendía la broma y se prestaba. Él había pedido la fea o la gorda ¿no? Pues deseo concedido. Dalka miró a Aundria aguantándose la risa. Su hermana era más intrépida, pero ella era la de las ideas retorcidas.*

En cuanto vio que el vikingo se relamía y ella ya había vislumbrado a Dagmar acercándose por detrás, apretó los labios, intentando contener la sonrisa que se empeñaba en asomar. De haberse acercado más, porque se inclinó hacia ella, le hubiese hecho una cobra en toda regla, pero su padre evitó que el rubio hiciera una tontería.
Ver la cara del tal Blodoks al descubrir quién sería su reina, no tuvo precio y en cuanto los hijos del conde estallaron en risas, Aundria no fue menos y una sonora carcajada suya resonó junto al resto en la sala.
-Te quejarás, encima que te da lo que quieres...
Comentó entre risas, porque era incapaz de callarse una y lo suyo le había costado ante su petición, no lanzarle una de sus dagas y clavársela entre los ojos. Sabía que los bárbaros no comprendían el valor real de las mujeres, pero, al menos, ninguno de los Cannif había osado tratarlas como mercancía como ese hombre.*

La cara de Reidar no tenía precio, descompuesto caminó hacia la horca escuchando a su espalda las carcajadas de todos los Cannif y de sus hombres que tras ser traspasados por los aceros de Blodoks se callaron de inmediato.
-Se nota te alimentan bien -dijo tomando su mano para besar los nudillos en un gesto que podía parecer educado, peor que era mas bien porque era lo único que no le daba asco tocar al muchacho -bueno... -miró a la mujer fijamente, si que la había tratado mal Freya, pues a simple vista podía aparentar la cuarentena ¿a que edad la había hecho el conde? y aun peor ¿que se había follado a una de las mujeres de su tío?
-Pues... -el hijo de gran linaje no sabía ni que decirle pues cualquier piropo sería una mentira y la verdad un insulto -tienes pinta de cocinar bien.
La risa de Niels retumbaba en la sala, le lagrimeaban los ojos incapaz de contenerse por la angustia que Reidar debía estar pasando en este momento.
-Hermana, menudo partido te ha buscado padre, esta noche dormirás caliente.
-Esta noche...- dijo Blodoks dando un par de pasos hacia atrás al ver a la hembra envalentonada -primero hay que casarse, los dioses han de bendecir esto.
Maldijo en silencio a las oráculos y a los trovadores por su falta de cojones en contar las cosas sin edulcorarlas, mira habían echado aquí azúcar los cabrones y lo peor, se la había comido toda su prometida. Desvió su mirada hacía Dalka que estaba al lado.
-Tenía que haber pedido a la guapa.*

Dagmar que era una cachonda y estaba disfrutando de ver a Reidar sudar tinta china se acercó a él y le puso las manos en la pechera hasta alcanzar el gorjal y apretarlo cual corbata, olisqueándolo como si estuviera decidiendo si asarlo o comérselo crudo.

mmmm no creo que los dioses bendigan una unión así, eres muy poco hombre para mi. Conde Cannif, creo que me voy a casa con marido, gracias por el pretendiente, pero mi Alfred le da diez patadas a este tirillas.— miró a los hombres de Blodoks que no sabían muy bien que estaba pasando y alzó el dedo acusador.— y a vosotros os quiero lejos de mi cocina.

Las risas estallaron ya sin tapujos en el salón cuando la cocinera se desenmascaró y se fue derecha a los fogones riéndose entre dientes. La broma había sido muy buena y Niels le hacía gestos a Dalka, que era la que se lo había inventado, como felicitándola por una idea tan desternillante.*


Última edición por Dalka Cannif el Vie Abr 06, 2018 5:20 pm, editado 2 veces
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Mensaje por Reidar Blodoks Vie Abr 06, 2018 5:16 pm

Su hermana se había lucido y Aundria se recargó contra ella entre risas, abrazándola por un costado como si ella sola no pudiera aguantarse derecha con tanta carcajada. Tenía los rabillos de los ojos humedecidos y hasta se le escapó un breve ronquido. Nunca había sido muy modosa en nada, pero la manera en que se reía era tal vez lo más vulgar de la mayor de las gemelas.
La cocinera era una mujer estupenda, podía no ser atractiva por fuera, pero por dentro de una una bendita joya. Las hermanas le habían cogido cariño, especialmente por cómo trataba a sus "hermanos".
Entre risotadas intentaba seguir viendo las expresiones de Blodoks cuyo rostro se desencajaba con cada palabra que intentaba pronunciar. Se le notaba visiblemente incómodo, o tal vez fuera acojonado. No importaba el cómo se sintiera, sólo que se lo merecía y Dalka le había dado una buena.*

Cuando la cocinera desveló que todo era na broma orquestada para que el joven Blodoks se tragara sus palabras este lejos de ofenderse respiró aliviado y de nuevo centró sus azules en las dos hermanas, como si fuera obvio que una de las dos hijas Cannif le tocaba.
Caminó hacía ellas con la mejor de sus sonrisas impuesta en la cara, eran iguales, era difícil elegir hembra entre un ganado como ese, mas antes de dar otro paso la mano del conde en su hombro lo detuvo.
-¿no tendrás otra hija? -preguntó Reidar enarcando una ceja
-si, pero no están aquí -respondió el conde ladeando la sonrisa - ¿quieres una alianza por medio de un matrimonio? Pues ahí las tienes, buena suerte, tendrás que conseguir un si de ellas, mis hijas no me pertenecen.

Blodoks no parecía comprender las palabras del Conde que ahora le daba la espalda para volver a su trono dando así la conversacion por zanjada.
-Eso quiere decir que no aceptas mi oferta.
-Eso quiere decir que te debería bastar con mi palabra Reidar, para mi es mas que suficiente la tuya, pero entiendo vivimos en un mundo donde estas se diluyen y donde tras una mentira viene otra hasta que las promesas de nada valen. No es mi caso, mas..si necesitas un matrimonio, adelante, suerte, vas a necesitarla.*

Las palabras del conde Cannif impactaron bastante en Dalka. Sabía que su padre era un buen hombre, entregado a la causa de librar al norte del tirano, pero no sabía que lo sería tanto. Su respuesta a Reidar había sido una lección de sentido común y de respeto por su invitado y por sus hijas. Si el rubio no quería entenderlo, podía irse por donde había venido y aún así Höor cumpliría su palabra, de eso estaba segura. Pero si era un poco listo, se quedaría y trataría de encandilar a alguna de ellas, porque Shelby estaba estudiando en París y Beth no tenía ojos para nadie que no fuera Alrek.

Se quedó al lado de Aundria dedicándole una mirada a Höor que decía bastante, con esos ojos tan expresivos, era admiración.*


Aundria se secaba aún los lagrimones de las mejillas cuando su padre, todo serio, le decía cómo estaban las cosas al vikingo. Y era sensato, porque le deseaba suerte en intentar convencer a una de las gemelas para accediera a un matrimonio si era lo que deseaba, algo en lo que ellas no creían demasiado, pues desde niñas que no había hombres en su poblado, ellas sólo se juntaban con estos para engendrar más amazonas, no porque creyeran que emparejarse tenía lógica o fuera necesario.
La mayor de las hermanas, una vez más calmada, soltando a su gemela a la que con sus brazos casi tenía encarcelada, se irguió del todo y observó al rubio con la cabeza ladeada.
-Si fueras hombre de palabra, confiarías en la que te da el conde. Pero si albergas dudas, es que tus propias promesas flaquean, ¿no crees?
Sonrió una vez más, soltando, como siempre, lo que le pasaba por la cabeza, pero sin meditar, lo que era habitual.*

-He escuchado hablar de tu padre, dicen que mide dos metros, que es un semidiós, un héroe, un guerrero infame, dicen que los espíritus de las valquirias y las nornas están de su parte y que es inmortal ¿he de creer todo lo que escucho? Veo ante mi un hombre, un buen hombre, que por las cicatrices que ostenta sangra como yo y que por tanto puede morir en combate. Desconozco si es el favorito de los dioses o solo un hombre con suerte, pero creo en las visiones que mandan estos a mis oráculos y dicen que esta alianza se sellará con un matrimonio.

Alzó la mirada hacía el conde altivo como era.
-Tu palabra me basta, dices que también a ti la mía. Te prometo que antes de que llegue la siguiente luna una de tus hijas aceptará mi propuesta, si no cumplo retiraré de aquí a mis hombres y yo mismo me iré con el rabo entre las piernas, mas te aseguro, no pasará conde Cannif. No necesitaba suerte, solo unas botellas y desplegar sus encantos- no podía ser tan difícil...a fin de cuentas eran mujeres y el un hombre con un condado y con una verga grande.*

Ellas también creían en los dioses y en sus palabras susurradas a través de las oráculo, su madre siempre había vivido de una forma que sería lo más parecido a una valquiria en la tierra, una gran guerrera fiel a las tradiciones pero que se había tenido que enfrentar a una población diezmada y constantes saqueos de sus tierras. El rubio iba sobrado de ego, aunque sus oráculos lo predijesen, tenía mucha fe.*

En la mente de Aundria se agolparon muchas ideas divertidas y tras escuchar las palabras de Blodoks, que estaba convencido de que en pocas semanas tendría tiempo de conseguir lo que se proponía, sonrió ampliamente antes de, como siempre, intervenir sin que se la invitara a participar en la conversación que tenía lugar.
-Te veo muy sobrado, barbita trenzada. Crees que somos mujeres del montón, unas bárbaras más que llevarte a la cama o que emborrachar, pero te aseguro que pecas de listo. Intenta cumplir tu palabra, pero si para la próxima luna una de nosotras no tiene una alianza en el dedo, el rabo no te lo llevarás entre las piernas, me lo quedaré como trofeo.
Ella tampoco carecía de ego precisamente y no se cortaba en demostrarlo.*
-Sea -dijo Reidar ladeando la sonrisa mirando a la joven amazona, los desafíos era algo que jamas le dieron miedo, y tras la gorda barbuda, esto era un paseo.*
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Mensaje por Aundria Cannif Sáb Abr 07, 2018 5:29 pm

Más tarde, tras abandonar el gran salón…

La broma había sido épica y finalmente el conde Cannif y el conde Blodoks habían llegado a una especie de acuerdo en el que sus promesas de lealtad habían quedado manifiestas, y respeto a la petición del rubio, sería él y nadie más el que tendría que ganarse la oportunidad si quería llevar a cabo ese matrimonio.

Las gemelas se marcharon a su cuarto, que era compartido como siempre, y allí se  tomaron un descanso tras el entrenamiento para luego darse un baño y acicalarse para ir a la taberna con el resto de sus hermanos y los amigos que solían acompañarles.

— ¿Viste su cara? Creo que nunca había visto a alguien pasarlo tan mal…creo que no se había dado cuenta del impacto de sus palabras hasta que vio a Dagmar.— Dalka se reía por la ocurrencia, aunque en el fondo le preocupaba un poco que las oráculo de Blodoks estuvieran en los cierto y una de ellas se marchase a esas tierras dejando a la otra atrás.*


El camino de regreso a su habitación, Aundria se lo había pasado riendo. Incapaz de dejar atrás lo ocurrido con el vikingo y ahora que ye habían puesto todos las cartas sobre la mesa, la mayor de las gemelas encontraba muy divertida la idea de ver a ese rubio intentar conquistar a cualquiera de las dos. 

Una vez en su habitación y dispuestas a tomarse un baño, empezaron a hablar de lo sucedido en el gran salón.

-Claro que lo vi, yo creo que hasta se cagó encima... Y Dagmar estuvo fantástica, tendremos que recompensar sus dotes de actriz con alguna ofrenda.

Las hermanas se habían pasado la vida juntas y lo hacían prácticamente todo a la vez, incluido lo de bañarse. No tenían nada que ocultarse y se comprendían a la perfección. De hecho, estaban tan unidas que hasta tenían sincronizada la menstruación.*

Dalka sujetó una esponja llena de jabón y se la pasó por la espalda a Aundria, limpiando los restos de barro del entrenamiento. Estaba pensativa por lo ocurrido, pero con su hermana no se cortaba a la hora de hablar y decirle las cosas que le preocupaban.

— ¿Te parece guapo? Tiene los ojos bonitos.*


Mientras su hermana le enjabonaba la espalda, ella se repasaba los brazos con las manos enjabonadas, rascando algunos restos más secos de barro. Al escuchar la pregunta de Dalka, Aundria se giró hacia ella, quedando cara a cara y le quitó la esponja.

-Está bueno, y me gusta esa barba trenzada que tiene. Pero es un engreído que cree que somos objetos de intercambio. 

Empezó entonces a llenar de espuma los hombros de la menor, pasando luego al pecho.*

—Pero sus oráculos dicen que se casará con una de las hijas de Höor y dudo mucho que sea Beth o Shelby… —levantó los brazos para que la limpiara allí donde hubiera recovecos de piel donde se acumulase el sudor o la suciedad.— no quiero que nos separen.— resopló, porque ya se había puesto en lo peor, suponiendo además que seguramente Aundria por su carácter arrojado quizás pudiera empezar una aventura con Reidar, aunque sólo fuera por probar. El problema es que los matrimonios no debían deshacerse, los dioses lo verían mal.*

Dejó que su hermana dijera todo aquello que tenía contenido dentro, aunque la conocía y ya sabía por dónde irían los tiros incluso antes de escucharla. La siguió enjabonando con cuidado y esmero.

-No nos van a separar, te lo prometo. 

Dejó caer la esponja y abrazó a su gemela con fuerza, susurrándole al oído.

-Tú y yo vamos a estar siempre juntas, ¿me oyes? Incluso la muerte nos tendrá que enfrentar a la vez.

Se separó lo justo para que los orbes azules de ambas se encontraran y le dedicó una de sus sonrisas llenas de confianza.*

El abrazo de Aundria y la confianza que siempre demostraba la tranquilizaban, porque siempre había sentido que ella era esa parte del puzzle necesaria para no caer en un bucle mental destructivo. Si había alguien con quien podía ir hasta el fin del mundo era con ella, apenas discutían salvo algunas tonterías normales entre hermanas, y por contra, su gemela era su persona favorita.

— así que la barba trenzada… pues a mi me ha gustado más sus ojos. ¿Y cómo crees que la tendrá? Niels no se cansa de presumir de la suya, Einar se la saca cada vez que ve la ocasión…¿por qué es tan importante para ellos? A mi me parecen más bien feas, así colgando…*

-Sus ojos no están mal, pero me gustan más los tuyos.

Amplió la sonrisa, sincera y cargada de orgullo, no porque como gemelas fueran iguales casi al completo, sino porque ella veía a su hermana como a la mejor en todos los aspectos, físicos y de personalidad. Ella tenía todo aquello que a sí misma le faltaba. La completaba.

Cuando Dalka se puso a hablar de los atributos sexuales de sus hermanos, Aundria no pudo evitar estallar en una carcajada. 

-Es cierto, me parece que todos nuestros hermanos tienen algún tipo de problema en la cabeza... Jamás vi a los hombres ir enseñando la chorra como si fuera algo importante. Presumir de ella sí, pero sin mostrarla. 

Negó, encogiéndose de hombros y se agachó a recuperar la esponja que flotaba en el agua de la tina en la que se encontraban las dos de pie metidas. 

-Y lo cierto es que no sé cómo la tendrá, pero imagino que esas cosas van relacionadas con el resto del cuerpo, ¿no? Para que estén equilibradas... Y el tío era alto y corpulento, más que cualquier Cannif.*
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Mensaje por Dalka Cannif Sáb Abr 07, 2018 5:30 pm

Cogió una botella de aceite de almendras y se puso en las palmas de las manos frotando a Aundria para suavizar la piel, no sabía que esas cosas existieran, pero en Akershus tenían muchas comodidades y potingues femeninos a los que se podían acostumbrar con facilidad.

—Seguro que alardea de ella, en la taberna siempre dicen las mismas cosas. Quien es más fuerte, quién escupe más lejos, quien folla más, quien la tiene más grande… me sorprendería enormemente si alguna vez uno de ellos alardease de saber un idioma más o entendiera de papeles como Höor.— porque para ella aún era Höor, aunque empezaba a sentirlo como su padre.— ¿Y tu crees que Höor también alardeaba de sus carnes delante de la almirante?*

Aundria era más cruda y realista en ese tipo de cosas y aunque ya se había tomado las confianzas ya de llamar al conde padre en más de una ocasión, no lo tenía tan idealizado como su hermana. Ella lo veía más un hombre de a pie, bueno y protector de su pueblo, pero no como la leyenda que se rumoreaba por ahí que era.

-Seguro que también lo hacía y que Danielle le molía a capones. Si ahora lo hace, imagina sin estar juntos...

Rio, dándose la vuelta para que ahora Dalka le pasara las manos aceitosas por la espalda. Mientras, ella se entretuvo soplando contra la esponja, viendo como se creaba más espuma y esta salía disparada.*

— pues una relación así como la que ellos tienen… creo que no me importaría. Porque ella no está por debajo de él, no la trata como si fuera ganado. Pero como eso implicaría que no podría estar contigo… entonces no quiero relaciones.— se embadurnó de aceite ya que tenía las manos llenas del líquido untuoso y suspiró.— Beth dice que Alrek y ella son novios, pero no sólo por procrear, que se acuestan porque da placer y le gusta. Tiene sentido, porque hay muchos hombres, si sólo sirvieran para fecundar, la mitad no tendrían trabajo.*

-Mamá no tuvo relación así nunca, ni ninguna de las amazonas... No le veo mucho sentido. En cambio sí comprendo lo del placer, aunque no lo haya experimentado nunca con un hombre.

Se encogió de hombros antes de aclararse las manos llenas de espuma y girarse a frotar las de su hermana que relucían por el aceite y aunque para la piel iba muy bien, irritaba los ojos. Así que era mejor dejarse los dedos sin pringar de ese mejunje.

-A lo mejor, para devolverle la jugada de nuevo, ya que lo de Dagmar me ha parecido genial, pero me ha sabido a poco... ¿Qué te parece si nosotras usamos al vikingo como pretende usarnos él? Así podríamos comprobar también lo que dice Beth...*

Dalka abrió los ojos con gesto de sorpresa ante las palabras de su hermana.
—¿estás proponiendo…? No!! Aundria!!!.— puso una mueca a la vez que se reía algo escandalizada.— ¿las dos? Sólo tiene un sable, no puede con las dos!!

Nadie les había explicado eso de los placeres de la carne entre los sexos opuestos porque las amazonas sólo usaban a los hombres para fecundarse, iban a lo práctico, y cuando necesitaban desahogos se los proporcionaban entre ellas, algo que las hermanas sí habían practicado antes.*

Cuando su hermana se escandalizó, ella ladeó la sonrisa, sin llegar a reírse realmente y salió de la bañera, yendo a por una toalla que le ofreció a Dalka y luego otra con la que se empezó a secar ella, sin frotar, para no arrastrar y llevarse el aceite.

-¿Y qué? ¿A caso no tiene una lengua también? ¡Y dos manos! Si tan macho es como se vendía hoy ante nuestro padre, debería poder hasta con cuatro.

Una vez seca, se paseó desnuda del baño al dormitorio, que estaban conectados y se dejó caer de espaldas en la cama con los brazos en cruz.

-Se lo venderemos como una proeza o un mérito para eso de la alianza... Y luego pasaremos de su cara.*

Visto así, tenia razón. Pero algo le olía que no sería capaz de usar la lengua ni la manos cuando le colgaba entre las piernas eso que a todos parecía volverlos tontos.

— Pero si me pregunta… igual meto la pata, no se me da bien decir las palabras adecuadas que quiere oir, así improvisando. ¿Y si le decimos que me he quedado sin voz? Hmmmm pero entonces si se me escapa algun sonido sabrá que hay algo raro…yo… yo… necesito pensar.

Porque dudaba de su capacidad para hacer algo así. En el gran salón había sido fácil, Höor y sus hijos la protegerían de quedar en evidencia, pero en algo como lo que Aundria proponía, se arriesgaba mucho. Aunque sin duda era una oportunidad para probarlo y luego como había prometido marcharse si no había alianza, pues no tendrían que verlo.

— Mejor habla tú y yo asiento.*

Se incorporó hasta quedar sentada al borde del colchón y le tendió la mano a su hermana para que cuando la tomara, poder tirar de ella y lanzarla a su lado en la cama.

-Tú déjame a mí lo de hablar, ya sabes que con eso me manejo bien... Y tú encárgate de que no me pase de la raya, ¿vale? Tú eres la lista y yo la osada. Las dos somos una.

Se recostó con ella, sonriendo y le acarició el pelo con cuidado, apartándole los mechones detrás de la oreja. Se acercó y le besó la frente.

-¿Sabes aquello que nos trajo Beth? La hena o hana o como se llame... ¿Lo probamos? Hoy es día de cosas nuevas.*

Tenía la mano de su gemela con los dedos entrelazados, ambas tumbadas en la cama como vinieron al mundo y la luz de ocaso empezaba a coronar el horizonte.

— Henna. Es un tinte natural para la piel. ¿Quieres que lo probemos? ¿qué nos podemos dibujar? Creo que puedo dibujarte Yggdrasil en la espalda con sus raíces casi en el trasero.— Se levantó y tomó el tarro de tinte rojizo, sacó unas brasas de la chimenea colocándolas en un brasero para activarla con el calor cuando estuviera puesta y le dijo a Aundria que se sentase inclinándose hacia delante.*

-Siempre se te ha dado mejor lo de dibujar que a mí... Espero que tú quieras algo más sencillo que el fresno o te voy a dibujar una mancha en la espalda.

Rio, colocándose con las piernas cruzadas en la cama e inclinándose hacia delante, usando las manos como apoyo para, así, estabilizar la zona que serviría de lienzo para su hermana.

-¿Qué te parece si yo a ti te dibujo la silueta de un lobo aullándole a la luna? Así recortada... Eso creo que podría hacerlo.*
—¡Vale! Aunque sólo podremos hacer el truco de decir que yo soy tú y tú eres yo cuando llevemos ropa, porque eso sí que nos diferenciará.— comenzó a hacerle el dibujo en la espalda con un pincel fino y aplicándole paños calientes para que subiera más el color. Cuando estuvieran listas, bajarían a la taberna y no quería pensar, porque el plan de Aundria era descabellado y ya se estaba poniendo nerviosa.*

Podía notar como toda ella se calentaba por los paños y se le ponían las mejillas coloradas. Se iba dando un poco de aire con una mano y la otra, alternando. Cuando terminó, cambiaron las tornas y fue ella la que empezó a dibujarle el la luna a su hermana, con cráteres y todo, dejando vacía la silueta de la cabeza del lobo aullando.

-Entonces sólo sabrá quién es quién el vikingo de la barba trenzada.

Comentó divertida, también aplicando calor a la zona donde pintaba.

Cuando estuvieron listas y la henna seca, se vistieron las dos iguales, porque les resultaba divertido que las confundieran. Al menos hasta que Aundria abría la boca, claro. Ya arregladas, juntas se fueron a la taberna a ver si se encontraban con el conde Blodoks.*
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Mensaje por Reidar Blodoks Jue Abr 19, 2018 3:25 pm

El conde Cannif me alojó en palacio junto a dos de mis hombres de confianza, al resto del séquito irían junto a las habitaciones de los soldados en las cámaras adyacentes al patio de armas.
Tenia un mes para conseguir que una de esas dos mujeres cediera a colocar en su dedo una argolla que la convirtiera en condesa y en mi esposa.
No me parecía tan difícil, por lo que había comprobado una era una bocazas, la otra mas callada, al menos no eran gordas y feas, así que cualquiera de las dos me valía para sellar este pacto beneficioso para ambos condados.

Mis hombres me daban consejos, como si los necesitara, un par de jarras, unas palabras "botitas" y una de las dos estaría abierta de patas en el catre jadeando como una perra. Lo que tenia era que ser listo, en principio no podía tirarles a las dos pues al ser hermanas se lo contarían, así que tenia que elegir la presa primero, para que esa se sintiera especial y la otra se pusiera celosa de que mis atenciones no fueran para con ella. Al final algo tenía que salir de eso porque si seguía la misma táctica con las dos me comería una mierda.
De seguro la bocazas era la que mas triunfaba y la que mas ego tendría así que a esa la ignoraría y a la otra la colmaría de piropos y bueno, al final de la noche el ego de la bocazas la colocaría a cuatro patas, mi plan era infalible.

Con una sonrisa ladeada y las pieles sobre mis hombros fui directo a la taberna donde se reunían los muchachos Cannif, el tal Niels ese era un cabron, pero admito que lo mejor seria tenerlo de frente.*

Llegaron a la taberna juntas, cómo no, porque eran como la mierda y el culo pero en bonitas, siempre pegadas. Llevaban la misma ropa y el mismo peinado así que al entrar ni siquiera sus hermanos sabían quién era quién y como ellas solían jugar al despiste, pues realmente no sabían quién era Dalka y quien Aundria. Se acercaron a una mesa grande donde estaban algunos de los Cannif junto con los amigos habituales y alguno de los Tollak, pidieron unas jarras y tomaron posiciones, desde su lugar podían ver a los hombres de Reidar y a éste mismo. “Barbita trenzada”, como lo llamaba Aundria bebía y esbozaba sonrisas más relajado que en el gran salón y sus hombres aún comentaban la jugada, pero entre ellos, porque el jefe debía ser de mecha corta y mejor no hacerlo enfadar. Por un momento se sintió nerviosa, porque si Reidar la culpaba de haber sido víctima de esa broma podría producirse una situación incómoda. Dalka solía ponerse en lo peor, en vez de pensar que sencillamente el vikingo había encajado la broma con deportividad. Sus ojos se cruzaron un instante y Dalka no sabía si saludarlo, girarse, abrir la tierra y desaparecer o qué, con lo cual simplemente cogió su jarra y le dio un trago desviando la mirada.*

Cuando se sentaron a la mesa con el resto de sus hermanos y los Tollak, a los que Aundria llamaba primos por un motivo que ni ella misma era capaz de explicar, empezaron a correr las jarras. Pronto descubrieron quién era quién en cuanto la mayor de las gemelas empezó a hablar y hacer bromas, mientras que Dalka parecía más centrada en estudiar el ambiente del local y, especialmente, al vikingo engreído. Aundria no necesitaba observar a su hermana para notar que estaba rara y, principalmente, tensa, lo notaba como si pudiera leer su aura y su mente. Giró a mirar cómo se entretenía dándole tragos a su jarra y se acercó a susurrarle algo al oído.

-¿Qué ocurre, ya te ha mirado como si quisiera comerte?

Sonrió con cierta malicia y besó la mejilla ajena con cariño. Aprovechando la cercanía para jugar con los mechones de su pelo entre los dedos.

-¿Vamos a por él o esperamos a que dé el primer paso?*

Mis dos bomboncitos aparecieron por la puerta de la taberna pegaditas la una a la otra, tenia que encontrar el modo de separar al ganado para asediarlo de forma individual, pero esas mas que gemelas parecían siamesas.
Enarque una ceja mirándolas de soslayo, tenía que fingir que no acaparaban toda mi atención, aunque era evidente que necesitaba el "si" de una de ellas, claro que aparentar desesperado las colocaría en una posición superior que ni de lejos me interesaba, tenia que acaparar su atención y eso haría durante un buen rato.

Reí con mis acompañantes, bebimos unas cuantas jarras y el ambiente se fue animando con unas cuantas norteñas que se nos acercaron con bonitas piernas, grandes culos y enormes tetas. De no ser porque ya tenia fijada mi presa le hubiera tirado a una pelirroja de ojos verdes que me hacía ojitos desde hacia horas. Me puse en pie para acercarme a la barra pasando deliberadamente por la mesa donde Cannif y Tollak bebían. Me detuve frente a una de las hermanas, la que me había dedicado mas miradas durante la noche.
-Buenas noches ¿te Invito a una jarra? a fin de cuentas antes de que llegue la siguiente luna serás mi mujer, deberíamos intercambiar unas palabras ¿no crees?*

Dalka elevó los ojos hacia donde el rubio le hablaba, de pie y ella sentada, y cuando iba a responder “buenas noches” le tiró la parrafada de que iba a ser su mujer, dándolo por hecho. La morena se quedó petrificada por un instante sin saber qué hacer, si decirle que sentara o que se marchara, si decirle que se podía ir a freir coles a su condado o que si quería saber algo de ella que no fuera tan prepotente…pero nada de eso salió de su boca, miró su jarra y de nuevo a Reidar.
— ya… tengo una jarra.*

Al ver que el vikingo se acercaba, ya se olvidó de escuchar una contestación por parte de su hermana, primeramente porque quisieran lo que quisieran, la decisión ya había sido tomada por Reidar. Se giró junto a su gemela para ver lo que éste tenía que decir y aguardó en silencio ante sus comentarios estúpidos y engreídos, nada que la sorprendiera.

Alternó al observar entonces a su hermana que no sabía qué contestarle. Ella podría haber intercedido, pero necesitaba espabilarse y aquel era tan buen momento como cualquier otro. Apretó los labios al escuchar la contestación de Dalka, pero sólo pudo contenerse un par de segundos antes de estallar en una sonora carcajada.

-Buen intento, trencitas. Venga, prueba con otra táctica.*

La respuesta de la morena de ojos azules no me bajo en absoluto el ego, era cierto, tenia una jarra. Llevé mi diestra a su asa y la alcé llevándola hasta mis labios para de un profundo trago apurarla, me eche un eructo después y me relamí la espuma del labio superior.
-Ya no hay jarra ¿te invito a una jarra y así nos conocemos preciosa?
Le eche una mirada de soslayo a la gemela con cara de autosuficiencia, ya sabia cual era cual, la bocazas sin duda era la que me llamaba trencitas y la que acabaría jadeando con mi verga metida llamándome Thor, dios del trueno por lo bien que usaba mi martillo.*

Dalka miró a su hermana con gesto de reprobación. ¿A qué estaba jugando? Ahora el barbita trenzada estaba invitándola y por su estúpida contestación, ya no podía decir que no. Resopló y se levantó. ¡Por Odín! Que era una amazona, no podía ser tan torpe con un hombre, y menos con uno que fuera tan gañán como para pedir la más fea o la más gorda como premio. Einar le dio un codazo a Niels y este puso unas monedas sobre la mesa, estaban apostando cuanto tardaría Dalka en mandarlo a pastar. ¿Será posible? Para ellos era todo tan susceptible de hacer chanzas?. Se encaminó a la barra rumiando qué decir, porque Aundria se había desentendido.

—¿Qué quieres saber?.— porque en eso consistía conocerse ¿no? Saber cosas del otro. Ella ya sabía que era un poco bocazas, que tenía un condado, que luchaba ferozmente contra Randulf, que creía en los dioses y las tradiciones…y que en principio parecía encajar una broma, pero igual se equivocaba y era un mezquino que se guardaba los rencores.*

Aundria ladeó la cabeza ante la mirada de su hermana, no entendía qué era lo que le reprochaba, ella sólo se había reído del ridículo que acababa de hacer el rubio, no precisamente de Dalka, pero su gemela estaba tan tensa que parecía no darse cuenta de lo que ocurría y habían perdido, momentáneamente, su conexión de hermanas.

Siguió a ambos con la mirada cuando se fueron a por esa jarra, apoyando el mentón en una mano mientras daba tragos a su propia cerveza. Podía oír cuchichear a sus hermanos que entre risas hacían cambios de última hora en las apuestas por las reacciones de la morena.*
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Mensaje por Aundria Cannif Jue Abr 19, 2018 3:28 pm

Pedí un par de cervezas negras y deslicé una hasta la mano de la vikinga que la atrapó jugando con el borde del cristal, mis azules se fijaron en el movimiento circular, estaba nerviosa, podía decir que no, pero conocía a las mujeres como a la palma de mi mano y esta hembra no estaba acostumbrada a tener frente a si a tan gran macho.
-Todo -respondí poniendo una sonrisa capaz de descongelar los fiordos -empieza explicándome como alguien como tu no tiene pareja.
Deslicé mis ojos por su cuerpo curvilíneo.
-He escuchado que hace poco que habéis conocido al conde ¿como es eso de ser la hija de un héroe? -pregunté antes de llevar la jarra a mis labios mirando a la joven por encima del cristal -tienes los ojos muy bonitos.
De seguro ese piropo se lo habían dicho muchas veces, peor es lo que me salió, era sincero y empujado por el alcohol acabo siendo una observación que se me escapó.*

—Porque soy una amazona.— Como si eso fuera la respuesta más normal y comprensible para algo tan obvio para Reidar.— Aun no quiero procrear, así que no necesito un hombre.— escuchó la otra pregunta y supuso que quería saber cómo había sido la historia, y en eso no tenía problemas por contársela.— Pues…no sé, mi madre ya era una heroína, era el caudillo de nuestro pueblo y ahora Höor es el que comanda aquí, no sé, no noto diferencia porque es también muy buena persona. Pero Akershus es diferente y aquí todo es… distinto, las costumbres y eso.— Cuando le dijo lo de los ojos asintió despacio.— son como los tuyos.— se refería a que eran azules también, a que eran ojos y servían para ver, claro está…y también le parecían bonitos. “Socorro” dijo en su mirada que desvió un segundo hacia su hermana.*

Se quedó en la mesa analizando la escena. El vikingo parecía más amable con su hermana que con ella, aunque eso no era algo que a Aundria le importara. Lo que sí agradecía era que no se pusiera estúpido con Dalka, porque sino aquello acabaría siendo un baño de sangre por parte de la gemela que fuera más rápida.

Al cruzarse su mirada con la ajena, se levantó sin dirigirle palabra alguna a sus hermanos y fue directa hacia la barra con una sonrisa marcada en la cara.

-Yo también quiero una jarra.

Alzó la suya que se había traído consigo y estaba vacía, golpeando con ella la larga tabla de madera. Se pegó luego al lado de su hermana, sujetándola de un brazo con las dos manos.

-No me harás un feo como el que le hiciste a Dagmar, ¿cierto?

Ladeó la cabeza con fingida inocencia y una maliciosa mueca en los labios.*

La segunda hermana no tardo en entrar en escena lo que me llevó a ladear ligeramente la sonrisa mientras me agachaba ligeramente poniendo mi rostro frente al de Dalka para contemplar el tono de sus ojos de cerca. Los míos brillaban por el alcohol mientras intentaba descifrar la diferencia de color. Mi aliento golpeaba sus labios húmedos y entreabiertos. La hermana no dudó en dar un golpe con la jarra, alcé un instante la mano para que guardara silencio.
-Son mas oscuros que los míos -susurré- o quizás es que tu pupila esta mas grande.
Me separé dandole distancia centrándome ahora en la recien llegada.
-¿hidromiel? -pregunté mientras alzaba la mano y pedía tres jarras mas -¿y tu que te cuentas?
Ambas eran amazonas, así que por lo que sabía de estas los hombres eran utilizados meramente para fornicar, lo que me llevaba a la siguiente pregunta.
-Entonces ¿Höor fue preso de tu madre? tenia entendido que usáis a los hombres como esclavos y que os tirais a los mejores ejemplares para garantizaros un buen linaje ¿es así? ¿son leyendas?*

Con su hermana más cerca ya no estaba tan tensa, porque tener a Aundria a su lado la hacía recobrar el coraje dormido. Se le acercó mucho a mirarle los ojos, respirando su aliento cerca y por un momento se sintió pequeña y estúpida porque lo que le apetecía era totalmente irracional, a pesar de que Reidar fuera un capullo y le dijera las mismas cosas a toda mujer que se cruzara en su camino, le apetecía tirar de esa barba y mordisquearle los labios. Pero no lo hizo, se quedó en una breve ensoñación de un segundo.

—¿Qué? no!! Nuestra madre no capturó a Höor, le pidió ayuda para repeler las hordas atacantes y sencillamente… pues… tuvieron alguna noche. Los hombres no eran esclavos en nuestro poblado es que sencillamente no había hombres la mayor parte del tiempo.*

Apartó la mano en cuanto éste la alzó para hacerla callar, pero le dejó hacer cuando se inclinó a mirar más de cerca a su hermana. Esperó y asintió a la pregunta sobre la hidromiel con tranquilidad. Pero cuando empezó a dedir memeces, quiso partirle la cara. Entornó los ojos, afilando la mirada y en cuanto Dalka contestó a la pregunta, ella decidió meter baza.

-¿Crees que las amazonas necesitamos a los hombres siquiera como esclavos? Si no sabéis hacer nada mejor de lo que lo hacemos nosotras... Sólo servís para procrear, es vuestro único cometido. Pero algunos ni siquiera son capaces de eso. ¿Tú puedes engendrar o eres mucho bli bli y poco bla bla?

Arqueó su ceja derecha de manera inquisitiva, mientras miraba al vikingo de arriba a abajo como si le viera poca cosa.*

La bocazas no tardó en desafiarme y yo como buen vikingo entre de pleno en su provocación poniéndome en pie frente a ella.
-Me das la mano? -pedí temiendo que de no hacerlo acabara sacando las armas y montando allí un jaleo que para nada me beneficiaria para mi cometido..no de follarmelas, eso era fácil, si no de que aceptaran antes de la siguiente luna una boda conmigo.
Tomé su diestra y con una picara sonrisa la deslicé por mi vientre para que sintiera cada músculo metiéndola por la gomilla de mi pantalón hasta que se encontró con una buena verga alzada que al ser tocada creció considerablemente aunque aun no en su máximo esplendor.
-Por que no lo compruebas? -pregunté sin apartar mis ojos de ella.
Iba de valiente, a ver hasta que punto le llegaba el valor a la amazona cuando la retaban de aquella manera.
-Así que Höor fue usado para procrear por tu madre ¿no? sin placer -pregunté intentando llevarlas al sitio que quería..¿o si por placer?*

Dalka observó la escena primero con cierta expectación, pero después con curiosidad, porque nunca había tocado una y sus hermanos solían agitarla al viento para cualquier cosa, como si el falo fuera un símbolo de poder, de broma o de a saber qué, porque no le encontraba sentido a eso. Ahora era Aundria la que se encontraba entre la espada y la pared, pero seguro que su gemela sabría salir de ese entuerto, además nada de lo que ella pudiera decir la ayudaría.*



Aundria alzó una ceja al escuchar la pregunta. No sabía lo que pretendía el vikingo, pero con la curiosidad felina creciente que sentía, le tendió la mano con la palma hacia arriba para ver qué quería. Siguió con la mirada el camino que su diestra tomó, inclinándose hacia delante cuando sus dedos empezaron a rozar piel endurecida que cubría músculo. Dejó de verla cuando ésta se coló en el pantalón del rubio, pero ya tenía claro cuál era su destino y aunque jamás había tocado antes un falo, no tenía vergüenza alguna y en cuanto lo tuvo entre los dígitos, cerró la mano y apretó para ver si el trencitas reaccionaba.

-¿Se supone que esto es todo lo que crece?

Preguntó con cierto tono de decepción. En realidad no sabía si aquello era muy grande o no, pero si el rubiales pretendía vacilar, ella a eso sabía jugar. Aunque en cuanto escuchó la pregunta que hizo sobre Höor y su madre, ladeó una sonrisa.

-¿Quién dijo que sin placer? Que sólo sirváis para procrear no significa que nosotras tengamos ese mismo único uso. Nosotras sabemos muy bien lo que es el placer y estoy segura que Höor quedó bien contento antes de irse de nuestro territorio.*

La deslenguada hija del conde no dudó en mostrarme su afilada lengua y no precisamente del modo que admito me hubiera gustado tenerla.
Su mano apretaba mi verga ligeramente mientras con decepción hablaba sobre mi tamaño, lo que me llevó a ladear la sonrisa manteniéndome aun callado y no tardaron en llegar las inconcluencias.
-Si la sigues apretando la estrangularas -aseguré divertido dejándole claro que si su madre sabía dar placer, ella no.
Con mi mano sobre la suya la guié con suavidad para que entendiera como se le daba placer a un hombre con la mano y pronto por la uretra mi glande se humedeció lo suficiente como para que notara las gotas en su mano.
Se quedó parada mirándome lo que me llevó a sonreír de forma ladina nuevamente.
-No has tocado muchas de estas ¿verdad?

Miré a la hermana dejando que sintiera como mi verga palpitaba.
-Si dices que Höor se fue contento y a su vez que solo servimos para procrear ¿por que daros placer con nosotros..no lo entiendo bien ¿entonces también servimos para complaceros en el lecho ¿cierto?*
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Mensaje por Dalka Cannif Jue Abr 19, 2018 3:31 pm

Dalka soltó una risita por el zasca de su hermana al conde pretencioso, pero la verdad es que ella no parecía estar muy incómoda y él incluso se había puesto a frotarse contra la mano de Aundria. En eso tenía razón ellas sabían lo que era el placer pero de otro modo, pues la cantidad de sexo con hombres no brillaba por su abundancia en el poblado. Pero como dice el refrán: cuando no hay lomo, de todo como.

— También podéis alcanzar los tarros que están muy altos.— dijo la morena, como si añadir eso a la lista de utilidades de los hombres fuera algo bueno. Pero de donde ellas venían lo cierto es que no es que se los menospreciara, es que simplemente eran sacos de esperma y poco más.— ¿Y tú has tocado muchas?— porque al parecer los soldados en el ejército o en las guerras muchas veces acababan fornicando entre ellos, y luego lo negaban porque al parecer eso les quitaba su hombría, menuda estupidez. Ellas se habían arrejuntado muchas veces con otras amigas o primas y eso no restaba feminidad a ninguna.*


Estaba claro que al vikingo le gustaba presumir e ir de macho alfa, pero a ella eso le daba igual y, seguramente, también a su hermana. Si bien sentían curiosidad por saber lo que era mantener relaciones sexuales con un hombre, tampoco se morirían por no intentarlo. Ellas sabían dar placer y lo habían recibido en innumerables ocasiones con otras mujeres. Se conocían mejor unas a otras, sabían exactamente lo que les gustaba y cómo hacerse enloquecer en la cama. Dudaba mucho que hubiera un sólo varón sobre la faz de la tierra, capaz de satisfacerlas del mismo modo.

Permitió que el rubio le guiara la mano, aunque lo de apretar y aflojar los dedos lo hacía por inercia, casi más por molestar que otra cosa. Entonces escuchó el comentario de Dalka y se echó a reír con todo el descaro.

-Seguro que sí y por eso se queja de que yo no lo hago como él... Prueba tú a ver.

Con la zurda agarró la muñeca de la diestra de su gemela y la llevó hasta el pantalón de Reidar para que la metiera dentro y buscara a lo que agarrarse, como había hecho ella antes.*

Las dos amazonas parecían decididas a menospreciarme, mas francamente para tocarme el orgullo deberían de hacer mucho mas que tildarme de maricón y de verga pequeña, posiblemente porque ambas afirmaciones eran falacias y ellas como yo lo sabían.
Tomé la jarra dandole un trago cuando la otra metió la mano de su hermana en mi pantalón.
-¿pero la encontráis? -bromeé con un gesto divertido, para ser pequeña buen repaso le estaban dando.
Di un trago y me limité a disfrutar de las caricias de las dos mujeres, solo tenía que ponerles una argolla en su dedo, así que me daba igual a cual de las dos manos que ahora mismo tenia sobre mi polla colocarlo.
-Podemos seguir el juego en mi cuarto..así me enseñáis como os dais placer..las amazonas…*

Dalka miró a Aundria y ambas se rieron, porque bien sabían que se podría quedar boquiabierto con lo que viera, y seguramente él iba de maestro del placer. La pequeña sacó la mano y se la llevó a la nariz frunciendo el ceño. Cómo todo él oliese a sudor de troll borracho, no se iba a acercar a tocarlo ni con un palo. ¿Por qué los hombres solían ser tan amigos de la inmundicia? Ella se manchaban y sudaban y se cubrían de sangre pero no se la dejaban encima más tiempo del necesario.*


Aundria se quedó mirando la expresión de desagrado de su hermana al olerse la mano no pudo sino reír. ¿Cómo se le ocurría hacer eso? ¿A caso no veía ya las pintas que tenía el señor vikingo? Estaba claro que no olería a flores ni hierbabuena. Regresó entonces la vista al rubio y, tras retirar su propia mano que, sabiamente tras la experiencia de su gemela no se llevó a la nariz, ladeó la cabeza y la sonrisa.

-¿Crees que si nos damos placer la una a la otra, tendremos ganas de dejarte participar? Mucha fe tienes tú, señor Blodoks.

Obviamente el referirse a él como señor era mera ironía, de no ser así no le tutearía.*

Ambas sacaron la mano de mi pantalón, no me pasó desapercibido el gesto de la hembra mas parada y silenciosa. Al parecer no era de su gusto el olor de mi verga, le debía ir mas el pescado del coño de su hermana. Ladeé la sonrisa cuando la otra me habló de fe.
-Bueno, soy un vikingo, la fe es algo que se me ha inculcado desde niño.
Di un nuevo sorbo de la jarra mirando a una y a la otra consecutivamente.
-Quizás hubiera ganado con vuestra hermana fea y gorda, de seguro esa si sabia como se toca una verga.
Podía ser maleducado, pero tampoco había ido hasta allí para ser insultado. Los Blodoks éramos orgullosos, mi linaje se remontaba al inicio y no permitiría que dos desviadas se rieran de mi porque los dioses hubieran pedido una alianza.*

Dalka le dio un codazo a su gemela carraspeando y poniéndose seria. Vale, las bromas estaban bien, pero de alguna forma respetaban a aquellos que respetaban a los dioses, y aunque en el panteón vikingo existían algunos que no se merecían adoración, sí al menos respeto.

– Vale… tienes razón, no sabemos y tenemos curiosidad por ver cómo se… cómo funciona la… cómo… bueno, eso. Pero tú has venido a buscar una esposa y nosotras no queremos un marido porque no es algo que… hum. ¿Esté en nuestro en planes?.— miró a Aundria preguntándole con los ojos si lo que había dicho estaba correcto.*

Antes de guardar la mano en ninguna parte, consideró oportuno, que no correcto, limpiarse en la pernera del pantalón del vikingo, a fin de cuentas los restos eran suyos y si se podían manchar por dentro, también por fuera.

-¿Quieres que vayamos a buscar a Dagmar? Aunque ella te diría de hacer un trío con su marido, en todo caso.

Sonrió, justo cuando su hermana le daba un codazo y se tocó el costado, mirándola con el ceño fruncido. No le recriminó el golpe con palabras, pero sus ojos decían mucho. Entonces la escuchó intentar explicarse con el engreído y se encogió de hombros al volver a cruzar miradas con Dalka.

-Podría decirse así de manera muy suave y poco norteña, sí. Sentimos curiosidad por el sexo con hombres, pero no a largo plazo.*

Enarqué una ceja mirando a Dalka, sus palabras escondían dos verdades, una que sentían curiosidad por las relaciones que pocas veces, si no ninguna, habían experimentado, la segunda..que su intención distaba mucho de casarse conmigo.
Las cartas acababan de voltearse sobre la mesa y perdía la mano en ellas.
-Pues tenemos un problema, porque según los dioses, una de vosotras será mi esposa, solo así se sellará esta alianza. Se lo que pensáis, que a vosotras or importa una mierda, yo y mi alianza, así como mis fronteras, sois ingenuas. Vuestro padre ganará una posición estratégica para enfrentar a Randulf y yo ganaré protección, pero creerme, soy fiel a mis dioses y no es que no crea a vuestro padre, pero confío mas en mis oráculos, nunca me han fallado.
Esta alianza se formará bajo la unión de sendos apellidos.
Di un nuevo sorbo de la jarra dejando escapar el aire de mis labios sobre el liquido vertido.
-Pero si queréis un polvo..tampoco tengo problema en ellos, soy abierto de mente -apunté con una sonrisa ladina.*

Reidar estaba muy seguro de que se iría con una esposa a sus tierras y eso no se veía capaz de rebatirlo, allá cada loco con sus locuras. Pero si que era verdad que lo habían hablado a solas, lo de probar cómo sería eso que sus hermanos no se cansaban de presumir, y que Beth les había contado que era muy placentero. Miró a su gemela y con sólo leer la expresión de su rostro contestó.

—¿Al menos nos invitas a un lugar que esté limpio? No pensamos ir a un burdel.*

Las dos hermanas se miraron, ya habían tratado este tema en privado, y habían llegado a una conclusión, aunque las dos habían mostrado ciertas reservas, cada una por sus propios motivos. Pero a la hora de la verdad, los planes previos no siempre funcionaban, a veces había que improvisar.

-Sobre todo por si luego nos queremos asear.

Si tan mal le olía, mejor ser previsoras.*

Las mujeres aseguraban que ninguna de ellas estaba interesadas en contraer matrimonio conmigo, pero bueno, eran cambiantes como la dama blanca que reinaba en el cielo cuando la oscuridad llegaba, así que ¿quien sabia si al final de la noche ambas lucharían por ese anillo ofrecido? Fuere como fuere, mi intención era echar un buen polvo, todo lo que me llevara después era satisfacer a mis dioses, así que, adelante, pero primero pensaba dar placer al hombre.
-Si queréis voy a vuestra habitación, no creo tengáis problema en que ese lugar este descuidado o sucio... -apunté ladeando la sonrisa - o vamos al lago, aunque creo que habrá demasiada gente a estas horas visto lo visto.
Eche un vistazo rápido alrededor, el ambiente ya se había caldeado y muchos de los jóvenes de Akershus acaban fornicando en sus orillas, bajo la cascada o en tierra firme..no es que los vikingos fuéramos muy exquisitos en lo referente al sexo..mientras pudiéramos meterla en caliente y desfogarnos antes de la siguiente batalla, todo valía.*
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Mensaje por Aundria Cannif Miér Mayo 09, 2018 4:31 pm

No era mala opción, jugar en casa, por si al barbita trenzada le daba por creerse un conquistador de esos que arrasa por donde pasa y les tocaba atarlo, amordazarlo y enseñarle modales. No se podía decir que fuera un salvaje, pero tampoco era un conde finolis y remilgado. Le parecía cada vez más divertido, de hecho. Miró a Aundria y ambas asintieron a la vez, era apabullante ver cómo a veces hacían los mismos gestos o decían la misma palabra a la vez. Era como si fueran la misma persona pero reflejada en un espejo.

En el castillo les habían dispuesto una habitación grande en una buhardilla, porque apenas quedaban cuartos libres desde que la tribu Cannif empezase a crecer. A ellas no les importaba dormir juntas, es más, lo preferían porque siempre había sido así, no vivían con comodidades en el poblado y tenerlas ahora era gratificante, les daba igual que aquello tuviera un poco de pinta de desván. Al cruzar la taberna rumbo al castillo las miradas de algunos se fijaron en la extraña comitiva, minutos antes se lanzaban palabras envenenadas y ahora se marchaban juntos.*

Que asintieran a la vez era el menor de sus parecidos, solían terminar las frases de la otra o hablar al unísono incluso. Las habían llegado a llamar muchas cosas, fuera de su poblado claro, allí las respetaban, pero a las gemelas nada les importaba demasiado si no era lo que opina la otra.

Se fueron hacia el castillo y al cruzarse con Dagmar, ésta le guiñó un ojo al vikingo que seguro sintió un helador escalofrío recorrerle la espalda. Las hermanas se miraron y sonriendo, saludando animadas a la cocinera. Subieron juntos los diversos pisos hasta llegar a la planta más alta y se encaminaron a su estancia. Por suerte para todos, no se cruzaron con Höor o seguro hubiese habido cruces de miradas que hubiesen hecho cambiar de opinión a las amazonas.

Aundria pasó la primera y sin cortarse fue a sentarse al borde de la cama.

-¿Nos desnudamos ya?*

En cuanto las amazonas aceptaron abrí mis brazos y los dejé caer con una sonrisa triunfal sobre sus hombros, acaba de dar caza a mi presa nocturna y en esta ocasión "a mi me daban dos"
Busqué con la mirada la mesa de los Cannif, las monedas danzaban por encima del madero, unos habían perdido la apuesta y los mas listos recaudaban dinero por apostar por alguien como yo, un campeón. Le hubiera dicho a Niels "apúntate esa pazguato" pero algo me decía que ni de lejos el muchacho no había experimentado lo mismo en ocasiones distintas.

Salimos de la taberna, mis hombres golpeaban la mesa con el culo de las jarras jaleándome mientras otros abucheaban, pero el jolgorio se quedó atrás pues nosotros fuimos directos al palacio.
Las chicas tenían su habitación en la parte mas alta, la guardilla, de camino a esta me crucé con la cocinera a la que le lancé un beso con gesto divertido, el alcohol que corría por mis venas y saber que no tenia que apartar sus carnes para dar con la entrada por donde meter la verga me hacía estar de muy buen humor.

Una vez dentro la morenita bocazas fue al grano, mucho decían saber complacer, pero esta quería acabar demasiado rapido y yo quería tomarme mi tiempo ...no todos los días te llevas dos jacas como esas al lecho.*

Dalka se aseguró de cerrar la puerta, no quería intromisiones inoportunas, al parecer Ulf se paseaba por el castillo a menudo en busca de un sofá. Se quitó el cinto dejando los sais sobre la mesa y sacó el cuchillo de su bota, en teoría no iba a necesitarlo ¿no?. Ella llevaba el tatuaje de henna del lobo en la espalda y su hermana el fresno, al menos así se diferenciaban.

—Enséñale tu tatuaje, queda muy bien sobre tu piel. Aundria tiene una piel muy bonita.— que básicamente era idéntica a la suya, pero Dalka siempre veía a su hermana la más perfecta de todas.*
Se quedó observando a los dos que la acompañaban en la estancia. Su hermana se movía, se la notaba cómoda ahora, el estar en su propio terreno la tenía relajada. El vikingo, por su parte, estaba con el orgullo por las nubes, debía creer que tener a dos mujeres para él era toda una proeza.

Aundria se levantó tras el comentario de su gemela y se desabotonó la camisa, descubriendo su torso. No tenía vergüenza, no era una damisela, era una amazona, y desnudarse no era ningún problema. Se dio la vuelta para mostrar el tatuaje, apartándose el pelo hacia delante para que no lo cubriera.

-Aunque creo que el rubio prefiere verme las tetas.*
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Mensaje por Reidar Blodoks Miér Mayo 09, 2018 4:32 pm


Dalka propuso que su hermana me enseñara la parecer un tatuaje que tenia en la espalda, me quedé allí frente a la amazonas esperando que su hermana empezara a sacarse prendas de encima. La morena no tardo en deshacerse de la camisa blanca que cabria su torso deslizándola con delicadeza por sus hombros hasta que la tela golpeó el suelo. Cuando se acerco a mi con la melena a un lado y mostrando el Fresno que ataba los nueve mundos ladeé la sonrisa, mas por su comentario certero que porque le faltara razón a su hermana, claro que yo no me había fijado en su piel si no en la curvatura perfecta que quedaba entre culo y espalda.

Tomé su brazo para voltearla, el tatuaje estaba bien pero la delantera mucho mejor, dos montañas se alzaban vigorosas, los pezones como cristales me apuntaban y en ellos centré mis dos mares dispuesto a embeberme de sus turgentes pechos a lo largo de la noche. Elevé la mirada hasta sus azules .
-Tienes razon, mejor por delante -sentencie girando la cabeza ligeramente para mirar a Dalka -¿desnúdate?*

¿Por qué narices estaban los dos tan cómodos como si estuvieran charlando del tiempo? Dudó un instante, no porque tuviera vergüenza de descubrirse, en su poblado el cuerpo femenino no estaba vetado ni se escondía de nada, pero le seguía dando algo de recelo el rubio.

— Tú aún tienes mucha ropa.— dijo mientras comenzaba a desabrocharse la botas, si tenía la duda de si eran completamente idénticas, tardaría aún un par de minutos den saber la respuesta. Aundria parecía entender mejor lo que debían hacer, así que esperaba que su hermana le echase un cable. Tras la botas fueron los pantalones y quedaron a la vista los muslos torneados. Entre su tren inferior y el superior de su gemela, había una mujer entera.*

Cuando los ojos azules de Aundria se encontraron con los del vikingo, ésta le dedicó una ladeada sonrisa, una que se amplió al escuchar la contestación que le daba su hermana al rubio.

-Dalka tiene razón, te sobra ropa.

Le dio un tirón a las pieles que cubrían los hombros ajenos y las tiró a un lado, antes de apartarse dando un par de pasos atrás. Se colocó junto a su gemela, tomándola de la mano y ladeó la cabeza.

-Venga, quítate el resto tú solo. ¿O necesitas ayuda?*

Mis pieles cayeron a un lado, la amazona era única provocando, mas yo no tenia ninguna prisa por empotrarlas, así que cuando su estela se dirigió hasta su hermana y tomando su mano me pidió que me desnudara me limité a abrir sendos brazos como respuesta a su errada pregunta, claro que prefería me desnudaran. Mis ojos dibujaron los muslos contorneados de la hermana mas callada, la camisola cubría su culo todavía y mi impaciencia por descubrir que ocultaba tras esa ropa crecía por momentos como mi verga dentro de los pantalones que empezaban a quedar estrechos.
-¿y si os desnudáis la una a la otra? -pregunté ensanchando la sonrisa con picardía*

Eso sin duda era buena idea, pero no era justo que ellas estuvieran en pelotas mientras él seguía calentito bajo la ropa. Cada una tiró de unas correas para soltar el peto tachonado y el gambesón. Bajo tanta cosa había piel pegada al músculo y sobre ésta la tinta negra serpenteaba dibujando el Mjölnir en su pecho. El intrincado dibujo llamó la atención de Dalka que lo repasó con los dedos apreciando el buen trazo de quien se lo había estampando de forma indeleble. Aundria hizo lo mismo por la espalda, donde también tenía dibujos con las siluetas de Skoll y Hati. Al menos era una piel agradable de ver, la de su padre estaba surcada de cicatrices de látigo y eso la afeaba un poco. Se apartó un poco y su hermana desabrochó los botones dejando que la camisa deslizara hasta sus tobillos, y ella soltó el cinto de Aundria para que sus pantalones corrieran el mismo destino.*

Entre las dos dejaron el torso del vikingo al descubierto y con ello sus tatuajes y cicatrices. Todos los guerreros las tenían, ellas también. Era una de las pocas cosas que las distinguían, por eso Dalka había empezado por desnudar sus piernas y Aundria su torso.

Cuando las hermanas siguieron desnudándose, ahora la una a la otra, dejaron expuesto su cuerpo, excepto por la ropa interior que cubría su monte de venus y parte de las nalgas. Se miraron de nuevo la una a la otra y con media sonrisa se acercaron al rubio, pero le rodearon hasta colocarse a su espalda. Dalka observó ahora los tatuajes que cubrían aquella zona en el hombre y Aundria, que no se cortaba, le rodeó con los brazos la cintura para aflojarle el cinto y el pantalón.

Las manos de ambas ascendieron luego por la piel del vikingo, recorriendo la zona lumbar hacia los omóplatos y luego bajaron por los brazos hasta tomarle cada una de una muñeca y tirar de él hacia la cama.*

Los dedos de las amazonas eran ágiles, recorrieron mi piel despacio, dibujando las trazadas lineas de los tatuajes mientras yo admiraba de frente a Dalka que parecía star concentrada en le martillo y la forma en la que había sido trazado lo que me llevó a ladear ligeramente la sonrisa y tomando su mentón elevé su cabeza para que me mirara. Con delicadeza, pues esta mujer distaba mucho de ser como Audria aunque se lo propusiera, presioné mis labios contra los ajenos en un rocé efímero, pues escapó de mis zarpas con premura para de nuevo caer entre los brazos de su hermana.
Una a la otra se desnudaron bajo mi atenta y turbia mirada, mis pupilas se dilataron ante la imagen de dos mujeres que bien podían hacerle a Freya arder de celos, pues su belleza no conocía parangón en estos momentos.

Por la espalda sus manso fueron a mi cinto y sin muchos preámbulos y desarmándome con la facilidad con la que le robas un caramelo a un niño, mis aceros acabaron a un lado y mis pantalones en el suelo.
Cada una tomó uno de mis brazos y de un tirón me llevaron al lecho, hasta ahí me había dejado hacer, para que tener dos hembras si no era para calentar primero con los ojos la verga.
Mi diestra se afianzó en los mechones lacios de Audria, esta entreabrió esos labios carnosos y enterré sin esmero mi lengua entre sus belfos paladeando aquel sabor distinto a hembra.*
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Mensaje por Dalka Cannif Miér Mayo 09, 2018 4:33 pm

Dalka había recibido un roce suave, firme pero sin ser invasivo ni demandante, similar a algunos besos que había disfrutado en otras ocasiones. Sin embargo el vikingo con Aundria parecía devorar un ciervo recién cazado. ¿Podría ser capaz de captar las sutiles diferencias entre ambas? Eso la sorprendió para bien, lo creía un bruto y una pazguato. Cuando Reidar la soltó, la gemela se mordió el labio inferior y con media sonrisa se acercó a su hermana y la besó, como otras veces habían experimentado. Sus manos recorrieron su cuerpo sin reparo alguno, al de Aundria estaba acostumbrada, al otro no.*


Cuando la lengua del vikingo se coló entre sus labios, la boca de Aundria la acogió con un breve mordisco y una succión. Se separó del rostro ajeno cuando se aproximó su hermana y entre caricias le devolvió el beso. Las cabezas de ambas se ladearon en sentidos opuestos, encajando sus belfos a la perfección que como dos piezas de un puzzle se anclaron y probaron. Las manos de la mayor se pasearon por la cintura de la contraria y subieron por su espalda, apegándola a su cuerpo, hasta que los pechos de ambas se apretaron unos a otros. De reojo observó al rubio que no les quitaba la vista de encima. Tenía la verga tan dura que si la golpeaban seguro se rompía.*

Llevé mi diestra a la bastarda y lentamente comencé a moverla bajando y subiendo la piel entre caricias mientras observaba a las dos hermanas darse el lote en frente. Sus pechos se friccionaban, con cada movimiento que hacían al incrementar el énfasis en aquel beso ahora profundo que se estaban dando, las astas se apuntaban erguidas rozando la tez clara de la opuesta.
Cuando bajé la piel las gotas de liquido preseminal que habían salido por la uretra mojaron el glande dejándolo rojizo y brillante, de reojo la morena contempló lo que hacía y ese gesto basto para que con la zurda y sin dejar de sacudírmela atrapara su nuca y tirara de ella acercándola de nuevo a mis labios para devorarlos con hambruna mientras su hermana, aun pegada a la otra como siamesas empezaba a animarse en este juego que lejos de ser de dos, era de tres en todo momento*

Dalka con su hermana se sentía cómoda, pero era la segunda vez que Reidar enganchaba a Aundria de esa forma y le pareció injusto, así que cuando la soltó tiró de su barba trenzada para mordisquear sus labios con necesidad, mientras mantenía una de sus manos sobre el trasero de su gemela. El vikingo estaba caliente, evidentemente, pero ellas empezaban a subir también la temperatura, tener un espectador que además participaba del espectáculo era muy morboso. Intercaló besos y mordiscos entre el rubio y la morena, ese juego a tres bandas era estimulante.*


No dudó en colar su lengua en la boca del vikingo cuando éste la sujetó de la nuca para devorar sus labios y aunque Aundria se concentraba en lo que sus sinhuesos hacía, su diestra buscó sin necesidad de mirar el pezón más cercano de su hermana y lo pellizcó, retorciendo levemente la punta. Se separó entonces del rostro del rubio y fue su gemela la que ésta vez dio buena cuenta de los belfos del norteño.

-Al menos sabe besar bien.

Comentó con una media sonrisa, antes de corresponder a un par de besos de Dalka y luego pasar a otras cosas mejores. Se deslizó por debajo del brazo de la otra amazona, colocándose entre ambos, pero más baja y cara a la chica. Con las dos manos sujetó los pechos de su hermana, los masajeó y pronto se llevó uno a la boca para succionarlo con breves mordidas.*

Aundria me dio la espalda para encargarse de torturar los erguidos pechos de su hermana, entre mordidas y lamidas la hizo jadear de placer, estimulándola hasta que su espalda se arqueó y su pelvis busco la fricción del cuerpo ajeno. Mi hombría dura como una piedra golpeaba cual ariete su columna vertebral, mientras mi boca ansiosa de mas repasaba completamente acoplada los belfos ajenos enredando mi lengua en su sinhueso con un beso profundo que nos dejó sin aliento.

De un tirón giré a Aundria esta vez escurriéndome por su piel, dejando con mis dientes un sendero de mordiscos que la marcaron hasta perderme en la media luna de su ombligo donde introduje mi lengua embebiéndome del sudor que perlaba su piel.
Alcé la mirada, su hermana desde la espalda masajeaba sus senos tirando de sus dos picos.
Bajé un poco mas, hasta el delicado y peludo monte de Venus.

-Ábrete pequeña -susurré contra su coño antes de que alzara la pierna y la apoyara sobre mi hombro.*

Aundria la había tocado de forma que su deseo se empezaba a disparar y las mejillas comenzaban a sofocarse, ahora le tocaba a ella devolverle las caricias, pero Reidar además la enganchó para darle placer con su lengua. Eso la sorprendió agradablemente, las mujeres solían contarles que sus maridos o amantes eran unos brutos, que no sabían complacer a una mujer de otra forma que no fuera al estilo del semental, pero el rubio parecía comprender un poco mejor que todas las partes del cuerpo femenino eran distintas y según lo que quisiera conseguir debía tocar una tecla u otra. Se dedicó a besar el cuello de Aundria mientras acariciaba sus cumbres dejando que su hermana gozara del momento. De vez en cuando ésta giraba el rostro buscando unos labios que engullir y encontraba los de Dalka sin problemas para darle lo que pedía.*


Estuvo bien entretenida, alternando un pecho con el otro, torturando el pezón entre los dedos cuando no lo mordisqueaba con los dientes o succionaba con los labios.

De pronto, el rubio la hizo girar y la colocó boca arriba, recorriendo su torso con mordiscos y lamidas. Aundria se acomodó, apoyándose en los antebrazos y codos, mientras observaba al vikingo y a su hermana a partes iguales. Dalka atendía ahora sus senos, la conocía bien, sabía que tenía más sensible el izquierdo que el derecho y que si le pellizcaba el segundo, le daban cosquillas y por eso se contenía en hacerlo.
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Mensaje por Aundria Cannif Miér Mayo 30, 2018 4:13 pm



En cuanto Reidar le pidió que se abriera de piernas, llena de curiosidad por descubrir cómo trataba el hombretón a su sexo, no demoró en apoyar una de éstas en el hombro ajeno, mientras la otra la separaba, apoyando el pie en la cama. El aliento caliente del vikingo impactó primero y seguida vino su lengua que experta se coló entre los labios de su sexo, hurgando con hambre, empapándose de sus fluidos. La chica echó la cabeza hacia atrás, apoyándose en el regazo de su hermana y dejó escapar un gemido placentero. Estiró el brazo derecho, lo llevó a la nuca de Dalka y la atrajo para darle un intenso beso.*

Mi lengua se deslizó por su centro, de arriba a bajo recogiendo su excitación, paladeándola con un gruñido, hundí más mi cabeza cuando esta enredó en mi pelo sus dedos ansiosa, arqueando su cuerpo sobre el de su gemela y besándola con desasosiego.
Su clítoris engrosado pedía guerra, mis dientes lo mordieron, tiraron de él hasta que mis labios lo engulleron y después lo torturé bordeándolo con la lengua.
Mas fueron mis dedos abriéndose paso por la cavidad de su laberinto lo que la llevó a dar un respingo inesperado, bajó su mirada perdiéndola turbia en mis mares, suplicando que siguiera. Ladeé la sonrisa deteniéndome por completo, solo mis dedos surcaban el infinito de su cavidad en un abrasador ritmo lento. Me alcé esta vez buscando la boca de Dalka, enterrando en ella mi lengua con sabor al sexo de su hermana.*

Parecía que Aundria estaba disfrutando, eso era buena señal, al menos el barbitas no era un completo patán y para probar el sexo con hombres no habían hecho mala elección de momento. Agarró sus barbas trenzadas tirando de él para devorar mejor su boca mientras su otra mano libre se encargaba de acariciar el pecho de su hermana, subiendo lentamente hacia el cuello y finalmente hasta sus labios. La gemela lamió sus dedo y lo mordisqueó, podía notar cómo su ombligo se contraía sólo de saber que su hermana estaba siendo presa de una excitación placentera que iba en auge, tal era su conexión.*

Entre jadeos y con la respiración agitada, pudo observar desde su posición baja y privilegiada como las lenguas de Dalka y el vikingo se enredaban fuera y dentro de sus bocas. Aundria se relamió y con cuidado se fue escurriendo como una culebra por un lado, hasta colocarse detrás de su hermana. Posó ambas manos en la cintura ajena y la empujó, pegando su torso a la espalda de su gemela. Por encima del hombro miró a Reidar y de nuevo sonrió ladina.

-Ahora hazle lo mismo a ella.*

La mirada de Aundria se hundió imperativa en mis orbes turbios de deseo, quería que su hermana experimentara lo mismo, pero aquí ella no daba las ordenes, el juego era de tres y yo también estaba ansioso por tener lo mío.
Mis dedos se afianzaron en la melena oscura de Dalka, la cascada parda se deslizó entre mis dedos y de un tirón la bajé para que ahora ella quedara arrodillada frente a mi bastón de mando.
Mi gruesa verga palpitó ansiosa mojando de liquido preseminal sus labios.
La tomé con la diestra moviéndola entre ellos entre gruñidos, esperando que la mujer más tímida entendiera su cometido.*
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Mensaje por Reidar Blodoks Miér Mayo 30, 2018 4:14 pm

Sabía lo que se experimentaba con lo que acababa de suceder sobre la cama, pero lo que ahora el rubio demandaba no lo había probado. Ladeó un segundo los ojos mirando a su hermana como buscando guía para aquello, pero decidió probar y tomó el miembro entre las manos, subiéndolas y bajándolas de la misma forma que había hecho él y después abrió los labios lamiendo el glande como si fuera una fruta madura. El sabor no era nada del otro mundo, pero cosas peores se había comido. Cuando el rubio echó la cabeza hacia atrás y soltó el aire supo que estaba haciendo algo que le gustaba y decidió probar con un poco más de profundidad, pero pronto se quedó sin espacio y le dio náusea, así que se retiró un poco.*


Aundria quedó observando la escena. Tenía curiosidad por ver lo que hacía su hermana y cómo reaccionaba el vikingo a las acciones de ésta. No podía evitar ser algo analítica, aunque la experta en estudiar costumbres fuera su gemela. Se mordió al labio, la situación la excitaba y sin cortarse un pelo coló la zurda entre su cuerpo y el de Dalka para masturbarse a sí misma y, al mismo tiempo, dar suaves embistes hacia delante, por lo que con el índice rozaba los labios el sexo de la otra amazona de vez en cuando.*

Dalka atrapó el tronco con su diestra llevando sus labios a la punta, primero una lamida que movió mi verga entre sus belfos fruto de una palpitación. Eso pareció darle confianza pues sus labios se abrieron rodeando el capullo y poco a poco descendieron engullendo mi polla al completo.
Eché la cabeza hacia atrás excitado, cerrando los ojos y dejando que el aire saliera de mis labios despacio. Mi pelvis se movió sola en su dirección para enfundarla mas dentro.
La inexperta amazona que no esperaba mi embiste no soportó el roce con la campanilla y dio una arcada golpeando mi punta con las paredes calientes de su garganta, estrangulándola y llenándome de placer, haciéndome rugir de ganas.
Se apartó de golpe, la saliva manchaba sus labios y quedaba en hilillos presa del glande hasta que esta con la diestra los apartó antes de alzar sus ojos llorosos mirándome.*

La sensación de ahogo había sido momentánea y desde luego no quería repetir, su hermana mientras tanto estaba trasteando por los bajos fondos de ambas.

— eso no me gusta…— murmuró, porque las náuseas no combinaban bien con el placer, al menos no en ella. Aundria la hizo girarse y la besó, era su forma de “consolar” a Dalka por ese segundo de malestar que quizás en otro momento no lo viera de la misma forma. Agradeció el tacto conocido entre los labios y para no incomodar a Reidar le tendió la mano para que se uniera a ambas en ese juego de lenguas.*

La expresión de asco de su hermana no le pasó desapercibida, tal vez para el rubio no se notara, pero ella conocía perfectamente a su gemela y el más mínimo cambio en su rostro le contaba una historia entera. Los labios de ambas se unieron, pero en cuanto entró el vikingo en el juego, el beso que había iniciado suave y lento se tornó lascivo y lleno de saliva.

Las manos de Aundria se repartieron la faena, con una acariciaba el trasero de Dalka, apretándole las nalgas y con la otra rodeó el falo empapado de Reidar, que duro y caliente como estaba, no dejaba de mover las caderas, buscando que le atendieran la verga.*
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Mensaje por Dalka Cannif Miér Mayo 30, 2018 4:23 pm

Con un movimiento dejé caer a cuatro patas a Aundria, mi hombría palpitaba ansiosa por adentrarse en sus entrañas. La otra parecía mas reacia a probar las cosas que al parecer desconocía, dudaba hubiera estado con un varón antes de este momento.
Mientras la empitoné con mi lanza, mis manos buscaron los senos de su hermana. De una estocada me adentré hasta el fondo golpeando sus nalgas con mis huevos mientras esta rugía arqueando la espalda. Ladeé la sonrisa mirando de frente a Dalka que no acostumbrada a los actos de tal barbarie me miraba asustada, sus ojos titilaban como dos estrellas en el firmamento y fue mi boca la que se orilló contra la suya calmándola con un beso húmedo, cargado de deseo.

La hermana, mas salvaje y aventurera empujaba hacia atrás sus nalgas clavándosela hasta el fondo ,mi pelvis se movía como un péndulo mientras jadeaba contra los labios de su hermana que acogía mi lengua en una batalla de aceros y sierpes.*

Estaba concentrada todavía en sentir el placer en sus labios, en las caricias de su hermana y luego en el beso húmedo del rubio, cuando de pronto todo se precipitó, Aundria se colocó sobre el colchón y Reidar se hundió en ella. No le vio la cara porque la tenía contra el lecho pero por cómo se contrajeron sus músculos diría que algo le había molestado, algo se habría desgarrado en su interior, pero tampoco emitió queja alguna y al contrario, se movió acompañando su vaivén y comenzando a jadear y gemir. Reidar la atrapó y sus besos profundizaron, lascivos en su boca. Las manos del rubio manoseaban por igual las nalgas de su gemelas y sus pechos, el jadeo de Aundria iba en alza y se estremeció al pensar que ella también podría probarlo.*


Se apoyó en los antebrazos en cuanto el vikingo la empujó colocándola a cuatro patas. Su torso inclinado, los pechos contra el colchón y los pezones endurecidos rozando las sábanas. Sus ojos se abrieron de golpe cuando la gruesa erección del rubio se abrió paso sin delicadeza alguna. se mordió el labio inferior, ahogando un quejido que le hizo cerrar con fuerza los ojos. Estaba acostumbrada al dolor de la batalla, incluso a encontrarle cierto placer a sentirlo que hacía más fácil sobreponerse y seguir luchando en mitad de una pelea. Recurrió a la misma táctica en aquel momento, centrándose únicamente en la parte que le resultaba agradable y pronto fue ella misma la que comenzó a moverse, buscando marcar un ritmo que le fuera cómodo y apetecible. Él quería desfogarse, estaba claro, pero ella también quería disfrutar del acto y nadie conocía mejor su cuerpo que la propia Aundria, además de su gemela.*

Aundria impuso un ritmo mas pausado, trazando círculos sombre mi hombría, se restregaba contra mi como una gata en celo haciendo la penetración ,mas placentera y mas profunda. Cachondo como estaba, gruñí mordiendo el labio inferior de la hermana que parecía observarlo todo sin saber muy bien como se sentía ademas de contrariada Mii diestra se deslizó lenta por su cintura, dibujando cada curva de su cuerpo que mantenía recta la mía.

Acaricié la media luna de su ombligo con delicadeza mientras ambos nos mirábamos a los ojos en un gesto intimo. Cuando mis dedos alcanzaron su monte de Venus dio un respingo.
-No dolerá -prometí adentrándome despacio en su trinchera, rozando con la yema de mis dedos el botón que se engrosó y tembló de puro placer.

Ladeé la sonrisa complacido cuando su cuerpo se arqueó, primero un dedo, luego el otro los sumergí en su abismo. Los fluidos de ambas me hacían chapotear como una rana en una charca.
Embestí con dureza a Audria que elevó su torso buscando mi boca. nuestras lenguas se acariciaron fuera mientras mi mano libre torturaba sus pezones pellizcándolos lentamente.
-Sois preciosas.*

Notó sus dedos adentrarse y darle placer, hasta ahí había llegado en otras ocasiones, tanto con su hermana como con otras amazonas de su poblado, pero a pesar de eso, se sentía distinto, era un hombre y eso lo cambiaba todo. Se relajó y se dejó llevar por su tacto mordiéndose el labio inferior y afianzándose a su cintura, pues tenía miedo de echar la cabeza hacia atrás y terminar desplomándose en el colchón. Cuando Aundria se incorporó a buscar la boca de Reidar, la mano libre de su hermana agarró uno de sus senos y después lo lamió, describiendo círculos y mordisqueándolo.*
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Mensaje por Aundria Cannif Mar Jun 19, 2018 4:45 pm


Se incorporó, empujándose con ambas manos y quedó de rodillas. Con una mano se apoyó en el hombro de su hermana y con la otra atrajo de la nuca al rubio para que sus bocas se unieran en un beso profundo y largo en el que no se cortó con el uso de la lengua o las mordidas. Siseó entre dientes cuando Dalka comenzó a atender sus senos y de reojo pudo ver como el vikingo la penetraba con sus dedos. Dio un golpe de caderas hacia atrás, haciendo chocar sus nalgas con los muslos de Reidar y luego se echó hacia delante, apartándose. Se relamió, mirando a su gemela y al joven Blodoks.
-Cambio de turno.
Comentó entre risas y ayudó a su hermana a colocarse entre ambos.*

Dalka guiada por su mas experimentada hermana se puso entre los dos, mis dedos apartaron su pelo para acercar mis labios a su cuello dejando por el un reguero de mordidas y besos. En su piel de terciopelo quedó un reguero de saliva, mis dedos por abajo volvían a adentrarse en los confines de su sexo completamente empapado de deseo.
-Tranquila -susurré mordiendo el lóbulo de su oido.
La punta de mi verga se abrió paso en su centro, saqué empapados sendos dedos acercándolos a la boca de la gemela mientras empujaba despacio adentrándome en Dalka que ahora temblaba como una hoja azuzada por el viento de otoño.
Su hermana le alzó una pierna para que me diera mas paso, me dejé caer sobre mis talones tirando de la cintura de la amazona para que montara sobre mi llevando ella el control de lo honda que quería metérsela.
Estaba muy burro ya en ese momento, pero sabía que si con ella no iba a un ritmo mas bajo cogería miedo al acto, tenia que conseguir casarme al menos con una de las dos, así que mas me valía cumplir como todo un campeón.*

Se sentó a horcajadas sobre su miembro, que resbalaba adentrándose en sus confines y notó romperse el velo, pero tampoco era tan terrible como contaban, dolía mucho más los coscorrones de cualquier entrenamiento. Expulsó el aire entreabriendo los labios y después de dejar que su interior se acomodara a la dureza del invasor, se movió un poco, arriba y abajo, sintiendo la fricción de sus sexos, que era una locura. Estaba caliente y excitada, al igual que él y su hermana y ese movimiento la estaba acercando al clímax de una forma muy diferente a la que estaba acostumbrada. Sus gemidos fueron en aumento, guturales, roncos, aquello sobrepasaba bastante lo que pensaba que sería el sexo con un hombre. Tenía la idea preconcebida de que era algo más mundano, más práctico, quizás hasta molesto o burdo como comerse un plato basto. Sin embargo no tenía nada que ver, deseaba más y su hermana que estaba a su lado, era lo que más cerca tenía, la besó con ansia, se agarró a sus cabellos mientras trotaba sobre el vikingo y se le escapaban los jadeos.*


Se apegó a su hermana cuando ésta la agarró del pelo, correspondiendo al beso que Dalka llenaba de mordidas. La diestra de Aundria se paseó por el marcado torso del vikingo, mientras la zurda amasaba los senos de su gemela, pellizcando y tirando de sus pezones. Estaba excitada y movía por inercia las caderas aunque no hubiera nada ni nadie que atendiera las necesidades que su sexo reclamaba. Jadeó contra los labios de la otra Cannif, lamiéndolos, colando la lengua entre las dos hileras de blancos dientes y con ella le recorrió la boca entera, acariciándole el paladar, iniciando una lenta danza de sinhuesos que se enredaban una con otra en un instante y al siguiente jugaban a evitarse.*

La amazona haciendo honor a su nombre trotó sobre mi con hambre, enterrándola entre los pliegues de su coño que se dilataba con cada voraz embestida. Gruñí jadeando centrando mi mirada turbia en el duelo encarnizado de lenguas que las dos hermanas se traían, las puntas de sus pechos friccionaban poniendo sus pezones duros como rocas, bien podían rayarse la piel con esas esferas rojizas que sobresalían de sus protuberantes tetas. Llevé mi diestra al centro de la norteña que movía sus caderas en busca de verga, no encontró eso, pero si tres dedos que se hundieron en sus pliegues adentrándose hasta los nudillos en un vaivén brusco. La palma de mi mano se bañaba de sus pegajosos fluidos, notaba como friccionaba su clítoris contra mi palma cuando ella danzaba.
Llevé mis labios hacia la boca de Aundria, que abandonó la fuente de su hermana para enredarse en un beso húmedo y pasional conmigo.
Los belfos de Dalka recorrieron mi cuello, dejando un bocado en mi nuez que me hizo gruñir de placer, azoté su trasero con mi mano libre pidiéndole que no parara, que no se detuviera sintiéndome al borde del abismo.*
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Mensaje por Reidar Blodoks Mar Jun 19, 2018 4:46 pm

Se enganchó del cuello de Reidar cuando su hermana abandonó sus labios para beber de los del rubio, se había acomodado ya a la sensación y el grosor del miembro que palpitaba en su interior y friccionaba con él a un ritmo cómodo que le producía la sensación intensa de estar llena, los dedos y la lengua podía dan mucho placer, pero esto se sentía de otro modo, más profundo, más intenso y echó la cabeza hacia atrás gimiéndole al oído, pero porque estaba cerca. Aundria se estaba llevando también lo suyo y le gustaba ver a su hermana disfrutar, estaba todo bien. Estaban pasando un buen rato ambas y sólo podía pensar en aumentar el ritmo, en recorrer esa senda hacia el clímax. Se mordió los labios, estaba llegando a ese punto en el que la cabeza parecía irse por otro lado, no aguantaría mucho más.

— reidar…me estoy volviendo loca… sigue… no pares…— aunque realmente ella estaba moviéndose más que él, y finalmente explotó en un orgasmo tan intenso que tuvo que sujetarse para no caerse de lado.*


La amazona se siguió moviendo cuando los dedos del rubio la penetraron, hurgando dentro de ella, flexionándose y separándose a la vez que se colaban y salían de nuevo, frotando su clítoris con cada vaivén, de la palma.
Ya no era la boca de Dalka la que bebía de su aliento, sino la de Reidar que había reclamado atención como si todo revolviera alrededor del macho. Estaba claro que no tenía las de ganar en un duelo con las gemelas, pero ambas estaban experimentando y él era el que podía ofrecerles aquello que nunca habían probado. Pero eso era un juego para los tres, uno en el que el vikingo se pensaba terminaría ensortijando el dedo de una de las hermanas y en el que ellas únicamente lo utilizaban para probar las mieles del sexo entre hombres y mujeres sin ataduras ni consecuencias.
Notó el orgasmo de Dalka hormiguear su propio cuerpo, como si se le adormecieran las extremidades y se despertaran las terminaciones nerviosas de puntos hasta entonces inexistentes.*

Rugí contra los labios de Aundria la notar como las paredes de Dalka estrangulaban mi enorme falo, entreabrí los labios emitiendo roncos jadeos contra su boca que delataban lo cerca que estaba de correrme dentro de la gemela. Los dedos de Aundría se enredaron en mi pelo, atrayéndome mas contra ella, colando su lengua para embeberse de mi aliento mientras mi diestra seguía aquel ritmo voraz con el que mis dedos se la follaban.
Los tres a estas alturas nos habíamos perdido en un sin fin de sensaciones, para ellas seguramente era la primera vez que probaban de esta manera a n hombre, al menso Dalka, pero eso no me situaba en la cima de la cadena, bien sabía que podían darme una patada en cualquier momento y mi meta no pasaba por nada de eso.

Empujé pon mi cadera mas adentro, unas ultimas empaladas que hicieron a la norteña tímida gritar completamente ida, sintió como mi polla escupía mi simiente en su interior, caliente, espesa y por unos momentos sus ojos se perdieron turbios en los míos rodeando mi cuello con sus brazos para no caerse.
Aundria estaba a punto, lo podía notar por como de engrosadas estaban sus paredes, sensibles a cada movimiento de mis dedos, a como incrementaba ese ritmo frenético de sus caderas y porque como yo, se había olvidado de besar y se limitaba a gemir contra mis labios cerrando los ojos.*

Se liberó del clavo donde estaba estacada no sin mucho esfuerzo, le pesaba el cuerpo y se encontraba vacía, liviana, pero su hermana no había explotado aún, así que se levantó dejando libre a Reidar y resopló, aspirando aire hondamente después, completamente relajada. Se dejó caer sobre los talones encima de la cama, donde se encontraba y pasó su mano por la espalda de Aundria como cuando se acaricia un gato. No había imaginado nunca que el sexo con hombres pudiera saciar tanto, ahora entendía algunas cosas. Se recreó en la visión del rubio y la morena buscando el momento en el que su hermana acabaría alcanzando el orgasmo, perdiendo la cordura de la misma forma que le había sucedido a ella.*
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