AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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A MI ME DABAN DOS ☯ +18
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A MI ME DABAN DOS ☯ +18
Recuerdo del primer mensaje :
Danielle estaba que fumaba literalmente en pipa, con mi "aprobación" y una ayuda de "falsificación" de documentos sobre la pertenencia de Beth que en Grecia era esclava. Ahora Beth, pertenecía a Alrek y ambos habían viajado a Grecia para que mi hija pudiera conocer sus raíces, algo que para mi era importante pero que a Dani le parecía la peor de las ideas. Sabía que tarde o temprano se desataría la tempestad en nuestra habitación, ella alegaba que si le pasaba algo a Beth seria responsabilidad mía, porque había actuado a sus espaldas y allí solo era una esclava, pero yo no estaba de acuerdo en ninguna de sus palabras.. Alrek quería a Beth, confiaba en ese chico que había visto crecer, desde niños les dimos alas para volar y ahora ¿quería acaso que se las cortara? era decisión de Beth y estaba tomada.
Ese día entrenaba con Ulf en el patio de armas a unos muchachos jóvenes, mi humor estaba irascible, por supuesto llevaba una semana que no me dejaba follar con ella, su castigo al parecer por mi afrenta y las bromas de Ulf no ayudaban. Lejos de tomármelas bien, como acostumbraba, hoy implicaban que los aceros chocaran rugiendo, buscando morder carnaza. Los jóvenes nos miraban a ambos boquiabiertos pues la pela lejos de ser lo que acostumbraba, un mero pachangueo, era el modo de desfogarme de mi "malestar" con Dani.*
Había recorrido un largo camino hasta Akershus portando una misiva de su madre, que falleció dos semanas antes por unas fiebres producidas tras el ataque de unos licántropos salvajes de Trondheim. Ahora sabían quién era su padre y venían a informarle de que Machteld había muerto y que apenas quedaban amazonas en el valle, se habian dispersado y era deseo de la antigua cabecilla que sus hijas emigraran a Akershus. Portaban sus petates ligeros que dejaron un segundo en el patio de armas para ver cómo se desenvolvían ambos hombres en la lucha. Dalka se cruzó de brazos y los observó concienzudamente, anotando mentalmente cada movimiento y cada gesto de aquellos dos. Suponía que el moreno sería el que les había legado el color de su pelo. Susurró por lo bajo a Aundria.
— No está mal para ser mayor y ser un conde.— porque ellas habían crecido sin necesitar a los hombres para defender y cazar en sus tierras, y al verlos, los inspeccionaban como algo exótico y raro.*
El camino había sido largo a pesar de no estar, precisamente, demasiado lejos, pero para asegurarse que nadie pudiera seguir su rastro a la inversa y localizar el valle en el que se criaron, las hermanas habían dado un buen rodeo hasta llegar a Akershus. Aundria venía con deseos de conocer al que era su padre, porque aunque no hubiesen oído hablar de él de boca de su madre hasta que ya fue muy tarde, la curiosidad era un rasgo que la envolvía por completo, igual que si fuese un gato.
Al detenerse en el patio de armas, se reclinó hacia Dalka, casi apoyándose hombro con hombro cuando la menor de las gemelas le susurró algo al oído a la otra. Una breve risa escapó de sus labios y fue suficiente para llamar la atención de algunos de los presentes. Se irguió, pasando una mano frente a su cara a modo de saludo.
-Ey, hola. ¿Qué tal la mañana?
Ni corta ni perezosa, ni mucho menos vergonzosa, Aundria iniciaba una conversación, haciendo que, ahora todos, las mirasen.*
Enarqué una ceja deteniendo el baile de aceros al escuchar la voz de las dos jóvenes a mi espalda y con mi antebrazo limpié las gotas de sudor que resbalaban por mi frente buscando a sus dueñas con al mirada.
-¿quienes sois? -pregunté sin mas mirando a Ulf de soslayo sin comprender demasiado.
Por sus ropas de sobra sabía que eran amazonas, hace tiempo que no veía a Machteld la jefa del clan, pero que estuvieran allí dos de sus amazonas solo podía implicar que estaban en problemas.
Machteld me hubiera enviado un cuervo de poder hacerlo, siempre mantuvimos dentro de nuestras posibilidades una relación por misivas, así que me sorprendía esta visita. Ulf y yo nos acercamos a ellas con el semblante tenso ¿no habría un día de paz en Akershus?
-¿que os trae por aquí amazonas?*
Dalka se cuadró cuando los dos hombres se acercaron con semblante tenso y miró a su hermana, normalmente ella era la que solía llevar la voz cantante en todos los aspectos, porque era más arrojada y no se cortaba cuando había que hablar, pero a ella le costaba un poco más. Se tensó algo incómoda y como no sabía cómo hacerlo bonito ni como decirlo de otra forma para quedar bien, simplemente optó por la solución más práctica. Le tendió la carta de Machteld sin decir ni mu.*
Danielle estaba que fumaba literalmente en pipa, con mi "aprobación" y una ayuda de "falsificación" de documentos sobre la pertenencia de Beth que en Grecia era esclava. Ahora Beth, pertenecía a Alrek y ambos habían viajado a Grecia para que mi hija pudiera conocer sus raíces, algo que para mi era importante pero que a Dani le parecía la peor de las ideas. Sabía que tarde o temprano se desataría la tempestad en nuestra habitación, ella alegaba que si le pasaba algo a Beth seria responsabilidad mía, porque había actuado a sus espaldas y allí solo era una esclava, pero yo no estaba de acuerdo en ninguna de sus palabras.. Alrek quería a Beth, confiaba en ese chico que había visto crecer, desde niños les dimos alas para volar y ahora ¿quería acaso que se las cortara? era decisión de Beth y estaba tomada.
Ese día entrenaba con Ulf en el patio de armas a unos muchachos jóvenes, mi humor estaba irascible, por supuesto llevaba una semana que no me dejaba follar con ella, su castigo al parecer por mi afrenta y las bromas de Ulf no ayudaban. Lejos de tomármelas bien, como acostumbraba, hoy implicaban que los aceros chocaran rugiendo, buscando morder carnaza. Los jóvenes nos miraban a ambos boquiabiertos pues la pela lejos de ser lo que acostumbraba, un mero pachangueo, era el modo de desfogarme de mi "malestar" con Dani.*
Había recorrido un largo camino hasta Akershus portando una misiva de su madre, que falleció dos semanas antes por unas fiebres producidas tras el ataque de unos licántropos salvajes de Trondheim. Ahora sabían quién era su padre y venían a informarle de que Machteld había muerto y que apenas quedaban amazonas en el valle, se habian dispersado y era deseo de la antigua cabecilla que sus hijas emigraran a Akershus. Portaban sus petates ligeros que dejaron un segundo en el patio de armas para ver cómo se desenvolvían ambos hombres en la lucha. Dalka se cruzó de brazos y los observó concienzudamente, anotando mentalmente cada movimiento y cada gesto de aquellos dos. Suponía que el moreno sería el que les había legado el color de su pelo. Susurró por lo bajo a Aundria.
— No está mal para ser mayor y ser un conde.— porque ellas habían crecido sin necesitar a los hombres para defender y cazar en sus tierras, y al verlos, los inspeccionaban como algo exótico y raro.*
El camino había sido largo a pesar de no estar, precisamente, demasiado lejos, pero para asegurarse que nadie pudiera seguir su rastro a la inversa y localizar el valle en el que se criaron, las hermanas habían dado un buen rodeo hasta llegar a Akershus. Aundria venía con deseos de conocer al que era su padre, porque aunque no hubiesen oído hablar de él de boca de su madre hasta que ya fue muy tarde, la curiosidad era un rasgo que la envolvía por completo, igual que si fuese un gato.
Al detenerse en el patio de armas, se reclinó hacia Dalka, casi apoyándose hombro con hombro cuando la menor de las gemelas le susurró algo al oído a la otra. Una breve risa escapó de sus labios y fue suficiente para llamar la atención de algunos de los presentes. Se irguió, pasando una mano frente a su cara a modo de saludo.
-Ey, hola. ¿Qué tal la mañana?
Ni corta ni perezosa, ni mucho menos vergonzosa, Aundria iniciaba una conversación, haciendo que, ahora todos, las mirasen.*
Enarqué una ceja deteniendo el baile de aceros al escuchar la voz de las dos jóvenes a mi espalda y con mi antebrazo limpié las gotas de sudor que resbalaban por mi frente buscando a sus dueñas con al mirada.
-¿quienes sois? -pregunté sin mas mirando a Ulf de soslayo sin comprender demasiado.
Por sus ropas de sobra sabía que eran amazonas, hace tiempo que no veía a Machteld la jefa del clan, pero que estuvieran allí dos de sus amazonas solo podía implicar que estaban en problemas.
Machteld me hubiera enviado un cuervo de poder hacerlo, siempre mantuvimos dentro de nuestras posibilidades una relación por misivas, así que me sorprendía esta visita. Ulf y yo nos acercamos a ellas con el semblante tenso ¿no habría un día de paz en Akershus?
-¿que os trae por aquí amazonas?*
Dalka se cuadró cuando los dos hombres se acercaron con semblante tenso y miró a su hermana, normalmente ella era la que solía llevar la voz cantante en todos los aspectos, porque era más arrojada y no se cortaba cuando había que hablar, pero a ella le costaba un poco más. Se tensó algo incómoda y como no sabía cómo hacerlo bonito ni como decirlo de otra forma para quedar bien, simplemente optó por la solución más práctica. Le tendió la carta de Machteld sin decir ni mu.*
Última edición por Höor Cannif el Miér Mayo 30, 2018 4:26 pm, editado 2 veces
Höor Cannif- Realeza Neerlandesa
- Mensajes : 976
Fecha de inscripción : 21/09/2016
Localización : el placentero infierno de tus piernas.
Re: A MI ME DABAN DOS ☯ +18
Cuando Dalka se apartó y las manos de Aundria quedaron libres, le dio un empujón al rubio en el pecho, sacudiendo la cabeza y le soltó un gruñido.
-Eso también sé hacerlo yo y mejor.
Espetó, dejando a un lado al que una vez satisfecho no parecía servirle de nada que no se sirviera ella misma, con la diferencia que ella conocía a la perfección su cuerpo, cosa que el vikingo no. Coló la diestra entre sus muslos y se masturbó ella misma con los dedos índice y corazón, mientras con el pulgar estimulaba el clítoris, presionándolo y frotándolo en pequeños círculos. Se apoyó con la otra mano en la pared del cabecero de la cama, manteniendo el equilibrio al estar de rodillas. Le importaba un pepino si hería el orgullo del macho, ese no era su problema, el suyo sólo era quedarse satisfecha.*
Aundria me dio un empujón obligándome a sacar mis dedos de su interior, al parecer a la amazonas no le gustaba como la estaba masturbando y rabiosa porque la polla se la había llevado su hermana hizo lo único que sabia hacer, darse placer a si misma porque no había hombre sobre la faz de la tierra que la aguantara.
Gruñí mirándola antes de ponerme en pie, había ido allí para divertirme no para que se burlaran de mi en la cara, podía necesitar anclar en uno de sus dedos el anillo, pero si tenia que volver sin alianzas a mi casa y combatir solo contra Randulf lo haría, nunca temí a la muerte y no empezaría ahora a estas alturas de mi vida.
Tomé los pantalones del suelo y me lo calcé en silencio así como las botas y la camisola, por ultimo las pieles que ajusté sobre mis hombros, ahí podían quedarse las dos zorras Cannif masturbándose a su gusto, ahora entendía porque las amazonas tenían que coger a los hombres para poder procrear, ninguno en su sano juicio se quedaría con una de esas locas por gusto.*
La amazona se quedó algo sorprendida por la reacción del vikingo. ¿De qué iba aquello? Parecía que lo estaban pasando bien ¿no? Lo hombres eran incomprensibles ¿no era eso lo que quería, tener sexo con ambas? Dudó unos instantes en los que sus miradas se cruzaron pero luego miró a su hermana, que como siempre sabía lo que estaba haciendo y lo que era mejor, a menos que estuviera cometiendo alguna locura, cosa que también era posible. Aundria no parecía darle importancia a que Reidar se vistiera y se marchase y lo cierto es que como no estaba segura de lo que estaba pasando allí, desvió los ojos hacia otro lado, otorgándole su aprobación a Aundria, como siempre.*
Aundria siguió masturbándose hasta alcanzar su propio orgasmo, ignorando por completo el infantil cabreo del vikingo que, ofendido por no ser suficiente, se vestía ofuscado. No era culpa de ellas que hubiera estado presumiendo de poder con las dos y al final resultara que no estuviera a la altura. Ellas no eran norteñas comunes, eran amazonas y por ello eran luchadoras y ma´s exigentes que ninguna con los hombres, acostumbradas a, precisamente, estar rodeadas de otras mujeres competentes. Gimió quedándose a gusto y se sentó en la cama, ligeramente cansada. Buscó a Dalka con la mirada y le tendió la mano para que la tomara.
-¿Lo has pasado bien?
Sabía que su gemela había conseguido desinhibirse de un modo distinto, porque ella era siempre más reservada, estaba contenta por ese logro y porque al menos su hermana se había quedado satisfecha.*
Cerré la puerta de un portazo y bajando las escaleras de dos en dos, llegué al piso inferior cruzándome con Niels que venia riéndose del lago con Ulf y Hakon, no se bien de lo que hablaban porque no me molesté ni en saludarlos, salí por el portón rumbo a puerto, estaba cabreado y la idea de meterme en mi cuarto se me antojaba una mierda, quería estar lejos de esas locas. Puede que los rumores sobre la belleza de las hijas Cannif fueran ciertos, pero desde luego que se les había olvidado mencionar a los que las habían visto que eran unas dementes.*
Apretó la mano de su hermana y aunque al principio intentó contener la sonrisa, acabó esbozando una bien grande y dejándose caer sobre el colchón.
— ¡Si! Jajajaja No pensaba que fuera a gustarme tanto. Ha sido muy… uffffff.. y luego… aaaahhh…— no sabía ni como describirlo, así que hizo un par de gestos con las manos y se mordió el labio inferior. Se sentó sobre la cama y la miró.— ¿Por qué se ha ido así? ¿estaba enfadado?*
Sonrió al escuchar a su hermana, acariciándole los nudillos con el pulgar. La veía emocionada y eso la llenaba a ella de felicidad, así que a pesar del final, tampoco podía pedir más. Se incorporó para sentarse mejor ya que se había escurrido un poco en el colchón y se encogió de hombros ante la pregunta de Dalka.
-El orgullo vikingo, ya sabes como son... lo has visto con nuestros hermanos, si te metes con su virilidad, todos estallan.
Ya habían sacado del rubio lo que querían, o al menos parte, tendrían que buscarse a otro con más estamina para la próxima.*
— Pues me parece una estupidez…tengo que ir a por las hierbas que me dijo Beth, no quiero tener un montón de bebés con barba rubia.— Estalló en carcajadas, bien sabía que eso no era posible, pero el asunto en verdad si que era serio, sabia que de la cópula nacían crios, y no estaba por la labor aún. Se vistió después de lavarse un poco y mientras regresaban al castillo pensó que quizás no era tan mala idea lo que planteaba reidar, pero no con las condiciones que lo había hecho. Maduraría la idea que tenía en mente antes de hablarlo con Aundria.*
Dalka Cannif- Cazador Clase Alta
- Mensajes : 17
Fecha de inscripción : 04/04/2018
Re: A MI ME DABAN DOS ☯ +18
La noche no fue exactamente como esperaba, si bien había comenzado bien, si la cosa funcionaba en la taberna y mi suerte crecía a lo largo de la noche llevándome a dos preciosas mujeres a la cama, pronto desperté de mi paraíso de sirenas de melodiosa voz para encontrarme con un kraken que celosa de mis atenciones para con su hermana se quejaba de que me hubiera corrido demasiado pronto, ni que no tuviéramos toda la noche para seguir jugando.
Amazonas, se creían el ombligo del norte, creían saberlo todo acerca de los hombres pero no me extrañaba que la única forma de conseguir reproducirse fuera por la fuerza o engañando a pobres guerreros con sus artimañas, porque no habría hombre sobre la faz de la tierra con la paciencia suficiente para aguantarlas.
Solo un necio cometería el error de desposarlas y más por partida doble, me cuidaba demasiado mi miembro y más mi cabeza y soportar sobre todo a una de ellas me daría cada día una terrible resaca.*
Dalka abrió la puerta de la taberna buscando a Beth, le habían dicho que estaba allí con Alrek y quería pedirle las hierbas mágicas anti-bebés de barba rubia y se dio de frente con el dueño de dicha barba trenzada. Se acercó al vikingo y le dijo “Salud!” Ya que estaba disfrutando de una cerveza.
— ¿Te has enfadado? No he entendido muy bien lo que ha pasado antes. Pensaba que lo estábamos pasando bien.— se encogió de hombros y miró por encima del hombro de Reidar, que le había parecido ver a la morenita trajinar por allí, pero con tanta gente la perdió de vista.*
Mientras su hermana entraba en la taberna, ella se quedó fuera haciendo migas con los caballos que estaban en el abrevadero. Siempre le habían gustado los animales, pero las monturas le parecían los más elegantes y nobles. Se llevaba bien con ellos y eso la ayudaba a ser mejor amazona.
Cogió un cepillo de una de las alforjas y se puso a cepillarles la cola sin temer que alguno se revolviera y le soltara una coz. Llevaba toda la vida rodeada de corceles, conocía bien sus actitudes y podía prever un ataque con tiempo suficiente como para apartarse.*
Dejé escapar el aire contra el contenido de mi jarra al ver aparecer a una de ellas, por suerte no tardé en descubrir que de las dos era la tímida y la más cuerda.
-Skol -atajé a decir en forma de saludo esperando que ahí se quedara la cosa, mas la joven se detuvo frente a mi para hacerme una pregunta que me sorprendió llevándome a enarcar una ceja.
-Estaba disfrutando, si, pero al parecer yo no tengo derecho a correrme más de una vez en una noche...tu hermana Aundria está loca, se las da de que entiende mucho de sexo, pero al parecer solo es una niñata celosa y caprichosa.
Di un trago de la jarra relamiéndome los labios después y no pude evitar sonreír al ver como enarcaba una ceja. Alcé una de mis manos.
-Vale, me callo, entiendo la defiendas, es tu hermana…*
Amazonas, se creían el ombligo del norte, creían saberlo todo acerca de los hombres pero no me extrañaba que la única forma de conseguir reproducirse fuera por la fuerza o engañando a pobres guerreros con sus artimañas, porque no habría hombre sobre la faz de la tierra con la paciencia suficiente para aguantarlas.
Solo un necio cometería el error de desposarlas y más por partida doble, me cuidaba demasiado mi miembro y más mi cabeza y soportar sobre todo a una de ellas me daría cada día una terrible resaca.*
Dalka abrió la puerta de la taberna buscando a Beth, le habían dicho que estaba allí con Alrek y quería pedirle las hierbas mágicas anti-bebés de barba rubia y se dio de frente con el dueño de dicha barba trenzada. Se acercó al vikingo y le dijo “Salud!” Ya que estaba disfrutando de una cerveza.
— ¿Te has enfadado? No he entendido muy bien lo que ha pasado antes. Pensaba que lo estábamos pasando bien.— se encogió de hombros y miró por encima del hombro de Reidar, que le había parecido ver a la morenita trajinar por allí, pero con tanta gente la perdió de vista.*
Mientras su hermana entraba en la taberna, ella se quedó fuera haciendo migas con los caballos que estaban en el abrevadero. Siempre le habían gustado los animales, pero las monturas le parecían los más elegantes y nobles. Se llevaba bien con ellos y eso la ayudaba a ser mejor amazona.
Cogió un cepillo de una de las alforjas y se puso a cepillarles la cola sin temer que alguno se revolviera y le soltara una coz. Llevaba toda la vida rodeada de corceles, conocía bien sus actitudes y podía prever un ataque con tiempo suficiente como para apartarse.*
Dejé escapar el aire contra el contenido de mi jarra al ver aparecer a una de ellas, por suerte no tardé en descubrir que de las dos era la tímida y la más cuerda.
-Skol -atajé a decir en forma de saludo esperando que ahí se quedara la cosa, mas la joven se detuvo frente a mi para hacerme una pregunta que me sorprendió llevándome a enarcar una ceja.
-Estaba disfrutando, si, pero al parecer yo no tengo derecho a correrme más de una vez en una noche...tu hermana Aundria está loca, se las da de que entiende mucho de sexo, pero al parecer solo es una niñata celosa y caprichosa.
Di un trago de la jarra relamiéndome los labios después y no pude evitar sonreír al ver como enarcaba una ceja. Alcé una de mis manos.
-Vale, me callo, entiendo la defiendas, es tu hermana…*
Aundria Cannif- Cazador Clase Alta
- Mensajes : 16
Fecha de inscripción : 04/04/2018
Re: A MI ME DABAN DOS ☯ +18
Enarcó una ceja, porque eso que estaba diciendo el pastelito no era cierto, Aundria era la mejor persona del mundo, así que estaba muy equivocado.
— Es muy buena persona, es la mejor hermana del mundo y no sabes lo que estás diciendo. Es cierto que es impulsiva y que tiene mucho carácter, pero no hay nadie más valiente, más feroz, más tenaz que ella. Seguro que tú también tienes tus defectos, nadie es perfecto ¿no? Lo cierto es que no sabemos mucho del sexo con hombres, así que seguramente haya sido algún tipo de malentendido.
Su tono era conciliador, pero se le escapaba la hija de Morgan.
— Disculpa… es que tengo que conseguir unas hierbas para que no tengas que cargar con bastardos que no deseas… hasta ahora.— se lo dijo con cierta ironía, pero su sonrisa decía algo contrario a eso. Interceptó a Beth en un lateral y se pusieron a hablar.*
Cuando se cansó de esperar, porque la paciencia no era la principal de sus virtudes, se acercó a la puerta de la taberna y se despidió de los caballos antes de pasar al interior. Se puso de puntillas para buscar a su gemela y enseguida la vio, pero en su otear del horizonte también descubrió a Reidar y arrugó la frente al reconocerlo.
Resopló, pero decidió evitar líos e ir a por Dalka. Sus hermanos ya no estaban allí, pero parecía ser hora punta y el local estaba lleno hasta los topes. Dirigió sus pasos hacia la otra amazona, escurriéndose entre la gente, pero como era de esperar por el estado de los presentes y lo largas que solían tener todos las manos en el norte, notó como alguien la agarraba del culo y ella, que no se mordía la lengua ni mucho menos contenía sus acciones, agarró la muñeca y la retorció en la espalda del beodo vikingo de cabello grasiento que soltó un quejido semejante a un gruñido.
-Vigila lo que tocas, amigo. A la próxima te clavo una daga en la palma.*
La joven amazonas dejó claras sus intenciones, no quedarían menos cristalinas las mías, fue por eso que la seguí entre la multitud para interceptarla antes de que alcanzara a esa mujer que buscaba. Tomé su muñeca para que detuviera su paso y de nuevo sus azules enfrentaron mis orbes marinos.
-No tendrían de existir por qué ser bastardos, sabes a lo que he venido a Akershus y mi propuesta para ti sigue en pie, seguro encontrarás el acuerdo interesante si pudiéramos tratarlo de forma calma, privada y placentera -susurré acercando mis labios a los de ella, mas en ese instante escuché a mi espalda la voz de la hermana ajusticiando a un vikingo que al parecer había osado tocarla, ladeé la sonrisa, al menos ese había corrido peor suerte que yo.
-Vamos Aundria, déjalo, no todos pueden tocarte como lo hago yo -dije en un tono engreído que sabía la sacaría de sus casillas.
Devolví mi mirada a la de la hermana y apenas un susurro bastó "piénsalo".*
Dalka se quedó sin palabras. ¿Qué debía contestarle a eso al rubio? No tenía ni idea, miró a su hermana que avanzaba hacia ellos poniendo al tipo borracho en su sitio y después el vikingo la provocó deliberadamente y eso en Aundria solía ser la señal inequívoca para explotar y entrar en guerra. ¿Qué debía hacer? Quitarle importancia? Enfadarse con él como forma de apoyar a su hermana? Demasiada información, se quedó bloqueada y simplemente no pudo responder nada.*
Tenía al tipo recostado de cintura para arriba sobre la mesa con el brazo retorcido en la espalda hasta que la mano casi le tocaba el omóplato, cuando escuchó el comentario de rubio y sus azules se alzaron amenazantes hasta encontrarse con los fríos e insensibles ojos del vikingo.
-Si todos tocan como tú, menuda decepción.
Aundria tenía muy mala leche pero en aquella ocasión le parecía más divertido responderle, sabiendo lo mucho que afectaba al norteño que le tocaran el ego, antes de darle una patada en sus vacíos huevos.*
Ladeé la sonrisa al escucharla, su lengua viperina bien podía envenenarla.
-A mi no me retorciste el brazo y recuerdo haberte escuchado jadear hasta tu infantil ataque de celos, pero bueno, quizás solo estaba soñando, demasiado borracho, sobrio no me hubiera enredado contigo, no estoy tan loco -escupí cada palabra de forma mordaz, no era cierto, no del todo, físicamente me atraía y su carácter aunque me enfadaba también me divertía.
Devolví mi atención a la hermana cuando mi grupo se adentró en la taberna.
-Nos vemos Dalka, espero tu respuesta -dije antes de despedirme de ella con un ligero movimiento de cabeza y caminar hacia la mesa donde ahora tomaban asiento los muchachos para seguir bebiendo, esta vez acompañado, cervezas.*
— Es muy buena persona, es la mejor hermana del mundo y no sabes lo que estás diciendo. Es cierto que es impulsiva y que tiene mucho carácter, pero no hay nadie más valiente, más feroz, más tenaz que ella. Seguro que tú también tienes tus defectos, nadie es perfecto ¿no? Lo cierto es que no sabemos mucho del sexo con hombres, así que seguramente haya sido algún tipo de malentendido.
Su tono era conciliador, pero se le escapaba la hija de Morgan.
— Disculpa… es que tengo que conseguir unas hierbas para que no tengas que cargar con bastardos que no deseas… hasta ahora.— se lo dijo con cierta ironía, pero su sonrisa decía algo contrario a eso. Interceptó a Beth en un lateral y se pusieron a hablar.*
Cuando se cansó de esperar, porque la paciencia no era la principal de sus virtudes, se acercó a la puerta de la taberna y se despidió de los caballos antes de pasar al interior. Se puso de puntillas para buscar a su gemela y enseguida la vio, pero en su otear del horizonte también descubrió a Reidar y arrugó la frente al reconocerlo.
Resopló, pero decidió evitar líos e ir a por Dalka. Sus hermanos ya no estaban allí, pero parecía ser hora punta y el local estaba lleno hasta los topes. Dirigió sus pasos hacia la otra amazona, escurriéndose entre la gente, pero como era de esperar por el estado de los presentes y lo largas que solían tener todos las manos en el norte, notó como alguien la agarraba del culo y ella, que no se mordía la lengua ni mucho menos contenía sus acciones, agarró la muñeca y la retorció en la espalda del beodo vikingo de cabello grasiento que soltó un quejido semejante a un gruñido.
-Vigila lo que tocas, amigo. A la próxima te clavo una daga en la palma.*
La joven amazonas dejó claras sus intenciones, no quedarían menos cristalinas las mías, fue por eso que la seguí entre la multitud para interceptarla antes de que alcanzara a esa mujer que buscaba. Tomé su muñeca para que detuviera su paso y de nuevo sus azules enfrentaron mis orbes marinos.
-No tendrían de existir por qué ser bastardos, sabes a lo que he venido a Akershus y mi propuesta para ti sigue en pie, seguro encontrarás el acuerdo interesante si pudiéramos tratarlo de forma calma, privada y placentera -susurré acercando mis labios a los de ella, mas en ese instante escuché a mi espalda la voz de la hermana ajusticiando a un vikingo que al parecer había osado tocarla, ladeé la sonrisa, al menos ese había corrido peor suerte que yo.
-Vamos Aundria, déjalo, no todos pueden tocarte como lo hago yo -dije en un tono engreído que sabía la sacaría de sus casillas.
Devolví mi mirada a la de la hermana y apenas un susurro bastó "piénsalo".*
Dalka se quedó sin palabras. ¿Qué debía contestarle a eso al rubio? No tenía ni idea, miró a su hermana que avanzaba hacia ellos poniendo al tipo borracho en su sitio y después el vikingo la provocó deliberadamente y eso en Aundria solía ser la señal inequívoca para explotar y entrar en guerra. ¿Qué debía hacer? Quitarle importancia? Enfadarse con él como forma de apoyar a su hermana? Demasiada información, se quedó bloqueada y simplemente no pudo responder nada.*
Tenía al tipo recostado de cintura para arriba sobre la mesa con el brazo retorcido en la espalda hasta que la mano casi le tocaba el omóplato, cuando escuchó el comentario de rubio y sus azules se alzaron amenazantes hasta encontrarse con los fríos e insensibles ojos del vikingo.
-Si todos tocan como tú, menuda decepción.
Aundria tenía muy mala leche pero en aquella ocasión le parecía más divertido responderle, sabiendo lo mucho que afectaba al norteño que le tocaran el ego, antes de darle una patada en sus vacíos huevos.*
Ladeé la sonrisa al escucharla, su lengua viperina bien podía envenenarla.
-A mi no me retorciste el brazo y recuerdo haberte escuchado jadear hasta tu infantil ataque de celos, pero bueno, quizás solo estaba soñando, demasiado borracho, sobrio no me hubiera enredado contigo, no estoy tan loco -escupí cada palabra de forma mordaz, no era cierto, no del todo, físicamente me atraía y su carácter aunque me enfadaba también me divertía.
Devolví mi atención a la hermana cuando mi grupo se adentró en la taberna.
-Nos vemos Dalka, espero tu respuesta -dije antes de despedirme de ella con un ligero movimiento de cabeza y caminar hacia la mesa donde ahora tomaban asiento los muchachos para seguir bebiendo, esta vez acompañado, cervezas.*
Reidar Blodoks- Humano Clase Alta
- Mensajes : 22
Fecha de inscripción : 05/04/2018
Re: A MI ME DABAN DOS ☯ +18
Cuando el norteño se giró agarró del brazo a su gemela y habló por lo bajo.— ¡Me ha propuesto matrimonio! creo… no estoy segura. Le dije que iba en busca de las hierbas para no darle bastardos y… me dijo que no tenía por qué ser así. No sé en qué está pensando… pero sin ti yo no voy a ningún lugar.— eso era una realidad tan cierta para ella como que el día era luminoso y la noche oscura.
—¿Casarte con quien? Con Blodoks? fiiiiu…— la hija de la pirata silbó entre dientes, las había escuchado.— No es mal partido, no os faltará diversión en su frontera con Randulf.*
En cuanto su hermana la agarró del brazo, ella soltó el del vikingo que a poco estaba de lloriquear, más por la humillación que por el daño.
Los azules de Aundria se fijaron en los de Dalka con sorpresa, ladeando ligeramente la cabeza. Miró entonces de reojo al rubio que se aposentaba en otra mesa con su corrillo de cachorros. Iba a responder cuando se escuchó la voz de Beth acortando distancias.
-Es un partido pésimo. Sólo aceptaría por patearle el culo a las hordas de Randulf, porque lo que es por él...*
—ehm…Beth, ¿tienes hierbas de esas que me dijiste que tomabas?
— Aaaanda…alguien lo ha pasado bien, ¿eh?.— Dalka enrojeció, si, lo había pasado bien del modo que la morena le relató y ahora quería suprimir las consecuencias indeseadas.— Claro, toma.— sacó del bolsillo una pequeña bolsita de cuero.— Tengo más, y cuando queráis más, pedidlas en la botica, las venden sin problema.
Cogió las hierbas y las guardó y se despidieron de la morena a la que acababa de arrollar el huracán lobuno de Alrek, se dirigieron a la salida y ya fuera sin tanta gente que pudiera chismorrear se detuvieron a conversar.
— ¿Y si no es tan mala idea? Quiero decir… no quiero eso para mi, sin ti. Pero…¿y si te haces pasar por mi? Quizás si no nos distingue… lo hemos hecho muchas veces. No sé, es una locura!!! Siempre me dices que me pienso mucho las cosas.*
Aundria, a pesar de lo que pudiera parecer por su fuerte carácter, era una persona a la que le gustaba bastante la cercanía y el contacto físico, así que antes de que Alrek apareciera en escena y después de recibir el pequeño saquito con hierbas, besó la mejilla de la morena.
-Gracias, Beth.
Las dos salieron del local y una vez fuera, su hermana se detuvo para retomar el tema que habían dejado a medias. La ceja izquierda de la más rebelde se alzó al escuchar las palabras de su gemela.
-¿Pero qué dices? No podría hacerme pasar por ti con ese... energúmeno. Es especialista en sacarme de mis casillas... Seguro me tocaba la moral a la primera de cambio y me descubriría.*
—¡No! piénsalo! Sería como la broma que le gastamos al principio. Tendríamos un hombre para cuando quisiéramos…ya sabes. Fornicar. ¡Pf! No me gusta esa palabra, es fea. Pero sobre todo tendríamos nuestra propia casa, posición etc. Y en la frontera estaríamos siempre en acción. Yo creo que no debe ser tan difícil de llevar. Y si un día tú no tienes ganas, pues te cubro yo, y al revés.— Hablaba de Reidar como si estuvieran hablando de hacer relevos en una prueba o carrera, donde podían hacer “trampas”.*
-¿Pero te das cuenta de lo que dices? Estaríamos en su terreno, tendría ojos en todas partes... Aunque él personalmente no se percatara de que somos dos, lo haría alguien.
No entendía como Dalka, que era siempre la más sensata y que más pensaba en todo, estaba de pronto tan alocada. ¿El sexo la había trastocado? Ella se notaba igual que siempre, así que no lo tenía muy claro.
—¿Casarte con quien? Con Blodoks? fiiiiu…— la hija de la pirata silbó entre dientes, las había escuchado.— No es mal partido, no os faltará diversión en su frontera con Randulf.*
En cuanto su hermana la agarró del brazo, ella soltó el del vikingo que a poco estaba de lloriquear, más por la humillación que por el daño.
Los azules de Aundria se fijaron en los de Dalka con sorpresa, ladeando ligeramente la cabeza. Miró entonces de reojo al rubio que se aposentaba en otra mesa con su corrillo de cachorros. Iba a responder cuando se escuchó la voz de Beth acortando distancias.
-Es un partido pésimo. Sólo aceptaría por patearle el culo a las hordas de Randulf, porque lo que es por él...*
—ehm…Beth, ¿tienes hierbas de esas que me dijiste que tomabas?
— Aaaanda…alguien lo ha pasado bien, ¿eh?.— Dalka enrojeció, si, lo había pasado bien del modo que la morena le relató y ahora quería suprimir las consecuencias indeseadas.— Claro, toma.— sacó del bolsillo una pequeña bolsita de cuero.— Tengo más, y cuando queráis más, pedidlas en la botica, las venden sin problema.
Cogió las hierbas y las guardó y se despidieron de la morena a la que acababa de arrollar el huracán lobuno de Alrek, se dirigieron a la salida y ya fuera sin tanta gente que pudiera chismorrear se detuvieron a conversar.
— ¿Y si no es tan mala idea? Quiero decir… no quiero eso para mi, sin ti. Pero…¿y si te haces pasar por mi? Quizás si no nos distingue… lo hemos hecho muchas veces. No sé, es una locura!!! Siempre me dices que me pienso mucho las cosas.*
Aundria, a pesar de lo que pudiera parecer por su fuerte carácter, era una persona a la que le gustaba bastante la cercanía y el contacto físico, así que antes de que Alrek apareciera en escena y después de recibir el pequeño saquito con hierbas, besó la mejilla de la morena.
-Gracias, Beth.
Las dos salieron del local y una vez fuera, su hermana se detuvo para retomar el tema que habían dejado a medias. La ceja izquierda de la más rebelde se alzó al escuchar las palabras de su gemela.
-¿Pero qué dices? No podría hacerme pasar por ti con ese... energúmeno. Es especialista en sacarme de mis casillas... Seguro me tocaba la moral a la primera de cambio y me descubriría.*
—¡No! piénsalo! Sería como la broma que le gastamos al principio. Tendríamos un hombre para cuando quisiéramos…ya sabes. Fornicar. ¡Pf! No me gusta esa palabra, es fea. Pero sobre todo tendríamos nuestra propia casa, posición etc. Y en la frontera estaríamos siempre en acción. Yo creo que no debe ser tan difícil de llevar. Y si un día tú no tienes ganas, pues te cubro yo, y al revés.— Hablaba de Reidar como si estuvieran hablando de hacer relevos en una prueba o carrera, donde podían hacer “trampas”.*
-¿Pero te das cuenta de lo que dices? Estaríamos en su terreno, tendría ojos en todas partes... Aunque él personalmente no se percatara de que somos dos, lo haría alguien.
No entendía como Dalka, que era siempre la más sensata y que más pensaba en todo, estaba de pronto tan alocada. ¿El sexo la había trastocado? Ella se notaba igual que siempre, así que no lo tenía muy claro.
Dalka Cannif- Cazador Clase Alta
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Fecha de inscripción : 04/04/2018
Re: A MI ME DABAN DOS ☯ +18
-Primero pensé que te referías a engañarlo aquí... y que para cuando se percatara ya fuera tarde. Pero empiezo a pensar que se te ha ido la cabeza un poco.*
— mmm… tienes razón, eso no serviría. Pues… no sé, convencerlo de que vamos juntas siempre. Es que no quiero separarme de ti!! Y sé que algún día eso sucederá, si no es Reidar será otro, da igual, pero llegará el día que alguien te guste lo suficiente y querrás tener esa vida…y lo entiendo pero es que no puedo separarme de ti, es como si me arrancase algo. ¿No te parece mono? Es un engreído, pero eso podemos manejarlo ¿no? Y en la cama…yo me lo pasé bien, quizás con más práctica tú también.*
Habíamos bebido lo suficiente para calentarnos y el resto unas vikingas parecían estar dispuestas a hacerlo, así que en pequeña comitiva salimos de la taberna bromeando entre risas, no esperaba encontrarme a las dos Cannif todavía fuera conversando.
-Dalka -dije hundiendo mis azules en lso suyos, solo las ropas las diferenciaban, al menso ahora, no las conocía tanto -vamos al lago ¿vienes?
Mi idea no era ser infiel si ella aceptaba mi propuesta, podía ser muchas cosas y seguramente en la mayoría tenían razón, pero si aceptaba matrimonio, cumpliría mis deberes como marido.
Los chicos siguieron andando, parándose unos metros allá con las jóvenes para esperarme, ladeé la sonrisa cuando me gritaron que fuera.
-Puedes venir con tu hermana.*
Miró a Aundria, aún tenían mucho que deliberar, pero la invitación se extendía a las dos, parece que al barbitas se le había pasado el cabreo. Dio un paso hacia Reidar y a la vez tiró de la mano de su gemela, era un claro “vamos”.
— No sabía que necesitara autorización para ir al lago de las tierras de mi padre…pero gracias, con gusto vamos.— una de cal y otra de arena.*
La mirada de Aundria no era precisamente amistosa cuando vio aparecer al rubio con sus amigos y unas cuantas norteñas con ganas de fiesta. Enarcó una ceja ante la invitación, riendo con sorna cuando le dio "permiso" para que fuera ella también. Fue a responderle que se metiera sus ganas por donde no brillaba el sol, pero su hermana se le adelantó. No podía ahora decir que no sin dejarla mal y eso sería lo último que haría. Así que con un gruñido, se dejó llevar.*
Atrapé la diestra de la que esperaba se convirtiera en mi esposa, era muy agradable a la vista, parecía una mujer razonable, capaz de entender lo que éramos y las responsabilidades que nuestros apellidos conllevaban, fiera en la lucha, digna condesa para las fronteras que mantenían parte del norte a salvo. La joven Cannif era el modo de sellar un trato, pero empezaba a pensar que también una gran elección, con el tiempo encajaríamos los dos.
Aundria Cannif- Cazador Clase Alta
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Fecha de inscripción : 04/04/2018
Re: A MI ME DABAN DOS ☯ +18
Ladeé la sonrisa al escuchar el gruñido de la hermana que parecía no estar tan contenta con la idea de ir al lago ¿siempre andaba amargada esa mujer?
-Aundria seguro que entre esas mujeres encuentras alguna con la que pasar la noche -apunté con cierta diversión.
Mi brazo ascendió hasta los hombros de su hermana, el vaho blanquecino emergía de nuestros labios con cada respiración, suerte si el lago no estaba congelado.*
Dalka giró lentamente la cabeza mirando esa mano en su hombro y se revolvió un poco incómoda, pues de su mano llevaba a Aundria y eso era como raro.
— Pues no sabes lo bien que se pasa la noche entre mujeres… ejem…— se giró hacia su gemela con cara de circunstancias y se encogió de hombros. ¿Debía quitarse esa mano de encima?*
La mirada de Aundria se encontró con la de su hermana, intentando ignorar las estupideces que el rubio soltaba por esa boca que mejor estaría cosida con alambre de espino.
-Las mujeres sabemos satisfacernos entre nosotras, cosa que he podido comprobar los hombres no sabéis hacer.
Se encogió de hombros, dedicándole una maliciosa sonrisa y tiró de la mano de su hermana, lo que hizo que el brazo del vikingo cayera de los hombros de esta.
-Vamos a sentarnos por ahí.
Hizo un gesto con la cabeza, señalando con el mentón a la orilla. El lago no estaba congelado, pero sí que había escarcha sobre las hierbas que se le arrimaban.*
La hermana toca pelotas me acababa de arrebatar mi presa, al parecer la muy lesbiana pretendía que mi futura esposa la aliviara.
-Pues si tan bien te sabes complacer sola, porque no pruebas a empezar por estar "sola" -atajé tirando de la mano de su hermana para que me acompañara junto al resto al lago.
-Con Aundria puedes estar todos los días, pero con alguien como yo..un pastelito en dulce para las mujeres, no -apunté con una socarrona sonrisa.
Diría que fue el alcohol el que hablaba por mi, pero la verdad es que ese espíritu fanfarrón no solo me acompañaba en la guerra.*
Dalka enarcó una ceja y se detuvo en seco mirando a Reidar y a Aundria ambos con el ceño fruncido y la sonrisa irónica en la cara.
— Siento decirlo así pero…necesitáis echar un polvo.— Aundria la fulminó con la mirada.— ¡¿Qué?! Niels siempre lo arregla todo así. Yo creo que sería la solución, en serio. Yo me voy a pasear, lo hacéis y lo arregláis.— y la cuestión es que conforme más lo pensaba, mejor opción le parecía porque desde luego ella sí quería repetir, y al parecer el problema había sido con el sexo, con lo demás no parecía haber altercado ninguno.*
-Aundria seguro que entre esas mujeres encuentras alguna con la que pasar la noche -apunté con cierta diversión.
Mi brazo ascendió hasta los hombros de su hermana, el vaho blanquecino emergía de nuestros labios con cada respiración, suerte si el lago no estaba congelado.*
Dalka giró lentamente la cabeza mirando esa mano en su hombro y se revolvió un poco incómoda, pues de su mano llevaba a Aundria y eso era como raro.
— Pues no sabes lo bien que se pasa la noche entre mujeres… ejem…— se giró hacia su gemela con cara de circunstancias y se encogió de hombros. ¿Debía quitarse esa mano de encima?*
La mirada de Aundria se encontró con la de su hermana, intentando ignorar las estupideces que el rubio soltaba por esa boca que mejor estaría cosida con alambre de espino.
-Las mujeres sabemos satisfacernos entre nosotras, cosa que he podido comprobar los hombres no sabéis hacer.
Se encogió de hombros, dedicándole una maliciosa sonrisa y tiró de la mano de su hermana, lo que hizo que el brazo del vikingo cayera de los hombros de esta.
-Vamos a sentarnos por ahí.
Hizo un gesto con la cabeza, señalando con el mentón a la orilla. El lago no estaba congelado, pero sí que había escarcha sobre las hierbas que se le arrimaban.*
La hermana toca pelotas me acababa de arrebatar mi presa, al parecer la muy lesbiana pretendía que mi futura esposa la aliviara.
-Pues si tan bien te sabes complacer sola, porque no pruebas a empezar por estar "sola" -atajé tirando de la mano de su hermana para que me acompañara junto al resto al lago.
-Con Aundria puedes estar todos los días, pero con alguien como yo..un pastelito en dulce para las mujeres, no -apunté con una socarrona sonrisa.
Diría que fue el alcohol el que hablaba por mi, pero la verdad es que ese espíritu fanfarrón no solo me acompañaba en la guerra.*
Dalka enarcó una ceja y se detuvo en seco mirando a Reidar y a Aundria ambos con el ceño fruncido y la sonrisa irónica en la cara.
— Siento decirlo así pero…necesitáis echar un polvo.— Aundria la fulminó con la mirada.— ¡¿Qué?! Niels siempre lo arregla todo así. Yo creo que sería la solución, en serio. Yo me voy a pasear, lo hacéis y lo arregláis.— y la cuestión es que conforme más lo pensaba, mejor opción le parecía porque desde luego ella sí quería repetir, y al parecer el problema había sido con el sexo, con lo demás no parecía haber altercado ninguno.*
Reidar Blodoks- Humano Clase Alta
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Fecha de inscripción : 05/04/2018
Re: A MI ME DABAN DOS ☯ +18
No sabía a cuál de los dos mandar a la mierda, si al rubito idiota y engreído o a su hermana que, al parecer, se había vuelto loca después de echar el primer polvo de su vida con un hombre.
-¿Y desde cuándo Niels tiene buenas ideas?
Resopló, incapaz de comprender las chaladuras que soltaba Dalka ahora.
-¿Sabes qué? La que se va soy yo, antes de que sigas diciendo tonterías.
Soltó a su gemela y emprendió camino de regreso, pisando tan fuerte que, a cada paso, dejaba una marcada huella en el terreno.*
-Pues no me parece tan mala idea -le grité con sorna -pero claro, parece que eres de esas cobardes que antes de reconocer que te apetece prefiere hacerse la ofendida y correr a casa sola a llorar y a masturbarte. Tu misma.
Me giré hacia Dalka quitándome la camisola y dejándola caer sobre la hierba, los demás ya estaban en el lago haciendo cosas de adultos y no discutiendo con su futura mujer y la hermana de esta sobre donde calzar la verga esa noche.
-¿Vamos? -le pregunte antes de agacharme para desatar las botas.*
Dalka le hizo un gesto indicándole que tardaría un momento en seguirle. Corrió hasta Aundria, lejos de la vista de los vikingos, porque la condenada caminaba deprisa. La agarró del brazo y la giró.
—Te estas equivocando. Hazme caso esta vez…por favor. Contigo se comporta como un imbécil porque no tolera el desafío, pero conmigo no es así… compruébalo tú misma.— Se sacó la chaqueta y las armas para que su gemela las cambiase por las suyas.— Ve ahí, dile que Aundria se ha ido a dormir, hazte pasar por mi, lo hemos hecho cientos de veces… y compruébalo.*
Cuando su hermana le dio alcance y le contó su idea, Aundria no estuvo de acuerdo y negó, interponiendo sus manos entre las prendas que le ofrecía y su propio cuerpo.
-¿De qué me sirve saber que a ti te trata de manera diferente? Yo siempre voy a ser yo...
Y tampoco era que le apeteciera mucho tener que morderse la lengua cuando lo que deseaba era estamparle la bota en la cara al dichoso vikingo de la trencita en la barba. Mas al fijar sus orbes en los de Dalka, vio que su rechazo le dolía. Ella era la impetuosa, la loca y su gemela la que siempre meditaba bien las cosas y actuaba con cabeza, no a lo kamikaze. Suspiró.
-Está bien... Pero no te vayas lejos, seguro que a los cinco minutos tiene mi puño entre los dientes.
-¿Y desde cuándo Niels tiene buenas ideas?
Resopló, incapaz de comprender las chaladuras que soltaba Dalka ahora.
-¿Sabes qué? La que se va soy yo, antes de que sigas diciendo tonterías.
Soltó a su gemela y emprendió camino de regreso, pisando tan fuerte que, a cada paso, dejaba una marcada huella en el terreno.*
-Pues no me parece tan mala idea -le grité con sorna -pero claro, parece que eres de esas cobardes que antes de reconocer que te apetece prefiere hacerse la ofendida y correr a casa sola a llorar y a masturbarte. Tu misma.
Me giré hacia Dalka quitándome la camisola y dejándola caer sobre la hierba, los demás ya estaban en el lago haciendo cosas de adultos y no discutiendo con su futura mujer y la hermana de esta sobre donde calzar la verga esa noche.
-¿Vamos? -le pregunte antes de agacharme para desatar las botas.*
Dalka le hizo un gesto indicándole que tardaría un momento en seguirle. Corrió hasta Aundria, lejos de la vista de los vikingos, porque la condenada caminaba deprisa. La agarró del brazo y la giró.
—Te estas equivocando. Hazme caso esta vez…por favor. Contigo se comporta como un imbécil porque no tolera el desafío, pero conmigo no es así… compruébalo tú misma.— Se sacó la chaqueta y las armas para que su gemela las cambiase por las suyas.— Ve ahí, dile que Aundria se ha ido a dormir, hazte pasar por mi, lo hemos hecho cientos de veces… y compruébalo.*
Cuando su hermana le dio alcance y le contó su idea, Aundria no estuvo de acuerdo y negó, interponiendo sus manos entre las prendas que le ofrecía y su propio cuerpo.
-¿De qué me sirve saber que a ti te trata de manera diferente? Yo siempre voy a ser yo...
Y tampoco era que le apeteciera mucho tener que morderse la lengua cuando lo que deseaba era estamparle la bota en la cara al dichoso vikingo de la trencita en la barba. Mas al fijar sus orbes en los de Dalka, vio que su rechazo le dolía. Ella era la impetuosa, la loca y su gemela la que siempre meditaba bien las cosas y actuaba con cabeza, no a lo kamikaze. Suspiró.
-Está bien... Pero no te vayas lejos, seguro que a los cinco minutos tiene mi puño entre los dientes.
Dalka Cannif- Cazador Clase Alta
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Fecha de inscripción : 04/04/2018
Re: A MI ME DABAN DOS ☯ +18
Aseguró, intercambiando la ropa con ella. Besó la mejilla de su mejor amiga, echándole una mirada de "pero esto me sigue pareciendo una locura" antes de regresar al lago, donde un Reidar sonriente, seguramente porque "Dalka" volvía sola, aguardaba.*
Dalka sonrió cuando al final su hermana aceptó las prendas. La idea era algo descabellada pero no se le ocurría otra forma de que ambos comprobaran que ni él era tan imbécil ni ella tan soberbia.
— Por supuesto que siempre serás tú y no quiero que cambies nada…pero espero que te sirva para conoceros un poco mejor y que dejéis de querer mataros porque es simpático y tú la mejor persona que conozco. Me quedaré aquí.— la amazona buscó un lugar tranquilo del bosque desde donde tener cierta cercanía por si debía intervenir, pero dejando la suficiente intimidad a su hermana y a Reidar. Lo único malo es que se iba a quedar con las ganas, y esperaba que el rubio al final entendiera el ardid como una oportunidad de conocerlas a ambas y de apreciar a ambas.*
Para cuando Dalka llegó y por suerte sin la plasta de su hermana, yo ya estaba desnudo y esperándola. No le hice comentario alguno sobre la falta de compañía, porque sinceramente quería conocerla, si de verdad tenía que casarme con ella no solo me importaba que "Cannif" fuera su apellido, quería saber sus miedos, sus seguridades ¿que quería hacer con su vida? Mi condado era complicado, sabía que Akershus era por excelencia la fortaleza que más veces sufría por las conjuras de Randulf, pero la mía era fronteriza con la del tirano y no eran pocas las gestas que libraba. Por lo que sabía de las dos jóvenes amazonas hacía relativamente poco habían llegado a Akershus ¿y si este tipo de vida no era lo que querían?
Me acerqué más a ella con una ladeada sonrisa.
-¿Te ayudo con las lazadas del corsé? -pregunté deslizando mi diestra por su cintura hasta coger las cuerdas para tirar de ellas. La cercanía era notoria, sus ojos azules se hundieron en mis aceros mientras entre los labios entreabiertos de ambos, síntoma del deseo, el vaho blanquecino se fundía agitando más nuestra respiración si cabía.*
Sabía que lo de ir al lago no era más que una excusa para retozar como adolescentes y tener sexo, todos la usaban en Akershus como si decir "vamos a follar" fuera demasiado vulgar para los norteños, menuda ironía.
Cuando el vikingo la tomó de la cintura con aquella ladeada sonrisa, tuvo ganas de decirle que se metiera su ayuda por el culo, pero se mordió la lengua y fingió una leve sonrisa, tímida, como las de su hermana Dalka.
-Gracias...
Le costó pronunciar la palabra, como si le quemara en la garganta. Pero a medida que las lazadas de su corsé se aflojaban, una idea vino a su cabeza ¡Los tatuajes! No podía darle la espalda a Reidar o descubriría que no era su gemela. Debía entretenerle como pudiera y que enfocara su vista en la parte delantera. Apremió un poco las cosas, comenzando a desabotonar la camisa para que pronto asomaran sus pechos, convencida de que los ojos del rubio se fijarían en ellos.
-¿A los vikingos os gusta... tener sexo delante de otra gente?
Dalka sonrió cuando al final su hermana aceptó las prendas. La idea era algo descabellada pero no se le ocurría otra forma de que ambos comprobaran que ni él era tan imbécil ni ella tan soberbia.
— Por supuesto que siempre serás tú y no quiero que cambies nada…pero espero que te sirva para conoceros un poco mejor y que dejéis de querer mataros porque es simpático y tú la mejor persona que conozco. Me quedaré aquí.— la amazona buscó un lugar tranquilo del bosque desde donde tener cierta cercanía por si debía intervenir, pero dejando la suficiente intimidad a su hermana y a Reidar. Lo único malo es que se iba a quedar con las ganas, y esperaba que el rubio al final entendiera el ardid como una oportunidad de conocerlas a ambas y de apreciar a ambas.*
Para cuando Dalka llegó y por suerte sin la plasta de su hermana, yo ya estaba desnudo y esperándola. No le hice comentario alguno sobre la falta de compañía, porque sinceramente quería conocerla, si de verdad tenía que casarme con ella no solo me importaba que "Cannif" fuera su apellido, quería saber sus miedos, sus seguridades ¿que quería hacer con su vida? Mi condado era complicado, sabía que Akershus era por excelencia la fortaleza que más veces sufría por las conjuras de Randulf, pero la mía era fronteriza con la del tirano y no eran pocas las gestas que libraba. Por lo que sabía de las dos jóvenes amazonas hacía relativamente poco habían llegado a Akershus ¿y si este tipo de vida no era lo que querían?
Me acerqué más a ella con una ladeada sonrisa.
-¿Te ayudo con las lazadas del corsé? -pregunté deslizando mi diestra por su cintura hasta coger las cuerdas para tirar de ellas. La cercanía era notoria, sus ojos azules se hundieron en mis aceros mientras entre los labios entreabiertos de ambos, síntoma del deseo, el vaho blanquecino se fundía agitando más nuestra respiración si cabía.*
Sabía que lo de ir al lago no era más que una excusa para retozar como adolescentes y tener sexo, todos la usaban en Akershus como si decir "vamos a follar" fuera demasiado vulgar para los norteños, menuda ironía.
Cuando el vikingo la tomó de la cintura con aquella ladeada sonrisa, tuvo ganas de decirle que se metiera su ayuda por el culo, pero se mordió la lengua y fingió una leve sonrisa, tímida, como las de su hermana Dalka.
-Gracias...
Le costó pronunciar la palabra, como si le quemara en la garganta. Pero a medida que las lazadas de su corsé se aflojaban, una idea vino a su cabeza ¡Los tatuajes! No podía darle la espalda a Reidar o descubriría que no era su gemela. Debía entretenerle como pudiera y que enfocara su vista en la parte delantera. Apremió un poco las cosas, comenzando a desabotonar la camisa para que pronto asomaran sus pechos, convencida de que los ojos del rubio se fijarían en ellos.
-¿A los vikingos os gusta... tener sexo delante de otra gente?
Aundria Cannif- Cazador Clase Alta
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Fecha de inscripción : 04/04/2018
Re: A MI ME DABAN DOS ☯ +18
Inquirió, mirando alrededor, intentando parecer curiosa como Dalka y algo comedida. Era cierto que habían intercambiado roles un millar de veces a lo largo de su vida, pero en aquella ocasión, tenía la sensación de que le resultaba más difícil.*
Deslicé su camisa despacio, acariciando la piel de sus brazos hasta que esta cayó sobre la hierba, mis manos ascendieron por su espalda pegándola más a mi cuerpo, para ese momento en el que sus pitones rozaban mi torso mi espada ya estaba en pie de guerra hundida en su vientre bajo.
Ladeé la cabeza ante su pregunta.
-¿te incomoda? -pregunté llevando mi diestra a su pelo para hacerlo a un lado detrás de su oreja.
Sabía que era tímida, seguramente ahora, sin su hermana se sintiera desvalida y aquel acto en público la cohibía.
-Cada uno vamos a lo nuestro, no me fijo en otras mujeres ahora mismo, pero puedo solucionarlo -aseguré elevando la mirada hacía la cascada que caía desde lo alto de la montaña por aquel desfiladero.
Señalé con el dedo la pequeña gruta que había detrás - ¿Vamos ahí?
Noté duda en su mirada, no sabia a que se debía con exactitud.
-¡Escucha! no tiene porque pasar nada si no quieres, podemos hablar, conocernos, tenemos tiempo de intimar, entiendo que no estás acostumbrada a estar con hombres y sin tu hermana pues..te da miedo ¿vamos?*
Era difícil responder, porque su cabeza le decía una cosa, pero sabía que su hermana respondería otra. Debía medir bien sus palabras si no quería ser descubierta, no por ella misma, sino porque eso dejaría mal a Dalka frente al rubio y, aunque a Aundria le molestara, parecía que a ella aquel barbudo le gustaba.
-No, si esto es lo que se hace aquí... yo no quiero ser la rara que estropee la fiesta...
Hubiera dicho amargada, pero esa palabra sonaba antinatural para su hermana, lo sabía y aunque casi se le escapó, detuvo a tiempo el movimiento de su lengua antes de pronunciar la primera sílaba.
-Aunque hablemos, podemos hacerlo aquí, ¿no dices que todos van a lo suyo?
No tenía intención alguna de alejarse a la gruta, allí no podría llamar a Dalka si la necesitaba.*
No me quedaba muy claro si quería hablar o mantener relaciones, enarqué una ceja ligeramente, pero mas fruto de mi desconcierto por tratar de comprenderla que porque la situación me resultara incómoda.
-Solo por aclarar ¿quieres follar? -pregunté estallando en carcajadas contra sus labios -no suelo estar con mujeres así, es decir, cuando vienen al lago pues está claro lo que quieren pero contigo no sé exactamente lo que buscas.
Reidar Blodoks- Humano Clase Alta
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Fecha de inscripción : 05/04/2018
Re: A MI ME DABAN DOS ☯ +18
Me encogí de hombros, bien, hablar.
-¿como es el lugar del que vienes? ¿crees podrás mantenerte cuerda dentro de los muros de una fortaleza?*
Ella no había confirmado ni negado ante la pregunta del vikingo, una que, por cierto, de habérsela soltado a Dalka, esta se hubiese puesto colorada como los tomates en época de recogida, pero controlar su rubor era algo que se le escapaba, así que simplemente enarcó una ceja y, al igual que Reidar, terminó por encogerse de hombros cuando él decidió, desnudo como estaba y con la verga más dura que la espada, que hablarían. Al menos en algo se saldría Aundria con la suya, seguro terminaba la noche con dolor de testículos el bravucón del bigote.
Cruzó las piernas antes de dejarse caer sentada, tenía los pechos al aire pero, al menos, ella llevaba los pantalones puestos.
-¿El lugar de donde vengo? Pues en muchos aspectos se parece a Akershus, la gente siempre está ocupada, la batalla corre por nuestras venas como lo hace por las vuestras... Pero no tenemos murallas y convivimos con la naturaleza. Los caballos no están encerrados en establos ni tampoco usamos sillas de montar o riendas. No son necesarias las fustas ni los espolones, porque nos comprenden, tenemos una conexión...
Se mordió el labio inferior al darse cuenta de que se embalaba a hablar, sabía que cuando cogía carrerilla, le costaba mucho parar. Más aún con la añoranza que sentía.
-Bueno, creo que a todo se puede acostumbrar uno... Aunque, la verdad, prefiero mi hogar.*
Conversar después de follar, bueno, solía entrarme sueño pero podía hacer un esfuerzo pero empalmado como estaba escuchar que los caballos iban sueltos no era mi plan de la noche.
Tiré de ella subiéndola sobre mi, mi verga rozó su centro ligeramente mojado. Ladeé la sonrisa con picardía, puede que fuera tímida, pero sabía la noche anterior haba disfrutado. Si no...¿que cojones hacia aquí?
-Podrás viajar a tus tierras, no quiero una esclava, si no una mujer -mi voz sonó ronca rozando sus labios con cada palabra -incluso te dejo que te traigas a tu hermana, hay muchos hombres en mi condado con quien podrá desposarse o mujeres ¿a quien le importa?.*
Se quedó callada cuando el vikingo la cambio de lugar, colocándola sobre su regazo y escuchó lo que le comentaba. Al menos no era de aquellos que se pensaba que una esposa era una posesión y que podía hacer con ella lo que se le antojara. O, si lo pensaba, se lo estaba guardando para la noche de bodas.
Intentaba mostrarse como Dalka, tranquila, sin afilar la lengua y algo tímida, aunque las dos últimas cosas le costaban. Más aún cuando el rubio soltó el último comentario y, sin poder evitarlo, sus cejas se inclinaron, frunciendo su ceño.
-A mí me importa. Es mi hermana y deseo lo mejor para ella. Además, no pienso separarme, siempre estaremos juntas.
Las dos opinaban lo mismo al respecto, ellas eran el yin y el yang, las dos caras de una misma moneda. Iguales, pero opuestas. No podían separarse igual que no existiría jamás el día sin la noche.*
-¿como es el lugar del que vienes? ¿crees podrás mantenerte cuerda dentro de los muros de una fortaleza?*
Ella no había confirmado ni negado ante la pregunta del vikingo, una que, por cierto, de habérsela soltado a Dalka, esta se hubiese puesto colorada como los tomates en época de recogida, pero controlar su rubor era algo que se le escapaba, así que simplemente enarcó una ceja y, al igual que Reidar, terminó por encogerse de hombros cuando él decidió, desnudo como estaba y con la verga más dura que la espada, que hablarían. Al menos en algo se saldría Aundria con la suya, seguro terminaba la noche con dolor de testículos el bravucón del bigote.
Cruzó las piernas antes de dejarse caer sentada, tenía los pechos al aire pero, al menos, ella llevaba los pantalones puestos.
-¿El lugar de donde vengo? Pues en muchos aspectos se parece a Akershus, la gente siempre está ocupada, la batalla corre por nuestras venas como lo hace por las vuestras... Pero no tenemos murallas y convivimos con la naturaleza. Los caballos no están encerrados en establos ni tampoco usamos sillas de montar o riendas. No son necesarias las fustas ni los espolones, porque nos comprenden, tenemos una conexión...
Se mordió el labio inferior al darse cuenta de que se embalaba a hablar, sabía que cuando cogía carrerilla, le costaba mucho parar. Más aún con la añoranza que sentía.
-Bueno, creo que a todo se puede acostumbrar uno... Aunque, la verdad, prefiero mi hogar.*
Conversar después de follar, bueno, solía entrarme sueño pero podía hacer un esfuerzo pero empalmado como estaba escuchar que los caballos iban sueltos no era mi plan de la noche.
Tiré de ella subiéndola sobre mi, mi verga rozó su centro ligeramente mojado. Ladeé la sonrisa con picardía, puede que fuera tímida, pero sabía la noche anterior haba disfrutado. Si no...¿que cojones hacia aquí?
-Podrás viajar a tus tierras, no quiero una esclava, si no una mujer -mi voz sonó ronca rozando sus labios con cada palabra -incluso te dejo que te traigas a tu hermana, hay muchos hombres en mi condado con quien podrá desposarse o mujeres ¿a quien le importa?.*
Se quedó callada cuando el vikingo la cambio de lugar, colocándola sobre su regazo y escuchó lo que le comentaba. Al menos no era de aquellos que se pensaba que una esposa era una posesión y que podía hacer con ella lo que se le antojara. O, si lo pensaba, se lo estaba guardando para la noche de bodas.
Intentaba mostrarse como Dalka, tranquila, sin afilar la lengua y algo tímida, aunque las dos últimas cosas le costaban. Más aún cuando el rubio soltó el último comentario y, sin poder evitarlo, sus cejas se inclinaron, frunciendo su ceño.
-A mí me importa. Es mi hermana y deseo lo mejor para ella. Además, no pienso separarme, siempre estaremos juntas.
Las dos opinaban lo mismo al respecto, ellas eran el yin y el yang, las dos caras de una misma moneda. Iguales, pero opuestas. No podían separarse igual que no existiría jamás el día sin la noche.*
Dalka Cannif- Cazador Clase Alta
- Mensajes : 17
Fecha de inscripción : 04/04/2018
Re: A MI ME DABAN DOS ☯ +18
Ya le había dicho que no había problema en llevarla conmigo, no era yo el que no la soportaba, así que aquel cuento mejor que lo hablara con Aundria. No pensaba estropear la noche, así que simplemente la silencié con mi boca antes de que esto acabara en tragedia. Colé mi lengua entre sus belfos buscando la humedad de la ajena, lamí su paladar enredando después las sierpes en una gesta dentro y fuera de nuestras bocas.
La pasión nos fue encendiendo y mejor así que discutiendo. Jadeé mordiendo su labio inferior mientras mi mano escalaba por la frontera de su espalda hasta anclarse en su nuca para enterrarme en ese beso que no nos dio ninguna tregua. Dalka se movía de forma inconsciente sobre mi dureza, los fluidos de ambos iban encharcando la zona mojando la tela que de no estar sería suficiente como para que mi glande solo se colara esperando la embestida necesaria.*
Ella hubiese iniciado una disputa, porque era inevitable, lo llevaba en la sangre. Sin embargo, Reidar tenía otros planes que puso en práctica de inmediato, atrapando los labios de la amazona con los propios. El instinto de Aundria fue interponer sus manos al presionar el pecho ajeno, pero el norteño parecía decidido a conseguir lo que quería y ejerció fuerza para que los cuerpos de ambos se apegaran.
En cuanto la lengua ajena rozó la propia, a ella se le erizó el vello de la nuca y, sin saber como, se dejó llevar por el beso. En parte quería ceder y por otro lado arrearle un puñetazo en la cara y largarse. Pero Dalka se había esforzado porque se llevaran bien, no podía delatarla como mentirosa al intercambiarse por ella.*
La pasión nos fue encendiendo y mejor así que discutiendo. Jadeé mordiendo su labio inferior mientras mi mano escalaba por la frontera de su espalda hasta anclarse en su nuca para enterrarme en ese beso que no nos dio ninguna tregua. Dalka se movía de forma inconsciente sobre mi dureza, los fluidos de ambos iban encharcando la zona mojando la tela que de no estar sería suficiente como para que mi glande solo se colara esperando la embestida necesaria.*
Ella hubiese iniciado una disputa, porque era inevitable, lo llevaba en la sangre. Sin embargo, Reidar tenía otros planes que puso en práctica de inmediato, atrapando los labios de la amazona con los propios. El instinto de Aundria fue interponer sus manos al presionar el pecho ajeno, pero el norteño parecía decidido a conseguir lo que quería y ejerció fuerza para que los cuerpos de ambos se apegaran.
En cuanto la lengua ajena rozó la propia, a ella se le erizó el vello de la nuca y, sin saber como, se dejó llevar por el beso. En parte quería ceder y por otro lado arrearle un puñetazo en la cara y largarse. Pero Dalka se había esforzado porque se llevaran bien, no podía delatarla como mentirosa al intercambiarse por ella.*
Reidar Blodoks- Humano Clase Alta
- Mensajes : 22
Fecha de inscripción : 05/04/2018
Re: A MI ME DABAN DOS ☯ +18
La gemela escondida se acercó sigilosamente un poco a la pareja y observó que estaban intimando y no parecía haber pleito entre ellos. Sonrió para si, se alejó de nuevo un poco y esperó a que las cosas siguieran su cauce, si conseguía pasarlo bien juntos y no discutir, quizás después pudieran darse cuenta ambos de que tenían más cosas en común de las que parecía a simple vista, sólo se trataba de un malentendido, de algo que se podía resolver sin mucho drama, pero eran ambos tan orgullosos que les costaba verlo. Además quería que su hermana tuviera el mismo trato que ella había recibido, para que experimentara en propias carnes que Reidar sería un pazguato y un guerrero testarudo, pero con ella se había adaptado tratando de hacerla sentir cómoda. Eso era algo positivo ¿no?*
Empujé con mi cuerpo el ajeno porque el puto pantalón molestaba en el intento, su espalda golpeó el empedrado suelo mientras nuestros belfos seguían batallando entre mordidas.
Mis manos tiraron de la cinturilla de su pantalón de piel dejándola completamente desnuda, solo me aparté para hacer a un lado la prenda y de paso analizar de nuevo la mercancía, pedazo cuerpo se gastaba la niña, me relamí los labios volviendo sobre ella.
Mi espada se coló voraz entre sus piernas ligeramente entreabiertas, como si se debatiera entre darme paso o por contra concluir la noche dejándome con las ganas de penetrar todos los agujeros de su cuerpo.*
El rubio era testarudo y agresivo sexualmente, Aundria podría haberle dado un rodillazo en el vientre, apartarlo y señalarlo con el dedo llamándole de todo. Pero quería saber si era capaz de satisfacerla como se había empeñado en decirle cuando ella le dijo que no o si le daba la razón. Así que decidió ceder y le permitió desnudarla del todo.
Ladeó la cabeza cuando vio que se detenía y la miraba, sin comprender a qué venía aquella pausa. Despegó los labios, a punto de preguntar, pero antes de que pudiera decir nada, el vikingo ya estaba embistiendo como el bruto que era.
Inspiró aire en profundidad, intentando relajar todos los músculos de su cuerpos y rodeó la cintura ajena con las piernas y para evitar comentar nada o mandarlo a la mierda, ella misma le atrajo de la nuca para comerle de nuevo la boca.*
Empujé con mi cuerpo el ajeno porque el puto pantalón molestaba en el intento, su espalda golpeó el empedrado suelo mientras nuestros belfos seguían batallando entre mordidas.
Mis manos tiraron de la cinturilla de su pantalón de piel dejándola completamente desnuda, solo me aparté para hacer a un lado la prenda y de paso analizar de nuevo la mercancía, pedazo cuerpo se gastaba la niña, me relamí los labios volviendo sobre ella.
Mi espada se coló voraz entre sus piernas ligeramente entreabiertas, como si se debatiera entre darme paso o por contra concluir la noche dejándome con las ganas de penetrar todos los agujeros de su cuerpo.*
El rubio era testarudo y agresivo sexualmente, Aundria podría haberle dado un rodillazo en el vientre, apartarlo y señalarlo con el dedo llamándole de todo. Pero quería saber si era capaz de satisfacerla como se había empeñado en decirle cuando ella le dijo que no o si le daba la razón. Así que decidió ceder y le permitió desnudarla del todo.
Ladeó la cabeza cuando vio que se detenía y la miraba, sin comprender a qué venía aquella pausa. Despegó los labios, a punto de preguntar, pero antes de que pudiera decir nada, el vikingo ya estaba embistiendo como el bruto que era.
Inspiró aire en profundidad, intentando relajar todos los músculos de su cuerpos y rodeó la cintura ajena con las piernas y para evitar comentar nada o mandarlo a la mierda, ella misma le atrajo de la nuca para comerle de nuevo la boca.*
Dalka Cannif- Cazador Clase Alta
- Mensajes : 17
Fecha de inscripción : 04/04/2018
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