Jeroen Dijsselbloem

No hay lugar en la mente de Jeroen para la duda, cada paso que da lo da convencido de que es lo correcto y confía demasiado en su instinto como para dejarse influenciar por quienes le rodean. Es meticuloso y fiel a sus normas

Desde pequeño se ha considerado un ser auto suficiente, un hombre independiente y lo bastante terco como para no perder una discusión. Día a día ha tenido que adaptarse a los cambios, a veces demasiado radicales, que ha tenido que afrontar. Es astuto e ingenioso, su carácter silencioso y educado le ha permitido pasar desapercibido, ayudado por su aspecto respetable, siempre ha podido moverse libremente allá donde ha estado. Jeroen es bueno en lo que hace y agradable en la conversación, es capaz de volver en su favor cualquier situación que le parezca desfavorable y tomar provecho de ello.

Es arrogante y algo estricto, no soporta la traición o la desconfianza, aunque entiende la necesidad de ser cauteloso, sus reglas son estrictas y no puede permitirse el lujo de ofrecer una segunda oportunidad a quién las rompe. Las cosas serían distintas si no tuviera que anteponer las necesidades de otros por encima de las suyas, pero por la gente que depende de él para sobrevivir, sabe que no puede permitirse ciertos lujos.

Tiene determinación y es capaz de hacer cuanto es necesario para conseguir lo que se propone, pues entiende que en ocasiones es necesario hacer cosas cuestionables por una buena causa.

Le cuesta relajarse o implicarse en situaciones especialmente distendidas o familiares. Está demasiado acostumbrado a moverse con cuidado y medir siempre sus palabras. Además, es demasiado honesto y acostumbra a decir lo que piensa, lo cual siempre ofende a alguien, aunque no sea esa la intención de Jeroen.

Jeroen nació en Eindhoven, al sur de los Países Bajos. Fue el mayor de tres hermanos, seguido por dos niños y una niña, que nació cuando él ya era un hombre adulto. Los Dijsselbloem no eran una familia acomodada. El padre de Jeroen, Anton, había dedicado toda su vida a sacar adelante la granja que sus padres le habían dejado al morir. Helga, la madre de Jeroen, se dedicaba a coser cuando no estaba ayudando a su esposo en sus tareas.

Igual que sus hermanos, Jeroen debía colaborar en el cuidado de la granja, seguir a rajatabla las instrucciones de su padre y levantarse antes de la salida del sol para cumplir con sus tareas. Era el mayor, eso ofrecía ciertas ventajas que sus hermanos menores jamás tuvieron. Jeroen tuvo la fortuna de poder asistir a la escuela local, donde se le enseñó a leer, escribir y hacer cuentas básicas...

El joven Dijsselbloem tenía la esperanza de no pasar el resto de su vida en su modesta granja de Eindhoven, sin embargo, la oportunidad tardo en aparecer. Jeroen tenía 14 años cuando conoció a Faye, una extraña mujer que vivía dos casas más arriba a orillas del canal. Corrían rumores sobre ella, pero Anton tenía un buen acuerdo con ella y cada nuevo mes enviaba a uno de sus hijos para entregar a la señora leche fresca, miel y algún otro excedente que pudieran ofrecerle.

A Jeroen le pareció una mujer agradable, quizá un tanto excéntrica, pero al contrario que a sus hermanos, a él le gustaba visitarla. A Faye le gustaba contar historias y a Jeroen se le daba bien escuchar... y aprender. Qué la mujer era bruja fue más extraño que sorprendente, como el chico la visitaba a menudo (no solo cuando su padre lo enviaba) y compartía con ella sus confidencias, ella terminó compartiendo las suyas con él.

Faye había tenido familia, pero su esposo había muerto años atrás y sus hijos se habían marchado a hacer sus vidas. La hechicera no era como Jeroen imaginaba que sería, desde luego no se parecía a las terribles villanas de las historias que los niños contaban alrededor de las hogueras. Han pasado tantos años que ya no recuerda los detalles, si la idea fue suya o de ella, quizá Jeroen fue demasiado insistente o Faye vio algún talento en él, la cuestión es que el muchacho se convirtió en el aprendiz de la hechicera.

El chico pasó su juventud aprendiendo magia y ayudando a su padre en la granja, siempre retrasando el momento de marcharse de casa para buscar un porvenir mejor en la ciudad. Tenía 17 años cuando Faye murió ya anciana, le dejó a él todos sus libros y algunas de sus pertenencias. Nada más mantenía a Jeroen en su casa, amaba a su familia, pero ansiaba una vida algo mejor, por lo que recogió lo poco que tenía y se marchó un buen día poco antes del amanecer.

Su nueva vida no fue como Jeroen imaginaba que sería, aún era joven, solo las personas menos supersticiosas y más comprensivas accedían a contratar sus servicios de hechicero, mas sus esfuerzos no estaban bien pagados y apenas le permitían sobrevivir. Aún así se sentía más feliz de lo que se había sentido en casa, libre para hacer lo que quisiera y seguro de que su situación mejoraría.

Tuvo que sobrevivir yendo de un lado para otro, sin un hogar o un empleo. A periodos de bonanza le seguían tiempos duros y durante uno de sus periodos más miserables, Jeroen conoció a Latesha. Era una vampira, pero en lugar de aprovecharse de él y conseguir comida fácil, le prestó ayuda y le ofreció un refugio.

Fue la primera que lo llamó Jerry, no era holandesa y le costaba pronunciar su nombre, en cuanto se hicieron amigos, ella reunió la confianza necesaria para ponerle un apodo. La vampira tenía aspecto joven (no parecía mayor que Jeroen, que por aquel entonces estaba en la mitad de la veintena), mas era evidente que tenía varios siglos de experiencia. Según decía, había sido una esclava, convertida en contra de su voluntad.

Pasaron años juntos, aunque incluso entonces se veían poco, ambos se cubrían las espaldas y se protegían mutuamente de cazadores, inquisidores y maleantes de cualquier raza. Las habilidades mágicas de Jerry habían mejorado considerablemente y con el paso de los años se había vuelto más inteligente, por lo que hacía cuanto podía por esconder sus conocimientos de quienes no estuvieran interesados. Su situación había mejorado considerablemente, en lugar de soñar con ganarse la vida como hechicero, Jerry empezó a dedicarse a la pintura, un hobby que jamás consideró beneficioso.

Cuando coincidían, Latesha y él soñaban con un mundo seguro para la gente como ellos, discutían sobre la posibilidad de proteger a otros como se protegían mutuamente. Debería ser posible crear un lugar seguro al que poder recurrir sin importar la especie. La idea no era sencilla, especialmente porque conocían bien las rivalidades entre los distintos tipos de criaturas. Ningún licántropo confiaría en las ideas de una vampira, sin confianza serían susceptibles a la traición y eso podría matarlos.

Aún así, las semillas de la idea dieron sus frutos, Jerry no fue el único desamparado al que Latesha ayudó y él empezó a gastar sus ingresos en ayudar a otros en lugar de mejorar su situación.

Poco a poco prosperaron, consiguieron contactos, benefactores, aliados... Aunque mayormente solo eran capaces de ayudar a humanos desfavorecidos, gitanos y otros hechiceros en situaciones complicadas.  

Pocos años atrás, sin embargo, Latesha fue descubierta por un inquisidor que la siguió hasta el refugio. Irrumpió allí en mitad de la noche y la vampira lo enfrentó con la esperanza de que el resto pudiera huir. Jeroen intentó quedarse para ayudarla, mas ella no lo permitió, le pidió que se marchara y cuidara de los demás.

Antes de irse prometió hacerlo y prometió que no dejaría de hacerlo pasara lo que pasara.

Latesha no se sobrevivió a la batalla, pero Jerry no tuvo tiempo para llorar a su amiga. Tuvo que huir de la ciudad y mantenerse con vida para poder mantener la promesa que había hecho. Reorganizarse le costó tiempo y trabajo, tuvo que conseguir nuevos aliados, colaboradores y benefactores, pues muchos de los antiguos habían dado su palabra a Latesha y, tras su muerte, el miedo y la desconfianza los llevó a dar la espalda a su sucesor.

Sin embargo, no todo fue terrible, pues todas las razas consideran neutrales a los Hechiceros, con Jeroen existía la esperanza de una posible colaboración entre vampiros y hombres lobo. El Brujo hizo cuanto pudo, siempre moviéndose de ciudad en ciudad. A veces alejándose de su país natal, pero siempre con el objetivo de fortalecer su pequeña red para proteger al mayor número de personas posible.

Ofrece a criaturas un lugar en el que esconderse de cazadores o inquisidores, aunque raramente cuestiona la necesidad de quienes acuden a él, tiene normas estrictas y se niega a ofrecer ayuda a criminales. Seres de distintas razas deben ser capaces de convivir mientras estén bajo su protección. Los hechiceros pueden conseguir recursos para sus pociones de forma segura, los gitanos no serán perseguidos. Y, por supuesto, jamás pide un céntimo a cambio de nada.

Es una idea complicada, pero tiene la esperanza de que algún día, su pequeño proyecto se convierta en algo grande.

En sus ratos libres, aún pinta.

Habilidades:

→ Hechicería: Habilidad para hacer que cosas sucedan, ya sean a favor o en contra de alguna persona, por medio de conjuros, hierbas y pociones. Esto incluye altos conocimientos de herbolaria que les permiten hacer también curaciones.

→ Percepción del aura: Habilidad para ver las auras de otros seres, cuyos colores indican su humor, identidad y nivel de hostilidad, de este modo saben si están bajo amenaza. Este poder les permite reconocer a licántropos y cambiantes cuando no están transformados e identificar a los vampiros gracias a su aura pálida.

→ Atmokinesis: Habilidad para controlar ocasional y relativamente el clima y los sucesos meteorológicos (Rayos, tempestades...).

→ Premonición: Habilidad para percibir el futuro. En ocasiones solamente se expresa en forma de vagos sueños mientras se duerme, mientras que otras veces es clara y ocurre a voluntad, mientras se está despierto.

→ Creación de Ilusiones: Habilidad que le permite crear ilusiones a su alrededor; imitará texturas, sonidos, olores, etc., desconcertando así a su oponente y brindándole una excelente arma defensiva. El poseedor de este don será capaz de entrar a la mente de su adversario con sus ilusiones.

Curiosidades:

→ Es zurdo.
→ Su francés no es muy bueno, aunque su inglés es decente y puede entender alemán.
→ Se deja acompañar por una gata atigrada, Lula.
— Prefiere pintar paisajes, aunque esa preferencia tiene poco que ver con el talento, también puede hacer retratos, simplemente, no quiere.
→ Solo sus amigos lo llaman Jerry.
— Su nombre se pronuncia Yeron Daiselblum.